Ir al contenido

Psicología del comer carne

De Wikipedia, la enciclopedia libre

La psicología del comer carne es un área de estudio compleja que ilustra la confluencia del consumo de carne con la moralidad, las emociones, la cognición y los rasgos de personalidad de los individuos.[1]​ Las investigaciones sobre los factores psicológicos y culturales que influyen en el consumo de carne sugieren que tendría correlaciones con la masculinidad, el apoyo a los valores jerárquicos y una menor apertura al cambio.[2][3][4]​ El comer carne ha sido usado por la psicología moral como caso de estudio para aclarar teorías sobre la disonancia cognitiva y la disociación moral, debido a que el consumo de la carne es una práctica común pero a veces es asociada con la ambivalencia.[nota 1]​ La investigación sobre la psicología del consumidor de carne es relevante tanto para la mercadotecnia de la industria cárnica como para quienes defienden la reducción de su consumo.[8][9][10]

Psicología del consumidor

[editar]
Muchos factores afectan las elecciones del consumidor acerca de la carne, incluyendo el precio, la apariencia y su fuente

La carne es un importante alimento humano y es altamente preferido.[2]​ Las actitudes de los individuos hacia la carne son de interés para quienes estudian la psicología de sus consumidores, para la industria de la carne y para los defensores de la reducción de su consumo.[11][12][13]​ A esas actitudes les pueden afectar los precios, la salud, el gusto y la ética.[14][15]​ La percepción de la carne en relación con estos temas afecta su consumo.[16][17]

La carne tradicionalmente es un alimento de alto estatus.[2]​ A menudo es asociada con tradiciones culturales;[18]​ tiene una fuerte connotación positiva en la mayor parte del mundo.[19]​ Sin embargo a veces su imagen es negativa entre los consumidores, en parte debido a su relación con el sacrificio animal, la muerte y la sangre.[20][21][22]​ Asociar más fuertemente esas ideas puede reducir la sensación de placer al comer carne e incrementar la repugnancia hacia ella, lo que conlleva a una reducción de su consumo.[23]​ En occidente esos efectos particularmente han demostrado ser verdad entre las mujeres jóvenes.[24][25][26]​ Las asociaciones negativas pueden causar que los consumidores de carne solo la hagan menos perceptible en sus dietas, por ejemplo incorporándola como ingrediente dentro de un platillo más elaborado, en vez de reducir o eliminar su consumo.[27]​ Se ha sugerido que esto es el resultado de una desconexión entre los papeles de los individuos como consumidores y como ciudadanos.[nota 2]

Las actitudes implícitas hacia la carne varían significativamente entre las personas omnívoras y las vegetarianas. Los omnívoras sostienen un punto de vista mucho más positivo hacia la carne,[28]​ mientras que los vegetarianos pueden expresar repugnancia y/o nostalgia por la idea de comerla.[8][nota 3]

El comportamiento del consumidor hacia la carne puede modelarse distinguiendo entre los efectos de los factores intrínsecos —propiedades físicas del producto en sí (como el color, el olor o la forma)— y los extrínsecos —todos lo demás, incluyendo el precio y la marca—.[27]

Factores intrínsecos

[editar]

El sabor y la textura se autopresentan importantes en las elecciones de comida, aunque pueden no reflejar con precisión el comportamiento del consumidor.[29]​ Los consumidores describen a la carne como «fibrosa», «tierna» y «rica».[25][30]​ En el Reino Unido, tradicionalmente se considera que la carne sabe bien.[16]​ La gente experimenta el sabor y la textura de la carne en muchas maneras distintas, con variaciones por edad, género y cultura.[31]​ La ternura es tal vez el más importante de todos los factores que impactan en la calidad del comer carne, siendo otros el sabor, lo jugoso y la suculencia.[22]

La apariencia visual es una de las señales primarias que usan los consumidores para evaluar la calidad de la carne en sus puntos de venta y para seleccionar carnes. El color es una de las características más importantes en este contexto.[17][22]​ Diferentes tradiciones culturales llevan a los consumidores a preferir diferentes colores: en algunos países se prefiere en general el cerdo más oscuro, en algunos más claro y en otros no hay una preferencia clara.[32]

El contenido visible de grasa y el marmoleo son también importantes señales de calidad. Los consumidores como conjunto tienden a preferir carne de vaca y de cerdo más magra, aunque existen variaciones significativas en distintas regiones geográficas. El marmoleo es importante para algunos consumidores pero no para otros, y en cuanto al contenido de grasa más en términos generales, las preferencias por el veteado varían por región.[17]

Factores extrínsecos

[editar]

El precio es un factor extrínseco importante que puede afectar las elecciones de los consumidores respecto de la carne.[33]​ Las preocupaciones sobre los precios pueden inducirles a elegir entre diferentes carnes o a evitarlas por completo.[34]

Los problemas de salud también son relevantes para estas elecciones.[35]​ El riesgo percibido de contaminación de alimentos puede afectar sus actitudes hacia la carne como los miedos relacionados con esta luego de la enfermedad de la vaca loca o la gripe aviar.[17][36]​ Las retiradas de productos relacionados con la seguridad pueden afectar la demanda de carne.[37]​ Las personas pueden reducir o eliminar la carne de sus dietas por haber percibido beneficios en la salud.[38]​ Las consideraciones sobre la salud pueden motivar tanto a quienes comen carne como a quienes practican el vegetarianismo.[39]​ Las dietas sin carne en adolescentes pueden ser una forma de ocultar trastornos alimenticios, aunque el vegetarianismo no necesariamente aumenta el riesgo de trastornos alimentarios.[40]

La investigación sugiere que los consumidores tienden a preferir las carnes con origen en su propio país por sobre las importadas, en parte debido al hecho de que las carnes domésticas se perciben como de mayor calidad.[41]​ Este efecto también puede reflejar el etnocentrismo o el patriotismo de los consumidores.[42]​ La importancia del país de origen de la carne varía de un país a otro.[36][43]

Las creencias y actitudes sobre las preocupaciones ambientales y de bienestar animal pueden afectar el consumo de carne.[8]​ En el mundo desarrollado quienes consumen pueden estar dispuestos a pagar un poco más por carne producida de acuerdo con estándares de bienestar animal más altos, aunque las preocupaciones ambientales y de bienestar usualmente se consideran menos importantes que atributos más directamente relacionados con la calidad de la carne, como su apariencia.[27][43]​ Un estudio escocés de 2001 descubrió que aunque los participantes se preocupaban por el bienestar animal en general consideraban que el precio y la apariencia eran más importantes al comprar carne.[44]​ Un estudio sobre consumidores holandeses encontró que hay tanto respuestas racionales como emocionales a preocupaciones ambientales y de otros tipos afectan la compra de carne orgánica.[45]

