Marea rosa

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De izq. a dcha., países latinoamericanos gobernados por partidos de izquierdas miembros del Foro de São Paulo (rojo) en 2011 (durante la marea rosa), 2018 (durante la ola conservadora) y 2024.

Marea rosa (o vuelta hacia la izquierda, ola socialdemócrata, marea roja) es una expresión utilizada en los análisis políticos para describir el auge de la izquierda política en la primera década del siglo XXI en América Latina.[1][2]​ Según el historiador Fabricio Pereira da Silva, «la llamada marea rosa comenzó en 1998 con la elección de Hugo Chávez en Venezuela, y siguió con el arribo al gobierno de candidatos de izquierda o centroizquierda en casi todos los países de América del Sur (con la excepción de Colombia) y en diversos países de América Central».[3]​Los partidos de izquierdas que llegaron entonces al poder estaban agrupados en el Foro de São Paulo.

En el año 2005, la BBC reportó que, de los 350 millones de sudamericanos, tres cuartas partes vivían en países con «presidentes que se inclinan por la izquierda, elegidos durante los seis años precedentes.»[4]​ Según la BBC, «otro elemento común de la marea rosa es la clara ruptura con el Consenso de Washington de comienzos de la década de 1990, la mezcla de mercados abiertos y privatizaciones impulsada por los Estados Unidos».[4]​ Se ha referido a los países iberoamericanos pertenecientes a esta tendencia ideológica como «naciones de la Marea Rosa» (Pink Tide nations).[5]

El origen del término se remonta a una frase de Larry Rohter, un reportero del New York Times en Montevideo, quien caracterizó la elección en 2004 de Tabaré Vázquez como presidente de Uruguay como «no tanto una marea roja… más bien una rosa.»[6]​ El término parece ser un juego de palabras basado en reemplazar el rojo —color asociado al comunismo– en «marea roja» por el tono más suave «rosa», para indicar el aumento de fuerzas de ideas socialistas más moderadas.[7]

A la «marea rosa» siguió la «ola conservadora», fenómeno político que tuvo lugar en la década de 2010 como reacción directa a la etapa anterior, tras eventos como el golpe de Estado en Honduras y la crisis política en Paraguay, así como el inicio de la crisis en Venezuela, las protestas en Nicaragua y la renuncia de Evo Morales en Bolivia.[8]

En la década de 2020 se produjo un resurgimiento de la «marea rosa»[9]​ con los cambios producidos en 2018 en México y en 2019 en Argentina, ampliado en 2020 en Bolivia,[10]​en 2021 en Perú,[11]Honduras[12]​y Chile,[13]​en 2022 en Colombia[14]​y Brasil,[15]​ y en 2023 en Guatemala.

Historia[editar]

Antecedentes[editar]

Durante la Guerra Fría, se eligieron una serie de gobiernos de izquierda en América Latina. Estos gobiernos enfrentaron golpes de Estado patrocinados por el gobierno de los Estados Unidos como parte de su interés geoestratégico en la región:[16][17]golpe de Estado en Guatemala de 1954, golpe de Estado en Brasil de 1964, golpe de Estado en Chile de 1973 y golpe de Estado en Argentina de 1976, entre otros. Todos estos golpes fueron seguidos por dictaduras militares de derecha respaldadas y patrocinadas por Estados Unidos como parte de la Operación Cóndor del gobierno de Estados Unidos.[18][17]

Estos regímenes autoritarios cometieron diversas violaciones de derechos humanos, entre ellas detenciones ilegales de opositores políticos, sospechosos de serlo y/o sus familiares, torturas, violaciones, desapariciones y trata de niños.[19]​ A fines de la década de 1970 y hasta principios de la década de 1990, a medida que estos regímenes comenzaron a declinar debido a la presión internacional y al clamor interno de la población en los Estados Unidos por su participación en las atrocidades, que obligó a Washington a renunciar a su apoyo, nuevos procesos democráticos comenzaron.[20]

Surgimiento[editar]

