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Vista aérea del círculo de piedras de Castlerigg, 11 de julio de 2005 a las 20:13.
El círculo de piedras de Castlerigg (también conocido por Castlerigg Stone Circle, Keswick Carles, Carles, Carsles y Castle-rig, todos ellos en inglés), cerca de Keswick en Inglaterra, es uno de los crómlechs mayores del Reino Unido y el que tiene, probablemente, el asentamiento más impresionante de todos, además de ser el más visitado de Cumbria. Cada año, miles de personas recorren un corto trecho entre Keswick y la meseta de Castlerigg Fell y Chestnut Hill, en la que se encuentra el monumento. Esta meseta es el centro elevado de un anfiteatro natural creado por las colinas de los alrededores y desde dentro del círculo es posible ver algunos de los picos más altos de Cumbria: Helvellyn, Skiddaw, Grasmoor y Blencathra.

Techo de la Gran Sala desde el punto de vista de un visitante actual

La cueva de Altamira es una cavidad natural en la roca en la que se conserva uno de los ciclos pictóricos y artísticos más importantes de la prehistoria.[1]​ Forma parte del conjunto cueva de Altamira y arte rupestre paleolítico de la cornisa cantábrica, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Está situada en el municipio español de Santillana del Mar, en Cantabria, a unos dos kilómetros del centro urbano, en un prado del que tomó el nombre.[2]

Desde su descubrimiento, en 1868, por Modesto Cubillas y su posterior estudio por Marcelino Sanz de Sautuola ha sido excavada y estudiada por los principales prehistoriadores de cada una de las épocas una vez que fue admitida su atribución al Paleolítico.

Las pinturas y grabados de la cueva pertenecen, principalmente a los períodos Magdaleniense y Solutrense y, algunos otros, al Gravetiense y al comienzo del Auriñaciense, esto último según pruebas utilizando series de uranio. De esta forma se puede asegurar que la cueva fue utilizada durante varios periodos, sumando 22 000 años de ocupación, desde hace unos 36 500 hasta hace 13 000 años, cuando la entrada principal de la cueva quedó sellada por un derrumbe, todos dentro del Paleolítico superior.[3]

El estilo de gran parte de sus obras se enmarca en la denominada «escuela franco-cantábrica», caracterizada por el realismo de las figuras representadas. Contiene pinturas polícromas, grabados, pinturas negras, rojas y ocres que representan animales, figuras antropomorfas, dibujos abstractos y no figurativos.

En cuanto a su techo de los polícromos ha recibido calificativos como «Capilla Sixtina» del arte rupestre;[4]​ «...la manifestación más extraordinaria de este arte paleolítico...»,[5]​ «... la primera cueva decorada que se descubrió y que continúa siendo la más espléndida» y «...si la pintura rupestre [paleolítica] es el ejemplo de una gran capacidad artística, la cueva de Altamira representa su obra más sobresaliente» nos indican la gran calidad y belleza del trabajo del hombre magdaleniense en este recinto.

Fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1985. En el año 2008 se hizo una extensión de la nominación a otras 17 cuevas del País Vasco, Asturias y la propia Cantabria, pasándose a llamar el conjunto «Cueva de Altamira y arte rupestre paleolítico de la cornisa cantábrica».

La Edad de los Metales es una de las tres grandes etapas tecnológicas en las que tradicionalmente se ha subdividido a la prehistoria euroasiática. Comienza en el 6000 a. C. y termina en el 1000 a. C. Por definición, es el periodo que siguió a la Edad de Piedra y durante el cual el ser humano empezó a fabricar objetos de metal fundido. La existencia de procesos metalúrgicos es indispensable para adscribir una cultura arqueológica a esta etapa, ya que los metales nativos eran trabajados por martilleado desde las fases iniciales del Neolítico. Siguiendo este criterio, la Edad de los Metales comenzaría con las primeras evidencias de fundición del cobre, que son del VI milenio a. C. (en Anatolia y los montes Zagros) y acabaría con la progresiva entrada en la historia de cada región (en Europa esto se produjo durante el I milenio a. C.). En Mesopotamia y Egipto coincide ya con el desarrollo de la escritura y por tanto la metalurgia allí es plenamente histórica.

Sepultura 43 de la Necrópolis de Varna, el primer oro trabajado del mundo.

Los primeros indicios de metalurgia en Europa proceden de la península de los Balcanes, alrededor del 4500 a. C., y son de origen autóctono. Para el resto del continente, las evidencias aparecen durante la segunda mitad del IV milenio a. C., aunque su generalización y el consecuente abandono de la piedra como elemento básico para la fabricación de artefactos solo se materializó con la llegada del hierro. En el Egipto faraónico, debido a la escasez de materia prima, esta sustitución nunca se llegó a producir.

