Diferencia entre revisiones de «Alejandro I de Rusia»

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'''Alejandro I de Rusia''' (en [[Idioma ruso|ruso]] ''Александр I Павлович''). Nacido en [[San Petersburgo]] el [[23 de diciembre]] de [[1779]] y fallecido en [[Estambul]] el [[1 de diciembre]] de [[1825]]). Fue [[Zar]] de [[Rusia]] desde el 23 de marzo de [[1801]], Rey de [[Polonia]] desde [[1815]] y el primer ''[[Gran Duque de Finlandia]]''.
'''Alejandro I de Rusia''' (en [[Idioma ruso|ruso]] ''Александр I Павлович''). Nacido en [[San Petersburgo]] el [[23 de diciembre]] de [[1777]] y fallecido en [[Taganrog]] el [[1 de diciembre]] de [[1825]]). Fue [[Zar]] de [[Rusia]] desde el 23 de marzo de [[1801]], Rey de [[Polonia]] desde [[1815]] y el primer ''[[Gran Duque de Finlandia]]''.





Revisión del 11:42 7 ene 2010

Alejandro I
Emperador y Autócrata de Todas las Rusias
Reinado
23 de marzo de 1801-1 de diciembre de 1825
Predecesor Pablo I
Sucesor Nicolás I
Información personal
Otros títulos Gran Duque de Finlandia
Rey de Polonia
Coronación 23 de marzo de 1801
Nacimiento 23 de diciembre de 1777
San Petersburgo, Rusia
Fallecimiento 1 de diciembre de 1825
Taganrog, Rusia
Familia
Dinastía Dinastía Románov
Padre Pablo I
Madre Sofía Dorotea de Württemberg
Consorte Luisa de Baden
Hijos María Aleksándrovna
Isabel Aleksándrovna
Zenaída Narýshkina
Sofía Narýshkina
Emanuel Naryshkin

Firma Firma de Alejandro I

Alejandro I de Rusia (en ruso Александр I Павлович). Nacido en San Petersburgo el 23 de diciembre de 1777 y fallecido en Taganrog el 1 de diciembre de 1825). Fue Zar de Rusia desde el 23 de marzo de 1801, Rey de Polonia desde 1815 y el primer Gran Duque de Finlandia.


Alejandro por Vladímir Borovikovski

Biografía

Alejandro era hijo del Gran Duque Pablo Petróvich, después Zar Pablo I, y de su esposa la princesa alemana María Fiódorovna, hija del Duque de Wurtemberg, además de nieto de Catalina la Grande. Crecido en la atmósfera de libre pensamiento de la corte de Catalina la Grande, fue instruido en los principios de Rousseau por su tutor suizo, Frederic Caesar de Laharpe. De su gobernador militar, Nikolái Saltykov, aprendió las tradiciones de la autocracia rusa, mientras su padre le inspiraba su propia pasión por los desfiles militares y le enseñaba a combinar un teórico amor por la Humanidad con un desprecio práctico por el hombre. Estas tendencias contradictorias permanecieron en su carácter a lo largo de su vida, revelándose en las fluctuaciones de su política e influyendo a través suyo el destino del mundo.

Estableció amistad con Napoleón por un periodo de tiempo muy breve, pero por presión de los nobles y de los familiares la alianza se rompió y Alejandro se convirtió nuevamente en enemigo de Francia.

Elizabeth Alexeievna, esposa del zar Alejandro I.

Matrimonio

Alejandro contrajo matrimonio con Luisa de Baden (bautizada como Elizaveta Alekséyevna) con la que solamente tuvo dos hijas, que murieron a corta edad.


Descendencia

De su esposa la zarina Elizaveta Alekséyevna tuvo dos hijas que no llegaron a la adultez:

  • 1. -María Aleksándrovna, gran duquesa de Rusia (1799-1800).
  • 2. -Elisaveta Aleksándrovna, gran duquesa de Rusia (1806-1808).

Además tuvo nueve hijos naturales con varias amantes:

Con Sofía Vsevoloisky (1775-1848):

  • Nikolái Lúkash (11 de diciembre de 1796 – 20 de enero de 1868)

Con María Narýshkina (1779-1854)

  • Zenaída Narýshkina (1806 - 18 May 1810)
  • Sophía Narýshkina (1808 - 18 June 1824)
  • Emanuel Narýshkin (30 July 1813 – 31 December 1901)

Con Margarita-Josefina Weimer (1787-1867):

  • María Aleksándrovna Paríiskaya (1814 - 1874)
  • Guillermina Alejandrina Alexandrov (1816 - 1863)

Con Verónica Dzierzanowska

  • Gustavo Ehrenberg (1818 – 1895)

Con la princesa Bárbara Tourkestanova (1775 - 1819):

  • María Turkestánova (1819 – 1843)

Con María Ivánovna Katachárova (1796-1824):

  • Nikolái Vasílievich Isákov (1821 – 1891)

Reinado

El 23 de marzo de 1801, Alejandro llegaba al trono tras ser asesinado su padre. Los conspiradores lo permitieron entrar a su círculo, convenciéndolo de que no lo van a matar, sino forzarlo a abdicar para que Alejandro tomara el poder. Cuando resultó diferente, Alejandro sentiría un gran remordimiento y culpabilidad por haberse convertido en emperador mediante un crimen. Esto explicaría su inclinación progresiva hacia la Iglesia Ortodoxa después de las Guerras Napoleónicas y sus políticas conservadoras desde entonces hasta su fallecimiento.