Luego de la tercera ola de democratización en la década de 1980, la institucionalización de la competencia electoral en Iberoamérica abrió la posibilidad de que la izquierda ascendiera al poder. Durante gran parte de la historia de la región, la contienda electoral formal excluyó a los movimientos de izquierda, primero a través del sufragio limitado y luego a través de la intervención militar y la represión durante la segunda mitad del siglo XX.[21]​ La caída del Muro de Berlín (1989) y el colapso de la Unión Soviética (1991) cambiaron el entorno geopolítico: las fuerzas de izquierda en América Latina empezaron a analizar las consecuencias y el impacto que tenían dichos acontecimiento para el futuro resultando en la fundación del Foro de São Paulo en 1990 por el brasileño Partido de los Trabajadores, bajo los auspicios del régimen comunista de Cuba. Por otra parte, muchos movimientos revolucionarios desaparecieron y la izquierda adoptó los principios básicos del capitalismo. Como resultado, Estados Unidos ya no percibió a los gobiernos de izquierda como una amenaza a la seguridad, creando una apertura política para la izquierda.[22]​ En la década de 1990, la izquierda aprovechó esta oportunidad para solidificar su base, postularse para cargos locales y ganar experiencia en el gobierno a nivel local.

A fines de la década de 1990 y principios de la de 2000, los intentos iniciales fallidos de la región con las políticas liberales de privatización, recortes en el gasto social y la inversión extranjera dejaron países con altos niveles de desempleo, inflación y creciente desigualdad.[23]​ Durante este período, un número creciente de personas trabajaban en la economía informal y sufrieron inseguridad material, y los lazos entre las clases trabajadoras y los partidos políticos tradicionales se debilitaron, lo que resultó en un crecimiento de la protesta masiva contra los efectos sociales negativos de estas políticas, como los piqueteros en Argentina, o los movimientos indígenas y campesinos arraigados entre los cocaleros, cuyo activismo culminó en la Guerra de Gas en Bolivia de principios y mediados de la década de 2000. Las plataformas sociales de la izquierda, que se centraban en el cambio económico y las políticas redistributivas, ofrecieron una alternativa atractiva que movilizó a grandes sectores de la población de la región que votaron a los líderes izquierdistas en el cargo.[24]

Evo Morales, Hugo Chávez y Lula (de izq. a dcha., en 2007) fueron «los tres mosqueteros» de la izquierda en América del Sur, según Cristina Fernández de Kirchner.[25]

La «marea rosa» se inició entonces por la llegada al poder de Hugo Chávez en Venezuela en 1999, que se secundaría con las de Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil (2003), Néstor Kirchner en Argentina (2003), Tabaré Vázquez en Uruguay (2004), Evo Morales en Bolivia (2006), Michelle Bachelet en Chile (2006), Rafael Correa en Ecuador (2007), Daniel Ortega en Nicaragua (2007), Cristina Fernández de Kirchner en Argentina (2007) y Fernando Lugo en Paraguay (2008).[26]​ Las políticas nacionales de la izquierda en América Latina se encontraron divididas entre los estilos de Chávez y Lula, ya que Lula no solo se centró en los afectados por la desigualdad, sino que también atendió a las empresas privadas y al capital global.[27]

UNASUR y CELAC[editar]

La «marea rosa» se tradujo en el impulso de nuevos organismos de integración regional latinoamerica como respuesta ante la propuesta de Estados Unidos de formar un área de libre comercio en la región y para contrarrestar la hegemonía de la Organización de los Estados Americanos (OEA, 1948): la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA) se creó en 2004, la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) se constituyó en 2008 y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) se fundó en 2010.

Dirigentes de la UNASUR (Brasilia, 2008)

Sin embargo, como lo señala el politólogo alemán Detlef Nolte, «a pesar de la retórica de algunos presidentes, no hubo un proyecto regional integral común durante la marea rosa. Por un lado, estaban los proyectos subregionales como el Mercosur, la Comunidad Andina, SICA y luego la Alianza del Pacífico. Hubo el proyecto regional ALBA iniciado por Cuba y Venezuela. Y luego UNASUR, que fue impulsada principalmente por Brasil como un proyecto regional, pero al cual también se sumaron los demás gobiernos sudamericanos con diferentes intereses y compromisos. Desde el principio, el proyecto neodesarrollista sudamericano de Brasil fue contestado por el proyecto antihegemónico del gobierno venezolano. El proyecto brasileño tenía un fuerte enfoque en el desarrollo económico y el comercio con el objetivo de insertarse de manera más ventajosa en la región y en la economía internacional».[28]

Recepción[editar]

Un informe de fines de 2006 de la agencia de noticias Inter Press Service señaló que «[...] los resultados de las elecciones del año en América Latina parecen haber confirmado una tendencia populista de izquierda y antiestadounidense —la llamada marea rosa— [...]».[29]

