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Las carreras de carros (Griego ἁρματοδρομία/harmatodromia, del latín circenses) eran uno de los deportes y eventos más populares de la antigua Grecia, Roma y del Imperio Bizantino. Solían ser peligrosas tanto para los aurigas como para los propios caballos, quienes con frecuencia sufrían serias lesiones, llegando incluso a fallecer, pero generando un fuerte entusiasmo entre los espectadores. En los Juegos Olímpicos Antiguos, así como en los otros Juegos Panhelénicos, el deporte fue uno de los eventos ecuestres más importantes.

En las carreras de carros, según el estilo romano, los equipos estaban formados por los diferentes grupos que la financiaban, compitiendo a veces por los servicios de los conductores más expertos. Estos equipos tenían un gran apoyo por parte de los espectadores, lo que en ocasiones provocaba disturbios entre los seguidores de los diferentes equipos. A veces los combates eran politizados, de modo que el deporte comenzó a ser algo más que las carreras en sí mismas y empezó a afectar al total de la población. Esto ayuda a explicar por qué los romanos y más tarde los emperadores bizantinos tomaron el control de los equipos y designaron a varios funcionarios con objeto de supervisarlos.

El deporte comenzó a perder importancia tras la caída del Imperio romano de Occidente, sobreviviendo durante un tiempo en el Imperio bizantino, donde las tradicionales facciones romanas continuaron desempeñando un papel destacado durante algún tiempo, ganando influencia en los asuntos políticos. Su rivalidad culminó en los disturbios de Nika, que marcó el declive gradual de este deporte.[1]

Antigua Grecia[editar]

Primeras carreras de caballos[editar]

Se desconoce en qué momento comenzaron exactamente estas carreras, pero podrían ser tan antiguas como los propios carros. Se sabe con certeza que estas carreras existieron en el mundo micénico,[2]​ ya que se han encontrado evidencias artísticas de este deporte en la cerámica de dicha civilización. Sin embargo, la primera referencia literaria a las carreras de carros es la descrita por Homero en el libro de la Ilíada, en los juegos fúnebres de Patroclo.[3]​ Los participantes de esta carrera fueron Diomedes, Eumelo, Antíloco, Menelao y Merión. La carrera, que consistió en una vuelta alrededor del tocón de un árbol, fue ganada por Diomedes, y a cambio de este triunfo recibió una esclava y un caldero como premio. También se dice que el acontecimiento que fundó los Juegos Olímpicos fue una carrera de carros; según la leyenda, el rey Enómao desafió a los pretendientes de su hija Hipodamía a una carrera, pero fue derrotado por Pélope, quien fundó los juegos en honor a dicha victoria.[4][5]

Juegos Olímpicos[editar]

En los Juegos Olímpicos Antiguos, al igual que en los Juegos Panhelénicos, había carreras tanto con carros de cuatro caballos (tethrippon) como con carros de dos caballos (synoris), que en esencia eran idénticos excepto por el número de caballos.[6]​ Las carreras de carros se incorporaron por primera vez a los Juegos Olímpicos en el 680 d. C. aunque, al contrario de lo que dice la leyenda, no fue el evento que los fundó.[7]​ Las carreras comenzaban con una procesión en el hipódromo, durante la cual un heraldo recitaba los nombres de los aurigas y de sus dueños. Las carreras de carros no eran tan prestigiosas como el stadion (la carrera a pie), pero eran más importantes que otros acontecimientos ecuestres, tales como las carreras a caballo, que fueron eliminadas pronto de los Juegos Olímpicos.[8]

Las carreras eran celebradas en el hipódromo, el cual también albergaba las carreras de carros y las de caballos.[9]​ El hipódromo se ubicaba en la esquina sureste del santuario de Olimpia y corría casi paralela a este último. Hasta tiempos recientes, se desconocía su ubicación exacta, puesto que se encontraba enterrada por varios metros de material sedimentario proveniente del río Alfeios. Pausanias, que visitó el hipódromo de Olimpia cerca del siglo II a. C., describe el lugar, elogiándole y que tenía cerca de 549 metros de largo y 275 m de ancho, y en él podían competir hasta 60 carros al mismo tiempo (aunque en la práctica el número probablemente era mucho más bajo). Todos los caballos o carros corrían en una pista hacia el este, y luego daban la vuelta al embolon y se dirigían hacia el oeste. Las distancias variaban según el caso. El hipódromo tenía un ambiente natural (al norte) y artificial (al sur y al este) en los bancos para los espectadores, y se reservba un lugar especial para los jueces en el lado oeste de la orilla norte.[10]

