Mecenazgo

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Juliana Anikias, la donante del Dioscórides de Viena (siglo VI), se hizo representar, flanqueada por las figuras alegóricas de la generosidad y la sabiduría, en una ilustración destacada de la obra donada (fol. 6 verso).
Los comitentes (no identificados con certeza) de la Trinidad de Masaccio (ca. 1428) son representados en posición orante, en un plano inferior a la Virgen y San Juan (así como éstos en un plano inferior a las tres personas de la Santísima Trinidad).
La corte medicea se representó en la cappella dei Magi de su palacio en Florencia (1459-1461).
Compartiendo el ámbito espacial con los personajes de la sacra conversazione, aunque en posición orante, Piero della Francesca representa al comitente de la obra, Federico da Montefeltro (Pala di Brera, 1472).
El papa Julio II (aquí retratado por Rafael) fue uno de los principales mecenas del Renacimiento, y en gran medida responsable del cambio de la centralidad cultural de Florencia a Roma, a donde atrajo a artistas de la talla de Miguel Ángel, con el que mantuvo una tormentosa relación (reflejada en la película El tormento y el éxtasis).
Retrato de Sir Endymion Porter, de Van Dyck. Mecenas y artista se representan juntos.
Federico II de Prusia rodeado de los philosophes que protegía (entre ellos, Voltaire). Los déspotas ilustrados se preciaban de proteger artes y letras, y promover el progreso científico.

El mecenazgo es un tipo de patrocinio que se otorga a artistas, literatos o científicos, a fin de permitirles desarrollar su obra. Ese apoyo, aunque se presente como desinteresado, pues el que lo otorga no exige a sus beneficiarios ningún tipo de devolución o réditos económicos a corto plazo; sí que proporciona una remuneración de carácter íntimo (el placer estético, moral o intelectual, o la satisfacción de la vanidad), además de una operación de relaciones públicas que puede llegar a ser muy útil, por cuanto justifica su posición social y mejora su reputación. Cuando el mecenazgo incluye el encargo de la obra y no se limita a una genérica protección a la actividad del patrocinado, puede determinar en gran medida el proceso creativo y la ejecución de la obra, si precisa (a veces mediante contrato vinculante) los materiales, dimensiones, tema o tratamiento. La obra de arte (o literaria o científica) puede quedar o no en propiedad del mecenas, siendo muy común que éste la done o ponga a disposición del público de una u otra forma (publicación, exhibición en un museo, etc.)

«Mecenas» es la persona poderosa que brinda su apoyo material, o protege mediante su influencia, a artistas, literatos y científicos para que estos puedan realizar su obra.

Historia y terminología artística: donante, patrón o comitente

Históricamente ha representado una forma importante de sostenimiento de la producción artística, al permitir el desarrollo de obras no orientadas a su circulación mercantil (mercado del arte).

La práctica totalidad del Arte antiguo es resultado de encargos del poder político (reyes) y religioso (templos). Sin embargo, en la Roma de Augusto (finales del siglo I a. C.), un particular, Cayo Cilnio Mecenas, cobró tanta fama como protector de las artes que su nombre pasó a designar tal función social.

Tras un largo periodo (la Alta Edad Media) en que únicamente la iglesia (con excepciones puntuales, como el renacimiento carolingio) fue prácticamente la única institución que ejerció el mecenazgo artístico y cultural, dado su monopolio de las actividades intelectuales; la Baja Edad Media supuso un florecimiento del mecenazgo civil, tanto por parte de las familas aristocráticas como de las instituciones políticas y sociales (ayuntamientos, gremios, etc.) y de las monarquías autoritarias en formación.

Felipe el Atrevido y su esposa, orantes, flanquean la imagen de la Virgen en la portada de la iglesia de la cartuja de Champmol.

Pasó a ser una convención artística aceptada representar, en actitud orante, al donante, patrón o comitente dentro de la propia obra de arte donada a una institución religiosa o exhibida en la capilla familiar o institucional.[1]​ Quien encargaba la obra determinaba qué santo o advocación debía representarse (habitualmente su santo patrón por razón de oficio, ciudad, familia o nombre, pero también cualquiera por el que se deseara demostrar una particular devoción). De este modo, las escenas representadas podían terminar siendo totalmente arbitrarias, sin relación con ninguna realmente descrita en hagiografías o Sagradas Escrituras, sino simplemente un conjunto de santos en sacra conversazione. Estas representaciones están en el origen del retrato moderno (retrato de donante o retrato votivo).[2]

