Diferencia entre revisiones de «Apotegmas de los Padres del desierto»

De Wikipedia, la enciclopedia libre
Contenido eliminado Contenido añadido
Línea 28: Línea 28:
[[Categoría:Historia del monacato católico]]
[[Categoría:Historia del monacato católico]]
[[Categoría:Libros del siglo V]]
[[Categoría:Libros del siglo V]]
[[Categoría:Textos cristianos del siglo V]]

Revisión del 12:11 22 sep 2019

Los Apotegmas de los Padres del desierto o del yermo (ἀποφθέγματα τῶν ἁγίων γερόντων, ἀποφθέγματα τῶν πατέρων, τὸ γεροντικόν en griego original, Apophthegmata Patrum Aegyptiorum en latín) es el nombre dado a varias colecciones de dichos e historias de los llamados Madres y Padres del Desierto, del yermo o de la Tebaida, cuya primera versión se data más o menos en el siglo V.º dC.

Origen

Estas colecciones reflejan la sabiduría espiritual fraguada en la soledad del retiro por los primeros eremitas, ermitaños, anacoretas y cenobitas cristianos que vivían en los desiertos sobre todo de Egipto (próximos a Alejandría, pero también en la más lejana Tebaida), pero también de Siria y Palestina. En Egipto podía vivir uno solo en una cueva o cabaña, o bien en eremitorios o agrupaciones monásticas en el desierto, como las de Uadi Natrun, Nitria o Kellia. Por lo general, adoptan el formato de consejos o de diálogo entre un padre espiritual y un joven discípulo o visitante, que requiere su respuesta ante alguna duda doctrinal o algún compromiso espiritual. Su origen parece ser de tradición oral en idioma copto, ya que en el texto son frecuentes expresiones como "abba X ha dicho..."; "dime una cosa, abba" o "dime una cosa, amma". Estos dichos se consideraban carismáticos, y eran ordenados por autores o por temas (por ejemplo, distintas virtudes o prácticas religiosas). Más tarde se tradujeron al griego y a otros idiomas. Dichas colecciones se difundieron ampliamente entre los primeros monjes del monacato cristiano, por lo cual sufrieron diversas modificaciones y aparecieron en diversas formas y copias más o menos corregidas, ampliadas, refundidas, traducidas, desgajadas, mezcladas o estragadas.

Entre los Padres del Desierto son famosos Antonio el Grande, Arsenio, el Grande, Poemen, Macario de Egipto y Moisés el Etíope, y entre las madres del desierto Sinclética de Alexandría.

Influjo

Estas recopilaciones influyeron no poco en teólogos tan eminentes como San Jerónimo de Estridón y San Agustín de Hipona.

Textos transmitidos

La primera mención de los dichos parece ser de finales del siglo IV. Pronto los apotegmas se trasladaron del desierto a conventos y monasterios por su utilidad para contribuir a la formación espiritual de los monjes y con tal motivo se pasaron por escrito. Ya en el siglo V hay dos versiones, la Collectio Monastica, escrita en etíope, y el Asceticon de abba Isaías, escrito en griego.

Pelagio y Juan el Diácono hicieron las primeras traducciones de estas sentencias al latín. Martín de Braga también tradujo al latín algunos, trabajo que amplió su discípulo Pascasio de Dumio aproximadamente hacia el año 555. Pero se cree que este trabajo puede contener solo la quinta parte de un texto griego original. Entre 867 y 872, San Metodio de Salónica tradujo una versión al antiguo eslavo eclesiástico, y aunque el original se perdió en el siglo XIV han subsistido varias docenas de copias. En el siglo XVII, el jesuita holandés Heribert Rosweyde compiló y tradujo todas las fuentes disponibles sobre los Padres del Desierto y las publicó en latín como Vitae patrum.[1]

Ejemplos

  • Abba Teófilo, el arzobispo, llegó a Scetis un día. Los hermanos dijeron al abba Pambo: "Dile algo al arzobispo, de modo que pueda ser edificado." El anciano respondió: "Si no es edificado por mi silencio, no lo será por mis palabras.[2]
  • El abba Pastor dijo: "Si un hombre ha hecho algo malo y no lo niega, pero dice "he hecho algo mal" no lo reprendáis, porque romperéis el propósito de su alma. Y si dice: "No estés triste, hermano, sino ten cuidado en el futuro", lo alentarás a cambiar su vida."[3]
  • Un eremita vio a uno reírse, le dijo: "Debemos dar cuenta de toda nuestra vida ante Cielo y Tierra, ¿y puedes reír?"[4]

Referencias