La carrera se iniciaba con una procesión en el hipódromo, mientras que un heraldo anunciaba los nombres de los conductores y propietarios. El tethrippon consistía en doce vueltas alrededor del hipódromo,[11]​ estando cada vuelta determinada por un poste en cada uno de los dos extremos. En estas carreras se usaban dispositivos mecánicos, tales como puertas (hyspleges, en singular hysplex) que eran bajadas permitiendo así la salida de los carros y, de este modo, el comienzo de la carrera.[12]​ Según Pausanias, estas puertas fueron inventadas por el arquitecto Kleoitas. Estaban colocadas escalonadamente de modo que los carros colocados en una posición más exterior del circuito comenzaban la carrera antes que los situados en el interior. Esto era así porque, como las carreras se celebraban en un circuito cerrado, de esta manera todos los carros tenían un recorrido de igual longitud. Algo parecido se utiliza actualmente en las pistas de atletismo. Otros dispositivos mecánicos eran los conocidos como el "águila" y el "delfín", que eran levantados para indicar el comienzo de la carrera y se bajaban durante la carrera para señalar el número de vueltas restantes. Estos dispositivos eran probablemente tallas de bronce de esos animales, instalados en los postes de la línea de salida.[13]

El participante de la carrera y el dueño podrían haber sido la misma persona. En 416 d. C., el general ateniense Alcibíades participó en la carrera con siete carros y ganó el primero, segundo y cuarto premio; obviamente él no habría podido conducir los siete carros.[14]Filipo II de Macedonia también venció en una carrera de carros olímpica en un intento por probar que él no era un bárbaro, aunque si el mismo hubiese conducido el carro, lo hubiesen considerado incluso peor que a un bárbaro. No obstante, el poeta Píndaro elogió a Heródoto por conducir su propio carro.[15]​ Esto significaba que las mujeres también podían ganar las carreras, a pesar de que no podían participar ni observar los juegos.[16]​ Esto ocurría raramente, pero un ejemplo notable es el de la espartana Cinisca, hermana de Agesilao II, quien ganó dos veces una carrera.[17]​ Las carreras de carros eran una manera de demostrar en los juegos la prosperidad de los griegos. El caso de Alcibíades indica también que las carreras de carros eran una ruta alternativa a la exposición pública y la fama para los ricos.[18]

En la época de los Juegos Panhelénicos, los conductores normalmente eran esclavos,[19]​ o profesionales contratados —condunciendo un carro de carrera que requería de una fuerza y habilidad inusual—. Sin embargo, los nombres conocidos de conductores son pocos,[20]​ y los cantos de victoria y estatuas fueron ideados para dejarlos fuera.[21]​ Al contrario que en otros acontecimientos olímpicos, los participantes de las carreras de carros no iban desnudos, debido probablemente al polvo levantado por caballos y carros y a la posibilidad de desplomes sangrientos. Estos participantes llevaban una prenda llamada xystis. Esta prenda llegaba hasta los tobillos y estaba sujetada por encima de la cintura con una simple correa. Dos tirantes que se cruzaban en la parte superior e inferior impedían que los xystis se levantaran durante la carrera. Al igual que los jinetes modernos, los aurigas eran elegidos por su ligereza, pero también era necesario que fuesen altos, de modo que normalmente se trataba de adolescentes.[22]

Los carros eran una modificación de los carros de guerra, construidos principalmente de madera y con una apertura en la parte trasera,[23]​ a pesar de que para entonces los carros ya no solían usarse en la batalla. Los conductores mantenían los pies dentro del carro, pero como el carro se apoyaba sobre un solo eje, éste solía moverse bastante. La parte más importante de la carrera, al menos para los espectadores, era el cerrado giro que los carros tenían que dar en los extremos del hipódromo, los cuales eran muy peligrosos y a menudo mortales. Si un carro no había sido atropellado por un oponente antes del giro, los otros oponentes podrían hacerlo volcar o estrellarse (junto al conductor y los caballos) mientras realizaba dicho giro. De hecho, correr hacia un oponente era técnicamente ilegal, aunque no podía evitarse (en los juegos fúnebres de Patroclo, Antíloco hizo estrellarse de esta forma a Menelao[24]​) y, de todos modos, era muy probable que estos impactos sucediesen por accidente.

