Diferencia entre revisiones de «Francisco Igartua»

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Si bien es cierto Francisco Igartua apoyo en un momento, la “medidas revolucionarias dadas por los militares”, defendió por todos los medios, la libertad de prensa y expresion, a través de la publicación de sus editoriales y artículos en defensa de los medios periodísticos independientes. Esto lo fue alejando de la Revolución Militar, hasta la ruptura final en noviembre de 1974. El artículo detonante, fue la publicación de una supuesta negociación fraudulenta gestionada por los militares. En su primera editorial, del 16 de enero de 1978, luego del regreso de su exilio, Francisco Igartua explica estos hechos: "A fines de 1974, por decir rotundamente ¡NO! a la estatización de la prensa, por denunciar lo que en la práctica resultó ser la liquidación de la libertad de expresión en el Perú, fui deportado y tuve que vivir hasta hace pocos meses en el destierro. También salí al exilio porque, fiel a la conducta de Oiga en materia de riquezas naturales, había juzgado ilegal y deshonroso para el país el contrato petrolero firmado aquellos días, en la penumbra, entre el gobierno y dos empresas japonesas. Salí al destierro cuando comenzaba a dar muestras de asombro frente al intento -infelizmente ya culminado- de construir un triunfalista y multimillonario oleoducto de la selva a la costa, mientras la realidad, el interés de los peruanos -los propietarios de las riquezas naturales del Perú- nos exige afirmar la personalidad peruana de la Amazonía. Y el buen razonar y hasta las conveniencias económicas futuras aconsejan usar y no abandonar nuestros ríos selváticos, para hacerlos así más peruanos; para que nuestras fronteras amazónicas sean vivas por la presencia masiva de nuestra gente en la zona y por la actividad industrial y comercial que allí se puede realizar. Porque el propósito de usar nuestros ríos no es el absurdo traslado por agua del petróleo selvático a Talara sino capturar el mercado brasilero para nuestro petróleo y derivados. No olvidemos que los ríos amazónicos van a dar a la mar cruzando el territorio del Brasil y con justeza se podría decir que ellos tienen trazado su destino".
Si bien es cierto Francisco Igartua apoyo en un momento, la “medidas revolucionarias dadas por los militares”, defendió por todos los medios, la libertad de prensa y expresion, a través de la publicación de sus editoriales y artículos en defensa de los medios periodísticos independientes. Esto lo fue alejando de la Revolución Militar, hasta la ruptura final en noviembre de 1974. El artículo detonante, fue la publicación de una supuesta negociación fraudulenta gestionada por los militares. En su primera editorial, del 16 de enero de 1978, luego del regreso de su exilio, Francisco Igartua explica estos hechos: "A fines de 1974, por decir rotundamente ¡NO! a la estatización de la prensa, por denunciar lo que en la práctica resultó ser la liquidación de la libertad de expresión en el Perú, fui deportado y tuve que vivir hasta hace pocos meses en el destierro. También salí al exilio porque, fiel a la conducta de Oiga en materia de riquezas naturales, había juzgado ilegal y deshonroso para el país el contrato petrolero firmado aquellos días, en la penumbra, entre el gobierno y dos empresas japonesas. Salí al destierro cuando comenzaba a dar muestras de asombro frente al intento -infelizmente ya culminado- de construir un triunfalista y multimillonario oleoducto de la selva a la costa, mientras la realidad, el interés de los peruanos -los propietarios de las riquezas naturales del Perú- nos exige afirmar la personalidad peruana de la Amazonía. Y el buen razonar y hasta las conveniencias económicas futuras aconsejan usar y no abandonar nuestros ríos selváticos, para hacerlos así más peruanos; para que nuestras fronteras amazónicas sean vivas por la presencia masiva de nuestra gente en la zona y por la actividad industrial y comercial que allí se puede realizar. Porque el propósito de usar nuestros ríos no es el absurdo traslado por agua del petróleo selvático a Talara sino capturar el mercado brasilero para nuestro petróleo y derivados. No olvidemos que los ríos amazónicos van a dar a la mar cruzando el territorio del Brasil y con justeza se podría decir que ellos tienen trazado su destino".


Francisco Igartua, seguidor del pensamiento de Miguel Unamuno y Jugo, no lo pensó dos veces, antes de decir NO, a la revolución militar, como lo hiciera Don Miguel de Unamuno, en 1936 con el gobieron militar franquista. Esto le costó finalmente, como ya se ha dicho, el exilio a México, donde se convirtió en director del Suplemento Dominical, del diario Cadena Sol.

Meses antes del exilio de Igartua, el local donde se imprimía la revista Oiga, en tomado por sus trabajadores (Comunidad Industrial), quienes toman el manejo de sus instalaciones, las que no son devueltas posteriormente a sus propietarios.
El local, ubicada entre las avenidas La Marina y Elmer Faucett, de propiedad de la empresa ITALPERU S.A. (el accionista principal era la empresa Editorial Periodística Oiga S.A, también propietaria en ese entonces de la revista), se mantuvo “ocupado” hasta finales del año 2001, cuando finalmente llegan a un acuerdo los accionistas de la empresa y los ex – miembros de la Comunidad Industrial.