En 2014, Albrecht Koschützke y Hajo Lanz, directores de la Fundación Friedrich Ebert para Centroamérica, discutieron la «esperanza de una mayor justicia social y una democracia más participativa» tras la elección de líderes de izquierda, aunque la fundación reconoció que tal elección «todavía no significa un giro a la izquierda», sino que es «el resultado de una aparente pérdida de prestigio de los partidos de derecha que tradicionalmente han gobernado».[30]

Declive[editar]

Golpe de Estado en Honduras del 2009[editar]

Se originó a raíz del anuncio del entonces presidente Manuel Zelaya de realizar un referéndum para convocar una asamblea nacional constituyente en la que se permitiría la reelección inmediata. Esto tuvo como consecuencia un golpe de Estado que terminó con la destitución de Manuel Zelaya.

Crisis política en Paraguay del 2012[editar]

Se desató a raíz del juicio político contra el entonces presidente Fernando Lugo por la Cámara de Diputados de Paraguay. Este órgano parlamentario acusó al gobernante por mal desempeño de funciones, acusándolo -entre otras cosas- de responsabilidad política por los enfrentamientos entre campesinos y policías ocurridos días antes en Curuguaty, departamento de Canindeyú, con un saldo de diecisiete muertos. Esta crisis terminaría con la destitución de Fernando Lugo de su cargo.

Muerte de Hugo Chávez y Fidel Castro[editar]

El 5 de marzo del 2013, Hugo Chávez fallece tras una infección respiratoria contraída después de una intervención quirúrgica por el cáncer que le aquejaba. Nicolás Maduro le sucedería en la presidencia. A consecuencia de la muerte de Chávez dejó al ala más radical sin un líder claro, ya que Nicolás Maduro no tenía la misma influencia internacional de su predecesor. Posteriormente el 25 de noviembre del 2016 fallecería Fidel Castro sin saberse las causas de su fallecimiento. Con la muerte de Chávez y Castro, la «marea rosa» se quedó sin sus dos mayores referentes ideológicos.

Caso Odebrecht[editar]

Es un escándalo de corrupción que involucró a diversos mandatarios latinoamericanos con la constructora brasileña Odebrecht que fue acusada de realizar cohecho. Las investigaciones son llevadas por el Departamento de Justicia de los Estados Unidos. Este escándalo afectó especialmente a Dilma Rousseff, en Brasil, quien fue suspendida de su cargo como Jefa de Estado.

Crisis venezolana y protestas en Nicaragua[editar]

En Venezuela estalló una grave crisis marcada por la hiperinflación, el aumento de la pobreza y la delincuencia, esto provocó grandes manifestaciones en 2014, 2017 y 2019. En 2018, en Nicaragua, estalló una serie de protestas contra el gobierno de Daniel Ortega por las reformas que se iban a aplicar en el sistema de seguro social. Ambos gobiernos son considerados como regímenes autoritarios por The Economist.[31]

Resurgimiento[editar]

A partir de 2018 tiene lugar una nueva «marea rosa» latinoamericana. Varios dirigentes de izquierdas llegan al poder: Andrés Manuel López Obrador en México (2018), Laurentino Cortizo en Panama (2019), Alberto Fernández[32]​ en Argentina (2019), Luis Arce en Bolivia (2020), Pedro Castillo en Perú (2021), Xiomara Castro en Honduras (2022), Gabriel Boric en Chile (2022), Gustavo Petro en Colombia (2022) y el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil (2023).

Al mismo tienpo tienen lugar en toda América Latina protestas violentas contra las medidas de austeridad y la desigualdad de ingresos, como la crisis poselectoral en Honduras de 2017-2018, las protestas nicaragüenses de 2018-2020, las protestas chilenas de 2019-2020, las protestas de Colombia de 2019-2020 y de 2021, las protestas de Haití de 2018-19, las protestas de Honduras de 2019, las protestas de Ecuador de 2019, las protestas de Perú de 2020 y las protestas en Guatemala de 2020.

