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Trabajaban la piedra, la madera, los huesos y nervios de ballena, las conchas de los mariscos y las pieles de nutria y foca. Con estos elementos confeccionaban flechas, arcos, hondas, arpones y cuchillos para trabajar los troncos con los que fabricaban sus canoas. Con fibras vegetales y de los animales fabricaban cestos y canastillos. El metal sólo lo conocieron por su contacto con el hombre blanco.
Trabajaban la piedra, la madera, los huesos y nervios de ballena, las conchas de los mariscos y las pieles de nutria y foca. Con estos elementos confeccionaban flechas, arcos, hondas, arpones y cuchillos para trabajar los troncos con los que fabricaban sus canoas. Con fibras vegetales y de los animales fabricaban cestos y canastillos. El metal sólo lo conocieron por su contacto con el hombre blanco.

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Edén Wellington en 1947,último de la derecha (Archivo John Ramírez,Stgo, Chile)
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=== Presencia ocasional en Argentina ===
=== Presencia ocasional en Argentina ===

Revisión del 02:04 14 jun 2009

Mujer kawésqar vendiendo artesanías a los visitantes de Puerto Edén, al sur de Chile
Parte sur del territorio kawésqar
Estrecho de Magallanes y territorio sur de los kawésqar

Los kawésqar, kawéskar, kawashkar, alacalufes o alakalufes (nombre posiblemente derivado del apodo peyorativo en yagán: halakwulup o halakwoolip, comedores de mejillones, cuya difusión algunos investigadores atribuyen al navegante inglés Roberto Fitz Roy), son indígenas, nómades canoeros que recorrían los canales de la Patagonia chilena, entre el Golfo de Penas y el Estrecho de Magallanes; también se desplazaban por los canales que forman las islas que quedan al oeste de la Tierra del Fuego y al sur del estrecho.

Su idioma es el kawésqar, nombre con el que ellos se autodenominan. En su idioma, esta palabra significa "persona" o "ser humano". El nombre alacalufe, originalmente puede haber tenido una intención despectiva y ellos no lo usan.

Etimología

Kawésqar significa "de piel y hueso" y era el nombre con que ellos se autodenominaban. Alacalufe fue el nombre que les dio, al parecer, el marino inglés Robert Fitz Roy, nombre que perduró hasta mediados del siglo XX en que el gobierno de Chile comenzó a emplear oficialmente la denominación kawésqar para referirse a esta etnia.

Origen

Hay dos hipótesis sobre su llegada a los lugares de poblamiento. Una, que procedían del norte siguiendo la ruta de los canales chilotes y que atravesaron hacia el sur cruzando el istmo de Ofqui. La otra es que procedían desde el sur y a través de un proceso de colonización y transformación de poblaciones cazadoras terrestres procedentes de la Patagonia Oriental poblaron las islas del Estrecho de Magallanes y subieron por los canales patagónicos hasta el Golfo de Penas.

Ubicación geográfica

El área que ocupaban para sus desplazamientos es enorme, pero se puede decir que giraban alrededor de dos puntos. Uno en la ribera sur del Estrecho de Magallanes, en la isla Clarence y el otro en la parte sur del Golfo de Penas en el islote Solitario en el Archipiélago de las Guaitecas. La causa de esta focalización fue la obtención del fuego.[cita requerida] Los kawésqar necesitaban el fuego para calentarse y con el pasar de los siglos descubrieron estos dos puntos donde había pirita de hierro, mineral con el que lograban las chispas necesarias para encenderlo. Ver Técnicas para hacer fuego

Historia

Los antecesores de los kawésqar llegaron a su área de nomadismo hace unos 6.000 años. Fueron descritos por algunos navegantes como pequeños, feos, flacos y de un hedor insoportable. En el siglo XVI cuando establecieron sus primeros contactos con el hombre blanco, se estima que eran unas 2.500 a 3.000 personas. A fines del siglo XVIII comenzaron a llegar a la zona una gran cantidad de barcos balleneros y loberos, especialmente de nacionalidad inglesa y estadounidense. A contar de esta época empezaron a contraer las enfermedades que pronto los llevarían a su declinación numérica.

