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http://www.eleconomista.es/legislacion/noticias/3959037/05/12/Un-fundador-de-Bases-Autonomas-detenido-en-una-operacion-contra-musica-neonazi.html http://www.agenteprovocador.es/publicaciones/el-otro-durruti-el-hermano-anarcofalangista-de-buenaventura-durruti http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/simplemente-fascistas-articulos-y-ensayos-sobre-la-violencia-skinhead-neonazi-en-espana-19962002--0/html/ffd2955a-82b1-11df-acc7-002185ce6064_2.html


En esta parte se desarrollará los temas políticos: COMITÉS, ORDEN PÚBLICO, JUSTICIA Y MOVIMIENTOS SIMILARES

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Fases de la revolución[editar]

La revolución española se puede dividir en dos etapas claramente diferenciadas: una primera desde el golpe de estado hasta la entrada en la generalidad y una segunda desde la entrada en los diferentes niveles del estado hasta los sucesos de mayo de 1937 cuando se puede dar por concluida la revolución. En la primera etapa el poder lo ostentan los comités y los sindicatos, es el momento en el que se producen la mayoría de expropiaciones y el impulso revolucionario es más fuerte. La segunda fase se caracteriza por el freno y pérdida paulatina de las posiciones hasta la pérdida de la posición de poder que se tenía en el verano de 1936. Tras los sucesos de mayo en gran parte de la geografía controada aún por la república se siguen manteniendo algunas de las conquistas como las colectividades, las iniciativas educativas o las luchas feministas(OJO AÑADIR) pero en claro retroceso y subordinadas al poder que entonces pasó a los comunistas.

Milicianas anarco-feministas durante la Revolución social española de 1936.


Primera fase de la revolución (julio-septiembre de 1936): El verano de la anarquía[editar]

El 17 de julio de 1936, se inició el golpe de Estado militar. Ante los generales rebeldes se alzaron los sindicatos y partidos obreros apoyados por algunas unidades de guardia civil, de asalto o carabineros leales. Tras las luchas se produce el vacío de poder por parte del colapsado estado republicano que da lugar a que las estructuras coercitivas del estado se disuelvan o paralicen. En esta situación se forman comités[b]​ de diversa índole: comités de barriada en las grandes ciudades, consejos obreros en las fábricas, de soldados y marinos en el ejército o «antifascitas» en las zonas rurales.[3]​ Estos comités,[c]​ elegidos en su mayoría tras una elección pública, se harán cargo de las comunicaciones, las aduanas, organizaron patrullas de control, el abastecimiento de las ciudades y fueron los primeros en organizar milicias para ser enviadas al frente.[5]​ Casi la totalidad de la industria, los servicios y transportes pasaron a ser controlados por los sindicatos, de manera directa al ser colectivizados o socializados o manteniendo la propiedad intacta pero controlándolas por medio de comités de control obrero. También en el campo todas aquellas tierras que quedaron abandonadas fueron ocupadas o repartidas.[d]

La mayoría de los comités tendrán carácter local o comarcal, sobrepasando en casos puntuales estos límites. Algunas de los más importantes serán:

Emblema de la CNT.


En las primeras semanas de la guerra se producen multitud de movimientos y reajustes de poder en el territorio revolucionario. El 21 de julio la CNT catalana decidió,[e]​ ante la tesitura de elegir entre la dictadura anarquista o la cooperación con el estado, no imponer su modelo y colaborar con el resto de sindicatos y partidos.[12]​ Para ello se creó el Comité de Milicias Antifascitas de Cataluña, en el que estuvieron representados todas las organizaciones obreras, que fue quien ostentó el poder en Barcelona y por extensión en toda Cataluña en un inicio.[13]​ En Madrid... En Valencia En el norte En Andalucía