Sobre la evolución de la marca y logo de la revista Oiga, Carlos Sotomayor dice lo siguiente: “…El formato moderno de su composición gráfica se caracteriza por su sencillez y claridad, destacando lo más importante en cada una de sus páginas (la letra, la imagen, según sea el caso), sin que por ello éstas se conviertan en unidades aisladas, sino que se integran dentro del ritmo visual-informativo que guarda la publicación en su conjunto… Los diagramas de páginas son parte integrante del plan general y reflejan unívocamente la identidad en el estilo que mantiene toda la revista. Si bien este aspecto se encuentra determinado por el carácter de la publicación, la manera particular de su presentación y el manejo del contenido de los materiales ha sido convenientemente resuelto por sus diseñadores, planteando soluciones gráficas que logran un equilibrio entre los títulos (título general, títulos de foto, frases destacadas, etc.), -las fotografías (encuadres, conjunto de fotos, lenguaje propio de cada foto, etc.), la tipografía (combinación estética de familias tipo­gráficas, niveles de cuerpos, etc.), el diseño general de las masas gráficas y tipográficas -en el conjunto de cada artículo y en el conjunto de la revista- y, finalmente, los recursos gráficos para singularizar, unir y dividir materiales (líneas, espacios, tramas, etc.)… Estas características peculiares no son accidentales, sino el resultado de estudios probados a través de 44 años en el enfoque de la composición de la revista. Un elemento importante es el formato. Antes de llegar al actual de 20,5 x 27,5 cm, OIGA ha sufrido algunas modificaciones. Comenzó, como todas las publicaciones de la época -la década de los 40-, siendo tabloide. (Antes de la invención de las modernas rotativas offset, las prensas eran relativamente lentas, por lo que resultaba más conveniente imprimir hojas grandes que hojas pequeñas). Su formato pequeño -medio tabloide:- actual se debe, entre otras modernas razones, a una simpleza también moderna. La comodidad: gran número de personas -léase lectores, entiéndase compradores)- puede aprovechar su viaje en microbús para recorrer sus páginas". Solo basta decir, que Francisco Igartua, aparte de ser un gran periodista, era un gran diagramador.

En referencia a la novedad que trajo el Oiga 78, en su ensayo denominado El Genero Revisteril en el Perú, Francisco Igartua hace una descripción de esta evolución: “Al planear la experiencia de Oiga 78 pensé: el hombre moderno se interesa por estar bien informado, por saber lo que pasa cada día a su alrededor, pero no tiene tiempo para concentrarse todos los días a leer comentarios o grandes reportajes. Y si esa información, seguí pensando, la recibe el hombre moderno a diario y en directo por medio de la televisión, más que un matutino o vespertino, con opiniones a vuela máquina que tendrá que leer a la carrera, le interesará leer un semanario o bisemanario que le ofrezca -sin presiones de tiempo- juicios escritos con maduración y reposo, comentarios a las crónicas del momento y grandes reportajes presentados con el cuidado de revista. Y, punto principalísimo, a precio similar o más bajo que el del diario. O sea, el Jornada de mis primeros años periodísticos, con buen complemento gráfico, con estilo de revista… Siguiendo el curso de este pensamiento, el diario, con muchas páginas y excelentes servicios, tendrá utilidad en el hogar; mientras que el semanario, con textos escogidos y sin exceso de papel, será lectura del escritorio, de la mesa de noche y de los fines de semana… El que mi experiencia de Oiga 78 quedara a menos de mitad de camino de mis ambiciones, no indica que el periodismo del futuro no transite por los rumbos que acabo de describir confusamente”.

El 20 de octubre de 1980, se inaugura con la quinta y última etapa, que duraría ininterrumpidamente hasta el 12 de agosto de 1995, y que finalizaría con la edición del último número, el 756, número de colección, denominado ADIOS CON LA SASTIFACCION DE NO HABER CLAUDICADO, conocido también como ADIOS AMIGOS Y ENEMIGOS, o EL OIGA DEL ADIOS, el 5 de setiembre de 1995.
Esta última etapa, cubre los gobiernos de los presidentes Fernando Belaunde Terry, Alan García Perez y los 5 primeros años del gobierno dictatorial de Alberto Kenya Fujimori.

