Oopart es el acrónimo en inglés de out of place artifact (artefacto fuera de lugar en español).[1]
Es un término acuñado por el naturalista y criptozoólogo estadounidense Ivan T. Sanderson (1911-1973) para denominar a un objeto de interés histórico, arqueológico o paleontológico que se encuentra en un contexto muy inusual o aparentemente imposible que podría desafiar la cronología de la historia convencional. Este término no es de uso científico; por lo tanto su uso se limita mayoritariamente a los entusiastas de lo paranormal y otros investigadores no científicos (paracientíficos)[cita requerida].
El término ha sido ampliamente utilizado como prueba o refutación para paradigmas arqueológicos y científicos oficiales. En el campo de la arqueología, criptozoólogos y defensores de la teoría de los antiguos astronautas han cuestionado la concepción tradicional de la evolución humana; asimismo, en el campo de la geología, creacionistas de la Tierra joven han cuestionado la estimación científica de la edad de la Tierra. Los ooparts también se han utilizado por los aficionados a la ufología como base para la teoría de que la humanidad habría sido fundada y/o alterada por civilizaciones extraterrestres mucho más avanzadas o evolucionadas (creacionismo alienígena), ya que desde su punto de vista algunos de los pueblos antiguos poseerían, precisamente por este motivo, conocimientos científicos en determinadas áreas al menos tan avanzados como los actuales, así como tecnología insólita para su tiempo.[2] Por otro lado, la consideración de ooparts depende en gran parte de los conocimientos que se dominan de un periodo histórico, por ello es tan relativa como la veracidad de las teorías de quienes lo utilizan como argumento. En conclusión, quienes avalan la veracidad de los ooparts los consideran pruebas de que la ciencia convencional desprecia grandes áreas de conocimiento, ya sea voluntariamente o por ignorancia.
Si bien es cierto que las características aparentemente extraordinarias de algunos de estos objetos aún no poseen una interpretación desde la arqueología, paleontología u otras áreas de estudio, o bien fueron catalogados como ooparts para luego salir de esta clasificación,[3] en general la comunidad científica se muestra escéptica frente a las interpretaciones que califican a estos objetos como «fuera de lugar». Un gran número de estas han sido refutadas como productos de fenómenos como el palimpsesto, la pareidolia, la falsificación o simplemente la ignorancia respecto a las culturas que produjeron el objeto en cuestión.
En raros casos se comprueba que algún artefacto haya sido creado con tecnología que no se pensaba que existió en la cultura que lo construyó. Una pieza que cambió la comprensión convencional de la tecnología antigua es el mecanismo de Anticitera, un tipo de equipo mecánico, que ha sido totalmente validado como un objeto real de alrededor de 150-100 años antes de Cristo. Antes del examen de rayos X, su aspecto parecido a un reloj (que data alrededor de mil años antes de que se inventaran los relojes) fue citado como evidencia de visitas extraterrestres por fuentes marginales.[4]
Un ejemplo parcialmente validado es el penique de Maine, encontrado en Blue Hill (Estados Unidos). Es una moneda vikinga del siglo XI encontrada en un køkkenmødding (acúmulo de conchas y huesos) nativo americano. En el sitio se encuentran más de veinte mil objetos de un período de quince años. El único artefacto no nativo era la moneda.[5] Algunos argumentan que demuestra algunos asentamientos vikingos en América que la arqueología desconoce; la principal creencia es que fue llevado al lugar gracias al comercio nativo.
Localidad de Nimu en la región china de Sichuan, en la frontera del Tíbet
Todas las pruebas alrededor de este caso son dudosas, incluso se duda de la existencia de los descubridores. Según estas todo parece ser parte de una historia inventada por David Agamon en su libro Sungods in exile (‘los dioses del Sol en el exilio’), lo que él mismo ha reconocido posteriormente.
Según el libro La verdad sobre la piedras de Ica,[6] el laboratorio de datación y radioquímica de la Universidad Autónoma de Madrid habría llevado a cabo una datación absoluta por termoluminiscencia de carbonatos de deposición pertenecientes al yacimiento Cerro La Peña en Ocucaje, Departamento de Ica, Perú, resultando en una datación de entre 100 000 y 60 000 años para algunas piedras grabadas recubiertas por caliche.[7][8] El investigador Vicente París admitió estar sorprendido por estos hallazgos, ya que se ha constatado que muchas otras piedras han sido falsificadas.[9] Los investigadores Vicente París, José Antonio Caravaca y Antonio Luis Moyano han cuestionado estas afirmaciones divulgadas por los medios masivos,[9] alegando que posteriores análisis demostraron que la datación fue erróneamente interpretada por ser un sistema muy novedoso en el momento. Ya en el año 1977 el historiador Alberto Rossel Castro había publicado un artículo especializado donde afirmaba (basado en el testimonio de uno de los falsificadores) la falsedad de las mismas.[10]
Objetos religiosos como cruces, monumentos, espadas, restos de dinosaurios y placas con inscripciones en hebreo y latín en una supuesta ciudad perdida llama Calalus.
Objetos religiosos con inscripciones en hebreo (contando historias bíbicas) encontradas en un entierro indígena precolombino, lo que sustenta la existencia de tribus perdidas de Israel en el continente americano.
