Archivo:Silvina Jardón, La revolución de la mujer en la Educación.png

Contenido de la página no disponible en otros idiomas.
De Wikipedia, la enciclopedia libre

Ver la imagen en su resolución original(1080 × 974 píxeles; tamaño de archivo: 717 kB; tipo MIME: image/png)

Resumen

Descripción
Español: Silvina Jardón Tuñón (Calimaya - al sur de Toluca 29 de Agosto de 1874- Ciudad de México el 30 de Mayo de 1958), fue de Nacionalidad Mexicana.
Fecha
Fuente colección de maestras de México. INEHRM, 2016.
Autor SEP

Licencia

w:es:Creative Commons
atribución compartir igual
Este archivo está disponible bajo la licencia Creative Commons Attribution-Share Alike 4.0 International.
Eres libre:
  • de compartir – de copiar, distribuir y transmitir el trabajo
  • de remezclar – de adaptar el trabajo
Bajo las siguientes condiciones:
  • atribución – Debes otorgar el crédito correspondiente, proporcionar un enlace a la licencia e indicar si realizaste algún cambio. Puedes hacerlo de cualquier manera razonable pero no de manera que sugiera que el licenciante te respalda a ti o al uso que hagas del trabajo.
  • compartir igual – En caso de mezclar, transformar o modificar este trabajo, deberás distribuir el trabajo resultante bajo la misma licencia o una compatible como el original.


El sábado veintinueve de Agosto de milochocientos setenta y cuatro á la una de la mañana nació Silvina Beatriz Sabina, era la tercera hija de la pareja conformada por Cayetano Jardón, originario de Tenancingo pero avecindado y persona reconocida en Calimaya, y la señora Ignacia Tuñón Cañeda procedente de Asturias, España. La infancia de Silvina en esa villa transcurrió apacible en su casa con la compañía de sus hermanas y hermanos con quienes podía jugar y divertirse: seguramente subiéndose a los cinco lotes, trepando los duraznos y capulines de la huerta o quizá ayudando a dar de comer a los pollos y palomas de los corrales. Aparentemente Silvina hacía lo que la mayoría de los niños de su clase hacían en esa época, sin embargo, había una notable diferencia: en la familia Jardón coexistían dos patrones culturales distintos. Su madre española nunca se amoldó del todo a los valores mexicanos. La señora Ignacia no como partía las prácticas y normas que limitaban y menospreciaban a las mujeres por el solo hecho de serlo. Se aseguró de crear un ambiente de libertad para sus hijas pese a las críticas y tensiones que esto pudo acarrearle. Seguramente ella misma se encargó de enseñarles las primeras letras y oraciones así como las labores propias del “bello sexo” como la costura y el bordado, y de enviarlas a la “Amiga” o a la escuela de niñas de la localidad para que continuaran su educación primaria elemental. En el Estado de México, casi diez años después de la promulgación del mencionado decreto federal en 1891, el gobernador José Vicente Villada, quien se destacó por su apoyo decidido a la educación estatal, decretó que se fusionaran el “Asilo para Niñas” y la “Secundaria para Señoritas” para convertirse en la Escuela Normal de Profesoras y de Artes y Oficios, cuyo propósito era dar la oportunidad a las mujeres de cursar educación profesional. La Normal de Profesoras y de Artes y Oficios era la mejor y única opción de educación superior para las mujeres del valle de Toluca. Vanguardista para su época, el plantel ofrecía la carrera de profesora de instrucción elemental, así como los talleres de fotografía, flores artificiales, telegrafía y teneduría de libros, y en todas ellas se podía obtener un título.Silvina entró a la Normal como alumna interna para concluir su primaria superior y después continuar sus estudios para profesora. Silvina Jardón, maestra de párvulos Podemos considerar que la educación para párvulos,44 de manera institucionalizada en el Estado de México, comenzó en 1881 durante la gestión del licenciado José Zubieta, como gobernador, al establecer en las escuelas primarias una sección de párvulos. Sin embargo, la primera escuela exclusiva para párvulos abrió sus puertas apenas en 1890 y llevaba por nombre Escuela José Vicente Villada en honor al gobernador que era quien la promovía y patrocinaba, pero al concluir el primer año de labores y debido a “sus buenos resultados”, por decreto del propio gobernador, se fusionó a la recién creada Escuela Normal para Profesoras y de Artes y Oficios como un departamento anexo. Durante siete años sólo funcionaron en territorio mexiquense las dos escuelas de párvulos anexas a las Normales, la de Profesores que formaba parte del Instituto Científico y Literario y la de Señoritas. Las alumnas de la carrera de magisterio de esta última realizaban sus prácticas en la escuela de párvulos y primaria elemental anexas. La primera estaba dirigida por la señorita profesora María Mercedes Calderón de la Barca, y seguramente la joven Silvina mostró aptitudes sobresalientes para el trabajo con párvulos, pues al egresar fue designada por el gobernador general José Vicente Villada, el 1 de marzo de 1898, para dirigir la recién abierta Escuela de Párvulos de Texcoco. No debió ser fácil para una señorita de veinticuatro años, provinciana y de buenas costumbres, alejarse de su familia, transitar sola por caminos largos y peligrosos y llegar a una población desconocida, pero el proyecto lo valía: llevar educación hasta el último rincón del estado, pues instruir a la genteera la única forma de lograr que México se transformara en una nación moderna y próspera tal como lo quería el presidente Díaz y lo compartía el gobernador Villada, y ellos contaban con ella para lograrlo.