Los patrones de consumo de carne también pueden ser influenciados por la familia, las amistades y las tradiciones de los individuos.[8]​ Un estudio de patrones de alimentación británico encontró que la carne se asocia con tradiciones alimentarias positivas, como el asado dominical.[46]​ Algunos consumidores solo compran carne que se ajusta a las prescripciones religiosas, como la carne halal. Se ha informado que la confianza de estos consumidores en las organizaciones de control de calidad y las relaciones individuales con los proveedores de carne afecta significativamente su comportamiento de compra.[47][48]

Se espera que las tendencias recientes en ganadería, como la biotecnología, la cría en fábrica y la cría selectiva de animales para un crecimiento más rápido tengan un efecto continuo en la evolución de las actitudes de los consumidores hacia la carne.[49]

La paradoja de la carne

[editar]

Uno de los temas que se examinan en la psicología del comer carne ha sido denominado paradoja de la carne: ¿cómo puede ser que a las personas les importen los animales, pero al mismo tiempo se los coman?[50][51]​ Se puede crear una disonancia interna si las creencias y emociones de las personas no concuerdan con sus hábitos alimentarios, aunque no siempre se percibiría subjetivamente como un conflicto.[52][53]​ Este aparente conflicto asociado a una práctica dietaria casi universal proporciona un útil caso de estudio para investigar las maneras en que las personas cambiarían su pensamiento moral para minimizar la incomodidad asociada con conflictos éticos.[54][55][56][57]

La disonancia que surge de la paradoja de la carne genera un estado interpersonal negativo que luego motiva al individuo a encontrar métodos para alivianarlo.[58]​ Estudios recientes en esta área sugieren que las personas pueden facilitar sus prácticas de consumo de carne atribuyéndoles menos inteligencia y capacidad de sufrimiento a los animales que consumen. El consumidor forma una imagen de estos animales que los clasifica como seres diferentes a los seres humanos, sin capacidad de pensar o sufrir, y disocia los productos de la industria de la carne de los animales de los que provienen.[cita requerida][56][59][60]

Percepción de animales de carne

[editar]
Ciertos estudios sugieren que el clasificar a los animales como alimento o mascotas afecta su inteligencia percibida y su posición moral.[61][62][63]

Surgen conflictos éticos al comer animales si se considera que tienen estatus moral. Las percepciones de la moral de los animales varía mucho pero en parte son determinadas por percibir que los animales tienen mentes conscientes y que son capaces de experimentar dolor y su percibida similitud a los humanos.[64][65]​ Algunos psicólogos sociales hipotetizan que las personas que comen carne pueden reducir la incomodidad asociada a la paradoja de la carne minimizando su percepción de estas cualidades moralmente relevantes en los animales, particularmente los animales que consideran comida, y varios estudios recientes apoyan esta hipótesis.[64][66]​ Por ejemplo, se encontró que por simplemente estar clasificado dentro del grupo de animales para comida, a esos animales se les atribuye inmediatamente menos derechos morales.[67]

Un estudio de 2010 asignó en forma aleatoria a estudiantes universitarios que coman charqui o castañas de cajú, luego juzgaran la importancia moral y cognitiva de una variedad de animales. Comparado con los estudiantes a los que les dieron castañas, quienes comieron charqui expresaron menos preocupación por los animales, y les asignaron a las vacas una habilidad disminuida de tener estados mentales que impliquen la capacidad de experimentar sufrimiento.[68][69]

Estudios subsecuentes encontraron, similarmente, que las personas estaban más inclinadas a sentir que era apropiado matar animales para comida cuando percibían que los animales tenían capacidades mentales disminuidas,[70]​ un descubrimiento replicado en muestras de los EE.UU., Canadá, Hong Kong e India;[71]​ que, por el contrario, percibían que los animales desconocidos tenían menores capacidades mentales cuando se les decía que los usaban como comida y, una vez más, que comer carne hacía que los participantes atribuyeran menos habilidades mentales a los animales a corto y largo plazo.[72]

Un análisis de 2014 sugirió que estos fenómenos pueden ser explicados como una serie de técnicas de reducción de disonancia usadas para reducir las emociones negativas asociadas con la paradoja de la carne, pero notó que la existencia de esas emociones no ha sido demostrada.[73]​ Otro análisis de 2016 trazó una analogía entre el trabajo en la paradoja de la carne y la cosificación sexual al escribir que ambas prácticas incluyen percepciones estratégicamente cambiantes de otros cuando se piensa de estos como potenciales «recursos» (para carne o para sexo) y citando estudios recientes que sugieren que cosificar sexualmente a las personas indica una reducción en su humanidad percibida e importancia moral.[74][75][76]

Disociación y evitación

[editar]

Varias estrategias propuestas para resolver la paradoja de la carne la disocian como producto alimenticio de los animales que la producen, o psicológicamente les distancian de sus procesos de producción.[77]​ Aunque la preocupación por el bienestar animal aumentó en varios países, una tendencia a disociar la carne de su origen animal ha inclinado a evitar que esas preocupaciones influencien al comportamiento del consumidor.[78][79]

En muchas culturas a la gente no le gusta que se le recuerde la conexión entre animales y carne, y tienden a «desanimalizar» a la carne cuando es necesario para reducir los sentimientos de culpa y asco.[80][81][82]​ La carne en muchos países occidentales es a menudo empaquetada y servida para minimizar su apariencia de seres vivos: sin ojos, caras o colas, y la porción de mercado de estos productos ha aumentado en décadas recientes.[80][83][84]​ Sin embargo, la carne en muchas otras culturas es vendida con estas partes corporales.[85][86]

Algunos autores han indicado que el uso de palabras no animales, con eufemismos como «solomillo» o «hamburguesa», puede reducir la preponderancia de los orígenes animales de la carne y entonces reducir la percepción del consumo de animales.[86][87]​ Similarmente, los granjeros y los cazadores usan términos como «carnear» y «procesar» más que «asesinar» o «despellejar y desollar», una elección que puede ser interpretada como una forma de proveer distancia psicológica y facilitar el usufructo de animales.[77][88]

La importancia de los procesos de disociación fue apoyada por un estudio noruego en 2016 que en una serie de experimentos, directamente probó los efectos de hacer a los animales vivos más prominentes.[89]

Además de la disociación, las personas que no se sienten bien en cuanto a la paradoja de la carne simplemente evitan confrontar el asunto. Los mecanismos de socialización cultural pueden también disuadir a la gente de pensar que sus elecciones de comida sean dañinas. Por ejemplo, los libros para infantes y los anuncios publicitarios de carne usualmente pintan a los animales de granja teniendo vidas felices o incluso hasta deseando ser comidos.[90]​ Categorizar a los animales como mascotas, pestes, depredadores y «para comer» puede ayudar a evitar la disociación asociada con el tratamiento diferencial hacia distintas especies.[91][92]

Actitudes pro-carne

[editar]
Los factores afectivos, tal como los recuerdos positivos, influencian el consumo de carne.

