Umiña

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Ilustración artística de aborigen manteña llevando una esmeralda representativa de la diosa Umiña

La diosa Umiña es un personaje de leyenda de la creencia popular ecuatoriana. Era considerada la diosa de la salud de la cultura manteña que se desarrolló en la costa ecuatoriana entre los años 500 a. C. - 1500 d. C.[1]

Mito[editar]

Se dice que Umiña era la princesa de la región ocupada por la confederación de tribus manteñas, hija del cacique Tohalli. De ojos color verde esmeralda, fue reconocida en vida, entre pueblos vecinos de aliados y enemigos, como una diosa por su singular belleza.[2]​ Las fuentes, por antiguas, han llegado a nuestros días con alteraciones. Una de ellas afirma que Umiña fue asesinada brutalmente, pero antes de ser enterrada junto a sus padres le extrajeron su corazón, de donde se obtuvo una esmeralda. Otra versión de la leyenda cuenta que Umiña se sacrificó a sí misma con el propósito de ser ofrenda para la deidad de la abundancia. Frente a los sacerdotes del pueblo manteño, víctima de una sequía que imaginaban interminable, se abrió el pecho en el templo, donde hoy se erige la Iglesia de la Merced. En lugar de sangre de su herida brotaron mariposas, y en donde debía estar un corazón la diosa trascendió en una joya tan preciosa que se consideró divina. Sea cual sea su origen, lo cierto es que esta joya existió cuando los españoles llegaron a la zona, mismos que la describen tan grande como el huevo de un avestruz.

A esta esmeralda el pueblo manteño empezó a rendirle culto, construyendo templos en su honor. Pero su paradero actual es otra leyenda.[3]

Culto[editar]

En los territorios que hoy comprende la ciudad de Manta (antes Jocai, "Sitio de peces"), Umiña, la esmeralda/diosa era custodiada en su santuario principal. Un sacerdote administraba las ofrendas del pueblo y los pueblos bajo el yugo del cacique admiraban como divina la joya. El sacerdote usualmente frotaba con esta a los enfermos en las áreas con dolor. Pronto la deidad fue conocida como la diosa de la salud. Su importancia y alcance fue tal, que tenía varios templos erigidos a su nombre, por ejemplo el templo en la Isla de Santa Clara, sobre la cual llenaban de ofrendas en su honor.[1]

El lugar exacto sobre donde reposaba la esmeralda ha sido objeto de controversia. Lo más seguro es que la misma haya servido políticamente para legitimar el poderío del cacicazgo. De ser así, no se puede descartar la posibilidad de que haya sido movida y custodiada durante el poderío del imperio manteño. Por los registros de los cronistas se sabe que los templos dedicados a ella eran tres: Manta, Montecristi y Cerro de Hoja. Dos de ellos son hoy símbolos de la religión católica: la Iglesia de la Virgen de Monserrate y la Iglesia de la Merced.[4]

Referencias[editar]

  1. a b «Dioses de la salud». Diario El Universo. Grupo El Universo. 13 de abril de 2008. Consultado el 28 de noviembre de 2015. 
  2. Pino Roca, José Gabriel (1930). Leyendas, tradiciones y páginas de la historia de Guayaquil (Cuarta edición, 1997 edición). Guayaquil: Grupo El Universo. pp. 60-63. 
  3. «La Diosa Umiña, identidad viviente del pueblo de Jocay». Página web de la organización Ballenita Sí. Consultado el 28 de noviembre de 2015. 
  4. «La "Diosa Umiña" tenía un santuario cerca de los cerros». El Diario. Medios Ediasa. 25 de agosto de 2014. Consultado el 28 de noviembre de 2015.