A través de sus editoriales y artículos, publicadas en web, se recorre la historia política del Perú y del Mundo, hasta el 12 de agosto de 1995. Sobre la oposición fiscalizadora de la revista Oiga, existe un artículo interesantísimo, publicado por el periodista ya falleció Pedro Planas Silva, que resume la historia de la revista Oiga, durante estos años: "Parecen tan lejanos esos esforzados años de 1985 y 1986. El seductor verbo de un joven candidato presidencial, recompensado con la Presidencia de la República por remozar la vetusta arquitectura de su partido de origen, portando un ego visiblemente alterado por ese penoso deporte peruano de los aplausos, encuentra a Igartua – como Ulises – amarrado en su poste principista, intentando triturar una a una las múltiples promesas musicales que fluían de la inatacable labia. Y donde otros festejaban una mar plácida y quieta, al grado de zambullirse en las nuevas aguas sin ninguna precaución, Igartua – desde su puesto de alta vigía, allende la arena – advertía aguas movidas y detectaba solitariamente objetos oscuros y engañosos moviéndose a sus anchas, bajo el aparente remanso. Igartua… ¡aguafiestas! Claro que sí: aquel paisaje de postal, que espontáneamente repartía la prensa nacional e internacional, tenía como casi único detractor, a un tozudo y vasco metereólogo, cuyo mérito (pecado, dicen los coyunturales) fue siempre proyectarse más allá del petrificado horizonte captado por la postal. Y así, cuando bramaron los cielos y apareció el intempestivo tsunami estatista de 1987, todos olvidaron la esforzada labor del vigía. Todos se parapetaron en torno al puesto de salvavidas, más, en esa nueva foto de postal, Igartua era visto como uno más… Al caer la popularidad de Alan García (en tendencia proporcionalmente inversa al ritmo inflacionario), la voz de OIGA tiene mayor eco. Sus denuncias, ahora sí son escuchadas y hasta reproducidas. Sus editoriales, son leídos en voz alta y citados con orgullo., Precisamente en esa época, cuando Igartua compartía – gustoso – su rol de atento vigía y de insobornable catón. Por contraste, la actitud hacia OIGA en 1985 y 1986, tuvo caracteres de lectura clandestina, comentario a media voz y hasta hubo editoriales cuya lectura fue negada con orgullo («leo OIGA, pero no leo a Igartua»). Aun quienes estuvimos en el equipo de OIGA en aquellas jornadas, tenemos algo de desmemoriados y nos asombra encontrar, a mediados de 1986, críticas a Ulloa y a D’Ornellas por su perpetua «luna de miel» con García y hasta un valiente artículo de nuestra muy leída «Pandora» (Evelyn Fassio) cuestionando al periodista de «La Ventana de Papel» por reprocharnos a nosotros no tener esperanzas en ese joven presidente que hace tantas cosas buenas por el Perú (¡!). Imaginamos que nadie creerá hoy que la posición de OIGA frente al gobierno aprista obedeció a prejuicios mentales o a escondidas vendettas. «Desafortunadamente, Igartua tuvo razón», era el único reconocimiento que tuvo a bien circular alrededor de 1987 y 1988. En todo caso, que quede en nuestra memoria la campaña casi solitaria que emprendió OIGA en esos años de pletórica «luna de miel». Ahí está el Editorial clave: «Por qué y para qué seremos oposición» (22/4/85). Ahí están los llamados permanentes de Igartua a construir una auténtica «oposición democrática y fiscalizadora»: vano llamado, que fue incapaz de romper el estado hipnótico de nuestra prensa. Ahí están las tempranas advertencias en torno a la «moralización» (predicada por altoparlante desde el 28 de julio) y las primeras campañas de denuncia, aquellas campañas tan demandadas – en su lectura – allá por 1988 y 1989. Ahí está la protesta contra el manejo que realiza Palacio de la información y de los titulares (Edit. «El cerebro político» del 16/9/85), gracias al permiso otorgado por una prensa voluntariamente domesticada (caso peor a si hubiese sido censurada por decreto). Precisamente, ese editorial – que explica con triste realismo la crueldad de los peñascos que habría de lidiar la cada vez más frágil embarcación en la que navegaba el espíritu sanamente inquisidor de OIGA – culmina con esta sensible y desgarradora post data : «En una columna del diario HOY se nos amenaza con quitarle a OIGA el avisaje estatal. ¡No se nos ocurrió que el gobierno comenzaría tan pronto a atentar contra la libertad de prensa! Pero no cambiaremos de línea. Creemos que sin oposición no hay democracia y no estamos dispuestos por lo tanto a plegarnos a la mayoría de la prensa nacional, domesticada por el APRA »".

Y así sucedería también, luego, con los avisajes privados. La amenaza – el chantaje – sobre el empresario timorato, sin más óptica que su bolsillo, tuvo exitoso resultado, aun después del intento de confiscar la banca y los seguros (y acaso por el temor surgido desde entonces). Tal política, digna de pupilos de Al Capone, fue estrictamente recogida por la administración actual, como el único medio de doblegar la crítica de OIGA. ¿Hubiese sido preferido acaso, para gozar de los ingresos que trae la publicidad, ingresar entusiasta a la «luna de miel» con García y, luego, sin ninguna vergüenza, encaramelarme con el Fujimorismo anti-García? Si, sin duda hubiese sido más provechoso para las arcas de OIGA. Pero, Igartua sabía que, de rodillas, nunca se hace buen periodismo. Y así, cierra esta etapa, pero con el honor en alto..”.

El acoso tributario y publicitario, mencionado por el periodista Pedro Planas Silva, contra la revista Oiga es descrito en la editorial final denominada por Francisco Igartua: ADIOS AMIGOS Y ENEMIGOS, de la siguiente manera: “Oiga ya no volverá a aparecer. La cierra, no obliga a autosilenciarnos, el acoso que la revista viene sufriendo desde hace diez años. He tomado esta decisión en consulta con mis asesores más cercanos, principalmente con Jesús Reyes, quien me viene acompañando casi desde el día –hace 33 años— que retomé la aventura de Oiga, iniciada en noviembre de 1948, como respuesta de mi generación al cuartelazo del general Odría contra el presidente Bustamante y Rivero, el hombre que inútilmente intentó que este país de desconcertadas gentes entendiera el valor de la democracia, de la cultura cívica, del acatamiento al imperio de la ley y no al mandón de turno… Cierra Oiga para no prostituir sus banderas, o sea sus ideales que fueron y son de los peruanos amantes de las libertades cívicas, de la democracia y de la tolerancia, aunque seamos intolerantes contra la corrupción, con el juego sucio de los gobernantes y de sus autoridades. El pecado de la revista, su pecado mayor, fue quien sabe ser intransigente con su verdad –con lo que cada uno cree es lo cierto— y en el curso del camino fuimos perdiendo amigos, contactos, benefactores, sobre todo amigos que alguna vez encontraron acogida en estas páginas y cuyas causas defendió Oiga con calor…Pero ¿qué importa lo ganado o lo perdido en la ruta? Sí me importa morir con dignidad, con la altivez con que vivimos estos últimos 33 años de Historia del Perú… He dicho que hubo acoso y podría relatar las presiones sufridas por la imprenta donde se imprimía Oiga –imprenta permanente perdedora en las licitaciones a las que acudía— pero no quiero crear problemas a terceros que actuaron con entereza hasta que se les quebró el ánimo de ayudarnos. Hablaré, pues, de acoso sin añadir detalles, dejaré la palabra colgada en el aire. Y en cuanto al acoso tributario sí seré algo más preciso, por la ayuda que desde estas últimas páginas puedo prestar a mis colegas de la prensa escrita, colocados en situaciones parecidas a las que han llevado a Oiga a decir adiós a sus lectores… Sí hay acoso tributario y es penosa la voz de los fundamentalistas del liberalismo, de los ayatolas del fujimorismo, cuando gritonean que no debe haber excepciones en las normas tributarias al referirse a los impuestos al papel y al IGV sobre la venta de periódicos y revistas –IGV que no puede ser trasladado a los canillitas— y callan, poniéndose siete candados en la boca, cuando se exceptúa del IGV a los negocios de la educación, cuando se libra de IGV a los negocios en la Bolsa y cuando el Estado excluye de ese impuesto –para que no quiebren— a las AFPs…”

El cierre definitivo de la revista Oiga, sirvió como advertencia del gobierno de Alberto Kenya Fujimori Fujimori, de lo que podía pasar con la prensa opositora en el Perú.