Los conflictos éticos entre disfrutar de la carne y preocuparse por los animales puede hacerse menos problemático teniendo actitudes positivas hacia la carne.[1][93]​ La gente que piensa que la carne es segura, nutritiva y sustentable tiende a experimentar menos ambivalencia en comerla.[93]​ Las creencias religiosas y especiesistas que otorgan supremacía sobre los animales también pueden actuar como alivio y justificativo para comer carne.[94]

Una serie de estudios publicados en 2015 consultó a consumidores de carne estadounidenses y australianos no graduados a que «listen tres razones por las piensan que está bien comer carne». Más del 90 % de los participantes dijeron razones que los investigadores clasificaron entre las «cuatro enes»:

  • Apelación a la evolución humana o al carnivorismo en la naturaleza («natural»)
  • Apelación a normas sociales o históricas («sencillamente no cambiara por ser lo habitual»)
  • Apelación a necesidades nutricionales o ambientales («necesaria»)
  • Apelación al sabor de la carne («nice», «agradable» en inglés)

Quienes investigaron encontraron que estas justificaciones fueron efectivas en reducir la tensión moral asociada con la paradoja de la carne.[56]

Características de personalidad

[editar]

Estudios de psicología de los rasgos de personalidad han sugerido que los valores y las actitudes de los individuos afectan la frecuencia y la comodidad con la que comen carne.[95][96]

En varios estudios se ha descubierto que las personas que más valoran el poder comen más carne, mientras que quienes prefirieron valores autotrascendentales tienden a comer menos.[95]​ Particularmente, los estudios han descubierto que el rasgo de personalidad de la apertura a la experiencia tiene una correlación negativa con el consumo de carne, y que los vegetarianos y los pescetarianos tienen personalidades más abiertas.[4][97][98][99]

Otro estudio indicó que el consumo de carne está correlacionado con el apoyo de los valores jerárquicos y de desigualdad.[1][3][100]​ Aquellas personas con una orientación de dominación social, quienes apoyan la desigualdad y las estructuras jerárquicas más fuertemente, comen más carne según algunos estudios; se ha sugerido que esto es consistente con su preferencia por que ciertos grupos dominen a otros (en este caso, que los humanos dominen a los animales).[101][102]​ Además, según otros estudios la gente que se autoidentifica como muy comedora de carne tiene mayores tendencias al autoritarismo y la dominación social.[3]​ Dhont & Hodson (2014) sugirieron que esto subconscientemente indica su aceptación de la tradición cultural y su rechazo a movimientos inconformistas de derechos de los animales.[103]​ Otra investigación sugiere que los omnívoros puntúan más alto en los rasgos de la tríada oscura (aunque no a niveles patológicos) en comparación con los vegetarianos, aunque las correlaciones son bajas y también limitadas debido al bajo número de personas vegetarianas y veganas que hay, y también puede ser en gran medida producto de las diferencias de género en el consumo de carne (ya que los varones puntúan más alto en los rasgos de la tríada oscura y también son más proclives a comer carne; al controlar el género tiende a reducir las correlaciones a niveles estadísticamente insignificantes).[104]

Muchas de estas características de personalidad han demostrado relacionarse con la desconexión moral en el consumo de carne. En partículas los individuos con niveles más altos de desconexión moral también tienden a mostrar valores más bajos de empatía general, experimentan menos reacciones emocionales autoevaluativas (como la culpa y la vergüenza) al evaluar el impacto del consumo de carne, adhieren a la discriminación basada en grupos dentro de los humanos (orientación a la dominación social) y muestran motivos de poder de dominación y apoyo a la jerarquía de los humanos sobre otras especies (especismo, creencia en la supremacía humana). Además tienden a mostrar una propensión más alta general a la desconexión moral, le atribuyen menos importancia a los rasgos morales de cómo se ven a sí mismos (identidad moral) y comen carne más seguido.[105]

Un estudio detallado de características de personalidad y dieta en estadounidenses caracterizó las autodescripciones de los consumidores de mucha carne como «pragmáticos» y «orientados a los negocios y a la acción», tras corregir las diferencias de género.[106]

La idea de «somos lo que comemos», relacionada con supersticiones sobre la magia simpática y común en muchas culturas, puede crear la percepción de que comer carne confiere atributos de personalidad tipo animal.[107]

La personalidad se correlaciona tanto con comer carne como con evitarla, y también puede variar entre culturas. Por ejemplo, en la India, los vegetarianos, en comparación con los omnívoros, valoran más a su grupo interno y expresan mayor respeto por la autoridad. Es más probable que estén motivados por la contaminación, la pureza y la tradición. Esto contrasta con los Estados Unidos, donde los vegetarianos están motivados a evitar comer carne por el universalismo y la preocupación por el bienestar de los animales.[1][108]

Masculinidad

[editar]
Dos varones en camisetas de mangas cortas idénticas y pantalones de camuflaje, uno de piel muy oscura sin sombrero y uno de piel muy clara con sombrero y anteojos de sol, parados sonriendo por sobre una barbacoa llena de carne cocida en una locación brillante
Los asados están conectados con concepciones de masculinidad en las tradiciones occidentales.[109]

En los años recientes, una cantidad considerable de estudios sobre psicología social han investigado la relevancia del consumo de carne para las percepciones de masculinidad.[110]

