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Fortificaciones de Pamplona

Fortificaciones de Pamplona

Baluarte Bajo de Nuestra Señora de Guadalupe y revellín de los Reyes, en el frente de Francia
Localización
País EspañaBandera de España España
Comunidad Foral Navarra Navarra
Localidad  Pamplona
Datos generales
Categoría Conjunto Monumental
Código RI-51-0001097
Declaración 25 de septiembre de 1939
Construcción siglo XVI-siglo XVIII
Mapa

Las Fortificaciones de Pamplona comprenden el conjunto de construcciones defensivas que, desde la Edad Media y hasta el siglo XIX, protegieron la ciudad de Pamplona. En ellas pueden distinguirse, por una parte, las murallas que rodearon la ciudad; por otra, la ciudadela, que defendía el punto suroeste de la ciudad y cuya construcción se inició en el siglo XVI; y, por último, dos fortines exteriores. A finales del siglo XIX, con motivo de la aprobación del Primer Ensanche de la ciudad, se derribaron parcialmente dos baluartes de la ciudadela y una parte de la muralla que los unía; a este derribo siguieron otros, para ampliar el acceso a la ciudad y, posteriormente —en 1915—, se eliminó todo el frente sur de las que rodeaban la plaza, con el fin de permitir su expansión urbana mediante el Segundo Ensanche.[1]

Actualmente se conservan la Ciudadela, tal como quedó tras los derribos que permitieron el Primer Ensanche; las murallas que, al oeste y al norte, rodeaban el Casco Viejo de Pamplona; restos de las fortificaciones que se conservan en el Parque de la Taconera; y un fortín exterior de los antiguos muros, situado cerca de su vértice sudeste, junto con los restos de otro fortín. Se mantienen además, reconstruidos, los portales de San Nicolás[2]​ y de la Taconera.[3]

El 25 de septiembre de 1939, el conjunto subsistente de las murallas de Pamplona obtuvo la catalogación de monumento nacional;[4]​ posteriormente, el 6 de febrero de 1973, el Gobierno español declaró la Ciudadela monumento histórico-artístico de carácter nacional.[5]

Origen y evolución de las fortificaciones

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Tras la unión de los tres burgos

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Las fortificaciones de Pamplona tuvieron su origen en las murallas que rodeaban los tres burgos que Carlos III unificó con el privilegio de la Unión para formar la ciudad de Pamplona. Aunque esa unión no supuso que desaparecieran aquellas, sí que propició la aparición de un recinto foritificado común a toda la ciudad, que ya estuvo completado a finales del siglo XV.[6]​ Utilizaba las que daban frente al exterior, y se completaba con los muros que dejaban dentro del recinto la llamada «tierra de nadie», que separaba la Navarrería de los otros dos burgos, San Cernin y la Población de San Nicolás. Su descripción y medidas se contienen en una memoria redactada por los ingenieros militares tras la conquista castellana (1512).[7]

Estado de las fortificaciones tras la conquista castellana.[8]

Tras la conquista castellana

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Las fortificaciones de la ciudad se completaron con el castillo de Santiago, construido por Fernando el Católico en 1513 al sur de la ciudad y cerca de sus antiguas murallas,[9]​ en el lugar que ocupaba un convento de los dominicos del que toma el nombre. De este modo, el muro que había unido la Navarrería con la Población de San Nicolás avanzaba hacia el sur.[10]

La toma de Pamplona en mayo de 1521 por parte de las tropas francesas y legitimistas navarras, comandadas por el señor de Asparrost, pusieron en evidencia la necesidad de mejorar la defensa de la ciudad.[11]​ Así, ante la amenaza confirmada de una nueva invasión francesa, se procedió al refuerzo de las fortificaciones. En 1532, el clérigo veneciano Juan Rena[a]​ remitió a Carlos V un extenso memorial[13]​ que contemplaba las obras realizadas hasta ese año en los siguientes lugares: torre del Molino de Caparroso, postigo de los Abades, torre del Tesorero, puertas del Abrevador, de Santa Engracia y San Lorente, portal de la Traición, Torre Redonda y puerta de la Tejería.[14]​ Además, se proyectó edificar bastiones en las cuatro esquinas del cerco, disponer revellines ante las puertas existentes (tras haberse cerrado ya las de San Nicolás y Santa Engracia) y reforzar los muros asegurando su haz exterior y terraplenando el interior. Las fachadas que requerían una intervención más urgente eran las que daban al sur y al oeste, ya que las otras dos estaban defendidas por el escarpe natural.[15]​ Desde ese año y hasta 1542 visitaron la ciudad varios ingenieros militares y, fruto de sus trabajos, se procedió a reforzar sus fortificaciones aumentando y macizando bastiones, añadiendo casamatas; levantando parapetos, abriendo troneras, eliminando padrastros[b]​ y derribando las antiguas torres medievales.[16]

La ciudadela de Felipe II

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Sin embargo, es con el advenimiento al trono de Felipe II cuando se emprendió la renovación integral de las fortificaciones de la ciudad. Ante la necesidad de mejorar las defensas de Pamplona, el rey encargó al ingeniero militar lombardo Giovan Giacomo Paleari Fratino, apodado el Fratín,[c]​ preparar las trazas para la construcción de una ciudadela que sustituyera al castillo de Santiago, cuya capacidad defensiva se había demostrado obsoleta ante los avances en la potencia de la artillería de la época.[19]

En la elaboración de los planos y elección del lugar donde situar la nueva fortaleza intervinieron tanto el propio Fratín como Vespasiano de Gonzaga,[20]virrey de Navarra entre 1572 y 1575. Las obras comenzaron en 1571 con los baluartes de San Antón y la Victoria, los más cercanos a la ciudad, y se prolongaron durante décadas; un informe de 1604 muestra que los muros de los baluartes y de las cortinas estaban ya levantados, pero faltaban los parapetos y gran parte de los terraplenes de subida a las cortinas, así como completar y mejorar los fosos.[21]​ En 1641, el ingeniero Juan de Garay[d]​ preparó un proyecto de las obras que habría que realizar para reforzar la capacidad defensiva de la ciudadela, ahondando el foso que la rodeaba, completando terraplenes y construyendo medias lunas delante de cada una de las cortinas.[23]​ En 1645 se dieron por terminadas las obras de la Ciudadela, que fue visitada el año siguiente por Felipe IV.[3]​ No obstante, las obras propuestas por Garay y otras complementarias que se consideraron necesarias se prolongaron hasta final del siglo XVII.[24]

Las nuevas murallas durante los Austrias

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La construcción de la Ciudadela, situada al suroeste de la ciudad, exigió una ampliación de las murallas que la rodeaban. Sería la propuesta del Fratín la que, con ligeras modificaciones, se llevó a cabo.[25]​ Según estas trazas se mantenían las murallas en los frentes norte y este de la ciudad, y la parte oriental del frente sur, pues el resto de este frente avanzaba para terminar en la Ciudadela; también el frente oeste avanzaba ampliando la ciudad con los terrenos de la Taconera.[26]​ Aunque enseguida se comenzó la construcción de las nuevas murallas, durante un tiempo solo estaban formadas por tierra y fajina; en respuesta a un memorial de 1608, Felipe III dispuso que, por seguridad, mientras siguiesen las obras, se pusiera una estacada de madera en la ampliación del recinto: desde el castillo viejo a la ciudadela y desde esta al baluarte de Gonzaga.[27]

El informe de Garay, de 1661, aunque se centraba en la Ciudadela, repasaba también las obras pendientes y en ejecución en los distintos frentes de la ciudad: las cortinas estaban ya revestidas de piedra; se reforzaban los baluartes de San Nicolás y la Tejería, y las puertas de la Taconera y de la Tejería.[28]​ En 1683 el ingeniero Octaviano Meni[e]​ preparó un proyecto general de las fortificaciones.[31]​ Por este proyecto se conoce que en ese año se habían ejecutado ya las medias lunas de San Nicolás y de la Tejería, estaba en construcción la de la Taconera y se proponía otra media luna entre los baluartes de la Taconera y Gonzaga;[32]​ además, en el baluarte del Redín se estaba construyendo un baluarte bajo. Posteriormente, las obras en las fortificaciones de Pamplona estuvieron a cargo del ingeniero Esteban Escudero[f]​ desde 1686 hasta 1694,[24]​ año en el que fue sustituido por Hércules Torelli,[g]​ quien preparó un proyecto general cuya ejecución fue, al menos, iniciada.[38]

Refuerzo de las fortificaciones durante los Borbones

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La llegada de los Borbones a la monarquía española trajo consigo la influencia de la ingeniería militar francesa, con las aportaciones de la escuela de Vauban.[39]​ En esa línea, en 1711 se crea el cuerpo de ingenieros, dirigido por el ingeniero general Jorge Próspero de Verboom.[40]​ Bajo su supervisión se elaboraron varios proyectos para la mejora de las fortificaciones pamplonesas, entre las que destaca la del ingeniero Alejandro de Retz,[h]​ quien en 1720 preparó un proyecto general[43]​ en el que, junto con indicaciones para la Ciudadela, proponía, entre otras obras, los refuerzos del frente de Francia,[44]​ un fortín en el paraje de la Cruz Negra[i]​ y una luneta cerrada[j]​ por la gola frente al baluarte del Labrit.

Desde octubre de 1725 y hasta septiembre de 1726, Verboom permaneció en Pamplona reconociendo la fortificación y revisando las obras;[48]​ en mayo de 1726 remitió al Rey el proyecto general de las fortificaciones, que fue el que se seguiría durante todo el siglo XVIII.[49]​ Durante el tiempo que Verboom estuvo en la ciudad se avanzó en la construcción de los baluartes bajos del Redín y del Abrevador, y se comenzó en el frente de Francia el revellín de los Reyes, con un camino cubierto que se continuaba por el frente de la Magdalena, que empalmaba con el de la Tejería; se iniciaron también el fortín de San Bartolomé y el de San Roque, y los movimientos de tierra en lo que sería el fuerte del Príncipe.[50]​ Tras su marcha de Pamplona, las obras continuaron a buen ritmo, si bien entre 1736 y 1756 se ralentizaron.[51]​ Los proyectos realizados por los ingenieros Juan Martín Zermeño en 1756 y Antonio Hurtado[k]​ en 1796-1797[51]​ se basaron en el proyecto de Verboom, y permiten conocer cómo se había avanzado en sus previsiones; añadían también algunos refuerzos en los frentes de la plaza, que no llegaron a ejecutarse.[54]​ Puede afirmarse que «el proyecto de Verboom fue el último desarrollo de las fortificaciones de Pamplona, de las que algunas de sus propuestas no llegaron a realizarse y otras […] quedaron a medio camino».[32]

Demoliciones parciales

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Ortofoto de Pamplona, hacia 1930, en la que pueden verse las fortificaciones que subsistían en aquella época