Los europeos, desde su primer contacto, consideraron a los indígenas patagónicos como salvajes dignos de estudio[cita requerida]. A partir de 1871 comenzó la exhibición de indígenas vivos en ciudades europeas y norteamericanas, costumbre que cesó a comienzos del siglo XX. Familias completas de las etnias kawésqar, yagán, selknam y mapuche fueron exhibidas en Francia, Inglaterra, Bélgica y Alemania. Llegaban por encargo de sociedades científicas y por comerciantes que lucraban con su exhibición al público. Los viajes duraban entre cuatro y seis meses y en ellos los indígenas solían enfermar y morir.

A fines del siglo XIX misioneros salesianos obtuvieron la concesión de la isla Dawson donde establecieron una misión con el propósito de evangelizar, “proteger y cuidar” a los indígenas de la zona, con ello comenzó el proceso de transformación de su vida nómada en sedentaria y el cambio de sus hábitos ancestrales, como la vestimenta, dejando de usar el aceite de lobo marino y la capa que los protegía del agua de la lluvia y del frío, debiendo usar ropa occidental, la que al estar permanentemente húmeda les trajo nuevas enfermedades. En 1900 se estimaba una población de 1.000 kawésqar la que 1924 había descendido a 250.

En 1937 el Gobierno chileno, mediante la Fuerza Aérea de Chile estableció una estación en Puerto Edén. Su primer jefe fue el sargento Carlos Gaymer Gómez, quien llegó con su esposa Raquel Verdugo Rojas y su suegra Matilde Rojas. El sargento Gaymer y su familia permanecieron en Puerto Edén hasta abril de 1950 en forma ininterrumpida, la señora Matilde falleció en 1949 y fue sepultada en el cementerio de Puerto Edén. Durante estos 12 años la familia dedicó sus esfuerzos a educar y capacitar a los kawésqar que llegaron a vivir alrededor del puesto. La familia Gaymer Verdugo durante ese período adoptó a dos niños: Ana Rosales Ulloa y a Carlos Edén Maidel, Peteyem, que en 2007 reside en Nueva York, USA.

A fines del año 1940, el gobierno autorizó que un joven kawésqar de 10 años de edad que destacaba por su vivacidad e inteligencia, con la autorización de sus padres, fuera trasladado a Punta Arenas para estudiar bajo la tutela de los sacerdotes salesianos. El presidente de la república Pedro Aguirre Cerda supo de este caso y decidió apadrinar a Lautaro Edén Wellington, Terwa Koyo y dispuso que fuera trasladado a Santiago para terminar su enseñaza de humanidades. Lautaro en 1947 entró a la Escuela de Especialidades de la Fuerza Aérea. En 1948 contrajo matrimonio con la enfermera Raquel Toro Vilches y en 1949 regresó con el grado de cabo 2º mecánico, siendo destinado a la estación de Puerto Edén. Terwa Koyo viajó sin su esposa y al encontrarse entre su pueblo, comenzó a tratarlos como una tropa, mandándoles hacer ejercicios militares y trabajos de acarreo de tierra, cosa que ellos aceptaron de buen grado, pues habían llegado a admirarlo.[1]​ A los pocos meses desertó regresando a la vida nómada de sus antepasados. Prácticamente toda la población joven de Puerto Edén lo siguió. Lautaro falleció en 1953 al hundirse su chalupa. Fue una persona admirada por sus compañeros.

Por esa misma época, frecuentaban la zona loberos chilotes, quienes en muchas ocasiones cometieron asesinatos, violaciones y secuestros de kawésqar.

En 1992 había unos 60 indígenas que vivían en Punta Arenas y la mayor parte en Puerto Edén. En el 2000 se estimaba que no quedaban más de 17 kawésqar puros.

Existen unas quince personas que se consideran pertenecientes a este pueblo [cita requerida]. A lo largo del tiempo han experimentado una profunda transformación cultural y social. Actualmente, su lengua y sus tradiciones han disminuido mucho, llegando a temerse su desaparición definitiva.

La muerte de Jérawr Asáwer, rebautizada como Fresia Alessandri Baker, el 26 de octubre de 2003, recibió cobertura de la prensa, como un ejemplo de la disminución poblacional de este pueblo. El 5 de agosto de 2008, falleció Alberto Achacaz Walakial, de 79 años aproximadamente, el más anciano de los kawésqar sobrevivientes.

Cultura

Organización social

La unidad base era la familia, la que se desplazaba sola en su canoa en búsqueda de su alimento, ocasionalmente se agrupaban dos o tres familias para tareas específicas. Cuando estaban en tierra hacían una choza muy liviana con armadura de madera, roble o canelo la que era cubierta con pieles de foca o nutria.