Los participantes en una serie de estudios de 2012 calificaron a los músculos de mamíferos tales como filetes y hamburguesas como más «masculinas» que otras comidas y respondieron más rápidamente a un test de asociación implícita en el que las palabras de carne se emparejaban más con nombres típicamente masculinos que con nombres femeninos.[110][2]​ En otro estudio, las percepciones de masculinidad entre una muestra de no-graduados estadounidenses fue asociada positivamente con el consumo de carne de vaca y negativamente asociado al vegetarianismo.[110][57]​ En 2011 un estudio canadiense halló que tanto omnívoros como vegetarianos perciben a los vegetarianos como menos masculinos.[1][71]

Las asociaciones culturales entre la carne y la masculinidad se reflejan por las actitudes y elecciones de los individuos. En las sociedades occidentales, las mujeres comen significativamente menos carne que los varones en promedio y es más probable que sean vegetarianas. Las mujeres también son más propensas a adoptar dietas sin carne por razones de bienestar animal. Una investigación de 2016 halló que los varones alemanes comen más carne que las mujeres, asociando la discrepancia al descubrimiento que la carne en la cultura occidental tiene conexiones simbólicas con la fuerza y el poder, que están asociados a roles de género tradicionalmente masculinos.

Otros estudios además examinaron el comer carne en el contexto de intentos de administrar las impresiones de los otros de quien come; halló que aquellos varones cuya masculinidad había sido desafiada eligen más comer pizza que pizza de vegetales. Estos resultados indican que para las elecciones dietarias es posible influenciar las percepciones masculinidad o feminidad de quienes comen, con la carne fuertemente asociada a la masculinidad percibida. Se ha indicado que el consumo de carne hace sentir a los varones más masculinos, pero no queda claro por qué y si es afectado por el contexto social.

Moralidad

[editar]

En el curso de la evolución humana, las presiones asociadas con obtener carne requería a los primeros homínidos a cooperar en la caza y la distribución posterior. En un estudio de 2003, el psicólogo Matteo Mameli propuso que estas presiones crearon los principios básicos de los juicios morales humanos: puesto simplemente, arguyó, «la carne nos hizo morales».

Varios estudios encontraron que tanto omnívoros como vegetarianos tienden a considerar a los vegetarianos levemente más morales y virtuosos que a los omnívoros. A menudo se citan principios éticos entre las razones para parar de comer carne. Algunas evidencias sugieren que los comedores de carne pueden considerar al vegetarianismo como un reproche moral implícito, y responden defensivamente a las ideas vegetarianas.

Un estudio de 2015 halló que los omnívoros belgas, los semi-vegetarianos (flexitarianos), y los vegetarianos tienen fundamentalmente perspectivas morales distintas en cuanto al bienestar animal. Sin embargo, se halló que los tres grupos hacen donaciones por igual a causas de caridad con enfoque en humanos.

Otro estudio ha mostrado cómo la desconexión moral opera en la desactivación de los procesos morales autorregulatorios cuando se considera el impacto del consumo de carne. En particular, un estudio de 2016 ofreció una interpretación de desconexión moral como un proceso de razonamiento motivado, desencadenado por aversión a la pérdida y evitación de disonancia.

Las perspectivas morales pueden tener una influencia fuerte en el consumo de carne, pero no son uniformes entre las distintas culturas. En Occidente, las elecciones sobre comer carne están asociadas a las preocupaciones morales sobre el bienestar animal. En contraste, la psicología de dieta en culturas no occidentales ha sido estudiada pobremente, incluso aunque existen variaciones importante de región a región; por ejemplo, aproximadamente un tercio de los indios son vegetarianos. La investigación ha indicado que, en relación a los vegetarianos occidentales, los vegetarianos indios son más propensos a tener los valores morales de pureza, autoridad legítima y respeto por los grupos de pertenencia y la tradición.

Véase también

[editar]

Notas

[editar]
  1. Rozin (2004): «La carne debería ser sujeto de interés especial para los psicólogos, porque es el ejemplo por excelencia del interesante e importante estado de la ambivalencia.»[5]

    Loughnan et al. (2010): «Entre los omnívoros, las evaluaciones de la carne son ambivalentes, con actitudes negativas en parte resultado de las preocupaciones morales en cuanto al tratamiento de los animales.»[6]

    Graça et al. (2014): «Los resultados indican que aunque los participantes afirmaron tener deberes personales hacia preservar el medio ambiente, promover la salud pública y salvaguardar a los animales de daños, mostraron patrones parecidos a las estrategias de desconexión moral al discutir los impactos asociados a los patrones actuales de producción y consumo de carne y la posibilidad de cambio—reconstrucción de conductas dañinas, oscureciendo la responsabilidad personal, con indiferencia por las consecuencias negativas y una activa evitación y disociación.»[7]

    Loughnan et al. (2010): «La tensión que experimentan los omnívoros al recordarles su comportamiento puede no coincidir con sus valores y creencias y la resolución de esta tensión al cambiar estas creencias, coincida con la teoría de disonancia cognitiva.»[1]
  2. Font-i-Furnols (2014): «La carne y los productos cárnicos han tenido un rol importante en muchos países occidentales y no occidentales desde una perspectiva social y cultural, y son integrantes centrales de nuestras comidas y dietas a pesar de las creencias y actitudes negativas en general hacia ellos. Según Grunert (2006),[27]​ esta contradicción aparente puede ser parcialmente explicada por la distinción entre los rolos de los individuos como consumidores y como ciudadanos: podemos tener una actitud negativa para con la producción y el consumo de carne como ciudadanos, pero puede ser mostrada pobremente en nuestro comportamiento como consumidores.»[17]
  3. Un estudio británico halló que los vegetarianos expresaron nostalgia específicamente por el sabor y el aroma de la panceta con «curiosa regularidad».[8]

