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'''''La ciudad muerta''''', novela corta del escritor [[Perú|peruano]] [[Abraham Valdelomar]], subtitulada ''Por qué no me casé con Francinette''. Fue escrita en el año [[1910]] y publicada en Lima, en dos entregas de la revista ''La Ilustración Peruana'', entre abril y mayo de [[1911]]. El autor la dedica a Don Juan Bautista de Lavalle, “enamorado de las glorias viejas, intérprete de los lienzos antiguos, admirador religioso de todo lo que el tiempo ha deshojado y ha tornado triste y marchito.”
Novela corta del escritor [[Perú|peruano]] [[Abraham Valdelomar]], subtitulada ''Por qué no me casé con Francinette''. Fue escrita en el año [[1910]] y publicada en Lima, en dos entregas de la revista ''La Ilustración Peruana'', entre abril y mayo de [[1911]]. El autor la dedica a Don Juan Bautista de Lavalle, “enamorado de las glorias viejas, intérprete de los lienzos antiguos, admirador religioso de todo lo que el tiempo ha deshojado y ha tornado triste y marchito.”


El autor planeó después publicarla en un libro formal, en una especie de colección de novelas cortas que incluiría a ''[[La ciudad de los tísicos]]'' y ''La ciudad sentimental'', pero no concretó dicho proyecto.
El autor planeó después publicarla en un libro formal, en una especie de colección de novelas cortas que incluiría a ''[[La ciudad de los tísicos]]'' y ''La ciudad sentimental'', pero no concretó dicho proyecto.

Revisión del 21:00 15 may 2009

Novela corta del escritor peruano Abraham Valdelomar, subtitulada Por qué no me casé con Francinette. Fue escrita en el año 1910 y publicada en Lima, en dos entregas de la revista La Ilustración Peruana, entre abril y mayo de 1911. El autor la dedica a Don Juan Bautista de Lavalle, “enamorado de las glorias viejas, intérprete de los lienzos antiguos, admirador religioso de todo lo que el tiempo ha deshojado y ha tornado triste y marchito.”

El autor planeó después publicarla en un libro formal, en una especie de colección de novelas cortas que incluiría a La ciudad de los tísicos y La ciudad sentimental, pero no concretó dicho proyecto.

Características

La novela está concebida en forma de epístola o carta, que el narrador dirige a una tal Francinette. Al igual que La ciudad de los tísicos, es una obra concebida bajo la influencia del modernismo y el decadentismo, corrientes entonces en boga. Particularmente, en ambos libros es notoria la huella que dejó en el autor la lectura de las obras decadentistas del escritor italiano Gabriele D'Annunzio.

Se intercala también un tríptico de poemas modernistas:

  • La evocación de la ciudad dormida
  • La evocación de las granadas
  • La evocación de las abuelas

El autor, entonces muy joven, hace gala de amplia cultura artística aunque a veces no atina cuando alude a los “claroscuros de Rubens” (confundiendose con Rembrandt) o cuando se atreve a suponer que el Inca Garcilaso de la Vega pudo basar su magna obra exclusivamente en la crónica de Blas Valera.

Argumento

El narrador, que se describe como médico, escribe la carta supuestamente a bordo de un barco en el mar de Río de Janeiro, con fecha del 12 de febrero de 1911. Va dirigida a Francinette (“Francy”), su novia francesa, a quien había abandonado pocos días antes de realizarse la boda, tras enterarse de que ella había sido antes novia de Henri d’Herauville, un novelista francés que había desaparecido misteriosamente en un viaje que realizara a un país de América (¿Perú?), tras visitar las ruinas de una vieja ciudad colonial (la “Ciudad Muerta”). El narrador explica minuciosamente a Francy el motivo que tuvo para tomar tan amarga decisión de abandonarla, pese a que aún la quería: el nombre de Henri d’Herauville le traía a la memoria un recuerdo penoso que creía ya superado.

