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Francisco de Asís (en italiano Francesco d'Assisi) (Asís, Italia, 1181/1182 - Ídem, 3 de octubre de 1226) fue un santo italiano, fundador de la Orden Franciscana y de una segunda orden conocida como Hermanas Clarisas, ambas surgidas bajo la autoridad de la Iglesia Católica en la Edad Media, al contrario de otras hermandades –como los cátaros- que fueron consideradas herejes. De ser hijo de un rico comerciante de la ciudad en su juventud, pasó a vivir bajo la más estricta pobreza y observancia del Evangelio. En Egipto, intentó infructuosamente la conversión de musulmanes al cristianismo.

Su vida religiosa fue austera y simple, por lo que animaba a sus seguidores a hacerlo de igual manera. Tal forma de vivir no fue aceptada por algunos de los nuevos miembros de la orden mientras ésta crecía; aún así, Francisco no fue reticente a una reorganización. Es el primer caso conocido en la historia de estigmatizaciones visibles y externas.[1]​ Fue canonizado por la Iglesia Católica en 1228, celebrándose su festividad el 4 de octubre. Es conocido también como el poverello («pobrecillo»).

Contexto histórico

Cruz cátara, también cruz de Occitania.

En el siglo XII se concretaron cambios fundamentales en la sociedad de la época: el comienzo de las Cruzadas, el incremento demográfico y la afluencia del oro, entre otros motivos, influyeron en el incremento del comercio y el desarrollo de las ciudades. La economía seguía teniendo su base fundamental en el campo dominado por el modo de producción feudal, pero los excedentes de su producción se canalizaban con mayor dinamismo que en la Alta Edad Media. Aunque todavía no se estaba produciendo una clara transición del feudalismo al capitalismo y los estamentos privilegiados (nobleza y clero) seguían siendo los dominantes, como lo fueron hasta la Edad Contemporánea, los burgueses (artesanos, mercaderes, profesionales liberales y hombres de negocios) comenzaban a tener posibilidades de ascenso social. La Iglesia, protagonista de ese tiempo, también se vio influenciada: no eran pocas las críticas a algunos de sus ministros que se preocupaban más por el crecimiento patrimonial y sus relaciones políticas de conveniencia.

Debido a ello, diversos movimientos religiosos surgieron en rechazo al estado de la iglesia en esa época o se dedicaron a vivir más de acuerdo a los postulados de una vida pobre y evangélica.[2]​ Algunos de ellos crecieron afuera de la institución y vivieron a su manera; éstas fueron rechazadas hasta el punto de considerarlas herejes. Los Cátaros, por ejemplo, predicaban entre otras cosas el rechazo a los sacramentos, las imágenes y la cruz.[3]​Otras organizaciones como la creada por Francisco de Asís, por el contrario, nacieron bajo sumisión a la autoridad católica.

Infancia y juventud

Nació bajo el nombre de Giovanni. Sus padres fueron Pedro Bernardone y Donna Pica, provenzal; tuvo al menos un hermano más, de nombre Angelo.[4]​ Su padre era un rico comerciante de paños que formaba parte de la burguesía de Asís y que viajaba constantemente a Francia a las ferias locales. Entre algunas versiones, fue la afición a esta tierra por la cual su padre le nombró después como Francesco o el francesito, también es probable que el pequeño fuera conocido después de este modo por su afición a la lengua francesa y los cantos de los trovadores.[5]

Francisco recibió una educación regular de la época en la que aprendió latín. De joven se caracterizó por su vida despreocupada: no tenía reparos en hacer gastos cuando andaba en compañía de sus amigos en sus correrías periódicas y en dar pródigas limosnas;[6]​ como cualquier hijo de un potentado tenía ambiciones de ser exitoso.