La definición de Edad de los Metales, sin embargo, no es de uso académico común en todos los países e idiomas. En inglés se suele referir al conjunto de las tres edades como the metal ages (‘las edades de los metales’, sin un nombre concreto). La división en dos grupos del período prehistórico se centra en los límites entre el Pleistoceno y el Holoceno, y entre la protohistoria y la prehistoria. En este artículo, dado que no existen rupturas en el desarrollo de las tecnologías metalúrgicas entre la prehistoria, la protohistoria y la historia a partir de la Antigüedad, se incluyen procesos que se dieron en periodos claramente históricos.

Hendidor de piedra tallada paleolítico
Punta de flecha de sílex neolítica

La Edad de Piedra o también Etapa Lítica es el período de la prehistoria que abarca desde que los seres humanos empezaron a elaborar herramientas de piedra hasta el descubrimiento y uso de metales. La madera, los huesos y otros materiales también fueron utilizados (cuernas, cestos, cuerdas, cuero, u otros), pero la piedra (y, en particular, diversas rocas de rotura concoidea, como el sílex, el cuarzo, la cuarcita, la obsidiana) fue utilizada para fabricar herramientas y armas, de corte o percusión. Sin embargo, esta es una circunstancia necesaria, pero no suficiente, para la definición de este período, ya que en él tuvieron lugar fenómenos fundamentales para lo que sería nuestro futuro: la evolución humana, las grandes adquisiciones tecnológicas (fuego, herramientas, vestimenta), la evolución social, los cambios climáticos, la diáspora del ser humano por todo el mundo habitable (ecúmene), desde su cuna africana, y la revolución económica desde un sistema recolector-cazador, hasta un sistema parcialmente productor (entre otras cosas).

El rango de tiempo que abarca este período es ambiguo, discutido y variable según la región en particular. Aunque es posible hablar de este período en concreto, para el conjunto de la humanidad, no hay que olvidar que algunos grupos humanos nunca desarrollaron la tecnología de la fundición de metales, y por tanto quedaron sumidos en una edad de piedra hasta que se encontraron con culturas tecnológicamente más desarrolladas. Sin embargo, en general, se considera que este período comenzó en África hace 2,8 millones de años, con la aparición de la primera herramienta humana (o prehumana). A este período le siguió el Calcolítico o Edad del Cobre y, sobre todo, la Edad de Bronce, durante la cual, las herramientas de esta aleación llegaron a ser comunes; esta transición ocurrió entre 6000 a. C. y 2500 a. C.

Tradicionalmente, se divide esta Edad en Paleolítico, con un sistema económico de caza-recolección, y Neolítico, en el que se produce la revolución hacia el sistema económico productivo agropecuario (agricultura y ganadería)

Imagen hueso de Ishango expuesto en el Real Instituto Belga de Ciencias Naturales.

El hueso de Ishango es un utensilio de hueso que data del Paleolítico superior, aproximadamente del año 20 000 a. C. Este objeto consiste en un largo hueso marrón (más específicamente, el peroné de un babuino) con un pedazo punzante de cuarzo incrustado en uno de sus extremos, quizás utilizado para grabar o escribir. En un principio se pensaba que se empleaba como palo de conteo, ya que el hueso tiene una serie de muescas talladas divididas en tres columnas que abarcan toda la longitud de la herramienta, pero algunos científicos han sugerido que las agrupaciones de muescas indican un conocimiento matemático que va más allá del conteo. No obstante para algunos autores que no descartan la perspectiva del conteo primigenio, el hueso de Ishango representa el origen de la contabilidad, o al menos de la racionalidad del conteo que permitió la civilización.

El hueso de Ishango se exhibe de forma permanente en el Real Instituto Belga de Ciencias Naturales de Bruselas, Bélgica.

Hojita de borde abatido
Los microlitos son artefactos líticos tallados intencionalmente por el ser humano, sobre todo durante la prehistoria, de tamaño extremadamente pequeño, pero lo suficientemente elaborados como para ser considerados desechos o accidentes de talla. Los microlitos tienen como soporte una hoja o una hojita (de sílex casi siempre) y su forma se remata por medio de retoques abruptos o truncaduras. Teniendo en cuenta estos rasgos comunes, suelen distinguirse dos grandes familias de microlitos: los laminares (más propios del final del Paleolítico Superior y del principio del Epipaleolítico) y los geométricos (característicos del Mesolítico, del Neolítico e incluso de alguna cultura posterior con arraigadas tradiciones cinegéticas). En efecto, cualquiera que sea la clase de microlito (laminar o geométrico), se asocian a armas de caza, ya que son elementos que forman parte de la punta de jabalinas, venablos y, ya en periodos tardíos, de flechas.