Referencias

[editar]
  1. a b c d e f Loughnan, Steve; Bastian, Brock; Haslam, Nick (20140401). «The Psychology of Eating Animals» [La Psicología del Comer Animales]. Current Directions in Psychological Science (en inglés) 23 (2): 104-108. doi:10.1177/0963721414525781. Consultado el 13 de junio de 2018. 
  2. a b c d Rozin, Paul; Hormes, Julia M.; Faith, Myles S.; Wansink, Brian (1º de octubre de 2012). «Is Meat Male? A Quantitative Multimethod Framework to Establish Metaphoric Relationships» [¿La Carne es masculina? Un Marco Cuantitativo Multimetódico para Establecer Relaciones Metafóricas]. Journal of Consumer Research (en inglés) 39 (3). doi:10.1086/664970. Consultado el 13 de junio de 2018. 
  3. a b c Allen, Michael W.; Hung Ng, Sik (29 de julio de 2002). «Human values, utilitarian benefits and identification: the case of meat» [Valores humanos, beneficios utilitarios e identificación: el caso de la carne]. European Journal of Social Psychology (en inglés) 33 (1): 37-56. ISSN 0046-2772. doi:10.1002/ejsp.128. Consultado el 13 de junio de 2018. 
  4. a b Keller, Carmen (1º de enero de 2015). «Does personality influence eating styles and food choices? Direct and indirect effects» [¿La personalidad influencia los estilos de comer y las elecciones de comidas? Efectos directos e indirectos]. Appetite (en inglés) 84: 128-138. ISSN 0195-6663. doi:10.1016/j.appet.2014.10.003. Consultado el 13 de junio de 2018. 
  5. Rozin, Paul (2004). «Meat». En Solomon H. Katz, ed. Encyclopedia of Food and Culture (en inglés). Nueva York: Scribner. pp. 466-471. 
  6. Loughnan, Steve (2010). «The role of meat consumption in the denial of moral status and mind to meat animals». Appetite (en inglés) 55 (1): 156-159. PMID 20488214. doi:10.1016/j.appet.2010.05.043. 
  7. Graça, João; Calheiros, Maria; Oliveira, Abílio (enero de 2014). «Moral Disengagement in Harmful but Cherished Food Practices? An Exploration into the Case of Meat». Journal of Agricultural and Environmental Ethics 27 (5): 749-765. doi:10.1007/s10806-014-9488-9. Consultado el 17 de junio de 2018. 
  8. a b c d e Richardson, N.J.; MacFie, H.J.H.; Shepherd, R. (1994). «Consumer attitudes to meat eating» [Actitudes del consumidor hacia comer carne]. Meat Science (en inglés) 36 (1-2): 57-65. ISSN 0309-1740. doi:10.1016/0309-1740(94)90033-7. Consultado el 13 de junio de 2018. 
  9. Zur, Ifat; Klöckner, Christian A. (abril de 2014). «Individual motivations for limiting meat consumption» [Motivaciones individuales para limitar el consumo de carne]. British Food Journal (en inglés) 116 (4): 629-642. ISSN 0007-070X. doi:10.1108/bfj-08-2012-0193. Consultado el 13 de junio de 2018. 
  10. Schösler, Hanna; de Boer, Joop; Boersema, Jan J. (febrero de 2012). «Can we cut out the meat of the dish? Constructing consumer-oriented pathways towards meat substitution» [¿Podemos suprimir la carne del plato? Construyendo caminos orientados al consumidor hacia la sustitución de la carne]. Appetite (en inglés) 58 (1): 39-47. ISSN 0195-6663. doi:10.1016/j.appet.2011.09.009. Consultado el 13 de junio de 2018. 
  11. Wyker, Brett A.; Davison, Kirsten K. (mayo de 2010). «Behavioral Change Theories Can Inform the Prediction of Young Adults' Adoption of a Plant-based Diet». Journal of Nutrition Education and Behavior 42 (3): 168-177. ISSN 1499-4046. doi:10.1016/j.jneb.2009.03.124. Consultado el 17 de junio de 2018. 
  12. Povey, R. (Agosto de 2001). «Attitudes towards following meat, vegetarian and vegan diets: an examination of the role of ambivalence». Appetite (en inglés) 37 (1): 15-26. ISSN 0195-6663. doi:10.1006/appe.2001.0406. Consultado el 17 de junio de 2018. 
  13. Joyce, Andrew; Dixon, Sarah; Comfort, Jude; Hallett, Jonathan (2012). «Reducing the Environmental Impact of Dietary Choice: Perspectives from a Behavioural and Social Change Approach». Journal of Environmental and Public Health (en inglés) 2012: 1-7. ISSN 1687-9805. doi:10.1155/2012/978672. Consultado el 17 de junio de 2018. 
  14. Woodward, Judith (marzo de 1988). «CONSUMER ATTITUDES TOWARDS MEAT AND MEAT PRODUCTS». British Food Journal (en inglés) 90 (3): 101-104. ISSN 0007-070X. doi:10.1108/eb011814. Consultado el 17 de junio de 2018. 
  15. Worsley, Anthony; Skrzypiec, Grace (1998). «Do attitudes predict red meat consumption among young people?». Ecology of Food and Nutrition. doi:10.1080/03670244.1998.9991543. Consultado el 13 de junio de 2018. 
  16. a b Richardson, N. J. (1994/07). «UK consumer perceptions of meat». Proceedings of the Nutrition Society (en inglés) 53 (2): 281-287. ISSN 1475-2719. doi:10.1079/PNS19940033. Consultado el 28 de junio de 2018. 
  17. a b c d e Font-i-Furnols, Maria; Guerrero, Luis (abril de 2014). «Consumer preference, behavior and perception about meat and meat products: An overview». Meat Science (en inglés) 98 (3): 361-371. ISSN 0309-1740. doi:10.1016/j.meatsci.2014.06.025. Consultado el 17 de junio de 2018. 
  18. Kerr, Charles; Charles, Nickie; Kerr, Marion (1988). «Proper meals: proper families». Women, Food, and Families (en inglés). Manchester University Press. p. 18. ISBN 9780719018749. Consultado el 17 de junio de 2018. 
  19. Frank, Joshua (2007). «Meat as a bad habit: A case for positive feedback in consumption preferences leading to lock-in». Review of Social Economy. doi:10.1080/00346760701635833. Consultado el 13 de junio de 2018. «Dado su valor histórico, su asociación con el privilegio, su asociación con la buena nutrición y la salud y su posición central en nuestra dieta, no es sorprendente que el consumo de carne haya implantado fuertes asociaciones positivas en gran parte del mundo.» 