En sus años juveniles la ciudad ya estaba envuelta en conflictos para reclamar su autonomía del Sacro Imperio. En 1197 lograron quitarse la autoridad germánica, pero desde 1201 se enfrascaron en otra guerra contra Perugia, apoyada por los nobles desterrados de Asís. En la batalla del Ponte San Giovanni, en noviembre de 1202, Francisco fue hecho prisionero y estuvo cautivo por lo menos un año.[7]

Desde 1198 el pontificado se hallaba en conflicto con el Imperio, y Francisco formó parte de la armada papal bajo las órdenes de Gualterio de Brienne contra los germanos.[8]

Conversión

Estatua de San Francisco en Asís, representa a San Francisco regresando a la ciudad tras abandonar la guerra.

De acuerdo a los relatos fue en un viaje a Apulia (1205)[9]​ cuando marchaba a pelear, cuando durante la noche escuchó una voz que le recomendaba regresar a Asís. Así lo hizo y regresó ante la sorpresa de quienes lo vieron, siempre jovial pero envuelto ahora en meditaciones solitarias.

Empezó a mostrar una conducta de desapego a lo terrenal. Un día en que se mostró en un estado de quietud y paz sus amigos le preguntaron si estaba pensando en casarse, a lo que él respondió: Están en lo correcto, pienso en casarme, y la mujer con la que pienso comprometerme es tan noble, tan rica, tan buena, que ninguno de ustedes vio otra igual.[10]​ Hasta ese momento todavía ni siquiera él sabía exactamente el camino a tomar de ahí en adelante, fue después de reflexiones y oraciones que supo que la dama a quien se refería era la pobreza.

El punto culminante de su transformación se dio cuando convivió con los leprosos a quienes tiempo antes le parecía extremadamente amargo verlos.[11]​ Se enfrascó después en la reconstrucción de la capilla de San Damiano. Según los relatos lo hizo después de haber visto al crucifijo de esta iglesia decirle: Francisco, ve repara mi casa, que esta cayendo en ruinas.[12]​ Entonces decidió vender el caballo y mercancías de su padre en Foligno, regresó a San Damiano con lo ganado y se lo ofreció al sacerdote, pero este lo rehusó.

Su padre, al darse cuenta de la conducta de su hijo, fue molesto en su búsqueda, pero Francisco estaba escondido y no lo halló. Un mes después fue él mismo el que decidió encarar a su padre. En el camino a su casa, fue mal recibido por la gente que lo encontró, y creyéndolo un lunático, le lanzaron piedras y lodo.

Francisco ante las autoridades eclesiales

Su padre le reprendió severamente, tanto que le encadenó y lo encerró en un calabozo.[13]​ Al ausentarse aquel por los negocios, la madre le libró de las cadenas. Cuando regresó, fue ella quien recibió sus reprimendas y fue otra vez en búsqueda del muchacho en San Damiano, pero Francisco se plantó con calma y le reafirmó que enfrentaría cualquier cosa por amor a Cristo. Pedro, más preocupado por lo perdido en su patrimonio,[13]​ acudió a las autoridades civiles a forzarle a presentarse, pero el joven rehusó hacerlo con el argumento de no pertenecer ya a la jurisdicción civil, por lo que las autoridades dejaron el caso en manos de la iglesia.

Se sometió al llamado de la autoridad eclesial. Ante el requerimiento de devolver el dinero frente a su padre y al obispo de Asís, de nombre Guido, no sólo lo hizo, sino que se quitó los atuendos ante los jueces, proclamando a Dios desde ese momento como su verdadero Padre. Ante esto el obispo le abrazó y le envolvió con su manto.[14]

Comienzos de la orden

No se sabe con certeza cuantas iglesias reconstruyó; entre ellas a la que más estima tenía era la capilla de la Porciúncula. Allí fue donde recibió la revelación definitiva de su misión, probablemente el 24 de febrero de 1208,[15]​cuando escuchó estas palabras del evangelio: No lleven monedero, ni bolsón, ni sandalias, ni se detengan a visitar a conocidos... ( Lc., 10 ).[16]​ Así, cambió su afán de reconstruir las iglesias por la vida austera y la prédica del evangelio. Después de someterse a las burlas de quienes le veían, ahora su mensaje se estaba escuchado con atención, y al contrario de otros grupos reformadores de la época, el suyo no era un mensaje de ataques ni anatemas.