Mediante la Ley de 22 de agosto de 1888[55]​ se autorizó la demolición parcial de la Ciudadela para hacer posible la construcción del Primer Ensanche de la ciudad y de unos nuevos cuarteles: esta medida afectó a los baluartes de la Victoria y San Antón, a una parte de la cortina que los unía y al revellín situado entre ellos.[56]​ En 1905, una Real Orden del 14 de junio permitía el derribo de tres portales de la ciudad: el portal Nuevo, el de la Taconera y el de San Nicolás; se trataba de facilitar el acceso de los vehículos de pasajeros y mercancías.[57]

Finalmente, para permitir el Segundo Ensanche, la Ley de 7 de enero de 1915[58]​ autorizó el derribo de las murallas del frente de San Nicolás y la Tejería, que serían eliminadas entre 1918 y 1921.[3]​ Por otra parte, en 1925 las obras de ampliación de los jardines de la Taconera supusieron el enterramiento de los muros del baluarte de Gonzaga y el relleno de parte de los fosos del frente de la Taconera; de hecho, estas actuaciones y el peligro de nuevos derribos impulsaron la declaración como monumento nacional de las murallas de Pamplona.[4]

Conjunto monumental

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La Orden del 25 de septiembre de 1939[4]​ declaró Monumento Nacional el conjunto subsistente de las murallas de Pamplona. El mismo texto de la orden expone que la Comisaría General del Servicio de Defensa del Patrimonio Histórico Nacional, al incoar el expediente había solicitado los correspondientes informes a la Real Academia de la Historia y a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Formaron estas academias una Comisión Mixta que emitió su informe; en él refieren expresamente al riesgo que hay de que desaparezcan algunas partes de esa fortificación por los planes de urbanización del Ayuntamiento, por lo que solicitaron

con urgencia se declare por la Superioridad Monumento Nacional el conjunto subsistente de las murallas de la ciudad de Pamplona con cuantos elementos pertenecen a las mismas, incluso fuerte del Príncipe y puentes de la Magdalena, San Pedro y Miluce, que dan fe de su grandeza e importancia histórica.
Orden de 25 de septiembre de 1939[4]

Por Decreto del 21 de marzo de 1964[59]​ se cedió al Ayuntamiento de Pamplona el conjunto de la Ciudadela con sus defensas exteriores, fosos y puentes; concluía así el destino militar de estas instalaciones. Por parte de la corporación municipal se acordó el derribo de las dependencias militares situadas en el interior de la ciudadela que no presentaban interés arquitectónico ni práctico;[60]​ posteriormente se acondicionaron las construcciones de interés (Horno, Polvorín, Pabellón de Mixtos, Sala de Armas) y se restauraron murallas y baluartes.[61]​ Realizadas la mayor parte de estas obras, el Ayuntamiento solicitó a la Dirección General de Bellas Artes la declaración de la Ciudadela como Monumento Histórico-Artístico de carácter nacional,[62]​ lo que se obtuvo mediante el Decreto 332/1973, de 6 de febrero.[5]

Estado final de las fortificaciones

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Siguiendo el proyecto general de Verboom, las fortificaciones de Pamplona incluyeron, junto con la Ciudadela, los cuatro frentes de la plaza amurallada: la Magdalena, Francia, la Rochapea, la Taconera, San Nicolás y la Tejería.[63]​ Todas estas construcciones quedaban formadas por baluartes unidos por las correspondientes cortinas, incluyendo también determinados revellines y contraguardias. Existieron, además, hasta tres construcciones exteriores a modo de fortines que proporcionaban a la plaza una defensa avanzada: fortín de la Cruz de San Roque, fortín de San Bartolomé y fuerte del Príncipe.[64]​ En los siguientes apartados se describen cada uno de esos frentes y defensas exteriores. Esta descripción exige utilizar términos propios de la ingeniería militar de la época; por este motivo se incluye al final un glosario con los términos utilizados.

Las fortificaciones finales de Pamplona[65]
Línea continua: elementos que subsisten; discontinua, elementos eliminados

Frente de la Magdalena

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Plano del Frente de la Magdalena en el siglo XIX

Se aprecia el camino cubierto y el baluarte bajo en el centro, previsto por Verboom aunque solo realizado en tierra. El original del que está extraído se conserva en el Archivo General Militar de Madrid, sin el dato de la fecha.

El frente de la Magdalena se sitúa al este de la ciudad y se extiende desde el baluarte del Labrit, en su extremo sur, al del Redín, al norte. Su trazado se apoya en el que tuvo en esa zona el cerco de la Navarrería, pero desplazándose hacia el exterior para salvar el estrechamiento que producía la capilla Barbazana.[66]​ La muralla entre los dos baluartes no tuvo troneras para emplazar cañones, aunque se conserva un par de garitas; en el acondicionamiento como paseo del camino de ronda en 1960 se alternaron tramos con un antepecho de piedra y tramos con una potente barandilla en acero corten. Este paseo es conocido actualmente como ronda del obispo Barbazán, pues la fachada posterior de la catedral muestra el ábside de la capilla gótica construida por este obispo.[67]

Al pie, y a poca distancia de este frente, discurre el río Arga en un meandro que deja en su interior el antiguo barrio de la Magdalena, que da nombre al frente. La topografía de la zona dificultaba la excavación de un foso, aunque en el proyecto de Verboom de 1726 se propuso un camino cubierto con un baluarte bajo en un punto medio de la cortina,[68]​ una construcción que ya había sido propuesta por Torelli en 1694.[69]​ Algo de esto debió iniciarse, aunque sin revestirse de piedra; en todo caso, en la memoria de Zermeño en 1756 consta la carencia de ese foso y camino cubierto, que no llegó a completarse.[70]

Baluarte del Labrit

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El primer bastión en este lugar se construyó hacia 1522 después del derribo de dos torres situadas sobre el molino de Caparroso,[l][72]​ si bien aquella construcción de planta cuadrada, que se conoció como cubo de Caparroso,[73]​ se amplió repetidas veces. En 1538, el ingeniero Benedicto de Rávena, al que Carlos V encarga revisar las fortificaciones de la ciudad, propone añadirle además un caballero;[74]​ y el Fratín en 1574 plantea ya un baluarte pentagonal.[75]​ Se construyó así el Bastión de Caparroso al que desde 1669 se denominó habitualmente del Labrit, posiblemente porque Juan de Labrit, el último rey de Navarra antes de su conquista por el Duque de Alba para Castilla, pudo huir por la puerta que incluía el baluarte y que facilitaba un acceso rápido al molino de Caparroso, situado a sus pies; también por ese mismo lugar trató de acceder a Pamplona Juan de Labrit cuatro meses después, cuando intentó recuperar la plaza.[76]​ Por su disposición interior se trata de un torreón, elevado sobre el camino de ronda, con dos accesos desde el interior de la fortaleza y una poterna al campo abierto. Sobre el portón situado en la gola, en una hornacina, se dispuso en 1946 una reproducción en piedra de la imagen de Santa María la Real, que es venerada en la Catedral, como recuerdo de su coronación canónica ese mismo año.[77]​ Retz, en 1720, propuso defender este baluarte con una contraguardia,[78]​ que el proyecto de Verboom sustituyó por un baluarte bajo,[79]​ que solo llegó a realizarse de tierra, y queda reflejado en la plataforma que actualmente lo rodea en una cota inferior.[80]

Baluarte del Redín y baluarte bajo de Guadalupe

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Dentro de las mejoras de la fortificación de Pamplona llevadas a cabo por Carlos V, alrededor del 1540 se construyó sobre la antigua torre medieval de la Tesorería un baluarte, conocido con muy diversos nombres: cubo de la Tesorería, torreón de la Moneda, baluarte de la Magdalena,[81]​ de los Canónigos o de la Iglesia Mayor.[82]​ Desde principios del siglo XVIII recibe el nombre de baluarte del Redín, posiblemente en homenaje a Martín de Redín,[83]​ quien, durante su permanencia en Pamplona, realizó importantes obras de fortificación en esa zona.[84]​ Se trataba del mejor punto defensivo de la ciudad y menos accesible de todas las fortificaciones; en las plataformas situadas en sus tres vértices se emplazaban cañones que podían cubrir todos los ángulos de tiro.[85]​ A mediados de ese mismo siglo, para aumentar su capacidad defensiva, se le añadió, siguiendo los sistemas defensivos de Vauban, un bastión bajo denominado baluarte de Nuestra Señora de Guadalupe.[81]

Frente de Francia

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Plano del estado de las obras del frente de Francia en 1727[86]
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1. Portal de Francia; 2. Baluartillo del Abrevador; 3. Baluarte bajo del Pilar; 4. Revellín de los Reyes; 5. Baluarte bajo de Guadalupe; 6. Baluarte del Labrit.

El frente de Francia, también llamado del Abrevador,[n]​ junto con el de la Rochapea, defendió el norte de la ciudad. Comienza en el baluarte del Redín y continúa hacia el oeste hasta alcanzar el baluartillo del Abrevador. La diferencia de cota de la terraza en que se asienta Pamplona respecto a la vega del río Arga hace innecesario disponer de un foso, pero la misma altura de la muralla exigió reforzar su defensa ante el amplio meandro de Aranzadi que separa al río de la fortificación. Esa necesidad figuraba ya en el proyecto de Hércules Torelli, de 1694, quien proponía dos baluartes bajos: uno a los pies del baluarte del Redín y otro bajo el del Abrevador, en ese momento solo se inició el del Redín.[88]​ El proyecto general de Jorge Próspero Verboom, de 1726,[89]​ planteaba esa misma solución, añadiéndole un revellín frente a la cortina que los une; las obras ya habían sido iniciadas ese año, pero avanzaron con cierta lentitud de modo que, aún en 1756, estaban terminándose.[90]​ De este modo, bajo el Redín se dispuso el baluarte bajo de Nuestra Señora de Guadalupe, con una plataforma más baja en su flanco derecho cubriendo la parte inmediata de la cortina del frente de la Magdalena; el baluarte del Abrevador se reforzó con el baluarte bajo de la Virgen del Pilar, que, ante la cercanía del río, tenía su cara izquierda alineada con la del Abrevador, por tanto sin flanco izquierdo.[89]

Baluartillo del Abrevador y portal de Francia

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El frente de Francia, iniciado en el baluarte del Redín, se extiende hasta el baluartillo del Abrevador; a pesar de la reducida dimensión que sugiere el diminutivo y de su ausencia de flanco izquierdo, resultó suficiente para proteger el portal que en él se apoya. Efectivamente, en el flanco oriental del pequeño baluarte, en la cortina que lo une con el baluarte del Redín, se abre el portal que se llamó del Abrevador y, posteriormente, de Francia, construido por el virrey duque de Alburquerque en 1553. En el exterior del portal y entre dos columnas conserva una gran piedra armera con el escudo imperial con águila bicéfala de Carlos V y una inscripción con el nombre del duque que lo construyó; el portal se cerraba con un rastrillo cuyas guías aún se pueden ver en las jambas de la puerta. A él se accede por un camino paralelo a la muralla, en cuyo final se abre la puerta que da a la ciudad. Así entraba, y entra, el Camino de Santiago en la Navarrería, a través de la calle del Carmen.[91]