Antigua Roma[editar]

Figura en bronce de un conductor de carros, claro ejemplo de la influencia que tuvo este deporte en el arte y en la cultura.
Mosaico del ganador de una carrera de carros en Roma.

Los romanos heredaron las carreras de caballos de los etruscos,[25]​ quienes a su vez las heredaron de los griegos. No obstante, los romanos también estuvieron influenciados directamente por los griegos, sobre todo tras la conquista del territorio griego en el 146 d. C..[26]​ Según una leyenda romana, Rómulo celebró una carrera de caballos justo después de fundar Roma, en el 753 a. C., como estrategia para distraer a los sabinos. Así, mientras los sabinos se deleitaban con el espectáculo, Rómulo y sus hombres raptaron a sus mujeres, quienes se convertirían en esposas de los romanos.[27]

En la antigua Roma las carreras se realizaban en un circo.[28]​ El lugar más importante donde se celebraban las carreras de caballos era el Circo Máximo, localizado entre el monte Palatino y el monte Aventino,[29]​ que podía albergar un público de entre 150.000 y 180.000 personas.[30]​ Fue uno de los primeros circos de la ciudad de Roma.[28]​ Este circo databa probablemente de la época etrusca,[31]​ Pero en 50 a. C. fue reconstruido por Julio César teniendo aproximadamente una longitud de 600 m y una anchura de 225 m.[32]​ Uno de los extremos de la pista era más abierto que el otro, en ese extremo es donde los carros hacían cola para comenzar la carrera. Los romanos utilizaban una serie de puertas conocidas como carceres, equivalente a las hysplex griegas. Al igual que las hysplex, eran escalonadas pero se diferenciaban en que las pistas romanas tenían un punto central.[33]​ Los carceres estaban levantados en el extremo anguloso de la pista y los carros se colocaban dentro de las puertas,[34]​ que se abrían por un resorte. Cuando los carros estaban listos, el emperador (o cualquiera que fuese el anfitrión, en caso de no celebrarse en Roma) tiraba un paño conocido como mappa para indicar de esta forma el comienzo de la carrera.[35]​ Las puertas se abrirían rápidamente de modo que, al comenzar al mismo tiempo, la carrera fuese más justa.

Una vez iniciada la carrera, los carros podían adelantarse entre sí para intentar provocar que sus oponentes se estrellaran contra los spinae (en singular spina). Los spinae tenían "huevos" parecidos a los "delfines" de las carreras griegas,[36]​ que se dejaban caer en un canal de agua que corría a lo largo de la cima de los spinae simbolizando el número de vueltas que quedaban. Al final de la época romana, la spina era mucho más elaborada, con esculturas, obeliscos y otras formas de arte, de modo que a menudo los espectadores no podían ver los carros cuando estaban al otro lado (aunque precisamente parecía estar hecho con esa idea, haciendo la carrera más emocionante y con más suspense).[37]​ En cada extremo de la spina había que dar la vuelta a los postes (metae, en singular meta),[38]​ provocando espectaculares impactos en dicha zona, al igual que en las carreras griegas. Aquellos impactos en los cuales se destruía el carro y el auriga y los caballos se incapacitaban se conocían como naufragia, que en latín significa naufragio.[39]

Las carreras eran esencialmente iguales a sus homólogas griegas, aunque finalmente había docenas de carreras diarias, a veces por cientos de días consecutivos cada año.[40]​ No obstante, la carrera consistía solamente en 7 vueltas (y más tarde en 5 vueltas, de modo que incluso podían celebrarse más carreras por día) en lugar de las 12 vueltas de las carreras griegas.[34]​ El estilo romano también estaba más orientado al dinero: los aurigas eran profesionales y eran muy comunes las apuestas entre los espectadores.[41]​ Había carreras con carros de cuatro caballos (quadrigae) y con carros de dos caballos (bigae), aunque las de cuatro caballos eran las más importantes.[34]​ En raros casos, si el conductor quería demostrar su habilidad, se podían utilizar hasta 10 caballos, aunque esto no era nada práctico.

Las técnicas y ropas de los conductores romanos diferían significativamente de los griegos. Los romanos, por lo regular, se envolvían las riendas en la cintura, mientras que los griegos las sostenían en las manos.[42]​ Debido a esto, en caso de estrellarse los romanos no podrían soltar las riendas, de modo que serían arrastrados alrededor del circo hasta que consiguieran soltarse o muriesen. Como consecuencia llevaban un cuchillo para poder liberarse en dichas situaciones. Utilizaban casco y equipos de protección [43]

Otra diferencia importante es que los conductores, los aurigae, eran considerados como ganadores al contrario que en las carreras griegas, a pesar de que en ambos casos los conductores eran esclavos. Además recibían una corona de hojas de laurel y probablemente algo de dinero. De esta manera, si ganaban suficientes carreras podrían comprar su libertad.[21]​ Los aurigas podían hacerse célebres en todo el Imperio simplemente sobreviviendo, ya que la esperanza de vida de un conductor de carros no era muy alta. Una de dichas celebridades fue Scorpus, que ganó cerca de 2000 carreras[44]​ antes de morir en una colisión a los 27 años. Los caballos también podían convertirse en celebridades, aunque su esperanza de vida era asimismo muy baja. Los romanos guardaban detalles estadísticos de los nombres, razas y pedigríes de los caballos más famosos.

Los asientos del circo eran gratuitos para los pobres, ya que durante el Imperio no tenían mucho que hacer, pues no estaban tan implicados en los asuntos políticos y militares como lo habían estado durante la República. Los ricos podrían pagar por los asientos en los que había sombra y donde la vista era mejor, y probablemente pasaban igualmente mucho tiempo apostando en las carreras. El palacio del emperador estaba situado cerca del hipódromo y a menudo también veía los juegos.[45]​ Esta era una de las pocas oportunidades que tenía el pueblo para ver a su líder. Julio César solía asistir a los juegos precisamente para que el público pudiese verlo, aunque no parecía estar muy interesado, puesto que normalmente se llevaba algo para leer. Al parecer también se llevaba papeleo al teatro, si bien esto no lo hizo muy popular.

La ropa del conductor poseía un código de colores de acuerdo con la facción a la que pertenecía, lo que ayudaría a los espectadores para realizar un seguimiento del progreso de la carrera.[46]​ De acuerdo a Tertuliano, había únicamente dos facciones, la Blanca y la Roja, asociadas con el invierno y el verano, respectivamente.[47]​ Posteriormente, se formaron cuatro facciones, la Blanca, la Roja, la Azul y la Verde.[48]​ Cada equipo podría tener hasta tres carros en cada carrera. Los miembros del mismo equipo, de manera muy a menuda, colaboraban entre sí para vencer a los equipos contrincantes, por ejemplo, para forzarlos a chocar contra la spina.[34]​ Asimismo, los conductores podían ser transferidos de un equipo a otro. La rivalidad entre los equipos era algo muy común —como los Blancos contra los Rojos—, sin embargo, pocos escritores hacen mención de estos sucesos.[34]​ Cerca de los comienzos del siglo III, Tertuliano argumentó que los Rojos eran el equipo dedicado a Marte, los Blancos a Céfiro, los Verdes a la Madre Tierra o a la primavera, y los Azules al cielo, al mar y al verano.[47]Domiciano creó dos nuevas facciones, los Morados y los Dorados, que desaparecieron poco después.[34]​ Para el siglo III, sólo los Azules y los Verdes tenían alguna importancia, pues eran apoyados por el emperador y el populacho. En efecto, los Rojos y los Blancos son poco mencionados en la literatura actual y proveniente de la Antigua Roma, sin embargo, la poca de ésta documenta que continuaron con su actividad.[49]

Imperio Bizantino[editar]

Los Caballos de San Marcos, un conjunto de estatuas de bronce de cuatros caballos, originalmente parte de un monumento que representaba una cuadriga.

Como muchos otros aspectos del mundo romano, las carreras de carros continuaron en el Imperio bizantino, aunque los bizantinos no llevaban tantos registros y estadísticas como los romanos. Constantino prefería las carreras de carros a los combates de gladiadores, ya que los consideraba un vestigio del paganismo.[50]​ En el 394 d. C., los Juegos Olímpicos fueron finalmente suprimidos debido a la devoción cristiana del emperador Teodosio I el Grande, en un intento por eliminar el paganismo y promover el cristianismo. Aun así, las carreras siguieron siendo bastante populares.[51]​ El hipódromo de Constantinopla fue conectado con el palacio del emperador y con la iglesia de Santa Sofía, permitiendo a los espectadores ver al emperador, tal y como era la costumbre de Roma.[52]

No hay muchas evidencias de que en el Imperio romano las carreras estuviesen sometidas a sobornos u otras formas de engaño. Sin embargo, en el Imperio bizantino parece ser que sí los había; la reforma del código legal de Justiniano I prohibía a los aurigas decir insultos a sus oponentes, pero en ella no aparecía nada sobre amenazas o sobornos. Usar los colores de su equipo acabó siendo un importante aspecto de la ropa bizantina.

En el Imperio bizantino también se conservaron los clubes de carreras romanos, aunque para ese momento ya sólo eran importantes los Azules y los Verdes. Uno de los aurigas más famosos fue Porfirio, que fue miembro tanto de los Azules como de los Verdes en varias ocasiones durante el siglo V.[53]​ No obstante, ahora no eran simples equipos, sino que también ganaban influencia en lo concerniente a lo militar, la política y la teología; por ejemplo, los Verdes tendían al Monofisismo mientras que los Azules permanecían en la Ortodoxia.[54]

Fuentes[editar]

Referencias[editar]

  1. Weir, William. 50 Battles That Changed the World: The Conflicts That Most Influenced the Course of History. Savage, Md: Barnes and Noble Books. ISBN 0-7607-6609-6.
  2. Una serie de fragmentos de cerámica muestra uno o más carros, obviamente, a la mitad de una carrera. De acuerdo con Bennett, esto es un claro indicio de que las carreras de carros exisiteron como deporte a principios del siglo XIII a. C.. Las carreras de carros también se encuentran representadas en vasos geométricos de finales de esta época. (Bennett, Chariot Racing, 41–48).
  3. Homero, La Ilíada, 23, 257–652.
  4. Píndaro, Olympian Odes, 1.75
  5. Bennett, Chariot Racing, 41–48
  6. Synoris sucedió a tethrippon en 384 a. C.. Tethrippon se reintrodujo en 268 a. C., (Valettas, Chariot Racing, 613).
  7. Polidoro, The Games of 676 BC, 41–46
    * Valettas, Chariot Racing, 613
  8. Adkins, Handbook to Life in Ancient Greece, 350, 420
  9. Little is known of the construction of hippodromes before the Roman period (Adkins, Handbook to Life in Ancient Greece, 218–219).
  10. Pausanias, Description of Greece, 6.20.10–19
    * Vikatou, Hippodrome of Olympia
  11. Adkins, Handbook to Life in Ancient Greece, 420
  12. Golden, Sport in the Ancient World, 86
  13. Pausanias, Description of Greece, 6.20.13
  14. Tucídides, 6.16.2
  15. Pindar, Isthmian Odes, I.1.1.
  16. Polidoro, The Games of 676 BC, 41–46
  17. Golden, Sport in the Ancient World, 46
  18. Kyle, Sport and Spectacle in the Ancient World, 172
  19. Valettas, Chariot Racing, 613
  20. One of them is Carrhotus who is praised by Pindar for keeping his chariot unscathed (Pindar, Pythian, 5.25-53). Unlike the majority of charioteers, Carrhotus was friend and brother-in-law of the man he drove for, Arcesilaus of Cyrene; so his success affirmed the success of the traditional aristocratic mode of organizing society (Nicholson, Aristocratic Victory Memorials, 116).
  21. a b Golden, Sport in the Ancient World, 34
  22. Adkins, Handbook to Life in Ancient Greece, 416
  23. Valettas, Chariot Racing, 614
  24. Gagarin, Antilochus' Strategy, 35-39
  25. In Rome chariot racing constituted one of the two types of public games, the ludi circenses. The other type, ludi scaenici, consisted chiefly of theatrical performances (Balsdon, Life and Leisure, 248; Mus, Ludi Circenses).
  26. Golden, Sport in the Ancient World, 35
    * Harris, Sport in Greece and Rome, 185
  27. Boatwright-Cargola-Talbert, The Romans, 383
    * Scullard, Festival and Ceremonies, 177–78
  28. a b Adkins, Handbook to Life in Ancient Rome, 141–42
  29. There were many other circuses throughout the Roman Empire. Circus of Maxentius, another major circus, was built at the beginning of the fourth century BC outside Rome, near the Via Appia. There were major circuses at Alexandria and Antioch, and Herod the Great built four circuses in Judaea. Archaeologists working on a housing development in Essex have unearthed what they believe to be the first Roman chariot-racing arena to be found in Britain (Prudames, Roman Chariot-Racing Arena Is First to Be Unearthed in Britain).
  30. Boatwright-Cargola-Talbert, The Romans, 383
  31. According to the tradition, the Circus probably dated back to the time of the Etruscans (Adkins, Handbook to Life in Ancient Rome, 141–42; Boatwright-Cargola-Talbert, The Romans, 383).
  32. Kyle, Sport and Spectacle, 305
  33. Kyle, Sport and Spectacle, 306
  34. a b c d e f Balsdon, Life and Leisure, 314–19
  35. Harris, Sport in Greece and Rome, 215
  36. Balsdon, Life and Leisure, 314–19
    *Ramsay, A Manual of Roman Antiquities, 348
  37. Harris, Sport in Greece and Rome, 190
  38. Dodge, Amusing the Masses, 237
    *Ramsay, A Manual of Roman Antiquities, 348
  39. Futrell, The Roman Games, 191
  40. Kyle, Sport and Spectacle, 304
  41. Harris, Sport in Greece and Rome, 224–25
    * Laurence, Roman Pompeii, 71
    * Potter, A Companion to the Roman Empire, 375
  42. Roman drivers steered using their body weight; with the reigns tied around their torsos, charioteers could lean from one side to the other to direct the horse's movement, keeping the hands free for the whip and such (Futrell, The Roman Games, 191–92; Köhne, Gladiators and Caesars, 92)
  43. Futrell, The Roman Games, 191–92
    *Ramsay, A Manual of Roman Antiquities, 348
  44. Bennett, Chariot Racing, 41–48
  45. Lançon, Rome in Late Antiquity, 144
  46. Futrell, The Roman Games, 192
  47. a b Tertullian, De Spectaculis, IX
  48. Adkins Handbook to Life in Ancient Rome, 347
  49. Futrell, The Roman Games, 209
  50. Treadgold, History of the Byzantine State, 41
  51. Tertullian (De Spectaculis, xvi) and Cassiodorus called chariot racing an instrument of the Devil. Salvian criticized those who rushed into the circus in order to "feast their impure, adulterous gaze on shameful obscenities" (Olivová, Chariot Racing in the Ancient World, 86). Public spectacles were also attacked by John Chrysostom (Liebeschuetz, The Decline of the Roman City, 217–18).
  52. The Hippodrome was situated immediately to the west of the imperial palace, and there was a private passage from the palace to the emperor's box, the kathisma, where the emperor showed himself to his subjects. One of Justinian's first acts on becoming emperor was to rebuild the kathisma, making it loftier and more impressive (Evans, The Emperor Justinian, 16).
  53. One of the most famous charioteers, Porphyrius, was a member of both the Blues and the Greens at various times in 5th century.(Futrell, The Roman Games, 200)
  54. Evans, The Emperor Justinian, 16
    * Hathaway, A Tale of Two Factions, 31

Bibliografía[editar]

Fuentes primarias[editar]

Fuentes secundarias[editar]

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