Segundo sitio del Callao

Segundo sitio del Callao
Independencia del Perú
Parte de Campañas del Sur

Plano de la Plaza del Callao que representa la posición y trabajos del Ejército sitiador y el de su escuadra bloqueadora por fin del sitio que terminó en 23 de enero de 1826.
Fecha 5 de febrero de 1824-23 de enero de 1826 (718 días)
Lugar Callao, Perú
Coordenadas 12°02′00″S 77°08′00″O / -12.033333333333, -77.133333333333
Resultado Victoria independentista
Consecuencias Capitulación y entrega de la plaza. Fin de la guerra de independencia peruana.
Beligerantes
Bandera de Perú Perú
Bandera de la Gran Colombia Gran Colombia
Bandera de Chile Chile
Bandera de España Imperio español
Comandantes
Ejército en tierra:
Bandera de la Gran Colombia Bartolomé Salom
Escuadra bloqueadora:
Bandera de Perú Martín Guisse
Bandera de Chile Manuel Blanco Encalada
Bandera de la Gran Colombia Juan Illingworth Hunt
Bandera de España Ramón Rodil Rendición
Bandera de España Isidro Alaix Rendición
Fuerzas en combate
Ejército Unido de la Costa: 4.700 soldados[1]​ (la mitad grancolombianos)[2][3]
Fuerza naval: 1 bergantín goleta, 2 fragatas, 2 corbetas, 3 bergantines, 3 lanchas cañoneras, 171 cañones y 914 tripulantes[4]
División del Callao del Ejército Real del Perú:[5]
2.200[6]​ -2.280[7][8]​ regulares (530 soldados pasados del Regimiento Río de la Plata)[9]​ y 800[10]​ -1.000[11]​ milicianos
Total: 2.000[12]​ -4.000[13]​ marinos, soldados, milicianos y artilleros
(3.003 hombres según partes españoles)[14]
Bajas
177 muertos y heridos en combate[15][16]
Más de 2.500 soldados muertos, heridos o prisioneros en los combates fuera de la fortaleza[17]
Varios cientos de muertos por epidemia[18]
767[19]​ -785[14]​ soldados muertos en combate
1.312 soldados muertos por epidemia[14][20]
38 desertores[14]
870 rendidos[14]
José Bernardo de Tagle y 8.000 habitantes de Lima refugiados en la fortaleza,[21]​ asilados o partidarios de la monarquía española, fallecieron en el asedio víctimas de la hambruna o las enfermedades, de ellos 6.000 por escorbuto.[22][23][24][25]

El Segundo sitio del Callao fue el asedio más prolongado ocurrido en la costa del Océano Pacífico durante las guerras de independencia hispanoamericana. El asedio lo tendieron las fuerzas independentistas combinadas grancolombianas, chilenas y peruanas contra los soldados realistas que defendían la Fortaleza del Real Felipe del puerto del Callao, quienes se negaron a rendirse, y rechazaron acogerse a la capitulación de la Batalla de Ayacucho, aunque los defensores desconocían que por una cláusula secreta no estaban incluidos en dicha capitulación, por lo que sitiados habían quedado en entera responsabilidad de proceder según alcanzaran su lealtad a España.

En el sitio, que dio comienzo antes de las campañas de Junín y Ayacucho, desde la recaptura de la fortaleza el 5 de febrero de 1824, se prolongó hasta su capitulación el 23 de enero de 1826, y se llegaron a disparar desde la fortaleza por los defensores 9.533 balas de cañón, 454 bombas, 908 granadas, y 34 713 tiros. Los sitiadores independentistas al mando del general venezolano Bartolomé Salom dispararon 20 327 balas de cañón, 317 bombas e incontables balas. A esto se suma el bloqueo naval de las flotas combinadas de Perú (fragata Prueba, corbeta Limeña y los bergantines Congreso y Macedonia), Chile (fragata O'Higgins y bergantín Moctezuma) y Gran Colombia (corbeta Pichincha y bergantín Chimborazo), comandadas en su conjunto, en diferentes momentos, por el contralmirante Martín Guisse (Perú), el almirante Manuel Blanco Encalada (Chile) y el almirante general Juan Illingworth Hunt (Gran Colombia). El asedio marítimo y terrestre del Callao continuó hasta enero de 1826, siendo finalmente derrotadas las fuerzas realistas.

