Ofensiva de Cataluña

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Ofensiva de Cataluña
la Guerra Civil Española
Parte de Guerra civil española

Mapa de España en noviembre de 1938, tras la Batalla del Ebro.
Fecha Diciembre de 1938 a febrero de 1939
Lugar Provincias de Barcelona, Tarragona y Gerona
Resultado Victoria Nacional
Beligerantes
II República española Fuerzas Sublevadas
Comandantes
Juan Hernández Saravia Fidel Dávila Arrondo
Fuerzas en combate
300,000
360 cañones
200 tanques y blindados
80 aviones)[1]
300,000
562 cañones
500 aviones)[2]
Bajas
¿muertos?
10,000 heridos
60,000 prisioneros
220,000 desarmados en Francia[3]
sin datos

La Ofensiva de Cataluña fue el conjunto de operaciones militares acontecidas entre diciembre de 1938 y febrero de 1939 dentro del marco de la Guerra Civil Española, que se saldaría con la victoria de las tropas franquistas. El objetivo era la toma de Barcelona y la reducción del reducto republicano de Cataluña, al tratarse de ocupar una importantísima ciudad española que junto con el resto de la región catalana había permanecido en el bando republicano desde el comienzo de la guerra.

Estrategia Nacional

Para hacerse con Cataluña, el bando sublevado decidió primero partir la zona republicana en dos, dejando al sur las provincias de Valencia, Alicante, Murcia y algunas de Castilla la Mancha y al norte un pequeño territorio que acogía parte de la provincia de Tarragona, toda las provincias de Barcelona y Gerona, tal como se logró en abril de 1938 con la ruptura del frente de Aragón. Cataluña quedó aislada desde entonces y con pocas expectativas de recibir la ayuda de refuerzos, a pesar que entonces Barcelona era sede del propio gobierno republicano. Tras la Batalla del Ebro (julio-noviembre de 1938), las tropas franquistas habían desgastado gravemente a los ejércitos republicanos acantonados en Cataluña, quienes vieron reducida su capacidad operativa por la pérdida de material de guerra, las bajas en combate de soldados veteranos, por la retirada de las Brigadas Internacionales en octubre de 1938, y por la mala situación estratégica de la misma región, rodeada por el Mediterráneo y por la zona bajo control franquista


Inicio del ataque

El 23 de diciembre de 1938 las tropas franquistas empezaron su ataque a lo largo del río Segre (límite entre los contendientes), rompiendo el frente republicano ese mismo día; para evitar una penetración masiva de atacantes el gobierno de la República envió al 5º Cuerpo de Ejército bajo el mando del general Enrique Líster, quien detuvo la ofensiva durante 12 días hasta que el 3 de enero de 1939 un ataque de carros de combate forzó una retirada republicana, al día siguiente los rebeldes tomaban la población de Borjas Blancas, rompiendo de nuevo el frente y causando una retirada transformada en fuga.

El mando republicano en Cataluña, dirigido por el general Vicente Rojo, formó entonces sucesivas líneas de defensa (llamadas L-1, L-2, L-3, y L-4), pero tales líneas estaban poco guarnecidas y sus defensores fueron cercados o rebasados por las tropas franquistas en pocos días. A su vez el general sublevado Juan Yagüe dirigía sus divisiones por la costa y entraba en Tarragona el 14 de enero, presionando así por el sur a la propia Barcelona que sufría ya los frecuentes bombardeos de la aviación rebelde al igual que Madrid en 1936.

Caída de Barcelona y retirada republicana

Al difundirse la noticia de la caída de Tarragona, la retirada se convirtió en una huida caótica de refugiados republicanos de toda la región, incluyendo simples soldados, que pugnaban por marchar hacia la frontera francesa. Francia decidió entonces abrir los pasos fronterizos para dejar entrar en España el material de guerra destinado a la República. La mayor parte de las tropas republicanas estaban ya desmoralizadas por las sucesivas derrotas, por el desaliento que transmitía la enorme masa de refugiados, y en gran parte estaban formadas por conscriptos muy jóvenes (la llamada "Quinta del biberón") o muy mayores, quienes pese a las exhortaciones de sus oficiales mostraban escasos deseos de combatir y tras varios años de guerra preferían la rendición rápida ante lo que parecía un triunfo inminente de los rebeldes.