En 1833, por este portal salió el general Tomás Zumalacárregui, que habitaba el número 21 de la calle del Carmen,[92]​ para ponerse al frente de las tropas carlistas. En 1939 se colocó una placa —enfrente del escudo imperial— recordando este hecho, y desde entonces el portal de Francia se conoce también como el portal de Zumalacárregui.[93]

Baluarte bajo de Nuestra Señora del Pilar y refuerzo del portal de Francia

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A mediados del siglo XVIII, el baluartillo del Abrevador fue reforzado con el baluarte bajo de Nuestra Señora del Pilar, contemporáneo con el de Nuestra Señora de Guadalupe. En él se dispuso en 1754 el portal exterior que completa el interior del Abrevador. El portal se protegía con un puente levadizo,[91]​ movido mediante un mecanismo que fue restaurado en 2007 y que todos los años se abre para que entren por él los Reyes Magos que presidirán la cabalgata de Reyes.[94]​ El mecanismo de apertura es conocido en arquitectura militar como sistema Derché; mediante esta estructura, las cadenas que se utilizan para levantar el puente se enrollan en una espiral de modo que la fuerza necesaria para moverlo es constante, aunque el momento de fuerza necesario disminuye a medida que el puente se levanta.[95]

Revellín de los Reyes

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El refuerzo de la fortaleza que supuso en el siglo XVIII la construcción de los baluartes bajos de Nuestra Señora del Pilar y de Nuestra Señora de Guadalupe se completó con el revellín de los Reyes, con su contraescarpa, situado en el espacio de que dejaban libres estos baluartes y, por tanto, defendiendo la cortina de la muralla. En su conjunto proporcionaban una protección similar a la de un hornabeque.[96]

Frente de la Rochapea

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Dibujo a plumilla del frente de la Rochapea, siglo XVIII[o]
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1. Baluarte del Pilar; 2. Baluartillo del Abrevador; 3. Semibaluarte de Parma; 4. Baterías bajas de Parma; 5. Puerta de Rochapea; 6. Portal Nuevo; 7. Baluarte de Gonzaga.

Este frente se extiende desde el baluartillo del Abrevador hacia el oeste, hasta alcanzar el baluarte del Mirador o de Gonzaga, en los jardines de la Taconera. Incluye dos tramos separados por la depresión del terreno situada entre la Navarrería y el Burgo de San Cernin, lugar por el que se drena hacia el Arga la mayor parte de la terraza en que se asienta la ciudad; en esta zona de la muralla se abría el portal de la Rochapea, apoyado en el semibaluarte de Parma.[97]​ Los dos tramos de la muralla que quedan a un lado y otro de esta depresión se sitúan en una cota más elevada: hacia el este recorre la trasera del palacio del Virrey; hacia el oeste, tras el antiguo Hospital de Navarra, actual Museo de Navarra, sigue en paralelo a la calle Descalzos. Al final de ese tramo se abría otro portal, el llamado Portal Nuevo, apoyado en el baluarte de Gonzaga. Al pie de estas murallas un fuerte escarpe y la cercanía del curso del Arga proporcionaban a este frente la protección que en otra topografía exigiría un foso; actualmente ese talud queda cubierto por un arbolado de gran porte que prácticamente oculta la muralla, algo incompatible con su primitiva finalidad,[98]​ ahora solo parcialmente visible desde la Rochapea, gracias al fuerte volumen del palacio del Virrey, o por el acondicionamiento de ese talud con la instalación del ascensor que conecta la Rochapea con la calle Descalzos.

A pesar de la dificultad que presentaba la topografía para el ataque de este frente, en diversas ocasiones se consideró la conveniencia de construir un baluarte plano en medio de la cortina, entre el baluarte de Parma y el de Gonzaga; así lo propuso el Fratin a finales del siglo XVI, y posteriormente Octaviano Meni en 1683;[99]​ Retz, en 1720, no mantuvo esa propuesta en su proyecto general y, en su lugar, propuso dos revellines o baluartes destacados, al otro lado del río.[100]​ En todo caso, en el proyecto general de Verboom se volvió a plantear el baluarte plano sobre la muralla,[99]​ aunque en una segunda fase del refuerzo de las fortificaciones, que no llegaría a iniciarse.[p]

Ronda del palacio del Virrey

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El tramo de la muralla del frente de la Rochapea correspondiente al antiguo palacio del Virrey se ha conservado en toda su integridad. El acondicionamiento de este edificio como Archivo Real y General de Navarra ha supuesto la recuperación de ese camino de ronda. Desde el final de esta ronda, junto al palacio, mediante un juego de escaleras en parte cubiertas se desciende al plano inferior en que se sitúa el semibaluarte de Parma. En la trasera, sin interrumpir la ronda, sobresale una pequeña construcción que cubre y da acceso a una antigua nevera, que debió de servir al palacio, al que posiblemente estuvo unido.[103]

Portal de la Rochapea y semibaluarte de Parma

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El portal de la Rochapea, construido por el virrey duque de Alburquerque en 1553,[104]​ se organizó como el primitivo portal del Abrevador, pero incluyendo en el mismo cuerpo una puerta exterior con un puente levadizo y una interior que se cerraba con un rastrillo, sobre la que se dispuso una piedra armera con el escudo imperial de Carlos V. En 1914 este portal fue eliminado para facilitar el acceso a la ciudad;[105]​ en 1960 se recuperó el escudo del emperador, que quedó situado en una de las dos torres del actual Portal Nuevo.[1]​ El portal se apoyaba en el semibaluarte de Parma o de Palacio.[106]​ En el proyecto de las fortificaciones de Torelli, de 1694, se indica que debería continuarse el semibaluarte y componer los traveses[q]​.[108]​ No obstante, la existencia de una fortificación en ese lugar se remonta a las murallas en el momento de la conquista castellana: un memorial de 1515 que indica las obras previstas en las murallas se refieren al Espolón de Palacio.[109]​ En 1540, Luis Pizaño[r]​ propuso completar con un terraplén el caballero de Tenerías, debajo del Palacio;[111]​ y el plano que acompañó el memorial de Juan Cardona de 1608 representa en este lugar, junto a la puerta de la Rochapea, un pequeño baluarte o espolón.[112]​ La denominación de semibaluarte responde a su planta, ya que las dos caras que forman el ángulo de ataque se unen a la muralla directamente, sin necesidad de flancos: Para la protección de la cara izquierda se dispone una plataforma inferior, la llamada Batería Baja, que ocupa la zona que se corresponde con los actuales corralillos de Santo Domingo, lugar del que salen los toros en los encierros de San Fermín.[113]

Tanto el semibaluarte de Parma, como la Batería Baja, fueron restaurados en 2022 recuperando su disposición primitiva.[114]​ Toda esta construcción se sitúa en una cota inferior del Palacio de Virreyes, como corresponde al barranco que separaba la Navarrería del Burgo de San Cernin, de modo que a ambos lados se levantan sendos muros de contención; el que lo separa de la plataforma del palacio del Virrey, aunque modificado en el siglo XVI, parece ser resto de la primitiva protección del palacio.[115]

La ronda de Descalzos y el Portal Nuevo

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Desde el lugar que ocupó el portal de la Rochapea hasta el Portal Nuevo se extiende la ronda de Descalzos, conocida así por recorrer las traseras de las casas de la calle de ese mismo nombre. En un primer tramo se eleva desde la cota en que estuvo el portal de la Rochapea, siguiendo una curva por la trasera del antiguo Hospital de Nuestra Señora de la Misericordia, actual Museo de Navarra, y continúa con un simple muro de contención que tiene al pie un fuerte talud de tierra; posiblemente este muro se sitúa en el lugar que ocupó la muralla medieval del Burgo de San Cernin.[116]

Cerca del lugar donde ahora se sitúa el Portal Nuevo existía un baluarte, denominado de Santa Engracia; junto a él debió de construirse hacia 1583 un primer portal, pues en ese año se abonaron gastos de una casilla de arbitrios municipales a la puerta que denominó de Santa Engracia[t]​, y también Puerta Nueva de Santa Engracia.[118]​ Posteriormente, cuando se concluye este tramo de la ronda, se renovó el portal hacia 1675, siendo virrey el Conde de Fuensalida, cuyas armas figuraron en los escudos situados sobre el arco de entrada;[119]​ la arquitectura de este portal, que fue reconstruido en 1823 tras el bombardeo de los Cien Mil Hijos de San Luis, no revestía especial interés, con dimensiones más propias de una poterna. En 1906 se derribó, para facilitar el acceso a la ciudad por la carretera de Guipúzcoa,[120]​ y fue sustituido por una pasarela de hierro con el fin de permitir la ronda de los centinelas. En 1950 se construyó, con el proyecto de Víctor Eusa, un nuevo puente monumental, de carácter historicista, que da continuidad a la ronda de Descalzos con el paseo de borde del Parque de la Taconera.[121]

Frente de la Taconera

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Frente de la Taconera en un mapa militar de 1882[u]
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1. Ciudadela; 2. Portal de la Taconera; 3. Revellín del portal; 4. Baluarte de la Taconera; 5. Revellín de San Roque; 6. Baluarte de Gonzaga; 7. Portal Nuevo.

Al estudiar las trazas de la Ciudadela, el Fratín planteó también las murallas que debían unir el cerco medieval de Pamplona con la nueva fortificación que en la práctica sustituían a las viejas murallas de Pamplona; su propuesta incluía los baluartes y puertas de las nuevas y el reforzamiento de las que se mantenían.[v]​ En esos estudios tuvo un papel relevante Vespasiano de Gonzaga, virrey de Navarra en esos años. Enseguida comenzaron los trabajos de las nuevas murallas hasta el punto de que en 1584 Felipe II autorizó la demolición de las viejas que habían perdido su utilidad;[122]​ no obstante, en 1608, la nueva muralla en los frentes de la Taconera y San Nicolás aún no había sido revestida de piedra,[123]​ por lo que su configuración definitiva sería el resultado de los trabajos realizados a lo largo del siglo XVII.[124]

El frente de la Taconera unía el baluarte de Gonzaga con la ciudadela. La suave topografía sobre la que se asentaba explica los elementos con que estaba protegida y que incluían, a continuación del citado baluarte, la media luna o revellín de San Roque, el baluarte de la Taconera, con el portal del mismo nombre, defendido a su vez por un revellín. Algunas memorias militares distinguen en este frente dos tramos: el frente de Gonzaga, con el baluarte de ese nombre, y el revellín de San Roque, reservando la denominación de la Taconera para el resto del frente.[125]