En unos meses sus discípulos eran once, Bernardo de Quintavalle, Pedro Catani, Gil, Morico, Bárbaro, Sabatino, Bernardo Vigilante, Juan de San Constanzo, Angelo Tancredo, Felipe y Giovanni de la Capella.[17]

Bajo la pobreza demandada por Francisco, los frailes hacían sus labores diarias atendiendo leprosos, empleándose para monasterios, casas particulares y trabajando para granjeros. Pero las necesidades cotidianas hacían la colecta de limosna inevitable, lo cual alentaba a hacerlo con alegría por haber elegido el camino de la pobreza. Comenzó también la expansión del mensaje evangélico, y para ello los organizó a viajar de dos en dos.[18]

Audiencia ante el Papa para la aprobación de la regla

Francisco de Asís en la pintura de Francisco Zurbarán

Hacia abril o mayo de 1209,[19]​ Francisco se decidió a presentarse ante el Papa Inocencio III para que éste le aprobara la primera regla de la orden. Para lo cual él y sus acompañantes emprendieron el viaje.

Fue bajo la intervención del obispo Guido de Asís que pudo tener audiencia con el Papa. Éste y otros cardenales objetaban el programa por el peligro de crear otra nueva organización debido a los movimientos anticlericales de la época y a la falta de organización de la orden; pero bajo la influencia del cardenal Juan de San Pablo y su apoyo pudo tener una nueva audiencia para considerar su aprobación.

El Papa aprobó la regla verbalmente al convencerse de que la ayuda de un hombre como él reforzaría la imagen de la iglesia con sus prédicas y práctica del evangelio. De esta primera regla no se conoce el contenido.[20]​ Fue por esta época (seis años después de su conversión según Celano)[21]​, que fundó junto a Clara de Asís la llamada segunda orden.

Rivo Torto

Al retornar, él y sus acompañantes se ubicaron en un lugar llamado Rivo Torto donde consolidaron sus principios de vivir en pobreza, conviviendo entre los campesinos locales y atendiendo leprosos; se hacían llamar a sí mismos Frailes Menores.

Después de la estadía, buscó sede para su orden; para ello buscó la ayuda del obispo Guido, pero no consiguió respuesta favorable. Fue un abad benedictino del monte Subasio quien le ofreció la capilla de Porciúncula y un terreno adyacente. Francisco aceptó, pero no como un regalo, por lo que daba como renta canastas con peces.[22]

Crecimiento y expansión

Francisco dando un sermón a las aves según fresco en la Basílica dedicada al santo.

Dentro del ánimo de la época de los viajes hacia el Este, hizo un intento de ir a Siria para la expansión del evangelio en la tierra de los llamados infieles. Esto sucedió probablemente a finales del año 1212 y nuevamente dos años más tarde, pero ambos se frustraron.[23]

Antes de 1215 el número de frailes se había incrementado, no sólo en Italia sino al sur de Francia y España. Viajaban de dos en dos y convivían con la gente; además, establecían ermitas en las afueras de las ciudades.[24]

Concilio de Letrán

Durante el Concilio de Letrán de 1215, la organización adquirió un fuerte estatus legal; en ese año se decretó que toda nueva orden debía adoptar la Regla de San Benito o la de San Agustín. Para los Frailes Menores no hubo necesidad de esto por haber sido aceptados seis años antes (aunque de palabra y no oficialmente). En este concilio el Papa Inocencio III tomó la letra Tau como símbolo de conversión y señal de la cruz;[25]​ de ahí en adelante el poverello fue devoto de este símbolo.[26]