Antecedentes[editar]

Durante la guerra de Independencia del Perú, en julio de 1821 el virrey José de la Serna evacuó Lima con las tropas del Ejército Real del Perú que seguían bajo su mando y así las tropas dirigidas por el general José de San Martín ocupaban días después la ciudad de Lima proclamando allí la independencia del Perú.[26]​ Como consecuencia de ello, el 21 de septiembre del mismo año las tropas de la Expedición Libertadora del Perú ocuparon también la Fortaleza del Real Felipe, dominando el estratégico puerto del Callao.

Cuando José de San Martín se retiró del Perú en septiembre de 1822 tras la Entrevista de Guayaquil sostenida con Simón Bolívar, dejó como guarnición en El Callao a un grupo de casi 1.500 soldados, muchos de ellos veteranos argentinos del Ejército de los Andes, junto con compañías formadas por antiguos esclavos reclutados en Perú, y artilleros de Chile. La situación de estas tropas se hizo precaria en los meses siguientes, por las luchas políticas entre los líderes del Perú independiente, por los resultados adversos en la campaña militar contra el Ejército Realista, y por la grave escasez de alimentos y vestuario indispensable para la tropa.

Sublevación del Callao[editar]

El 18 de junio de 1823 el general español José de Canterac se apoderó de Lima al frente de numerosos soldados realistas, y permaneció hasta el 16 de julio en la ciudad.[27]​ Cuando las tropas independentistas, ahora dirigidas desde Trujillo por Simón Bolívar, recuperaron Lima, en el Callao quedaron 2.000 soldados del bando patriota. No obstante, las malas condiciones en que se hallaba esta guarnición no experimentaron mejora alguna, y hubo varias instigaciones sediciosas hacia las tropas del Callao para pasarlas al bando realista. Tales maniobras fueron dirigidas por José Bernardo de Tagle el Marqués de Torre Tagle, líder independentista peruano que perdió su condición de presidente por la llegada de Bolívar; como resultado de ello estalló la Sublevación del Callao el 5 de febrero de 1824. Algunos soldados rasos intentaron contener la revuelta pero fueron rápidamente reducidos y ejecutados.

Tras el motín, la mayoría de soldados independentistas acuartelados en la Fortaleza del Real Felipe del Callao cambiaron de bando y se plegaron al Ejército Realista, ante ello las tropas aún leales al gobierno peruano evacuaron Lima por la gravedad de la situación. Fuerzas realistas dirigidas por el general español Monet entraron en Lima casi sin resistencia el 25 de febrero, tras la retirada de las tropas patriotas, designando como jefe de la guarnición del Callao al brigadier José Ramón Rodil.

Las campañas militares de 1824 resultaron ampliamente favorables a las tropas independentistas que ahora contaban con refuerzos de la Gran Colombia, mientras que la revuelta de Pedro Antonio Olañeta en el Alto Perú, junto con la escasez de suministros y la falta de refuerzos desde España, aumentaba las dificultades en el bando realista para proseguir la guerra. Tras el triunfo del Ejército Libertador en la Batalla de Junín en agosto de 1824, la situación de los realistas se vio más perjudicada; a inicios de diciembre de 1824 los soldados realistas aún acantonados en Lima se retiraron a la sierra, sólo para abandonar la lucha poco después al conocer el resultado de la Batalla de Ayacucho librada el día 9 de diciembre, con la consiguiente capitulación del propio virrey José de La Serna.

Fuerzas enfrentadas[editar]

Orden de batalla
Patriotas Realistas
Ejército Unido Libertador del Perú

Comandante en Jefe

jefe de Estado Mayor

  • General Miguel Figueredo, División de Colombia
  • Batallón Araure, teniente coronel Pedro Izquierdo
  • Batallón Caracas, teniente coronel Joaquín Barrera
  • Escuadrón Lanceros de Venezuela, teniente coronel Manuel Álvarez

División del Perú

  • Regimiento Nro. 3 del Perú, 2 batallones, Coronel Francisco Vidal
  • Regimiento Dragones de la República, coronel Francisco Aldao
  • Escuadrón de Voluntarios, teniente coronel, Alejandro Huavique
  • Brigada de Artillería, teniente coronel, Manuel Larenas

Total de tropas independentistas 3.000[2]​ hombres al inicio del sitio, 4.700 tras el arribo de refuerzos.[1]