Posteriormente Francisco Igartua, escribió en los diarios El Comercio, Correo y finalmente en Expreso.

El 12 de noviembre de 1995, la marca y logo son transferidos a favor de la empresa Publicaciones de Revistas S.A., a fin que se pudieran pagar las deudas tributarias y laborales, que mantenía la empresa Editora Eusko Andina S.A., con el Estado.
La explicación de estos hechos fue la siguiente: una vez que la empresa Editora Eusko Andina S.A., vendió su local, donde se editaba y publicaba la revista Oiga, se tuvieron que asumir otras deudas (pago a la Sunat, entidades bancarias, servicios, y al personal administrativo y periodístico), las que finalmente fueron pagadas con préstamos, que posteriormente fueron cancelados con la venta de la marca y logo de la revista Oiga.

A finales del 2003, a Francisco Igartua se le detecta un cáncer pulmonar, y el 24 de marzo del 2004, fallece en el Hospital de Neoplasicas de la Ciudad de Lima.

La revista Oiga, ya sin la dirección de Francisco Igartua, fue relanzada por última vez por la empresa Publicaciones de Revistas S.A., de propiedad del publicista Oscar Dufour Cattaneo, el 5 de mayo del año 2000, hasta su cierre definitivo a finales de diciembre de 2003.

A partir de 1998, a pedido de Igartua se formo un grupo de trabajo, que busco recuperar la revista Oiga, proyecto que se pudo concretar el 14 de febrero de 2008 con el registro definitivo de la marca ante el Indecopi.

Entre los hechos más importantes de la vida de Francisco Igartua, están también su participación en la Comunidad Vasca del Perú y en la participación como delegado en los Congresos de la Comunidades Vascas, en Bilbao, Vizcaya.
Igartua recibió la Medalla de Lima (1988), la Orden Gabriela Mistral del gobierno chileno (2001) y el Premio Jerusalén de periodismo. Falleció el 24 de marzo de 2004.

Obras, libros, ensayos y articulos:

• Siempre un extraño (1995), memorias que describen la vida de Francisco Igartua entre el semanario Jornada, el diario La Prensa y la fundación de la revista Caretas.
• Huellas de un destierro (1998), memorias que describen la vida de Francisco Igartua entre la refundación de la revista Oiga y el cierre definitivo de esta.
• Reflexiones entre molinos de viento (1997), colección de editoriales, artículos y ensayos, de Francisco Igartua.
• La Tina (2000), cuentos. Una colección de cuentos, donde se pude conocer detalles de la vida del autor.
• Andanzas de Federico More, recopilación de los mejores artículos de Federico More Barrientos, maestro y amigo de Francisco Igartua.
• El género revisteril en el Perú, interesante ensayo de la historia revisteril del Perú en el siglo XX.
• En qué momento se jodio el Perú, ensayo que inicio las famosas mesas redondas, de intelectuales, políticos y invitados del extranjero, a fin de estudiar la problemática política en el Perú.
• Unamuno y su camino, articulo conmemorativo por los 50 años de fallecimiento de Don Miguel de Unamuno.
• José Luis Bustamante y Rivero, Patriarca de la Democracia” articulo conmemorativo al fallecimiento del ex – Presidente Constitucional, donde Francisco Igartua explica entre otros detalles el nacimiento de la revista Oiga.


== Fuente ==
== Fuente ==
Existe un blog dedicado exclusivamente a las editoriales de Paco Igartua, donde se puede ver la evolucion de este famoso periodista: http://oigaenlinea.blogspot.com/ y otro en los blogs de prisa.

Revisión del 00:57 27 ago 2009

Francisco Igartua Rovira más conocido como Paco Igartua (* Huarochirí, 1923 – † Lima, 2004), fue un periodista peruano, de origen vasco por parte de su padre y catalán por parte de su madre.

Nació el distrito de Huarochirí, el 5 de setiembre de 1923. Hijo de Francisco Igartua y Herminia Rovira. Estudió la primaria en la provincia Constitucional del Callao, departamento de Lima, y la secundaria en la Ciudad de Santiago de Chile. Luego ingresó a la Pontificia Universidad Católica del Perú, en 1940, para estudiar Derecho, pero luego abandona sus estudios para ser periodista. Trabajó como periodista en los diarios Jornada (1944 y 1950) y La Prensa (1947). En 1948 fundó el semanario Oiga, y en 1950, en sociedad con Doris Gibson, la revista Caretas, de la que fue director periodístico desde el 3 de octubre de 1950 hasta el 22 de octubre de 1962. Por sus críticas a los gobiernos dictatoriales de turno sufrió prisión en 1948 y 1952; y luego el exilio en Panamá (1952) y México (1974 – 1977).

En 1952, en pleno exilio, regresa sorpresivamente a la ciudad de Lima, y se refugia en el antiguo local de El Comercio, donde luego de arduas conversaciones, logra que se le levante la orden de expulsión que tenia dada por el gobierno del general Manuel A. Odria. Hasta el momento, es el primer caso conocido, en que un periodista perseguido, se “asila” en el local de un medio periodístico. Tal honor es recordado por Francisco Igartua en su primer libro autobiográfico “Huellas de un destierro”.