En esa época, el cardenal Hugolino les ofreció a él y a Domingo de Guzmán la posibilidad de formar cardenales de las filas de sus órdenes. Francisco, según las crónicas de Tomás de Celano, acorde a sus principios respondió: Su eminencia, mis hermanos son llamados frailes menores, y ellos no intentan convertirse en mayores. Su vocación les enseña a permanecer siempre en condición humilde. Manténgalos así, aún en contra de su voluntad, si usted los considera útiles para la Iglesia. Y nunca, se lo ruego, permítales convertirse en prelados.[27]

Indulgencia en la Porciúncula

Bajo el pontificado de Honorio III en 1216, promovió la indulgencia de todo aquel que visitara la iglesia de Santa María de los Ángeles de Porciúncula. Obtuvo esa gracia del Papa para que ello fuera realizado una vez al año, bajo fuerte oposición puesto que pocos lugares podían tener esa gracia.[28]

Desde el año 1217[29]​ organizó capítulos en el que los Frailes Menores se reunían para el intercambio de experiencias; asimismo, para la organización apropiada de los territorios en el que los frailes se habían dispersado, organizó provincias.[30]

Viaje a Oriente

Captura de Damieta durante las cruzadas.

Hacia el capítulo de 1219, la orden tuvo sus primeras disensiones hacia las normas de pobreza dictadas por Francisco. Algunos persuadieron al cardenal Hugolino para que hablara ante él para que la orden fuera dirigida por hermanos más sabios[31]​ y de acuerdo a reglas como la de San Benito, a lo que el poverello se opuso recalcando la forma de vida de humildad y simplicidad.[31]​ La innovación de esta reunión fue la organización de misiones a las llamadas “tierras paganas”.

En 1219 se embarcó hacia el oriente, pasando por Chipre, San Juan de Acre y Damieta en el delta del Nilo, donde los cruzados estaban bajo la orden del duque Leopoldo VI de Austria. Allí, Francisco les previno que había sido alertado por Dios a no realizar ningún ataque, ante sus palabras los soldados se burlaron de él. El resultado de la batalla fue un desastre para los cruzados.[32]​ Continuó su estadía y el aprecio hacia su persona crecía, incluso algunos caballeros abandonaron las armas para convertirse en frailes menores.[33]

Frente al sultán de Egipto

Tomó como misión la conversión de los musulmanes. Para ello se acompañó del hermano Illuminato para adentrarse en esas tierras; al encontrarse con los primeros soldados sarracenos fue golpeado, pero inmediatamente pidió ser llevado ante el Sultán, siendo éste al-Malik al-Kamil.

Según las crónicas de Buenaventura el poverello, en su afán de convertirle al cristianismo, invitó a los ministros religiosos musulmanes a adentrarse con él en una fogata para así demostrar que religión era la verdadera, estos rehuyeron ante la propuesta. Francisco ofreció entrar solo y retó al Sultán a que si salía ileso se convertiría al cristianismo e incitaría a su pueblo a hacerlo; éste, al contrario, rehusó a la posibilidad de hacerlo. Al final sus pretensiones se frustraron.[34]​ Tiempo después obtuvo del sultán al-Mu'azzam de Damasco, hermano de al-Malik, permiso para visitar Siria y Tierra Santa.[35]

Crisis y reorganización

La organización durante su ausencia sufrió de crisis: disensiones, falta de organización y desacuerdos con la ruda vida diaria. El rumor de la muerte de Francisco en el oriente dio pie a implantar reformas, entre ellas, medidas disciplinarias, ayunos e incluso la institución de una casa de estudio en Bolonia; reformas que muchos consideraron contrarias a la idea original del fundador. Sabiendo de esto, fue ante el Papa Honorio III para designar al cardenal Hugolino para una reorganización de la orden.[36]

La nuevas disposiciones tuvieron un nuevo Ministro General, Elias Bombarone, y una nueva regla, la de 1221 (Regla no bulada) que entre otros temas trató el año de noviciado, prohibición de la práctica del vagabundeo y desobediencia ante órdenes contrarias a los principios franciscanos.[37]