El día 24 de enero las tropas franquistas alcanzaban el río Llobregat a las afueras de Barcelona y el gobierno republicano huía a Gerona; algunos milicianos comunistas intentaron defender la ciudad a ultranza mediante barricadas pero sus esfuerzos chocaron contra el desánimo de los civiles y el incesante flujo de refugiados que no albergaban mayores esperanzas. El día 26, al mediodía, las tropas franquistas entraron al centro de Barcelona y ocuparon toda la urbe, sin hallar resistencia.

Tras la caída de Barcelona, los refugiados siguieron su marcha hacia la frontera francesa a pie o en todo medio de transporte disponible, mientras las tropas republicanas oponían escasa resistencia al avance enemigo, se unían a las columnas de refugiados, o se rendían sin combatir. El día 25 el gobierno francés pidió formar una "zona neutral" en territorio español donde pudiesen establecerse los refugiados republicanos bajo supervisión internacional, evitando abrir así los pasos fronterizos a varios miles de civiles españoles, pero Francisco Franco rechazó tal propuesta; ante ello Francia abrió la frontera a los refugiados españoles en la noche del 27 de enero; el 28 de enero 15,000 personas pasaron a suelo francés y en los días siguientes tal número aumentó, los soldados republicanos debieron entregar sus armas a la gendarmería francesa como requisito previo para cruzar la frontera. Los refugiados llegaban agotados tras una larga marcha a lo largo de Cataluña que incluyó cruzar los Pirineos en el frío mes invernal de enero y casi de inmediato fueron establecidos por las autoridades francesas en improvisados campamentos a orillas del Mediterráneo, lugares cercados con alambre de púas y vigilados por la gendarmería francesa, desprovistos de suficientes alimentos y agua, expuestos al viento y la lluvia al carecer de barracas o carpas, y en malas condiciones sanitarias; no obstante Francia explicó tales carencias en el hecho que no se esperaba recibir un flujo de varios miles de civiles españoles en cuestión de tan pocos días, pidiendo entonces ayuda internacional para remediar en parte las graves carencias de los refugiados. Empezaba así para muchos republicanos españoles un largo y difícil exilio.

El avance del bando nacional seguía su ritmo casi sin hallar resistencia, al punto que las avanzadas del general Yagüe (incluyendo italianos, marroquíes y requetés navarros) el 5 de febrero tomaron Gerona, forzando al gobierno republicano a huir esta vez a Figueras, en cuyo castillo el presidente de gobierno Juan Negrín celebró una reunión del gabinete republicano. El día 8 caía Figueras y el gobierno de la Segunda República Española, incluyendo al presidente Manuel Azaña cruzaba también la frontera; el 10 de febrero las tropas franquistas alcanzaban todos los pasos fronterizos y llegaban a los Pirineos, ocupando toda Cataluña.

Consecuencias

La Ofensiva de Cataluña terminó dejando en poder del bando nacional un importante reducto republicano, en tanto Cataluña poseía valiosos recursos industriales y la segunda ciudad más importante de España, y dejaba toda la frontera francesa bajo control franquista, reduciendo la zona republicana a las regiones del centro y suroeste de la península. El balance militar y estratégico resultaba ahora totalmente contrario a la Segunda República Española y convenció a varios dirigentes republicanos que la guerra estaba perdida. Si bien el presidente del Gobierno, Juan Negrín, volvió a la zona republicana el 10 de febrero, el presidente Manuel Azaña renunció a su cargo y se negó a volver a España al igual que numerosos líderes políticos y militares, incluyendo al general Vicente Rojo. Mientras tanto la victoria franquista implicó la severa represión contra los republicanos que no pudieron fugar a Francia, junto con la supresión de la autonomía de Cataluña y la total prohibición de usar el idioma catalán. Fuera de España, el resultado de la Batalla de Barcelona fue el reconocimiento diplomático hecho por Gran Bretaña y Francia al gobierno de Franco el 26 de febrero y la depreciación casi total de la peseta republicana en los mercados mundiales.

Bibiografía

Referencias

  1. Thomas, p. 868
  2. Thomas, p. 867-8
  3. Thomas, p. 877