El 24 de julio de 1936 parte la primera milicia voluntaria de Barcelona en dirección a Aragón. La columna iba liderada por Durruti y asesorada por Perez Farrás.[14]​ Los esfuerzos militares del Comité de milicias fueron en un inicio liberar Zaragoza, por ello la columna llegó hasta una distancia de 20 km. donde quedó paralizada por la resistencia de las fuerzas franquistas.[15]​ Otras columnas milicianas salieron desde Cataluña y Valencia y expulsaron de varios pueblos y comarcas a las fuerzas franquistas, que fueron replegándose, hasta que se estableció un frente a mediados de agosto.[16]​ En las primeras 5 semanas tras el golpe se comienzan a dar los primeros pasos hacia la experiencia revolucionaria más importante de la guerra, las colectividades de Aragón y el Consejo Regional de Defensa de Aragón. Desde Aragón las colectividades se extendieron hacia Levante y de ahí hacia Cataluña y Castilla.[17]

Desde un inicio, el estado promulgó decretos y órdenes para poder recuperar el poder perdido en los primeros días de la guerra: el 2 de agosto el gobierno Giral decreta la incautación por el gobierno de todas las empresas que hubieran sido abandonadas por sus dueños,[18]​ el 10 de agosto decreta la incautación de las tierras abandonadas.[19]​ se reforma la Guardia Civil, ahora denominada Guardia Nacional Revolucionaria el 31 de agosto para retomar el poder.[20]​ Como oposición a la revolución el PSUC en Cataluña y el PCE en el resto de España fue articulando un discurso en el que defendía la pequeña propiedad agraria y del pequeño comerciante urbano,[21]​ convirtiéndose en el defensor de las clases medias.[22]


El 16 de septiembre se publica un decreto por el cual las patrullas de control obreras debían incorporarse en las Milicias de Vigilancia. Este decreto se gestó para incluir a los miembros de las organizaciones políticas en las fuerzas armadas del estado, oportunidad que aprovecharon comunistas, socialistas y republicanos, no así la CNT-FAI.[23]

A finales de agosto se instituyó un Tribunal Popular Especial en Cataluña para juzgar los crímenes militares.[24]



...se desarrollaron nuevas estructuras que configuran las bases económicas y sociales de ese contrapoder que se ha visto emerger en los debates municipales y que le otorgan a esta fase de la Guerra Civil el carácter de Revolución Social, por lo menos hasta los hechos de mayo de 1937 en Barcelona.[25]

George Orwell describe una escena de Aragón durante este periodo, en el cual participó como parte de la División Lenin del POUM, en su célebre libro Homenaje a Cataluña:

Yo estaba integrando, más o menos por azar, la única comunidad de Europa occidental donde la conciencia revolucionaria y el rechazo del capitalismo eran más normales que su contrario. En Aragón se estaba entre decenas de miles de personas de origen proletario en su mayoría, todas ellas vivían y se trataban en términos de igualdad. En teoría, era una igualdad perfecta, y en la práctica no estaba muy lejos de serlo. En algunos aspectos, se experimentaba un pregusto de socialismo, por lo cual entiendo que la actitud mental prevaleciente fuera de índole socialista. Muchas de las motivaciones corrientes en la vida civilizada —ostentación, afán de lucro, temor a los patrones, etcétera— simplemente habían dejado de existir. La división de clases desapareció hasta un punto que resulta casi inconcebible en la atmósfera mercantil de Inglaterra; allí sólo estábamos los campesinos y nosotros, y nadie era amo de nadie.
George Orwell
Archivo:Woman with cntfai flag-3-.jpg
Mujer con una bandera de CNT-FAI (c. 1936)

