Tomás Caylá

De Wikipedia, la enciclopedia libre
Tomás Caylá y Grau
Información personal
Nacimiento 2 de febrero de 1895
Valls, España
Fallecimiento 14 de agosto de 1936
Valls, España
Nacionalidad Española
Religión Católico
Información profesional
Ocupación periodista, político
Partido político Comunión Tradicionalista

Tomás Caylá Grau (Valls, 2 de febrero de 1895 - ibíd., 14 de agosto de 1936) fue un periodista y político carlista español, jefe regional de la Comunión Tradicionalista en Cataluña desde marzo de 1936 hasta su muerte a manos de milicianos republicanos durante la Guerra Civil Española.

Biografía[editar]

Familia y juventud[editar]

El Requeté de Valls (1912)

Tomás de Aquino Caylá y Grau procedía de una familia catalana acomodada. Su abuelo, Tomás Caylá y Sardá (1810-1888), perteneciente a la emergente burguesía de Tarragona, había luchado en la Primera Guerra Carlista en el lado liberal y participado después en la revuelta de Reus de 1843 con el General Prim, de quien era amigo. Posteriormente sería alcalde constitucional de Reus.[1]​ Su padre, José Caylá Miracle (1856-1919), fijó su residencia en Valls (Tarragona)[2]​ tras licenciarse en Derecho por la Universidad de Barcelona en 1881. En esta localidad fue juez municipal y secretario[3]​ del recién creado Banco de Valls,[4]​ del que sería después copropietario y director en 1914.[5]​ José Caylá también se dedicó a la administración de fincas rurales de la zona pertenecientes a las familias Vaciana y Miguel,[6]​ destacando además por su actividad empresarial; cofundó el Sindicato Agrícola de Valls,[7]​ del que actuaría como representante,[8]​ y llegó a presidir la Mutua de Propietarios de Valls.[9]​ En 1894 contrajo matrimonio con Teresa Grau Torner (1865-1943),[10]​ con quien tuvo tres hijos, dos de los cuales murieron en su tierna infancia.[11]

José Caylá Miracle

Tomás se crio en un ambiente fervientemente religioso debido a las profundas creencias católicas de sus padres. Su padre presidía el Ateneo Católico de Valls y fue secretario de la Hermandad de Cristaires de la parroquia. Nada se sabe de sus ideas políticas, aparte de que defendía los principios cristianos. De acuerdo con el biógrafo Guinovart, José Caylá creía que «sólo en una sociedad justa y fraterna podían resolverse los problemas que la convivencia humana implicaba». Su gran interés por la cuestión social lo llevó a decantarse a menudo por los más desfavorecidos como presidente de la mutua de propietarios.[9]​ Se le atribuye haber dispensado a algunos arrendatarios necesitados cuando en 1915 la plaga del mildiu asoló las viñas de la comarca.[11]​ Fue asesinado en las calles de Valls durante los disturbios provocados por la huelga masiva del sector eléctrico catalán en 1919,[12]​ probablemente a manos de anarquistas en una emboscada.[13]

Tomás Caylá estudió en el colegio de San Gabriel de Valls, graduándose de Bachiller en 1911 con sobresaliente en letras.[14]​ En 1916 se licenció en Derecho y Ciencias Sociales en la Universidad de Barcelona[15]​ y comenzó a ejercer en su Valls natal,[16]​ ganando reputación por la honradez y competencia con que asumía la defensa de sus clientes.[17]​ Debido a su fervor religioso, fue catequista desde joven, además de cofundador y miembro activo de la Congregación Mariana de la Virgen de la Candela,[16]​ colaborando en la publicación del periódico mensual Estel Marià, portavoz de la Congregación Mariana, y en otras asociaciones de apostolado católico.[14]​ Caylá no contrajo matrimonio debido a que —según explicaría a su madre— tenía la intención de entregarse totalmente a Dios, sirviéndole a través del tradicionalismo.[18]

Última etapa de la monarquía alfonsina[editar]

Bendición de la redacción de Joventut: Per la Fe i per la Pàtria

En 1919 la juventud jaimista de Valls fundó un semanario en catalán a cuatro páginas titulado Joventut,[19]​ con el subtítulo Per la Fe i per la Pàtria, bajo la dirección de Caylá.[20]​ El periódico, de circulación local, se publicaría en Valls y en algunas comarcas de la provincia de Tarragona. En su primer número, el semanario saludaba con un Deu vos guard a las autoridades de la Iglesia y de la Comunión Tradicionalista, así como al resto de la prensa tradicionalista de España y a todos los vallenses. Un autor contemporáneo ha definido la línea política del semanario como conservadora,[21]​ mientras que otro afirma que sostenía las ideas del humanismo cristiano.[22]​ Los fundadores manifestarían su identidad política, declarándose primero católicos,[23]​ después españoles,[24]​ catalanes,[25]​ tradicionalistas[26]​ y, por último, legitimistas.[27]​ Como director del semanario, Caylá se implicaría intensamente en la redacción y organización del mismo, que se convertiría en una especie de tribuna personal durante sus diecisiete años de existencia.[28]​ Muchos de sus artículos no iban firmados; en otros casos Caylá emplearía diversos seudónimos, principalmente C.V.[29]​ y Almogàver.[30]​ Sus contemporáneos lo admiraban por su talento periodístico.[31]

Portada de Joventut del 2 de febrero de 1921

Con el respaldo del semanario Joventut, en 1920 Caylá presentó su candidatura a las elecciones municipales de Valls por el primer distrito, pero fue desautorizado por el jefe provincial de la Comunión Tradicionalista, Joaquín Avellá, que hizo público un comunicado a los tradicionalistas de Valls en el que manifestaba que Caylá no había sido designado por el partido. Joventut respondería acusando a Avellá de anteponer sus intereses personales a los del partido, tratando de favorecer la candidatura de su propio hermano, miembro del Partido Conservador.[32]​ En esta ocasión, Caylá no lograría ser elegido.[33]​ No obstante, en 1922 se presentó de nuevo a concejal, siendo uno de los candidatos más populares, y resultó elegido.[34]​ Su carrera en el consistorio municipal no duraría mucho; con el advenimiento de la Dictadura de Primo de Rivera en 1923, las corporaciones locales fueron disueltas y sustituidas por vocales asociados, designados por sorteo.[35]​ Desde Joventut se criticarían las prácticas del nuevo régimen.[36]​ Las cosas empeorarían aún más en 1924, cuando Caylá y los jóvenes jaimistas quisieron conmemorar el 50 aniversario de la toma carlista de Valls y organizar la Fiesta de los Veteranos, instituida por Don Jaime a nivel nacional para el 27 de junio de aquel año. El directorio militar reaccionó clausurando círculos y suspendiendo los periódicos jaimistas. Joventut fue suspendida durante 2 semanas y Caylá detenido,[37]​ padeciendo cinco días de encierro en el castillo de Pilatos de Tarragona y un mes de destierro en Lérida.[38]​ Durante los siguientes años, Joventut se negaría a respaldar los intentos de institucionalizar el régimen,[39]​ criticando su ineficacia y su desprecio por una representación auténtica, por lo que sufriría cinco multas, dos suspensiones y dos detenciones.[40]