Momia guanche del Museo Arqueológico Nacional, en Madrid.
Las momias guanches son los restos desecados intencionalmente de los miembros aborígenes guanches, antiguos habitantes de Tenerife —también siendo conocidos así los aborígenes canarios—. Se hacían durante las épocas anteriores a la conquista del archipiélago por parte de la Corona de Castilla en el siglo XV. Los métodos de embalsamamiento eran similares a los utilizados en el Antiguo Egipto, aunque quedan pocas momias guanches debido al saqueo y la profanación.

La olduvayense, o industria de modo 1, es una de las formas de denominar a las primeras industrias humanas de la prehistoria africana. Reciben tal apelativo a causa de uno de los yacimientos más importantes donde se han hallado tales industrias: la garganta de Olduvai, en Tanzania. El término olduvayense puede considerarse equivalente a lo que fuera de África se ha llamado pre-achelense, Paleolítico inferior arcaico o cultura de los cantos tallados, si bien en el continente africano los restos arqueológicos son sensiblemente más antiguos.

Canto tallado de tradición olduvayense

Acerca de los primeros utensilios fabricados por homínidos, existen ciertos interrogantes que aún no se han aclarado totalmente. Primero está la cuestión de cuál fue la primera especie en elaborar herramientas y si tal rasgo es suficiente como para considerar a dicha especie dentro del género Homo. En segundo lugar, no se puede afirmar, al menos para los vestigios más antiguos, que se trate de útiles fabricados por alguien con conciencia de lo que hacía.

Las primeras referencias a industrias humanas extremadamente antiguas en África se deben a E. J. Wayland, quien estudió en la antigua Rhodesia del Norte (ahora Zambia) cierto yacimiento a orillas del río Kafue, por lo que bautizó la facies cultural como kafuense, que luego volvió a encontrar en Uganda; ambas eran zonas pertenecientes al Imperio británico. La kafuense está siendo cuestionada como cultura independiente.

El descubrimiento científico, en cambio, se debe a la labor de Louis Leakey en los años 30 y 40. Leakey trabajó en la Garganta de Olduvai, contrastando sólidamente sus resultados que sirvieron de efecto multiplicador para dar a conocer otras industrias similares, sobre todo en el este, el sur y el norte de África.

Al día de hoy, la mayor parte de los hallazgos consignados son recolecciones de superficie, raramente asociables a una estratigrafía fiable que permita una datación precisa y el establecimiento de una secuencia evolutiva (por ejemplo, el curso alto del río Semliki, en el Congo, Fejej, en Etiopía o Wadi Saura en Túnez). En tales casos, los pocos yacimientos excavados y bien datados sirven como referencia para jalonar aquellos otros por medio de analogías, casi siempre tipológicas, con todo el riesgo que ello conlleva.[cita requerida]

Considerando la desaparición de utillaje en materiales perecederos como la madera o el hueso, la panoplia olduvayense más pura se limita al canto tallado (entendido como útil, como núcleo o como ambas cosas) y la lasca (retocada o no), aunque, a medida que este evoluciona, se le añaden nuevos tipos líticos, más especializados y sofisticados.[cita requerida]

Skara Brae, en las Orcadas, es la población neolítica europea mejor conservada del norte de Europa encontrada hasta el momento.[6]
Situación de Escocia (color rojo). El norte de la isla de Gran Bretaña es la parte principal en cuanto a extensión. Las islas al oeste son conocidas como Hébridas, las inmediatamente al norte son las islas Orcadas, y también al norte pero más separadas se encuentran las islas Shetland.
Mapa detallado de las islas Orcadas. El territorio en la parte inferior es el norte de la isla de Gran Bretaña.

Orcadas prehistóricas (en inglés Prehistoric Orkney) hace referencia al período de ocupación humana de dicho archipiélago escocés en la última parte de la prehistoria de las islas. El periodo de la prehistoria previo a la ocupación por el género Homo es parte de la geología de Escocia. Aunque algunos registros escritos se refieren a las islas Orcadas durante la invasión romana de Escocia, la prehistoria en el norte de Escocia no termina hasta el comienzo del Período Histórico Temprano en torno al año 600.