La tercera orden

Ante el incremento de las vocaciones y el peligro de inclusión de gente de dudosa vocación espiritual, nació la llamada tercera orden para permitir a hombres y mujeres laicas vivir en una vida religiosa. Obtuvo su estatus legal en 1221 con la ayuda del cardenal Hugolino. Es en posteriores escritos que se rescata su contenido, porque el original se perdió. Consistía de trece capítulos en los que se regulaba la santificación personal de los terciarios, su vida social y organización de la fraternidad.[38]

Bajo influencia nuevamente de este cardenal, la orden reabrió el convento de Bolonia para el estudio, a pesar de la convicción de Francisco de la primacía de la oración y la prédica de los evangelios por sobre la educación formal.[39]

La regla definitiva

Bajo la insistencia de ministros de la orden, fue obligado a redactar una nueva regla, ya que opositores a la entonces vigente la consideraban con falta de consistencia y definición, como impedimento para obtener una definitiva aprobación del Papado. Nuevamente aceptó a las exigencias. Para ello se retiró dos veces a la ermita de Fonte Colombo cerca de Rieti, para redactar una definitiva regla bajo ayuno y oración.[40]​ El 29 de noviembre de 1223 con otra participación del cardenal Hugolino, la regla tuvo su definitiva forma[41]​ y fue aprobada por el Papa Honorio III.

Navidad en Greccio

Terminada la labor de aprobación de la regla definitiva decidió retornar a Umbría. Debido a la cercanía de la festividad de Navidad, a la que él tenía especial aprecio, quiso celebrarla de manera particular ese año de 1223; para ello convidó a un noble de la ciudad de Greccio, de nombre Juan, a celebrarlo en una loma rodeada de árboles y llena de cuevas en un terreno de su propiedad.

Pretendió que la celebración fuera hecha lo más similarmente posible a la natividad de Jesús, montando un pesebre con animales y heno; pobladores y frailes de los alrededores acudieron a la misa en procesión. Allí el poverello asistió como diácono y predicó un sermón; aunque no fue la primera celebración de este tipo, es considerada un importante evento religioso, una fiesta única.[42]

Los estigmas

La estimagtización según un fresco en la Basílica de San Francisco

Asistió en junio de 1224 a lo que fue su último capítulo general de la orden. Hacia principios de agosto resolvió hacer un viaje a un lugar aislado llamado monte Alverna a unos 160 kilómetros al norte de Asís; escogió para este viaje algunos de sus compañeros: Leo, Angelo, Illuminato, Rufino y Masseo, a quien el poverello puso al mando del grupo.

Estando en la cima fue visitado por el conde Orlando quien llevaba provisiones a los hermanos. Francisco le pidió construirle una cabaña a manera de celda donde después se aisló. En ese lugar Leo fue testigo de los actos en su soledad: lamentos por el futuro de la orden y estados de éxtasis. Al saber que era espiado, decidió irse a un sitio más apartado en una saliente de montaña. En la fiesta de la Asunción Francisco decidió hacer un ayuno de cuarenta días.

Por órdenes del poverello, Leo le visitaba dos veces llevándole pan y agua. Según los relatos que recogieron los testimonios de Leo, éste fue testigo del descenso e ida de una bola de fuego; por este prodigio Francisco le comentó que algo grande estaría por ocurrir.[43]​ Le hizo abrir tres veces el misal para encontrar respuesta y las tres veces se abrió en la historia de la Pasión de Jesús.