Joventut celebró la caída de Primo de Rivera.[41]​ Durante la Dictablanda, Caylà recuperó su puesto en la corporación municipal[42]​ y reanudó sus actividades de militancia, como la escenificación de la fiesta carlista de los Mártires de la Tradición en 1930.[43]​ Debido a la desorientación de la política española, Caylá abogó por los principios católicos como guía general y por la necesidad de la oración, los sacramentos y la misa diarias.[44]​ Como soluciones políticas, defendía el papel espiritual del Vaticano y las enseñanzas del Papa,[45]​ que se traducían en su postura hostil hacia el liberalismo.[46]​ Aunque fiel al pretendiente carlista, Jaime III, a diferencia de la mayoría de los carlistas no daba prioridad a la cuestión dinástica. Con un cierto accidentalismo y un tono más conciliador y menos beligerante, abogaba por la necesidad de implantar una constitución tradicional y lógica para España antes que trabajar por una monarquía o una república, con el reconocimiento de las nacionalidades como cuestión prioritaria.[47]

Segunda República[editar]

Proclamación de la Segunda República en Barcelona, 1931

Como muchos carlistas, Caylá celebró la caída de la monarquía alfonsina,[48]​ aunque a diferencia de la mayoría de ellos, no se mostraba hostil a la instauración de una república de orden y esperaba que produjese una verdadera democracia que pusiera remedio a algunos males del país, sin renunciar por ello al ideario tradicionalista.[49]​ En sus editoriales de Joventut, Caylá se decantó por la prudencia y prefirió no sacar conclusiones anticipadas sobre el nuevo régimen. Como monárquico leal a Don Jaime,[50]​ no mostraba entusiasmo con el hecho de que la mayoría de españoles hubiesen optado por la solución republicana, aunque parecía respetar la elección. Instó a sus correligionarios carlistas a no renunciar a sus ideas, a la espera de ver si la República se convertiría en un régimen de orden o si el proyecto fracasaba. En su habitual estilo, advirtió que el extremismo podía ser el principal enemigo del nuevo régimen.[51]

El laicismo militante de la República comenzó a hacer de Caylá un enemigo declarado de la misma.[52]​ Pronto se mostró asimismo disgustado con lo que percibía como un arrogante dominio republicano-socialista en el Ayuntamiento de Valls.[53]​ En 1932 presentó sin éxito su candidatura a diputado para el recién creado Parlamento catalán[54]​ en la lista Unió Ciutadana.[55]​ Tras el triunfo de la Esquerra, se vio obligado a abandonar el Ayuntamiento[56]​ y siguió denunciando la descomposición de las autoridades locales[57]​ y el creciente caos en Valls.[58]​ Ante el temor de una inminente revolución, Caylá comenzó a presentar el tradicionalismo como el único baluarte que podría detenerla,[59]​ afirmando que el gobierno estaba controlado por la masonería y servía a intereses extranjeros.[60]​ A medida que la línea de Joventut se endurecía, se convirtió en objeto de sanciones administrativas;[61]​ el periódico fue suspendido entre agosto y noviembre de 1932[62]​ por su supuesto apoyo a la Sanjurjada.[63]​ Posteriormente se sucederían nuevas multas,[64]​ suspensiones y detenciones.[65]

Poco a poco, Caylá comenzó a destacar como uno de los políticos más dinámicos del carlismo catalán.[66]​ A finales de 1931, producida la reunificación de las tres ramas del tradicionalismo, fue nombrado jefe provincial de Tarragona,[67]​ y participó en la reorganización de la Comunión Tradicionalista dirigida por su nuevo líder, Manuel Fal Conde.[68]​ Su sección paramilitar revitalizada, el Requeté, intervino contra la Revolución de octubre de 1934 y Caylá ordenó la movilización de sus efectivos provinciales.[69]​ Algunas fuentes afirman que su actuación fue decisiva para impedir a los separatistas tomar el poder en Tarragona;[70]​ otros sugieren que su papel fue menor.[71]​ Posteriormente fustigó a la Generalidad por haber fomentado una revolución que podría haber causado «el espectáculo más inhumano e incivilizado» de la historia de Cataluña.[72]​ Cuando las autoridades republicanas le felicitaron por aquellos sucesos, Caylá contestaría diciendo que lo habían hecho por España y que solo lamentaban «que hubiese servido para mantener su sucia República».[73]

Caylá organizó y participó como orador en numerosos mítines carlistas en 1934[74]​ y 1935;[75]​ siendo el más impresionante de ellos el aplec de Poblet, en junio de 1935, que contó con la asistencia de 40.000 personas.[76]​ En ese momento, la pujanza del carlismo en la provincia de Tarragona quedaba demostrada con treinta círculos, cuatro periódicos y 400 concejales.[77]​ Tras la dimisión del jefe tradicionalista de Cataluña, Lorenzo María Alier,[78]​ después de las elecciones de febrero de 1936,[79]​ y pese a que algunos autores afirman que debido a su catalanismo Caylá se distanció de la ejecutiva nacional de la Comunión Tradicionalista,[80]​ en marzo fue nombrado nuevo dirigente regional,[81]​ asumiendo la jefatura de una de las regiones más importantes para el carlismo.[82]​ Dado su perfil atípico de carlista no beligerante, no están claras las razones que llevaron a su nombramiento. Probablemente su ferviente religiosidad y su propio catalanismo fueran factores importantes.[83]​ Caylá aceptó el puesto sabiendo a lo que se arriesgaba para evitar que el nombramiento de jefe regional de la Comunión Tradicionalista recayera en otra persona, posiblemente Mauricio de Sivatte.[84]

Cuestión catalana[editar]

Castell

La cuestión nacional siguió siendo uno de los temas recurrentes en los escritos de Caylá, sólo superada quizá por su ardiente defensa de la fe católica. A lo largo de su vida pública, apoyó insistentemente las ambiciones culturales y políticas de Cataluña, sin dejar de defender al mismo tiempo los intereses del conjunto de España.[20]

En el manifiesto fundacional de Joventut de 1919, su identidad catalana aparecía en tercer puesto, después de la católica y la española, dando a entender que eran complementarias.[85]​ Además de apoyar diversas iniciativas culturales,[86]​ también respaldó un proyecto de autonomía para Cataluña. Caylá consideraba que el regionalismo autonomista hundía sus raíces en el foralismo carlista.[87]​ En su visión de una Cataluña federada a Castilla, el rey debía gobernar desde Madrid como conde de Barcelona, siempre que jurase los fueros catalanes. Las cortes regionales habrían de tener un poder decisivo en cuestiones administrativas, fiscales y económicas. El poder ejecutivo catalán estaría representado por la Diputación General y los municipios habrían de regirse de manera independiente.[88]​ Se suprimirían las quintas, debiendo todos los catalanes alistarse en el ejército en defensa de la patria cuando fuese necesario.[89]