Sumado a la revolución económica, existió un espíritu de revolución cultural y moral: los ateneos libertarios se convirtieron en lugares de encuentro y auténticos centros culturales de formación ideológica, en los cuales se organizaban: desde clases de alfabetización, a charlas sobre sanidad, excursiones al campo, bibliotecas de acceso público, representaciones teatrales, tertulias políticas o talleres de costura. Se fundaron numerosas escuelas racionalistas, que ampliaron la oferta ya existente en ateneos y centros sindicales, en las cuales se llevaban a cabo los postulados educativos de Ferrer y Guardia, Mella, Tolstoi o Montessori. Igualmente, en el terreno social algunas tradiciones eran consideradas como tipos de opresión, e igualmente la moral burguesa era vista como deshumanizante e individualista. Los principios anarquistas defienden la libertad consciente del individuo y el deber natural de solidaridad entre los seres humanos como herramienta innata de progreso de las sociedades. Así durante la revolución por ejemplo, a las mujeres se les permitió abortar en Cataluña, la idea del amor libre consensuado se hizo popular y hubo un auge del naturismo. De alguna manera, la liberación fue similar a la de los movimientos de la «Nueva Izquierda» de la década de 1960[cita requerida] con la diferencia que esta moralidad fue hegemónica, la siguiente máxima podía indicar lo vivido en este periodo: "La utopía libertaria se hizo realidad".

El orden público también varía sustancialmente, llegando prescindir de las fuerzas de orden público clásicas (Policía, Guardia Civil, Juzgados y ejército) suplantadas por las Patrullas de Control formadas por voluntarios, las milicias populares y las asambleas de barrio en las cuales se pretendían resolver los problemas que pudieran surgir. Las puertas de muchas prisiones fueron abiertas liberando a los presos entre los cuales había muchos políticos pero también delincuentes comunes, siendo algunas prisiones derribadas.

Pese a la situación de descomposición de facto del poder estatal, para el 2 de agosto el gobierno toma una de las primeras medidas al objeto de recuperar el control frente a la revolución, la creación de los Batallones de Voluntarios, embrión del Ejército Popular de la República. También promulgará algunos decretos, más simbólicos que reales, desbordado por el fenómeno revolucionario:

  • Decreto del Gobierno de la República del 18 de julio declarando cesantes a los militares que participen en el golpe.
  • Decreto declarando cesantes a los empleados del Gobierno que simpaticen con los golpistas del 25 de julio.
  • Decreto de intervención de la industria del Gobierno del 25 de julio.
  • Decreto de incautación de los ferrocarriles del Gobierno del 3 de agosto.
  • Decreto de intervención en los precios de venta de alimentación y ropa del Gobierno del 3 de agosto.
  • Decreto de incautación de fincas rústicas del Gobierno del 8 de agosto.
  • Decreto de clausura de instituciones religiosas del Gobierno del 13 de agosto.
  • Decreto de socialización y sindicalización de la economía del Gobierno autonómico catalán del 19 de agosto.
  • Decreto de creación de los Tribunales Populares del Gobierno del 23 de agosto.

Surgen también ya las primeras tensiones entre la estrategia de la CNT (y el conjunto del Movimiento anárquico) y la política del Partido Comunista y su extensión en Cataluña, el PSUC, y el 6 de agosto salen los miembros del PSUC del gobierno autonómico catalán por las presiones anarcosindicalistas.

Segunda fase de la Revolución (septiembre-noviembre de 1936): Primer Gobierno de la Victoria[editar]

Escudo del Consejo Regional de Defensa de Aragón

Tanto en esta etapa como en la anterior, las estructuras del Estado se limitan a legislar sobre una política de hechos consumados por la Revolución, aunque debido al crecimiento de la escalada bélica contra los militares sublevados, los sindicatos empiezan a ceder circunstancialmente el control de las columnas al Estado para la Defensa de Madrid de octubre-noviembre, que fue dirigida por un organismo semiindependiente, en el que estaban representados todos los partidos del Frente Popular además de los anarquistas, la Junta de Defensa de Madrid, luego llamada Junta Delegada de Defensa de Madrid. El inicio de todo este progresivamente mayor acuerdo y acercamiento entre los partidos del Frente Popular y los sindicatos se plasma en la formación del primer Gobierno de la Victoria (4 de septiembre) de Largo Caballero.