Baluarte o frente de Gonzaga

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Las propuestas del Fratín incluían la sustitución del baluarte de Santa Engracia, en el vértice noroeste del Burgo de San Cernin, por un baluarte más potente que dejase dentro del recinto amurallado el camino a Guipúzcoa y supuso la rótula que unía el frente de la Rochapea con el de la Taconera. El virrey Gonzaga impulsó decididamente la construcción de ese baluarte, que pasó a llevar su nombre,[126]​ aunque se conoció también con el de Santa Engracia, tal como el baluarte al que había sustituido, y, posteriormente, cuando su finalidad defensiva había desaparecido, como el Mirador, por la panorámica que proporciona.[127]​ A lo largo del siglo XVII, varios ingenieros estudiaron la defensa de esta zona, a la que en ocasiones se refieren como frente de Gonzaga.[128]​ Octaviano Meni en 1683 propuso la construcción de un hornabeque sobre la ermita de San Roque;[w][131]​ pero, abandonada de momento esa propuesta, los estudios posteriores trataron de resolver los problemas que planteaba el baluarte, al disponer la cara derecha, frente al río, a una cota inferior que la izquierda.[132]​ El ingeniero Esteban Escudero,[133]​ y después Hércules Torrellí,[134]​ plantean el desdoblamiento del baluarte con una plaza baja y otra alta, y la construcción de una contraguardia, proyectos que solo se culminaron parcialmente;[135]​ de hecho, el proyecto general de Verboom de 1726 incluía entre las obras que deberían hacerse en una segunda fase completar esta contraguardia. Finalmente, el baluarte dispuso de foso, casamatas y contraguardia.[68]

En 1925, el Ayuntamiento, autorizado por la Real Orden de 26 de septiembre de 1924, con el fin de ampliar el llamado paseo del Mirador de la Taconera y unirlo con los glacis de la Cuesta de la Reina. Esta actuación supuso en la práctica la demolición del baluarte y el cegado de una parte de los fosos que lo rodeaban; en consecuencia, nada queda actualmente reconocible de la configuración que mantuvo el frente de Gonzaga hasta ese año.[136]​ En 1934 en el flanco sur del baluarte se erigió un monumento al rey Teobaldo I sobre una galería de arcos góticos,[127]​ procedente del monasterio de Santa María de Marcilla; de aquel monumento actualmente solo se conserva esos arcos.[137]​ Por lo demás, las fotografías previas a estas actuaciones hacen suponer que su primitiva construcción del baluarte fue ampliada y modificada en varias ocasiones, lo que le confería el aspecto de fortaleza inacabada.[127]

Revellín de San Roque y baluarte de la Taconera

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El baluarte de la Taconera estaba ya previsto en la traza general de la fortificación preparada por el Fratín , aunque su forma fuese algo distinta de la que finalmente adoptó, y queda ya reflejada en un plano de 1608,[138]​ de Francesco Paleari, hermano del Fratín, al que sucedió en la dirección de las fortificaciones de la ciudad. El revellín, llamado de San Roque por su cercanía a la antigua ermita dedicada a este santo,[w]​ defiende la cortina que une el baluarte de la Taconera con el de Gonzaga; propuesto en 1641 por el ingeniero Juan de Garay,[139]​ su ejecución se retrasó hasta 1695,[133]​ año en que era virrey de Navarra Domingo Pignatelli, marqués de San Vicente, cuyo escudo de armas puede aún verse en la cara izquierda del revellín.[140]

En 1935 el Ayuntamiento obtuvo del Ramo de Guerra la cesión en precario del glacis, fosos y todas la murallas del frente de la Taconera; la cesión se condicionaba a su destino para parques y jardines, y, aunque se permitía la cubrición de los fosos, deberían mantenerse las construcciones existentes.[141]​ En enero de 1942 se ejecutó el plan general de jardinería, desarrollado por Víctor Eusa y el ingeniero municipal José Berazaluce; el proyecto suponía la ampliación del parque de la Taconera, especialmente en la ampliación del Mirador. Su puesta en marcha no fue pacífica, pues por parte del delegado de Bellas Artes en Navarra se consideraba inadmisible la modificación de las murallas que formaban parte del declarado Monumento Nacional; no obstante, finalmente se llevó a cabo.[142]​ Tras estas actuaciones aún puede verse el revellín de San Roque, denominado también media luna de Gonzaga, con las casernas situadas en su gola, a las que se accede desde el foso, convertido ahora en un minizoo poblado de rumiantes, anátidas, gallináceas y roedores.[143]

Al otro lado del foso se mantiene la configuración de la muralla y el baluarte de la Taconera, aunque hacia 1949 su coronación sufrió un cambio considerable: se eliminaron las cañoneras que defendían el baluarte y fueron sustituidas por un pretil de piedra propio del paseo en que se convirtió el camino de ronda de esa zona.[144]

Portal de la Taconera y unión con la Ciudadela

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En 1641, Juan de Garay propuso la construcción de una media luna frente a la puerta de la Taconera, que debería disponer de un puente levadizo;[28]​ por la documentación disponible, se sabe que al año siguiente se comenzó la obra.[145]​ En cualquier caso, el portal no se concluyó hasta 1666, siendo virrey Francisco Tuttavilla, duque de San Germán, con un diseño similar al del portal de San Nicolás, que se construyó en esa misma fecha.[146]​ Suponía la entrada de la ciudad del Camino Real de Estella; incluía un puente levadizo sobre el foso, y era defendido por un revellín exterior. Como otros portales de la ciudad, este de la Taconera fue eliminado en 1905 para facilitar el paso de vehículos, según el proyecto del arquitecto municipal Julián Arteaga; así se dejó libre para la circulación de vehículos una entrada de 15 metros, disponiéndose en cada uno de los lados un templete de inspiración modernista, sobre columnas de hierro fundido.[147]​ Afortunadamente, los escudos y las piezas más representativas del antiguo portal fueron conservadas en los almacenes municipales,[x]​ y en 2002 el Ayuntamiento reconstruyó el portal cerca de su ubicación original, junto al foso de las antiguas murallas.[149]​ El revellín que defendía el portal perduró durante varias décadas, pero finalmente sus restos quedaron enterrados bajo el parque Antoniutti.[150]​ Desde este portal, el frente de la Taconera se prolongaba hasta alcanzar los fosos de la Ciudadela.

La Ciudadela

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En 1571, el rey Felipe II encargó al Fratín las trazas de una nueva fortaleza que defendiese de posibles enemigos exteriores la ciudad de Pamplona, y asegurase así mismo el poder real; así lo había aconsejado al rey dos años antes el ingeniero Juan Bautista Antonelli. Un año después, en 1572, era nombrado virrey de Navarra Vespasiano Gonzaga, marqués de Sabbioneta y duque de Traetto, quien también se involucró personalmente en el proyecto.[151]​ Comenzada la construcción el mismo año de 1571, tres años después se trasladaron a ella los soldados que estaban de guarnición en Estella, y en 1581 había quedado terminado el pentágono que formaba la ciudadela y los cinco baluartes, aunque las cortinas que los unían aún no habían recibidido el revestimiento de piedra y quedaban formadas solo por fajina y tierra. Las obras continuaron, pero hasta 1646 no se concluyeron: para ese año se había construido una media luna frente a cada una de las cinco cortinas que unían los baluartes, así como un fuerte y profundo foso a su alrededor, con sus contraescarpas de piedra, caminos cubiertos y plazas de armas.[152]

Baluartes

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La dimensión de los baluartes responde al diseño del Fratín, del año 1571, que recogía las variaciones introducidas por Gonzaga sobre un proyecto anterior en que tenían un menor tamaño. Por su forma se trata de baluartes regulares, pues su planta es simétrica respecto al eje central, y llenos, pues están terraplenados interiormente de modo que las plataformas en que se sitúan las cañoneras cubren toda la planta de los baluartes y quedan en continuidad con el paseo de ronda de los muros cortina; el acceso a esas plataformas se realiza desde el interior de la ciudadela mediante rampas que facilitan el transporte de las pesadas piezas de artillería. Los planos que se conservan muestran ya las casamatas retrasadas en el encuentro de los flancos con las cortinas, y el acceso a estas mediante galerías abovedadas que atraviesan el terraplén.[153]

Baluarte Real o de San Juan

Los baluartes actuales disponen en los dos flancos de unas plazas bajas,[y]​ de modo que en esa zona los baluartes contaban con dos series de baterías, las situadas en esa zona y las del plano superior del baluarte. Esta era ya la configuración prevista en 1672, pues un informe de esa fecha del ingeniero Rinaldi incluye un plano en que figuran esas plazas bajas en los ángulos de comunicación de los baluartes con la muralla, aunque solo se hicieron después, hacia 1687.[155]​ Hasta esas fechas los baluartes debían de ser más altos: en ese mismo informe se especulaba que, cuanto más se acercara a la muralla, más a cubierto quedaría el enemigo, razón por la cual se aconsejaba rebajarlos; el Consejo de Guerra aceptó la sugerencia.[156]

A la configuración descrita, el baluarte Real o de San Juan añadió, sobre su plano superior, un caballero a modo de un segundo baluarte;[z]​ construido sobre el que le sirve de base, se le dotó de otro conjunto de baterías que, por su posición, tenían más alcance. Su construcción consta en el cuaderno de cuentas de los años 1688-1690.[158]

Mutilación de los baluartes de San Antonio y la Victoria

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Restos de los elementos de la fortificación que quedaron enterrados en 1889
Baluarte de San Antón, y al fondo del revellín de Santa Teresa
Restos del baluarte que se conservaron en una sala de exposiciones

Una Real Orden de 21 de marzo de 1889 autorizaba el derribo del frente de la ciudadela que lo separaba de la ciudad; en consecuencia, se derribaron dos tercios de los baluartes de sus extremos (el de San Antón al oeste, el de la Victoria al este) y la cortina que unía el baluarte de la Victoria con la puerta principal; por lo demás, se vació el terraplén de ese tramo, quedando ese espacio a nivel de la plaza interior.