Durante la dictadura, Caylá siguió defendiendo las ambiciones autonomistas catalanas, y criticó duramente las medidas aplicadas por el gobierno contra Francesc Macià[90]​ tras el complot de Prats de Molló. En una serie de artículos publicados en Joventut en 1930,[91]​ abogaba por un frente autonomista catalán y presentaba su proyecto regionalista. Un autor contemporáneo lo ha comparado a la asamblea separatista de La Habana,[92]​ mientras que otro afirma que no estaba lejos de defender la independencia política.[93]​ En publicaciones nacionalistas catalanas actuales suele citarse uno de sus artículos de este período en el que hace referencia a la unidad de España como "una parodia";[94]​ sin embargo, esta frase en particular no trataba de cuestionar la integridad territorial española como tal, sino más bien burlarse de la versión primorriverista de la misma, promovida por la propaganda del régimen.[95]​ No está claro en qué medida Caylá contribuyó al proyecto autonomista carlista de 1930,[96]​ si bien se basaba en un concepto federativo muy similar, aunque más elaborado, proponiendo elecciones orgánicas para las cortes regionales. Tras el advenimiento de la Segunda República, el carlismo dio marcha atrás, lo que provocó la deserción de algunos de sus miembros más pro-catalanistas, los cuales fundarían Unió Democràtica de Catalunya, entre los que no se encontraba Caylá.[97]

Manifestación contra el Estatuto

La evolución de la cuestión catalana durante la República decepcionó profundamente a Caylá. Tras apoyar con entusiasmo las negociaciones sobre el estatuto autonómico, se negó a unirse a la corriente catalanista antiespañola[98]​ y se opuso al separatismo,[99]​ manifestando un creciente escepticismo hacia la República. Consideraba que en el acuerdo autónomico los derechos de Cataluña debían haber tenido prioridad sobre los del Estado.[100]​ Sin embargo, Caylá quedó profundamente insatisfecho con el carácter laico de la autonomía[101]​ y aceptó el Estatuto no como solución definitiva, sino como un paso adelante hacia su idea regionalista.[102]​ Decepcionado por la forma final asumida por el estatuto aprobado, a Caylá le preocupó su aplicación en la práctica y la postura política asumida por la Generalidad. Cercano a la Liga Regionalista, de tendencia conservadora, le alarmaba el sectarismo de Companys y de la izquierda catalana, denunciando lo que denominaba "el feixisme esquerrà"[103]​ y los hechos de octubre de 1934, aunque se opuso a la suspensión de la autonomía.[104]

Cuestión social[editar]

El Primado Gomá

Caylá había heredado la conciencia social de su padre, posiblemente reforzada en lugar de debilitada cuando éste fue asesinado a consecuencia del odio de clases. Durante la última etapa parlamentaria de la monarquía alfonsina ya había abordado el tema en las conferencias tradicionalistas de Valls.[105]​ Reconociendo que «el problema social [...] és el primer problema de l'Estat espanyol», abordó la cuestión principalmente desde un punto de vista religioso, percibiéndola como consecuencia de la descristianización o indiferentismo religioso de las sociedades modernas, que trataban de sustituir a Dios por falsos ídolos.[106]​ En el típico tono carlista, veía en el liberalismo anticristiano, anti-fuerista[107]​ y antisocial, la fuente primordial del mal que llevaba a la alienación de las masas de proletarios esclavizados.[106]​ Para Caylá, los movimientos izquierdistas, que definía de manera conjunta como "sindicalismo rojo" (englobando el anarquismo, el socialismo y el comunismo) pretendían engañar a las masas con visiones utópicas de una libertad ficticia[108]​ y convertir Cataluña en una "segunda Rusia".[109]

Según Caylá, la cuestión social podía abordarse desde dos concepciones distintas: la socialista y la cristiana, esta última presentada en las enseñanzas pontificias de las encíclicas Rerum novarum y Quadragesimo anno. En lugar de la lucha de clases, ofrecía una visión armónica de la sociedad, derivada de la doctrina social de la Iglesia y organizada mediante diversos cuerpos reguladores.[110]​ Sin embargo, ninguna de las fuentes consultadas menciona que Caylá participase en las iniciativas demócrata-cristianas típicas de la época, como la Asociación Católica de Propagandistas y la Juventud Católica, o las diversas encarnaciones políticas del catolicismo social.[111]​ Su crítica del capitalismo feroz no desembocó en un ataque general al principio de propiedad privada, que consideraba una de las bases de una sociedad civilizada.[112]​ En la línea vaticanista, siguió condenando el "capitalismo liberal" y la acumulación ilimitada de riqueza.[46]​ El conjunto de organismos políticos y sociales destinados a relajar la conflictividad social dependían fundamentalmente de los sindicatos cristianos y varias asociaciones de trabajadores y patronos. Aun sin ser empresario, Caylá trató de predicar con el ejemplo y fundó en Valls la Agrupación Social Tradicionalista,[113]​ de cuya junta formaría parte como contador,[114]​ organizando actividades en su Casa Social.[115]​ Seguiría fomentando iniciativas de cooperación como la Cooperativa Eléctrica de Valls,[116]​ percibida como una alternativa a las sociedades anónimas.[117]​ También apoyó a los nuevos sindicatos católicos de la provincia de Tarragona: en 1935 los Gremios Obreros y Gremios Patronales, confederados en la Agrupación Gremial de Trabajadores.[118]​ En 1932 presentó su candidatura al parlamento regional de Cataluña por Tarragona en las listas de la coalición derechista Unió Ciutadana, mientras que los tradicionalistas de Barcelona lo hicieron en las de Derecha de Cataluña que respaldaba el entonces jefe regional Junyent;[119]​ y concluyó después que una de las razones de la derrota era que el carlismo "s'havia allunyat del poble treballador".[120]

Últimos meses[editar]

Monumento a los requetés catalanes en Montserrat

Hay versiones contradictorias sobre la posición de Caylá en la conspiración carlista contra la República durante los meses anteriores al golpe de Estado de julio de 1936. Según una versión de los hechos, tras la victoria del Frente Popular en las elecciones de febrero, Caylá se lanzó a la conspiración.[121]​ De acuerdo con otra, se opuso a la línea golpista promovida por el conde de Rodezno y Fal Conde y expresó su desacuerdo con el pacto con el ejército,[122]​ pero fue desautorizado por la cúpula de la Comunión.[123]​ Según una tercera versión, el propio Caylá conspiró con los generales, pero consideraba que el levantamiento era prematuro[124]​ e instó a los conspiradores a intervenir sólo como reacción a un posible golpe de Estado perpetrado por la izquierda.[125]​ Finalmente, su biografía más detallada afirma que a principios del verano de 1936 Caylá estaba horrorizado por la evolución revolucionaria de la República,[126]​ pero no quiso participar en un alzamiento contra el gobierno por considerarlo una equivocación táctica.[127]

Los días previos a la sublevación, el Requeté catalán preparó el despliegue de 3.100 voluntarios de primera línea y más de 15.000 de auxiliares.[128]​ La movilización de los boinas rojas en Cataluña fue dirigida por el jefe regional de la milicia, José María Cunill. Pese a su anterior disconformidad con el levantamiento, Caylá aprobó el proceso.[129]​ Al estallar la guerra se encontraba realizando tareas de partido en Barcelona. A pesar de dirigir el carlismo en su tercera región más importante,[130]​ algunos autores afirman que se enteró del levantamiento por la radio, cosa que podría deberse a la confusión de los días inmediatamente previos provocada por las discrepancias entre Fal Conde y los carlistas navarros.[131]​ Cedió el mando del Requeté a Cunill y fue testigo del fracaso del alzamiento en Barcelona. Tras dos días de intensos combates, los requetés catalanes se dispersaron; algunos murieron, otros fueron capturados y los que pudieron se escondieron o abandonaron la región.