Flota Bloqueadora[4]
Comandante de la Escuadra Bloqueadora

Marina de Guerra del Perú

  • Fragata Prueba
  • Corbeta Limeña
  • Bergantín Congreso
  • Bergantín Macedonia

Armada de la Gran Colombia

  • Corbeta Pichincha
  • Bergantín Chimborazo

Armada de Chile[28]

  • Fragata O'Higgins (ex María Isabel)
  • Bergantín-goleta Moctezuma

3 lanchas cañoneras capturadas durante el 6 de enero de 1825 en el puerto; 914 tripulantes y 171 cañones, cuyo calibre varía de 24 a 8

División del Callao del Ejército Real del Perú

Comandante en Jefe

Jefe de Estado Mayor

Unidades
Cuerpos de Línea:

  • Batallón Segundo Infante don Carlos (antiguo Regimiento Real de Lima), 1000 plazas, teniente coronel Pedro Aznar
  • Batallón Arequipa, 1000 plazas, teniente coronel Luis Labraque

Artillería

  • Artillería Pesada, 220 plazas, teniente coronel Francisco Duro
  • Artillería Volante, 80 plazas, capitán Pedro Zavala

Total tropas de línea: 2.280 plazas[29]

Cuerpos de Milicia creados durante el sitio:

  • Batallón de Obreros
  • Guerrillas de Lima y Chancay

Con las guerrillas y milicias movilizadas entre la población del Callao se puede alcanzar un total de 2800[11]​ a 3.000[29]
combatientes.

El asedio[editar]

Plano de la fortaleza del Real Felipe.

Poco después de la última evacuación de Lima por las tropas del Ejército Realista, los soldados independentistas recuperaron definitivamente la capital peruana, entrando Bolívar en ella y motivando un masivo éxodo hacia el Callao de quienes mantenían su lealtad hacia la corona española, ya fuese por sincera convicción, por defensa de sus intereses, o por posteriores pleitos con los líderes del joven Perú independiente, fugando como refugiados diversos españoles, criollos o mestizos. El caraqueño declaraba el inicio del segundo asedio el día 5 de diciembre.

El Callao pronto estuvo poblado por más de 8.000 refugiados, la mitad de ellos combatientes realistas dirigidos por José Ramón Rodil.[30]​ Pese a ser informado en enero de 1825 sobre la Capitulación de Ayacucho y sus términos, este jefe español rechazó la propuesta de rendición y se obstinó en defender el Callao, esperando en algún momento recibir refuerzos bélicos desde España que jamás llegaron.

Para quebrar la resistencia realista, el Ejército Libertador, formado por grancolombianos y peruanos en su mayor parte, al mando del general venezolano Bartolomé Salom, estableció su campamento en Bellavista y procedió a cercar el recinto fortificado del Callao, bombardeando el puerto constantemente durante meses con fuego de artillería pesada. Desde el mar los buques del bando independentista, al mando del almirante chileno Manuel Blanco Encalada[31]​ y compuesta por las flotas combinadas de Chile, Gran Colombia y Perú también atacaron sin pausa el reducto realista con sus cañones, pero los defensores contaban con la Fortaleza del Real Felipe, un bastión artillado para rechazar ataques por mar y que había sido pieza clave del sistema defensivo de España para sus colonias en el océano Pacífico, en tanto el recinto amurallado de la Fortaleza también dificultaba un asalto frontal desde tierra, todo lo cual junto a la voluntad inquebrantable de sus defensores hizo un cerco difícil y prolongado.

La falta de suministros suficientes y la sobrepoblación en un puerto que no estaba preparado para acoger tantos refugiados de forma permanente causaron gran perjuicio entre los sitiados. Pronto se advirtió que en el Callao escasearía la comida, por lo cual desde el inicio los refugiados establecieron un mercado negro de alimentos a precios elevadísimos, comerciando primero con las pocas legumbres, frutas, y aves de corral que estaban disponibles en el puerto, para luego traficar con la carne de los caballos o bueyes no aptos para el servicio con la tropa, y finalmente comerciar con carne de ratas a falta de otro alimento disponible.

