Nacionalismo argentino

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Bandera de Argentina

El nacionalismo argentino se refiere al nacionalismo del pueblo argentino y la cultura argentina. Surgió durante la Guerra de la Independencia y las Guerras Civiles, y se fortaleció durante la década de 1880.

Hubo oleadas de renovado interés en el nacionalismo en respuesta a la Segunda Guerra Mundial, el Proceso de Reorganización Nacional y los disturbios de diciembre de 2001.

Historia[editar]

La Argentina moderna fue una vez parte del Virreinato del Río de la Plata, parte del Imperio español. La captura del rey español durante la Guerra de la Independencia se inició la Guerra de la Independencia Argentina. Se basaba en el principio de la retroversión de la soberanía al pueblo: con el rey ausente, la soberanía retornaba a sus súbditos que eran entonces capaces de gobernarse por sí mismos.

José de San Martín, Juan Manuel de Rosas y Juan Domingo Perón son vistos por el nacionalismo argentino como una línea de continuidad histórica.[1]

Esto dio lugar a conflictos entre las provincias del virreinato: algunas facciones querían mantener el país bajo la organización centralista utilizada hasta ahora, otras querían utilizar un sistema federalista y otras querían separarse de sus provincias como países independientes. Esto condujo a las guerras civiles argentinas. Los Directores Supremos de las Provincias Unidas del Río de la Plata eran centralistas, y José de San Martín y José Gervasio Artigas eran federalistas. Esos grupos evolucionaron hacia el Partido Unitario y el Partido Federal, respectivamente.[2]

El sentido de unidad nacional se incrementó durante el bloqueo francés y franco-británico del Río de la Plata. Gran Bretaña y Francia intentaron evitar que Juan Manuel de Rosas interfiriera en Uruguay con un bloqueo naval, lo que tuvo el efecto secundario de impulsar la popularidad de Rosas y aumentar la solidaridad nacional.[3]

En la década de 1880, Argentina se apoderó de la Patagonia con la Conquista del Desierto y aseguró sus límites nacionales modernos. Se temía que la gran ola migratoria europea a Argentina diluyera la identidad nacional, por lo que Vicente Quesada y otros historiadores promovieron el nacionalismo al establecer la idea del virreinato como la "Gran Argentina", irrumpida en varios países por la intromisión de potencias externas. Esta percepción se vio reforzada por los conflictos diplomáticos con Brasil de la época.[4]

Tras la obtención de la Copa Mundial de Fútbol de 2022, ocurrió un sentimiento exaltado del nacionalismo argentino sobre la sociedad.

Siglo XX[editar]

El nacionalismo resurgió durante la década de 1930. En oposición al cambio radical de Alvear, en 1935, jóvenes yrigoyenistas de origen nacionalista fundaron FORJA (Fuerza Orientadora Radical de la Juventud Argentina), que tuvo como líderes a los socialistas Arturo Jauretche, Raúl Scalabrini Ortiz y Gabriel del Mazo. El lema de FORJA era: "Somos una Argentina colonial, queremos ser una Argentina libre". Entre otras cosas, FORJA denunció el silencio del gobierno sobre muchos problemas como la creación del Banco Central, "sacrificios económicos impuestos en beneficio del capitalismo extranjero", "política petrolera", "intervenciones militares arbitrarias", "restricciones a la libertad de opinión", "incorporación a la Sociedad de Naciones", "supresión de relaciones con Rusia", "investigaciones parlamentarias", "el crimen del Senado", etc. y especialmente durante la Segunda Guerra Mundial. Esos nacionalistas pensaban que Argentina tenía una dependencia económica de Gran Bretaña, y que el país no debería ayudar a Gran Bretaña en el conflicto sino mantenerse neutral. Este nacionalismo condujo a la llamada Revolución del 43, y durante ella al surgimiento del controversial Juan Domingo Perón. Perón denunció la intromisión del embajador de los Estados Unidos Spruille Braden en las elecciones de 1946, y ganó por abrumadora mayoría. Nacionalizó varias herramientas clave de la economía argentina y declaró la independencia económica argentina.[5]

Las analogías entre Perón y Rosas se hicieron explícitas durante la Revolución Libertadora, un golpe de Estado que derrocó al populista Perón del poder y proscribió al peronismo. Eduardo Lonardi, de facto, presidente, utiliza la frase "ni vencedores ni vencidos", que fue utilizado por el militar Justo José de Urquiza después de deponer a Rosas en la batalla de Caseros. La perspectiva oficial era que Perón era "la segunda tiranía", siendo Rosas la primera, y que ambos debían ser igualmente rechazados, y viceversa, los dos gobiernos que los derrocaron debían ser elogiados. Para ello trazan la línea de la continuidad histórica "Mayo-Caseros-Libertadora", equiparando el golpe con la Revolución de Mayo y la derrota de Rosas. Este enfoque fracasó. Perón era muy popular y el golpe militar impopular, por lo que los peronistas abrazaron la comparación establecida entre Rosas y Perón, pero viéndolo con una perspectiva positiva en su lugar.[6]​ historiadores nacionalistas dibujan entonces su propia línea de continuidad histórica, "San Martín-Rosas-Perón".

El Proceso de Reorganización Nacional promovió los valores nacionalistas para justificar el terrorismo de Estado y la Guerra de las Malvinas. Ambos conflictos generaron una gran polémica. Como resultado, el nacionalismo declinó en los años siguientes, aumentando la americanización durante la década de 1990, el nacionalismo resurgió nuevamente después de los disturbios de diciembre de 2001 en Argentina.

Véase también[editar]

Notas[editar]

Referencias[editar]

  1. Chaneton, p. 37
  2. Galasso, Tomo I, págs. 135-211
  3. Rosa, p. 124
  4. Cavaleri, págs. 167-168
  5. Galasso, Tomo II, págs. 186–325
  6. Devoto, págs. 278-281.