Español: Los objetos se constituyen en ventanas que se abren a la historia. Mirarlos, pensar en su funcionalidad, quiénes y para qué lo usaban nos retrotrae a las vivencias de nuestros abuelos. Sus prácticas, sus saberes, sus intereses. En ellos se encubren historias, personajes…para quienes tienen un significado y un valor afectivo que les da sentido. Verlos nos emociona, nos transporta a aquellos escenarios de casitas de adobe, de techos de caña y barro, con ventanitas pequeñas que solo dejaban ver un paisaje árido en una gama de colores amarronados.
Objetos que solo los significan los portadores de esa historia y sus propios protagonistas si aún existieran. Para el resto de personas, no valen nada, sólo son cacharros viejos si nosotros no nos encargamos de transmitir ese legado que es parte de nuestra identidad. Ese valor que se transmite a través de la recuperación de esas historias que hace que seamos como somos, que sintamos y pensemos del modo que lo hacemos, que sea seamos quienes somos y todos nos reconozcan como tales.
De allí la importancia de convertirnos en transmisores que esa trama de significados y sentidos, para que jamás se deje de tejer. De nuestras bocas a los oídos de nuestros hijos, y de la de ellos a la de nuestros nietos. Así en una sucesión infinita que nos garantice la continuidad en el tiempo de nuestro ser.
Símbolos de nuestra historia