Mano de Dios (arte)

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Arte cristiano. Iglesia de San Clemente de Tahull, Cataluña, 1223.
Arte judío. Moisés ante la zarza ardiente, con la bendición de Yahveh, cuya mano emerge del cielo.[1]​ Fresco parietal proveniente de la Sinagoga de Dura Europos, 244 d. C. Detalle.[2]
Marianos y Janina, Sacrificio de Isaac, mosaico, siglo VI d. C. Sinagoga de Beit Alfa.
Rembrandt, El festín de Baltasar, 1635.

En arte, la representación de la mano de Dios es una forma usada por las religiones monoteístas, e inicialmente por el judaísmo,[3]​ para mostrar la intervención divina en un determinado contexto.[4]​ Se ha de tener en cuenta que en el Antiguo Testamento hay una prohibición expresa de representar a Dios. Así una imagen de una mano que baja del cielo o aparece sola (sin cuerpo) sirve para mostrar una intervención divina. Existen también textos del Antiguo Testamento que parecen sostener este tema iconográfico (cf. Es 15:6; Sal 19:7; Sal 79:16-18; Sal 117:16). En las culturas orientales del período, se asocia la mano al poder regio e incluso se le concede un poder taumatúrgico, pues, a través de la mano pasarían las fuerzas divinas que permiten, por ejemplo, la curación.

En ámbito cristiano la mano «derecha» de Dios (Dextera Domini en latín) tiene diversas significaciones: indica protección divina, también legitimación de un poder o bien un testimonio cualquiera. Hay representaciones tanto de la palma como del dorso. Frecuentemente en el cielo entre las nubes y dirigida hacia la tierra; con los dedos abiertos o juntos, o bien bendiciendo.

Aun cuando la mayor parte de las veces es parte de una representación o cuadro más amplio, en ocasiones también se representa solo la mano sin contexto (véase por ejemplo, el Sacramentario de Enrique II o el fresco de San Clemente en Tahull —museo de Arte de Cataluña en Barcelona—). En temas del Antiguo Testamento se coloca la mano derecha de Dios que recibe el sacrificio de Abel o el de Melquisedec (véase la basílica de san Vital en Rávena), también para detener el sacrificio de Isaac. En representaciones del Nuevo Testamento aparece para la Anunciación (véase la capilla palatina de Palermo) o en el Bautismo de Cristo. Además se usa para representar temas de la tradición cristiana o de los evangelios apócrifos como por ejemplo, la dormición de la madre de Jesús. Al representar santos, se incluye en ocasiones la mano de Dios para mostrar la coronación del personaje o para bendecirlos. Algo semejante ocurre en muchos códices carolingios y otonianos donde la presencia de la mano de Dios indica la soberanía reconocida por Dios (véase la Primera Biblia de Carlos el Calvo de la Bibliothèque Nationale de París).

En el cristianismo, el motivo iconográfico fue desapareciendo a medida que las representaciones de Dios Padre se hicieron más comunes, especialmente a partir del Renacimiento en Europa.

El judaísmo, el islam y algunos cristianos de oriente conservan hasta hoy el motivo folclórico de la mano conocido como jamsa,[5]​ cuyo referente último probablemente sea la mano de Dios.[6]​ Se trata de lo que en el pasado posiblemente fue empleado como un talismán pero se ha vuelto hoy un motivo de expresión de fe monoteísta, apreciado por sefardíes y musulmanes como un recordatorio de Dios y una expresión de deseo de recibir sus bendiciones y protección. En la cultura popular, el jamsa se ha vuelto también un motivo decorativo, pero no posee el valor de medalla milagrosa ninguna,[7]​ sino que simplemente constituye una expresión de deseo equivalente a Que Dios te vea y te bendiga/proteja.[8]​ Cada grupo asigna eventualmente la mano en cuestión a diferentes figuras,[9]​ pero, iconográficamente, todas esas expresiones tienen por referente último a la mano de Dios.