Probablemente el 14 de septiembre de 1224,[43]​ oró para recibir dos gracias antes de morir: Sentir la pasión de Jesús, y el amor que lo impulsó al sacrificio. Después de intensas oraciones –según relato de San Buenaventura-[44]​ el mismo Nazareno se le presentó y le imprimió las señales de la crucifixión; posteriormente enseñó las heridas a sus hermanos, heridas que no desaparecieron hasta su deceso.[45]

Muerte

Basílica de San Francisco

Retornó a Porciúncula acompañado sólo por Leo; en su camino hubo muestras de veneración al estigmatizado, aparentemente su acompañante hacía saber a todos acerca del prodigio.[46]​ Mientras, su salud -que desde mucho tiempo antes nunca fue sana del todo- empeoraba: El sangramiento de sus heridas le hacía sufrir constantemente. En el verano de 1225 pasó un tiempo en San Damiano bajo el cuidado de sus allegados.

Fue durante esta temporada que compuso el Cántico del Hermano Sol, la cual hizo también cantar a sus compañeros.[47]​ Se encaminó a Rieti bajo entusiasmo popular por tocarlo o tomar algún pedazo de prenda de sus vestidos, y se instaló en el palacio del obispo. Después se hospedó en Fonte Colombo, donde fue sometido a tratamiento médico que incluyó cauterizar con un hierro ardiente la zona desde la oreja hasta la altura de la ceja de uno de sus ojos; según los relatos, Francisco no sintió dolor al “platicar” con el fuego para que no le dañase.[48]​ Otro intento para ser tratado por renombrados médicos fue hecho en Siena sin dar resultado.

Deseó ir a Porciúncula a pasar sus últimos días. Arribó a Asís y fue llevado al palacio del obispo y resguardado por hombres armados, puesto que la localidad estaba en situación bélica.[49]​ En su lecho escribió su Testamento.[11]​ En sus últimos momentos entonó nuevamente su Cantico al Hermano Sol -al que agregó un nuevo verso dedicado a la hermana muerte- junto a Angelo y Leo.[50]

De acuerdo a su último deseo fue encaminado a Porciúncula donde se estableció en una cabaña cercana a la capilla, murió el 3 de octubre de 1226. El día siguiente el cortejo fúnebre se encaminó hacia San Damiano y después a San Giorgio donde fue enterrado.[51]​ Fue canonizado el 16 de julio de 1228. Sus restos se encuentran en la Basílica de San Francisco en Asís.[52]

Personas allegadas a Francisco de Asís

Clara de Asís

Clara de Asís. Tuvo como modelo de su conversión a Francisco y lo siguió siendo después. Este inició con ella el surgimiento de las hermanas clarisas o segunda orden Franciscana. Francisco puso confianza en sus consejos.[53]

Jacoba de Settesoli. De ascendencia noble romana, abrazó la vida religiosa al quedar viuda. De carácter viril y enérgico; al igual que Clara, fue muy apreciada por Francisco.[54]

Masseo de Marignano. Dedicado a la guardia de las instalaciones.[55]

Angelo Tarlati. Un militar que dejó las armas para entrar a la orden.[56]

Junípero. Llamado por Clara el Juglar de Dios; de personalidad jovial, divertida y pintoresca.[57]​ Según los relatos Francisco dijo alguna vez: Mis hermanos, si solo tuviera un bosque lleno de Juníperos….[58]​ Murió en 1258.

Bernardo de Quintavalle. De los primeros seguidores de Francisco. Murió entre 1240 y 1246.[59]

Gil. Uno de los mas devotos seguidores de la práctica franciscana; realizó viajes a Roma, Compostela y Tierra Santa. Murió en 1262.[60]

Rufino. Primo de Clara de Asís, de ascendencia noble. De carácter tímido y temeroso de hablar en público; junto a Leo y Angelo, protagonista de la Leyenda de los tres Hermanos.[61]

Leo. Muy cercano a la vida del poverello como su confesor y secretario.[62]​ Testigo de los momentos previos de los estigmas.