Sin embargo, su estancia en Texcoco fue más bien corta, pues al siguiente año permutó con su propia maestra Mercedes Calderón. Ya nuevamente en Toluca se hizo cargo de la Escuela de Párvulos anexa a la Escuela Normal de Profesoras y de Artes y Oficios.

De 1899 a 191546 fue simultáneamente directora y maestra del último grado de párvulos. En ese tiempo el ser directivo no implicaba dejar el trabajo frente a grupo, incluso era su función enseñar con su práctica a las otras maestras del plantel —llamadas profesoras auxiliares—, y era responsable por la calidad de la enseñanza de toda la institución. La profesora Silvina poseía las cualidades que se requerían en esa época para la profesion además, tenía el carácter de directora, constituía un ejemplo y guía tanto para su personal como para las alumnas normalistas que practicaban en la escuela de párvulos anexa. Maestros y personas cultas visitaban constantemente, a invitación del gobernador Villada, los trabajos que bajo su dirección se realizaban en dicha institución. Su presencia era altamente estimada en los eventos cívicos y sociales del gobierno estatal, pues de alguna manera formaba parte de la élite magisterial y, al igual que su plantel, representaba “la profesora modelo” que requería el país para el logro de las metas porfiristas. Aunque en 1912 las escuelas de párvulos eran muy pocas en el territorio estatal y el movimiento armado de la revolución tomaba fuerza, las autoridades de la instrucción pública estatales consideraron necesario la creación del cargo de Inspectora de Escuelas de Párvulos, y nombraron a la señorita Jardón para desempeñarlo. Como inspectora visitó las escuelas de párvulos de Toluca, Tenango, Texcoco y Chalco verificando las condiciones “higiénico-pedagógicas” de los edificios para dar parte a la autoridad competente; comprobaba la inscripción y asistencia de los niños revisando que los libros administrativos estuvieran bien y al corriente; pero, sobre todo, atendía dos aspectos de la vida escolar: el primero, la reorganización de los planteles conforme a las corrientes pedagógicas en las que se basaba el programa, y el segundo, capacitaba a las maestras en los métodos pedagógicos propios para los párvulos, pues la gran mayoría de ellas eran maestras de primaria sin ninguna formación especializada. Como resultado del reordenamiento educativo realizado en 1916 y en reconocimiento a su empeño académico y desempeño laboral, el 8 de agosto es nombrada Directora Ambulante de escuelas de párvulos y niños indígenas50 y ratificada como Inspectora de las Escuelas de Párvulos en el Estado de México. Durante 1918 fungió como secretaria de la Escuela Normal Mixta surgida de la fusión de las Normales de Varones y Señoritas. En 1921, al separarse las normales nuevamente, la profesora Silvina es nombrada por segunda ocasión, directora del Jardín de Niños anexo a la Escuela Profesional y de Artes y Oficios para Señoritas: La “seño” Silvina continuó dirigiendo el kindergarten o jardín de niños anexo a la Normal de Señoritas hasta 1938. Por sus méritos y servicios profesionales, varios gobernadores del Estado de México le otorgaron diversos reconocimientos, premios y medallas. Formadora de educadoras de párvulos Es importante señalar la destacada labor que la profesora Jardón realizó en la preparación de las jardineras o educadoras de párvulos del Estado de México. La escasez generalizada de profesores titulados, y en particular del sexo femenino,52 así como la necesidad de contar con conocimientos pedagógicos especializados, originó que, en las escuelas de párvulos, las directoras y maestras en funciones capacitaran a jovencitas con ciertas aptitudes morales e intelectuales, quienes a manera de aprendices de un taller artesanal, ayudaban a las profesoras y estudiaban los textos que éstas les sugerían y proporcionaban. Llegado el momento se incorporaban como profesoras de los grados inferiores y seguían bajo la tutela y vigilancia de la directora del plantel. Sin embargo, en 1902, ante la creciente demanda, por parte de la sociedad, de inscripciones en las escuelas de párvulos anexas, y como parte de la reorganización de las