Plaça del Pati (antigua plaza de la República), Valls

Caylá permaneció en un principio en el hotel en que se alojaba, pero al recibir la noticia de que Cunill y otros líderes requetés habían sido capturados,[132]​ se dio cuenta del peligro que corría y al cabo de unos días fue escondido en Barcelona por sus familiares. Según Guinovart, se negó a huir de la zona republicana por considerar que habría sido una traición a sus compañeros.[133]​ Enfrentado a una elección trágica entre dos malas opciones, se resignó a encarar lo que el futuro le deparase.[134]​ A principios de agosto el comité de Valls de las Milicias Antifascistas[135]​ ordenó su busca y captura. Tras interceptar su correspondencia, averiguaron su paradero y un destacamento de milicianos fue enviado a Barcelona para apresarlo.[136]​ El 14 de agosto, Caylá fue arrestado, conducido en automóvil a Valls y asesinado en la Plaza de la República justo después de su llegada.[137]​ Según diversas fuentes, los republicanos celebraron una especie de fiesta; hicieron tocar las campanas de la iglesia en señal de júbilo, organizaron un banquete y obligaron a los niños del pueblo a desfilar ante su cadáver. También avisaron a la madre de Caylá de que su hijo estaba muerto en la plaza y, según cuentan, fue allí, lo besó y tras comprobar que llevaba el crucifijo y el escapulario, dijo «ahora ya estoy tranquila».[138]

Legado[editar]

Primer ejemplar de Juventud: semanario nacional sindicalista (Valls, 1943)

Durante la misma Guerra Civil, Caylá fue ensalzado como mártir del bando nacional en un folleto hagiográfico publicado en 1938.[139]​ Tras la conquista de Cataluña por parte de los sublevados en 1939, Caylá y otros vallenses caídos o ejecutados fueron enterrados en el nuevo Panteón de los Mártires del cementerio de Valls.[140]​ Se le puso su nombre a una calle del casco antiguo, que aún conserva. En la década de 1940, Caylá era considerado un héroe por los carlistas de Tarragona, tanto por los opuestos al franquismo[141]​ como por quienes optaron por aliarse con el régimen apoyando al autoproclamado pretendiente Carlos VIII.[142]​ En 1943 se fundó en Valls el semanario falangista Juventud, diseñado como continuación de Joventut, publicado en castellano y subtitulado Semanario nacional sindicalista. Tenía poco en común con la publicación original de Caylá.[143]

Salvo casos singulares de homenajes por parte de la facción antifranquista intransigente de los sivattistas,[144]​ la figura de Caylá cayó en el olvido. Su memoria empezaría a ocupar un lugar destacado en el discurso político carlista a finales de los 60, cuando los partidarios del socialismo autogestionario, agrupados en torno al joven príncipe carlista, Carlos Hugo, trataron de tomar el control del movimiento. Para respaldar su visión política, quisieron redefinir la historia del carlismo, presentándola como una lucha popular y social de los carlistas verdaderos enfrentados a los aristócratas, clericales y reaccionarios que se habrían infiltrado en el partido.[145]​ Caylá empezó a ser presentado como un caso paradigmático de auténtico carlista, tolerante, humanista, progresista, proto-socialista, anticapitalista y democrático.[146]​ Su segunda biografía, escrita por Joan Guinovart,[147]​ también ensalzaría su figura, aunque buscando la visión opuesta a la anterior; fue publicada en 1997 y encaja en esta perspectiva progresista. Por su parte, durante la Transición, la revista Fuerza Nueva le dedicaría un artículo escrito por Jaime Tarrago, titulado "Tomás Caylá o la moral del Alzamiento", que lo presentaría como un "muerto por Dios y por España".[148]

Notas[editar]