Mano de Dios en el imaginario colectivo y folclórico[editar]

Véase también[editar]

Referencias[editar]

  1. Como motivo, la mano de Dios implica un modo anicónico de representar a Yahveh.
  2. Preservado en el Museo de Damasco, Siria.
  3. El empleo de la mano de Dios se da en la iconografía judía ya a partir de 244 d.C. en los frescos parietales de la Sinagoga de Dura Europos en Siria y desde 518-527 d.C. en los mosaicos que Marianos y Janina realizan en la Sinagoga de Beit Alfa en Galilea; Jewish Art, ed. Cecil Roth, Tel Aviv: Massadah Press, 1961, cols. 169, 191-212; y Gabrielle Sed-Rajna, Abecedaire du Judaïsme, París: Flammarion, 2000, p. 24.
  4. Udo Becker, Encyclopedia of Symbols, Londres y Nueva York: Continuum, 1992, pp. 136-137.
  5. En idioma árabe, jamsa significa ‘cinco’; la misma raíz, J-M-S, es empleada en el idioma hebreo a través del término jamésh (Beryl Dhanjal, Signs and Symbols, Edison, Nueva Jersey: Chartwell, 2008, p. 70).
  6. El uso del jamsa está documentado desde la Antigüedad, particularmente dentro del marco del judaísmo; Jewish Art, ed. Cecil Roth, Tel Aviv: Massadah Press, 1961, cols. 169, 191-212; y Gabrielle Sed-Rajna, Abecedaire du Judaïsme, París: Flammarion, 2000, p. 24.
  7. Entre los mencionados grupos no se lo emplea como un dije neopagano, pese a que la ortodoxia religiosa pueda o no condenarlos.
  8. Es por ello que, en algunos casos, la mano en cuestión puede incluir además un ojo: para que el individuo sea visto y por consiguiente protegido.
  9. Los musulmanes la denominan «Mano de Fátima»; los católicos, «Mano de María». Se dice que los judíos la llaman «Mano de Míriam», pero ello no es cierto: la denominan simplemente en árabe, jamsa.
  10. Debido a ello, este adorno puede ser además interpretado como una expresión de deseo: Que Dios preserve la vida y bendiga a Jerusalén.
  11. La inscripción satiriza a los creyentes tradicionales quienes desde el tiempo inmemorial la han empleado como sinónimo de la expresión «Dios no lo permita», refiriéndose así a cualquier cosa no normativa en términos religiosos. En el caso de la inscripción en Eilat, la misma presenta sobre tres letras un pequeño ornamento solo empleado por los creyentes para decorar algunas letras en el texto sagrado; a ello se lo conoce como piut y es en un agregado caligráfico que intenta embellecer una determinada letra. La ironía se da aquí en la conjunción del motivo figurativo del jamsa, condenado por los judíos ortodoxos, y la inscripción tfú-tfú-tfú, que ellos pronunciarían ante aquello que, en última instancia, no es otra cosa que la bendición/protección de Dios.
  12. La escultura es en sí solo uno de tantos ejemplares reproducidos para servir de base a la decoración que desarrolla luego tal o cual artista; los diferentes trabajos son ubicados y exhibidos en diferentes puntos de la ciudad. El motivo del pez responde al hecho que Eilat una ciudad marítima. Cuando este tipo de actividad fue desarrollada en Jerusalén en el año 2000, para conmemorar su 3000.º aniversario como «Ciudad de David», las esculturas que fueron provistas a los diferentes artistas tenían la forma de un león, dado que el león de Judá es a su vez también símbolo de Jerusalén (dado que David pertenecía a la tribu de Judá).

Bibliografía[editar]

  • Becker, Udo. Encyclopedia of Symbols, Londres y Nueva York: Continuum, 1992.
  • Dhanjal, Beryl. Signs and Symbols, Edison, Nueva Jersey: Chartwell, 2008.
  • Fassera, M. «Mano di Dio» en Iconografia e arte cristiana, ed. L. Castelfranchi y M.A. Crippa, Milán: San Paolo, 2004, vol. II.

Enlaces externos[editar]