Oración y prédica

La oración ocupó un lugar central en la vida de Francisco; para ello buscaba la vida eremítica, el silencio y soledad interior. Reforzaba sus plegarias postrándose, ayunando, e incluso, gesticulando.[63]

Al no ser sacerdote, en vez de dar doctrina, practicaba una predicación exhortativa, esto es, incitar a la conversión y a vivir una vida evangélica; la mejor manera de ejemplificar esto fue con su estilo de vida aliada a la pobreza. Su manera de predicar era por medio de laudas, o alabanzas, con el objetivo de llamar la atención a los hombres a honrar al Ser Supremo.[64]

Según Tomás Celano:

Cuando, estando en público, se sentía de pronto afectado por visitas del Señor, para no estar ni entonces fuera de la celda hacía de su manto una celdilla… Siempre encontraba la manera de ocultarse a la mirada de los presentes…hasta el punto de orar entre muchos sin que lo advirtieran en la estrechez de la nave.[65]

Escritos de Francisco de Asís y primeras biografías

Entre los escritos reconocidos de Francisco de Asís están:[66]

  • Alabanzas en todas las horas
  • Carta a toda la orden
  • Carta a Fray León
  • La verdadera alegría
  • Carta a las autoridades

etc.

Primeras biografías, con fechas probables de autoría:[67]

  • Leyenda Primera (Legenda prima), de Tomás Celano (1228-1230).
  • Speculum perfectionis, desconocido.
  • Leyenda segunda (Legenda secunda), de Tomás Celano (1247).
  • Leyenda Mayor de San Francisco (Legenda Mayor), de San Buenaventura (1263).
  • Leyenda de los tres compañeros (Legenda trium sociuorum) (1270-1300).

La figura de Francisco de Asís en las artes

Pintura de Luis Tristán del siglo XVII.

La figura del poverello ha sido objeto de las artes, a manera de ejemplo:

En artes plásticas:

Cine:[68]

Literatura y poesía:[68]

Florecillas

Estatua de jardín de San Francisco de Asís

Las Fioretti -de autor anónimo- son una recopilación de hechos de Francisco, de algunos de los frailes que lo acompañaban y de Antonio de Padua. Escritas en la segunda mitad del siglo XIV no constituyen una biografía sino una exaltación de las virtudes del poverello y de su vida simple para edificación del lector.[69]

En la historia de Cómo Francisco libró de un lobo feroz la ciudad de Gubio, el poverello fue a buscar a la fiera que atacaba a los habitantes de la localidad. Logró hacer un pacto con él al “convencerlo” de no seguir sus fechorías a cambio que los pobladores le darían el sustento que necesitaba. La bestia puso una pata delantera sobre la mano de Francisco en señal de asentimiento. Logró convivir con la gente y murió dos años después de viejo. Otros: Cómo San Francisco fue a convertir al sultán de Babilonia, Cómo un joven regaló unas tórtolas a San Francisco…, Cómo San Francisco sanó a un leproso de alma y cuerpo, etc.

Tradicionalmente contiene 53 capítulos; a través del tiempo se agregaron otros relatos que tienen como protagonistas a los frailes Junípero y Gil. De éste último hay unos denominados “Doctrina y dichos”. Otros narran la estigmatización del santo católico.[70]

Repercusiones en la actualidad

  • Por su devoción a los animales, ha sido abrazado por la cultura del escultismo particularmente por la relación hacia los lobos. Es el patrón de los veterinarios
  • Francisco no fue el creador del Nacimiento o escena del nacimiento de Jesús como lo conocemos en la actualidad, como es creído generalmente.

