Diferencia entre revisiones de «Atributo (gramática)»

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| título = Diccionario de Filosofía. 4 Tomos
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| editorial =JOSE GONZALEZ
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Revisión del 01:48 9 feb 2010

El atributo en gramática es la aposición por medio de un adjetivo, que expresa cualidad de un sustantivo o de un verbo sustantivado o de una proposición o de un complemento. Dicha cualidad, como predicado es algo inherente al propio ser del sujeto o del objeto y no de forma meramente accidental. El atributo no cambia mientras no cambie la esencia, o el carácter de alguna forma definitorio de la realidad del sujeto al que se le atribuye dicho predicado.
Ej:
“El alma es inmortal”. “El alma inmortal de Jesús”
“Pedro es simpático”. “Pedro, simpático y valiente, murió.”

El atributo como predicado de la oración copulativa

El atributo es una función con que la sintaxis es tradicional. Es un sintagma que siempre acompaña a los verbos copulativos (ser, estar, parecer, semejar y resultar en español) y que se refiere al mismo tiempo al sujeto, con el que concuerda en género y número.

Para identificarlo correctamente, hemos de saber lo siguiente:

  • En ocasiones se puede sustituir por el pronombre “lo es"
  • A veces admiten la sustitución por el adverbio “así”.

Ej:
Juan es testarudoJuan es así.

  • Siempre va detrás del verbo.
  • Es imprescindible para la oración.

En el análisis sintáctico de las oraciones copulativas, el atributo ha de ser considerado como parte del predicado (junto con el verbo copulativo y los otros complementos, si los hubiera).

El atributo puede ser un sintagma adverbial, un sintagma adjetival, un sintagma nominal, un sintagma preposicional que equivalga a un adjetivo, una oración sustantiva o una oración de relativo.

En una oración con predicado nominal, el verbo hace de cópula entre el sujeto y el atributo, entre los que se produce una relación de comparación. El verbo tiene tan poca información, que muchas veces se suprime y no se dificulta la comprensión de la frase (elipsis):

Ej.:
Jacinto, que es madrileño...Jacinto, madrileño...

En la segunda oración, el verbo (eres) está elíptico, permaneciendo la carga semántica de la oración invariable.

El verbo ser, el atributo y el lenguaje

Si, además de su función lingüística como sintaxis de copulación, en una relación de identidad, consideramos el verbo "ser" como expresión del fundamento lógico en el conocimiento de la realidad, hacemos una consideración filosófica.

No es suficiente considerar el verbo ser con una función meramente copulativa de identidad, de mera unión de un sujeto con un predicado. Cuando decimos, "Pedro corre" podríamos considerar dicha expresión como una atribución en el sentido de "Pedro es un ser que corre". La riqueza específica del español, con un sentido lógico verdaderamente expresivo, que no tienen otros idiomas, permite transformar ese verbo "ser", en estos casos en, "estar". "Pedro corre → Pedro está corriendo".

La problemática acerca de esta distinción ha cambiado profundamente de sentido en la actualidad respecto a la filosofía tradicional. Hoy el lenguaje tiene una consideración muy diferente de lo que ha sido su función lógica en la filosofía tradicional.

Hoy en día la oración simple enunciativa en su valor representativo o denotativo lógico se considera como una proposición lógica. La filosofía tradicional lo consideraba un juicio categórico en sentido aristotélico.[1]

La filosofía tradicional

La filosofía tradicional entendía que el lenguaje es la expresión de un conocimiento de lo real y, como expresión del conocimiento, si éste es verdadero, la expresión es verdadera. Es la función del lenguaje, como "manifestación de la verdad", que Aristóteles consideró como "lenguaje apofántico".

El atributo según el modo de pensar aristotélico es una cualidad de la sustancia y no meramente un predicado. Por eso no son lo mismo los accidentes que se predican de la sustancia como atribución que los que, sin pertenecer a la esencia, se predican circunstancialmente. No es lo mismo predicar de un triángulo que sus ángulos suman dos rectos, que decir que es de color rojo.[2]​ No es lo mismo decir que “Pedro es simpático”, que decir que “es (está) cansado”.

A los primeros se les llama propiamente atributos o “predicados por sí mismos” como los llama Aristóteles.[3]

Un mismo predicado en unos casos puede ser esencial y en otros no. “Pedro está blanco” (por un susto), mientras “la nieve es blanca”. Pedro cambiará de color cuando se le pase el susto, pero la nieve siempre será blanca.

Esta problemática tuvo especial relevancia entre los escolásticos en su referencia a Dios; pues si bien en las criaturas existía dicha distinción entre esencia y atributos, en dios tal diferencia no era posible, como simplicidad absoluta lo que daba lugar a muchas disquisiciones sobre el tema.

El racionalismo

Más importancia tuvo el uso que de este término hicieron los racionalistas debido a la noción de sustancia que concibieron y definieron como “aquello que no necesita de otra cosa para existir”. Descartes, y sobre todo Spinoza, consideraron que el atributo era algo inseparable de la esencia de su sujeto, oponiendo el atributo al modo, entendido éste como circunstancial.

Para los racionalistas los atributos constituían algo esencial unido a la sustancia de manera radical. Para los racionalistas las sustancias quedaron divididas de modo absoluto por dos atributos esenciales: el pensamiento y la extensión. Considerando los demás predicados como “modos de la sustancia”.

De este modo el mundo de la conciencia como subjetividad quedaba radicalmente separada del mundo de la materia concebida como extensión. Cuestión que por un lado fundó el “subjetivismo” como problema del conocimiento, pero al mismo tiempo sirvió de fundamentando al “mecanicismo” que tanta importancia tuvo en el desarrollo de la física y la ciencia moderna.[4]

El racionalismo, debe entenderse también como: Doctrina filosófica cuya base es la omnipotencia e independencia de la razón humana.

El pensamiento actual

Hoy, respecto a la filosofía tradicional, lo mismo que con respecto al racionalismo, no tenemos una tal aspiración en el conocimiento de la realidad. Creemos que eso no es posible.

Nuestro conocimiento es interpretativo y el lenguaje constituye un “segundo sistema de señales”. El concepto de verdad es considerado como una aplicación metalingüística.

Por ello la dimensión filosófica del atributo, como esencia o señal de identidad, no tiene la importancia que ha tenido a lo largo de la historia.

El pensamiento actual no plantea estos problemas, o los considera falsos problemas, problemas metafísicos. La función del lenguaje en su dimensión denotativa no se toma en función de una relación de los términos sujeto y predicado en orden a una atribución, sino como interpretación de un hecho percibido en un contexto global de significado.

La expresión lingüística como denotación de un conocimiento en su relación con la realidad no se considera directa, por lo que la “objetividad” del lenguaje necesita de una mediación; una “hermenéutica” concreta en la situación en la que se produce la expresión, para la cual el mero análisis sintáctico no es suficientemente esclarecedor.

Notas

  1. Véase la problemática de la lógica silogística en silogismo
  2. Met. Δ 30. 1025 a 30
  3. An. Post. I, 22, 83b 19
  4. Véase Lógica empírica

Bibliografía

  • Ferrater, J. (1979). Diccionario de Filosofía. 4 Tomos. BARCELONA. ALIANZA EDITORIAL. 

Ver tambièn