Independencia del Perú

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Emancipación peruana
Parte de Guerra de independencia hispanoamericana

Banderas nacionales peruanas de la independencia

Fecha 28 de julio de 1821 (Declaración de Independencia del Perú). La guerra se desarrolla entre 1811-1824
Lugar Perú, Alto Perú y Guayaquil
Resultado Perú se independiza de la monarquía española.
Beligerantes
Patriotas

República Peruana
República de Chile
República de Colombia (Gran Colombia)
Provincias Unidas del Río de la Plata
Provincia Libre de Guayaquil
República de Bolívar
Realistas

Imperio español
Comandantes
Peruanos
Francisco Antonio de Zela
Juan José Crespo y Castillo
José Angulo
Mateo Pumacahua
Toribio de Luzuriaga
José de la Riva Agüero
José Bernardo de Tagle
Mariano Melgar
Extranjeros
José de San Martín
Simón Bolívar
Thomas Cochrane
Manuel Blanco Encalada
Antonio José de Sucre
Bernardo O'Higgins
Carlos María de Alvear
Juan Gregorio de Las Heras
Bernardo de Monteagudo
José Fernando de Abascal
Joaquín de la Pezuela
José de la Serna
Mariano Osorio
Melchor Aymerich
Pedro Antonio Olañeta
Antonio Vacaro
Fuerzas en combate
Patriotas peruanos
Ejército del Norte
Ejército Unido Libertador
Primera Escuadra Nacional de Chile
Ejército Real del Perú
Real Armada Española
Unos 20.000 locales muertos en total.[1]
Unos 12.000 españoles muertos o expulsados.[2]

Plantilla:Campaña Independencia del Perú

La Independencia del Perú es un proceso histórico social, que corresponde a todo un periodo de fenómenos sociales levantamientos y conflictos bélicos que propició la independencia política y el surgimiento de la República Peruana como un estado independiente de la monarquía española, resultado de la ruptura política y desaparición del Virreinato del Perú por la convergencia de diversas fuerzas liberadoras y la acción de sus propios hijos.

Los antecedentes más remotos de un afán independentista en el Perú, con relación a la corona española, se pueden notar en los intentos de algunos de los primeros conquistadores españoles por liberarse del dominio del rey de Castilla. Luego, a lo largo del siglo XVIII, se sucedieron múltiples movimientos y manifestaciones indígenas contra la dominación colonial y el trato de las autoridades coloniales, algunos de las cuales devinieron en auténticas rebeliones. La aplicación de las reformas borbónicas incrementó la desazón y la inconformidad tuvo su estallido en la revolución de Túpac Amaru II, la cual terminó en la represión de aquella revuelta aunque permaneció latente el germen del descontento indígena.Se discute si éstos movimientos indígenas deben o no ser considerados como precedentes de la posterior emancipación protagonizada por sectores criollos de la población peruana.

Al producirse la invasión francesa a España, los reyes Carlos IV y su hijo Fernando VII renunciaron al trono de España en favor de Napoleón Bonaparte. El emperador francés, poco después, cedió tales derechos a su hermano José Bonaparte, quien reinó con el nombre de José I. Como consecuencia de ello y de la invasión francesa a España, en diversos puntos de la América española se crearon juntas autónomas de gobierno, sin pretender cambiar el orden colonial. Fue entonces que el virrey Abascal hizo del Ejército Real del Perú y del virreinato peruano la base de la contrarrevolución sobre el Alto Perú, Quito, Chile y Argentina. Los primeras rebeliones autónomas peruanas surgieron desde 1811 en este contexto de descontento indígena y colaboración criolla con la revolución rioplatense sin alcanzar la libertad del país.

En 1820, la Expedición Libertadora procedente de Chile desembarcó en el Perú bajo el mando del general José de San Martín. Éste proclamó en Lima la independencia del Estado peruano (1821) y bajo su Protectorado se formó el primer Congreso Constituyente del país. Retirado San Martín del país, el flamante Estado sostuvo una guerra contra los realistas de resultado incierto hasta 1824, año en que tuvieron lugar las campañas de Junín y Ayacucho bajo el mando del Libertador Simón Bolívar. La victoria de Ayacucho concluyó con la capitulación del ejército realista y puso fin al virreinato del Perú.

La independencia del Perú fue otro capítulo importante en las guerras de independencia hispanoamericanas. Finalmente en 1825 concluye la campaña de Sucre en el Alto Perú, y en noviembre de ése mismo año, México consigue la capitulación del bastión español de San Juan de Ulúa en América del norte, y por último, en enero de 1826, caen los reductos españoles del Callao y Chiloé en América del sur. España renuncia en 1836 a todos sus dominios continentales americanos.[3]

En lo político se cortó la dependencia de España; en lo económico se mantuvo la dependencia de Europa y en lo social el despojo de tierras a indígenas se acentuó en la era republicana.[4]​ El empleado doméstico indígena fue tratado de forma inhumana, incluso en las primeras décadas del siglo XX.[5]​ El indígena consiguió la ciudadanía abierta del Perú en el mismo nacimiento de la república, el 27 de agosto de 1821.[6][7]​Sin embargo, en pleno siglo XXI se sigue construyendo una sociedad genuinamente democrática, donde sea posible la plena garantía y el respeto de los derechos humanos.[8]

Rebeliones durante la conquista y el período colonial

Ninguno de estas primeras rebeliones consigue el objetivo de la independencia de la corona española.

Guerras civiles entre los conquistadores

Gonzalo Pizarro, pretendió hacer el Perú independiente a la cabeza de los encomenderos entre 1542-1544, y aconsejado por Francisco de Carvajal con aspiraciones a rey del Perú, y se rebeló contra la autoridad del primer virrey enviado para reprimir a los conquistadores que aspiraban a la independencia. Finalmente fue derrotado tras un gobierno efímero de tres años.[9][10]​ Como consecuencia de estas rebeliones los descendientes de los principales conquistadores fueron trasladados a España, como la familia Pizarro, entre ellos la hija del conquistador, Francisca Pizarro Yupanqui.

Guerra de reconquista incaica. Utopía andina

Las rebeliones durante la conquista y el período colonial del Perú se produjeron desde la captura del inca Atahualpa en la emboscada de Cajamarca, el 16 de noviembre de 1532, y que llevó a la conquista del Imperio inca por parte de Francisco Pizarro. Algunos pretendidos sucesores de los incas trataron en varias ocasiones de retomar el país, reconquistar su imperio e instalar de nuevo su gobierno. Unos intentos ocurrieron inmediatamente; otros, más tarde, en los siglos XVII y XVIII.

La guerra de reconquista incaica la encabezó Manco Inca en 1536, quien puso sitio al Cuzco y tomó la fortaleza de Sacsayhuaman, consiguiendo exterminar a importantes partidas de soldados españoles. Uno de sus lugartenientes, Titu Yupanqui, sitió a la recién fundada ciudad de Lima, en la costa. Los españoles resistieron tanto en Lima como en el Cuzco, con el apoyo de miles de indios auxiliares (cañaris, chachapoyas, huancas). Sin embargo, debido a la amenaza de la hambruna, Manco Inca se vio obligado a licenciar a sus fuerzas y se refugió en las selvas de Vilcabamba, con el propósito de renovar la rebelión. Durante algún tiempo se consagró a enviar a sus tropas a incursionar en los poblados fundados por los españoles, hasta que resultó asesinado hacia 1542, a manos de unos almagristas a los que había dado refugio. Sus sucesores, llamados incas de Vilcabamba, mantuvieron la resistencia en dicha zona hasta 1572, cuando el último de ellos, Túpac Amaru I, fue capturado y llevado al Cuzco, donde fue ejecutado.

Protestas y rebeliones del siglo XVIII

En el siglo XVIII, estallaron en el territorio del Virreinato del Perú protestas y rebeliones de la más diversa índole, que se originaron, indistintamente, por los abusos de los funcionarios reales y el mal gobierno de las autoridades virreinales. En especial, los corregidores fueron el centro principal de las quejas, ya que cometían una serie de abusos y excesos sobre la población indígena, en lo referente a la distribución del trabajo en las mitas, el cobro de los tributos y el repartimiento de mercaderías. Las reformas borbónicas, que implicaron el aumento de los impuestos y otras contribuciones, fueron otro factor agravante del descontento popular. Al principio, algunos curacas e indios principales creyeron que, enviando memoriales de quejas al monarca español, lograrían la atención de la Corona, para que rectificara las injusticias. Pero al constatar que esto no daba resultado, muchos de ellos tramaron rebeliones armadas, algunas abortadas antes de estallar y las que estallaron fueron debeladas por las fuerzas del virrey de la manera más brutal.[11]

Estas fueron las más importantes protestas y rebeliones estalladas en el siglo XVIII:[12]