Si bien este resurgimiento de la marea rosa pareció evidente, este nuevo ciclo muestra dificultades para consolidarse como movimiento regional, estando lejos de la estabilidad y el alcance geográfico del primer ciclo de gobiernos de izquierda durante la primera década del siglo XXI. Entre los eventos que constatan esta dificultad se encuentran:

Estos problemas, como consecuencia de la pandemia de COVID-19 y de la guerra en Ucrania, ha incidido en la dificultad para atender las demandas ciudadanas y condujeron a una serie de crisis durante los últimos años, por lo que ha llevado a estos gobiernos en parte, a sufrir una mayor fragilidad política.

Economía[editar]

Los gobiernos de la «marea rosa» tenían como objetivo mejorar el bienestar de la población. Con este objetivo, impulsaron medidas destinadas a aumentar los ingresos —por ejemplo incrementando los salarios mínimos— y suavizar los efectos de las políticas económicas liberales mediante la expansión del gasto social, materializado a través de subsidios a los servicios básicos, transferencias de efectivo a grupos vulnerables como desempleados, madres desempleadas o trabajadores precarizados.[34]

Algunos de los resultados iniciales después de la elección de los primeros gobiernos de la «marea rosa» en América Latina incluyeron una reducción en la brecha de ingresos, desempleo, pobreza extrema, desnutrición y hambre y un rápido aumento de la alfabetización.[35][36]​ La mejora de estos indicadores durante el mismo período de tiempo ocurrió más rápido que en períodos de gobiernos que no pertenecen a la «marea rosa».[37]​ Países como Ecuador, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica experimentaron un notable crecimiento económico durante este período, mientras que Bolivia y El Salvador registraron una notable reducción de la pobreza según el Banco Mundial.[38]

Se produjeron dificultades económicas en países como Argentina, Brasil y Venezuela debido a la caída de los precios del petróleo y las materias primas.[39]​ En cuanto a la situación económica, el presidente de Diálogo Interamericano, Michael Shifter, manifestó: «El Deshielo cubano ocurrió con Cuba acercándose a Estados Unidos cuando el principal socio internacional de Cuba, Venezuela, comenzaba a experimentar dificultades económicas».[40][41]

Argentina[editar]

En Argentina, los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner restablecieron la negociación colectiva sectorial, fortaleciendo los sindicatos: la sindicalización aumentó del 20% de la fuerza laboral en la década de 1990 al 30% en la década de 2010, y los salarios aumentaron para una proporción cada vez mayor de los trabajadores.[34]​ La asignación universal por hijo, un programa de transferencias monetarias condicionadas, se introdujo en 2009 para las familias sin empleo formal y con ingresos inferiores al salario mínimo; que aseguraran que sus hijos asistían regularmente a la escuela, recibían vacunas según el calendario establecido y se sometía a controles médicos periódicos: en 2013 cubría más de dos millones de familias pobres, y para 2015 cubría al 29% de todos los niños argentinos.[34]​ Un análisis de 2015 realizado por el personal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina estimó que el programa había aumentado la asistencia a la escuela de los niños de entre 15 y 17 años en un 3,9%.[42]

Los Kirchner también aumentaron significativamente el gasto social: cuando Fernández de Kirchner dejó el cargo en 2015, Argentina tenía el segundo nivel más alto de gasto social como porcentaje del PIB en América Latina, solo detrás de Chile. Sus administraciones también lograron una caída de 20 puntos porcentuales en la proporción de la población que vive con tres dólares estadounidenses al día o menos. Como resultado, Argentina también se convirtió en uno de los países más equitativos de la región según su coeficiente de Gini.[34]​ Sin embargo en 2011 inicio una desaceleración económica[43]​ y en desde 2014 la economía Argentina entró en recesión.[44]

Bolivia[editar]

El gobierno de Evo Morales fue elogiado internacionalmente por su reducción de la pobreza,[45]​ el crecimiento económico y la mejora de los derechos indígenas, de las mujeres[46]​ y de las personas LGBTI.[47]​ Varios de estos avances quedaron avalados por la Constitución de Bolivia de 2009.[48]​ Durante sus primeros cinco años en el cargo, el coeficiente de Gini de Bolivia experimentó una reducción inusualmente aguda de 0,6 % a 0,47 %, lo que indica una caída significativa en la desigualdad.[34]

Brasil[editar]

Antes de la elección de Lula, Brasil padecía una de las tasas de pobreza más altas de las Américas, con favelas infames conocidas internacionalmente por sus niveles de pobreza extrema, desnutrición y problemas de salud. La pobreza extrema también era un problema en las zonas rurales.[49][50]​ Durante la presidencia de Lula, varios programas sociales como Hambre Cero (Fome Zero) fueron elogiados internacionalmente por reducir el hambre, la pobreza y la desigualdad en Brasil; al mismo tiempo que mejoraban la salud y la educación de la población. Alrededor de 29 millones de personas se convirtieron en clase media durante los ocho años de mandato de Lula.[51]​ Durante el gobierno de Lula, Brasil se convirtió en una potencia económica y miembro de los BRICS. Lula terminó su mandato con un índice de aprobación del 80%.[52][53]​ Sin embargo durante el mandato de su Dilma Rousseff inicio la Crisis económica en Brasil de 2014.

Ecuador[editar]

Rafael Correa fue elegido presidente de Ecuador en las elecciones presidenciales de 2006 luego de la dura crisis económica y la agitación social que provocaron la renuncia de Lucio Gutiérrez como presidente. Correa, un católico practicante influenciado por la teología de la liberación, fue pragmático en su enfoque económico de manera similar a Evo Morales en Bolivia y Ecuador pronto experimentó un crecimiento económico sin precedentes que reforzó la popularidad de Correa hasta el punto de que fue el presidente más popular de las Américas durante varios años seguidos, con una tasa de aprobación de entre el 60 y el 85%.[54][55]​ Durante su gestión impulsó una serie de políticas destinadas a disminuir la pobreza y la desigualdad, fortaleciendo programas ya existentes como el Bono de desarrollo humano e incrementando el salario real.[56]​ En 2016 inicio una recesión económica en Ecuador.[57]

Paraguay[editar]

El gobierno de Fernando Lugo en Paraguay fue elogiado por sus reformas sociales, incluidas las inversiones en viviendas de interés social,[58]​ la introducción de atención gratuita en hospitales públicos,[59]​ las transferencias de efectivo para los ciudadanos más empobrecidos de Paraguay,[60]​ y otras medidas tendientes a beneficiar a los sectores de menores recursos, como la merienda para todos los niños de las escuelas y la distribución de material escolar.[61]

Venezuela[editar]

Durante los gobiernos de Hugo Chávez, se produjo un marcado incremento del gasto social, especialmente en los aspectos vinculados a la seguridad social, destinado básicamente a los sectores que habían quedado relegados.[62]​ En Venezuela, además de incrementar el gasto en bienestar social, vivienda e infraestructura local, Chávez estableció las misiones bolivarianas, programas descentralizados que entregaban servicios gratuitos en áreas como salud y educación, así como distribución de alimentos subsidiados.[34]​ Durante su gobierno Venezuela sufrió una crisis financiera en 2009, un periodo de recesión económica de 2019-2010 y una crisis energética desde 2009, todo esto terminó estallando en 2013 con el inicio de la crisis en Venezuela.

Gobiernos[editar]

Estos gobiernos en general son considerados como de izquierda y centroizquierda y llegaron al poder democráticamente en sus países. Las diferencias entre uno y otro pueden ser notables por lo que no deben ser vistos como gobiernos similares.[63][64]

Nota: Los presidentes de centro-izquierda están marcados con un asterisco (*). Los presidentes que son denominados "progresistas" están marcados con doble asterisco (**)

Línea de tiempo[editar]

En el gráfico se muestran los periodos en los cuales políticos de izquierda gobernaron un país en particular, empezando en 1999 con Hugo Chávez.

Véase también[editar]

Referencias[editar]

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  18. Con la excepción de Perú, Costa Rica, México, Ecuador y Colombia, prácticamente todos los países latinoamericanos tuvieron al menos una experiencia con un dictador apoyado por Estados Unidos: Fulgencio Batista en Cuba, Rafael Trujillo en República Dominicana, la familia Somoza en Nicaragua, Tiburcio Carias Andino en Honduras, Carlos Castillo Armas en Guatemala, Hugo Banzer en Bolivia, Juan María Bordaberry en Uruguay, Jorge Rafael Videla en Argentina, Augusto Pinochet en Chile, Alfredo Stroessner en Paraguay, François Duvalier en Haití, Artur da Costa e Silva y su sucesor Emílio Garrastazu Médici en Brasil, Manuel Noriega en Panamá y Marcos Pérez Jiménez en Venezuela, lo que provocó un fuerte sentimiento antiestadounidense en amplios sectores de la población.
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