La iniciativa había partido del Ayuntamiento, que se proponía construir el primer ensanche de la ciudad.[159]​ Se rellenaron además los fosos, desde el baluarte de la Victoria al Real, quedando así enterradas las medias lunas de Santa Teresa y San Lucía; se proporcionaba así un terreno en el que se construirían diversas instalaciones militares.[160]​ En 1966, el Ejército lo cedió al Ayuntamiento después de trasladar a otros emplazamientos los cuarteles existentes en la calle Yanguas y Miranda y en el primer tramo de la avenida del Ejército.[161]​ Dentro de las obras municipales para adaptar el recinto a su nueva función como parque y centro cultural,[162]​ se reconstruyó el tramo del muro cortina demolido entre la puerta principal y el baluarte de San Antón.[163]

Palacio de Congresos Baluarte

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En el terreno que la retirada de los cuarteles había dejado libre al inicio de la avenida del Ejército, entre 1999 y 2003 se construyó el Palacio de Congresos y Auditorio de Navarra.[164]​ En la excavación realizada para la construcción de los sótanos, en gran parte ocupados por un aparcamiento subterráneo, salieron a la luz los restos enterrados del baluarte de San Antón y una de las caras del revellín de Santa Teresa, así como las contraescarpas de los fosos. A la vista de estos restos, la Institución Príncipe de Viana[aa]​ exigió su conservación, al menos en su mayor parte, lo que obligó a una modificación del proyecto inicial que determinó integrarlos en una de las áreas expositivas del primer sótano.[165]​ Finalmente, el Palacio de Congresos adoptó la denominación oficial de «Baluarte».[166]

Medias lunas y contraguardias

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Hasta 1608, la única defensa externa que tenía la ciudadela era un foso excavado en tierra, seco y sin contraescarpa, que Felipe III mandó reforzar en ese año con una estacada.[167]​ Posteriormente se añadió delante de cada muro cortina una media luna, cuya construcción quedó ya completada en 1645,[168]​ aunque, aún en 1680, solo la correspondiente a la puerta principal estaba recubierta de piedra.[169]​ Las medias lunas[ab]​ y contraguardias que actualmente se conservan, todas recubiertas de piedra, fueron impulsadas por el virrey Enrique Benavides y Bazán,[ac]​ según el dictamen del ingeniero Juan de Ledesma; en un primer proyecto de este ingeniero de 1685 solo se preveía rehacer cuatro medias lunas, pues la de la puerta principal se consideraba suficiente; sin embargo, finalmente se reconstruyeron las cinco medias lunas —es decir, una ante cada muro cortina—, dotando de contraguardias a las dos que corresponden a los muros más expuestos al exterior, y que ahora quedan en la Vuelta del Castillo.[171]

Las medias lunas situadas en el interior del foso que rodea la ciudadela disponen una garita en el ángulo frontal, con parapetos continuos en sus dos caras; la planta de la gola, donde no existe parapeto, presenta un ángulo muy abierto con el vértice hacia el muro cortina y los lados paralelos a las caras de los baluartes contiguos. La contratación de estas obras se inició en octubre de 1683. En enero de 1685 se encargaron los cuatro escudos con armas del virrey que debían ponerse en cada una de las cuatro medias lunas,[ad]​ con una inscripción que recordase que se habían acometido mientras reinaba Carlos II de Castilla y V de Navarra, siendo virrey don Enrique Benavides y Bazán.[172]​ En cualquier caso, la ejecución de estas obras se prolongó hasta 1689, bajo los virreinatos de Ernesto Alejandro Domingo de Croy Ligne,[ae]​ príncipe de Chimay, y Alejandro de Bournonville, e incluía también la construcción en piedra de las contraescarpas.[174]

Portal principal

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En el centro del muro cortina que unía el baluarte de la Victoria con el de San Antón, se situaba la puerta principal de la ciudadela, que la conectaba con la ciudad. La puerta estaba defendida por la media luna de Santa Teresa, que era atravesada por la cara izquierda por el puente que salvaba el foso y daba acceso a la puerta principal. La seguridad de esta puerta seguía el sistema tradicional, que se utilizaba en la mayor parte de los portales de las fortificaciones de Navarra: el de la Taconera, el de San Nicolás y la Puerta del Socorro; es decir en todos los casos en que, delante la puerta, la topografía presenta un terreno prácticamente llano, en el que para su defensa se excavó un foso.[175]​ La lápida situada sobre la puerta indica el año 1571, siendo virrey Gonzaga;[af]​ mantiene actualmente un diseño muy sencillo, con un simple tejaroz sobre el que se sitúa esa lápida. En 1645,[ag]​ cuando se construyeron las medias lunas exteriores[ah]​ y se dio por concluida la ciudadela, para conmemorarlo se colocaron en la parte superior del portal tres escudos: en el centro, las armas reales de la corona de España (Castilla, León, Navarra, Aragón, Nápoles, Jerusalén y Hungría, con los escudetes de Portugal y Borgoña, y Granada en punta); y, a los lados, los de los virreyes que dieron el último impulso a la ciudadela: Duarte Fernando Álvarez de Toledo (entre 1643 y 1646) y Luis de Guzmán Ponce de León (entre 1646 y 1649).[177]

En los años veinte del siglo XVIII hubo algunas propuestas para proporcionar un diseño más elaborado al portal, enmarcando la puerta entre unas dobles pilastras, que dejaban entre ellas el escudo real,[ai]​ pero nada de eso se hizo. Poco después, en 1756, el portal se completó con el Cuerpo de Guardia formado por dos casillas porticadas que encuadran por el interior el portal; además se construyó sobre él un cuerpo superior con una arcada.[180]​ Cuando en 1889 se derribaron parcialmente los baluartes del muro cortina en que se situaba la puerta, se derribó también la media cortina que lo unía al baluarte de San Antón, mientras que se conservó la otra mitad de la cortina, manteniendo este tramo el paseo de ronda en toda su anchura. Cuando en 1964 se cedió al Ayuntamiento la ciudadela y todas sus defensas exteriores[181]​ y se abrió la nueva vía, llamada avenida del Ejército, pareció conveniente recuperar el muro que había sido derribado; y así se hizo en 1970, utilizando además sillares de la antigua muralla, pero no se añadió el terraplenado de tierra que sostenía el antiguo paseo de ronda.[182]

Puerta del Socorro

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La puerta del Socorro ocupa el centro de la cortina que une los baluartes de Santa María y de Santiago y queda defendida por la media luna de Santa Isabel y su contraguardia. El puente que le da acceso atraviesa esos dos elementos de la fortificación, disponiendo una puerta en cada una de estas construcciones. En la puerta, situada en el plano del muro cortina, que da acceso a la ciudadela, se dispone un puente levadizo de balancín. La denominación de esta puerta se refiere a su utilidad «para recibir socorro en caso de motín, o poner a salvo la guardia de la plaza cuando esta haya caído en poder del enemigo».[183]​ Primitivamente esta puerta estuvo situada junto al flanco del baluarte de Santa María; ya en 1672 el ingeniero Rinaldi había señalado lo inconveniente de esa posición, por lo que aconsejó trasladarla a la mitad de la cortina, de modo que pudiese defenderse con fuego cruzado desde los dos baluartes que limitan ese muro.[184]​ Sin embargo, esa modificación y la construcción de la nueva puerta en el centro del muro no se realizó hasta 1720, bajo la dirección del ingeniero Ignacio Sala Garrigó.[aj][186]

Bóvedas a prueba de bomba y edificaciones en el interior

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Contemporáneas a la nueva puerta del Socorro son las trece bóvedas a prueba de bomba, que proyectó también Ignacio Sala y construidas en el terraplén de la cortina en que se encuentra la puerta. En el interior de la ciudadela se conservan: un horno de buen tamaño, de 1640;[187]​ el polvorín, iniciado por el arquitecto e ingeniero militar italiano Hércules Torelli en 1694[188]​ y reconstruido por Francisco Mauleón[ak]​ en 1718;[191]​ el almacén de grano, conocido como Pabellón de Mixtos, de esos mismos años;[192]​ y la sala de armas, proyectada por Jorge Próspero de Verboom en 1725 y concluida en 1752;[193]

Foso y caminos cubiertos

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La ciudadela estuvo rodeada por un amplio foso, con su contraescarpa y camino cubierto, en cuyo interior se situaban las medias lunas y las contraguardias. Tras el derribo en 1888 de los baluartes de San Antón y de la Victoria, el espacio existente entre estos y entre el de San Antón y el Real quedó cegado, y con él las medias lunas que contenían.[159]​ En la zona comprendida entre la cortina que une los baluartes de la Victoria Real y la calle Yanguas y Miranda se construyó en 1997 la nueva de estación de autobuses de la ciudad, inaugurada en 2007; con motivo de esas obras se recuperó el foso que había quedado cubierto, sus contraescarpas, el camino cubierto y la media luna de Santa Lucía.[194]

Las primeras trazas de la ciudadela preveían ya un foso alrededor. El Fratín proponía un fosillo previsto para contener agua, que dejara entre él y los baluartes una zona estrecha, mientras que Gonzaga prefería un foso entero y ancho.[153]​ La realización se retrasó; según se anota en un plano fechado en 1608, solo la mitad tenía agua y aún era necesario continuarlo hacia la campaña.[195]​ Hasta 1687 el foso no disponía de contraescarpa y, aunque hay referencias anteriores al camino cubierto[al]​ que lo rodea, hasta la memoria de 1706 del ingeniero francés De Tigné[am]​ no hay ninguna mención a las plazas de armas que debían hacerse en los ángulos entrantes del camino cubierto.[198]​ El plano de De Tigné de la ciudadela, y los planos elaborados por ingenieros franceses entre 1708 y 1710,[199]​ reflejan unas plazas de armas similares a las que existen actualmente, con potentes traversas que las protegen de posibles tiros de enfilada.[200]

Frentes de San Nicolás y la Tejería

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El Fratín incluía en sus propuestas el trazado de las murallas que defendían el sur de la ciudad; aprovechaba para ello el muro viejo de la Navarrería, desde el bastión del Caparroso hasta el castillo de Santiago,[75]​ y lo prolongaba hasta alcanzar la Ciudadela. En el centro de este tramo adosaba un bastión, y envolvía el castillo de Santiago con el bastión de la Reina. En estas murallas, se distinguían dos frentes: el de San Nicolás comenzaba en la Ciudadela y se extendía hasta el baluarte de la Reina, y el de la Tejería, desde este baluarte al del Labrit[63]​ Todas estas fortificaciones fueron derribadas entre 1918 y 1921, y sus cimentaciones enterradas bajo las calles y manzanas de la primera fase del Segundo Ensanche.[201]

Frente de San Nicolás

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Frente de San Nicolás, con las edificaciones existentes entre la muralla
y la Población de San Nicolás. 7 de junio de 1727
1
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3
4
5

1. Baluarte de la Reina; 2. Revellín de San Nicolás; 3. Portal de San Nicolás; 4. Baluarte de San Nicolás; 5. Baluarte de San Antonio (de la Ciudadela).