  1. El Eco de Valls, 09/08/1888, disponible aquí
  2. Joan Guinovart i Escarré, Tomàs Caylà, un home de la terra, Valls, 1997, ISBN 8492147679, 9788492147670, pp. 15-16.
  3. Guinovart i Escarré 1997, p. 19.
  4. para más detalles, véase Francesc Costas i Jové, El Banc de Valls (1881-1979). Esborrany histňric amb records i comentaris personals, Valls, 2002, ISBN 8486083508
  5. Francesc Nadal Piqué, Jordi Martí Henneberg, "Cambio agrario y paisaje vitivinícola en la Cataluña occidental durante el primer tercio del siglo XX", Ería: Revista cuatrimestral de geografía, 88 (2012), p. 180.
  6. Guinovart i Escarré 1997, p. 15.
  7. Nadal Piqué, Martí Henneberg 2012, p. 180; también se hace referencia a la organización como Federación Agrícola del Alt Camp, véase Eduardo Montagut Contreras, Tomàs Caylà Grau, [en:] Blog Historiaideologias, 2011
  8. La Vanguardia 24/12/1919, disponible aquí
  9. a b Guinovart i Escarré 1997, p. 20.
  10. Guinovart i Escarré 1997, pp. 16, 23.
  11. a b Guinovart i Escarré 1997, pp. 15-16.
  12. Francesc Rom Serra, Martí Rom, El Centre Obrer de Mont-roig del Camp (1911-1925), Barcelona. 2003, ISBN 8496035344, 9788496035348, p. 136.
  13. Guinovart i Escarré 1997, p. 19; Jaime Tarrago, "Tomas Caylà o la moral del Alzamiento", Fuerza Nueva, 19/08/1978, p. 10, disponible aquí
  14. a b Guinovart i Escarré 1997, p. 63.
  15. Pàtria, 10/11/1916, disponible aquí
  16. a b Tarrago 1978, p. 10.
  17. Tarrago 1978, pp. 9-10.
  18. Se cita a su madre aceptando su elección en los siguientes términos: "mucho me satisfaría que Tomás contrajera matrimonio, pero si, corno él dice, manteniéndose soltero puede servir mejor a la causa, estoy muy contenta de que permanezca soltero", en Tarrago, 1978, p. 10.
  19. Pere Altés i Serra, "La premsa local en el meu record", Quaderns de Vilaniu, 24 (1993), p. 68.
  20. a b Guinovart i Escarré 1997, p. 30.
  21. Laura Vives Solanes, "La premsa de la ciutat de Valls al segle XX", Quaderns de Villaniu 42 (2002), p. 173; Joventut no figura entre los periódicos carlistas en Eduardo González Calleja, "La prensa carlista y falangista durante la Segunda República y la Guerra Civil (1931-1937)", El Argonauta español 9 (2012)
  22. Guinovart i Escarré 1997, p. 25.
  23. Guiado por la Rerum novarum y convencido de que la política sirve a la religión, y nunca al revés, Guinovart i Escarré 1997, p. 30.
  24. "amants d'una Espanya gran i prňspera", Guinovart i Escarré 1997, p. 30
  25. defendiendo la espiritualidad, lengua y modo de ser de Cataluña; partidarios de la autonomía integral y convencidos de que "Catalunya serà cristiana o no serà", Guinovart i Escarré 1997, p. 31.
  26. “allistats sots le banderes d’un partit de noble história, que ha sapigut formar els seus homes en la oposició i que avui té de lluitar més que amb sos naturals emics”, Guinovart i Escarré 1997, p. 31.
  27. partidarios de los derechos a la Corona de Don Jaime de Borbón, a quien rendían vasallaje, Guinovart i Escarré 1997, p. 31-32. Todo el manifiesto fundacional, incluyendo su misma secuencia, reflejaba el ideario tradicional del carlismo: "Dios, Patria, Fueros, Rey".
  28. También colaboró en El Correo Catalan y La Cronica de Valls, Contreras, 2011.
  29. siglas de “Carlí Vallenc” o carlista vallense
  30. Guinovart i Escarré 1997, p. 29.
  31. Altés i Serra 1993, p. 69.
  32. Joventut, 03/02/1920, disponible aquí
  33. La Crónica de Valls, 14/02/1920, disponible aquí
  34. Guinovart i Escarré 1997, p. 169, Vicenç Gascón Altés, Francesc Vallès Serra, "La dictadura de Primo de Rivera en la perspectiva de Valls", Quaderns de Vilaniu 27 (1995), p. 68.
  35. Gascón Altés, Vallès Serra 1995, p. 48.
  36. Gascón Altés, Vallès Serra 1995, pp. 48-49.
  37. Guinovart i Escarré 1997, p. 35.
  38. El Sol, 07/07/1924, disponible aquí, también Guinovart i Escarré 1997, p. 35.
  39. Como la Unión Patriótica, Guinovart i Escarré 1997, p. 36.
  40. Vallverdú 2008, p. 15; Guinovart i Escarré 1997, p. 47; Gascón Altés, Vallès Serra 1995, p. 59.
  41. Gascón Altés, Vallès Serra 1995, p. 67.
  42. Durante la Dictablanda, el Ayuntamiento de Valls fue reorganizado incorporando a los once principales contribuyentes y diez concejales más votados en las elecciones de 1917, 1920 y 1922, Gascón Altés, Vallès Serra 1995, p. 68.
  43. Guinovart i Escarré 1997, p. 36.
  44. Guinovart i Escarré 1997, pp. 68, 72.
  45. Guinovart i Escarré 1997, p. 83.
  46. a b Guinovart i Escarré 1997, p. 76.
  47. Guinovart i Escarré 1997, p. 275.
  48. Guinovart i Escarré 1997, p. 209.
  49. Literalmente “veritable democràcia”, Guinovart i Escarré 1997, p. 210. No está claro el significado exacto otorgado al término, aunque la referencia al mismo es recurrente en los escritos de Caylá, cfr. “per els que seguim les doctrines tradicionalistes representades per la Comunió legitimista han estat els presents uns dies de dol, dol que ens arriba al fons del cor, perqué la monarquia tradicional, eminentment popular i democrática, tenia arrels fondíssimes en el mode d’esser i governar-se de les terres ibèriques”, citado por Guinovart i Escarré 1997, p. 39. El borrador de Estatuto de Autonomía de 1930, posiblemente influido por Caylá, preveía la representación "orgánica" y, de hecho, algunos teóricos derechistas consideraban el sistema orgánico como la democracia verdadera, en comparación con la votación popular, que juzgaban menos democrática, véase Juan N. Schumacher, "Integrism. A Study in XIXth Century Spanish politico-religious Thought", Catholic Historical Review 48/3 (1962), pp. 351-352.
  50. Guinovart i Escarré 1997, pp. 39, 110.
  51. Guinovart i Escarré 1997, p. 209-210; aunque curiosamente se opuso firmemente a un pacto dinástico con los alfonsinos, Robert Vallverdú, "Catalanisme i carlisme a la Catalunya republicana (1931-1936)", en: L. Duran (ed.), El catalanisme en el nostre passat nacional, Solsona, 2010, ISBN 9788497799683, p. 100.
  52. Guinovart i Escarré 1997, p. 38.
  53. Guinovart i Escarré 1997, p. 211.
  54. Isidre Molas, Lliga Catalana: un estudi d'estasiologia, vol. 2, Barcelona, 1972, ISBN 978-84-297-0858-5, p. 242.
  55. una alianza provincial de Tarragona entre los tradicionalistas, la Lliga y el Partido Republicano Radical, diseñada por el propio Caylá, Vallverdú 2008, pp. 114, 117; Lista disponible aquí
  56. Guinovart i Escarré 1997, pp. 107, 109.
  57. Guinovart i Escarré 1997, p. 109.
  58. Guinovart i Escarré 1997, p. 110; en mayo de 1936 Caylá representó a los concejales de la oposición de Valls en la demanda contra las decisiones presuntamente ilegales del Ayuntamiento, presentada ante el Tribunal Provincial Contencioso-Administrativo, Josep Santesmases i Ollé, "De les eleccions del 16 de febrer de 1936 a l'entrada dels "nacionals". Notícies de les actes municipals de Vila-rodona!, La Resclosa 7 (2003), p. 108.
