Guerra de las Comunidades de Castilla

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La revuelta y guerra de las Comunidades de Castilla fue un levantamiento contra la corona que tuvo lugar entre 1520 y 1521, protagonizado por las ciudades del interior de la Corona de Castilla.

Algunos historiadores la califican como la primera revolución moderna, contra las pretensiones del rey Carlos I de modificar el gobierno de la Corona y otorgar los puestos de poder a extranjeros. Por ello, esta revuelta de los Comuneros fue la primera revolución moderna de Europa y precursora de la francesa. Otros la califican como un último intento de los castellanos de anclarse en la Edad Media y frenar el avance del poder real, a lo que suman un componente de odio a lo extranjero en esta revuelta. Son de la primera opinión quienes han estudiado más en profundidad el movimiento comunero: José Antonio Maravall[1]​, Julio Valdeón Baruque o el historiador francés Joseph Pérez[2]​, autor del libro Los comuneros, y que quizá sea el mayor experto en el movimiento comunero.

En cambio la segunda opinión parece más discutible, pues precisamente un mayor poder real es garantía de modernidad, puesto que la característica del medievo es el poder de los nobles (el feudalismo). En Castilla, los reyes, desde antiguo, se apoyaban en las ciudades para tener más poder contra ellos, y Carlos viene de países en los que el poder de la nobleza todavía es muy importante, es decir, es más medieval.

Los Comuneros, Padilla, Bravo y Maldonado en el Patíbulo. Antonio Gisbert Pérez, 1860.

En todo caso, se trata de un episodio notable y trascendente de la historia.

Antecedentes

Aunque la causa inmediata de la revuelta fue que, al llegar un rey extranjero, impuso como hombres de confianza en el gobierno del reino a otros extranjeros, así como el uso de los recursos e impuestos de Castilla en favor del Imperio, las raíces del problema hay que buscarlas más atrás, en la época de las regencias en Castilla (1504-1517) en la que salieron a la luz importantes conflictos de la sociedad castellana: la preocupación de la nobleza por recuperar poder tras el reinado de Isabel I que se lo había reducido notablemente (en general, los comuneros serían miembros de la pequeña burguesía comercial y artesanal de las ciudades castellanas); el conflicto entre los grandes comerciantes (representados por Burgos, sede del Consulado del Mar, donde se centraban las exportaciones de la lana castellana) que deseaban exportar la lana en bruto y los manufactureros (representados por Segovia) que deseaban una mayor cuota para poder desarrollar una incipiente industria textil en Castilla (como la que existía, por ejemplo, en Flandes y que precisamente utilizaba lana castellana); el problema de los conversos debido al rigor de la Inquisición; o las tensiones en las ciudades donde el poder político estaba en manos de clanes determinados.

El 'servicio' de Carlos I

La llegada de Carlos I reavivó estos problemas y añadió nuevos conflictos. El rey, inexperto, extranjero, desconocedor del castellano y aspirando ya en Alemania a emperador no sólo iba a estar ausente de Castilla por largos periodos sino que iba a subordinar los intereses de Castilla a los de Flandes y del Imperio, pero aprovechando las riquezas de aquella. En las Cortes de Valladolid de 1518 los procuradores castellanos deniegan a Carlos I el servicio, que suponía un impuesto destinado a sufragar gastos del monarca en el extranjero. Carlos I convocó de nuevo las Cortes en Santiago en 1520, nuevamente con resultado negativo. Semanas después volvió a convocar Cortes en La Coruña, con vistas a su próxima partida. Aunque los procuradores castellanos iban en su gran mayoría con las consignas bien claras para votar en contra, a muchos de ellos se les impidió a última hora la entrada, otros (que a su vuelta fueron muertos) traicionaron a sus ciudades, bajo coacción o soborno. Como resultado, el servicio quedó finalmente aprobado.

Formación de la Santa Junta

El 29 de julio de 1520 se forma en Ávila la Santa Junta del Reino, formada por representantes de las ciudades castellanas, eligiéndose como presidente al toledano Pedro Lasso de Vega (hermano del poeta y miembro del ejército imperial Garcilaso de la Vega) y como jefe del ejército comunero al también toledano Juan de Padilla. La Santa Junta se trasladó a Tordesillas, con la esperanza de que la confinada reina Juana I sirviera de apoyo a los comuneros, aunque los enviados salieron de la entrevista convencidos de que nada podían esperar de Juana, pues estaba, efectivamente, loca.