Véase también

Cristo de San Damián

Referencias

Notas

  1. Montes de Oca, Francisco (1977), Introducción a Florecillas de San Francisco de Asís, Ed. Porrúa S.A.: México, pag. LVI
  2. Montes de Oca, Francisco, pag. XVI
  3. Montes de Oca, Francisco, pag. XXVI.
  4. Englebert, Omer (1979), St. Francis of Assisi, A Biography,Servant Books: EUA, pag.11
  5. Englebert, pag.12
  6. Englebert, Omer, pag. 15
  7. Englebert, Omer, pag. 21
  8. Montes de Oca, Francisco, pag. XLI
  9. Montes de Oca ,pag. XLI
  10. Englebert, Omer, pag. 27
  11. a b Testamento de Francisco de Asís
  12. Englebert, Omer, pag. 33
  13. a b Englebert, Omer, pag. 35
  14. Englebert, Omer, pag. 36.
  15. Englebert, Omer, pag. 43.
  16. Lehmann, Leonardo (1998), Francisco, Maestro de Oración, Editorial Franciscana Aranzazu: Guipúzcoa
  17. Englebert, Omer, pag. 45.
  18. Englebert, Omer, pags. 49-51
  19. Englebert, Omer, pag.62
  20. Englebert, Omer, Cap. 5
  21. Englebert, Omer, pag.109
  22. Englebert, Omer, pags. 88-89
  23. Englebet, Omer, pags. 126-127
  24. Englebert, Omer, pags.128-129
  25. Lehmann, Leonardo, pag. 219
  26. Englebert, Omer, pag. 142
  27. Englebert, Omer, pag. 145
  28. Englebert, Omer, pag.152
  29. Englebert, Omer, pag. 157
  30. Englebert, Omer, pag. 158
  31. a b Englebert, Omer, pag. 173
  32. Englebert, Omer, pags. 174-175
  33. Englebert, Omer, pag. 175
  34. Englebert, Omer, pags. 177-78
  35. Engleber, Omer, pags. 177-180
  36. Englebert, Omer, pags. 182-186
  37. Englebert, Omer, pag. 180
  38. Englebert, Omer, Cap.15
  39. Englebert, Omer ,Cap16
  40. Englebert, Omer, pags. 218-219
  41. (regla bulada)
  42. Lehmann, Leonardo, pag.129
  43. a b Englebert, Omer, pag. 242
  44. San Buenaventura, Leyenda Mayor de San Francisco
  45. Englebert, Omer, pag. 243
  46. Englebert, Omer, pag. 248
  47. Englebert, Omer, pag. 252
  48. Englebert, Omer, pag. 256
  49. Englebert, Omer, pag. 260
  50. Englebert, Omer, pag. 268
  51. Englebert, Omer, pags. 273-274
  52. www.franciscanos.org
  53. Ellsberg, Robert (2000), All Saints, The Crossroad Publishing Company: New York, pag. 347
  54. Englebert, Omer,Pag.196
  55. Englebert, Omer, pag.90
  56. Englebert, Omer, pag. 92
  57. Englebert, Omer , pag. 95
  58. Ellsberg, Robert, pag. 213
  59. Englebert, Omer, pag. 104
  60. Englebert, Omer, pag. 99
  61. Englebert, Omer, pags. 104-106
  62. Englebert, Omer, pag. 106
  63. Lehmann, Leonardo, Cap. 1
  64. Lehmann, Leonardo, pags. 64-65
  65. Lehmann, Leonardo, pag. 23
  66. www.franciscanos.org
  67. Montes de Oca, pag.XXXVII
  68. a b c fratefrancesco.org
  69. Montes de Oca, Francisco, pag. LIX
  70. Montes de Oca, Francisco, pag. LXXI

Bibliografía

  • «Florecillas de San Francisco de Asís». Editorial Porrúa : México D.F. 1977. 
  • Chesterton G.K. (1923). «San Francisco de Asís». Editorial Bibliotheca Homo Legens. 
  • Ellsberg, Robert (2000). «All Saints». The Cossroad Publishing Company : New York. ISBN 0824515994. 
  • Englebert , Omer (1979). «St. Francis of Assisi, A Biography». Servant Books : Michigan. ISBN 0892830719. 
  • Lehmann, Leonardo (1998). «Francisco, Maestro de oración». Ed. Franciscana Arantzazu : Guipúzcoa. ISBN 8472401618. 

Enlaces externos