Francisco Igartua, fue director del primer “Oiga” por breves semanas, ya que es encarcelado por la dictadura del general Manuel A. Odria, este primer número, según el ya fallecido periodista Alfonso Reyes Muñante, tenía la siguiente características: "Se llama OIGA, tiene 4 páginas, cuesta 50 centavos, está impreso en papel periódico corriente y tiene al frente, como director a un periodista, Francisco Igartua, que viene de hacer sus primeras armas en Jornada primero y después en La Prensa, en la época anterior a la de Beltrán. En su primera página, un gran titular: VERDADERO OBJETIVO DEL CIVILISMO: ELIMINACION DEL CONTROL DE CAMBIOS”. En las páginas interiores, otro titular sobre un tema que será permanente en las páginas de OIGA, reclamo constante para redimir del poder extranjero un pedazo del territorio patrio: el petroleo y La Brea y Pariñas. “TRAYECTORIA DE LA INTERNATIONAL PETROLEUM – UN PULPO SOBRE AMERICA LATINA – EL PETROLEO”, se titula el primer disparo periodístico que se hace en esta batalla, finalmente ganada por el Perú hace apenas un año. Allí se dice “la realidad es que la International Petroleum ha convertido un pedazo de nuestro territorio en territorio extranjero. Talara es peruana a medias. Talara es mestiza. Mestiza de gringo y cholo…”. Este primer número fue seguido de dos mas, con las mismas características, que fueron reproducidos en el año 1992, a raíz del homenaje por los 50 años de periodistas de Francisco Igartua, y en el año 2000, cuando salió nuevamente la revista, ya no dirigida por él"

En su libro “Siempre un extraño”, menciona un hecho, que hasta el momento, no ha sido recogido por sus biógrafos: en el financiamiento de esta primera Oiga!, de esta primera aventura periodística, participa desinteresadamente la publicista peruana Doris Gibson del Riego, tal como lo menciona Igartua a continuacion: Aquella mañana del uno o dos de noviembre de mil nove­cientos cuarenta y ocho, cerca del mediodía, exponía Francisco en los portales su propósito de publicar un semanario, un panfleto, que gritara las protestas de su generación por el cuartelazo contra Bustamante y su rechazo a la dictadura que acababa de entronizarse en el país. Pero Francisco no tenía un centavo. En la mesa estaban Sérvulo y Doris Gibson, Guillermo Ugaz, Juan Ríos, Carmen Sosa y alguien más. Francisco explicó sus proyectos y su falta de fondos. Doris Gibson se prestó de inmediato a conseguirlos. Y, poniéndose de pie, se dirigió al otro lado de la plaza, a los portales del frente, al Chez Víctor, donde esperaba encontrar a Armando Revoredo, el último Primer Ministro de Bustamante, que acababa de estar en prisión. Al poco rato regresó Doris a la mesa del Café. Traía dos mil soles para Oiga, el proyecto de Francisco. Los mil que faltaban, también por intermedio de Doris Gibson, Francisco los obtuvo, con alguna solemnidad y firma de un documento simbólico, de Pechitos Bustamante. Así nació el primer periódico personal de Francisco: Oiga".

Años después con la misma señora Doris Gibson del Riego fundarían la revista Caretas, donde fue su director periodístico, durante 12 años, revista vigente hasta la actualidad, dirigida por el nieto de la señora Doris Gibson.

El 28 de noviembre, refunda sorpresivamente Oiga, en formato de revista, que posteriormente, se denomino, Oiga segunda etapa. Durante esta primera etapa, Francisco Igartua apoya la candidatura del entonces candidato Fernando Belaunde Terry, para posteriormente alejarse de él, e iniciar una labor fiscalizadora. A través de la lectura atenta de sus editoriales, se puede entender el cambio de posición de Igartua, documentos que pueden leerse a través de los blogs dedicados a recordar su pensamiento periodístico.

Con el golpe de estado efectuado por el General Juan Velasco Alvarado, la revista Oiga inicia una gestión fiscalizadora pidiendo los cambios necesarios que no se habían podido efectuar durante el gobierno constitucional de Fernando Belaunde Terry. Es importante señalar, que tras el golpe militar, la revista Oiga, solicita inmediatamente la conformación de una Asamblea Constituyente, solicitud que los militares no la cumplen hasta comienzos del año de 1978.

Si bien es cierto Francisco Igartua apoyo en un momento, la “medidas revolucionarias dadas por los militares”, defendió por todos los medios, la libertad de prensa y expresion, a través de la publicación de sus editoriales y artículos en defensa de los medios periodísticos independientes. Esto lo fue alejando de la Revolución Militar, hasta la ruptura final en noviembre de 1974. El artículo detonante, fue la publicación de una supuesta negociación fraudulenta gestionada por los militares. En su primera editorial, del 16 de enero de 1978, luego del regreso de su exilio, Francisco Igartua explica estos hechos: "A fines de 1974, por decir rotundamente ¡NO! a la estatización de la prensa, por denunciar lo que en la práctica resultó ser la liquidación de la libertad de expresión en el Perú, fui deportado y tuve que vivir hasta hace pocos meses en el destierro. También salí al exilio porque, fiel a la conducta de Oiga en materia de riquezas naturales, había juzgado ilegal y deshonroso para el país el contrato petrolero firmado aquellos días, en la penumbra, entre el gobierno y dos empresas japonesas. Salí al destierro cuando comenzaba a dar muestras de asombro frente al intento -infelizmente ya culminado- de construir un triunfalista y multimillonario oleoducto de la selva a la costa, mientras la realidad, el interés de los peruanos -los propietarios de las riquezas naturales del Perú- nos exige afirmar la personalidad peruana de la Amazonía. Y el buen razonar y hasta las conveniencias económicas futuras aconsejan usar y no abandonar nuestros ríos selváticos, para hacerlos así más peruanos; para que nuestras fronteras amazónicas sean vivas por la presencia masiva de nuestra gente en la zona y por la actividad industrial y comercial que allí se puede realizar. Porque el propósito de usar nuestros ríos no es el absurdo traslado por agua del petróleo selvático a Talara sino capturar el mercado brasilero para nuestro petróleo y derivados. No olvidemos que los ríos amazónicos van a dar a la mar cruzando el territorio del Brasil y con justeza se podría decir que ellos tienen trazado su destino".