La revuelta de las Comunidades no es una revuelta popular. Es una rebelión de la comunidad política (la oligarquía local, la nobleza) contra el creciente poder del Rey. Lo que los comuneros pretendian era frenar ese incipiente absolutismo real, para intentar conseguir un régimen político similar al que tradicionalmente había existido en la Corona de Aragón, un sistema de gobierno pactista entre el Rey y el Reino (las Cortes), porque ven perder su poder frente a un poder regio cada vez más absoluto. Económicamente, los comuneros apostaron decididamente por fomentar el desarrollo de una industria manufacturera castellana, lo que les enfrentó a los grandes mercaderes exportadores de Burgos. Por este motivo, Burgos fue la única ciudad castellana del bando realista. A pesar del carácter urbano de la rebelión, en el verano de 1520 se sumaron en el mundo rural numerosos insurrectos en los señoríos, deseando pasar al realengo. El salvaje incendio de Medina del Campo por parte de las tropas realistas el 21 de agosto de 1520, en represalia por negarse a entregar los cañones de artillería que querían utilizar contra Segovia, alineó definitivamente a Valladolid con el bando comunero.

El inicio de la guerra de las Comunidades

El 23 de octubre Carlos es coronado emperador de Alemania, y el 31 el cardenal Adriano de Utrecht, regente flamenco nombrado por el rey, declara la guerra a los comuneros. Los realistas toman Tordesillas y la Junta escapa a Valladolid. Juan de Padilla vuelve a Toledo. El obispo de Zamora Antonio de Acuña organiza un ejército en Tierra de Campos que asalta fortalezas señoriales para después marchar a la meseta sur. Carlos I nombra dos nuevos virreyes de entre la nobleza castellana: el Condestable de Castilla y el Almirante de Castilla, señores de Burgos y Medina de Rioseco respectivamente.

La Batalla de Villalar

En febrero de 1521 las tropas comuneras inician una ofensiva sobre la fortaleza de Torrelobatón, que cae el 25 de febrero. El 12 de abril, en el episodio más atroz de la guerra, tropas del rey asaltan la ciudad de Mora (Toledo), quemando la iglesia donde se habían refugiado más de 3.000 ancianos, mujeres y niños, que murieron. Finalmente el 23 de abril de madrugada las tropas comuneras salen de Torrelobatón, buscando refugiarse en Toro. No obstante las tropas del rey persiguen al ejército comunero dándole alcance en Villalar. Las tropas comuneras, bajo la fuerte lluvia y sin la protección de la artillería, son dispersadas por la caballería de los nobles. Los comuneros pierden entre 500 y 1.000 hombres, mientras que 6.000 son hechos prisioneros. A la madrugada del 24, son ejecutados los principales líderes comuneros, pertenecientes a la nobleza castellana, el toledano Juan de Padilla y el seguntino Juan Bravo, capitán de los comuneros segovianos. Horas más tarde se les suma el salmantino Francisco Maldonado.

Antes de la ejecución, Juan Bravo y Juan de Padilla cruzaron unas palabras que han pasado a la posteridad: al subir al cadalso, Juan de Padilla le dijo a su camarada: Señor Bravo: ayer era día de pelear como caballero... hoy es día de morir como cristiano. Esto originó que Juan Bravo pidiera ser ejecutado antes que Padilla, para no ver la muerte de tan buen caballero. Tras la batalla una parte del maltrecho ejército comunero cruzó la frontera de Portugal a traves de Fermoselle y el resto contactó con Toledo, reforzando la resistencia de la ciudad del Tajo durante unos meses más.