  20. Guzman, M. A.; Kjaernes, U. (1998). «Human and animals—a qualitative study.». En The National Institute for Consumer Research, ed. SIFO report no. 6. (Lysaker, Noruega: Lysaker, Norway: The National Institute for Consumer Research). 
  21. Deborah, Lupton (11 de marzo de 1996). Food, the Body and the Self. SAGE Publications. pp. 117-125. ISBN 978-1-4462-6415-7. Consultado el 17 de junio de 2018. 
  22. a b c Troy, D. J.; Kerry, J. P. (septiembre de 2010). «Consumer perception and the role of science in the meat industry». Meat Science (Elsevier) 86 (1): 214-226. doi:10.1016/j.meatsci.2010.05.009. Consultado el 17 de junio de 2018. 
  23. Audebert, Olivier; Deiss, Véronique; Rousset, Sylvie (mayo de 2006). «Hedonism as a predictor of attitudes of young French women towards meat». Appetite 46 (3): 239-247. doi:10.1016/j.appet.2006.01.005. Consultado el 17 de junio de 2018. 
  24. Kubberød, Elin; Øydis, Ueland; Marit, Rødbotten; Frank, Westad; Einar, Einar (julio de 2002). «Gender specific preferences and attitudes towards meat». Food Quality and Preference 13 (5): 285-294. doi:10.1016/S0950-3293(02)00041-1. Consultado el 17 de junio de 2018. 
  25. a b Kenyon, P. M.; Barker, M. E. (1998). «Attitudes Towards Meat-eating in Vegetarian and Non-vegetarian Teenage Girls in England—an Ethnographic Approach». Appetite 30: 185-198. doi:10.1006/appe.1997.0129. Consultado el 17 de junio de 2018. 
  26. Rousset, S.; Deiss, V.; Juillard, E.; Schlich, P.; Droit-Volet, S. (1 de marzo de 2007). «Emotions generated by meat and other food products in women». British Journal of Nutrition (Cambridge University Press) 94 (4): 609. doi:10.1079/bjn20051538. Consultado el 17 de junio de 2018. 
  27. a b c d Grunert, Klaus G. (septiembre de 2006). «Future trends and consumer lifestyles with regard to meat consumption». Meat Science (Elsevier) 74 (1): 149-160. doi:10.1016/j.meatsci.2006.04.016. Consultado el 17 de junio de 2018. 
  28. De Houwer, Jan; De Bruycker, Els (13 de agosto de 2008). «Implicit attitudes towards meat and vegetables in vegetarians and nonvegetarians». International Journal of Psychology 42 (3): 158-165. doi:10.1080/00207590601067060. Consultado el 17 de junio de 2018. 
  29. Shepherd, Richard (2001). Food, People and Society (en inglés). Springer Berlin Heidelberg. pp. 117-130. ISBN 9783642074776. doi:10.1007/978-3-662-04601-2_8. Consultado el 10 de junio de 2018. 
  30. Nick, Fiddes, (1989). Meat : a natural symbol. (en inglés). Consultado el 10 de junio de 2018. 
  31. «Consumer expectations and perceptions of meat and meat product quality». Meat Science (en inglés) 43: 5-19. 1 de enero de 1996. ISSN 0309-1740. doi:10.1016/0309-1740(96)00051-4. Consultado el 10 de junio de 2018. 
  32. «International preferences for pork appearance: I. Consumer choices». Food Quality and Preference (en inglés) 18 (1): 26-36. 1 de enero de 2007. ISSN 0950-3293. doi:10.1016/j.foodqual.2005.07.001. Consultado el 10 de junio de 2018. 
  33. Font-i-Furnols, M.; Realini, C.; Montossi, F.; Sañudo, C.; Campo, M.M.; Oliver, M.A.; Nute, G.R.; Guerrero, L. (julio de 2011). «Consumer’s purchasing intention for lamb meat affected by country of origin, feeding system and meat price: A conjoint study in Spain, France and United Kingdom». Food Quality and Preference 22 (5): 443-451. ISSN 0950-3293. doi:10.1016/j.foodqual.2011.02.007. Consultado el 17 de junio de 2018. 
  34. Resurreccion, A. V. A. (31 de enero de 2004). «Sensory aspect of consumer choices for meat and meat products». Meat science 66: 11-20. doi:10.1016/S0309-1740(03)00021-4. Consultado el 17 de junio de 2018. 
  35. Hoek, Annet C. (2004). «Food-related lifestyle and health attitudes of Dutch vegetarians, non-vegetarian consumers of meat substitutes, and meat consumers». Appetite 42 (3): 265-272. PMID 15183917. doi:10.1016/j.appet.2003.12.003. Archivado desde el original el 30 de septiembre de 2018. Consultado el 10 de agosto de 2015. 
  36. a b Verbeke, Wim; Vackier, Isabelle (2004). «Profile and effects of consumer involvement in fresh meat». Meat Science 67 (1): 159-168. PMID 22061129. doi:10.1016/j.meatsci.2003.09.017. Consultado el 10 de agosto de 2015. 
  37. Marsh, Thomas L.; Schroeder, Ted C.; Mintert, James (2004). «Impacts of meat product recalls on consumer demand in the USA». Applied Economics 36 (9): 897-909. doi:10.1080/0003684042000233113. 
  38. Issanchou, S. (1996). «Consumer expectations and perceptions of meat and meat product quality». Meat Science 43 (Supplement 1): 5-19. doi:10.1016/0309-1740(96)00051-4. 
  39. David Allenby Booth (1994). The Psychology of Nutrition. Taylor & Francis. p. 78. ISBN 978-0-7484-0158-1. Consultado el 28 de agosto de 2015. 
  40. Winckel, Myriam Van; Velde, Saskia Vande; Bruyne, Ruth De; Biervliet, Stephanie Van (2011). «Clinical practice: Vegetarian infant and child nutrition». European Journal of Pediatrics 170 (12): 1489-1494. PMID 21912895. doi:10.1007/s00431-011-1547-x. 
  41. Dransfield, E. (2005). «Consumer choice and suggested price for pork as influenced by its appearance, taste and information concerning country of origin and organic pig production». Meat Science 69 (1): 61-70. PMID 22062640. doi:10.1016/j.meatsci.2004.06.006. Archivado desde el original el 4 de marzo de 2016. Consultado el 11 de agosto de 2015. 
  42. Font-i-Furnols, Maria (2011). «Consumer's purchasing intention for lamb meat affected by country of origin, feeding system and meat price: A conjoint study in Spain, France and United Kingdom». Food Quality and Preference 22 (5): 443-451. doi:10.1016/j.foodqual.2011.02.007. Consultado el 10 de agosto de 2015. 