El mecenazgo moderno apareció en el Renacimiento. Los artistas áulicos (arquitectos, pintores de corte, poetas), aunque no recibieran pagos regulares o no estuvieran en un momento concreto realizando un encargo por el que recibieran un pago inmediato, eran admitidos en el círculo de confianza de sus poderosos patrocinadores, donde podían no solamente mantener un nivel de vida superior al del entorno artesanal gremial, sino desarrollar una inédita capacidad de relacionarse entre sí (entre artistas de distintas artes o literatos de distintas disciplinas intelectuales) y con personajes de alta talla social. Todo ello elevaba su formación y condición de una forma hasta entonces inimaginable (el contraste entre el concepto de artes vulgares y el de bellas artes). Se fue perfilando un tipo ideal de artista universal, humanista, que define la época. La vinculación de un mecenas con estos artistas geniales, que adquirían una inmensa fama incluso en plena juventud, aportaba prestigio social, político y evidentes beneficios a los que lo ejercían, con lo que el mecenazgo se convirtió en una práctica extendida. Familias como los Médici consiguieron rodearse de los artistas y humanistas más importantes, convirtiendo a Florencia en el centro cultural de su época. La protección de las artes pasó a ser una actividad competitiva entre las ciudades italianas, el papado y las monarquías europeas (Reyes Católicos, Maximiliano I de Habsburgo, Francisco I de Francia, Enrique VIII de Inglaterra, Isabel I de Inglaterra, Felipe IV de España, Luis XIV de Francia); y dentro de cada una de ellas, las casas nobiliarias y algunos personajes que deseaban prestigiarse por encima de su bajo origen (mercaderes enriquecidos -los Fugger-, altos funcionarios -Nicolás Rolin, Francisco de los Cobos-) que aprovechaban la oportunidad de vincular su nombre al de los artistas que protegían.

La capilla de la familia Cornaro[4]​ en Santa Maria della Vittoria, con los donantes representados en balcones que flanquean la escena del Éxtasis de Santa Teresa, de Bernini.

Era habitual que los escritores realizaran una dedicatoria a los personajes que les habían apoyado, o de los que esperaban conseguir apoyo y protección. Por ejemplo, Cervantes realiza dedicatorias al Conde de Lemos, que extendió su mecenazgo a muchos otros autores del Siglo de Oro español.

La Edad Contemporánea significó una transformación radical de la relación entre público y artista. El entorno institucional y académico pensionaba a los jóvenes artistas que juzgaban prometedores; mientras que se fue gestando un entorno alternativo entre los refusés ("rechazados"). Marchantes y coleccionistas (como Ambroise Vollard) pasaron a ser los personajes más influyentes. En el contexto intelectual de las vanguardias, ciertos personajes integrados en ellas (como Gertrude Stein), caracterizados por su capacidad de proteger a unos u otros artistas, eran considerados como verdaderos mecenas.

Mecenazgo contemporáneo y esponsorización

En la actualidad, los mecenazgos son realizados por organizaciones, tanto públicas y privadas, para la realización de diversos proyectos, como a diversos deportistas de la actualidad que no cuentan con los medios económicos para realizar su actividad de forma personal.

El mecenazgo no debe confundirse con el patrocinio propio de la publicidad. Si bien ambas acciones son similares, lo que se conoce como sponsor (esponsorización)[5]​ es una actitud netamente comercial y publicitaria, que se cataloga como un servicio, con fines comerciales concretos.

Incluso sin la presencia necesaria de un artista o intelectual concreto, es también mecenazgo el apoyo que un individuo o una corporación, tanto en forma monetaria como en especie (cesión de materiales o instalaciones), presta a la comunidad para su desarrollo social, cultural y científico, así como para la preservación medioambiental.

Véase también

Notas

  1. Frederick Hartt, Arte, pg. 1154.
  2. Roberts, Angela Marisol; Donor Portraits in Late Medieval Venice c.1280-1413, PhD thesis, 2007, Queens University, Canada. Fuente citada en en:Donor portrait
  3. Del llamado Maestro del Retablo de San Bartolomé o Maestro del Altar de San Bartolomé. AA.VV., Alte Pinakothek Munich, Edition Lipp, Monaco di Baviera, 1986. ISBN 978-3-87490-701-9. Fuente citada en it:Maestro dell'Altare di san Bartolomeo
  4. Vittorio Spreti, Enciclopedia storico-nobiliare italiana, Milano, Forni, 1928-36, p. 540. Fuente citada en it:Corner (famiglia) y en en:House of Cornaro
  5. Real Academia Española. «sponsor». Diccionario de la lengua española (23.ª edición). Real Academia Española. «esponsorización». Diccionario de la lengua española (23.ª edición). 

Enlaces externos