El médico había conocido tiempo atrás a D’Herauville, cuando trabajaba como oficial de sanidad en el puerto de C”” (¿El Callao?) recibiendo a los buques que entraban en la rada. Buena parte de los visitantes solían ser turistas que venían a conocer las ruinas de una antigua ciudad colonial, la “ciudad muerta”, que se extendía cerca del puerto, a tres kilómetros del mar. Por la descripción que hace del escudo de armas de la vieja ciudad y su evocación como ciudad de virreyes e inquisidores, se trata al parecer de Lima (lo que da al relato un toque fantasmagórico). Unos de esos viajeros ansiosos de visitar las ruinas era el mismo D’Herauville, conocido autor de novelas de misterio. D’Herauville se hizo amigo del médico y le pidió que fuera su guía en su visita a la “ciudad muerta”, conduciéndole hasta sus subterráneos, de los cuales se contaban muchas historias fantásticas. Al principio el médico se negó, recordándole que anteriormente hubo casos de visitantes osados que se adentraron en las ruinas y de los que no se supo más.

Le contó, por ejemplo, un caso del que había sido testigo, protagonizado por Rosso Benedetti, un pintor saboyano, quien llevaba siempre consigo una pequeña escultura en madera de la Virgen con el niño, del siglo XVI. Rosso se metió por un pozo situado en la antigua plaza principal de la ciudad y no volvió a salir. El médico, consternado, solo pudo escuchar en el suelo unos golpes sordos que venían del seno de la tierra, como si Rosso, perdido en el interior, pidiera ayuda. Pero el médico no tuvo el valor de ir a buscarlo, y esto le produjo una terrible desazón y un complejo de culpabilidad. Años después, hallándose en la playa junto a la señora Bretigne y sus pequeñas hijas rubias, Claudine y Fiorenze, una de las niñas se le acercó aterrada y llorando, diciendo que había visto un horrible animal; al principio el médico pensó que se trataba de un simple ataque de nervios, pero luego el horror se trasladó a él mismo cuando vio que la niña cogía en una de sus manos la estatuilla de madera de Rosso. ¿Habría acaso bajo la superficie de la ciudad muerta un río que lo conectaba con el mar? Todo ello era perturbadoramente misterioso.

Sin embargo ninguna razón sirvió para hacer desistir a D’Herauville de su proyecto de bajar por los subterráneos de la ciudad muerta. Ni siquiera cuando el médico se explayó en una teoría “científica” sobre las “localizaciones cerebrales”, que trataba de explicar la razón por la que una persona que se adentraba a los subterráneos no podía orientarse y terminaba perdiéndose en los laberintos de aquel inframundo.

Resignado, pues, el médico accedió acompañar a D’Herauville. Era medianoche y con luna llena cuando pusieron en marcha el plan. D’Herauville llevó consigo dos kilómetros de cuerda resistente; su plan era atarse la cuerda y bajar por el pozo o abertura grande situada en la antigua plaza, mientras afuera le esperaría el médico sujetando el otro cabo de la soga. Pasado algún tiempo, el médico sintió que la cuerda era jalada insistentemente, como si D’Herauville pidiera ayuda; pero, nuevamente como lo sucedido con Rosso, no tuvo el valor para ir en busca de su amigo, y al final, con horror sintió escabullirse definitivamente la cuerda de sus manos, sin atinar a hacer nada. Terriblemente conmovido y afectado, atribuyó la culpa de la desgracia a la luna y su influencia maligna en los seres vivos: “Perdóneme Ud., Francinette, culpe Ud. a la luna; Henri d’Herauville, su amigo de la infancia, su novio, mi compañero, mi queridísimo Henri, había desaparecido para siempre.”

Luego de dar vueltas completamente aterrado a lo largo y ancho de la “ciudad muerta” el médico retornó al puerto. Al día siguiente, y a manera de cerrar esa página tan dolorosa, se embarcó y se mudó a la ciudad de M””, donde tiempo después conocería a Francinette, sin saber aún su vínculo con D’Herauville. Cuando se enteró de ello, en vísperas de su boda, fue como si los fantasmas del pasado volviesen para atormentarle.

Referencias

  • Abraham Valdelomar. Obras. Tomo 1. Edición y prólogo de Luis Alberto Sánchez. Lima, EDICIONES EDUBANCO, 1988.
  • Sánchez, Luis Alberto: Valdelomar o la Belle Époque, INPROPESA – LIMA, 1987.
  • Valdelomar por él mismo (Cartas, entrevistas, testimonios y documentos biográficos e iconográficos). Edición, prólogo, cronología y notas de Ricardo Silva-Santisteban. Fondo Editorial del Congreso del Perú, año 2,000. En 2 Tomos.

Véase también

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