En 1608, todo este frente estaba ya levantado. Incluía el baluarte de San Nicolás, cuya extensa cara derecha se iniciaba en la ciudadela, seguía una cortina en la que se abría la puerta de San Nicolás y concluía en el amplio bastión de la Tejería, denominado posteriormente de la Reina; en ese año, este frente estaba aún sin revestir de piedra;[27]​ tarea que fue acometida a lo largo de toda la mitad del siglo,[202]​ El proyecto general de las fortificaciones elaborado por Garay en 1641 incluía para este frente disponer un puente levadizo en el portal de San Nicolás y terminar la cortina con la casamata del baluarte de San Nicolás;[28]​ ese mismo año había comenzado la construcción de la media luna de San Nicolás.[203]​ En 1665 se dieron por terminados los baluartes de San Nicolás y de la Reina.[an]​ Al año siguiente, el virrey Francisco Tuttavilla mandó construir el portal de San Nicolás, con un diseño barroco similar al que dio al portal de la Taconera.[122]​ En 1689 se inició la construcción de un caballero sobre el baluarte de la Reina, siguiendo el proyecto general de Esteban Escudero, y disponía sus caras y flancos paralelos a los del baluarte.[133]​ En 1918, la construcción del Segundo Ensanche de la ciudad supuso el derribo de todo este frente.[205]​ Ya antes, en 1906, la ampliación del portal de San Nicolás llevó consigo la pérdida del portal del siglo XVII, aunque los escudos de su frontis fueron situados al lado de la nueva puerta;[119]​ en 1929, con las piezas que componían el antiguo,[x]​ el portal de San Nicolás se reconstruyó como entrada a los jardines de la Taconera.[201]

Frente de la Tejería

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El frente de la Tejería mantenía las trazas del antiguo cerco de la Navarrería, aunque la construcción del baluarte de la Reina había cubierto el lugar que en el cerco ocupaba la puerta de la Tejería, que había sido trasladada al flanco izquierdo del baluarte. Frente a la cortina que unía el baluarte de la Reina con el del Labrit se situaba la media luna de la Tejería; en 1641, Garay, en su proyecto general, indicaba la necesidad de levantar mucho el remate de sus dos caras, por lo que debía de estar ya avanzada; preveía también disponer en la puerta de la Tejería un puente levadizo.[28]​ Al pie de esta muralla descendía un camino que llevaba al molino de Caparroso,[l]​ dejando al otro lado una zona tan alta como la terraza en que se asienta la ciudad. Ya en 1683 el ingeniero Octaviano Meni había identificado en esta zona uno de los ataques posibles más peligrosos, por lo que propuso revestir de piedra la media luna ya existente como defensa de la cortina.[206]​ No obstante, la solución definitiva la proporcionaría en el siglo XVIII el fortín de San Bartolomé.[207]

Fortificaciones exteriores

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Plano de 1757 con el Proyecto General de las fortificaciones y obras necesarias para su defensa (no todas se llegaron a construir, ni de la forma propuesta).[ao]

Tras la guerra de Sucesión, el arte de fortificación en España siguió los presupuestos de Vauban; este mismo influjo tuvo sus consecuencias en los planes para reforzar las defensas de Pamplona.[209]​ La principal novedad de esos planes fue la propuesta de fortificaciones exteriores a la ciudad amurallada. En este sentido, el proyecto general de Alejandro de Retz de 1720, además de reforzar con contraguardias distintos baluartes y revellines planteaba las siguientes actuaciones: un baluarte en el paraje llamado la Cruz Negra; una luneta cerrada por la gola[j]​ delante de la cara derecha del baluarte del Labrit; otro baluarte destacado entre los del Redín y el Labrit; y dos revellines para la defensa del frente de la Rochapea, situados al otro lado del Arga.[210]

En 1725, el ingeniero general Jorge Próspero de Verboom llegó a Pamplona para reconocer las fortificaciones de la plaza previstas en el proyecto de Retz. Allí permaneció hasta septiembre de 1727;[48]​ a él corresponde el proyecto general de fortificaciones de la ciudad que remitió para la aprobación de Felipe V el 28 de mayo de ese año, y que sería el oficial y el que sería seguido durante todo el siglo XVIII.[49]​ El plan recogía y perfilaba las propuestas de fortificaciones exteriores de Retz; de ellas se llevaron a efecto el fortín de San Bartolomé, frente a la cara derecha del baluarte del Labrit; el fuerte del Príncipe, al sur de la ciudad, en la zona de la Cruz Negra; y el fortín de la Cruz de San Roque defendiendo el baluarte de Gonzaga.[211]​ Estas tres construcciones estaban ya en marcha, en distinto grado de terminación, en 1757.[ap]​ El proyecto de Verboom contemplaba también un hornabeque avanzado delante del revellín de Santa María, que no se llegó a construir.[68]

Fortín de San Bartolomé

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La necesidad de proteger el frente de la Tejería con una fortificación situada al sur del baluarte del Labrit estuvo presente en las propuestas de los ingenieros militares desde mediados del siglo XVII. Ya en 1641, Juan de Garay propuso la construcción de un hornabeque;[28]​ en 1694, Hércules Torelli planteó una media luna cerrada por su gola;[212]​ finalmente, Verboom, en 1727, proyectó un fortín en forma de bastión destacado con varias casernas a prueba de bomba.[213]​ Así comenzó a construirse ese mismo año,[214]​ pero en 1736 faltaban aún casi todos los revestimiento de piedra,[215]​ y las obras estuvieron interrumpidas prácticamente hasta 1756;[216]​ para esas fechas, los avances habían sido tan discretos que el ingeniero Juan Martín Zermeño propuso su demolición y sustitución por un hornabeque delante del frente de la Tejeria.[217]​ Desechada esa propuesta, se reanudó la construcción del baluarte de modo que, aunque ya había estado operativo para la defensa durante la guerra de la Convención (1793-1795), en 1796 Antonio Hurtado proyectó y ejecutó algunas mejoras: aumentó el número de cañoneras y casernas, dispuso rampas para subir a los terraplenes y enmarcó la herradura de acceso.[218]​ Tras su restauración en 2010, en este antiguo fortín se ha emplazado el Centro de interpretación de las Fortificaciones, donde puede consultarse toda la información sobre los elementos que las integran y su evolución.[219]

Fuerte del Príncipe

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La primera propuesta de construir una defensa exterior en la zona de la Cruz Negra data de 1683, aunque aquella no se situaba exactamente en el lugar que luego ocuparía el fuerte del Príncipe. Incluida en el proyecto general de las defensas de Pamplona elaborado ese año por el ingeniero Octaviano Meni, proponía un fuerte cuadrangular en una lengua avanzada en el borde de la terraza en que se sitúa la ciudad,[ar]​ dominando por tanto la hondonada donde se asienta actualmente el barrio de la Milagrosa.[206]​ Más adelante, en 1720, en el proyecto general que preparó Retz se proponía en ese lugar un baluarte.[45]​ En 1725, cuando Verboom llegó a Pamplona pidió a Francisco Mauleón que preparase un diseño; el plano final muestra una planta cuadrada con bastiones en los vértices cuyos flancos son curvos con orejones.[222]​ Esta solución se descartó, de modo que el proyecto general de las fortificaciones de Pamplona, enviado por Verboom al rey el 28 de mayo de 1726,[223]​ propuso allí el fuerte Príncipe Fernando,[as]​ compuesto por un hornabeque con dos medios baluartes de flancos rectos, protegido por un revellín y, delante de él, una pequeña luneta; la cara derecha del hornabeque defendía la hondonada de Abejeras, y la izquierda el frente de la Tejería.[224]

Su construcción debió de iniciarse pronto; en 1728, entre las obras previstas en este fuerte se incluía perfeccionar el camino cubierto que lo unía a la Ciudadela y la explanada; se había emprendido la muralla simple iniciada en la gola,[225]​ pero el ritmo de construcción, tal como había sucedido con el fortín de San Bartolomé, no fue rápido y sufrió interrupciones; tal era la situación de las obras que en 1757 Juan Martín Zermeño propuso continuar el fuerte como un baluarte destacado;[226]​ en todo caso, esa propuesta se desestimó y continuaron las obras del hornabeque, aunque —según informaba Hurtado en su memoria de 1796 sobre el estado de las fortificaciones— la construcción del fuerte apenas había avanzado, y en esa situación era dudosa su utilidad.[227]​ En 1875, al basamento de piedra se le añadieron parapetos de ladrillo con aspilleras para fusilería.[228]​ En el vuelo fotográfico realizado por Ruiz de Alda en 1927 se pueden ver las huellas que dejaba el fuerte derruido, así como el baluarte avanzado en punta. Sobre esa base, después de la guerra civil se construyó un albergue del Frente de Juventudes;[229]​ este centro, reformado en los años cincuenta como Colegio Menor Ruiz de Alda, se reconvirtió después en la Residencia Juvenil Fuerte del Príncipe, en la que aún hoy pueden observarse los muros del baluarte en punta.[228]

Fortín de la Cruz de San Roque

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Este fortín, situado en el escarpe de la ermita de San Roque[w]​ de la que tomó el nombre, defendía el frente de Gonzaga y protegía del avance enemigo en la hondonada del río, en la zona de Trinitarios. Ya en 1669 Amador de Lazcano[at]​ había propuesto un fortín en aquel lugar, pero nada de esto se llegó a hacer.[231]​ El proyecto finalmente aprobado fue el de Verboom (1726); adaptándose al río, tenía dos caras y un solo flanco, el que se enfrentaba al río.[232]​ En 1727 ya se había replanteado su construcción e iniciados los movimientos de tierra;[231]​ sin embargo, los avances fueron lentos y en 1737, además de la excavación de los fosos y el terraplenado, solo se había levantado de mampostería el flanco frente al río.[233]​ Prácticamente no hubo progresos hasta la reanudación de las obras unos años antes de 1756.[234]​ En 1797, la memoria del ingeniero Hurtado indica que el fortín había sido demolido con ocasión de la guerra de la Convención (1795), y sustituido por otro provisional de forma distinta, posiblemente por considerarlo perjudicial para la defensa, debido a la facilidad en que podía ser tomado por el enemigo y utilizado contra la plaza.[235]​ En cualquier caso, los restos que pudieren haberse conservado quedaron ocultos por la ampliación del parque de la Taconera.