propias Normales, se estableció un curso especial para enseñar la pedagogía de los Jardines de Niños en la Normal para Profesoras. Tal empresa constituyó una acción de vanguardia educativa del Estado de México, pues en la capital del país el gobierno federal no lo hizo hasta 1909. La profesora Silvina impartió las cátedras de Economía, Medicina doméstica, Floricultura, Dibujo lineal y cartográfico, Literatura, entre otras. Pero quizá su mayor influencia en las alumnas era a través de las prácticas en la escuela de párvulos anexa donde se aprenderían y ejercitarían los principales métodos y técnicas didácticas especializadas. Adicionalmente se adquirían o mejor dicho, se perfeccionaban, gracias al ejemplo y consejos de las titulares, las cualidades necesarias para ser una maestra de párvulos: amor a los niños, a la belleza y a la naturaleza, conducta moral,intachable, exquisitas maneras y trato y amor a la Patria. Estas “características indispensables” para ser una “maestra de las buenas” provocaron que por varias generaciones las profesoras decidieran permanecer solteras y así dedicarse en cuerpo y alma a la educación de los hijos de la nación, como el caso de la señorita Jardón. A principios de 1935 fallece su querida madre, la señora Ignacia Tuñón viuda de Jardón, mientras ella continuaba en la Normal además de ser parte del Consejo General de Educación del Estado de México junto con otros prestigiados maestros como Adrián Ortega, Carlos Pichardo, Enrique Schultz y Joaquín Labastida. Ante la invitación de sus hermanas, Cointa y María, quienes se desempeñaban en la docencia en la Ciudad de México, en 1938 se separa de la Escuela Profesional y de Artes y Oficios para Señoritas de la ciudad de Toluca y traslada su domicilio muy cerca de la iglesia de la Santa Veracruz en el centro de la capital. A principios del siglo xx la pedagogía considerada idóneo para las Escuelas de Párvulos el sistema de Federico Froebel, sin embargo, tanto el autor como sus ideas eran desconocidas para la mayoría de los profesores de nuestro país. Correspondió a la señorita Silvina conocerlo, interpretarlo, adaptarlo y difundirlo en el Estado de México. Para ello se dedicó al estudio de la principal obra de este autor, La educación del hombre, y de los textos de sus discípulos o analistas, tal es el caso de Ensignement dans les salles d’asile ó Jeux gimnastique avec chants pour les infantsdes salles d’asile de madame Marie PapeCarpentier que solicitó y le fueron comprados por el Gobierno del Estado al hacerse cargo de la anexa a la Normal en 1899. Para la profesora Jardón el idioma no era una barrera para obtener información, pues las muy pocas y afortunadas jóvenes egresadas de la Escuela Normal habían cursado, como parte del ciclo secundario, las asignaturas de Francés, Inglés y Raíces griegas y latinas. Además, contando con el apoyo y preferencia de las autoridades estatales, la profesora Silvina, entre 1911 y 1916, realizó varios viajes y estancias para conocer y aprender la metodología de los kindergartens en Boston, Washington y Nueva York, así como en la Universidad de Columbia, en Estados Unidos. Con todo ese conocimiento teórico y empírico, y conocedora de la necesidad que existía en las escuelas de párvulos por su labor como inspectora, escribe el texto Bases, Programa General y Programas Detallados para los Kindergartens del Estado de México, en 1917. Desde el prefacio, la maestra Jardón marca su posición teórico-pedagógica al manifestar que el plan educativo de los Jardines de Niños del Estado de México debía estar de acuerdo con los principios del sistema froebeliano, ya que a su juicio eran factibles de aplicarse a los niños y garantía de obtener los logros necesarios para arribar al progreso anhelado como sociedad. En la primera parte aborda de manera clara el tipo de organización, los programas, el material, el personal, los procesos de admisión, las normas de higiene y aseo, la disciplina, la distribución del tiempo, el mobiliario y la forma de evaluación y reconocimiento que debían observar los kindergartens mexiquenses, y la segunda consta del programa detallado para todo el ciclo escolar.