Hay numerosos restos prehistóricos importantes en las islas Orcadas, especialmente desde el período Neolítico, cuatro de los cuales forman uno de los sitios declarado Patrimonio de la Humanidad. Hay diversas razones para la abundancia de registros arqueológicos. El lecho de piedra arenisca proporciona un material fácilmente utilizable para la realización de herramientas de piedra y las arenas movidas por el viento han ayudado a conservar algunos sitios.[7]​ La relativa falta de industrialización y la baja incidencia de la labranza también han ayudado a conservar estos antiguos monumentos. Las tradiciones locales, basadas tanto en el miedo como en la veneración de estas antiguas estructuras (tal vez, actitudes heredadas del período de la ocupación por los nórdicos) pueden haber ayudado a mantener su integridad estructural.[8][nb 1]

La prehistoria se divide convencionalmente en una serie de períodos más cortos, pero la diferenciación de estas diversas épocas de la historia humana es una tarea compleja, sus límites son inciertos y los cambios entre ellos son graduales. El Paleolítico duró hasta la retirada del hielo, el Mesolítico hasta la adopción de la agricultura y el Neolítico hasta el comienzo de la metalurgia. Algunos de los sitios abarcan largos períodos de tiempo y, en particular, las diferencias entre el Neolítico y los períodos posteriores no son claras.[10]​ La extraordinaria riqueza de las estructuras del Neolítico no se corresponde ya sea con los períodos tempranos de la Edad del Bronce, en los que la evidencia de ocupación humana es escasa o inexistente, o la última parte de ese período, que proporciona una relativa escasez de pruebas. La posterior Edad del Hierro supuso el retorno a las construcciones monumentales, sobre todo de brochs.

Excavaciones formales fueron realizadas ya a finales del siglo XVIII y la comprensión de las estructuras implicadas pasó desde verlas como poco más que folclore hasta la actual ciencia arqueológica moderna. Los sitios de los que se va a hablar se encuentran en la isla principal de las Orcadas, Mainland, a menos que se especifique lo contrario.

El túmulo alargado de Coldrum (en inglés Coldrum Long Barrow), también conocido como piedras de Coldrum (Coldrum Stones) o piedras de Adscombe (Adscombe Stones), es un túmulo alargado con cámara ubicado cerca del pueblo de Trottiscliffe del condado de Kent, en el sudeste de Inglaterra, probablemente, construido en el cuarto milenio antes de Cristo, durante el período Neolítico inicial de Gran Bretaña y que se encuentra en estado de ruina ya desde hace siglos.

Los arqueólogos han establecido que el monumento fue construido por comunidades de pastores, poco después de la introducción de la agricultura en Gran Bretaña desde la Europa continental. Como parte de una tradición arquitectónica de construcción de túmulos alargados que se extendió por toda la Europa neolítica, las piedras de Coldrum pertenecen a una variante regional localizada de túmulos producidos en las cercanías del río Medway, ahora conocidos como megalitos de Medway. De estos, es el que se encuentra en mejor estado de conservación. Se localiza cerca de los túmulos alargados de Addington y de Chestnuts, en el lado occidental del río. En la margen oriental del Medway se sitúan otros dos túmulos alargados, Kit's Coty House y Little Kit's Coty House, así como posibles restos de otros, conocidos como las piedras Coffin y White Horse, respectivamente.

Construido con tierra y alrededor de cincuenta megalitos de piedra local sarsen, consistía en un túmulo de tierra trapezoidal, casi rectangular, rodeado de bordillos. Dentro del extremo oriental del túmulo había una cámara de piedra en la que se depositaron restos humanos en dos ocasiones, al menos, separadas en el tiempo, pero ambas dentro del Neolítico inicial. El análisis osteoarqueológico de estos restos ha mostrado que pertenecen a no menos de diecisiete individuos, una mezcla de hombres, mujeres y niños. Al menos uno de los cuerpos había sido desmembrado antes del entierro, lo que podría reflejar una tradición funeraria de excarnación e inhumación secundaria. Al igual que con otros túmulos, Coldrum ha sido interpretado como una tumba para albergar los restos de los muertos, tal vez como parte de un sistema de creencias que involucraba la veneración de los antepasados, aunque los arqueólogos han sugerido que también podría haber tenido más connotaciones religiosas, rituales y usos culturales.

Después del Neolítico inicial, el túmulo alargado cayó en un estado de ruina, tal vez experimentando una destrucción deliberada en el período medieval tardío, ya sea por iconoclastas cristianos o cazadores de tesoros. En el folclore local, el sitio se asoció con el entierro de un príncipe y la leyenda de las «piedras incontables» (en inglés countless stones). Las ruinas atrajeron el interés de los anticuarios en el siglo XIX, mientras que la excavación arqueológica tuvo lugar a principios del siglo XX. En 1926, la propiedad fue transferida a la organización benéfica The National Trust. La visita al monumento está abierta, sin cargo para los visitantes, durante todo el año; cerca de las piedras se encuentra un árbol de oraciones y es utilizado como recinto para una danza morris de la festividad de los mayos y varios rituales paganos modernos.

Notas[editar]

  1. Hedges indica que el número total de sitios arqueológicos es de «alrededor de 10 000», lo que haría unos 10 por kilómetro cuadrado.[9]

Referencias[editar]