  59. Guinovart i Escarré 1997, p. 38; aunque se opuso al fascismo como reacción al izquierdismo militante, véase Vallverdú 2008, p. 220-221.
  60. Guinovart i Escarré 1997, p. 268.
  61. las primeras llegaron cuando Joventut salió en defensa del periódico tradicionalista de Tortosa La Tradición, recibiendo una multa del gobierno republicano; Joventut se refería al régimen republicano como "nueva dictadura", Guinovart i Escarré 1997, p. 41.
  62. Guinovart i Escarré 1997, p. 42.
  63. Caylá negó los cargos, Guinovart i Escarré 1997, p. 44.
  64. La multa máxima impuesta era de 2000 pesetas; el sueldo diario de un trabajador normal correspondía a unas 10 ptas; la sanción se produjo tras la publicación de un artículo de 1934, en el 3° aniversario de la República, que denunciaba el colapso del orden público y afirmaba que en caso de que la anarquía continuase, sólo quedaría proclamar el grito de "visca el Rei", Guinovart i Escarré 1997, p. 48-49.
  65. Gascón Altés, Vallès Serra 1995, p. 61; en 1934 Caylá visitó al comisario de Orden Público, La Vanguardia, 15/05/1934, disponible aquí
  66. En ese momento el jefe del carlismo catalán era Miguel Junyent, pronto reemplazado por Lorenzo María Alier; el subjefe regional, Mauricio de Sivatte; y el secretario regional, Benedicto Torralba de Damas. Algunos dirigentes provinciales importantes eran Juan Lavaquial, por Lérida, y Juan María Roma por Gerona. Casimiro de Sangenís era diputado tradicionalista a Cortes. Otros dirigentes eran Joaquín Bau, José Bru Jardí y José Prat Piera, véase El Siglo Futuro, 18/19/1934, disponible aquí
  67. La Vanguardia, 25/11/1931, disponible aquí, también El Siglo Futuro, 09/08/1934, disponible aquí
  68. En número de círculos tradicionalistas, Tarragona era la octava provincia de España; en número de centros de Margaritas, la séptima; en número de juntas, la décima; en número de centros de Juventudes, la decimoquinta, Vallverdú 2008, pp. 247-260.
  69. Julio Aróstegui, Combatientes Requetés en la Guerra Civil española, 1936-1939, Madrid, 2013, ISBN 9788499709758, p. 842; Julio Aróstegui, Eduardo Calleja, "La tradición recuperada: El requeté carlista y la insurrección", Historia Contemporánea 11 (1994), p. 45.
  70. Tarrago 1978, p. 9.
  71. Guinovart i Escarré 1997, pp 276 a 278; según otra versión, su postura no beligerante y pacífica evitó la violencia y fue elogiado por las autoridades republicanas, Vallverdú 2008, p. 194.
  72. La “descabellada revolució política de la Generalitat de Catalunya ha fet córrer el peril a la nostra terra de presenciar ‘espectacle més inhumá i contrari a la civilizació que pugui registrar la història”, citado por Guinovart i Escarré 1997, p. 278.
  73. Juan Soler Janer, Tomás Cayla Grau, ejemplo y guía de patriotas. Vida y muerte, San Sebastián, 1938; citado en Melchor Ferrer, Historia del tradicionalismo español, tomo XXX, vol. 1, Sevilla, 1979, ISBN 8474600278, p. 109. disponible aquí Archivado el 19 de enero de 2018 en Wayback Machine.
  74. La Vanguardia 20/10/1934, disponible aquí
  75. La Vanguardia 17/05/1935, disponible aquí
  76. Joaquín Monserrat Cavaller, Joaquín Bau Nolla y la restauración de la Monarquía, Madrid, 2001, ISBN 8487863949, pp. 57-58; otras fuentes hablan de 25.000 personas, con 423 autocares y camiones, un tren especial y centenares de vehículos particulares, véase La Vanguardia, 27/09/1999, disponible aquí. Joaquín Bau se atribuyó la organización del acto, afirmando tan sólo que “mis amigos los señores Bru y Caylá, que tan bien me han ayudado y han cooperado a la realización de la gran concentración de Poblet”, Monserrat Cavaller 2001, pp. 57-8; otra versión en Vallverdú 2008, p. 265
  77. El Siglo Futuro, 20/06/1935, disponible aquí
  78. desde 1934, tras la dimisión de Junyent, Vallverdú 2010, p. 100; cfr. La Vanguardia, 07/04/1936, disponible aquí
  79. ABC, 15/01/1942, disponible aquí
  80. supuestamente debido a la influencia integrista y mellista, Vallverdú 2010, p. 102, aunque no aporta fuentes; el tema se desarrolla algo más en un único párrafo en Vallverdú 2008, p. 128.
  81. Guinovart i Escarré 1997, p. 317; cfr. El Siglo Futuro, 04/07/1936, disponible aquí; según Vallverdú 2008, pp 300-301, Fal Conde pidió sugerencias a la dirección de la Comunión en Cataluña; la Junta de Barcelona propuso Caylá y la de Gerona propuso un triunvirato compuesto por Juan María Roma, Joaquín Gomis y Joaquín Bau.
  82. después de Navarra y las Vascongadas; la jefatura provincial de Tarragona fue cedida al director del Correo de Tortosa, José Bru Jardi, El Siglo Futuro, 06/20/1935, disponible aquí; Monserrat Cavaller 2001, p. 58-59, afirma que cuando el jefe delegado nacional, Manuel Fal Conde, abandonó la reunión, Joaquín Bau asumió la presidencia; esto podría indicar que Caylá no destacaba demasiado en los mítines carlistas, aunque podría reflejar asimismo una tendencia hagiográfica en la biografía de Bau.
  83. Manuel Fal Conde, el jefe delegado nacional de la Comunión Tradicionalista, procedente del campo integrista, era profundamente católico y asistía diariamente a misa; no sería extraño que hubiese encontrado fácilmente puntos en común con Caylá; Fal Conde era asimismo un gran partidario del regionalismo, véase Manuel Martorell Pérez, "Antonio Arrue, Euskaltzaindiaren suspertzean lagundu zuen karlista", Euskera 56 (2011), 858-859.
  84. Tarrago 1978, p. 10, disponible aquí.
  85. Defendiendo la espiritualidad, lengua y modo de ser de Cataluña y partidarios de la autonomía integral, Guinovart i Escarré 1997, p. 31.
  86. Caylà y Joventut eran promotores activos de la "Renaixenca castellera", la popular tradición catalana de construir torres humanas; uno de los grupos que apoyaban, la Colla Vella, era conocida como "la colla dels carlins", véase Josep Miralles Climent, "Aspectos de la Cultura Política del carlismo en el siglo XX", Espacio, Tiempo y Forma 17 (2005), pp. 147-174; Caylá y Joventut defendían que el catalán fuese declarado la única lengua oficial de Cataluña, Vallverdú 2010, p. 101.
  87. Guinovart i Escarré 1997, p. 32; solían hacer referencia al juramento, tomado en Olot en nombre del reclamante carlista Carlos VII, por el general carlista Rafael Tristany el uno de octubre de 1874, y se comprometían a defender y respetar los fueros de Cataluña, Guinovart i Escarré 1997, p. 34. Para una reseña histórica del carlismo y el catalanismo, véase Jordi Canal, "¿En busca del precedente perdido? Tríptico sobre las complejas relaciones entre carlismo y catalanismo a finales del siglo XIX", en: Enric Ucelay Da Cal (ed.), El nacionalismo catalán: mitos y lugares de memoria, Barcelona, 2005. ISBN 8497425073, 9788497425070
