Usuario:Raimundo57br/Taller/rascunho2/John Holloway

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Había tres temas principales en los debates estratégicos de los años veinte: las relaciones Internacionales, el rol del Estado y el control del dinero.

En los años posteriores a la guerra, los "progresistas" argumentaban que el desarrollo del capitalismo hacía necesario que el Estado tuviera un papel activo e intervencionista en la economía. El argumento tomó diferentes formas y se justificaba de diferentes maneras, desde el reconocido temor a la revolución, o la preocupación caritativa por los pobres, hasta la simple búsqueda de la eficiencia económica;

El tema más inmediato fue el del papel del Estado en la producción. Por todas partes el Estado había tomado control, directa o indirectamente de importantes secciones de la producción y del transporte durante la guerra.

The Road to Plenly Foster, William Trufant; Catchings, Waddill 1928 foi uma crítica a Ley de Say - “poner más dinero en manos de los consumidores cuando los negocios están fallando, y menos dinero cuando la inflación va en aumento

mantenerse a través de una gran expansión del crédito, tanto en la forma de préstamos bancarios como mediante la creación de capital ficticio en el mercado de valores

a brecha entre el plusvalor realmente producido y el que estaba siendo arriesgado en el mercado de valores se manifestó en el crac de 1929

La guerra triunfó en donde el New Deal, el Nazismo y el Estalinismo habían mostrado solamente posibles líneas de desarrollo. La guerra logró un devaluación del capital constante, incluso más grande que las asociadas con las bancarrotas, y las depreciaciones de la gran depresión

La clave para la renovación de la acumulación capitalista fue el cambio en las relaciones del trabajo. La nueva disciplina impuesta sobre el trabajo a través de la recesión, la experiencia del fascismo en algunos países y la experiencia de la guerra en casi todos, combinó con las innovaciones administrativas asociadas con el fordismo y con las nuevas tecnologías para aumentar enormemente la tasa de explotación.

Este incremento en la tasa de plusvalor, junto con la devaluación y destrucción masiva del capital constante a través de la gran depresión y la guerra, y la rápida centralización del capital que había sido promovida por la mayoría de los gobiernos en el mismo período, crearon las bases para un nuevo nivel de ganancia y dieron un nuevo impulso a la acumulación de capital, reflejado en la tasa de ganancia sin precedentes del período de posguerra. Como las limitaciones del New Deal habían mostrado, no habría habido una era "keynesiana", ni prosperidad de posguerra, si estos cambios fundamentales no hubieran sido forzados sobre la humanidad a través de la depresión, el fascismo y la guerra.

La nueva ortodoxia era ahora que el Estado debía asumir responsabilidad por la economía, interviniendo donde fallara el mercado, para estimular la producción y mantener el pleno empleo. Ya que la crisis era entendida en los términos en que aparecía, es decir como la falta de demanda efectiva para las mercancías producidas, el rol del Estado para contrarrestar la crisis era entendido en términos de la administración de la demanda: en tiempos de recesión el Estado debería estimular la demanda a través del financiamiento deficitario, es decir a través de gastos estatales basados en una expansión del crédito.

se consideraba legítimo para el Estado canalizar no únicamente el plusvalor existente sino los derechos monetarios sobre el plusvalor futuro a fin de mantener condiciones favorables para la producción de plusvalor. La administración de la demanda a través del financiamiento deficitario significaba precisamente eso: el uso del crédito, es decir la creación de derechos monetarios sobre el plusvalor aún inexistente, con el objetivo de estimular la acumulación. Inherente al proyectó keynesiano era el divorcio entre el dinero y el valor existente, el desacoplamiento entre la acumulación monetaria y la acumulación real (Bonefeld 1993). Una comprensión del peligro inherente a este desarrollo fue el meollo lógico de la larga y vigorosa batalla del "partido del viejo mundo" en el período de entreguerras para mantener la doctrina del presupuesto balanceado.

nueva relación entre Estado y economía en términos de una integración más intensa de los muchos Estados dentro del circuito del capital. Los Estados individuales existen no solamente en una relación de competencia mutua, en tanto cada cual trata de desviar el flujo de capitales a su territorio particular; también existen como modos particulares de regulación en el flujo global del capital, así que las fallas de cualquier Estado pueden crear problemas para el conjunto del circuito internacional del capital (cfr. Bonefeld 1993). Un rasgo importante del mundo de posguerra fue la posición claramente predominante de un Estado, Estados Unidos; lo cual posibilitó el establecimiento de formas internacionales de regulación de un modo que no era posible en el período de entre-guerra. Estas formas internacionales de regulación tuvieron la doble función de consolidar la posición dominante de Estados Unidos y al mismo tiempo proveer una base internacional más estable para la acumulación del capital. Así, la conferencia de Bretton Woods de 1944, que estableció el Fondo Monetario Internacional (FMÍ), el Acuerdo General de Aranceles y Comercio (GATT) de 1947, y finalmente el Plan Marshall, que proporcionó dólares para la reconstrucción del capitalismo en Europa, fueron componentes de esta estrecha vinculación de lo económico y lo político en el nivel internacional, que sería parte de la estabilidad de posguerra.

El caos inherente a la producción del valor no está superado, pero hay consecuencias significativas para la forma en la cual se presenta la crisis así como para las formas que toman las luchas alrededor de la reestructuración del capital.

El poder del trabajo fue reconocido en la forma de la demanda, y la administración de la demanda se convirtió en la meta principal de las políticas económicas estatales

El costo del amansamiento del poder del trabajo fue la inestabilidad-monetaria latente. La transformación del poder del trabajo en la-demanda implicó la aceptación de la expansión del crédito como-clave para mantener la estabilidad social. Ni el crédito ni el presupuesto deficitario eran nuevos, pero el keynesianismo los erigió como un principio de la dominación capitalista, dando legitimidad a una posterior expansión del crédito sin precedentes.

la reducción del trabajo concreto al trabajo abstracto

el crecimiento más lento de la productividad en todas las economías principales entre 1968 y 1973, a pesar de la creciente inversión en la mecanización (Armstrong et al. 1984). Así, la tasa de ganancia (la tasa de retomo del capital total invertido) descendió no obstante la creciente tasa de explotación.

si el aumento en la composición orgánica del capital es visto no como una ley económica externa a la lucha de clases sino como expresión de los crecientes costos de explotación, la polaridad entre la lucha de clases y las leyes del desarrollo capitalista se disuelva

costos indirectos de la explotación. La expansión del Estado, rasgo central de la construcción después de la guerra de un nuevo entorno que permitiera la acumulación del capital, trajo consigo costos muy grandes para el capital. [...] El desarrollo del Estado de bienestar keynesiano después de la guerra contribuyó tanto a la efectividad como a la estabilidad de la explotación, pero tuvo su costo.

Hacia 1969, los otros países capitalistas tenían reservas de cuarenta mil millones de dólares (en comparación con los once mil millones que tenían en 1964). Bajo aquellas circunstancias, la convertibilidad del dólar en oro empezó a aparecer muy frágil.

la presión especulativa contra su moneda. Esta presión restringe la autoridad nacional sobre el dinero y la expansión del crédito, y subordina las políticas nacionales al movimiento internacional del dinero". Sin embargo, este no fue un regreso al patrón oro, el reino del aparentemente seguro poder tan firmemente defendido por los partidarios del viejo mundo contra las depredaciones del "populacho". El dinero internacional ya no estaba representado por el oro sino por el dólar, y su movimiento era ahora mucho más rápido y más volátil de lo que había sido en los tiempos del patrón oro.