Glosario de ingeniería militar

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  • Baluarte: refuerza las murallas en determinados puntos, especialmente en las esquinas; de planta pentagonal, dispone de dos caras que forman el ángulo saliente, dos flancos que lo unen a las cortinas y una gola de entrada.[236]
  • Bastión (v. Baluarte).
  • Caballero: obra construida dentro de otra y, por tanto, con mayor altura para favorecer la defensa.[237]
  • Camino cubierto: terraplén de tránsito y vigilancia que rodea un foso; a lo largo de su recorrido dispone de una banqueta desde la que se puede hacer fuego hacia el exterior, a cubierto del posible atacante;[236]​ en los ángulos que forma el camino suelen disponerse las denominadas plazas de armas.[238]
  • Casamata: parte del bastión, situada en el flanco, protegida con bóveda resistente y también lateralmente; en ella se alojan piezas de artillería, para defender el foso.[236]
  • Contraescarpa: revestimiento del lado exterior del foso, que habitualmente dispone de un camino cubierto.[239]
  • Contraguardia: formada por dos caras en ángulo situadas delante de los baluartes o revellines.[240]
  • Cortinas: lienzos de muralla entre dos baluartes.[240]
  • Escarpa: plano inclinado que forman las murallas hacia el exterior.[241]
  • Estacada: hilada de estacas clavadas verticalmente, separadas unos 10 cm y unidas con listones horizontales.[240]
  • Fajina: haz de ramas menudas, muy apretadas, utilizadas en la ingeniería militar para construir atrincheramientos, espaldones y parapetos.[242]
  • Foso: excavación profunda que rodea la fortaleza para dificultar su asalto; un lado es continuación del plano inclinado (escarpa) del muro de la fortaleza, y hacia el exterior lo cierra un muro en talud, llamado contraescarpa.[243]
  • Glacis: declive del terreno que se extiende desde el camino cubierto hacia el campo abierto.[244]
  • Gola: entrada a una fortificación desde la plaza, en especial al baluarte. En la media luna o en el revellín corresponde a la contraescarpa que termina esa construcción por el lado de la plaza.[245]
  • Hornabeque: formado por dos semibaluartes, unidos por un muro cortina, que se sitúan delante de la cortina; por su forma, cada uno de sus baluartes defiende la cara del otro baluarte y la cortina que los une.[246]
  • Luneta: baluarte pequeño y habitualmente aislado, que se suele disponer para la defensa de los ángulos de los baluartes o revellines.[246]
  • Media luna: obra exterior con dos caras en forma de ángulo, y con la gola semicircular, que se solía usar para cubrir la puerta de una fortaleza o los flancos de un baluarte.[247]​ En las fortificaciones de Pamplona, y especialmente en la ciudadela, se da ese nombre a los revellines.[248]
  • Padrastro: monte, colina o lugar alto que domina una plaza y desde la que puede hacerle daño el enemigo.[249]
  • Plaza de armas: espacios que amplían el camino cubierto que se dejan en los ángulos entrantes y salientes, con dimensión suficiente para contener la tropa destinada a la defensa del camino o a las salidas.[238]
  • Portales: abiertos en las murallas, disponían para su defensa de distintos elementos constructivos y de un foso.[246]
  • Poterna: pequeña puerta de carácter secundario que da al foso o al final de una rampa.[250]
  • Puerta de socorro: salida al campo habilitada para recibir socorro o poner a salvo la guarnición de la plaza si caía en el poder del enemigo.[251]
  • Revellin: construcción con dos caras en ángulo saliente o circular convexa hacia el exterior; hacia la fortaleza dispone dos semigolas en ángulo, constituidas por la contraescarpa del foso; en las fortificaciones de Pamplona, y especialmente en la ciudadela, se le denomina también media luna.[248]
  • Tenaza: formada por uno o dos ángulos, se sitúa delante de la cortina.[248]
  • Terraplén: macizo de tierra con que se rellena el muro de una fortificación, o que se levanta previamente para después revestirlo con piedra.[248]​ También se utiliza este término para referirse a la superficie horizontal de la muralla, es decir, a su parte superior, que habitualmente termina, hacia la campaña, con un parapeto y, hacia la plaza, con un talud interior.[252]
  • Traversa: parapeto de piedra —a veces, de tierra— que protege un camino cubierto o trinchera de posibles tiros de enfilada.[253]
  • Traveses: parapetos que se sitúan en el interior de un baluarte como segunda línea de defensa y para proteger de posibles tiros laterales.[107]

Véase también

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Notas

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  1. Juan Rena había entrado con las tropas castellanas en Pamplona, donde actuó como pagador de obras y gentes de guerra. Canónigo de la catedral de Pamplona desde 1534, fue obispo de esta diócesis desde 1538 hasta su fallecimiento en 1539. Su documentación, especialmente útil para la historia de las fortificaciones de Pamplona, se conserva en el Archivo Real y General de Navarra[12]
  2. En el Glosario de este mismo artículo puede encontrarse una breve definición de este y otros términos de ingeniería militar.
  3. Paleari nació en Morcote (Suiza) en la segunda década del XVI y murió en Pamplona en 1586. Oficial de infantería e ingeniero militar, dirigió numerosas obras para Enrique II de Francia. En 1558 pasó al servicio de Felipe II y en Italia continuó dirigiendo distintas fortificaciones. Los conocimientos sobresalientes que fue adquiriendo llevaron a que el monarca le confiara el reconocimiento y mejora de numerosas construcciones.[17]​ El Fratín intervino decisivamente en el trazado de la ciudadela y de las fortificaciones de Pamplona, no solo en sus estancias en la ciudad, sino también atendiendo las consultas que recibía. Llegó por primera vez a Pamplona en 1571 y allí estuvo hasta el año siguiente; volvió en 1574, y una tercera vez en 1584; al año siguiente le sustituyó en la dirección de las obras su hermano Giorgio.[18]
  4. El ingeniero Juan de Garay llegó a Pamplona en 1641 para realizar un proyecto general de la plaza y ciudadela; a finales de agosto de ese año entregó una extensa memoria y un plano. Aunque no se conservan los originales, por documentos posteriores se conoce su contenido: se trata del primer proyecto general de las fortificaciones, y base de los trabajos hasta finales del siglo. Garay debió de dejar Pamplona poco después.[22]
  5. Octaviano Meni, también conocido como Octavio Menni, nació posiblemente en Nápoles. Teniente maestro de campo general e ingeniero militar, llegó a España con motivo de la guerra con Portugal (1640-1668), donde atendió las fortificaciones de Gibraltar y otras en la frontera de Portugal; en 1678 se le encomendaron los trabajos de fortificación de Melilla, donde proyectó las obras entre 1680 y 1686.[29]​ Se sabe que en 1683 preparó un proyecto general de las fortificaciones de Pamplona; según recogía el virrey Ernesto Alejandro Domingo de Ligne y Croy, príncipe de Chimay, en un informe al rey de 1685, Meni cayó enfermo y fue sustituido en sus trabajos en Pamplona por Esteban Escudero.[30]
  6. El ingeniero Esteban Escudero se había formado en la Academia Real y Militar de Bruselas y había trabajado en Flandes;[33]​ de allí fue llamado a España por Carlos II.[34]​ En 1686 se encontraba en San Sebastián, y el virrey príncipe de Chimay le hizo venir a Pamplona para sustituir a Meni.[35]​ Continuó en Pamplona hasta 1694.[36]
  7. Hércules Torelli (Pavia, c. 1650-San Sebastián, 1728) sirvió como capitán en el ejército de Venecia. Valorando especialmente su habilidad en la construcción de fortificaciones, el marqués de Leganés y capitán general de Cataluña lo integró en el ejército español. En 1686 se le destinó a Fuenterrabía y San Sebastián para reconocer sus fortificaciones. En 1691 desarrolló esas mismas funciones en Andalucía y Ceuta. En 1694 asumió la dirección de las obras de fortificación de Pamplona y elaboró un proyecto general para su mejora. En 1699, diversas críticas a sus trabajos condujeron a su cese en Pamplona y su nuevo destino en la capital guipuzcoana[37]
  8. Alejandro de Retz (o de Rez) (París, siglo XVII-Cartagena, 1732). Ingeniero militar al servicio de la monarquía francesa, en 1710 pasó a España con motivo de la guerra de Sucesión. Tras la toma de Barcelona, Verboom le encargó la dirección de las obras de construcción de la ciudadela de esa ciudad. En 1712 se le encomendó la dirección de las plazas de Cataluña; tras una estancia de un año en Pamplona, donde realizó diversos diseños, volvió a la ciudad condal para trabajar en distintas fortificaciones. En 1728 se le nombró ingeniero director de los Reinos de Valencia y Murcia; en ese tiempo presentó el primer proyecto del arsenal de Cartagena.[41]​ En 1720 redactó un proyecto general sobre las fortificaciones de Pamplona (la memoria está firmada en Barcelona, donde residía); finalmente, Verboom remitió el proyecto a la Corte, que dio su visto bueno.[42]
  9. En el lugar en que se construiría más adelante el fuerte del Príncipe.[45]
  10. a b Se ha mantenido el término «luneta cerrada» que utilizó este ingeniero militar, aunque resulta equívoco puesto que «luneta» se utiliza para referirse a una «media luna» pequeña situada habitualmente delante de otra mayor.[46]​ En realidad, lo que propuso es un baluarte destacado, es decir, separado de la fortaleza, delante de la cara derecha del baluarte de Labrit. En el lugar se situaría posteriormente el fortín de San Bartolomé.[47]
  11. Antonio Hurtado y Vasco (Polán, Toledo, 1728-1807), teniente general e ingeniero director. Ingresó en la milicia en 1745, estudió matemáticas en la Real Academia Militar de Matemáticas y Fortificación de Barcelona, ingresó en el cuerpo de ingenieros en 1752 y fue destinado el año siguiente a Pamplona, donde levantó distintos planos en la plaza. Promocionó a ingeniero extraordinario en 1753. Posteriormente trabajó en Ceuta, Cádiz, Sevilla y Orán. Alcanzó la categoría de mariscal de campo en 1795 y volvió a Pamplona, donde retomó el proyecto general de sus fortificaciones,[52]​ dirigiendo las construcciones que se realizan entre 1796 y 1797, con algunas reformas puntuales.[53]
  12. a b Se trata de un antiguo molino, del que se tienen noticias desde el XII, reconstruido en 1485 por Pedro Marcilla de Caparroso y que, con algunas modificaciones se mantiene en la orilla izquierda del Arga, frente a la Magdalena.[71]
  13. a b c d e f g h Maqueta de L. Sarasola, conservada en el Archivo Real y General de Navarra.
  14. La denominación frente del Abrevador debió de ser la primitiva, con referencia a la puerta del Abrevador presente en la ciudad medieval. Todavía en planos de 1737 se utiliza el término frente del Abrevador, aunque al portal se le llama puerta de Francia.[87]
  15. Se conserva en el Archivo General Militar de Madrid.
  16. Lo que suponía haber concluido las de la primera fase, en la que se incluían tres fortificaciones exteriores (los fortines de San Bartolomé y San Roque y el fuerte del Príncipe),[101]​ de los que solo el de San Bartolomé fue concluido en su totalidad.[102]
  17. Se denominan así los parapetos que se sitúan en el interior de un baluarte como segunda línea de defensa y para proteger de posibles tiros laterales.[107]
  18. Luis Pizaño (Pastrana, 1480-Laredo, 150), formado en el entorno del Gran Capitán, fue capitán general de artillería e ingeniero militar de Carlos V.[110]
  19. Salvo durante los sanfermines y su preparación, unos perfiles de toros y muestras del vallado recuerdan el uso de este espacio como corral del que salen los toros en el encierro.
  20. Tanto el nombre de esta portal, como el del baluarte que lo defendía, responde al entonces existente convento de Santa Engracia, de la orden de las clarisas, cercano a Pamplona y documentado ya en 1228.[117]
  21. Elaborado por una comisión de oficiales del Estado Mayor del Ejército. Se conserva en la Biblioteca Nacional, Cartografía de España, siglos xvi al xix, Tomo II, p. 206, ficha 1404.
  22. Esas trazas quedan reflejadas en un plano del Fratín datado entre 1571 y 1586, reproducido en Echarri, 2004, p. 143.
  23. a b c La ermita de San Roque fue mandada construir por el Regimiento de la ciudad en 1600, en cumplimiento del voto realizado el 17 de octubre de 1599 con motivo de la peste que había asolado Pamplona.[129]​ Fue demolida en 1797, como consecuencia de la eliminación de las edificaciones extramuros, decisión adoptada tras la guerra de la Convención. Su ubicación se conoce por planos de comienzos del siglo XVIII, confirmados por los trabajos arqueológicos realizados en la zona en 2012-2013.[130]
  24. a b El frontis del portal dispone en el centro el escudo de las armas reales y debajo una lápida con la siguiente inscripción: «Reinando Carlos II, Go/bernando la Reina Ma/dre, siendo birrey y Capitan/Jeneral deste reino y de Gui/puzcoa Don Frcco. Tutavilla, Duque/de San German Ano 1966». A ambos lados de esta lápida figuran las armas del virrey.[148]
  25. Esas «baterías bajas» —o «plazas bajas» como también se les denominaron- se construyeron hacia 1687.[154]
  26. Este tipo de baluarte se denomina también baluarte doble.[157]
  27. Departamento del Gobierno de Navarra que tiene, entre sus competencias, la protección del patrimonio histórico.
  28. En los documentos de la época reciben la denominación de «medias lunas», y ese es el término que se ha seguido utilizando al referirse a los existentes en la ciudadela. Sin embargo, en rigor se trata de revellines; cfr. ambos términos en el glosario de ingeniería militar de este artículo, o en Moretti, 1828.
  29. Enrique de Benavides de la Cueva (Madrid, 1613-1700), marino y caballero de Calatrava. Fue virrey de Navarra durante un corto periodo (1684-1685); Carlos II le concedió la grandeza de España a título personal.[170]
  30. Actualmente solo existen esos escudos en las caras derecha de la contraguardia de Santa Clara y de la media luna de Santa Isabel.
  31. Ernesto Alejandro Domingo de Croy Ligne (Bruselas, 1643-Pamplona, 1686) fue coronel de infantería alemán. A la muerte de su padre, Carlos II le concedió la grandeza de España, a título personal, y le nombró gobernador del ducado de Luxemburgo y del condado de Chiny. Por su defensa heroica de la ciudad de Luxemburgo, asediada y tomada por el ejército francés, fue recomendado para el virreinato de Navarra (1684-1685).[173]
  32. La inscripción de la lápida se puede leer en algunas fotografías antiguas, por ejemplo en la de Belzunce de 1 de enero de 1930,[176]​ aunque prácticamente ha desaparecido, su transcripción puede verse en Martinena, 1987, p. 38
  33. Aunque posiblemente se pensó concluir en 1645, la construcción de la portada se prolongó hasta 1646, tal como expone Martinena,[177]​ y como pone de manifiesto la inclusión del escudo del virrey Luis de Guzmán Ponce de León, que había iniciado su virreinato ese año.
  34. En ese momento las medias lunas eran de tierra pues consta que, aún en 1580, solo la de la puerta principal estaba revestida de piedra y había sido mejorada en los últimos años.[178]
  35. Un proyecto de Ignacio Sala para la reedificación del portal fue enviado al ministro Fernández Durán y aprobado por el rey. Así lo comunicaba el ministro el 14 de mayo de 1721, anunciando las reales órdenes que se enviarían para su ejecución; pero no debieron de recibirse, pues no se llegó a modificar la portada existente.[179]
  36. Ignacio Sala Garrigó (Barcelona, 1686-¿Madrid?, 1755), teniente general, director general del Cuerpo de Ingenieros. Participó en la guerra de Sucesión, siendo luego promovido a subteniente de infantería. En 1710 pasó a las órdenes de Verboom, en 1711 ingresó en el cuerpo de ingenieros; en 1716 y 1717 trabajó en la ciudadela de Barcelona. En 1717, siendo ya teniente coronel e ingeniero jefe, pasa a Navarra como director de fortificaciones de ese reino, en ese puesto realizó determinadas obras en la ciudadela de Pamplona, y propuso otras varias. En 1721 pasa a Cádiz, siendo nombrado director de fortificaciones de esa plaza en 1724. En 1726 es nombrado ingeniero director de Andalucía y ascendido a brigadier del ejército y director de Andalucía; en 1739 es ascendido a brigadier de ingenieros, y en 1740 a mariscal de campo. En 1748 es destinado a Cartagena de Indias, donde realizó importantes obras de ingeniería, hasta su regreso a España en 1754.[185]
  37. Ingeniero militar encargado en esos años de las fortificaciones de Pamplona, fue posteriormente sustituido por Verboom.[189]​ Aunque en la documentación relativa a sus trabajos en Pamplona aparece como Francisco Mauleón, su nombre completo era Francisco Larrando de Mauleón. [190]
  38. Los caminos cubiertos ya estaban previstos en el trazado del Fratín.[196]
  39. Durante la guerra de Sucesión, y ante la proximidad de las tropas del archiduque Carlos, el 23 de enero de 1706 llegó a Pamplona el ingeniero francés De Tigné con el fin de reconocer la plaza y preparar un proyecto general, que se ejecutaría con los fondos ya reservados para la obra. El 2 de junio siguiente, el gobernador de la plaza remitió al ministro Antonio Ibáñez de Bustamante el plan final elaborado por el francés.[197]
  40. El baluarte de la Reina recibió ese nombre por Mariana de Austria, reina gobernadora desde 1665 a 1675, durante la minoría de edad de Carlos II; anteriormente, ese baluarte se conocía como de la Tejería.[204]
  41. El plano se conserva en el Archivo Histórico de la Armada Juan Sebastián Elcano; en él no consta el autor, pero por la fecha se puede atribuir al ingeniero militar Juan Martín Zermeño, que en 1757 realizó un proyecto general para la plaza de Pamplona.[208]
  42. Así lo recoge el Compendio Histórico Militar de la Plaza de Pamplona, una memoria con la información actualizada a 1757.[211]
  43. Este plano recoge el estado de las obras en julio de 1727.[220]
  44. Se trata del lugar en que actualmente se sitúa el Club de Tenis; por tanto, al sudeste de la posición que ocupó el fuerte del Príncipe.[221]
  45. Adoptó esa denominación en honor de Fernando, el cuarto hijo de Felipe V, Príncipe de Asturias desde 25 de noviembre de 1724 y rey de España desde el 9 de julio de 1746.
  46. El maestro Amador de Lazcano redactó el 26 de febrero de 1669 un informe sobre el estado de las fortificaciones de Pamplona y la necesidad de finalizar las obras comenzadas; escribe cuando España está en guerra con Francia, y llama a Pamplona «Baluarte de España, y la que siempre ha de reprimir el orgullo de Francia y sus progresos».[230]