  88. durante la reunión de la cúpula catalana del carlismo a finales de 1932, se aceptaron dos propuestas de subrayar el papel de la autonomía municipal y comarcal, Vallverdú 2008, p. 124.
  89. Guinovart i Escarré 1997, p. 33.
  90. Vallverdú 2010, p. 100; Vallverdú 2008, p. 38.
  91. véase Vallverdú 2008, pp. 26-27, 38-40.
  92. José Carlos Clemente Muñoz, El carlismo en el novecientos español (1876-1936), Madrid, 1999, ISBN 8483741539, 9788483741535, p. 80.
  93. Fermín Pérez-Nievas Borderas, Contra viento y marea. Historia de la evolución ideologica del carlismo a través de dos siglos de lucha, Estella, 1999, ISBN 8460589323, p. 97; Josep Carlos Clemente Muñoz, Historia general del carlismo, Madrid, 1992, ISBN 9788460446217, p. 370.
  94. Clemente Muñoz 1999, p. 80; Clemente Muñoz 1992, p. 80.
  95. Guinovart i Escarré 1997, p. 407.
  96. titulado Proyecto de Estatuto de Cataluña, véase Vallverdú 2010, p. 95; incluso los estudios específicos sobre el particular no esclarecen el papel de Caylá en la propuesta carlista, véase Vallverdú 2008, pp. 41-43.
  97. los escindidos eran Esteban Ferré Calviá, José María Ferré Morago, Juan Bautista Roca Caball, José Cirera, José María Trias Peix, Antón Olivares, Francisco Balanyá, Francisco Guarner, Vallverdú 2010, p. 98.
  98. Guinovart i Escarré 1997, p. 47-48.
  99. "Cataluña no fuera tradicionalista si defendiera la tesis de la separación, tesis tan bien combatida por el maestro de catalanismo Prat de a Riba", citado por Vallverdú 2010, p. 101.
  100. Vallverdú 2010, p. 102; Joventut escribió en 18/05/1932: "Ha faltado la voz que proclamase bien claro que los derechos de Cataluña son superiores a los del estado integral".
  101. creía como Torras y Bages que "Cataluña será católica o no será", Guinovart i Escarré 1997, pp. 31, 418.
  102. "No quiere decir eso que el proyecto de Estatut no tenga puntos aceptables y que constituya un paso hacia el total reconocimiento de los derechos de Cataluña. En este sentido y como táctica de procedimiento, marcada por la mayoría que regenta los destinos de Cataluña, puede aceptarse y votarse. Lo que no se ha de consentir es que se tome como finalidad última lo que solo es un paso. De hacerlo engañaríamos a los catalanes y engañaríamos a los ciudadanos de las otras tierras ibéricas. El Estatut será seguramente aprobado, pero el pleito de Cataluña quedará en pie", Joventut, 15/07/1931; cfr. Vallverdú 2008, pp. 45-56.
  103. Guinovart i Escarré 1997, p. 261.
  104. Vallverdú 2008, pp. 204-205.
  105. Como la conferencia titulada La qüestió social en nostra ciutat, Guinovart i Escarré 1997, pp. 25-26.
  106. a b Guinovart i Escarré 1997, p. 380.
  107. Guinovart i Escarré 1997, p. 32.
  108. “El sindicalisme roig invandint-ho tot trepitxava tota justícia. Les masses populars, enlluernades per un fictici sol de llibertat, no veien com els seus predicadors, tot sentat que la propietat era un robatori, anaven fincant-se i adquirint valors com qualsevol burgès desocupat", citado por Guinovart i Escarré 1997, p. 40.
  109. Guinovart i Escarré 1997, p. 285; Caylá era hostil a lo que consideraba dictaduras de Méjico y la Unión Soviética, Guinovart i Escarré 1997, p. 79.
  110. "Dues concepcions contraposades es disputen en la práctica el terreny de les solucions: la concepció socialista i la concepció cristiana", citado por Guinovart i Escarré 1997, p. 391.
  111. Caylá no es mencionado ni una vez en Jose Luis Orella Martínez, El origen del primer catolicismo Español, [tesis doctoral], Madrid, 2012
  112. Guinovart i Escarré 1997, p. 40.
  113. En 1933, véase El Siglo Futuro, 18/03/1933, disponible aquí
  114. El Siglo Futuro, 18/04/1933, disponible aquí
  115. Guinovart i Escarre 1997, p. 299-300; el centro se dedicó principalmente a actividades de ocio, como el teatro o el deporte.
  116. Guinovart i Escarré 1997, p. 85-86.
  117. Cómparese con los esfuerzos de cooperación de otro político carlista, Marcelino Oreja Elósegui.
  118. Bau afirmaba ser él el fundador, teniendo Caylá tan sólo un papel aprobador, Monserrat Cavaller 2001, p. 78.
  119. La Vanguardia, 08/11/1932, disponible aquí
  120. citado por Vallverdú 2008, p. 122.
  121. . Joan Villarroya i Font, Violencia i repressió a la reraguardia catalana 1936-1939 [tesis doctoral de la Universidad de Barcelona], Barcelona 1988, p. 1002; de hecho, concibió la idea de organizar el contrabando de armas con Francia por mar, en un barco de pesca, Vallverdú 2008, p. 305.
  122. Guinovart i Escarré 1997, p. 12, Vallverdú 2008, p. 310.
  123. "Rodezno y Fal Conde habían vencido a Tomás Caylá, jefe regional carlista de Cataluña, que se había manifestado contrario al alzamiento al lado de los militares". Josep Carles Clemente, Los días fugaces. El Carlismo. De las guerras civiles a la transición democratica, Cuenca 2013, p. 39, Clemente 1992, p. 370, Pérez-Nievas Borderas 1999, p. 97.
  124. Guinovart i Escarré 1997, p. 319; según Manuel Martorell Pérez, La continuidad ideológica del carlismo tras la Guerra Civil [tesis doctoral], Valencia 2009, p. 217, Caylá "había mostrado sus dudas sobre la oportunidad de la sublevación".
  125. Jordi Canal i Morell, Banderas blancas, boinas rojas: una historia política del carlismo, 1876-1939, Madrid, 2006. ISBN 8496467341, 9788496467347, p. 326, Jordi Canal i Morell, El carlismo: dos siglos de contrarrevolución en España, Madrid, 2000, ISBN 8420639478, pp. 326-327.
  126. Hubo al menos 957 actos de violencia registrados contra de la Iglesia católica entre mediados de febrero y mediados de julio de 1936; Manuel Álvarez Tardío, Roberto Villa García, "El impacto de la violencia anticlerical en la primavera de 1936 y la respuesta de las autoridades", Hispania Sacra 65 (2013), p. 705; Cataluña fue una de las regiones menos afectadas, mientras que Andalucía, Valencia y Castilla la Nueva encabezan la tabla, lista detallada en pp. 721-762.
  127. Guinovart i Escarré 1997, p. 12.
  128. Vallverdú 2010, p. 102; las cifras difieren ligeramente respecto a su trabajo anterior, Vallverdú 2008, pp. 318-319.
  129. Vallverdú i Martí 2008, pp. 312-315
  130. "Els traditionalistes catalans eren el grup més important del carlisme espanyol, després de Navarra i les províncies basques", Vallverdu i Marti 2008, p. 294
  131. Guinovart i Escarré 1997, p. 11
  132. Cunill y su ayudante, José María Rosell Calbo, fueron capturados el 20 de julio, Guinovart i Escarré 1997, p. 321.
  133. Guinovart i Escarré 1997, p. 324.