Entre las medidas destinadas a absorber o intentar legislar la actividad de los revolucionarios destacan:

  • Decreto de incautación de fincas de condenados por los Tribunales Populares del Gobierno del 17 de septiembre.
  • Decreto de creación de los Jurados de Urgencia del Gobierno del 10 de octubre.
  • Decreto de colectivizaciones y control obrero del Gobierno autonómico catalán del 22 de octubre.

A pesar de este aparente consentimiento a los revolucionarios, no interviene activamente en el desarrollo de la revolución y su principal objetivo será potenciar y fortalecer el Ejército como piedra base del Estado, a través de distintas medidas, entre las que destacan, aparte de los intentos reiterados de disolución de los Comités de Defensa y Comités de Guerra, los más radicales:

  • Constitución de la Milicia de Vigilancia de Retaguardia (16 de septiembre) con las que el gobierno controla a las milicias de retaguardia, hasta ese momento independientes.
  • Decreto de transvase voluntario de jefes y oficiales de las milicias populares al Ejército (28 de septiembre).
  • Decreto de aplicación del Código de Justicia militar a las milicias populares (29 de septiembre).

Cuando la guerra se empieza a prolongar, el espíritu de los primeros días de revolución afloja y comienza la fricción entre los muy diversos integrantes del Frente Popular, en parte debida a las políticas del Partido Comunista de España (PCE), las cuales eran establecidas desde el ministerio del exterior de la Unión Soviética estalinista,[26][27]​ la mayor fuente de ayuda extranjera a la República.

El PCE defendía la idea de que la Guerra Civil en desarrollo hacía necesario posponer la revolución social en curso (que se desató tras la derrota de los militares sublevados en varias ciudades) hasta que no se ganase la guerra, una vez derrotadas de las fuerzas del General Franco. El PCE abogaba por no enemistarse con las clases medias, las bases de los partidos republicanos, que podrían verse afectadas y perjudicadas por la revolución y volverse hacia el enemigo. En el Frente Popular en el gobierno desde las elecciones de febrero de 1936, se encontraban partidos como Izquierda Republicana, Unión Republicana o ERC, sustentados en el voto e intereses de la clase media (funcionarios, profesionales liberales, pequeños comerciantes y campesinos con tierra -sin llegar a ser terratenientes-).

Los anarquistas y los poumistas (comunistas de izquierda) estaban en desacuerdo con esta opinión, al entender que la guerra y la revolución eran lo mismo en el contexto español, una prolongación la una de la otra. Creían que la guerra era una prolongación de la lucha de clases, y que el proletariado había derrotado a los militares precisamente por este impulso revolucionario que traían desde hacía años y no por defender una república burguesa. Los sublevados representaban precisamente la clase a la que combatían estos revolucionarios: los grandes capitalistas, los terratenientes, la Iglesia, la Guardia Civil y el ejército colonial.

A las milicias de los partidos y grupos que se situaron en contra de la posición del gobierno del Frente Popular pronto se les obstaculizó la ayuda y recursos, viendo así éstos reducida su capacidad de actuación, a causa de lo cual en la mayoría de las áreas republicanas comenzaron lentamente a revertirse los recientes cambios realizados. Durante este período algunas estructuras revolucionarias aprueban nuevos programas de acción que los subordinan al Gobierno, lo que da lugar a la disolución o inicio de absorción, apropiación e intervención de las estructuras revolucionarias por parte del gobierno estatal republicano.