Francisco Igartua, seguidor del pensamiento de Miguel Unamuno y Jugo, no lo pensó dos veces, antes de decir NO, a la revolución militar, como lo hiciera Don Miguel de Unamuno, en 1936 con el gobieron militar franquista. Esto le costó finalmente, como ya se ha dicho, el exilio a México, donde se convirtió en director del Suplemento Dominical, del diario Cadena Sol.

Meses antes del exilio de Igartua, el local donde se imprimía la revista Oiga, en tomado por sus trabajadores (Comunidad Industrial), quienes toman el manejo de sus instalaciones, las que no son devueltas posteriormente a sus propietarios. El local, ubicada entre las avenidas La Marina y Elmer Faucett, de propiedad de la empresa ITALPERU S.A. (el accionista principal era la empresa Editorial Periodística Oiga S.A, también propietaria en ese entonces de la revista), se mantuvo “ocupado” hasta finales del año 2001, cuando finalmente llegan a un acuerdo los accionistas de la empresa y los ex – miembros de la Comunidad Industrial.

Sobre la evolución de la marca y logo de la revista Oiga, Carlos Sotomayor dice lo siguiente: “…El formato moderno de su composición gráfica se caracteriza por su sencillez y claridad, destacando lo más importante en cada una de sus páginas (la letra, la imagen, según sea el caso), sin que por ello éstas se conviertan en unidades aisladas, sino que se integran dentro del ritmo visual-informativo que guarda la publicación en su conjunto… Los diagramas de páginas son parte integrante del plan general y reflejan unívocamente la identidad en el estilo que mantiene toda la revista. Si bien este aspecto se encuentra determinado por el carácter de la publicación, la manera particular de su presentación y el manejo del contenido de los materiales ha sido convenientemente resuelto por sus diseñadores, planteando soluciones gráficas que logran un equilibrio entre los títulos (título general, títulos de foto, frases destacadas, etc.), -las fotografías (encuadres, conjunto de fotos, lenguaje propio de cada foto, etc.), la tipografía (combinación estética de familias tipo­gráficas, niveles de cuerpos, etc.), el diseño general de las masas gráficas y tipográficas -en el conjunto de cada artículo y en el conjunto de la revista- y, finalmente, los recursos gráficos para singularizar, unir y dividir materiales (líneas, espacios, tramas, etc.)… Estas características peculiares no son accidentales, sino el resultado de estudios probados a través de 44 años en el enfoque de la composición de la revista. Un elemento importante es el formato. Antes de llegar al actual de 20,5 x 27,5 cm, OIGA ha sufrido algunas modificaciones. Comenzó, como todas las publicaciones de la época -la década de los 40-, siendo tabloide. (Antes de la invención de las modernas rotativas offset, las prensas eran relativamente lentas, por lo que resultaba más conveniente imprimir hojas grandes que hojas pequeñas). Su formato pequeño -medio tabloide:- actual se debe, entre otras modernas razones, a una simpleza también moderna. La comodidad: gran número de personas -léase lectores, entiéndase compradores)- puede aprovechar su viaje en microbús para recorrer sus páginas". Solo basta decir, que Francisco Igartua, aparte de ser un gran periodista, era un gran diagramador.

En referencia a la novedad que trajo el Oiga 78, en su ensayo denominado El Genero Revisteril en el Perú, Francisco Igartua hace una descripción de esta evolución: “Al planear la experiencia de Oiga 78 pensé: el hombre moderno se interesa por estar bien informado, por saber lo que pasa cada día a su alrededor, pero no tiene tiempo para concentrarse todos los días a leer comentarios o grandes reportajes. Y si esa información, seguí pensando, la recibe el hombre moderno a diario y en directo por medio de la televisión, más que un matutino o vespertino, con opiniones a vuela máquina que tendrá que leer a la carrera, le interesará leer un semanario o bisemanario que le ofrezca -sin presiones de tiempo- juicios escritos con maduración y reposo, comentarios a las crónicas del momento y grandes reportajes presentados con el cuidado de revista. Y, punto principalísimo, a precio similar o más bajo que el del diario. O sea, el Jornada de mis primeros años periodísticos, con buen complemento gráfico, con estilo de revista… Siguiendo el curso de este pensamiento, el diario, con muchas páginas y excelentes servicios, tendrá utilidad en el hogar; mientras que el semanario, con textos escogidos y sin exceso de papel, será lectura del escritorio, de la mesa de noche y de los fines de semana… El que mi experiencia de Oiga 78 quedara a menos de mitad de camino de mis ambiciones, no indica que el periodismo del futuro no transite por los rumbos que acabo de describir confusamente”.

El 20 de octubre de 1980, se inaugura con la quinta y última etapa, que duraría ininterrumpidamente hasta el 12 de agosto de 1995, y que finalizaría con la edición del último número, el 756, número de colección, denominado ADIOS CON LA SASTIFACCION DE NO HABER CLAUDICADO, conocido también como ADIOS AMIGOS Y ENEMIGOS, o EL OIGA DEL ADIOS, el 5 de setiembre de 1995. Esta última etapa, cubre los gobiernos de los presidentes Fernando Belaunde Terry, Alan García Perez y los 5 primeros años del gobierno dictatorial de Alberto Kenya Fujimori.