  134. Guinovart i Escarré 1997, p. 12; desde su mismo nombramiento de jefe regional se dio cuenta de que el cargo podría costarle la vida debido al ambiente prebélico, véase Vallverdú 2008, p. 302.
  135. Valls era un bastión izquierdista y sobre todo anarquista, cfr. Andrew Charles Durgan, BOC 1930–1936. El Bloque Obrero y Campesino, Barcelona, 1996. ISBN 8475843115, 9788475843117
  136. Guinovart i Escarré 1997, p. 327.
  137. El certificado de defunción indica que murió el 14 de agosto, véase [aquí http://postimg.org/image/u1l8jblq9/ Archivado el 12 de mayo de 2016 en Wayback Machine.], fecha que confirma Villaroya i Font 1988, p. 1002; no obstante, otras fuentes afirman que le dispararon en las primeras horas del 15 de agosto, Guinovart i Escarré 1997, p. 333; La Vanguardia, 20/08/1936, disponible aquí.
  138. Tarrago 1978, p. 10; cfr. El Pensamiento Alavés, 16/01/1939, disponible aquí
  139. Soler Janer, 1938.
  140. Guinovart i Escarré 1997, p. 344-348.
  141. Grupos carlistas antifranquistas de Tarragona distribuyeron panfletos dirigidos contra Bau y otros carlistas colaboracionistas en los que se leía "El Requeté de los Caylá y de los navarros exige justicia, el Requeté de la Tradición insobornable, el que no admite unificaciones ni pactos, escupe a los politiquillos disfrazados de carlistas que se apoyan en nosotros para su medro personal y les exigirá cuentas de sus actos. POR DIOS POR LA PATRIA Y EL REY", citado por Martorell Pérez 2009, p. 217; Guinovart, secretario personal de Caylá, se presentó en las elecciones municipales de 1948 contra el candidato falangista y ganó, Robert Vallverdú Martí, La metamorfosi del carlisme català: del "Déu, Pàtria i Rei" a l'Assamblea de Catalunya (1936-1975), Montserrat, 2014, ISBN 9788498837261, p. 110.
  142. Un documento interno falangista describía a los carlistas de Tarragona a principios de 1940 divididos en 3 grupos: 1) "Una parte bastante considerable está firmemente unida a Falange y la campaña de Carlos VIII ha aumentado bastante la fracción. Son los tradicionalistas del grupo auténtico que siguió a Caylá. Gente sana y ruda que constituye un grupo excelente por su españolismo decidido"; 2) "Otra parte del carlismo auténtico, algo superior en número al anterior, forma el núcleo rebelde. Su jefe provincial es un pobre diablo de Reus llamado Sugrañes [...] pero su jefatura no la acatan más que en su pueblo y en alguna localidad vecina. Se mueven dentro del Falcondismo y andan de capa caída"; 3) "existe el núcleo que sigue a la trilogía Bau, Sentís, Prat. Los carlistas puros están en contra porque les acusan de haberse vendido al juanismo, de lo cual se deduce que carecen de toda masa, exceptuando Tortosa y pueblos vecinos, donde quedan los partidarios de Joaquín Bau. No obstante todo ello, si algo ocurriera favorable al Carlismo ellos serian los jefes, pues los demás son pobres diablos". En otro párrafo del mismo documento Bau es presentado como líder de "una fracción moderada frente al integrismo del Sr. Caylá de Valls”, citado por Joan Maria Thomàs, "El Franquisme des de dins: un informe sobre Tarragona", Butlletí de la Societat Catalana d'Estudis Històrics, 9 (1998), pp. 152-153.
  143. véase el índice de publicaciones vallenses disponibles aquí Archivado el 4 de marzo de 2016 en Wayback Machine.
  144. en 1961 trataron de descubrir una placa conmemorativa en Valls; podía leerse "Tomás Caylá ejemplo vivo. Con firmeza jamás vencida, el hijo ilustre de Valls, D. Tomás Caylá y Grau, Jefe de los Carlistas de Cataluña, aquí dio valerosamente la sangre y la vida por los ideales de Dios, Fueros, Patria y Rey". El suceso vino acompañado de la construcción de un castell y la divulgación de panfletos, César Alcalá, Mauricio de Sivatte. Una biografía política (1901-1980), Barcelona, 2001, ISBN 8493109797, pp. 161-162.
  145. Cfr. Josep Carles Clemente, Historia del Carlismo contemporáneo, Barcelona. 1977, ISBN 9788425307591: "ingresaron el el Carlismo grupos de la derecha integrista. Esas minorías, aunque intentaron influir en la ideología y en la línea del partido, nunca arraigaron en él" (pp. 13-14), también "integrismo infiltrado en sus filas" (p. 23), "la infiltración se iba desarrollando", José Carlos Clemente, Breve historia de las guerras carlistas, Madrid, 2011, ISBN 8499671691, 9788499671697, p. 150. Posteriores y más elaboradas versiones de esta teoría en Clemente 2013, p. 28.
  146. Jacek Bartyzel, "Bandera Carlista", en: Umierac ale powoli, Cracovia, 2006, ISBN 9788386225743, p. 307M Jacek Bartyzel, Don Carlos Marx,' Wroclaw, 2011, ISBN 9788393274116, p. 52. Para la última muestra de esta visión, véase Vallverdú 2010, p. 100 (de redacción casi idéntica a Vallverdú 2008, p 302): "Sus campañas ciudadanas durante el periodo republicano fueron siempre al servicio de intereses populares y destacaron por el sentido federalista y anticapitalista de sus comentarios. Tanto en política como en religión fue un precursor de las corrientes progresistas abiertas al socialismo que se desarrollaría treinta años más tarde en el carlismo con la llegada del príncipe Carlos Hugo". Recientemente, esta teoría ha sido elaborada en Robert Vallverdú Martí, La metamorfosi del carlisme català: del Déu, Pàtria i Rei a l’Assemblea de Catalunya (1936-75), Montserrat, 2014, ISBN 9788498837261
  147. fue secretario personal de Caylá de mediados de la década de 1930 y posterior miembro del Partido Carlista de Carlos Hugo en los 70; el trabajo redefine asimismo otras figuras carlistas como el pretendiente Jaime III, que presenta —en sintonía con la interpretación general carlohuguista— dispuesto antes a la tolerancia que a la intransigencia, véase Guinovart i Escarré 1997, p. 39.
  148. Tarrago 1978, p. 10, disponible aquí. El autor también fue un conocido de Caylá.

Bibliografía[editar]

  • Joan Guinovart i Escarré, Tomàs Caylà, un home de la terra, Valls, 1997. ISBN 8492147679, 9788492147670
  • Juan Soler Janer, Tomás Caylá Grau, ejemplo y guía de patriotas. Vida y muerte, San Sebastián, 1938.
  • Robert Vallverdú i Martí, El carlisme català durant la Segona República Espanyola (1931-1936), Barcelona, 2008. ISBN 8478260803, 9788478260805
  • Robert Vallverdú i Martí, Catalanisme i carlisme a la Catalunya republicana (1931-1936), en L. Duran (ed.), El catalanisme en el nostre passat nacional, Solsona, 2010. ISBN 9788497799683
  • Laura Vives Solanes, La premsa de la ciutat de Valls al segle XX, Quaderns de Villaniu 42 (2002), pp. 157–194.

Enlaces externos[editar]


Predecesor:
Lorenzo María Alier
Jefe Regional de la Comunión Tradicionalista en Cataluña

1936–1936
Sucesor:
Mauricio de Sivatte