La caída de Toledo

Aunque este no es el fin de las Comunidades, es al menos el principio del fin. Todas las ciudades comuneras del norte de Castilla caen tras la derrota de Villalar. En Junio de 1521 las tropas de Carlos asedian Madrid, que se rinde finalmente. Murcia, que también había secundado la revuelta comunera, cayó tras un fuerte sitio. El 1 de septiembre de 1521 comienza el asedio a la ciudad de Toledo, que desfallecida se rinde el 25 de octubre a condición de que se respete la vida de María Pacheco (que recibió el sobrenombre de Leona de Castilla) y de otros adalides comuneros de la ciudad. Carlos derruyó el palacio de Padilla en Toledo.

El 9 de enero de 1522 es nombrado Papa el cardenal Adriano, en agradecimiento de Carlos I por los favores prestados. Las manifestaciones de júbilo por parte del cabildo catedralicio de Toledo son toda una provocación. María de Pacheco con sus fieles toma el Alcázar y libera a los comuneros presos. El 3 de febrero entran las tropas imperiales, acabando con esta resurrección comunera. María de Pacheco huye con su hija a Portugal, donde murió 10 años después sin renunciar a los ideales comuneros.

Consecuencias de la derrota

Tras la derrota definitiva hubo una feroz represión. Víctimas de ella fueron líderes comuneros como Pedro Maldonado, los hermanos Guzmán, el licenciado Urrez, el conde de Salvatierra, Juan de Zapata, el afamado pellejero de Salamanca Juan de Villoria, el obispo Acuña y otros miembros destacados de las Juntas comuneras o del clero.

Las ciudades comuneras fueron sometidas al pago de cuantiosas indemnizaciones, que supusieron la ruina de las ciudades manufactureras como Segovia, frente al triunfo de los intereses exportadores de los mercaderes burgaleses, lo que impidió la continuidad rentable de gran parte de la industria de la Corona, con el agravante de la ausencia de una política proteccionista. Finalmente, se acrecentó el poder de la monarquía ,y la nobleza vio reducidos su poder y su régimen de privilegios, lo que contribuyó a una más rápida y temprana integración del absolutismo real en Castilla.

La casa de Juan de Padilla en Toledo fue derruida y su solar sembrado de sal. Las torres de las casas de familias comuneras desmochadas, como es el caso de la Casa de las Conchas de Salamanca (de la familia de los Maldonado) y de muchas otras.

El Perdón General de 1522 y los Exceptuados del Perdón

Tras su llegada a Palencia en 1522 y bajo la dirección personal del emperador la represión contra los comuneros no se hizo esperar. En tres meses se dictaron más de cien condenas a muerte, siendo la más famosa la del comunero salmantino Pedro Maldonado, ejecutado en la plaza de Simancas el 14 de agosto. Tras esta oleada represiva, Carlos V promulgó el perdón general, una especie de amnistía, aunque muy limitada por el número de excluídos de dicho perdón. A los perdonados no se les volvió a incriminar penalmente sin embargo el perdón no les eximía del pago de las indemnizaciones civiles, lo que condenó a la indigencia a muchos de ellos. Los excluídos del Perdón figuraban en una larga relación de 293 nombres que abarcaba a jefes militares, procuradores en la Junta, funcionarios de la misma, o de las juntas locales y eclesiásticos comuneros. Los comuneros que consiguieron eludir la condena quedaron, no obstante, apartados para siempre de los cargos públicos. Antonio de Acuña, el célebre comunero zamorano fue ejecutado en 1526 y María Pacheco murió en el exilio portugués.

El Perdón de 1522 permite aclarar un aspecto fundamental de la rebelión: su ámbito geográfico. En efecto los exceptuados del perdón señalan el grado de implicación de las ciudades castellanas con la causa comunera. Así vemos que los exceptuados de cada ciudad son:

  • Palencia: 34
  • Salamanca: 25
  • Segovia: 24
  • Avila y Madrid: 22
  • Valladolid: 20
  • Medina del Campo: 19
  • Toledo y León: 18
  • Zamora: 16
  • Aranda de Duero: 15
  • Toro: 10
  • Guadalajara: 4
  • Sevilla:3
  • Soria:2
  • Burgos:1

Frecuentemente se alude a que todas las regiones de la Corona de Castilla se vieron afectadas en mayor o menor medida por la rebelión, sin embargo en puridad, sólo se puede hablar de tal en aquellas comarcas o regiones donde consten las siguientes notas:

Sumisión a la Junta General (Santa Junta comunera)

Sustitución de las autoridades locales por una administración revolucionaria de carácter más representativo.

