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Portal:Carlismo/Selected article archive/febrero

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La batalla de Lácar o sorpresa de Lácar fue una batalla que tuvo lugar durante la tercera guerra carlista. Teniendo los liberales tomado el pueblo de Lácar y otras localidades vecinas en el valle de Yerri (Navarra) la tarde del 3 de febrero de 1875 los carlistas asaltaron el pueblo por sorpresa, capitaneados por el propio pretendiente Don Carlos.

Se generó un desastre total en el ejército liberal, en el que se contaron más de 1.000 bajas. Alfonso XII, muy joven todavía, tuvo que abandonar rápidamente el lugar de la contienda, donde se hallaba en esas fechas, pues estuvo a punto de ser capturado por las tropas carlistas.

Lácar lleva celebrando desde hace unos años un encuentro cultural haciendo referencia a éste y otros episodios ocurridos durante las Guerras Carlistas, en el siglo XIX; en concreto el 10 de junio se celebra en Lácar una representación teatralizada de la batalla de Lácar, ocurrida el 3 de febrero de 1875.

Don Carlos acudió personalmente para tomar el mando del ejército navarro, pasando revista el 29 de enero a todas las fortificaciones desde Obanos hasta Añorbe, tal como afirma el historiador liberal Antonio Pirala.

Según el príncipe de Valori, el pretendiente fortificaba después de algún tiempo el Carrascal. Los soldados habían dejado sus fusiles. Abrían trincheras y elevaban parapetos. Las fortificaciones del Carrascal tenían por objeto bloquear Pamplona y obligar al enemigo a acudir en su ayuda. El cuartel general estaba en Puente la Reina, pero Don Carlos inspeccionaba continuamente las líneas. Iba escoltado por generales y por oficiales de su Estado Mayor y del Cuerpo de Ingenieros. Hacía tres años que sostenía la campaña, pero siempre discreto y modesto, no obraba sin previo consejo de los expertos capitanes de la guerra de los siete años. La operación parecía razonada en sí misma; pero hubieran sido precisas mayores fuerzas para cubrir una línea tan extensa. Así es que cuando dirigía una mirada sobre la línea fortificada, no se cansaba de repetir:

Dudo que el enemigo sea tan cándido que venga a atacarnos. Temo que envuelva nuestras posiciones.

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