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Pedro Gálvez Egúsquiza

Pedro Gálvez Egúsquiza (n. Cajamarca, 28 de abril de 1822 - m. París, 23 de agosto de 1872) fue un abogado, político, educador y diplomático peruano. Líder de los liberales, debatió con los conservadores desde el Colegio Guadalupe (del que fue director) y la tribuna parlamentaria, en la década de 1850. Llevó a la acción sus ideas políticas y fue uno de los dirigentes de la Revolución Liberal de 1854 que encabezó el general Ramón Castilla. Se le recuerda por haber sido el redactor del decreto que abolió el tributo de los indígenas. Fue ministro de Justicia e Instrucción en 1855; ministro de Hacienda en 1862; y ministro de Gobierno en 1868; asimismo ejerció diversas representaciones diplomáticas en el extranjero. Hermano de José Gálvez Egúsquiza, otro líder liberal, que murió heroicamente en el combate del Dos de Mayo del Callao.

Biografía

Hijo de José Manuel Gálvez Paz y María Micaela Egúsquiza y Aristizábal. Inició sus estudios en el Colegio de Ciencias y Artes, bajo la dirección del presbítero Juan Pío Burga; y luego colaboró con su padre en tareas agrícolas.

Pasó al Convictorio de San Carlos (1842), donde optó grado de doctor en Jurisprudencia (1845); y recibido como abogado, se incorporó al cuerpo docente del Colegio Guadalupe (1846), cuyo rectorado ejerció de 1850 a 1852 en reemplazo de Sebastián Lorente, siendo a la vez sucedido por su hermano José. Convirtió a aquel colegio en una tribuna de las ideas liberales, en rivalidad con el convictorio de San Carlos, tribuna de los conservadores, estos liderados por Bartolomé Herrera. Contribuyó también a formar el Club Progresista, cuyas orientaciones liberales se cristalizaron en la postulación de la primera candidatura civil a la presidencia de la República en 1851, encarnada en Domingo Elías. Integró luego la comisión encargada de redactar el proyecto de Código Civil (1851-1852), y como secretario general del gobierno revolucionario formado por el general Ramón Castilla en Arequipa, redactó el decreto que dispuso la abolición del tributo de los indios, el 5 de julio de 1854.

Integró el régimen surgido de aquella revolución (primer gobierno de Castilla) como ministro de Justicia e Instrucción (5 de enero al 14 de julio de 1855). Fue elegido diputado por Cajamarca, y participó en los debates de la Convención Nacional (1855-1856).

Como ministro plenipotenciario pasó a Centroamérica en 1856, a fin de gestionar la adhesión de los países de la región (Costa Rica, Guatemala, El Salvador, Nueva Granada y Venezuela) al tratado continental destinado a garantizar la integridad de los territorios nacionales y la defensa frente a posibles intervenciones extranjeras. Con la misma investidura fue enviado a España, donde no fue reconocido, y a Francia (1860).

Al retornar al Perú, en las postrimerías del segundo gobierno de Castilla, ocupó el Ministerio de Hacienda (25 de julio al 8 de octubre de 1862). Nuevamente fue acreditado como ministro plenipotenciario en Francia (1862-1864); y a su regreso asumió el decanato de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad de San Marcos de 1866 a 1868.

En 1868 fue elegido senador por Cajamarca, y al iniciarse el mandato del coronel José Balta ejerció el Ministerio de Gobierno. Sucesivamente atendió a la representación diplomática ante los gobiernos de Francia (1869), Estados Unidos (1870), Portugal y Bélgica (1871), la Santa Sede e Inglaterra (1872).

Debate entre liberales y conservadores

Luis Antonio Eguiguren comenta así la polémica entre Bartolomé Herrera (desde San Carlos, trinchera de los conservadores) y Pedro Gálvez Egúsquiza (hermano y compañero de José, desde Guadalupe, tribuna de los liberales):

"La acción batalladora de Herrera estimula a los liberales para defender sus principios. En la prensa reflejan sus ideas; pero el centro organizado que debía tomar su puesto en la polémica es el Colegio de Guadalupe. Se le imputó a Herrera la responsabilidad de educar a los jóvenes del Convictorio mediante ideas retrógradas. Su discípulo predilecto, el carolino Pedro Gálvez, como profesor de Guadalupe surge en la polémica y en la acción ideológica para captar a la juventud y orientarla por el camino del liberalismo. De este modo el Colegio de Guadalupe se enfrenta a San Carlos. La lucha se entabla sobre los principios: en esa época San Carlos representa la tradición, el orden severo, la disciplina rígida; Guadalupe en cambio ostenta el espíritu de la libertad, de la democracia sin apellidos sonoros, del laicismo, de la sangre popular que proviene de apellidos anónimos. El entredicho toma la forma de incidentes personales pues los muchachos guadalupanos y carolinos contienden en las calles a puño limpio [eran vecinos el Colegio de San Carlos en lo que es hoy la “Casona” de San Marcos y el de Guadalupe en la calle de la Chacarilla, Jr. Apurímac cuadras 4 y 5, detrás del edificio que durante toda la segunda mitad del siglo xx alojó al Ministerio de Educación]. Debió ser tan enconada la controversia que hasta el Congreso llegaron las diferencias de quienes representaban un espíritu y una orientación. En efecto, en 1849 Bartolomé Herrera y Pedro Gálvez llegaron a ser diputados. Ambos convirtieron la tribuna parlamentaria en tribuna de propaganda. Los dos líderes de corrientes ideológicas diversas intervinieron en dos debates notables: sobre la elección de obispos y sobre el sufragio de los indígenas. Herrera aprobó el punto de vista de que el sufragio debía ser suprimido para los indígenas; [Pedro] Gálvez pronunció un apasionado alegato en contra de los puntos de vista del rector de San Carlos, sosteniendo que la capacidad [es decir, el nivel de educación] no era el origen de los derechos políticos, afirmando que ciertos requisitos no eran sino producto de exigencias artificiales de la sociedad. La votación fue favorable a Gálvez".[1]

Referencias

  1. Luis Antonio Eguiguren, La Universidad Nacional Mayor de San Marcos, IV Centenario de la fundación de la Universidad Real y Pontificia y de su vigorosa continuidad histórica, Lima: 1951; p. 199 s.

Bibliografía

  • Basadre, Jorge: Historia de la República del Perú. 1822 - 1933, Octava Edición, corregida y aumentada. Tomo 4, págs. 811, 827. Editada por el Diario "La República" de Lima y la Universidad "Ricardo Palma". Impreso en Santiago de Chile, 1998.
  • Tauro del Pino, Alberto: Enciclopedia Ilustrada del Perú. Tercera Edición. Tomo 7. Lima, PEISA, 2001. ISBN 9972-40-156-1
  • Vargas Ugarte, Rubén: Historia General del Perú. Tomo IX. La República (1844-1879). Segunda Edición. Lima - Perú, Editorial Milla Batres, 1984.
  • Varios autores: Historia del Perú. Lima, Lexus Editores, 2000. ISBN 9972-625-35-4

Véase también