Una excepción la constituirá la consolidación del proceso colectivista en Aragón, a donde llegarán miles de milicianos libertarios de Valencia y Cataluña, y en donde ya antes del inicio de la Guerra Civil existía la más importante base obrera anarcosindicalista afiliada a la CNT de toda España. La asamblea convocada en Bujaraloz en las semanas finales de septiembre de 1936 por el Comité Regional de la CNT de Aragón, con delegaciones de los pueblos y las columnas confederales, siguiendo las directivas propuestas del 15 de septiembre de 1936 en Madrid por el Pleno Nacional de Regionales de la CNT, de proponer a todos los sectores políticos y sindicales la formación de Consejos Regionales de Defensa vinculados federativamente a un Consejo Nacional de Defensa que haría las funciones del gobierno central, acuerda la creación del Consejo Regional de Defensa de Aragón, que celebra su primera asamblea el 15 de octubre del mismo año.[28]

A pesar de ello, el 26 de septiembre los sectores más radicales y anarquistas (CNT-FAI) de Cataluña, finalmente dominados por los posibilistas, inician una política de colaboración con el Estado, integrándose en el gobierno autonómico de la Generalidad de Cataluña, que renace frente al Comité Central de Milicias Antifascistas de Cataluña, autodisuelto el 1 de octubre. Por otra parte el Consejo Regional de Defensa de Aragón es legalizado y regulado el 6 de octubre por decreto (aunque puede decirse que este se mantuvo siempre "al margen de la legalidad republicana", siendo ésta quien lo aceptará). También se regulará el propuesto Consejo Nacional de Defensa, abortando su desarrollo. Frente a esta aparente tolerancia, un decreto de la Generalidad ilegaliza el 9 de octubre todos los Comités locales en Cataluña, sustituyéndolos formalmente por Consejos Municipales del FPA. Todas estas concesiones a las instituciones fueron considerados por algunos como una traición a los principios clásicos del anarquismo, y coartada para recibir duras críticas por parte de compañeros, debates y reflexiones que marcarían el devenir de la Revolución.[f]​ El 2 de noviembre el Comité Ejecutivo Popular de Valencia aprueba un nuevo programa de acción que le subordina a la política del Gobierno de la República.

Tercera fase de la Revolución (noviembre de 1936-enero de 1937): Segundo Gobierno de la Victoria[editar]

El 3 de noviembre se integran como ministros Juan García Oliver, Juan López Sánchez, Federica Montseny y Juan Peiró, miembros destacados de la CNT. Esta decisión, ante la que se levantaban serios obstáculos tanto entre la CNT-FAI como en el gobierno, estuvo motivada por varias razones: por parte del gobierno la necesidad de compartir la responsabilidad y vincular a la central anarquista a las decisiones,[30]​ la necesidad de imprimir mayor autoridad a sus decisiones y la sospecha de que si el gobierno abandonaba Madrid, como ya se planeaba, establecerían una administración diferente y autónoma.[31]

Durante este mes, la Columna de Hierro decide tomar brevemente Valencia, en protesta por la escasez de aprovisionamientos que le proporciona el Comité Ejecutivo Popular, en manos de los posibilistas, produciéndose posteriormente enfrentamientos por las calles de la ciudad entre milicias libertarias y grupos comunistas, con un saldo de más de 30 muertos.

El día 14 de noviembre, la Columna Durruti llega a Madrid, después de ceder ante la presión de los posibilistas, que exigen la colaboración con el Estado. El 20 de noviembre muere en extrañas circunstancias Buenaventura Durruti combatiendo en la batalla de Madrid, a donde había llegado con más de mil milicianos desde el Frente de Aragón.

El 17 de diciembre el diario soviético Pravda de Moscú publica un editorial donde se lee: «Ya ha comenzado en Cataluña la depuración de trotskistas y anarcosindicalistas; se ha llevado a cabo con la misma energía que en la Unión Soviética».[32]​ La liquidación realizada por los comunistas fieles a Stalin de numerosos antifascistas y de colectivizaciones y otras estructuras surgidas espontáneamente desde abajo en consonancia con la Revolución que no se sometiesen a las directrices de Moscú ya había empezado.

Por su lado, otra de las estructuras radicales, el Comité de Guerra de Gijón es trasformado por decreto del 23 de diciembre en el Consejo Interprovincial de Asturias y León, regulado por las autoridades gubernamentales de la República y más moderado en sus políticas, al tiempo que reconoce oficialmente la formación del Comité de Defensa Nacional. El 8 de enero de 1937 se disuelve el Comité Ejecutivo Popular de Valencia.