Cráneo encontrado dentro de una mina en un estrato del Terciario, que comprobaría la existencia de seres humanos en el continente americano millones de años antes de lo calculado.
Probablemente un meteorito o el contrapeso usado en alguna máquina para la minería, al quedar enterrado en la mina, con el tiempo se compacta y se difunde con lo que la rodea.
Megalitos de gran tamaño, supuestamente difíciles de mover con la tecnología de la época, por lo que se dice que probablemente fueran construidos por extraterrestres.
Posiblemente se usó como parte de un sistema de acueductos medieval. No existen crónicas que hablen de este objeto mucho antes de la Edad Media. Por lo que no podría ser considerado un oopart.[17]
La ausencia de rastros de algún electrolito, el bajo potencial eléctrico del sistema y la ausencia de usos prácticos para la electricidad en la época cuestionan al objeto como oopart.[18]
Pareidolia provocada por la inscripción de jeroglíficos en una misma superficie y al pasar los siglos, se evidenció gracias a la erosión, uniendo dos escritos en una sola imagen,
Tras su descubrimiento en 1968 por William J. Meister, el conservador del Museo de Geología de la Universidad de Utah James Madsen se preguntó "¿Qué cosa humana podría quizá haber caminado por este planeta antes que los vertebrados incluso evolucionaran?"[19] El hallazgo fue publicado en el periódico local Deseret News.[20] Actualmente la huella de sandalia puede contemplarse en el Museo de la Evidencia de la Creación en Glen Rose, Texas.[21]
Descartado por la arqueología. La Imagen ilustra a K'inich Janaab' Pakal y su viaje al "inframundo", la postura de las manos es habitual encontrarla en otras representaciones funerarias mayas de la época, la supuesta nave son dos serpientes emplumadas (animales ficticios muy habituales en las representaciones de varias culturas precolombinas, como el principal dios maya, Kukulcan) enlazadas entre sí; el fuego son las plumas de las serpientes y el presunto motor es un monstruo del inframundo, como testimonian otras inscripciones mayas de la época.
Figuras elaboradas a gran escala con trazos perfectos sobre el desierto. Se piensa que son imposibles de realizar sin apoyo desde el aire, pero un grupo de escolares de la zona han realizado líneas y figuras sin más médios que cuerdas.
Descartado por la arqueología. Se trata de caminos rituales, muchos de ellos ligados con el curso de las aguas subterráneas. Varios de estos geoglifos presentan altares de adobe, con material cerámico de la cultura nazca. La pampa donde yacen fue un lugar sacro que unía dos importantes sitios de la sociedad nasca, entre ellos la ciudadela sacra de Cahuachi. También se acepta que en el diseño estuvo implicado la idea del culto a los dioses, que al vivir en el cielo los verían desde las alturas.
Descartado por la arqueología. Se trataría de representaciones de los "demonios", cuando una persona enfermaba se le trasfería su mal a la estatua, destruyéndola a continuación.
En estudio. Probablemente se trata de objetos rituales. Se empleó como técnica de fabricación el piqueteo (mediante el uso de percutores de piedra) y el alisado (empleándose abrasivos como la arena).
Descartado por la arqueología. En el Museo del Oro de Bogotá están clasificadas como figuras zoomorfas de aves o insectos, ya que son muy similares a peces voladores que viven en las costas cercanas. Según el investigador Antonio Luis Moyano, la pieza exhibida como un avión ―ver imagen― es en realidad una réplica hecha por un joyero de Filadelfia (Estados Unidos) en la década de 1950.[22]
Posiblemente una falsificación o motivo de un error de datación. Una datación moderna ha reflejado que su origen es contemporáneo y no antiguo. Julsrud afirma que pagó a los campesinos por cada figura que le entregaran, por lo que es plausible que estos fabricaran las estatuillas y las hiciesen pasar por reliquias auténticas.
El Museo Estatal de Maine y el Instituto Smithsoniano lo aceptan como un objeto nórdico precolombino. Esto deja abierta la posibilidad de una exploración vikinga en la América precolombina continental.[cita requerida] Sin embargo la American Numismatic Society y algunos otros investigadores lo consideran un bulo.[cita requerida]
El mapa muestra regiones de América del Sur usando una proyección particular que ha sido confundida con la supuesta costa prehistórica de la Antártida.[23][24]
La lente de Nimrud, según algunos expertos como el científico italiano de la Universidad de Roma, Giovanni Petinatto, podría haber sido utilizada con fines astronómicos como parte de un telescopio. Otros expertos aseguran que se debió utilizar como lupa o como aparato para la proyección de los rayos solares.
↑Un ejemplo comúnmente citado (a partir del trabajo de Erich von Däniken) sería el (supuesto) elevadísimo nivel tecnológico necesario para la construcción de los monumentos del Antiguo Egipto
↑Por ejemplo, el llamado mecanismo de Anticitera, cuya tecnología se consideró durante mucho tiempo incongruente con la datación arqueológica realizada al mismo, condición rectificada posteriormente.
↑«Copia archivada». Archivado desde el original el 13 de agosto de 2013. Consultado el 13 de agosto de 2013.(en inglés) consultado el 28 de marzo de 2014