La canoa

La canoa era la pieza más importante y apreciada de su patrimonio material. Era fabricada con cortezas, preferentemente de coigüe. Su longitud era variable, entre 8 ó 9 metros y en ella podía acomodarse una familia. La canoa era además de un medio de transporte una verdadera vivienda flotante, pues en ella pasaban buena parte del tiempo. En el siglo XX y por influencia de los loberos chilotes, empezaron a contruir canoas de un tronco ahuecado, a semejanza de los bongos de Chiloé.

Creencias

Creían en un ser bueno, Alep-láyp o según otros Arca kercis, espíritu bueno al cual le daban gracia cuando a causa de un naufragio recibían copioso alimento y herramientas de fierro o cuando una ballena se varaba en una playa a morir. Ayayema, el espíritu del mal. Kawtcho, es el espíritu rondador de la noche Mwomo espíritu del ruido, el que produce las avalanchas de nieve.

Ritual de sanación y funeral

Cuando alguien se enfermaba gravemente en su grupo, después de que los curanderos trataran de sanarlo quebrándole una lanza en su espalda, apretando el lugar enfermo, luego chuparlo y al final soplarlo hacia el cielo. Si los cuidados y los ritos no tenían efectos positivos el enfermo era abandonado para que pasara solo sus últimos momentos. Rara vez enterraban a los muertos, en vez de eso, doblaban el cuerpo y lo envolvían en una piel y entre cuatro cuerdas, después se les metía al mar dentro de una canoa con piedras para que se hundiera. En ocasiones se dejaba el cuerpo dentro de una caverna o bajo un roquerío en cuclillas.

Vestimenta

Se vestían con una capa de pieles de nutria o de foca que les cubría los hombros y la espalda, la amarraban al cuello con tiras de cuero o fibra.

Alimentación

Eran eminentemente carnívoros. Se alimentaban de lobos marinos, focas y nutrias. Eventualmente de ballena que encontraban varada en una playa, lo que daba ocasión para que se reunieran por varias semanas y a veces meses, varias familias a disfrutar del festín.

Herramientas

Trabajaban la piedra, la madera, los huesos y nervios de ballena, las conchas de los mariscos y las pieles de nutria y foca. Con estos elementos confeccionaban flechas, arcos, hondas, arpones y cuchillos para trabajar los troncos con los que fabricaban sus canoas. Con fibras vegetales y de los animales fabricaban cestos y canastillos. El metal sólo lo conocieron por su contacto con el hombre blanco.

Lautaro Edén y su esposa. Fotografía conservada por el Suboficial Mayor John Ramírez (Archivo John Ramírez,Stgo, Chile) Curso 1945 - 1947. Edén es el quinto hombre de izquierda a derecha, primera fila (Archivo John Ramírez,Stgo, Chile)

Edén Wellington en 1947,último de la derecha (Archivo John Ramírez,Stgo, Chile)

Presencia ocasional en Argentina

Los alacalufes vivían en el actual territorio chileno, pero debido a la cercanía, ocasionalmente se hallaban en áreas hoy pertenecientes a Argentina. No establecieron asentamientos permanentes en esos territorios, pero las razones principales de su ocasional presencia allí, tal vez debieron ser por motivo del comercio con los onas, tehuelches y yámanas (con estos últimos también establecieron algunos lazos familiares). La bibliografía argentina frecuentemente incluye a los alacalufes entre los pueblos originarios de su territorio, sin embargo, su presencia en él fue sólo transitoria.

Bibliografía

  • E. Lucas Bridges (1952). El último confín de la tierra. Buenos Aires - Argentina: Emecé Editores S.A. 
  • Alberto de Agostini (1956). Treinta años en Tierra del Fuego. Buenos Aires - Argentina: Ediciones Preuser. 
  • J. Emperaire (2002). Los nómades del mar. SANTIAGO - CHILE: Lom ediciones. 27.028. 
  • A. Laming (1957). En la patagonia confín del mundo. Santiago - Chile - Editorial del Pacífico S.A. 
  • Fresia Barrientos M. (2005). Pueblos originarios de Chile. Santiago - Chile - Universidad Academia de Humanismo Cristiano. 956-7382-09-3. 
  • Peter Mason y Christián Báez (2006). Zoológicos humanos. 

Referencias

  1. Joseph Emperaire, Joseph. 1963. "Los nómades del mar". Santiago: Universidad de Chile. 263 p.

Enlaces externos