Referencias

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  1. a b Martinena, 2010, p.19.
  2. Martinena, 2010, p. 19
  3. a b c Martinena, 1987, p. 39.
  4. a b c d «Orden de 25 de septiembre de 1939 declarando Monumento Nacional el conjunto subsistente de las murallas de Pamplona». Boletín Oficial del Estado IV (313): 6262. 7-11-1939. 
  5. a b «Decreto 332/1973, de 8 de febrero, por el que se declara monumento histórico-artístico de carácter nacional la ciudadela de Pamplona.». Boletín Oficial del Estado (50): 3896. 7-02-1973. 
  6. Martinena, 1975, pp. 344-345,
  7. Martinena, 1975, pp. 344.
  8. Echarri, 2004, pp. 94-95, figura 46, e Idoate, 1954, pp. 65-66.
  9. Echarri, 2004, pp. 89-90.
  10. Echarri, 2004, pp. 88-90.
  11. Echarri, 2004, p. 98.
  12. Martinena, Juan José (1987). Las cinco parroquias del viejo Pamplona. Navarra. Temas de Cultura Popular. Pamplona: Gobierno de Navarra. Consultado el 17 de mayo de 2025. 
  13. Martinena, 2021
  14. Idoate, 1954, pp. 65-66.
  15. Echarri, 2004, pp. 93 y 95.
  16. Echarri, 2004, pp. 102-108.
  17. «Giovan Fratino | Real Academia de la Historia». dbe.rah.es. Consultado el 27 de diciembre de 2024. 
  18. Echarri, 2004, pp. 139-153
  19. Idoate, 1954, p. 76
  20. Idoate, 1954, p. 78.
  21. Echarri, 2004, pp. 229-230.
  22. Echarri, 2004, pp. 240-244
  23. Echarri, 2004, pp. 243-244.
  24. a b Echarri, 2004, p. 296.
  25. Echarri, 2004, p. 147.
  26. Echarri, 2004, pp. 143 (lámina 5) y 150-151.
  27. a b Echarri, 2004, p. 231.
  28. a b c d e Echarri, 2004, p. 243.
  29. «Octavio Menni | Real Academia de la Historia». dbe.rah.es. Consultado el 10 de enero de 2025. 
  30. Echarri, 2004, pp. 293, 295
  31. Echarri, 2004, pp. 277 (lámina 20) y 278.
  32. a b Echarri, 2004, p. 284.
  33. Echarri, 2004, pp. 296-297
  34. Echarri, 2004, p. 340
  35. Echarri, 2004, p. 295
  36. Echarri, 2004, p. 296
  37. «Hércules Torelli | Real Academia de la Historia». dbe.rah.es. Consultado el 10 de enero de 2025. 
  38. Echarri, 2004, pp. 304-307.
  39. Echarri, 2004, p. 329.
  40. Echarri, 2004, pp. 356-358.
  41. Retz, Alejandro, en «Diccionario biográfico en línea», de la Real Academia de la Historia.
  42. Echarri, 2004, pp. 385-386
  43. Echarri, 2004, pp. 383-388
  44. Echarri, 2004, pp. 386-387.
  45. a b Echarri, 2004, pp. 384-385.
  46. Echarri, 2004, p. 527
  47. Echarri, 2004, p. 385-386.
  48. a b Echarri, 2004, p. 407.
  49. a b Echarri, 2004, pp. 418-419.
  50. Echarri, 2004, pp. 420-424.
  51. a b Echarri, 2004, p. 472, p. 468.
  52. «Antonio Hurtado y Vasco | Real Academia de la Historia». dbe.rah.es. Consultado el 27 de diciembre de 2024. 
  53. Echarri, 2004, p. 472
  54. Echarri, 2004, pp. 468-484.
  55. «Ley del 26 de agosto de 1888, autorizando la Ministerio de la Guerra para que ceda al Ayuntamiento de Pamplona ciertos terrenos y cuarteles». Gaceta de Madrid III (239): 585. 26 de agosto de 1888. 
  56. Martinena, 1987, pp. 112-114.
  57. Elizalde, 2012, p. 123
  58. «Ley de 7 de enero de 1915». Gaceta de Madrid I (8): 65. 8 de enero de 1915. 
  59. Decreto 1583/1964 de 21 de mayo, por el que cede al Excmo Ayuntamiento de Pamplona el inmueble denominado «Ciudadela», con destino a varios fines de marcado interés público.
  60. Martinena, 1987, pp. 126-128.
  61. Martinena, 1987, pp. 128-130.
  62. Martinena, 1987, p. 133.
  63. a b Martinena, 2010, p. 16
  64. Echarri, 2004, p. 489.
  65. Echarri, 2004, pp. 488-489, fig. 193
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Bibliografía

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Enlaces externos

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Fotografías en el Archivo Municipal de Pamplona

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