Esas notas y el aporte de dirigentes, tropas y dinero, reduce el ámbito geografico a las ciudades de las dos Castillas. Practicamente las únicas con derecho a voto en las Cortes. En Murcia no se llegaba a cuestionar el poder político y su adhesión a la causa comunera tenía que ver con su conquista por el Reino de Castilla. Las notas que definen la presencia murciana en la revuelta guardan más relación con las germanías valencianas que con las comunidades castellanas. En el País Vasco un enfrentamiento histórico entre poderes locales fraccionó el poder político que buscó en unos casos contactar con los comuneros y en otro con los imperiales. Azcona cree que el hecho guipuzcoano se inició con independencia de las reivindicaciones comuneras.

Cronología

1500

1506

1507

1508

1512

1516

1517

  • 14 de noviembre. Carlos naturaliza castellano al flamenco Guillermo de Croy, obispo de Cambrai, para hacerle días después, a los veinte años de edad, arzobispo de Toledo, situándole como Primado de la Iglesia Castellana.

1518

1519

  • 28 de junio. Carlos es elegido emperador tras el pago de grandes cantidades de dinero a los siete príncipes electores alemanes.

1520

  • 27 de febrero. Motín en Toledo. El pueblo se opone a que Padilla y demás regidores acudan a Galicia a donde son convocados por el rey para rendir cuentas por la actitud rebelde del Concejo de Toledo. Los toledanos se apoderan del Alcázar, expulsan al corregidor y constituyen una junta de gobierno.
  • 1, 3 y 4 de abril. En las cortes de Santiago, los procuradores de León, Valladolid, Murcia, Zamora y Madrid se niegan a comenzar la sesión votando, como desea a Carlos I, el servicio o tributo con que pagar su coronación en Alemania. Ante la resistencia encontrada, Carlos I suspende las Cortes de Santiago y decide convocarlas de nuevo en La Coruña.
  • 16 de abril. Revuelta nobiliar en Toledo. Ocupación del Alcázar por el pueblo y constitución de la primera comunidad o poder insurrecto de libre elección.
  • 29 de agosto. El cardenal Adriano, tratando de acallar la revuelta que se extiende en todo el reino, destituye a Fonseca y disuelve su ejército.
    • El ejército comunero con Padilla, Bravo y Zapata a la cabeza, es recibido triunfalmente en Tordesillas. Los caballeros comuneros visitan por vez primera a Doña Juana, que ha vivido recluida once años.
  • 9 de septiembre. Con objeto de obtener la alianza con la nobleza que había permanecido a la expectativa, pero empieza a inquietarse ante los aspectos sociales que va cobrando la rebelión, Carlos I nombra gobernadores, para secundar a Adriano, al almirante Fabrique y al condestable Velasco.
  • 25 de septiembre. La Santa Junta promulga el juramento de hermandad de las ciudades rebeldes.
  • 31 de octubre. Contando ya con el apoyo de la nobleza, el cardenal Adriano declara la guerra a la Junta.
  • 5 de diciembre. Los nobles se presentan en Tordesillas. Pese a la defensa organizada a última hora por el Obispo Acuña y sus clérigos, la ciudad cae en manos de los reales. Acuña sale hacia Valladolid en donde penetra con poco esfuerzo echándose la población a la calle para recibirle en triunfo.
  • 17 de diciembre. Carlos I firma en Worms una real orden condenando a 249 comuneros más destacados a muerte, si son seglares, y a otras penas, si son clérigos. Declara también traidores desleales, rebeldes e infieles a cuantos apoyen a la comunidad.