  • 1724-1736. La rebelión de los indios de Azángaro, Carabaya, Cotabamba y Castrovirreyna, quienes dieron muerte a sus corregidores, como reacción frente al abuso que cometían estos funcionarios. La rebelión fue cruelmente reprimida, siendo los indios masacrados, ajusticiados sin juicio, y condenados de por vida a las mitas de Potosí y Huancavelica, así como a los obrajes y panaderías.
  • 1722-1732. Protestas de Vicente M. Chimo Cápac, curaca de Chicama (norte del Perú) y descendiente de los reyes chimúes e incas. Este personaje viajó sin autorización a España, donde presentó sucesivos memoriales ante el rey de España, reclamando justicia para los indios y quejándose de los funcionarios reales.
  • 1736. Protesta de los caciques de Paita. Estos, tras esquivar la rígida censura virreinal, lograron hacen llegar a la corte de Madrid un extenso memorial conteniendo denuncias y reclamaciones en favor de los indios.
  • 1737. Rebelión de Andrés Ignacio Cacma Condori y José Orco Huaranca, curacas pertenecientes a las antiguas panacas incas del Cuzco. En la conjura se hallaban implicados otros 17 curacas. Al producirse hechos violentos en Azángaro, las autoridades virreinales actuaron con gran rapidez, deteniendo a 89 indios principales del Cuzco, mientras que columnas milicianas armadas por los mercaderes entraban en Azángaro, donde, tras cometer excesos de todo tipo, apresaron a 39 indios sindicados como cabecillas de la rebelión. Todos los implicados fueron condenados a diversas penas: prisiones, mitas forzadas y a ración en las minas, obrajes y panaderías.
  • 1739. La conspiración de Oruro (Alto Perú), bajo el mando de Juan Vélez de Córdova. Este personaje se proclamó descendiente de los reyes incas y exigió a través de un “Manifiesto de agravios” el fin de la dominación española, fundamentando esta exigencia en el hecho que los funcionarios españoles se dedicaban solo a expoliar a las poblaciones, cuando el fin primordial de la dominación española había sido la evangelización. Poco antes de su estallido, el movimiento fue delatado; Vélez y otros cabecillas fueron capturados y ajusticiados.
  • 1742-1756. La rebelión de Juan Santos Atahualpa, caudillo mestizo que se proclamó descendiente de los Incas y tuvo el propósito expreso de restaurar el Imperio incaico y expulsar a los españoles. Al frente de las tribus selváticas, logró controlar un extenso territorio de la selva central del Virreinato del Perú, el llamado Gran Pajonal, llegando a amagar la sierra central. Si bien la rebelión no llegó a extenderse más allá de esos límites, tampoco pudo ser sometida por la autoridad virreinal. Juan Santos desapareció misteriosamente en 1756, desconociéndose la fecha y las circunstancias de su fallecimiento.
  • 1750. La revolución de Huarochirí. Encabezada por Francisco Inca y Pedro de los Santos, en protesta por los abusos y arbitrariedades de las autoridades virreinales. Los insurgentes tomaron la ciudad de Huarochirí, a cuyo corregidor ajusticiaron. Las fuerzas virreinales, al mando del marqués de Monterrico, cercaron Huarochirí, donde los rebeldes resistieron con heroísmo, hasta ser derrotados. Los líderes de la revuelta fueron apresados; algunos fueron asesinados y otros llevados a Lima, donde fueron ajusticiados.
  • 1766. Movimiento de Quito, en la que participaron indios y mestizos, en protesta por el establecimiento de las aduanas. Se produjeron diversos motines y tumultos en dicha ciudad, a lo largo de dicho año. Desde Lima se enviaron tropas, para apaciguar a la población exaltada.
  • 1770. Movimiento de Sica Sica (Alto Perú). Los indios de dicha localidad dieron muerte al teniente del corregidor y atacaron con suma violencia el corregidor. La represión dejó como saldo cientos de indígenas masacrados.
  • 1771. Movimiento de Pacajes (Alto Perú). Los indios de dicha localidad dieron muerte a su corregidor y persiguieron a los coadjutores de estos. Igualmente fue reprimido severamente.
  • 1773. Protesta de Santiago de Chuco (en el actual departamento de La Libertad), protagonizada por indios y mestizos, por los exorbitantes precios de las mercaderías dadas en reparto por el corregidor. Como al año siguiente se renovaron estas protestas, las autoridades apresaron a los líderes visibles.
  • 1774. Rebelión de Chumbivilcas. Se originó cuando el corregidor de esta localidad apresó al curaca local por encabezar la protesta general contra los repartimientos de mercaderías. Los indios reaccionaron violentamente y dieron muerte al corregidor. El alzamiento fue aplastado con un saldo elevado de vidas.
  • 1774. Rebelión de los indios de la villa de Llata, contra los abusos del corregidor, al que dieron muerte.
  • 1776. Rebelión de los indios de Urubamba, que lograron expulsar a las autoridades coloniales. Estas regresaron con refuerzos militares y reprimieron a los rebeldes con extrema ferocidad.
  • 1780-1781. La rebelión de los hermanos Catari en el Alto Perú. Ellos eran Tomás, Nicolás y Dámaso Catari. Actuaron en relación con la revolución de Túpac Amaru II. Tomás Catari fue capturado por los españoles y despeñado el 15 de enero de 1781. Sus hermanos acabaron siendo sucesivamente delatados y apresados. Dámaso fue ejecutado el 27 de abril y Nicolás el 7 de mayo del mismo año.[13]
  • 1780. Conspiración de los plateros en el Cuzco. Los plateros Lorenzo Farfán de los Godos, Ildefonso Castillo, Juan de Dios Vera, Diego Aguilar, Ascensio Vergara, José Gómez y Eugenio Cárdenas, se complotaron con el influyente curaca de Písac, Bernardo Tambohuacso Pumayali. Descubierta la conspiración, Farfán de los Godos y otros seis plateros fueron apresados y ajusticiados, en junio de 1780. Posteriormente fue capturado el curaca Tambowaqso, que fue ajusticiado el 17 de noviembre de 1780, días después del estallido de la revolución de Túpac Amaru II.
  • 1780-1781. La rebelión de José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru II, sin duda, la más importante de este periodo, que estalló en Tinta el 4 de noviembre de 1780 (ver sección siguiente).

Rebelión de Túpac Amaru II (1780-1781)

José Gabriel Condorcanqui, más conocido como Túpac Amaru II.

Descendiente de la realeza inca, José Gabriel Condorcanqui, cacique de Surimana, Tungasuca y Pampamarca, adoptó el nombre de Túpac Amaru II y encabezó la más formidable revolución indígena de la época colonial, en protesta por el maltrato que recibían los indios por parte de los corregidores. Entre sus exigencias figuraba la supresión de los corregimientos y la creación de una Real Audiencia en el Cuzco para una rápida administración de justicia, ya que solo existía la Real Audiencia de Lima para todo el territorio del Virreinato. A estos reclamos, se unió posteriormente su deseo de separarse del yugo español; es decir, su rebelión, originalmente de tendencia reformista, se convirtió en separatista. Para algunos analistas, fue el iniciador de la lucha por la emancipación política del Perú.

La rebelión estalló el 4 de noviembre de 1780 en el pueblo de Tinta (50 leguas al sur del Cuzco) y puso en movimiento a todo el sur del Virreinato del Perú, hasta la región de Charcas. Repercutió, además, en el resto de los dominios españoles de Sudamérica.

El primer episodio de la revolución fue el apresamiento del odiado corregidor de Tinta, Antonio de Arriaga, quien fue ejecutado públicamente. Acto seguido, Túpac Amaru se puso en marcha hacia el norte contando con la simpatía y adhesión de los pobladores que, en su mayoría, estabas armados de picos, palos, hachas y sólo algunas armas de fuego. En estas condiciones, ganó la batalla de Sangarará, librada el 18 de noviembre de 1780. Pero no quiso todavía dirigirse al Cuzco y prefirió retirarse a Tinta, donde el día 27, lanzó un manifiesto explicando las causas que le habían llevado a la sublevación. Poco después, a inicios de diciembre se dirigió al sur, atravesó la cadena del Vilcanota, pasó por Lampa, Pucará y penetró en Azángaro, extenso recorrido con el que pretendía ganar adeptos a su causa.[14]

El virrey Agustín de Jáuregui envió al Cuzco al visitador José Antonio de Areche, con poderes extraordinarios para sofocar la rebelión, teniendo como ejecutar inmediato al mariscal José del Valle. Es así como los españoles, con refuerzos llegados desde Lima, enfrentaron a Túpac Amaru, que ya por entonces (enero de 1781), se había decidido a atacar el Cuzco. Sin embargo, éste no pudo doblegar el poderío de las fuerzas realistas y sufrió sendos reveses en las batallas de Checacupe y Combapata, por lo que se vio obligado a retroceder. Los realistas, en su persecución, ingresaron a sangre y fuego a Tinta, que fue totalmente destruida. El inca, su mujer y sus tres hijos huyeron a la villa de Langui donde fueron apresados por la traición de un partidario suyo. Enseguida, fue a parar a manos de Areche. Sufrió atroces torturas, para que delatara a sus colaboradores cuzqueños, pero permaneció hermético. Finalmente fue sentenciado a muerte.

El 18 de mayo de 1781, en la Plaza de Armas del Cuzco, Túpac Amaru II fue descuartizado a hachazos, luego de un intento fallido de desmembrarlo usando la fuerza de cuatro caballos. Previamente, se le obligó a presenciar la muerte de su esposa Micaela Bastidas, de sus dos hijos mayores y de otros familiares y partidarios suyos. Su hijo menor, Fernando, fue enviado a los presidios de África. Sus miembros mutilados fueron enviados a distintos puntos del sur del virreinato y clavados en picas, para que sirviera de escarmiento a las poblaciones rebeldes.[15]​ Sin embargo, el espíritu de lucha se mantuvo entre sus partidarios, quienes, encabezados por Diego Cristóbal Túpac Amaru (primo suyo), se mantuvieron en pie de lucha hasta principios de 1782.[16]

El horrendo sacrificio de Túpac Amaru y la represión feroz de la rebelión (cuyo saldo, según el cálculo de los mismos represores, fue de 120.000 hombres andinos muertos[17]​), avivó más la rebeldía contra la dominación española. Obligó a la corona española concentrar sus fuerzas en el sur peruano, de modo que dicha zona se convirtió en el último bastión del poder español en Sudamérica. Además, en su momento el sacrificio de Túpac Amaru II no resultó estéril, pues a raíz de esta rebelión se suprimieron los corregimientos y se creó la Real Audiencia del Cuzco, tal como lo había exigido el inca rebelde.[18]

La rebelión de Túpac Amaru constituye, a decir del historiador Carlos Daniel Valcárcel, «el movimiento anti-colonialista, reivindicados y precursor de justicia social e independencia política más importante que haya tenido el Perú. Su valor aumenta si lo recordamos como un suceso anterior a la revolución francesa —que tantos otros movimientos propició—, acaecido cuando todavía la revolución separatista estadounidense estaba en plena pugna».[19]

Rebelión de Túpac Catari

Una segunda fase de la revolución tupacamarista la protagonizó el caudillo aimara Julián Apaza en el Alto Perú. Este personaje adoptó el nombre de Túpac Catari (en homenaje a Túpac Amaru II y Tomás Catari) y a la cabeza de 40.000 indios puso sitio a La Paz (13 de marzo de 1781); exigió la entrega de los corregidores y el retiro de los españoles. Aunque suspendió el cerco en julio, lo estrechó más y lo mantuvo hasta el 17 de octubre, teniendo que retirarse para concertar nuevas acciones. Pero traicionado y entregado a las autoridades españolas (10 de noviembre) fue condenado a ser arrastrado atado a la cola de un caballo y luego descuartizado por cuatro caballos (13 de noviembre).[20]

Conspiraciones entre 1782 y 1810

Entre el fin de la revolución de Túpac Amaru II y el inicio de la guerra de la independencia hispanoamericana de 1810-1824, tuvieron lugar en el Perú otras conspiraciones y revueltas, como las siguientes:

  • El movimiento de Huarochirí (1782), encabezado por Felipe Velasco Túpac Inca Yupanqui, con apoyo del indio Ciriaco Flores y en conexión con Diego Cristóbal Túpac Amaru. Movilizó a seis pueblos de la provincia de Huarochirí. El virrey envió contra ellos al corregidor de Huarochirí, al gobernador de Yauyos y a un destacamento de Lima. Los agitadores fueron sorprendidos y tomados prisioneros. Sometido a proceso, Felipe Velasco Túpac Inca Yupanqui fue ejecutado en Lima, el 7 de julio de 1783.[21]
  • La conspiración del Cuzco de José Gabriel Aguilar y Manuel Ubalde (1805). El primero era un minero huanuqueño y el segundo un abogado arequipeño, que se conocieron en Lima y se hicieron amigos. Luego coincidieron en el Cuzco, donde, con el apoyo de diversas personalidades, tramaron un plan para independizar al Perú y restaurar el Incanato. Delatados antes de producirse el alzamiento, fueron apresados y ajusticiados, el 5 de diciembre de 1805.[22]

Levantamientos autónomos del Perú en la independencia hispanoamericana (1811 - 1815)

Mapa animado de la revolución hispanoamericana (1808-1825):
     Territorios bajo control realista.     Territorios bajo control de movimientos independentistas.     Territorios bajo control de la Gran Colombia.     España bajo ocupación francesa.     España dominada por el Trienio Liberal.     Zonas sin un gobierno claro.

El principal detonante de la independencia hispanoamericana fue el descabezamiento de la monarquía con la invasión napoleónica a España en 1808. Desde entonces, los patriotas, denominados así por su identificación con América (la Patria Grande), recurrieron a las armas con el objeto de defender su libertad y obtuvieron finalmente la independencia con respecto de España. La emancipación forma parte del periodo denominado de revoluciones Atlánticas, que ocurre entre finales del siglo XVIII y principios del XIX. Se trata de hechos tales como la independencia de Estados Unidos en 1776, la Revolución francesa de 1789, y la Revolución haitiana (1791), que ocurrieron fuera del mundo hispano y proponían formas de gobierno republicanas para los nuevos países independientes.

Tacna y las expediciones rioplatenses al Alto Perú

Primera revuelta de Tacna de 1811
Francisco Antonio de Zela, líder de la primera revuelta de Tacna.

Los patriotas peruanos, conocedores del avance de los ejércitos argentinos en el Alto Perú (actual Bolivia), organizaron en Tacna un movimiento libertario contra el virrey José Fernando de Abascal y Sousa. El 20 de junio de 1811 (día de la batalla de Guaqui, en donde las tropas realistas al mando del general José Manuel de Goyeneche vencieron a los independentistas rioplatenses), los patriotas, dirigidos por Francisco Antonio de Zela, asaltaron los dos cuarteles militares realistas de Tacna, proclamando a Zela comandante militar de la plaza, a Rabino Gabino Barrios como coronel de milicias de infantería y al curaca Toribio Ara como comandante de la división de caballería. El día 25 de junio se supo en Tacna de la derrota de los patriotas argentinos en Guaqui. Aprovechando el desconcierto provocado por la noticia, los realistas desmontaron el movimiento y tomaron preso a Francisco Antonio de Zela, a quien llevaron a Lima donde fue condenado a cadena perpetua en la cárcel de Chagres, Panamá, donde falleció en 1819, a los 50 años de edad.

Segunda revuelta de Tacna de 1813

El general argentino Manuel Belgrano reorganizó las tropas argentinas derrotadas en la batalla de Guaqui. El 14 de septiembre de 1812, se enfrentó a las tropas comandadas por el general Pío Tristán, las venció y detuvo el avance del ejército realista sobre Tucumán. Más tarde, obtuvo otra victoria en la batalla de Salta, por lo que Pío Tristán, capituló el 20 de febrero de 1813, con lo cual el Ejército argentino volvió a emprender otra ofensiva y ocupó nuevamente el Alto Perú. El general español Joaquín de la Pezuela, que había reemplazado a Goyeneche en La Paz por disposición del virrey del Perú Abascal, reorganizó el Ejército Real del Perú y derrotó al argentino Manuel Belgrano en la batalla de Vilcapugio el 1 de octubre de 1813 y seguidamente en la batalla de Ayohúma, el 14 de noviembre de 1813.

El tacneño Juan Francisco Paillardelli fue emisario de Belgrano en las coordinaciones que el general argentino pretendió establecer en Perú. Junto a Juan Francisco Paillardelli, su hermano Enrique Paillardelli conspiraba en Tacna y Julián Peñaranda lo hacía en Tarapacá. Enrique recibió sus instrucciones de Belgrano en Puno. El plan consistía en concertar el alzamiento de todo el sur del Perú. Bajo el liderazgo de Enrique Paillardelli, los patriotas tacneños, el 3 de octubre de 1813, se apoderaron de los cuarteles tacneños y apresaron al gobernador realista de la provincia.

El intendente de Arequipa, José Gabriel Moscoso, enterado de los acontecimientos, envió una milicia realista al mando de José García de Santiago. Se produjo el combate de Camiara, el 13 de octubre, donde fueron derrotados los patriotas de Paillardelli que se replegaron a Tacna. A los pocos días se supo de la derrota de Belgrano y los patriotas se volvieron a dispersar. Enrique Paillardelli y unos cuantos seguidores huyeron hacia el Alto Perú, el 3 de noviembre de 1813, mientras que Tacna fue retomada por los realistas.

Rebelión de Huánuco de 1812

Juan José Crespo y Castillo, uno de los líderes de la rebelión de Huánuco de 1812.

La rebelión indígena de Huánuco del 22 de febrero de 1812 se dirigió contra el régimen colonial. Las tropas del virrey se organizaron en Cerro de Pasco y se dirigieron a Huánuco, donde se produjo la batalla de Ambo el 5 de marzo de 1812. El intendente de Tarma José González Prada reconquistó Ambo el 10 de marzo con un contingente colonial. Los rebeldes abandonaron Ambo y Huánuco; los realistas entraron a ambas ciudades el 19 de marzo de 1812. González Prada salió de la ciudad en persecución de los insurrectos, que contaban con 2.000 hombres. Los indígenas se dispersaron y los cabecillas fueron capturados por González Prada, entre ellos, a Juan José Crespo y Castillo, al curaca Norberto Haro y al alcalde pedáneo de Huamalíes, José Rodríguez, quienes fueron enjuiciados sumariamente y ejecutados con la pena del garrote. A otros sublevados se les desterró y muchos fueron puestos en prisión.

Rebelión del Cuzco de 1814

En 1814, se produjo la Rebelión del Cuzco que abarcó el sur del virreinato del Perú. La rebelión de 1814 se inició con la confrontación política entre el Cabildo Constitucional y la Real Audiencia del Cuzco: el primero era percibido como pro americano y el segundo como pro peninsular. A raíz de este enfrentamiento, fueron encarcelados los hermanos Angulo a fines de 1813. Para agosto de 1814, los hermanos Angulo y otros criollos escaparon y tomaron el control de la ciudad del Cuzco. En esos momentos, ya se habían aliado con el brigadier y cacique de Chincheros Mateo Pumacahua. Este último personaje fue uno de los grandes defensores de la monarquía española durante la rebelión de Túpac Amaru II y comandante de los indígenas realistas en la batalla de Guaqui; sin embargo, había cambiado su postura beligerante movido por imposición del virrey Abascal de no garantizar el cumplimiento de la Constitución de Cádiz de 1812 en el virreinato del Perú.

Los hermanos José, Vicente y Mariano Angulo, líderes de la Rebelión del Cuzco de 1814.
Mateo Pumacahua, cacique de Chinchero y otro de los líderes de la Rebelión del Cuzco.

Los hermanos Angulo y Pumacahua organizaron un ejército divido en tres secciones: la primera de ellas fue enviada al Alto Perú, al mando del arequipeño Juan Manuel Pinelo y del cura argentino Ildefonso Muñecas. Estas fuerzas rodearon La Paz con 500 fusileros y 20.000 indios armados con piedras y hondas, el 14 de septiembre de 1814. El 24 del mismo mes, tomaron la ciudad. Los realistas fueron confinados en sus cuarteles, pero estos aprovecharon la situación para hacer volar el polvorín; enfurecidos, los insurgentes paceños les dieron muerte. Para reconquistar La Paz, marchó desde Oruro un regimiento realista de milicianos cuzqueños, con 1.500 fusileros al mando del general español Juan Ramírez Orozco. Se enfrentaron en las afueras de La Paz, el 1 de noviembre de 1814, y los insurgentes resultaron derrotados. Pinelo y Muñecas ordenaron replegarse y una parte de la tropa quedó dispersa en la región en forma de guerrillas.

La segunda sección patriota marchó a Huamanga, bajo el mando del argentino Manuel Hurtado de Mendoza, que tenía por lugartenientes al clérigo José Gabriel Béjar y a Mariano Angulo y llegaron a la plaza de la ciudad el 20 de setiembre. Días antes se desarrolló en esa ciudad el levantamiento de  cientos de mujeres campesinas el cuartel de Santa Catalina (actual Centro Artesanal Soshaku Nagase) lideradas por Ventura Ccalamaqui, en apoyo a la causa. Hurtado de Mendoza ordenó marchar a Huancayo, ciudad que tomaron pacíficamente. Para enfrentarlos el virrey Abascal envió desde Lima al regimiento español Talavera, bajo el mando del coronel Vicente González. Se produjo la batalla de Huanta, el 30 de septiembre de 1814; las acciones duraron tres días, luego de los cuales los patriotas abandonaron Huamanga. Se reorganizaron en Andahuaylas y volvieron a enfrentarse a los realistas el 27 de enero de 1815, en Matará, donde fueron nuevamente derrotados. Los patriotas volvieron a reorganizarse gracias a las guerrillas formadas en la provincia de Cangallo. Entre tanto, el argentino Hurtado de Mendoza conformó una fuerza con 800 fusileros, 18 cañones, 2 culebrinas (fundidas y fabricadas en Abancay) y 500 indios. Estas fuerzas estuvieron bajo el mando de José Manuel Romano, apodado “Pucatoro” (toro rojo). Debido a la traición de José Manuel Romano sobre Hurtado de Mendoza, a quien dio muerte y rindió a los realistas, los patriotas se dispersaron y los cabecillas de la revuelta fueron capturados. Las traiciones fueron un hecho común en las rebeliones independentistas de toda América. Las biografías de los actores sociales muestran que los cambios de bandos no eran extraños. En el caso de los líderes locales, sus filiaciones políticas estaban vinculadas a los conflictos locales que se expresaban en una mayor dimensión. Los hermanos Angulo, Béjar, Paz, González y otros sublevados fueron capturados, llevados al Cuzco y ejecutados públicamente el 29 de marzo de 1815. La Corona tenía la política del escarmiento público como un mecanismo para intimidar a la población y evitar futuros alzamientos.

El tercer agrupamiento patriota hizo su campaña en Arequipa y Puno, al mando del antiguo brigadier realista Mateo Pumacahua, y contaba con 500 fusileros, un regimiento de caballería y 5.000 indios. Pumacahua, como curaca de Chinchero, tenía un gran dominio y liderazgo entre la población indígena. Al Cuzco fueron enviados los hermanos José y Vicente Angulo, con algún resguardo de indios y negros leales. El control del Cuzco era fundamental por motivos ideológicos y de logística. Por múltiples motivos, Cuzco tenía una fuerte influencia sobre el Alto Perú; y, a su vez, el Alto Perú mantenía un vínculo colonial administrativo con la ciudad de Buenos Aires, uno de los grandes centros revolucionarios de los años 1810 en Sudamérica.

Mateo Pumacahua, se enfrentó exitosamente a los realistas en la Batalla de la Apacheta, el 9 de noviembre de 1814. Tomó prisioneros al intendente de Arequipa José Gabriel Moscoso y al mariscal realista Francisco Picoaga, su antiguo compañero de armas de la batalla de Guaqui. Los patriotas ingresaron a Arequipa. Por presión de las tropas patriotas, el cabildo de Arequipa reconoció a la Junta Gubernativa del Cuzco, el 24 de noviembre de 1814. Pero la reacción realista no se hizo esperar. Pumacahua, enterado de la aproximación de tropas realistas, abandonó Arequipa. El cabildo abierto de Arequipa se volvió a reunir y se apresuró a acordar lealtad al rey, el 30 de noviembre de ese año. Tales cambios de “lealtad” en los dirigentes locales fueron normales durante toda la guerra, pues se escogía al sector que era dueño de la plaza fuerte, como una forma de garantizar la seguridad personal, familiar y de los bienes, no necesariamente por una inclinación ideológica ni menos una predisposición para la lucha a favor de cualquier bando.

Las tropas realistas, al mando del general Juan Ramírez Orozco, ingresaron a Arequipa el 9 de diciembre de 1814. Luego de reponer fuerzas y de reforzar su milicia, el general Ramírez salió de Arequipa en busca de los patriotas en febrero de 1815. Dejó como gobernador al general Pío Tristán. Ambos ejércitos, el realista y el patriota, se desplazaron cautelosos por diversos parajes de los Andes, buscando un lugar propicio para el enfrentamiento. El 10 de marzo de 1815, se encontraron cerca de Puno, en la batalla de Umachiri, saliendo vencedores los realistas. El triunfo realista se debió al correcto equipamiento y mayor disciplina de sus tropas. Hubo más de un millar de muertos en el curso de la batalla. Entre los patriotas capturados estuvo el célebre poeta Mariano Melgar, quien fue fusilado en el mismo campo de batalla. Pumacahua fue apresado en Sicuani, donde fue sentenciado a morir decapitado, pena que se cumplió el 17 de marzo.

La corriente libertadora del Sur y el surgimiento de la República Peruana (1820 - 1823)

Campañas navales

Expedición de William Brown al Pacífico

Guillermo Brown, de origen irlandés, inició su carrera en la marina estadounidense y llegó a ser jefe de las fuerzas navales de las provincias del Río de la Plata. En el año 1815 formó una expedición en Buenos Aires compuesta por 4 barcos que sumaban 150 cañones con una tripulación de 500 hombres. Brown regresó a Buenos Aires en 1818 con gran parte de su flota perdida en la navegación o apresada por la marina inglesa, después de cerrar la costa de Chile y de incursionar en los puertos del Callao y Guayaquil.

Expediciones de Thomas Cochrane

Captura de la fragata española Esmeralda en el puerto del Callao.

El gobierno de Chile entregó al marino británico Thomas Cochrane el mando de la escuadra chilena[23][24]​ para asegurar el mar y acometer contra la escuadra española que estaba apostada en el fondeadero del Callao.

En enero de 1819, Cochrane hizo una primera incursión a las costas peruanas, llegando a bloquear y bombardear el Callao donde logró arrebatar varios buques a los españoles. También pasó por Huacho, Huaura, Supe (cuyo cabildo declaró su independencia), Huarmey y Paita. En estos puntos buscaron la adhesión a la causa patriota. Cochrane regresó a Valparaíso en junio y se embarcó en una segunda expedición en setiembre del mismo año que bloqueó el Callao y llegó a tomar el puerto de Pisco. De regreso a Chile se dirigió al sur de este país y logró tomar las fortificaciones de Valdivia, acción en donde destacó el joven subteniente peruano Francisco de Vidal, conocido como el “primer soldado del Perú”.[25]

Seguidamente Cochrane pasó a formar parte de la "Expedición Libertadora del Perú" como almirante de la escuadra que transportaría y apoyaría a las fuerzas del general José de San Martín.[26]

José de San Martín y la expedición libertadora del Perú

Expedición Libertadora al Perú

Libertador José de San Martín

La pacificación interior del virreinato peruano permitió al virrey del Perú la organización de dos expediciones contra los patriotas de Chile formado por regimientos realistas de Arequipa y Lima y batallones expedicionarios europeos. En 1814 la primera expedición permitió la reconquista de Chile en la Batalla de Rancagua. En 1817 tras el triunfo de las armas patriotas en la Batalla de Chacabuco, otra vez se recurrió al Ejército Real del Perú para salvar la monarquía, y una segunda expedición parte en 1818, obtuvo una victoria en la Batalla de Cancha Rayada, pero finalmente fue destruida por José de San Martín en la batalla de Maipú.

Para llevar adelante la independencia del Perú, se firmó el 5 de febrero de 1819 un tratado entre Argentina y Chile.[27]​ El General José de San Martín creía que la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata no estaría totalmente segura mientras el Perú fuera un importante bastión de las fuerzas realistas.[28]​ Se organizó una fuerza militar anfibia que en un principio sería financiada conjuntamente por los gobiernos de Argentina y de Chile, pero debido a la situación de anarquía en las provincias rioplatenses, el gobierno de Buenos Aires se desentendió de los presupuestos, siendo la casi totalidad de los costos asumidos por el gobierno de Chile dirigido por Bernardo O'Higgins. Se determinó que el mando del ejército fuera para José de San Martín y de la escuadra para el almirante Thomas Alexander Cochrane.

El 21 de agosto de 1820 se embarcó en Valparaíso la Expedición Libertadora del Perú bajo bandera chilena. Contaba con un ejército de 4.118 efectivos. El 7 de septiembre la Expedición Libertadora arribó a las playas del Paracas, en la bahía de Pisco, en la actual Región Ica. El desembarco en Paracas se inició el 8 de septiembre de 1820 y continuó los días siguientes.[29]​ San Martín instaló su cuartel en Pisco y recibió el apoyo de la población.

El 15 de septiembre de 1820, el virrey del Perú, Joaquín de la Pezuela, proclamó la restauración de la Constitución de Cádiz de 1812, y envió una carta a San Martín ofreciéndole entrar en negociaciones, teniendo como base la nueva situación política peninsular. San Martín aceptó, y a partir del día 25 de septiembre, los delegados del Libertador y del virrey se reunieron en las Conferencias de Miraflores (pueblo situado al sur de Lima), que concluyeron el 4 de octubre, sin llegar a ningún acuerdo.

Inicio de la campaña del Perú

Placa referente a la independencia de Huamanga
Bandera del regimiento independiente de Tacna formado por William Miller.
Placa en el Monumento a la Libertad recordando la proclamación de la Independencia de Trujillo por el Marqués de Torre Tagle.

Las acciones de guerra de la expedición libertadora comenzaron con la Primera campaña de Arenales a la sierra del Perú, y abarca todas las operaciones militares del general Juan Antonio Álvarez de Arenales en la sierra, entre el 4 de octubre de 1820, cuando parte de Pisco, hasta el 8 de enero de 1821, cuando se reúne nuevamente con San Martín en Huaura. El primer encuentro bélico se libró en Nasca, el 15 de octubre de 1820. Luego, Arenales ocupó Ica, –que juró su independencia el día 21 de octubre–,[30]​ y avanzando hacia la sierra, pasó por la ciudad de Huamanga (Ayacucho), que declaró su independencia el 1 de noviembre. El 6 de diciembre tuvo lugar la Batalla de Cerro de Pasco, en donde Arenales batió a una división realista enviada por el virrey Pezuela.[31]

El 9 de octubre de 1820 se produjo el alzamiento del batallón realista de granaderos de la reserva del Cuzco acantonado en Guayaquil, que culminó con la proclamación de la independencia de esta provincia.[32]

El 21 de octubre de 1820, San Martín, en su cuartel de Pisco, dio un decreto estableciendo la primera bandera del Perú y el primer escudo del Perú, cuyos diseños serían posteriormente modificados por Bolívar, aunque la bandera conservó sus colores originales: el rojo y el blanco.[33]

El 23 de octubre de 1820 la Expedición Libertadora se reembarcó con destino norte, pasando frente al Callao. Una parte de la flota, al mando del almirante Thomas Cochrane, bloqueó por tercera vez el puerto del Callao, donde capturó a la fragata española Esmeralda, el 5 de noviembre, con lo que se dio un golpe mortal a la marina realista en el Pacífico.

El 9 de noviembre, la Expedición Libertadora arribó al puerto de Huacho (a 170 km al norte de Lima), donde desembarcó. Al frente de su ejército, San Martín avanzó hasta el poblado vecino de Huaura, donde estableció su cuartel general.[34]​ Fue en Huaura donde por primera vez San Martín proclamó la independencia del Perú, en noviembre de 1820, desde un balcón que hasta hoy se conserva como joya histórica.[35]

El 2 de diciembre de 1820 el batallón realista Numancia se sublevó pasándose a los patriotas,[36]​ importante suceso que fue posible gracias a la labor incansable de los patriotas de Lima, entre ellos el criollo José de la Riva Agüero.[37]

Otro suceso importantísimo, que ayudó decisivamente a la lucha emancipadora continental, fue la Independencia de todo el Norte del Perú, obra de los patriotas locales, que lo lograron de manera pacífica. Toda esa región se hallaba bajo la jurisdicción de la Intendencia de Trujillo, cuya capital, la ciudad de Trujillo, a instigación de su intendente José Bernardo de Tagle, marqués de Torre Tagle, juró su independencia el 29 de diciembre de 1820. Sucesivamente hicieron lo mismo Piura, Cajamarca (6 de enero de 1821), Chachapoyas, Jaén (4 de junio de 1821) y Maynas (19 de agosto de 1821); antes ya lo había hecho Lambayeque (27 de diciembre de 1820).[38]

El 8 de enero de 1821 la columna de Álvarez de Arenales regresó de su incursión en la sierra central y se reincorporó a la Expedición Libertadora en la costa.

Óleo de Juan Lepiani que representa la entrevista de Punchauca, entre el virrey del Perú José de la Serna y el Libertador José de San Martín.

El 29 de enero de 1821, en el lado realista se produjo el llamado Motín de Aznapuquio: los jefes españoles obligaron al virrey Pezuela a abandonar el mando del virreinato peruano, que recayó en el general José de la Serna.[39]

En marzo de 1821 se produjo la incursión de las fuerzas patriotas de Guillermo Miller y Thomas Cochrane sobre los puertos de Tacna y Arica.[40]

El 4 de junio de 1821, el virrey La Serna se entrevistó personalmente con San Martín en la hacienda Punchauca, situada a unos 25 km al norte de Lima, en el actual distrito de Carabayllo. Delegados de ambos continuaron en los siguientes días estas Conferencias de Punchauca, pero al igual que lo ocurrido en las conferencias de Miraflores, no se llegó a algún acuerdo trascendente.[41]

Lima se vio amenazada por el avance del ejército libertador y el acoso de las montoneras patriotas, estas mayormente conformadas por hombres andinos, lo cual es otro ejemplo del aporte valioso de los peruanos a la Independencia.[42]

El 5 de junio de 1821, el virrey La Serna anunció a los limeños que abandonaría Lima y dejaría una fuerza al mando de José de la Mar para que resistiera en el Callao, al amparo de la Fortaleza del Real Felipe. El ejército realista, al mando del general Canterac, dejó Lima y enrumbó a la sierra, el 25 de junio de 1821. Arenales fue enviado en misión de observar el repliegue de los realistas a la sierra sin empeñar su ejército en una batalla frontal por orden de San Martín.

A comienzos de julio de 1821 se vivía en Lima una tremenda escasez de alimentos, debido al asedio de las montoneras, que cortaron las vías de comunicación con el exterior.[43]​ Bajo el temor al pillaje o rebeliones, la población solicitó a San Martín que ingresara en la ciudad. San Martín aceptó, a condición de que se reuniera el cabildo o ayuntamiento de la ciudad y jurara la independencia.[44]

Las avanzadas del Ejército Libertador ingresaron a Lima el 9 de julio de 1821.[45]​ El mismo San Martín hizo su ingreso en la noche del día 12 y dos días después lo hizo todo su Ejército.

Acta y proclamación de la independencia del Perú

Proclamación de la Independencia del Perú. Óleo de Juan Lepiani.

En cumplimiento de lo acordado con San Martín, los notables de Lima se reunieron en Cabildo Abierto, con el propósito de jurar la Independencia. La firma del Acta de Independencia del Perú tuvo lugar el 15 de julio de 1821. Unos 300 ciudadanos principales firmaron el Acta ese día; en los días siguientes lo hicieron muchos más.[46]Manuel Pérez de Tudela, letrado arequipeño, más tarde Ministro de Relaciones Exteriores, fue quien redactó el Acta de la Independencia[47]​ El temido almirante Cochrane entró en Lima el 17 de julio.

El sábado 28 de julio de 1821, en una ceremonia pública muy solemne, el generalísimo José de San Martín, enunció la célebre proclamación de la Independencia del Perú. Primero lo hizo en la Plaza Mayor de Lima, después en la plazuela de La Merced y, luego, frente al Convento de los Descalzos. Según testigos de la época, presenciaron la ceremonia más o menos 16.000 personas.[48]​ El libertador con una bandera peruana en la mano, exclamó:

DESDE ESTE MOMENTO EL PERÚ ES LIBRE E INDEPENDIENTE POR LA VOLUNTAD GENERAL DE LOS PUEBLOS Y POR LA JUSTICIA DE SU CAUSA QUE DIOS DEFIENDE. ¡VIVA LA PATRIA!, ¡VIVA LA LIBERTAD!, ¡VIVA LA INDEPENDENCIA!.
José de San Martín. Lima, 28 de julio de 1821.[49]

Basil Hall, capitán de la marina británica, que por entonces se hallaba en Lima, al comentar la ceremonia culmina diciendo:

Sus palabras fueron recogidas y repetidas por la multitud que llenaba la plaza y las calles adyacentes, mientras repicaban todas las campanas y se hacían salvas de artillería entre aclamaciones como nunca se había oído en Lima.[50]

El Protectorado de San Martín

Primer Escudo de la República peruana.

Tras proclamar la independencia del Perú, San Martín asumió el mando político y militar de los departamentos libres del Perú, bajo el título de Protector, según decreto del 3 de agosto de 1821. Su gobierno se llamó el Protectorado del Perú. Dio al estado peruano su primera bandera y escudo, su himno nacional, su moneda, su administración primigenia y sus primeras instituciones públicas. Asimismo, creó la Biblioteca Nacional del Perú, dio libertad a los hijos de los esclavos negros (libertad de vientres) y abolió el tributo indígena. Pero quedaba pendiente la Constitución Política (que debía ser obra de un Congreso Nacional) y mientras tanto, impuso un Reglamento provisorio, reemplazado después por un Estatuto provisorio.[51]

Por su parte, el virrey José de la Serna trasladó su cuartel general al Cuzco, y desde allí trató de auxiliar el Callao enviando una división al mando de Canterac. Esta llegó a Lima el 10 de septiembre de 1821, y sin que las tropas patriotas intentasen detener su avance, se unieron a las fuerzas realistas sitiadas en el Castillo del Callao o Fortaleza del Real Felipe. Luego de dar a conocer las órdenes del virrey y de avituallarse, Canterac regresó a la sierra el 16 de septiembre de ese año. El mando patriota que contaba con 7.000 efectivos y 3.000 montoneros, reaccionó tarde. Las tropas patriotas al mando del general Guillermo Miller persiguieron la retaguardia del ejército realista, produciéndose escaramuzas principalmente por la acción de los montoneros patriotas. Canterac y La Serna, lograron reunirse en Jauja el 1 de octubre de 1821. Finalmente, los patriotas lograron la rendición de las fortalezas del Callao, el día 19 de septiembre de 1821. El general cuencano José de la Mar, que era el jefe realista de dicha plaza, se sumó a la causa patriota.[52]

San Martín abandona el Perú

El 27 de diciembre de 1821, San Martín convocó por primera vez a la ciudadanía con el fin de que eligiera libremente un Congreso Constituyente, con la misión de establecer la forma de gobierno que en adelante regiría al Perú, así como una Constitución Política adecuada.

Maria Parado de Bellido.

Mientras tanto, la corriente libertadora del Norte, al mando de Bolívar, avanzaba hasta la región de Quito, al norte del Perú. Desde Guayaquil, el grancolombiano Antonio José de Sucre solicitó la ayuda de José de San Martín, que puso entonces en marcha la Expedición Auxiliar de Santa Cruz a Quito desde Piura el 15 de enero de 1822. La libertad de Quito quedó sellada en la Batalla de Pichincha librada el 24 de mayo de 1822. Posteriormente se produjo la Entrevista de Guayaquil, el 26 de julio de 1822, y los dos libertadores discutieron sobre el destino de la Provincia Libre de Guayaquil (si debía pertenecer a la Gran Colombia o al Perú), la ayuda que debía prestar la Gran Colombia a la independencia del Perú y sobre el sistema político que se instalaría en el Perú: Monárquico independiente como deseaba San Martín o Republicano como quería Bolívar. La entrevista se saldó favorablemente para Bolívar que ratificó la anexión de Guayaquil a la Gran Colombia.[53]

En abril de 1822 se produjo otra ofensiva realista contra la costa, al mando de Canterac, que destruyó un ejército patriota en la Batalla de La Macacona o de Ica. Mientras que en la zona de Ayacucho, se batían bravamente las montoneras de indios patriotas, bajo el mando de Cayetano Quirós y Basilio Auqui; en ese contexto se produjo el heroísmo de la dama ayacuchana María Parado de Bellido, que desde Huamanga cooperaba con las fuerzas de Quirós enviando cartas con informaciones sobre los movimientos de los realistas. Descubierta, fue fusilada por orden del general José Carratalá el 1 de mayo de 1822.[54]

Por indisposición contra San Martín, el almirante Cochrane se retiró del Perú el 10 de mayo de 1822, siendo reemplazado en el mando de la escuadra por Martín Guisse. Cochrane consideraba que «el protectorado que estaba ejerciendo San Martín carecía de decisión, se mostraba dubitativo y su contribución no era realmente apreciada ni aprovechada». José de San Martín terminaría abandonando el Perú en septiembre de 1822.


Gobierno de la Suprema Junta Gubernativa

Archivo:Congreso 1822.jpg
Pintura que representa la instalación del Primer Congreso Constituyente del Perú en la capilla de la Universidad de San Marcos el 20 de septiembre de 1822.

El 20 de septiembre de 1822 se instaló el primer Congreso Constituyente del Perú, compuesta por 79 diputados (elegidos) y 38 suplentes (para los territorios que aún se hallaban ocupados por los realistas, es decir, el sur peruano). Ante este Congreso, San Martín renunció al protectorado y se dispuso a abandonar el Perú. Como Presidente del Congreso fue elegido el diputado por Arequipa, Francisco Javier de Luna Pizarro, clérigo liberal.[55]

El Congreso entregó el poder ejecutivo a tres de sus miembros, que conformaron un cuerpo colegiado denominado la Suprema Junta Gubernativa (presidida por el general José de La Mar e integrada por Manuel Salazar y Baquíjano y Felipe Antonio Alvarado). Esta Junta entró en funciones el día 21 de septiembre de 1822.[56]

Primera Campaña de Intermedios

Mariscal José de la Mar, presidente de la Suprema Junta Gubernativa del Perú (1822-1823).

El nuevo gobierno juntista se abocó a la guerra contra los realistas que aún dominaban la sierra central y sur del Perú (incluyendo el Alto Perú), poniendo en práctica el plan esbozado por el mismo San Martín, llamado “Plan de los Puertos Intermedios”. Consistía en atacar a los realistas desde los puertos del sur peruano, combinado con otro ataque desde la sierra central, junto con una eventual acometida desde territorio rioplatense, para cercar así al enemigo. Esta primera Campaña de Intermedios, comandada por el general rioplatense Rudecindo Alvarado, acabó en total fracaso al no seguirse el plan completo y al no ponerse dinamismo en las acciones, lo que dio tiempo a que los realistas se pusieran a la defensiva.

Alvarado llegó a Iquique en donde hizo desembarcar un destacamento para que iniciara acción sobre el Alto Perú. Luego se dirigió a Arica, donde permaneció sin desembarcar por espacio de tres semanas, dando tiempo para que el virrey La Serna, informado por su servicio de espionaje de la presencia patriota, ordenara a sus lugartenientes José de Canterac y Jerónimo Valdés acudir con sus fuerzas a la zona amenazada. Cuando a fines de diciembre Alvarado desembarcó en Arica y avanzó sobre Moquegua se encontró con las fuerzas realistas que ocupaban mejores posiciones. Valdés le salió al encuentro, librándose la batalla de Torata. El jefe realista resistió ocho horas hasta que llegó en su auxilio Canterac con su caballería; juntos pusieron en fuga a los patriotas, logrando así la victoria para la bandera del rey (19 de enero de 1823. Animado Valdés con su éxito, persiguió a las tropas de Alvarado, alcanzándolas y venciéndolas definitivamente en la batalla de Moquegua (21 de enero de 1823). Las tropas patriotas, reducidas a la cuarta parte de su número original, tuvieron que reembarcarse precipitadamente y retornar al Callao con cerca de 1.000 sobrevivientes.[57]

La corriente libertadora del Norte y la consolidación de la independencia (1823 - 1826)

El Libertador Simón Bolívar por José Gil de Castro.
Mapa de las campañas de independencia del Perú y Bolivia entre 1823 y 1826.

Tras la proclamación de independencia del Perú, el proceso parecía estancado por la resistencia militar española y la inestabilidad de los primeros gobiernos independientes. Así, mientras la costa y el norte del Perú eran independientes, la sierra peruana y el Alto Perú seguían siendo realistas. El virrey La Serna había establecido su sede de gobierno en el Cuzco. Dos campañas militares emprendidas por los gobiernos de Lima para acabar con la resistencia realista en el sur peruano (Campañas de Intermedios), culminarían en sendas derrotas. La anarquía amenazaba al naciente Estado Peruano, que vio producirse el primer golpe de estado de su historia (Motín de Balconcillo).

La conclusión de la guerra en el Perú vendría con la intervención de Simón Bolívar y la Gran Colombia.


Gobierno de José de la Riva Agüero

José de la Riva Agüero, primer Presidente de la República del Perú.

Motín de Balconcillo y fin de la Junta.

Debido al desastre bélico, el Congreso y la Junta de Gobierno quedaron tremendamente desacreditados ante la opinión pública. Ante el temor de una ofensiva española, los oficiales patriotas al mando del ejército acantonado en Lima, se movilizaron hasta la hacienda de Balconcillo, a media legua de la capital, desde donde exigieron la destitución de la Junta y la elección de un único Jefe Supremo. Se pronunciaron incluso por la persona indicada para asumir el gobierno: el coronel de milicias José de la Riva Agüero y Sánchez Boquete, aristócrata criollo limeño, conocido por su labor de conspirador patriota. El Congreso, acatando este pedido, disolvió la Junta y nombró como Presidente a Riva Agüero (28 de febrero de 1823). Este episodio, conocido como el Motín de Balconcillo, fue el primer golpe de estado de la historia republicana peruana.[58]

El presidente José de la Riva Agüero fue el primero en ostentar el título de Presidente del Perú y en usar la banda presidencial bicolor. El nuevo mandatario volcó todo sus esfuerzos en organizar y fortalecer el ejército peruano, con el propósito de iniciar una nueva campaña para poner fin a la resistencia realista en el sur peruano. Formó además la primera escuadra peruana, cuyo mando encargó al vicealmirante Martin Guisse. También acordó un empréstito con el gobierno británico, que ascendió a £ 1.200.000 y envió misiones diplomáticas a la Gran Colombia, Chile y Argentina para solicitar la ayuda de estos países para consolidar el proceso continental de independencia.

Segunda Campaña de Intermedios

El más importante hecho del gobierno de Riva Agüero fue la organización de una Segunda Campaña de Intermedios. Esta expedición la comandaba el general Andrés de Santa Cruz y como jefe de estado mayor iba el entonces coronel Agustín Gamarra. Santa Cruz prometió regresar victorioso o muerto. Era la primera vez que se ponía en acción un ejército formado íntegramente por peruanos. Santa Cruz desembarcó sus fuerzas en Iquique, Arica y Pacocha y avanzó sobre el Alto Perú. Los patriotas obtuvieron al principio algunas victorias. Gamarra ocupó Oruro y Santa Cruz La Paz. Pero la reacción de los realistas no tardó en producirse. El general realista Gerónimo Valdes atacó a Santa Cruz, produciéndose la batalla de Zepita (25 de agosto de 1823), a orillas del lago Titicaca. Los patriotas quedaron dueños del campo, pero sin obtener una victoria decisiva. Pero en vez de consolidar su victoria, Santa Cruz ordenó la retirada hacia la costa, siendo perseguido muy de cerca por las fuerzas de La Serna y Valdes, quienes despectivamente denominaron a esta campaña como la “campaña del talón”, aludiendo a lo cerca que estuvieron de los patriotas que se retiraban apresuradamente, casi “pisándoles los talones”. Santa Cruz no frenó hasta llegar al puerto de Ilo donde se embarcó con 700 sobrevivientes. La campaña terminó, pues, en total fracaso para los patriotas.[59]

José Olaya Balandra.

Para colmo, aprovechando que Lima se hallaba desguarnecida, el jefe realista José de Canterac avanzó desde la sierra contra la capital, donde ingresó el 19 de junio de 1823. El gobierno y el Congreso se vieron obligados a trasladarse al Callao. Esta ocupación realista de Lima sería efímera.

Por esos días se produjo el heroísmo del pescador indio José Olaya, quien oficiaba de mensajero o informante al servicio de los patriotas de Lima. Descubierto por los realistas, fue torturado para que delatara a sus contactos, pero se mantuvo en silencio. El 29 de junio de 1823 fue fusilado en el callejón de Petateros, cerca a la Plaza Principal de Lima, hoy llamado Pasaje Olaya, en su honor.[60]

Destitución de Riva Agüero

Tras los reveses de los patriotas, surgió una pugna entre Riva Agüero y el Congreso. El Congreso destituyó a Riva Agüero, el 23 de junio de 1823. Éste marchó a Trujillo (norte del Perú), donde instaló su gobierno, con su propio Senado, rebelándose así contra la decisión del Congreso.

En Lima, el Congreso nombró en reemplazo de Riva Agüero a Torre Tagle (el mismo que proclamara la independencia de Trujillo), que se convirtió así en el segundo Presidente del Perú. De ese modo, dos gobiernos se disputaron el poder en el Perú, asomando la amenaza de la anarquía.[61]

Instauración de la Dictadura de Bolívar.

Tras el fracaso de la Segunda Campaña de Intermedios emprendida por el presidente Riva Agüero, el Congreso peruano decidió solicitar en 1823 la intervención del Libertador Simón Bolívar.[62]​ Bolívar ya había enviado antes al general Antonio José de Sucre, quien mantuvo la autonomía de las agrupaciones militares de Colombia, sin comprometerlas en las campañas de intermedios. Bolívar, tras acabar con la resistencia de los pastusos en la batalla de Ibarra, se embarcó y arribó al Callao, haciendo su entrada a Lima el 1 de septiembre de 1823.

El día 10 de septiembre el Congreso de Lima otorgó a Bolívar la suprema autoridad militar en toda la República. Seguía siendo Torre Tagle presidente, pero debía ponerse de acuerdo en todo con Bolívar. El único obstáculo para Bolívar era Riva Agüero, que instalado en Trujillo con un ejército de 3.000 hombres, dominaba parte del norte peruano. La guerra civil se evitó al ser Riva Agüero apresado por sus propios oficiales, encabezados por Antonio Gutiérrez de la Fuente, quien, desoyendo la orden de Bolívar de que fusilara a su jefe, optó por enviarlo al destierro. Así se unificó el mando del país en manos de Bolívar.[63]

El 5 de febrero de 1824, se produjo una sublevación en la Fortaleza del Callao, instigada por los españoles. Las tropas argentinas y chilenas, que guarnecían dicha fortaleza, se amotinaran en reclamo por pagos devengados y otros maltratos. Los amotinados lograron tomar el fuerte, liberaron a los prisioneros españoles, les devolvieron sus cargos y jerarquías y junto con ellos, enarbolaron la bandera española, cometiendo así una traición a la causa libertadora. Ante tal delicada situación, el Congreso dio el 10 de febrero un memorable decreto entregando a Bolívar la plenitud de los poderes para que hiciera frente al peligro, anulando la autoridad de Torre Tagle. Se instaló así la Dictadura.[64]

Campaña y batalla de Junín

Con poderes absolutos y contando con refuerzos llegados de la Gran Colombia, Bolívar se instaló en Trujillo, donde organizó el Ejército Unido Libertador del Perú, con miras a las campañas finales de la independencia del Perú. Para ello contó con los recursos humanos y materiales que le brindó la población peruana a manos llenas.[65]

Mientras tanto, la Restauración absolutista en España causó la división en las filas realistas, lo que se hizo evidente con la sublevación del 22 de enero de 1824 del general Pedro Antonio de Olañeta en el Alto Perú. La Serna se vio obligado a enviar al general Valdés contra Olañeta, produciéndose el enfrentamiento de la mitad del ejército realista entre si.[66]​ Aprovechando esta coyuntura, Bolívar abrió campaña contra el ejército realista más cercano, que era el de José de Canterac, el cual estaba acantonado entre Jauja y Huancayo.


La Batalla de Junín.

El ejército libertador avanzó hacia el Sur, rumbo a la sierra central, apoyado eficazmente por las montoneras peruanas. En junio de 1824, arribó a Huánuco y luego siguió hacia Cerro de Pasco.

A principios de agosto de 1824, Bolívar concentró sus fuerzas en la región de Quillota, Rancas y Sacramento. Sumaban en total unos 8.000 hombres. El 2 de agosto pasó revista a su ejército en el llano de Rancas, a 36 km de Cerro de Pasco. Terminada la revista, arengó a sus soldados desplegando una elocuencia arrolladora.

El ejército libertador continuó su avance hacia el Sur, bordeando el lago Junín. Canterac, que avanzaba por la orilla contraria del lago, fue sorprendido por el avance patriota y continuó apuradamente su marcha hacia al Sur, con el propósito de enlazar con el grueso de las fuerzas virreinales, pero ya era tarde. Al amanecer del 6 de agosto, ambos adversarios convergían al extremo sur del lago sobre la ciudad de Reyes (hoy Junín).

Bolívar, al llegar a la pampa de Junín, observó que la infantería realista ya había pasado y que sólo la caballería realista, que iba a retaguardia, se encontraba a la vista. Para evitar que Canterac huyera, Bolívar ordenó a su caballería, al mando del general Mariano Necochea, que atacara al ejército realista. La infantería patriota se hallaba aún rezagada y era por ello necesario ganar tiempo.

José Andrés Rázuri.

Por su parte, Canterac ordenó a su caballería que frenara a los patriotas, poniéndose él mismo a la cabeza, mientras que su infantería continuaba su marcha al sur. Los patriotas, desplegados en un mal terreno, empezaron a retroceder ante la embestida realista. Necochea fue herido siete veces y todo hacía presagiar que la lucha culminaría en derrota para los patriotas. Fue entonces cuando se produjo la intervención de un escuadrón de los Húsares del Perú, al mando del coronel argentino Isidoro Suárez, quien pidió órdenes a su superior, el general José de la Mar, con respecto al escuadrón bajo su mando, que permanecía intacto. El ayudante del escuadrón, mayor José Andrés Rázuri (natural de San Pedro de Lloc), fue el encargado de llevar el mensaje a La Mar, quien ordenó a Suárez que pusiera a salvo su escuadrón, pero Rázuri, embargado por el sentimiento patriota, cambió esta respuesta por la orden de ataque. Suárez ordenó entonces la carga contra la retaguardia realista, lo que desordenó a esta y dio tiempo para que los perseguidos patriotas se rehicieran y volvieran a la lucha. La derrota segura de los patriotas se trastocó así en una espléndida victoria.[67]

La batalla duró unos 45 minutos; fue un combate cuerpo a cuerpo, con arma blanca (lanzas y sables), sin que se utilizaran armas de fuego. Murieron 254 realistas y 143 insurgentes. 80 realistas fueron tomados prisioneros. Bolívar, que había dado por segura la derrota y se había alejado del campo, recibió de pronto el parte enviado por Guillermo Miller en que se anunciaba la victoria. El Libertador estalló en alegría y dispuso desde entonces rebautizar a los Húsares del Perú como los Húsares de Junín. Este escuadrón estaba compuesto por aguerridos montoneros andinos y es otro de los innumerables ejemplos de la participación activa y decisiva de los peruanos en la lucha por su independencia.[68]

Campaña y batalla de Ayacucho

La Batalla de Ayacucho.
El Gran Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre.

Tras la victoria de Junín, Bolívar regresó a Lima para recibir otro ejército de refuerzo, delegando al general Antonio José de Sucre el mando del excelente ejército patriota de 8,500 veteranos americanos y voluntarios extranjeros, y ordenándole, en caso de peligro, replegarse desde la línea del río Apurimac obtenida en el avance patriota desde Junín. El virrey La Serna resolvió un contraataque decisivo antes del regreso de Bolívar, y se vio urgido a rehacer sus fuerzas con un grupo heterogéneo de hombres, campesinos sin instrucción militar formado por indígenas y mestizos de “habla quechua”, negros, pardos, criollos y españoles, supervivientes del antiguo ejército real. En el alto mando español permanecían el grupo de liberales obligados a jurar por el rey absoluto.

El 9 de diciembre de 1824 se libró la batalla de Ayacucho, que fue el encuentro final por la Independencia del Perú. Desde el Cuzco y tras una durísima marcha en la cordillera de los Andes, salpicado de combates como la Batalla de Corpahuaico, ambos ejércitos mermados alcanzaron el campo de Ayacucho. Los patriotas tan solo contaban con 5.780 hombres mientras los realistas todavía contaban con 6.906 soldados de los 9.310 hombres que pasaron lista en su cuartel general de Limatambo. El escenario de la batalla final fue la Pampa de la Quinua, cerca de Huamanga. Los patriotas se desplegaron en la pampa, mientras que los realistas ocuparon las faldas del cercano cerro Condorcunca. El ejército patriota estaba dividido en tres divisiones: una peruana, al mando de José de la Mar (que incluía la Legión Peruana); y dos divisiones colombianas, al mando respectivamente de Jacinto Lara y José María Córdova. El ejército realista se dividió también en tres divisiones, comandadas por los generales Valdés, Monet y Villallobos.

Antes de la batalla, Sucre arengó a sus soldados con estas palabras:

De los esfuerzos de hoy pende la suerte de la América del Sur, otro día de gloria va a coronar vuestra admirable constancia. ¡Soldados!: ¡Viva el Libertador! ¡Viva Bolívar, Salvador del Perú!

La batalla se inició a las diez de la mañana. La Legión Peruana de La Mar fue la primera en sufrir el ataque realista, de parte de la división Valdés, sufriendo una fuerte embestida. Los peruanos resistieron a pie firme, pero cuando empezaron a ceder y requerir auxilio, Sucre ordenó que fueran en su apoyo las reservas de jinetes peruanos. La División Peruana pudo entonces contener a Valdés, lo que fue un hecho crucial para el resultado final de la batalla. Los realistas trataron de adelantar sus milicias por el otro flanco de la batalla, pero aislados fueron deshechos por la caballería colombiana. Seguidamente, Sucre ordenó el avance de la división de Córdova, quien al grito de «¡Adelante! ¡Armas a discreción! ¡Paso de vencedores!», inició el ataque general, desorganizó a la división Villalobos, llegando arrolladoramente hasta la mitad del Condorcunca. Empezó entonces el repliegue realista. Canterac no consiguió rehacer la línea. Por su parte, La Mar se repuso y avanzó contra Valdés, quien resistió desesperadamente. La batalla terminó en la cima del Condorcunca a la una de la tarde, con una completa victoria de los patriotas.[69]

Capitulación de Ayacucho, óleo del pintor peruano Daniel Hernández.

Los realistas tuvieron 1.800 muertos y 700 heridos; los patriotas, 370 muertos y 609 heridos. La cuarta parte de los combatientes resultó muerta o herida, lo que nos da una idea de la ferocidad de la lucha. El mismo virrey La Serna fue herido y tomado prisionero. A Canterac, que le sucedió en el mando, no le quedó otro recurso que aceptar la oferta de honrosa capitulación que le hizo llegar el mando patriota, o enfrentarse a Pedro Antonio de Olañeta en el Alto Perú.

En teoría, en Ayacucho combatieron en filas patriotas unos 4.000 grancolombianos y unos 1.500 peruanos (repartidos en esas fuerza se hallaba una escasa fracción de chilenos y rioplatenses). Sin embargo, hay que tener en cuenta que las bajas en los escuadrones o batallones colombianos eran cubiertas con los naturales del país, por lo que el número de peruanos debió ser más elevado.[70]

La Legión Peruana, que tuvo una actuación destacada y decisiva en Ayacucho, junto con los montoneros andinos y el resto de la división peruana, más los oficiales y tropas realistas capitulados, se constituyó la base del ejército peruano que serviría para libertar el territorio de la actual Bolívia.

La victoria de Ayacucho determinó el final del virreinato del Perú, que se concretó con la firma de la capitulación de Ayacucho.[71]

Campaña del Alto Perú

Pero en el Alto Perú se encontraba el general español Pedro Antonio Olañeta, quien no aceptó la Capitulación y anunció su deseo de seguir batiéndose por el rey. Sucre abrió entonces campaña en dicho territorio, cruzando el río Desaguadero con las división de Córdova y la división del Perú del ejército libertador.[72]​ Bastiones y unidades realistas capitularon unas tras otras. La guerra regular en el Alto Perú terminó con el combate de Tumusla, donde el mismo Olañeta resultó victimado en una balacera desatada por sus propios soldados.[73]

El gobierno del Perú (lo mismo que el rioplatense el 9 de mayo de 1825), emitió un decreto donde pidió la delimitación de la fronteras y también dejó en libertad a Simón Bolívar para resolver la pertenencia del Alto Perú a la Argentina o el Perú, o la independencia de Bolivia que fue lo que finalmente ocurrió.[74][75]

Resolución del Congreso constituyente del Perú se deja al juicio del Libertador el establecimiento de un gobierno provisorio en las provincias indemnización para el caso de que las Altas queden separadas de las del Perú. Decreto del 23 de febrero de 1825:

artículo 3º: que si verificada la demarcación según el artículo constitucional resultaren las provincias Altas separadas de esta república el gobierno a quien pertenecieren indemnizará al Perú los costos causados en emanciparlas.

Fin de la guerra

La guerra sin embargo continuaría hasta su conclusión en el año 1826 con la Campaña de Chiloé y la rendición de la fortaleza del Real Felipe.[76]​ El 4 de septiembre de 1826, Bolívar se embarcó en el bergantín "Congreso" con dirección a Colombia y no regresó más al Perú. La guerra de guerrillas se mantuvo latente sin embargo en los Andes tras la caída de los bastiones españoles del Callao y Chiloé. El caudillo Antonio Huachaca lideró la resistencia guerrillera que en 1827 derrotó al batallón de Pichincha conocida como rebelión de Iquicha. Finalmente fue vencido y no tuvo apoyo exterior.

Tratado de paz y amistad

Estados Unidos, Inglaterra y las potencias continentales europeas, principalmente Francia, se disputaban el nuevo equilibrio del poder Atlántico, un drástico cambio político y comercial, mediante el reconocimiento de las nacientes repúblicas tras su separación de España.

El rey español Fernando VII muere en 1833 y el parlamento español el 4 de diciembre de 1836 renuncia de todo derecho de soberanía sobre América continental y autoriza a sus gobiernos para sellar tratados de paz y amistad con las nuevas repúblicas reconociendo su independencia. Sin embargo, debido a distintos desencuentros, España concluirá el tratado con el Perú en fecha del 14 de agosto de 1879, mediante la firma en París del Tratado de Paz y Amistad España-Perú, por parte de España lo hace el Marqués de Molíns y Mariano Roca de Togores, y por el Perú, Juan Mariano de Goyeneche y Gamio, Conde de Guaqui. España envía como su primer embajador en Lima a Emilio de Ojeda.[77]

Véase también

Referencias

  1. Sociedad de Amigos de la Ilustración (1860). Revista del Pacífico. Literaria y Científica. Tomo II. Valparaíso: Imprenta y librería del Mercurio de Santos Tornero, pp. 505.
  2. Juan Miguel Bákula Patiño (2002). Perú, entre la realidad y la utopía: 180 años de política exterior. Tomo I. Lima: Fondo de Cultura Económica, pp. 41. ISBN 978-9972-9526-1-6.
  3. El conflicto diplomático entre España y Perú 1824-1879
  4. Romero Emilio: Geografía Económica (1961)
  5. Cheesman, Roxane: "Por la educación democrática en el hogar", El Comercio, Lima 26.01.13, p. A10
  6. "En adelante no se denominarán los aborígenes Indios ó Naturales; ellos son hijos y ciudadanos del Perú y con el nombre de "Peruanos" deben ser conocidos". Decreto de José de San Martín de 27 de agosto de 1821. Perfil de Indoamerica de nuestro tiempo (1975),pág 58. Alejandro Lipschutz.
  7. el indígena originario ya obtuvo la plena ciudadanía española en la constitución de Cádiz de 1812. Scarlett O’Phelan.Los diputados peruanos en las Cortes de Cádiz y el debate sobre el tributo, la mita y la ciudadanía indígena. 2011.
  8. Del Busto D. José Antonio: Historia Cronológica del Perú (2006), Lima pág.713
  9. Historia de España.Ferran Soldevila - 1962 . "Gonzalo Pizarro, que se había puesto al frente de los protestatarios, llevó su audacia hasta el punto de querer hacerse independiente en el Perú".
  10. Latinoamerica su civilización y su cultura 4edición. Eugenio Chang-Rodríguez. "En lo que se refiere a los conquistadores mismos, recordemos que Gonzalo Pizarro, de 1542 a 1544, y Martín Cortés, 1566, se rebelaron con partidarios secesionistas-en favor de un movimiento independiente- contra el orden político español".
  11. Roel 1982, pp. 11-12.
  12. Roel 1982, pp. 12-17.
  13. Roel 1982, pp. 36-37.
  14. Tauro del Pino 2001, tomo 16, p. 2616.
  15. Roel 1982, pp. 31-33.
  16. Roel 1982, p. 35.
  17. Vega, Juan José: «La revolución indígena de Túpac Amaru». Artículo publicado en el diario La República, Lima, diciembre de 1999.
  18. Tauro del Pino 2001, tomo 16, p. 2616.
  19. Valcárcel, Carlos D. (1977): Túpac Amaru, el precursor de la Independencia .
  20. Tauro del Pino 2001, tomo 2, p. 183.
  21. Roel 1982, p. 50.
  22. Roel 1982, pp. 50-51.
  23. La Tercera, Diario (2006). «Efeméride de Icarito». Santiago, Chile: COPESA. Archivado desde el original el 29 de noviembre de 2015. Consultado el 23-12-07. 
  24. Otros historiadores señalan para la fecha de llegada, el 28 de noviembre de 1818
  25. Tauro del Pino 2001, tomo 17, pp. 2735-2736.
  26. Encina, Francisco Antonio (1949). Historia de Chile desde la Prehistoria hasta 1891. Santiago, Chile.
  27. Roel 1982, p. 170.
  28. «Independencia del Perú». 
  29. Vargas Ugarte 1981, tomo VI, pp. 78-79.
  30. Vargas Ugarte 1981, tomo VI, pp. 93-94.
  31. Vargas Ugarte 1981, tomo VI, pp. 96-97.
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  33. Vargas Ugarte 1981, tomo VI, p. 106.
  34. Vargas Ugarte 1981, tomo VI, p. 107.
  35. Gran Enciclopedia del Perú (2000), p. 670. Lima, Edición Libris. Publicada por fascículos por la Empresa Editora El Comercio S.A.
  36. Roel 1982, pp. 180-183.
  37. Tauro del Pino 2001, tomo 14, p. 2262.
  38. Roel 1982, pp. 183-185.
  39. Vargas Ugarte 1981, tomo VI, pp. 111-113.
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  47. Tauro del Pino 2001, tomo 13, p. 2028.
  48. Vargas Ugarte 1981, tomo VI, p. 176-177 (siguiendo datos de Tomás Guido).
  49. Gaceta del Gobierno del Perú Independiente, edición del 1.º de agosto de 1821.
  50. Hall, Basil: Extract form a Journal written in the coast of Chili, Peru and Mexico in the years 1820-1822. Edimburgo, 1822.
  51. Basadre 2005, tomo 1, p. 37.
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  74. Resolución del Congreso constituyente del Perú para el caso de que las Altas queden separadas de las del Perú
  75. La Iglesia que entendió el Libertador Simón Bolívar,p188.
  76. Roel 1982, pp. 384-386.
  77. Novak, Fabián. Las relaciones entre el Perú y España: (1821-2000). p. 67. 

Bibliografía consultable

Enlaces externos