A los bombardeos del Ejército Libertador y la desnutrición generalizada se sumaron las epidemias que hacían más difícil la resistencia realista, sostenida solo por la terquedad fanática de su jefe, el brigadier José Ramón Rodil, y los severos castigos que este imponía a quienes intentasen amotinarse, fusilando continuamente soldados y civiles que intentasen desertar o colaborasen con el enemigo. Las enfermedades se agravaban por la falta de alimentos en el Callao y las malas condiciones sanitarias de un reducto sobrepoblado y a mediados de 1825 empezaron los fallecimientos por estas causas entre refugiados y soldados, carentes de todo contacto con el mundo exterior.

Inclusive Rodil dio la orden de expulsar hacia las filas patriotas a los civiles sin dinero cuya presencia fuese innecesaria en el Callao, a fin de ahorrar comida para sus soldados. Las tropas del Ejército Libertador aceptaron a algunos civiles, pero al notar la estrategia del líder realista, rechazaron con fuego de fusil a las posteriores oleadas de refugiados, quienes también eran rechazadas de la misma manera por los soldados realistas si intentaban volver a El Callao. Como resultado, muchos civiles perecieron por las balas de ambos bandos o por el hambre y la sed en medio de la tierra de nadie.

Pero esta obstinada resistencia dio su fin al agotarse todo recurso para la vida de los sitiados y la defensa de la plaza. Miles de refugiados civiles padecieron el escorbuto, la disentería y el hambre durante el asedio dentro de las fortalezas del Callao lo que escandalizó a la sociedad limeña y fue reflejada por el tradicionalista peruano Ricardo Palma en su obra El fraile y la monja del Callao.[32]​ Entre sus muros falleció por escorbuto el antiguo presidente de la república del Perú don Bernardo Torre Tagle, pereciendo también su esposa y uno de sus hijos. Fallecieron también como refugiados durante el asedio el vicepresidente don Diego de Aliaga; su hermano, el conde de San Juan de Lurigancho; el conde de Castellón; el conde de Villar de Fuentes; y muchos otros sostenedores de la causa realista. Se calcula que, de todos los refugiados civiles concentrados en el Callao, sólo la cuarta parte sobrevivió al asedio.

A principios de enero de 1826 el coronel realista Ponce de León se pasa a las filas independentistas, y poco después el comandante realista Riera, gobernador del Castillo de San Rafael, entrega dicha fortaleza. Ambos eventos hacían casi imposible la defensa, pues Ponce de León conocía la ubicación de las rudimentarias minas de tierra colocadas para impedir cualquier ataque frontal de los patriotas, mientras que Riera dirigía un bastión estratégico cuya pérdida facilitaba la entrada de soldados patriotas dentro de la plaza, además de conocer por completo el dispositivo de defensa formado por Rodil.

Fin del sitio[editar]

Frontis de la Fortaleza del Real Felipe.

Aunque ni Rodil ni la guarnición planearon jamás una rendición, ya no había esperanza de refuerzos de España tras más de un año de inútil espera; la propia guarnición estaba alimentándose de ratas a falta de otra comida disponible, y con las municiones a punto de acabarse, por lo que empiezan las negociaciones con el general Salom el 11 de enero de 1826 y concluyen en la entrega de la fortaleza el 23 de ese mismo mes. La asombrosa resistencia del jefe realista mereció que Simón Bolívar dijera a Bartolomé Salom después del triunfo, cuando este último pedía fusilar a Rodil: “El heroísmo no es digno de castigo”.

La capitulación permitió la salida de los últimos sobrevivientes del Ejército Realista (sólo 400 soldados de los 2800 que existían al inicio) con todos los honores. La mayoría de civiles refugiados habían ya fallecido y los restantes quedaron como sospechosos a las nuevas autoridades de la República y muchos en efecto también partieron a España. Rodil salvaba las banderas de los regimientos Real Infante y del Regimiento de Arequipa, las demás quedaban como trofeo de guerra del vencedor, poco después se embarcaba para España acompañado de un centenar de oficiales y soldados españoles que habían servido bajo su mando.[33]​ Se eliminaba así el último vestigio del Imperio Español en América del Sur.

El Batallón 3.º de Línea y el regimiento "Dragones de la República" de la división peruana[34][35]​ tomaron el nombre de Callao en homenaje a su destacada participación durante el sitio. Asimismo la Fortaleza del Real Felipe fue nuevamente renombrada como Fortaleza de la Independencia, denominación que le había dado el general San Martín en 1821.