En la Ciudad de México Su trayectoria profesional en la capital de la República tampoco fue corta, pues laboró entre diez o quince años como maestra de grupo en escuelas primarias, y posteriormente fue jubilada. Desde los años cincuenta, en la delegación Azcapotzalco, existe un jardín de niños que lleva su nombre. Silvina, la Mujer Es necesario dedicar una breve reflexión acerca de la profesora Silvina Jardón como mujer. Aunque se sabe muy poco de su vida personal, podemos imaginarnos las dificultades que tuvo que haber sorteado para llevar a cabo todo lo que hasta aquí se ha mencionado. Su quehacer profesional habla de un espíritu férreo y decidido, y de un compromiso con una entrega total a la misión educadora. Actualmente la presencia femenina en el magisterio es algo cotidiano y pudiera pensarse que su integración fue natural, rápida y fácil, pero en realidad el proceso por el que las mujeres consiguieron un lugar en la construcción del sistema escolar y en las aulas fue difícil y lleno de tensiones y contradicciones. El pensamiento liberal y las posibilidades económicas de su familia hicieron posible que tanto ella como sus hermanas salieran de su pueblo a estudiar solas a Toluca o a la Ciudad de México, en una época en donde las familias de clase media y alta que querían lograr el prestigio de una buena educación para sus hijas, optaban por contratar los servicios de profesores extranjeros con el fin de mantenerlas alejadas de los “peligros mundanos”. Sin embargo, en las mismas Escuelas Normales para Señoritas, la educación de las mujeres continuaba teniendo características particulares: se consideraba que, aunque realizaran estudios, ninguna de ellas lograría igualar los talentos —sobre todo intelectuales— de los varones. Se les daba igual importancia tanto a las materias científicas como a las relacionadas con “labores propias del sexo”: costura, lavado y planchado, flores, economía doméstica, etc., pues realmente el interés por la educación de las mujeres era que pudieran desempeñar con mayor eficacia su tarea de formadoras de futuros ciudadanos.“Todas mis tías hacían unas labores hermosas de tejido, bordado, deshilado y costura, no sólo por lo que la abuela Ignacia les enseñó, sino por lo que aprendieron en la escuela para señoritas. De hecho venían a la casa muchachas del pueblo para que ellas les enseñaran”. Posiblemente muchas de las jóvenes que concluían sus estudios como profesoras en las Normales no los ejercían al contraer matrimonio, y aquéllas que lo hacían tenían que enfrentar la desaprobación de algunos sectores sociales que las criticaban por trabajar fuera del hogar, además de la oposición de sus compañeros de gremio que no estaban dispuestos a darles un trato de iguales. Como muchas profesoras de la época, Silvina Jardón y todas sus hermanas permanecieron célibes. ¿Por elección? ¿Por rechazo social? Sería aventurado afirmarlo, pues entonces coexistían ideas contrarias al respecto. Por una parte, las mujeres se posicionaban cada vez con mayor fuerza en el gremio magisterial, principalmente para atender a los párvulos —los Congresos Pedagógicos habían determinado que los atendieran exclusivamente mujeres— a las niñas y señoritas. A las maestras de escuela de todo el país se les encomendaba “despertar el cerebro y el corazón de sus alumnas” y tanto en algunas leyes como en el imaginario social de la época era deseable que no se casaran ni tuvieran hijos para evitar distracciones y pudieran dedicarse de lleno a educar a “los hijos de la patria”. Sin embargo, durante el porfiriato existía una lucha entre los intelectuales varones positivistas en relación con la educación y el papel de la mujer en la sociedad. Los había quienes consideraban la existencia de “una natural inferioridad de las mujeres”, otros —quienes se llamaban a sí mismos “feministas”— que sostenían que “las mujeres pueden ser iguales en intelecto y conocimientos a los hombres sin perder sus encantos femeninos”, y algunos menos radicales que insistían en el peligro que representaba la intelectualización de las mujeres para su principal función que era la maternidad: “la mujer corre por una fuerte pendiente, que si no la lleva al pedantismo ridículo de una brillante miseria académica, acaba por hacerla madre de una prole enfermiza, débil y degenerada”. Muy posiblemente Silvina concordaba con el segundo grupo al igual que otras profesoras de la época, fundadoras del movimiento feminista mexicano, como la profesora Elvira Nozari, quien también fue directora de la Escuela Normal de Profesoras y de Artes y Oficios en 1915. Con ella mantendría una entrañable amistad y a quien se le considera una de las precursoras más notables de ese movimiento. Silvina Jardón Tuñón, notable maestra pionera de la educación preescolar del Estado de México, falleció el 30 de mayo de 1958 en la Ciudad de México a la edad de 84 años y fue sepultada en su natal Calimaya.

Leyendas

Educadoras y maestras/Irma Adriana Gómez Cavazos, presentación.—México:Dirección General Adjunta de Igualdad de Género, 2016 p.p.105 - 140 : (Colección Las Maestras de México; 2)

Elementos representados en este archivo

representa a

Historial del archivo

Haz clic sobre una fecha y hora para ver el archivo tal como apareció en ese momento.

Fecha y horaMiniaturaDimensionesUsuarioComentario
actual19:22 15 dic 2019Miniatura de la versión del 19:22 15 dic 20191080 × 974 (717 kB)ValeLuceUser created page with UploadWizard

La siguiente página usa este archivo:

Uso global del archivo

Las wikis siguientes utilizan este archivo: