Usuario:Rotger/Taller/Sala 3

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Toponimia[editar]

Historia[editar]

Ubicación de las posesiones[editar]

Propiedad y organización[editar]

Dependencias[editar]

Organización de las estructuras[editar]

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Acceso[editar]

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Fachada[editar]

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Entrada[editar]

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Patio[editar]

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Zonas de vivienda[editar]

La estructura social de la posesión es un elemento definitorio de este tipo de edificaciones rurales. Esta jerarquización puede apreciarse a través de la distribución de las estancias destinadas a la vivienda. La ubicación de la casa de los señores, de los capataces o de los jornaleros varía según el momento histórico, en función de la importancia de los propietarios y de las necesidades de la explotación agropecuaria. Por ello, puede encontrarse una gran variedad de estilos y posibilidades en lo que a la disposición de las viviendas se refiere.[1]​Como ya se ha mencionado, es común contar con un cuerpo principal, más amplio que el resto, de hasta tres plantas. En la planta baja, se encuentra la casa del amo, donde se encuentran la cocina y el comedor, así como una serie de habitáculos destinados a la pernoctancia de los trabajadores. En la planta primera o planta noble se sitúan los aposentos del señor, las cuales estaban ocupadas únicamente durante sus breves estancias en la posesión, puesto que los propietarios vivían en palacios señoriales en Palma de Mallorca. En caso de que hubiese una tercera planta o porxo, solía destinarse a almacén o a residencia para el servicio de la casa. En ocasiones las estancias del señor se localizan en el segundo piso del cuerpo, dejando en el primer piso espacio para un porche o el vestíbulo.[2]

Todo el segundo piso del edificio forma la casa del señor. Dichas estancias estaban reservadas a los propietarios y solía accederse a ellas por medio de una escalera situada en el patio. En ocasiones, la planta noble se extendía por varios de los cuerpos de la estructura. Supone la más abierta; contaba con grandes ventanales y, a partir del siglo XVIII y para dar un aspecto más señorial, terrazas, balcones y galerías de arcadas. La introducción de estos elementos de la arquitectura culta corresponden a la Edad Contemporánea, producto de influencias extranjeras, especialmente de las villas italianas.[3]

La casa de los amos suele situarse en la planta baja o en alguno de los cuerpos adyacentes a la estructura principal. Solía estar formada por la cocina, compuesta por una gran chimenea de obra situada en el centro y con el suelo delimitado mediante el empedrado para facilitar su limpieza. Era común que se colocasen bancos para marcar los límites del espacio hogareño. A lo largo de los siglos, se organizó la vida y se cocinaba alrededor del fuego, aunque la normalización del uso de la cocina de carbón —mucho más económica— provocó una alteración de la organización. No obstante, la chimenea siguió ocupando un lugar primordial en la casa de los amos y aun se conserva en muchas de las cocinas tradicionales de las posesiones de la isla. Entre los elementos de la cocina cabe hacer mención además a las pilas de piedra, el horno de pan así como una larga mesa en la que comían los trabajadores y que completa el conjunto.[1]

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Capilla[editar]

La capilla es una estancia que puede encontrarse en gran parte de las posesiones mallorquinas, especialmente en las más antiguas. Su presencia se debe al aislamiento propio de estos conjuntos respecto a los núcleos urbanos, así como a la voluntad de los propietarios de exaltar su riqueza. Además de ser un lugar donde rendir culto constituía un símbolo de poder dentro de la sociedad rural.[4]​En algunos casos se trataba de oratorios públicos destinados a toda la población cercana a las casas de la posesión, aunque en ocasiones su uso estaba limitado a los habitantes de las fincas. A partir del siglo XVIII algunos propietarios abrieron las capillas de sus posesiones a los pobladores de los núcleos próximos. Fue una práctica común a medida que surgían poblaciones en los aledaños del predio, poblaciones no lo suficientemente grandes como para tener un templo propio.[5]​ La mayoría de capillas se edificaron entre los siglos XVII y XIX, si bien hay casos posteriores, aunque generalmente eran reconstrucciones de oratorios previos que habían sido destruidos o se encontraban muy deteriorados.[6]

Su disposición en los conjuntos arquitectónicos de la posesión puede variar. La más común es aquella a la que se accede desde una de las puertas situadas en el vestíbulo de la finca, tras haber atravesado la entrada principal o portal forà y antes de entrar en el patio. En otros casos, las capillas se encuentran en el interior de la clastra, adosadas al resto de elementos que conforman el conjunto, generalmente en la planta baja, aunque también puede ser que la capilla se sitúe en el interior de un cuerpo colocado en uno de los laterales del patio. Por otra parte, existen algunos oratorios que se encuentran adosados a la fachada principal, donde el acceso se sitúa en el exterior del conjunto, pero puede darse el caso también de que la capilla sea una edificación independiente, como ocurre en la posesión llummayorense de Sa Torre.[7]​Finalmente, cabe mencionar la existencia de capillas situadas en la sala principal de la planta noble. En ese caso, suele haber un retablo y un altar inserto en el muro y cerrado por puertas.[8]

Su tipología es simple; en la mayoría de ejemplos se trata de una estancia pequeña de planta rectangular con bóveda estrellada, bóveda de crucería, bóveda de cañón o, simplemente, una cubierta plana. Algunas capillas cuentan con una habitación contigua, que hace las funciones de sacristía.[9]​En algunas de las capillas de las posesiones mallorquinas se ha conservado todo el moviliario y se siguen llevando a cabo celebraciones de índole religiosa. Por otro lado, en la mayoría de oratorios se encuentran desmanteladas. En determinados casos se conservan restos del altar o de algún retablo, mientras que en otros solo queda la estancia original, a la cual se le ha otorgado una nueva función.[10]

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Torre[editar]

Uno de los elementos verticales más destacables de la posesión mallorquina es la torre. Las primeras se habrían construido en el siglo XIII —tras la conquista cristiana— aunque la mayoría datan del siglo XVI. Su existencia se debe, principalmente, a la necesidad de protección y defensa ante los continuos ataques de corsarios como Barbarroja, Dragut, Pialí Bajá o Eudj Alí durante la Alta Edad Moderna.[11]​ Por tanto, constituyen uno de los escasos elementos que atestiguan la voluntad defensiva de las gentes que habitaron dichas construcciones, si bien pueden mencionarse otros componentes del mismo periodo como muros anchos, puertas y ventanas escasas a la vez que pequeñas o conjuntos cerrados que se organizan a partir de un patio interior. Sin embargo, son pocos los elementos defensivos característicos de esta etapa que se conservan hoy en día ya que, una vez superado el peligro de ataques marítimos, muchos fueron suprimidos o reformados.[12]

En cuanto a la estructura, las torres de defensa suelen ser de planta cuadrada, rectangular o circular. Llegan a superar en una o dos alturas al resto de edificaciones y están hechas de piedra, con muy pocas ventanas o ninguna. En ocasiones, conservan aspilleras y matacanes, mientras que en otros casos se han añadido elementos inspirados en el periodo medieval, como almenas dentadas o ventanas geminadas,[Nota 1]​ en reformas posteriores.[14]​ Las torres forman parte del conjunto arquitectónico, si bien es muy probable que originalmente formasen una estructura independiente que carecía de acceso. Se llegaba a su interior mediante una escalera de madera o un tablón que actuaba como puente desde la edificación principal u otro cuerpo próximo. Una vez que todos los habitantes de la posesión se hubieran resguardado en su interior, dicho acceso sería destruido.[15]

Actualmente, muchas de las torres han sido reestructuradas y se ha añadido una cubierta plana así como porches y miradores, pasando a formar parte de las zonas habitadas de las casas. En algunas posesiones, han llegado incluso a integrarse en el edificio principal, dado que las construcciones contiguas han alcanzado su misma altura. Entre las torres de defensa pueden mencionarse las de Santa Ponsa, Boquer, Sa Torre, Son Berga, Cañamel, Son Forteza o Son Alemany entre muchas otras.[16]

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Dependencias agropecuarias[editar]

Las posesiones, como núcleos de una economía agraria, contaban con un conjunto de construcciones destinadas a dicha actividad. Estas completaban el conjunto arquitectónico, ya que estaban adosadas al conjunto principal o se edificaban en sus proximidades, por lo que acababan de configurar así el espacio de la finca. Pese a que la mayoría se encuentran en desuso y, en la mayoría de los casos, abandonadas. Constituyeron una parte esencial de la posesión y, por ende, de cómo se desarrollaba la vida en el campo mallorquín. Sus funciones están relacionadas, principalmente, con el almacenamiento y la producción agrícola. Entre los diferentes tipos de dependencias pueden citarse la almazara o tafona, la bodega o celler y los graneros o pallises, aunque también relacionados con la producción ganadera, como establos, pocilgas o solls, sesteaderos y gallineros.[17]

Además de las dependencias propiamente agropecuarias, existen muchos otros elementos asociados a la posesión cuya finalidad era cubrir las necesidades de la misma. Pueden mencionarse como ejemplos sitges y barracas de carboneros y aparceros o roters, hornos de cal, aljibes y embalses, molinos, graneros del diezmo o las eras que se usaban para separar el grano de la paja, entre muchos otros.[18]✓ Hecho

Almazara[editar]

Bodega[editar]

Graneros y pajares[editar]

Dependencias animales[editar]

Fuentes[editar]

  1. a b Rosselló Verger, 1964, p. 372
  2. Morey y Jover, 2012, p. 161
  3. Andreu Galmés, 2008, p. 50
  4. Oliver, 1986, p. 157
  5. Albero et al., 2011, p. 753
  6. Garcías y Verd, 1986, p. 26
  7. Cañellas, M. (31 de octubre de 2010). «Sa Torre, pasado y presente». Diario de Mallorca. Consultado el 17 de marzo de 2013. 
  8. Albero et al., 2011, p. 753-754
  9. «Recorrido por el núcleo urbano». Ayuntamiento de Lloseta. s. f. Consultado el 17 de marzo de 2013. 
  10. Albero et al., 2011, p. 754
  11. Carpentier y Lebrun, 2008, p. 318
  12. Rosselló Verger, 1964, p. 371
  13. R. S., Carlos (2008). «Ventana geminada». Sevillapedia. Consultado el 17 de mayo de 2013. 
  14. Garcías y Verd, 1986, p. 26
  15. Albero et al., 2011, p. 756
  16. Error en la cita: Etiqueta <ref> no válida; no se ha definido el contenido de las referencias llamadas estellencs
  17. Andreu Galmés, 2008, p. 121
  18. Morey y Jover, 2012, p. 355
  • Sastre Moll, Jaime (2013). «Gremios y cofradías». Sociedades y culturas en la Edad Media. Palma de Mallorca: UIB.


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