Diferencia entre revisiones de «Silva (estrofa)»

De Wikipedia, la enciclopedia libre
Contenido eliminado Contenido añadido
Diegusjaimes (discusión · contribs.)
m Revertidos los cambios de 190.165.141.75 a la última edición de 81.39.234.149
Línea 9: Línea 9:




:::::::''En tu divina escuela,''yhh
:::::::''En tu divina escuela,''
:::::::''neta y desnuda y sin extraño adorno,''
:::::::''neta y desnuda y sin extraño adorno,''
:::::::''la verdad se revela,''
:::::::''la verdad se revela,''

Revisión del 00:37 3 mar 2010

Página inicial de Las Soledades (l. I, pág. 193) en el Manuscrito Chacón, poema compuesto en silvas.

La silva es una estrofa de la métrica castellana que consiste en una extensión indeterminada de versos heptasílabos, es decir, de siete sílabas, y endecasílabos (de once) que riman en consonante libremente, pudiéndose dejar versos sueltos sin rima alguna.

La amplia libertad poética que esto supone convierte a esta estrofa en la más moderna de la métrica clásica española, por su implícita tendencia antiestrófica, y como tal constituye una forma de transición hacia el verso libre moderno. Empezó a cultivarse a comienzos del siglo XVII con la obra de Francisco de Rioja y las Soledades de Luis de Góngora, y desde entonces se estableció firmemente en la métrica española.

Ejemplo

Un ejemplo de silva la encontramos en la obra Al sueño de Miguel de Unamuno:


En tu divina escuela,
neta y desnuda y sin extraño adorno,
la verdad se revela,
paz derramando en torno;
al oscuro color de tu regazo,
contenta y regocijada,
como el ave en su nido,
libre de ajeno lazo,
desnuda alienta la callada vida,
acurrucada en recatado olvido,
lejos del mundo de la luz y el ruido;
lejos de su tumulto
que poco a poco el alma nos agota,
en el rincón oculto
en que la fuente de la calma brota.

Asimismo se encuentra en "A un olmo seco" de Antonio Machado

Al olmo viejo, hendido por el rayo y en su mitad podrido, con las lluvias de abril y el sol de mayo algunas hojas verdes le han salido.

¡El olmo centenario en la colina que lame el Duero! Un musgo amarillento le mancha la corteza blanquecina al tronco carcomido y polvoriento.

No será, cual los álamos cantores que guardan el camino y la ribera, habitado de pardos ruiseñores.

Ejército de hormigas en hilera va trepando por él, y en sus entrañas urden sus telas grises las arañas.

Antes que te derribe, olmo del Duero, con su hacha el leñador, y el carpintero te convierta en melena de campana, lanza de carro o yugo de carreta; antes que rojo en el hogar, mañana, ardas en alguna mísera caseta, al borde de un camino; antes que te descuaje un torbellino y tronche el soplo de las sierras blancas; antes que el río hasta la mar te empuje por valles y barrancas, olmo, quiero anotar en mi cartera la gracia de tu rama verdecida. Mi corazón espera también, hacia la luz y hacia la vida, otro milagro de la primavera.