Coyllur

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Coyllur o Coillur (en quechua: Quyllur, o Qoyllur) es la diosa de la estrellas dentro de la mitología incaica, asociada con el dominio del firmamento nocturno y la influencia divina sobre el cosmos. su conceptualización se basa en el profundo respeto y comprensión que los incas tenían hacia el mundo celestial y su importancia en su cosmovisión. Con relación a las estrellas, los incas concibieron un cielo poblado de vida, animales, o lo cotidiano, es decir el reflejo de la vida en el espacio.

Coyllur es concebida como una figura divina femenina, dotada de belleza y poder celestial. Se le atribuyen cualidades de sabiduría, protección y guía espiritual, ejerciendo su influencia sobre los seres humanos y la naturaleza a través de la luz y el misterio de las estrellas. Se la imagina como una presencia benévola que vela por el bienestar y la armonía del universo, guiando a los incas en su conexión con lo divino y en su comprensión del tiempo y el espacio.

Los incas descubrieron constelaciones a las que la asemejaron a los animales y figuras de su entorno. Estas son: Mach’acuay (la serpiente), Hanp’atu (el sapo), Yutu (la perdiz), Urcuchillay (la llama), Atoq (el zorro) y la Chakana (la cruz del sur).

Etimología[editar]

Coyllur, cuyo nombre en quechua significa "estrella", es una deidad dentro de la mitología incaica, para los incas, las estrellas brillantes en el cielo nocturno; se les atribuía un profundo significado espiritual y práctico en la vida cotidiana de la sociedad incaica.

Cultos[editar]

Veneración y Culto[editar]

Los incas honraban a Coyllur a través de ceremonias rituales y ofrendas dedicadas a las estrellas y el cielo nocturno. Se cree que la adoración de Coyllur estaba estrechamente vinculada con la observación astronómica, la navegación y la agricultura, ya que su influencia se manifestaba en la orientación de los viajeros, la marcación del tiempo y las estaciones, y la fertilidad de la tierra. Los templos y santuarios dedicados a Coyllur servían como lugares sagrados de contemplación y conexión espiritual con el cosmos.

Los incas practicaban la astrología y creían que los movimientos de las estrellas y los astros podían influir en los acontecimientos terrenales. Observaban el cielo en busca de señales y presagios de eventos futuros, tanto positivos como negativos, y utilizaban esta información para tomar decisiones importantes en áreas como la agricultura, la guerra y la política.

Coyllur simboliza la búsqueda de significado y trascendencia en la contemplación del firmamento, y su legado perdura como un recordatorio del profundo respeto de los incas hacia la naturaleza y el cosmos.

Importancia antigua de Coyllur[editar]

Las estrellas eran adoradas y veneradas por los incas como representaciones de lo divino.

Las construcciones incas, especialmente las estructuras ceremoniales y religiosas, estaban estrechamente vinculadas con la astronomía y el movimiento de las estrellas.Además, se han encontrado evidencias de que los incas utilizaban marcadores astronómicos, como piedras talladas y estructuras de observación, para seguir y registrar el movimiento de los astros a lo largo del año. Estos marcadores podrían haber sido utilizados para determinar fechas importantes en el calendario religioso, así como para predecir eventos climáticos y agrícolas.

Los incas construyeron numerosos templos, santuarios y observatorios astronómicos en todo su imperio, muchos de los cuales estaban alineados de manera precisa con eventos astronómicos importantes, como los solsticios y equinoccios. Por ejemplo, el Templo del Sol en la ciudad de Machu Picchu está alineado con la salida del sol en el solsticio de invierno, lo que sugiere que tenía un significado ceremonial y astronómico.

Astrología y augurios[editar]

Las estrellas también desempeñaban un papel crucial en el calendario religioso y festivo de los incas. Muchas festividades y ceremonias religiosas estaban vinculadas a eventos astronómicos, como el solsticio de invierno o la aparición de ciertas constelaciones en el cielo. La observación de las estrellas les permitía a los incas marcar el tiempo y celebrar festividades en honor a sus dioses.

Las estrellas eran importantes para la navegación y la orientación en el vasto territorio del Imperio Incaico. Los incas utilizaban la posición de las estrellas en el cielo nocturno para guiarse en sus desplazamientos por tierra y para identificar rutas seguras a través de las montañas y valles.

Los incas practicaban la astrología y creían que los movimientos de los astros y las estrellas podían influir en los acontecimientos terrenales. Observaban los patrones en el cielo y los interpretaban como augurios y presagios de eventos futuros, tanto positivos como negativos.

Eventos mitológicos[editar]

Según la mitología incaica, Coyllur, la diosa de las estrellas, surgió durante la segunda era (pachacuti) de Wiracocha, el dios creador supremo. Se cuenta que en aquel momento, Wiracocha, con su manto de luz, recorría el vasto firmamento oscuro de la tierra, infundiendo vida y energía a todas las criaturas que habitaban en el cosmos.

Mientras Wiracocha iluminaba el cielo con su resplandor divino, una estrella particularmente brillante capturó su atención. Esta estrella destellaba con un fulgor único y emanaba una energía especial que resonaba en todo el universo. Admirado por su belleza y poder, Wiracocha decidió otorgarle vida y conciencia, convirtiéndola en la diosa Coyllur, la guardiana de las estrellas y la luz nocturna., Coyllur recibió el don de la inmortalidad y la capacidad de influir en los destinos de los mortales a través de las estrellas. Se dice que cada noche, mientras el mundo dormía, Coyllur recorría el cielo nocturno, tejiendo historias de esperanza y luz en el lienzo estrellado. Tuvo una hija llamada Chaska Coyllur, cuyo nombre en quechua significa "estrella hermosa". Chaska Coyllur era la personificación de la belleza celestial y su gracia, Se decía que su luz brillaba con una intensidad especial durante los momentos de gran importancia en la vida de los incas, como el nacimiento de un nuevo gobernante o el inicio de una cosecha abundante.