Referencias[editar]

  1. a b Felipe De La Barra, "La Campaña de Junín y Ayacucho", pág. 219
  2. a b Millier, 1829: 246. Según el autor eran 3.000 a 4.000 republicanos.
  3. Encina, 1954: 644. Durante el asedio se ofreció a Salom reclutar 2.000 negros de la costa para ayudar.
  4. a b García Camba, Andrés (1846). Memorias para la historia de las armas españolas en el Perú. Tomo II. Madrid: Sociedad tipográfica de Benito Hortelano y compañía, pp. 294.
  5. la División del Madrid del Ejército Real del Perú iba comandada por José Ramón Rodil, y estaba formada por el regimiento "Real Infante" que es el antiguo "Real de Lima" que cambia de nombre al formar parte de la expedición pacificadora contra Chile, donde participa junto con el regimiento "Arequipa" en las batallas de Cancharayada y Maipú. Se rellenaron filas tras la campaña chilena con la recluta local. El regimiento "pasado" del "Río de la Plata" se trata del mismo de la Expedición Libertadora del Perú y que formó parte del ejército de San Martín que hizo el Cruce de los Andes para independizar Chile. José Ramón Rodil. Memorias. Página 9 y siguientes.
  6. Urbina, 2016: 163
  7. Gonzalo Bulnes, "Bolívar -en el Perú: ultimas campanas de la independencia del Perú", pág. 653
  8. Ortega, Eudoxio H. (1986). Manual de historia general del Perú. Lima: Editorial Populares Los Andes, pp. 354. El coronel Rondil tenía como jefe de su Estado Mayor al coronel Alaix. A los cuatro meses de comenzado el asedio, para ahorrar víveres, se ordena salir a 2.389 civiles de la fortaleza, lo que favorece a los defensores. Durante el asedio, los defensores dispararon 81 000 tiros y los sitiadores 50 000. El Callao, junto con las tropas de Olañeta en Alto Perú y de Quintanilla en Chiloé, fueron los últimos bastiones realistas de Sudamérica.
  9. Banderas olvidadas: el ejército realista en América. Albi.1990. pp 391.
  10. Urbina, 2016: 165
  11. a b Barcelli S., Agustín (1982). Breve historia económico-social del Perú. Tomo I. Lima: Editorial Jatunruna, pp. 34
  12. Belgrano, 2008: 120; Marroquín, 1972: 40; Ruiz de Gordejuela Urquijo, 2006: 38
  13. Mercado, 2011: 83; Tamayo, 1995: 237
  14. a b c d e Galería militar contemporánea, colección de biogr. y retr. de los generales que más celebridad han conseguido en los ejércitos liberal y carlista,durante la última guerra civil. Soc.tip.de Hortelano y Cia., 1846, pp. 12
  15. Barcelli, 1982: 34. 7 oficiales y 102 soldados muertos, 6 oficiales y 62 soldados heridos según versiones independentistas.
  16. Encinan, 1954: 653.
  17. Debido a las salidas en incursiones que hacía la fuerza realista que se hallaba sitiada. José Ramón Rodil. Memorias.
  18. según Miller, véase "Memoirs of General Miller: in the service of the republic of Peru", Volumen 2 pág. 246
  19. Encina, Francisco Antonio (1954). Bolívar y la independencia de la América Española. Emancipación de Quito y Alto y Bajo Perú. Tomo V. Santiago: Nascimiento, pp. 653. En total 6.000 realistas murieron en el asedio. Ibíd.: 652. A finales de 1825 Rodil expulsó a 2.389 civiles, para entonces le quedaban sólo 400 soldados.
  20. Al igual que más de 6.000 civiles muertos que formaban parte de los miles de refugiados de la capital que se hallaban dentro de las fortalezas. José Ramón Rodil. Memorias.
  21. Garcia Camba, Andrés. Biblioteca Ayacucho: Memoria de las Armas Españolas en el Perú. Madrid: América. p. 383. 
  22. Ruiz de Gordejuela Urquijo, 2006: 37
  23. Velasco Fernández, Otoniel (2013). Perú, la difícil construcción de una república para todos. Callao: Universidad San Martín de Porres, pp. lxi. ISBN 9786124672163. Lima tenían cincuenta mil habitantes antes de la guerra, superando por mucho a las demás urbes del país. Sólo Arequipa, Cusco y Trujillo pasaban los diez mil y Piura, Lambayeque, Callao, Jauja, Huamanga, Cerro de Pasco, Tarma, Cajamarca, Huánuco y Puno pasaban los cinco mil pero no alcanzaban los diez mil. Las cuatro primeras décadas de independencia vieron un período de caos en que distintos caudillos se disputaron el poder.
  24. Ruiz de Gordejuela Urquijo, 2006: 38
  25. Néstor d' Arrigo Nieto (1993). Callao: cabildo abierto. Lima: Editorial San Marcos, pp. 174.
    El resto había sucumbido al rigor de la peste y las balas republicanas. En las calles del Callao, donde una año antes pasaban de ocho mil los asilados partidarios del Rey, apenas si llegaban a 700 almas las que presenciaron el desenlace del sitio. Según García Camba, fueron 6,000 almas las víctimas del escorbuto y 767 los que murieron combatiendo.
  26. Mera Ávalos, Arnaldo (2005). "Cuando la patria llegó a la capital: el miedo ante el advenimiento de la Independencia, 1820-1821". En El miedo en el Perú: siglos XVI al XX. Lima: Fondo Editorial Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), pp. 185-232 (véase pp. 217). Edición de Claudia Rosas Lauro. ISBN 9789972426902. Cerca de 600 civiles se refugiaron en Callao durante el primer asedio. Como parte de los acuerdos de la capitulación de Lima, los cerca de 1.000 vecinos del batallón realista La Concordia fueron autorizados para permanecer en la ciudad hasta resolver sus asuntos personales y después podrían viajar a Arequipa, aún el poder monárquico.
  27. «Las Casas de Moneda españolas en América del Sur (4.17)». www.tesorillo.com. Consultado el 23 de julio de 2019. 
  28. al mando de Blanco Encalada, se retira en junio de 1825 para participar en la campaña de Chiloé
  29. a b Gonzalo Bulnes, "Bolívar en el Perú: ultimas campanas de la independencia del Perú", pág. 653
  30. Mercado, 2011: 83
  31. Manuel Antonio López. Recuerdos historicos de la guerra de la independencia, pág. 207
  32. El fraile y la monja del Callao. Wikisource
  33. José Luis Ortiz de Lanzagorta (1989). Dicccionario temático abreviado iberoamericano. Sevilla: Editorial J.R. Castillejo, pp. 117. ISBN 978-8-48704-123-5.
  34. Tras la batalla de Ayacucho el batallón peruano 3.º de Línea se movilizó para reforzar las bajas de los 3.000 soldados grancolombianos y peruanos que previamente asediaban la plaza fuerte. José Ramón Rodil. Memorias.
  35. Evolución Histórica de los uniformes (1821-1980). Lima: Comisión Permanente de Historia del Ejército del Perú (CPHE), 2005, pp. 84 y 144

