Diferencia entre revisiones de «Mumtaz Mahal»

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Carta escrita por Shahbuddin Mohammed Shah Jahan a su amada luego de su muerte.... donde le promete que le construiria lo que hoy conocemos como taj mahal.
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La muerte de Mumtaz provocó tal dolor en el emperador que abandonó la vida de lujos de la que gozaba y dedico el resto de su vida a la construcción de la tumba de su esposa, el [[Taj Mahal]], en la ciudad de [[Agra]], en el que trabajaron unos 20.000 obreros indios y persas, durante unos 20 años.<br />
La muerte de Mumtaz provocó tal dolor en el emperador que abandonó la vida de lujos de la que gozaba y dedico el resto de su vida a la construcción de la tumba de su esposa, el [[Taj Mahal]], en la ciudad de [[Agra]], en el que trabajaron unos 20.000 obreros indios y persas, durante unos 20 años.<br />
Actualmente, los restos de ambos se encuentran en una pequeña recámara debajo de la cúpula del mausoleo.
Actualmente, los restos de ambos se encuentran en una pequeña recámara debajo de la cúpula del mausoleo.





MI QUERIDA ARJUMAND BANU:


Haré bóvedas para que los ecos de tu risa sigan rebotando de pared en pared. Haré más bóvedas para que mis ojos sigan viendo tus nalgas. Haré columnas firmes y enormes como tus muslos y las piernas que ponías alrededor de mi cintura.

¿Que más podré hacer para decirte, mi querida Arjumand Banu, que nada llenará el vacío que me has dejado?
Mi favorita de siempre, ¿Qué puedo yo ofrecerle al tiempo para que vuelva a darme la oportunidad de decirte una vez más cuanto te quiero?

De una manera u otra deberé atrapar la luna. Tengo que eliminarla del cielo para poder decirle que he conocido a alguien más bella que ella. No me importa saber que perderé sus baños de luz. Menos aún saber que no tendré más al único testigo de nuestras noches, tus canciones, mi consuelo ante la riqueza y su soledad.

Tú Arjumand Banu, seguirás siendo mía ya que te llevo dentro de mí. Debo seguir contándote cuanto te extraño y debo hacerlo de una manera eterna. Con delicadeza, como tus besos. Con precisión, como tus abrazos. Con la simetría de nuestros cuerpos, tan balanceados y unidos como el cielo sobre el mar. El rocío sobre las hojas.

Me has dado tu cuerpo, muchas veces, demasiadas, para que el mío se reprodujera. Me has dejado saberte de memoria: Tu voz, tus ojos, la fuerza de tu útero y tus catorce victorias, tus gritos de madre fuerte, leona hasta el final.

Y ahora te tengo aquí, callada para siempre, a oscuras dentro de mi oscuridad y recordándome lo que siempre somos: pasajeros breves, en un túnel de una sola salida, necesitados de perdurar en la memoria de alguien y de comprar la inmortalidad que nadie posee.

Mi Arjumand Banu, mi compañera de siempre, ¿Escuchas los gritos de mi silencio ?... ¿Cómo le diré al amanecer que ya no nos deberá esperar. ¿Cómo podré atar la noche al horizonte para que no comience un nuevo día? ¿Entiendes que me has abandonado?

Sólo me has dejado tu olor de mujer, repleto de jazmines, intenso, vestido de sándalo. ¿Sabes que te pareces al mármol, el que tantas veces refrescó mi cuerpo, dentro del tuyo; el tuyo lleno del mío?

Me encargaré de guardar el reflejo de tus ojos en bloques de malaquita, trozos de madreperla, lágrimas de lapislázuli, jade, coral, turquesa y amatistas. Robaré todos los colores de la naturaleza. Haré de tu imagen algo similar. Lo haré.

Cuanto haga por ti, deberá ser como el paraíso (Y que el Misericordioso, me absuelva) donde abundan ríos fértiles, flores, miel y vino. Pediré que comiencen a guardar rayos de luna, para que los transformen en el mejor mármol. También, cuanto se haga, deberá representar la frescura del rocío, tu piel; la delicadeza de una nube, tus pasos. Calígrafos y escultores escribirán los noventa y nueve nombres del Supremo, del Clemente. Así lo haré. ¡Inshalah!.

Ordenar, pedir, demandar es fácil. Pero nada dentro de todo mi imperio me permitió retenerte para siempre, tenerte un día más, aunque sea una hora. Por primera vez has parido soledad, porque ya eres silencio, noche sin estrellas, lágrimas del cielo.

Nunca pensé que tu partida me doliera tanto. Jamás pude soñar lo que estoy sintiendo. Cierro los ojos ya que la luz me molesta. Me tapo los oídos porque el viento sigue trayéndome tu canto. Me tapó la boca porque no quiero que nadie me escuche llorar. La soledad me está mordiendo la garganta. Hasta los dientes me duelen.

Mi Arjumand Banu, mi mujer de siempre, luego de diez y nueve años repletos de tu compañía, ¿cómo llenar mis días y mis noches? Creo que sólo me queda llenarlos pensando que me esperas en algún lado. O simplemente así: Los llenaré dándole al mundo una muestra de lo que tú me has dado. ¿Qué otra cosa podría hacer?


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Revisión del 15:56 9 ene 2010

Mumtaz Mahal

Arjumand Banu Begum (1593-1631), conocida como Mumtaz Mahal, era la esposa del emperador mogol Sha Jahan.

Mumtaz Mahal era una princesa persa que contrajo matrimonio con Shah Jahan, emperador y magnífico guerrero, en 1612, con el fin de afianzar la paz entre los dos pueblos. Sin embargo Sha Jahan se enamoró perdidamente de Mumtaz, teniendo con ella 14 hijos, siete de los cuales murieron durante la niñez.
También fue madre de crianza de Iranar, una de las bailarinas y poetisas más famosas del siglo XVII, hija de una de sus criadas, quien muriera al dar a luz a la niña.

Mumtaz no era la única esposa del emperador, pero era su favorita debido a su magnifica belleza, candor y bondad.
Durante su matrimonio, Shah construyó magníficos palacios para su favorita. La soberana era muy querida y constantemente intervenía en nombre de los solicitantes, viudas y huérfanos a quien daba concesiones.

Mumtaz dio a luz a su decimocuarto hijo en 1631, momento en el que acompañaba a su esposo en Deccan, cuando éste llevaba a cabo una campaña militar contra Khan Jahanb Lodi, muriendo por las complicaciones del parto. A la muerte de la esposa del rey se dictó luto nacional en su honor durante dos años.

La muerte de Mumtaz provocó tal dolor en el emperador que abandonó la vida de lujos de la que gozaba y dedico el resto de su vida a la construcción de la tumba de su esposa, el Taj Mahal, en la ciudad de Agra, en el que trabajaron unos 20.000 obreros indios y persas, durante unos 20 años.
Actualmente, los restos de ambos se encuentran en una pequeña recámara debajo de la cúpula del mausoleo.

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