  43. a b Schnettler, Berta (2009). «Consumer willingness to pay for beef meat in a developing country: The effect of information regarding country of origin, price and animal handling prior to slaughter». Food Quality and Preference 20 (2): 156-165. doi:10.1016/j.foodqual.2008.07.006. Archivado desde el original el 4 de marzo de 2016. Consultado el 10 de agosto de 2015. 
  44. McEachern, Morven. G.; Schroder, M. J. A. (2002). «The Role of Livestock Production Ethics in Consumer Values Towards Meat». Journal of Agricultural and Environmental Ethics 15 (2): 221-237. doi:10.1023/A:1015052816477. Consultado el 10 de agosto de 2015. 
  45. Verhoef, P. C. (2005). «Explaining purchases of organic meat by Dutch consumers». European Review of Agricultural Economics 32 (2): 245-267. doi:10.1093/eurrag/jbi008. 
  46. Nickie Charles; Marion Kerr (1988). Women, Food, and Families. Manchester University Press. ISBN 978-0-7190-1874-9. 
  47. Ahmed, Allam (2008). «Marketing of halal meat in the United Kingdom». British Food Journal 110 (7): 655-670. doi:10.1108/00070700810887149. 
  48. Bonne, Karijn; Verbeke, Wim (2008). «Muslim consumer trust in halal meat status and control in Belgium». Meat Science 79 (1): 113-123. PMID 22062604. doi:10.1016/j.meatsci.2007.08.007. 
  49. Garnier, Jean-Pierre (2003). «The potential impact of current animal research on the meat industry and consumer attitudes towards meat». Meat Science 63 (1): 79-88. PMID 22061989. doi:10.1016/S0309-1740(02)00059-1. Consultado el 10 de agosto de 2015. 
  50. Loughnan, Bastian y Haslam, 2014, p. 104. : "This reflects the 'meat paradox': Most people care about animals and do not want to see them harmed but engage in a diet that requires them to be killed and, usually, to suffer."
  51. Bastian y Crimston, 2016, p. 280. : "Work in this area has highlighted what is referred to as the meat-paradox: how people can both love animals and enjoy eating meat."
  52. Loughnan, Bastian y Haslam, 2014, pp. 104,106.
  53. Blidaru y Opre, 2015, pp. 548-549. : "A conflict between one’s own eating behaviors, which are dependent on animal suffering and death in factory farms, and one’s cognitions regarding the life rights and welfare of non-human animals, is at the heart of this incongruence."
  54. Loughnan, Bastian y Haslam, 2014, pp. 106-107.
  55. Bastian y Crimston, 2016, p. 281.
  56. a b c Piazza, Jared (agosto de 2015). «Rationalizing meat consumption. The 4Ns». Appetite 91: 114-128. doi:10.1016/j.appet.2015.04.011. 
  57. a b Rothgerber, Hank (agosto de 2014). «Efforts to overcome vegetarian-induced dissonance among meat eaters». Appetite 79: 32-41. doi:10.1016/j.appet.2014.04.003. 
  58. Markwell, Kevin (2015). Animals and Tourism: Understanding Diverse Relationships. Bristol: Channel View Publications. p. 214. ISBN 9781845415044. 
  59. Presser, Lois (2013). Why We Harm, New Brunswick, NJ: Rutgers University Press, pp. 50–68.
  60. Clark, 2016, p. 465.
  61. Bastian y Loughnan, 2016, p. 4.
  62. Bratanova, Bastian y Loughnan, 2011.
  63. Bilewicz, Imhoff y Drogosz, 2011.
  64. a b Loughnan, Bastian y Haslam, 2014, p. 105.
  65. Waytz et al., 2010.
  66. Blidaru y Opre, 2015, p. 549.
  67. Cambridge, Emmeline (2017). Exploring the Effect of Imagery and Categorisation on Belief in Animal Mind. Hamburg: Anchor Academic Publishing. p. 5. ISBN 9783954894116. 
  68. Loughnan, Bastian y Haslam, 2014, p. 106.
  69. Loughnan, Haslam y Bastian, 2010.
  70. Bastian et al., 2012.
  71. a b Ruby y Heine, 2012.
  72. Kasperbauer, T.J. (2018). Subhuman: The Moral Psychology of Human Attitudes to Animals. Oxford: Oxford University Press. p. 79. ISBN 9780190695811. 
  73. Loughnan, Haslam y Bastian, 2016, p. 106.
  74. Bastian, Crimston y 201, 6, p. 282.
  75. Vaes, Paladino y Puvia, 2011.
  76. Loughnan et al., 2010.
  77. a b Amiot y Bastian, 2016, pp. 27-28.
  78. Hoogland, de Boer y Boersema, 2005.
  79. Perez, de Castro y Font-i-Furnols, 2009.
  80. a b Vanhonacker y Verbeke, 2014, p. 161.
  81. Te Velde, Aarts y Van Woerkum, 2002.
  82. Kubberød et al., 2002.
  83. Eastwood, 1995.
  84. Phan-Huy y Fawaz, 2003.
  85. Amiot y Bastian, 2016, p. 28.
  86. a b Plous, 1993.
  87. Rothgerber, 2014.
  88. Serpell, 1999.
  89. Kunst y Hohle, 2016.
  90. Plous, 1993, p. 21.
  91. Amiot y Bastian, 2016, p. 31.
  92. Serpell, 2009.
  93. a b Berndsen, Mariëtte; van der Pligt, Joop (March 2004). «Ambivalence towards meat». Appetite 42 (1): 71-78. PMID 15036785. doi:10.1016/S0195-6663(03)00119-3. Consultado el 9 de agosto de 2015. 
  94. Rothgerber, Hank (November 2012). «Real Men Don't Eat (Vegetable) Quiche: Masculinity and the Justification of Meat Consumption». Psychology of Men & Masculinity 14 (4): 363-375. doi:10.1037/a0030379. Consultado el 6 de agosto de 2015. 
  95. a b Hayley, Alexa; Zincklewicz, Lucy; Hardiman, Kate (Octubre de 2014). «Values, attitudes, and frequency of meat consumption. Predicting meat-reduced diet in Australians» [Valores, actitudes y frecuencia de consumo de carne. Predicción de la dieta de reducción de carne en australianos]. Appetite (en inglés) 84: 98-106. ISSN 0195-6663. PMID 25312749. doi:10.1016/j.appet.2014.10.002. Consultado el 3 de julio de 2021. 
  96. Graça, João; Calheiros, Maria Manuela; Abílio, Oliveira (Febrero de 2016). «Situating moral disengagement: Motivated reasoning in meat consumption and substitution». Personality and Individual Differences (en inglés) (28 de noviembre de 2015) 90: 353-364. ISSN 0191-8869. doi:10.1016/j.paid.2015.11.042. Consultado el 3 de julio de 2021. 