Desde el primer momento mostró su intención de desarrollar un papel importante en la escena mundial, y puso todo el ardor de la juventud en la tarea de hacer realidad sus ideales políticos. Al mismo tiempo que retenía a algunos de los viejos ministros que habían servido al derrocado emperador Pablo I, uno de los primeros actos de su reinado fue el nombramiento del 'Comité Privado', también llamado irónicamente el '«Comité du salut public»', formado por sus jóvenes y entusiastas amigos (Víctor Kochubéi, Nikolái Novoséltsev, Pável Stróganov y Adam Jerzy Czartoryski), con el objeto de dar forma al esquema de las reformas internas. Más importante aún, el liberal Mijaíll Speranski se convirtió en uno de los más cercanos consejeros del Zar, trazando muchos planes de reforma.

Sus intenciones, inspiradas en la admiración por las instituciones inglesas, sobrepasaban las posibilidades de la época, e incluso tras haberlas elevado a nivel ministerial, pocas de estas reformas llegaron a hacerse realidad. Rusia no estaba madura para la libertad, y Alejandro, discípulo del revolucionario Laharpe, era, como él mismo decía, un feliz accidente en el trono de los zares. Lo cierto es que se quejaba amargamente del «estado de barbarismo en el que había quedado el país debido al tráfico de hombres».

«tres mil campesinos habían sido vendidos como si de una bolsa de diamantes se tratara. Si nuestra civilización estuviera más avanzada, aboliría la esclavitud aunque me costara la cabeza»

Alejandro se quejaba de que la corrupción generalizada le había dejado sin hombres, y al cubrir los puestos administrativos gubernamentales con alemanes y otros extranjeros acentuaba la resistencia de los viejos rusos a estas reformas. Este reinado, que había comenzado con grandes promesas de mejoras, terminó apretando aún más si cabe las cadenas que oprimían al pueblo de Rusia, más consecuencia de los defectos del Zar que de la corrupción y el atraso del modo de vida ruso. Su amor por la libertad se demostró irreal, a pesar de parecer sincero. Su vanidad aumentaba al presentarse ante el mundo como el benefactor de su pueblo, pero a su liberalismo teórico se unía un carácter autócrata, sin que esto le representara ninguna contradicción.

«¡Siempre quieres instruirme!», exclamaba ante Derzhavin, su ministro de justicia, «¡Pero yo soy un emperador autócrata y lo seré, y nada más!». El Príncipe Czartoryski escribió: «Podría haber acordado graciosamente que cada cual pudiera ser libre, si cada uno escogiera libremente serlo»

Sin embargo, su temperamento, unido a la falta de firmeza en sus propósitos, le hizo posponer aquellas medidas cuyos principios había apoyado públicamente.

Legislación

La codificación de las leyes iniciada en 1801 no terminó de llevarse a cabo durante su reinado. Nada se hizo para remediar la situación del campesinado ruso. La constitución esbozada por Mikhail Speransky y aprobada por el Emperador quedó sin firma. Alejandro, de hecho, poseyó en gran medida de todas las características tiránicas, como la desconfianza en la capacidad de su pueblo para tener una opinión independiente. Le faltó también el primer requisito para ser un soberano reformista: la confianza en sus súbditos; y fue esto lo que vició las reformas que se llevaron a cabo. Experimentó en las provincias periféricas de su imperio, y los rusos hicieron notar con murmuraciones poco discretas que, no contento con gobernar mediante extranjeros, ahora concedía a Polonia, Finlandia y las provincias bálticas los beneficios que a ellos se les negaban.

Reformas

También en Rusia, cómo no, se llevaron a cabo ciertas reformas, aunque no pudieron sobrevivir a las sospechosas interferencias del autócrata y sus funcionarios. El recientemente creado Consejo de ministros y el Consejo de Estado, bajo el gobierno de un Senado, dotados por primera vez con ciertos poderes teóricos, se convirtieron finalmente en simples instrumentos esclavos del zar y sus favoritos del momento. El elaborado sistema educativo, cuya culminación fue la reconstrucción o la fundación de las universidades de Dorpat, Vilna, Kazán y Járkov, fue estrangulado en aras del «Orden» y de la «Piedad Ortodoxa».

Mientras, las colonias militares que Alejandro había proclamado como una bendición para los soldados y para el Estado, eran forzadamente constituidas por poco dispuestos campesinos y militares con crueldad. Incluso la «Sociedad de la Biblia», a través de la cual el Emperador en su celo evangélico se había propuesto bendecir a su pueblo, fue conducida bajo las mismas líneas despiadadas de actuación. El arzobispo de la Iglesia Católica y los Ortodoxos fueron forzados a servir en estos comités junto a pastores protestantes y predicadores de las aldeas, intentando hacer respetar los textos de los documentos tradicionales de la iglesia, y haciendo recordar que cualquier intento de trasgresión de los mismos era un pecado mortal. Pronto, los comités se convirtieron en los instrumentos indeseados de lo que ellos mismos llamaron «el trabajo del Demonio».

