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Diferencia entre revisiones de «Antropología filosófica»

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::''«Nunca en la historia, tal como la conocemos, el hombre ha sido más que un problema en sí» —Max Scheler.
::''«Nunca en la historia, tal como la conocemos, el hombre ha sido más que un problema en sí» —Max Scheler.


La antropología filosófica marca un punto de inflexión en la filosofía antropológica (crítica la tradición idealista y el dualismo [[cartesianismo|cartesiano]] con una concepción del hombre como una unidad física y psíquica), y fue también una respuesta a la teoría del historicismo Alemán.
La antropología filosófica marca un punto de inflexión en la filosofía antropológica (crítica de la tradición idealista y del dualismo [[cartesianismo|cartesiano]] con una concepción del hombre como una unidad física y psíquica), y fue también una respuesta a la teoría del historicismo Alemán.


La base de su planteamiento consistía en utilizar las enseñanzas de las ciencias naturales ([[biología]], [[zoología]], [[etología]], [[paleoantropología]], etc.) y las ciencias humanas para tratar de identificar las características de la especie humana, su posición específica en el mundo en el entorno de los reinos mineral, vegetal y animal.
La base de su planteamiento consistía en utilizar las enseñanzas de las ciencias naturales ([[biología]], [[zoología]], [[etología]], [[paleoantropología]], etc.) y las ciencias humanas para tratar de identificar las características de la especie humana, su posición específica en el mundo en el entorno de los reinos mineral, vegetal y animal.

Revisión del 19:37 26 mar 2010

La antropología filosófica (del griego άνθρωπος, ánthropos, "hombre", y λόγος, logos, "razonamiento" o "discurso"), es una escuela de pensamiento fundada en Alemania en los años 1920 y 1930, de filósofos, antropólogos y sociólogos; este movimiento tuvo una influencia decisiva en el panorama intelectual alemán del siglo XX.

«Nunca en la historia, tal como la conocemos, el hombre ha sido más que un problema en sí» —Max Scheler.

La antropología filosófica marca un punto de inflexión en la filosofía antropológica (crítica de la tradición idealista y del dualismo cartesiano con una concepción del hombre como una unidad física y psíquica), y fue también una respuesta a la teoría del historicismo Alemán.

La base de su planteamiento consistía en utilizar las enseñanzas de las ciencias naturales (biología, zoología, etología, paleoantropología, etc.) y las ciencias humanas para tratar de identificar las características de la especie humana, su posición específica en el mundo en el entorno de los reinos mineral, vegetal y animal.

Sus principales representantes son Max Scheler (1874-1928), Helmuth Plessner (1892-1985) y Arnold Gehlen (1904-1976).

También, cerca de esta corriente, destacan: Gotthard Günther (1900-1984), Helmut Schelsky, Erich Rothacker y Peter Sloterdijk.

Introducción

El propósito de la antropología filosófica es identificar las características de la especie humana, tomando en cuenta todos los aspectos de la realidad: material, biológica, económica, histórica, cultural, etc. Pero esto no significa que sea el producto de una combinación o síntesis de diversas disciplinas. En este sentido, la antropología filosófica no es una ciencia social, sino que está más cerca a la Filosofía. Como disciplina filosófica, no abandona su pretensión de comprender al hombre más allá de los límites de las distintas ciencias.

La antropología filosófica se pregunta, en primera instancia, por el origen del ser humano. Su proceso de aparición y asentamiento en el conjunto de la realidad. Esta cuestión puede condensarse en la pregunta: ¿Cómo surgió el hombre?

Además, se pregunta por la naturaleza del ser humano, se pregunta lo que diferencia al ser humano de todos los demás seres, cómo se define a través de su existencia histórica, etc. Tales interrogantes fundamentales de la Antropología Filosófica pueden ser condensadas en una pregunta radical: ¿Qué es el hombre?

Problema de la naturaleza del hombre (esencia)

Podemos empezar enumerando tres tesis: "Naturalista o Monismo", "Esencialista o Dualista", y las contribuciones de la Filosofía hermenéutica.

Naturalista o monismo antropológico

No hay una diferencia esencial entre el hombre y el animal, sino diferencias de grado, de modo que la vida superior del hombre resulta ser una forma más desarrollada, perfeccionada o evolucionada de la serie animal. Las formas más altas de la vida humana (pensamiento, lenguaje, arte, etc.) no son más que las resultantes genéticas de procesos inherentes a las manifestaciones más elementales. Las dos variantes de esta teoría son:

  • la concepción mecánico-formal:
    • el materialismo, que reduce los fenómenos vitales y psíquicos a fenómenos físicos-químicos;
    • el sensualismo, que considera que todas las formas de fenómenos psíquicos son formas más complejas de los datos sensibles.
  • la concepción vitalista: que explica al hombre en su integridad por la vida: el hombre se convierte en el último producto de la evolución vital. Esta concepción se diversifica según qué se considere como decisivo en la variedad de los impulsos vitales. Algunos le dieron importancia a los impulsos nutritivos, otros a los impulsos de poder y otros a los impulsos sexuales.

Esencialista o dualista

Estas afirman que el hombre se distingue esencialmente no puramente de grado, de los demás seres vivos pues en él hay un principio que le pertenece en exclusividad y que entraña la posibilidad de una separación radical entre el hombre y el animal. El principio que diferencia al hombre puede concebirse de distintas maneras: segun Oscar Sierra el hombre es el que razona al animal, en cambio el animal por no tener raciocinio no puede razonar al hombre

El hombre no es algo que viene dado “esencialmente”, sino que se configura a través de sus relatos, mitos, narraciones, saberes, creencias, construcciones culturales. En todo esto tiene una importancia capital el lenguaje, que le brinda la posibilidad de expresión y de “sentido”, pero también le muestra sus límites.

El hombre no está “atado” a algo fijo o estático, sino que se va configurando. El ser humano se debe a un desarrollo temporal (historia) y a la vez a un “proyecto” que le configura como alguien en desarrollo, nunca acabado. En esta historicidad, el hombre no es un espectador imparcial de los fenómenos, sino que se ubica frente a los mismos desde presupuestos “heredados” (tradición) que le orientan.

Bibliografía

Enlaces externos