  97. Tiainen, Anna-Maija K.; Männistö, Satu; Lahti, Marius; Blomstedt, Paul A.; Lahti, Jari; Perälä, Mia-Maria; Räikkönen, Katri; Kajantie, Eero et al. (18 de julio de 2013). «Personality and dietary intake - findings in the Helsinki birth cohort study» [Personalidad e ingesta dietética: hallazgos del estudio de cohorte de natalidad de Helsinki]. PloS One 8 (7): e68284. ISSN 1932-6203. PMC 3715473. PMID 23874573. doi:10.1371/journal.pone.0068284. Consultado el 3 de julio de 2021. 
  98. Forestell, Catherine A.; Spaeth, Andrea M.; Kane, Stephanie A. (2 de noviembre de 2011). «To eat or not to eat red meat. A closer look at the relationship between restrained eating and vegetarianism in college females» [Comer o no comer carne roja. Una mirada más de cerca a la relación entre la alimentación restringida y el vegetarianismo en mujeres universitarias]. Appetite (Febrero de 2012) 58 (1): 319-325. ISSN 1095-8304. PMID 22079892. doi:10.1016/j.appet.2011.10.015. Consultado el 3 de julio de 2021. 
  99. Mõttus, René; Realo, Anu; Allik, Jüri; Deary, Ian J.; Esko, Tõnu; Metspalu, Andres (23 de enero de 2012). «Personality traits and eating habits in a large sample of Estonians» [Rasgos de personalidad y hábitos alimentarios en una muestra grande de estonios]. Health Psychology: Official Journal of the Division of Health Psychology, American Psychological Association (Noviembre de 2012) 31 (6): 806-814. ISSN 1930-7810. PMID 22268715. doi:10.1037/a0027041. Consultado el 3 de julio de 2021. 
  100. Wilson, Mark Stuart; Allen, Michael (19 de febrero de 2007). «Social psychological motivations and foundations of dietary preference» [Motivaciones psicológicas sociales y fundamentos de preferencia dietaria]. En Brown, Lois V., ed. Psychology of motivation [Psicología de la motivación] (en inglés). Nova Science Publishers. p. 65–82. ISBN 978-1-60021-598-8. OCLC 85862424. Consultado el 14 de septiembre de 2021. 
  101. Dhont, Kristof; Hodson, Gordon; Costello, Kimberly; MacInnis, Cara C. (Abril de 2014). «Social dominance orientation connects prejudicial human–human and human–animal relations» [La orientación de la dominación social conecta a las relaciones humano-humano y humano-animal perjudicialmente]. Personality and Individual Differences (en inglés). 61-62: 105-108. doi:10.1016/j.paid.2013.12.020. Consultado el 16 de septiembre de 2021. 
  102. Allen, Michael W.; Torres, Claudio V. (2006). «Food Symbolism and Consumer Choice in Brazil» [Simbolismo alimentario y elección del consumidor en Brasil]. Latin American Advances in Consumer Research 1. Archivado desde el original el 7 de mayo de 2015. Consultado el 16 de septiembre de 2021. 
  103. Dhont, Kristof (1.º de julio de 2014). «Why do right-wing adherents engage in more animal exploitation and meat consumption?» [¿Por qué los partidarios de la derecha se dedican a explotar más a los animales y a consumir más carne?]. Personality and Individual Differences (en inglés) 64: 12-17. ISSN 0191-8869. doi:10.1016/j.paid.2014.02.002. Consultado el 23 de septiembre de 2021. 
  104. Sariyska, Rayna; Markett, Sebastian; Lachmann, Bernd; Montag, Christian (22 de noviembre de 2019). «What Does Our Personality Say About Our Dietary Choices? Insights on the Associations Between Dietary Habits, Primary Emotional Systems and the Dark Triad of Personality» [¿Qué dice nuestra personalidad sobre nuestras elecciones dietarias? Perspectivas sobre las asociaciones entre los hábitos dietarios, los sistemas emocionales primarios y la tríada oscura de la personalidad]. Frontiers in Psychology 10. ISSN 1664-1078. PMC 6883900. PMID 31824377. doi:10.3389/fpsyg.2019.02591. Consultado el 23 de septiembre de 2021. 
  105. Graça, João; Calheiros, Maria Manuela; Oliveira, Abílio (Febrero de 2016). «Situating moral disengagement: Motivated reasoning in meat consumption and substitution» [Ubicando la disociación moral: Razonamiento motivado en el consumo y la sustitución de la carne]. Personality and Individual Differences (en inglés) 90: 353-364. doi:10.1016/j.paid.2015.11.042. Consultado el 23 de septiembre de 2021. 
  106. Goldberg, Lewis R; Strycker, Lisa A (5 de enero de 2002). «Personality traits and eating habits: the assessment of food preferences in a large community sample» [Rasgos de personalidad y hábitos alimentarios: evaluación de las preferencias alimentarias en una muestra poblacional grande]. Personality and Individual Differences (en inglés) 32 (1): 49-65. ISSN 0191-8869. doi:10.1016/S0191-8869(01)00005-8. Consultado el 29 de septiembre de 2021. 
  107. Nemeroff, Carol; Rozin, Paul (Marzo de 1989). «"You are What You Eat": Applying the Demand-Free "Impressions" Technique to an Unacknowledged Belief» [«Somos lo que comemos»: Aplicación de la técnica de las «impresiones» sin demanda a una creencia no reconocida]. Ethos (en inglés) 17 (1): 50-69. ISSN 0091-2131. doi:10.1525/eth.1989.17.1.02a00030. Consultado el 29 de septiembre de 2021. 
  108. Ruby, Matthew B.; Heine, Steven J.; Kamble, Shanmukh; Cheng, Tessa K.; Waddar, Mahadevi (1 de diciembre de 2003). «Compassion and contamination. Cultural differences in vegetarianism» [Compasión y contaminación. Diferencias culturales en el vegetarianismo]. Appetite (en inglés) 71: 340-348. doi:10.1016/j.appet.2013.09.004. Consultado el 29 de septiembre de 2021. 
  109. Leroy y Praet, 2015, p. 207.
  110. a b c Vartanian, 2015, p. 75.

Fuentes

[editar]

Artículos de revisión

[editar]