Durante esta etapa el Gobierno pasa a controlar definitivamente las milicias populares anarquistas, disolviéndolas para que se integren obligatoriamente en el Ejército Popular, estructurado y jerarquizado bajo mando de oficiales profesionales. La revolución no sobrevivirá como poder independiente tras el segundo gobierno de Largo Caballero.

El fin de la revolución (enero de 1937-mayo de 1937)[editar]

El 27 de febrero de 1937, el gobierno prohíbe el periódico de la FAI, Nosotros (iniciando así el período durante el que la mayor parte de las publicaciones críticas con el gobierno pasan a sufrir censura), al día siguiente prohíbe a los policías pertenecer a partidos políticos o sindicatos, medida adoptada por el gobierno autonómico catalán el 2 de marzo. El 12 del mismo mes, la Generalidad aprueba una orden exigiendo la entrega de todas las armas largas y materias explosivas a los grupos que no estén militarizados. Empiezan más enfrentamientos entre los sectores del FPA, y el día 27 se produce la dimisión de los consejeros anarquistas del gobierno autónomo catalán. Durante el mes de marzo se completará la militarización de las milicias, transvasadas a un Ejército regular y sujetas a los regímenes de disciplina y jerarquía de éste, contra lo que se alzarán muchas voces del anarquismo.

El 17 de abril, al día siguiente de que los ministros de la CNT volvieran a la Generalidad, una fuerza de carabineros en Puigcerdá pide a las patrullas obreras de la CNT que les entreguen el control de las aduanas de la frontera con Francia; en simultáneo la Guardia Civil y de Asalto es enviada a Figueras y otras localidades por toda la provincia de Gerona a quitarles a las organizaciones obreras el control de la policía, disolviendo el Consejo de la Cerdaña, uno de los más autónomos. Simultáneamente, en Barcelona, la Guardia de Asalto procede a desarmar a los obreros a la vista del público, en las calles.

Durante el mes de mayo se agudizan los enfrentamientos entre los partidarios de la revolución y los contrarios a ella. El 13 de ese mes de 1937, tras los sucesos de las Jornadas de Mayo de Barcelona, los dos ministros comunistas, Jesús Hernández y Vicente Uribe, proponen al Gobierno que se castigue a la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) y el Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM), iniciándose en la práctica la represión contra este último partido. El 16 de mayo dimite Largo Caballero, a lo que sigue la formación del gobierno del socialista Juan Negrín (aparentemente un hombre de Prieto) pero sin apoyo de anarquistas ni de revolucionarios.

Sucesos posteriores relacionados[editar]

El día 25 queda excluida la FAI de los Tribunales Populares. El 8 de junio de 1937, el gobierno (trasladado a Valencia), lanza un decreto por el que ilegalizaba temporalmente las colectividades rurales que aún no habían sido disueltas. El 14 de junio, se forma un nuevo gobierno de la Generalidad, también sin los anarquistas y los revolucionarios. El 15 es ilegalizado el POUM y su comité ejecutivo es detenido. El 16 se disuelve la 29.ª División (Ex División Lenin, del POUM).

En agosto, se prohíbe por medio de una circular del gobierno las críticas a la URSS.[cita requerida] En este mes también el gobierno central dispone la disolución del Consejo de Defensa de Aragón, prácticamente el último órgano de poder revolucionario que quedaba, el cual es ocupado militarmente por tropas del Ejército republicano el día 10. Joaquín Ascaso, su presidente, es detenido. Asimismo, la undécima división comunista arremete contra diversos comités del pueblo aragoneses y disuelve la producción agrícola colectiva, que poco después se reorganiza en muchos casos. El día 7, el gobierno reautoriza el culto religioso en privado, una de sus muchas medidas intentando restablecer el poder del Gobierno en la zona republicana, al tiempo que en Barcelona se producen manifestaciones contra la suspensión de la publicación anarcosindicalista Solidaridad Obrera, disueltas con gran violencia. El día 16 se prohíben en Barcelona los mítines políticos. El 26 del mismo mes, el Consejo asturiano se proclama Consejo Soberano de Asturias y León, ente soberano e independiente de la República.