A través de sus editoriales y artículos, publicadas en web, se recorre la historia política del Perú y del Mundo, hasta el 12 de agosto de 1995. Sobre la oposición fiscalizadora de la revista Oiga, existe un artículo interesantísimo, publicado por el periodista ya falleció Pedro Planas Silva, que resume la historia de la revista Oiga, durante estos años: "Parecen tan lejanos esos esforzados años de 1985 y 1986. El seductor verbo de un joven candidato presidencial, recompensado con la Presidencia de la República por remozar la vetusta arquitectura de su partido de origen, portando un ego visiblemente alterado por ese penoso deporte peruano de los aplausos, encuentra a Igartua – como Ulises – amarrado en su poste principista, intentando triturar una a una las múltiples promesas musicales que fluían de la inatacable labia. Y donde otros festejaban una mar plácida y quieta, al grado de zambullirse en las nuevas aguas sin ninguna precaución, Igartua – desde su puesto de alta vigía, allende la arena – advertía aguas movidas y detectaba solitariamente objetos oscuros y engañosos moviéndose a sus anchas, bajo el aparente remanso. Igartua… ¡aguafiestas! Claro que sí: aquel paisaje de postal, que espontáneamente repartía la prensa nacional e internacional, tenía como casi único detractor, a un tozudo y vasco metereólogo, cuyo mérito (pecado, dicen los coyunturales) fue siempre proyectarse más allá del petrificado horizonte captado por la postal. Y así, cuando bramaron los cielos y apareció el intempestivo tsunami estatista de 1987, todos olvidaron la esforzada labor del vigía. Todos se parapetaron en torno al puesto de salvavidas, más, en esa nueva foto de postal, Igartua era visto como uno más… Al caer la popularidad de Alan García (en tendencia proporcionalmente inversa al ritmo inflacionario), la voz de OIGA tiene mayor eco. Sus denuncias, ahora sí son escuchadas y hasta reproducidas. Sus editoriales, son leídos en voz alta y citados con orgullo., Precisamente en esa época, cuando Igartua compartía – gustoso – su rol de atento vigía y de insobornable catón. Por contraste, la actitud hacia OIGA en 1985 y 1986, tuvo caracteres de lectura clandestina, comentario a media voz y hasta hubo editoriales cuya lectura fue negada con orgullo («leo OIGA, pero no leo a Igartua»). Aun quienes estuvimos en el equipo de OIGA en aquellas jornadas, tenemos algo de desmemoriados y nos asombra encontrar, a mediados de 1986, críticas a Ulloa y a D’Ornellas por su perpetua «luna de miel» con García y hasta un valiente artículo de nuestra muy leída «Pandora» (Evelyn Fassio) cuestionando al periodista de «La Ventana de Papel» por reprocharnos a nosotros no tener esperanzas en ese joven presidente que hace tantas cosas buenas por el Perú (¡!). Imaginamos que nadie creerá hoy que la posición de OIGA frente al gobierno aprista obedeció a prejuicios mentales o a escondidas vendettas. «Desafortunadamente, Igartua tuvo razón», era el único reconocimiento que tuvo a bien circular alrededor de 1987 y 1988. En todo caso, que quede en nuestra memoria la campaña casi solitaria que emprendió OIGA en esos años de pletórica «luna de miel». Ahí está el Editorial clave: «Por qué y para qué seremos oposición» (22/4/85). Ahí están los llamados permanentes de Igartua a construir una auténtica «oposición democrática y fiscalizadora»: vano llamado, que fue incapaz de romper el estado hipnótico de nuestra prensa. Ahí están las tempranas advertencias en torno a la «moralización» (predicada por altoparlante desde el 28 de julio) y las primeras campañas de denuncia, aquellas campañas tan demandadas – en su lectura – allá por 1988 y 1989. Ahí está la protesta contra el manejo que realiza Palacio de la información y de los titulares (Edit. «El cerebro político» del 16/9/85), gracias al permiso otorgado por una prensa voluntariamente domesticada (caso peor a si hubiese sido censurada por decreto). Precisamente, ese editorial – que explica con triste realismo la crueldad de los peñascos que habría de lidiar la cada vez más frágil embarcación en la que navegaba el espíritu sanamente inquisidor de OIGA – culmina con esta sensible y desgarradora post data : «En una columna del diario HOY se nos amenaza con quitarle a OIGA el avisaje estatal. ¡No se nos ocurrió que el gobierno comenzaría tan pronto a atentar contra la libertad de prensa! Pero no cambiaremos de línea. Creemos que sin oposición no hay democracia y no estamos dispuestos por lo tanto a plegarnos a la mayoría de la prensa nacional, domesticada por el APRA »".

Y así sucedería también, luego, con los avisajes privados. La amenaza – el chantaje – sobre el empresario timorato, sin más óptica que su bolsillo, tuvo exitoso resultado, aun después del intento de confiscar la banca y los seguros (y acaso por el temor surgido desde entonces). Tal política, digna de pupilos de Al Capone, fue estrictamente recogida por la administración actual, como el único medio de doblegar la crítica de OIGA. ¿Hubiese sido preferido acaso, para gozar de los ingresos que trae la publicidad, ingresar entusiasta a la «luna de miel» con García y, luego, sin ninguna vergüenza, encaramelarme con el Fujimorismo anti-García? Si, sin duda hubiese sido más provechoso para las arcas de OIGA. Pero, Igartua sabía que, de rodillas, nunca se hace buen periodismo. Y así, cierra esta etapa, pero con el honor en alto..”.