1521

  • 3 de marzo. Comienza una tregua que se prolonga hasta el 11 del mismo mes.
  • 29 de marzo. Acuña se presenta de incógnito en Toledo. Al enterarse los toledanos le llevan en triunfo a la catedral y quieren proclamarle arzobispo.
  • 9 de abril. Bajo la presión popular, los canónigos de Toledo se ven obligados a ceder a Acuña la administración del arzobispado.
  • 12 de abril. Tras duros combates, las tropas reales penetran en la ciudad de Mora, prendiendo fuego a la iglesia, en cuyo interior perecen quemados vivos tres mil ancianos, mujeres y niños. El mismo día, Acuña decreta la movilización de los toledanos de 15 a 60 años, sale de Toledo, destruye Villaseca, y estando en Yepes, se entera del incendio de Mora. Decide entonces castigar a los reales que quemaron la plaza, dándoles alcance días después en Illescas, pero no consigue vengarse por huir sus hombres despavoridos en la noche ante un rebaño desbandado de bueyes y vacas.
  • 17 de agosto. En la aldea de Olías, mil quinientos comuneros toledanos que habían efectuado una salida en busca de víveres libran batalla con las tropas imperiales. Los comuneros pierden mil hombres. Entre los heridos del ejército imperial se halla el poeta Garcilaso de la Vega.
  • 16 de octubre. A las puertas de Toledo, un ejército comunero que regresaba de una salida cargado de provisiones, se ve obligado a batirse dejando quinientos muertos sobre el terreno.

1522

1523

1526

  • 24 de marzo. Por orden expresa de Carlos V, el obispo Acuña es condenado a garrote vil y ejecutado, siendo colgados sus despojos en alto de las almenas del castillo de Simancas.

La Sociedad de Caballeros Comuneros

Se trata de una sociedad secreta que existió a principios del siglo XIX en España. Era de carácter liberal y semejante a otras organizaciones masónicas de la época. Sus componentes, los Caballeros Comuneros que se proclamaban Hijos de Padilla. Destacados miembros de la sociedad fueron el antiguo guerrillero Juan Martín 'El Empecinado', quien el 23 de abril de 1821, 300 años después de la batalla de Villalar, rindió homenaje a Padilla, Bravo y Maldonado y exhumó sus restos; o Rafael de Riego, con cuyo pronunciamiento el 1 de enero de 1820 se inició el Trienio Liberal.

Nacionalismo y regionalismo castellano y castellanoleonés

En la actualidad partidos regionalistas castellanoleoneses como Unidad Regionalista de Castilla y León (URCL) reividican la figura y valores de esta Revuelta como símbolo de Castilla y León y sus nueve provincias. Defienden por tanto el 23 de abril como Día de Castilla y León.

También partidos nacionalistas castellanos como Tierra Comunera (TC) o Izquierda Castellana (IzCa) reivindican la tradición y valores de la Revolución de las Comunidades de Castilla dentro de su ideología nacionalista, interpretando dicha revuelta como favorable a la unión de las actuales comunidades autónomas de Castilla y León, Madrid y Castilla-La Mancha, Cantabria y La Rioja, y, en cualquier caso su reconocimiento como nacionalidad histórica.

El espíritu comunero en América

El historiador Eufemio Lorenzo Sanz sostiene que el espíritu de Villalar "no murió en 1521" y, a partir de ese momento, muchos comuneros "pasaron clandestinamente al paraíso de Mahoma en América, la ciudad de Asunción"[cita requerida], y contribuyeron en 1554 a la rebelión que destituyó al Gobernador de Río de la Plata.

Referencias

Notas

  1. * Maravall, José Antonio (1979). «Las Comunidades de Castilla». Alianza Editorial, Madrid. ISBN 84-206-2227-3. 
  2. * Pérez, Joseph (1977). «La revolución de las comunidades de Castilla (1520-1521)». Madrid: Siglo XXI de España. originalmente: La révolution des "Comunidades" de Castilla (1520-1521), Bordeaux: Institut d'Etudes Ibériques et Ibero-Américaines de l'Université, 1970. 

Bibliografía

  • Alba, Ramón (Madrid, 1975). «Acerca de algunas particularidades de las Comunidades de Castilla tal vez relacionadas con el supuesto acaecer terreno del Milenio Igualitario». Editora Nacional. 
  • Danvila, Manuel (Madrid, 1897-1900). «Historia crítica y documentada de las Comunidades de Castilla». Memorial Histórico Español. 6 volúmenes. 

Véase también

Enlaces externos