Cizalladura

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Los cirros a gran altitud muestran el efecto de la cizalladura del viento.
Nubes undulatus del género cirrocumulus y altocumulus causados por cizalladura superior

La cizalladura o cortante del viento es la diferencia en la velocidad del viento o su dirección entre dos puntos en la atmósfera terrestre. Dependiendo de si los dos puntos están a diferentes altitudes o en diferentes localizaciones geográficas, la cizalladura puede ser vertical u horizontal.

La cizalladura del viento puede afectar a la velocidad de vuelo de un avión durante el despegue y el aterrizaje de forma desastrosa. Ahí se puede observar una explicación respecto a la cizalladura vertical: gradiente del viento. También es un factor dominante que determina la severidad de las tormentas. Una amenaza adicional son las turbulencias asociadas frecuentemente con la cizalladura. También influye sobre el desarrollo de los ciclones tropicales.

Las situaciones atmosféricas en las que se observa cizalladura son:

  • Frentes y sistemas frontales: Se observa cizalladura de importancia cuando la diferencia de temperatura a lo largo del frente es de 5 °C o más, y se mueve a 15 nudos o más rápido. Dado que los frentes son un fenómeno de tres dimensiones, la cizalladura frontal puede observarse a cualquier altura entre la superficie y la tropopausa.
  • Obstáculos para el flujo: Cuando el viento sopla desde la dirección de las montañas, se observa cizalladura vertical en la ladera.
  • Inversiones térmicas: Cuando en una noche despejada y tranquila, se forma una inversión en la radiación cerca de superficie, la fricción no afecta al viento por encima de la misma. El cambio en el viento puede ser de 90 grados en dirección y 40 nudos en velocidad. Incluso se puede observar una corriente de bajo nivel nocturna. Las diferencias de densidad pueden causar problemas adicionales para la aviación.

Véase también[editar]

  • Seguridad aérea. Entre 1964 y 1985, la cizalladura del viento causó directamente o contribuyó en 26 accidentes aéreos de transportes civiles en Estados Unidos, que produjeron 620 muertes y 200 afectados. De estos accidentes, 15 ocurrieron durante el despegue, 3 durante el vuelo, y 8 durante el aterrizaje. Desde 1995, el número de accidentes aéreos por cizalladura ha caído a aproximadamente 1 cada 10 años, gracias a la detección en la propia nave y a los radares Doppler en superficie.