A pesar de presiones tremendas, no pudo abolir la servidumbre en Rusia, una reforma que él mismo favorecía pero tenía miedo de provocar problemas con los nobles. La servidumbre ya era un gran problema por mucho tiempo, y ha sido el principal obstáculo para que Rusia viviera la Revolución Industrial que se estaba llevando a cabo en el Occidente.

Política europea

El zar Alejandro

Las grandes cuestiones de la política europea atraían mucho más a Alejandro que los intentos de reformas internas que, en el fondo, herían su orgullo al demostrarle los estrechos límites de su poder absoluto. Ya al día siguiente de su ascenso al trono, había revertido la política de Pablo, denunciando a la «Liga de Neutrales», e hizo la paz con el Reino Unido de la Gran Bretaña (abril de 1801), al mismo tiempo que abría negociaciones con Francisco I. Entabló en Memel una estrecha alianza con Prusia, aunque no por motivos políticos, como se jactaba en decir, sino por su espíritu de auténtica caballerosidad, además de por la amistad que le unía al joven rey Federico Guillermo III y su bella esposa Luisa de Mecklenburgo-Strelitz. El desarrollo de esta alianza fue interrumpido por la breve paz con Francia de octubre de 1801, y durante un tiempo pareció que Rusia y Francia podrían llegar a un entendimiento. Llevado por el entusiasmo de Laharpe, que había vuelto a Rusia desde París, Alejandro empezó a proclamar abiertamente su admiración por las instituciones francesas y por la persona de Napoleón Bonaparte. Sin embargo, pronto sobrevendría un cambio. Laharpe, tras una nueva visita a París, presentó al Zar sus reflexiones sobre la verdadera naturaleza del consulado vitalicio, del cual decía Alejandro que le levantó la venda de sus ojos y le reveló a un Bonaparte que no era un verdadero patriota, sino sólo «el más famoso tirano que el mundo había producido». Su desilusión fue ya completa tras el asesinato del Duque de Enghien. La corte rusa se puso de luto por el último de los Príncipes de Condé, y se cortaron las relaciones diplomáticas con París.

Después del Congreso de Viena, que reordenaba el escenario europeo tras el periodo napoleónico, Alejandro I patrocinó la Creación de la Santa Alianza en septiembre de 1815 al aliarse con Austria y Prusia en la defensa del régimen monárquico y antiliberal.

Perfil de su personalidad

Autócrata y jacobino, hombre de mundo y persona mística, aparecía ante sus contemporáneos como un acertijo que cada uno interpretaba de acuerdo con su propio temperamento. Napoleón dijo de él que era un «bizantino sospechoso». Para Metternich era un loco. Castlereagh, escribiendo de él a Lord Liverpool, daba crédito a sus «grandes cualidades», pero añadía que era «sospechoso e indeciso».

Al oponerse a Napoleón, «el opresor de Europa y el turbador de la paz mundial», Alejandro se creía imbuido por una misión divina. En sus instrucciones a Novoséltsev, su enviado especial a Londres, el Zar exponía las elaboradas motivaciones de su política en un lenguaje que apelaba al sentido común del primer ministro, Pitt, igual que haría posteriormente en el Tratado de la Santa Alianza con el ministro de asuntos exteriores, Castlereagh. Aún hoy, el documento es de gran interés, ya que en él encontramos por primera vez formulado en un despacho oficial estos exaltados ideales de su política internacional que jugarían un papel importante en los asuntos mundiales al cerrarse la época revolucionaria y que fue publicado a finales del siglo XIX en la recopilación de Nicolás II y la conferencia de La Haya. El motivo de la guerra, argumentaba Alejandro, no fue sólo la liberación de Francia, sino «el triunfo universal de los sagrados derechos de la humanidad».

Misterio sobre su muerte

Alejandro falleció el ¿1 de diciembre? de ¿1825? en ¿Taganrog?, su tumba se halla en San Petersburgo. La muerte del zar siempre estuvo cubierta de sospechas. Presuntamente murió durante un viaje a Crimea, y circuló la leyenda de que había fingido la muerte para retirarse a hacer vida de ermitaño (bajo el nombre de Fédor Kusmitch). Su tumba, abierta en 1926, fue encontrada vacía.

Notas

Todas las fechas indicadas están basadas en el calendario gregoriano. En el siglo XVIII, el calendario ruso estaba atrasado del de Occidente por unos 11 días, 12 días en el XIX y 13 días a principios del siglo XX. No sería hasta 1918, después de la Revolución, cuando se ajustó el calendario ruso al de Occidente.


Véase también

Enlaces externos


Predecesor:
Pablo I
Zar de Rusia
1801 - 1825
Sucesor:
Nicolás I