El acoso tributario y publicitario, mencionado por el periodista Pedro Planas Silva, contra la revista Oiga es descrito en la editorial final denominada por Francisco Igartua: ADIOS AMIGOS Y ENEMIGOS, de la siguiente manera: “Oiga ya no volverá a aparecer. La cierra, no obliga a autosilenciarnos, el acoso que la revista viene sufriendo desde hace diez años. He tomado esta decisión en consulta con mis asesores más cercanos, principalmente con Jesús Reyes, quien me viene acompañando casi desde el día –hace 33 años— que retomé la aventura de Oiga, iniciada en noviembre de 1948, como respuesta de mi generación al cuartelazo del general Odría contra el presidente Bustamante y Rivero, el hombre que inútilmente intentó que este país de desconcertadas gentes entendiera el valor de la democracia, de la cultura cívica, del acatamiento al imperio de la ley y no al mandón de turno… Cierra Oiga para no prostituir sus banderas, o sea sus ideales que fueron y son de los peruanos amantes de las libertades cívicas, de la democracia y de la tolerancia, aunque seamos intolerantes contra la corrupción, con el juego sucio de los gobernantes y de sus autoridades. El pecado de la revista, su pecado mayor, fue quien sabe ser intransigente con su verdad –con lo que cada uno cree es lo cierto— y en el curso del camino fuimos perdiendo amigos, contactos, benefactores, sobre todo amigos que alguna vez encontraron acogida en estas páginas y cuyas causas defendió Oiga con calor…Pero ¿qué importa lo ganado o lo perdido en la ruta? Sí me importa morir con dignidad, con la altivez con que vivimos estos últimos 33 años de Historia del Perú… He dicho que hubo acoso y podría relatar las presiones sufridas por la imprenta donde se imprimía Oiga –imprenta permanente perdedora en las licitaciones a las que acudía— pero no quiero crear problemas a terceros que actuaron con entereza hasta que se les quebró el ánimo de ayudarnos. Hablaré, pues, de acoso sin añadir detalles, dejaré la palabra colgada en el aire. Y en cuanto al acoso tributario sí seré algo más preciso, por la ayuda que desde estas últimas páginas puedo prestar a mis colegas de la prensa escrita, colocados en situaciones parecidas a las que han llevado a Oiga a decir adiós a sus lectores… Sí hay acoso tributario y es penosa la voz de los fundamentalistas del liberalismo, de los ayatolas del fujimorismo, cuando gritonean que no debe haber excepciones en las normas tributarias al referirse a los impuestos al papel y al IGV sobre la venta de periódicos y revistas –IGV que no puede ser trasladado a los canillitas— y callan, poniéndose siete candados en la boca, cuando se exceptúa del IGV a los negocios de la educación, cuando se libra de IGV a los negocios en la Bolsa y cuando el Estado excluye de ese impuesto –para que no quiebren— a las AFPs…”

El cierre definitivo de la revista Oiga, sirvió como advertencia del gobierno de Alberto Kenya Fujimori Fujimori, de lo que podía pasar con la prensa opositora en el Perú.

Posteriormente Francisco Igartua, escribió en los diarios El Comercio, Correo y finalmente en Expreso.

El 12 de noviembre de 1995, la marca y logo son transferidos a favor de la empresa Publicaciones de Revistas S.A., a fin que se pudieran pagar las deudas tributarias y laborales, que mantenía la empresa Editora Eusko Andina S.A., con el Estado. La explicación de estos hechos fue la siguiente: una vez que la empresa Editora Eusko Andina S.A., vendió su local, donde se editaba y publicaba la revista Oiga, se tuvieron que asumir otras deudas (pago a la Sunat, entidades bancarias, servicios, y al personal administrativo y periodístico), las que finalmente fueron pagadas con préstamos, que posteriormente fueron cancelados con la venta de la marca y logo de la revista Oiga.

A finales del 2003, a Francisco Igartua se le detecta un cáncer pulmonar, y el 24 de marzo del 2004, fallece en el Hospital de Neoplasicas de la Ciudad de Lima.

La revista Oiga, ya sin la dirección de Francisco Igartua, fue relanzada por última vez por la empresa Publicaciones de Revistas S.A., de propiedad del publicista Oscar Dufour Cattaneo, el 5 de mayo del año 2000, hasta su cierre definitivo a finales de diciembre de 2003.

A partir de 1998, a pedido de Igartua se formo un grupo de trabajo, que busco recuperar la revista Oiga, proyecto que se pudo concretar el 14 de febrero de 2008 con el registro definitivo de la marca ante el Indecopi.

Entre los hechos más importantes de la vida de Francisco Igartua, están también su participación en la Comunidad Vasca del Perú y en la participación como delegado en los Congresos de la Comunidades Vascas, en Bilbao, Vizcaya.

Igartua recibió la Medalla de Lima (1988), la Orden Gabriela Mistral del gobierno chileno (2001) y el Premio Jerusalén de periodismo. Falleció el 24 de marzo de 2004.

Obras, libros, ensayos y articulos:

• Siempre un extraño (1995), memorias que describen la vida de Francisco Igartua entre el semanario Jornada, el diario La Prensa y la fundación de la revista Caretas. • Huellas de un destierro (1998), memorias que describen la vida de Francisco Igartua entre la refundación de la revista Oiga y el cierre definitivo de esta. • Reflexiones entre molinos de viento (1997), colección de editoriales, artículos y ensayos, de Francisco Igartua. • La Tina (2000), cuentos. Una colección de cuentos, donde se pude conocer detalles de la vida del autor. • Andanzas de Federico More, recopilación de los mejores artículos de Federico More Barrientos, maestro y amigo de Francisco Igartua. • El género revisteril en el Perú, interesante ensayo de la historia revisteril del Perú en el siglo XX. • En qué momento se jodio el Perú, ensayo que inicio las famosas mesas redondas, de intelectuales, políticos y invitados del extranjero, a fin de estudiar la problemática política en el Perú. • Unamuno y su camino, articulo conmemorativo por los 50 años de fallecimiento de Don Miguel de Unamuno. • José Luis Bustamante y Rivero, Patriarca de la Democracia” articulo conmemorativo al fallecimiento del ex – Presidente Constitucional, donde Francisco Igartua explica entre otros detalles el nacimiento de la revista Oiga.

Fuente

Existe un blog dedicado exclusivamente a las editoriales de Paco Igartua, donde se puede ver la evolucion de este famoso periodista: http://oigaenlinea.blogspot.com/ y otro en los blogs de prisa.