Fuentes[editar]

Bibliografía[editar]

  • Barcelli S., Agustín (1982). Breve historia económico-social del Perú. Tomo I. Lima: Jatunruna.
  • Belgrano Rawson, Eduardo (2008). Noticias secretas de América. Buenos Aires: Seix Barral.
  • Hamnett, Brian R. (1978). Revolución y Contrarrevolución en México y el Perú: Liberalismo, Realeza y Separatismo, 1800-1824. México; Lima: Fondo de Cultura Económica.
  • Marroquín Rojas, Clemente (1972). El retorno de Bolívar. Guatemala: Tipografía Nacional.
  • Mercado Velasco, José María (2011). Sociología del siglo XXI. Bloomington: Palibrio.
  • Miller, William & John Miller, ed. (1829) Memoirs of General Miller: in the service of the republic of Peru. Tomo II. Londres: Longman, Rees, Orme, Brown and Green.
  • Rodil, José Ramón (1955). Memoria del sitio del Callao. Madrid: Escuela de Estudios Hispano-Americanos.
  • Ruiz de Gordejuela Urquijo, Jesús (2006). La expulsión de los españoles de México y su destino incierto, 1821-1836. Sevilla: Universidad de Sevilla. ISBN 9788400084677.
  • Tamayo Herrera, José (1995). Nuevo compendio de historia del Perú. Lima: CEPAR.
  • Urbina Carrasco, María Urbina (2016). "De la conquista a la república". En Chiloé. Editado por Carlos Aldunate. Santiago: Museo Chileno de Arte Precolombino.

Véase también[editar]