El 21 de octubre, se produce una manifestación de la CNT y de los militantes socialistas ante la prisión de San Miguel de los Reyes de Valencia, amenazando con echar las puertas abajo si no se liberaba a los presos. El 12 de noviembre, la CNT se retira de los comités del FPA.

El 6 de enero de 1938, el Gobierno publica un decreto por el que se prohíbe toda nueva emisión de billetes y monedas de comités, ayuntamientos, corporaciones, etc. y se da un plazo de un mes para que sean retirados de la circulación, intentando acabar con los últimos restos de la Revolución. Durante ese año regresan muchos de los grandes terratenientes y exigen la devolución de sus bienes.[cita requerida] La colectivización es anulada progresivamente pese a la gran oposición popular que suponía.

Milicias[editar]

Los sindicatos CNT y UGT convocan una huelga general del 19 al 23 de julio como respuesta tanto a la sublevación militar como a la aparente apatía del Estado frente al mismo. Pese a que ya existían antecedentes puntuales en días anteriores de distribución de armas entre sectores civiles, es durante la Huelga General cuando grupos de sindicalistas vinculados a los sindicatos convocantes y a grupos menores, asaltan muchos de los depósitos de armas de las fuerzas del orden, independientemente de que estén sublevados contra el Gobierno o no.

Notas[editar]

  1. CÓDIGO DE NOTA AL PIE[1]
  2. Aun así, en muchos casos permaneció el ayuntamiento, aunque únicamente de manera nominal.[2]
  3. Los nombres eran variados primando: "comité", "consejo" o "junta".[4]
  4. Entre las industrias que pasaron a manos obreras se pueden citar:
  5. La decisión se tomó en un pleno regional en el que todas las federaciones y sindicatos excepto la del Bajo Llobregat estuvieron de acuerdo con la colaboración.[11]
  6. Federica Montseny, conocida oradora y militante de la CNT, entró en el gobierno y terminó siendo abucheada por sus propios compañeros en uno de sus mítines. [29]


Referencias[editar]

  1. Gómez Casas, 1977, p. 115.
  2. Bernecker, 1980, p. 404.
  3. Bernecker, 1980, p. 405.
  4. Bernecker, 1980, p. 407.
  5. Bolloten, 19, p. 100.
  6. Thomas, 19, p. 322.
  7. Castells Duran, 1994, p. 30.
  8. M. Lorenzo, 1972, p. 160.
  9. Fraser, 19, p. 330.
  10. Fraser, 19, p. 329.
  11. Brademas, 19, p. 175.
  12. Brademas, 1974, pp. 174-175.
  13. Bernecker, 1980, p. 389.
  14. Peirats, 1971, p. 161.
  15. Paz, 2004, p. 539.
  16. Casanova, 2006, p. 97.
  17. Bernecker, 1980, p. 251.
  18. Bolloten, 1980, p. 307.
  19. Casanova, 2006, p. 129.
  20. Bolloten, 1980, p. 298.
  21. Bolloten, 1980, p. 149.
  22. Bolloten, 1980, p. 146.
  23. Bolloten, 1980, pp. 298-300.
  24. Brademas, 19, pp. 179-180.
  25. Andreassi, 1996, p. 86.
  26. Lluís Perarnau. España traicionada Stalin y la Guerra Civil. [1]
  27. Juan Manuel Vera. Estalinismo y antiestalinismo en España [2]
  28. Peirats, 1971, p. 211.
  29. Ferrán Gallego, 2017, p. 367.
  30. Bolloten, 1980, p. 274.
  31. Bolloten, 1980, pp. 280-281.
  32. Enzensberger, 2006.