Discusión:Ateísmo/Propuesta

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Del adjetivo griego αθεος (azeós), que significaba ‘sin dios’, siendo a la partícula negativa ‘no’ o ‘sin’ y zeós ‘dios’ (literalmente Zeus).

Antiguamente esta palabra designaba a quienes no creían en un determinado dios, si bien podían creer en otros. Así, los romanos llamaban ateos a los primeros cristianos porque negaban la existencia de dioses distintos de Yahvé.

Hoy en día, sin embargo, el término se refiere a aquellos que carecen de fe en la existencia de algún tipo de divinidad o de otras ideas tradicionalmente asociadas con las religiones (como la reencarnación, la vida espiritual más allá del cuerpo físico y los poderes sobrenaturales), si bien existen muchos y muy diferentes matices.

Diferentes definiciones y términos afines.[editar]

El diccionario de la RAE define al ateo como “aquél que niega la existencia de Dios”, si bien esto no es del todo correcto, ya que muchos ateos no niegan explícitamente que Dios exista, sino que se limitan a mostrar escepticismo mientras no le sean presentadas pruebas que se lo demuestren claramente.


Hablando de Ateismo como forma de pensamiento, propongamos la siguiente definición : "El ateismo es una actitud o una doctrina que no reconoce la existencia de Dios o de divinidades. Se opone al deismo, al teismo".

Nos encontramos así con uno de los primeros matices a los que se enfrenta cualquier definición de ateismo: la negación o no de la existencia de uno o varios dioses. Es decir, tanto el que niega su existencia como el que declara no creer son ateos (en el sentido de que carecen de fe) pero mientras la postura del primero es de abierta negación, la del segundo es simple escepticismo. Estas dos posturas reciben el nombre de ateismo fuerte y ateismo débil, respectivamente.

Encontramos una definición más acertada en un diccionario filosófico de la URSS, que describía el ateismo como el “sistema de ideas que niega la fe en lo sobrenatural (espíritus, dioses, vida de ultratumba, etc.).”

Esta definición (la negación de la fe en lo sobrenatural) es interesante, pues engloba tanto a quienes niegan abiertamente la existencia de Dios como a aquellos que, simplemente, se declaran escépticos (no tienen fe en la existencia si bien la admiten como posibilidad).

Relacionado con el ateismo débil se encuentra el agnosticismo. El término fue acuñado por T.H. Huxley en una reunión de la Metaphysical Society en 1876. Según esta postura, es imposible probar la existencia o inexistencia de Dios.

La diferencia entre estos tres términos (ateismo fuerte, ateismo débil y agnosticismo) no es una simple cuestión de grado. El ateo fuerte hace una declaración (“Dios no existe”). El ateo débil declara escepticismo a la espera de una prueba en uno u otro sentido. El agnóstico declara que dicha prueba no es posible. Sin embargo, a menudo estos términos se entremezclan. Por ejemplo, alguien que es ateo porque no cree que Dios exista puede definirse a sí mismo como agnóstico pues reconoce que es imposible probarlo.

Ateismo fuerte.[editar]

Como ya se ha dicho, ateo fuerte es aquel que declara abiertamente la inexistencia de cualquier tipo de divinidad. Generalmente, el ateo fuerte niega también la veracidad de otro tipo de creencias (alma, espíritu, vida más allá de la muerte…) y confía en que todos los fenómenos físicos pueden o podrán ser explicados mediante métodos racionales.

La afirmación “Dios no existe”, al igual que su contraria (“Dios sí existe”) no está exenta de la carga de la prueba. Pero si bien la ciencia puede desmentir ciertos aspectos de determinadas religiones, la inexistencia última de algún tipo de divinidad está fuera de la esfera de aplicación de la ciencia, por lo que el ateismo fuerte es un tipo de creencia, si bien no es correcto denominarla religión.

Ateismo débil.[editar]

El ateísmo débil es una variedad de ateísmo en la que se afirma que la existencia de uno o más dioses es dudosa, improbable o insuficientemente demostrada.

Cuando los teístas afirman que Dios existe, el ateo escéptico se niega a adherir a esa afirmación pero tampoco se atreve a afirmar lo contrario. Después de reflexionar sobre los argumentos y pruebas pueden encontrar improbable que existan divinidades, pero no están dispuestos a afirmar con certeza que no existen ya que es imposible probar una negación.

Puesto que no realiza ninguna afirmación acerca de la existencia o inexistencia de Dios, la postura del ateo débil sí está exenta de la carga de la prueba. Son las otras posturas quienes deben probar sus afirmaciones.

Agnosticismo.[editar]

El agnosticismo reconoce que es improbable, imposible o, incluso, intrascendente demostrar la existencia de Dios, pero no niega su existencia, por lo que, aunque afín, no es una postura atea.

Aunque afín al ateismo débil no es la misma postura. La diferencia es sutil, pero existe: El ateo débil puede preferir no creer en ninguna divinidad a la espera de una prueba que sí cree posible, el agnóstico niega la posibilidad de dicha prueba, aunque no niegue la posibilidad de existencia de una o varias divinidades.

Historia del ateísmo.[editar]

No ha existido ningún periodo cultural donde todas las personas compartieran su creencia en dioses o fuerzas sobrenaturales (su modelo del mundo). Las opiniones religiosas han tenido generalmente una posición fuerte en sus sociedades y sus oponentes no han tenido siempre la oportunidad de expresar sus puntos de vista en público. Por ello es raro encontrar puntos de vista ateos en la historia oficial.

Periodo clásico.[editar]

En la antigua Grecia vivieron muchos filósofos ateos que no aprobaban la religión que dominaba su propia sociedad. La mayoría tenía un modelo materialista, según el cual todas las cosas en su origen son materiales, e incluso los fenómenos “espirituales” tienen base material, por lo que no es necesario ningún dios.

En el siglo V antes de nuestra era, el término “ateo” adquirió un significado adicional, expresando una falta total de relación con los dioses, esto es “negador de los dioses, incrédulo, irreligioso, antirreligioso, sacrílego”, con una connotación más parecida a nuestro término actual “impío”. Un término menos peyorativo en esa época (que equivaldría a nuestro actual “ateo”) era asebēs.

Los primeros pensadores que negaron la existencia de los dioses (“ateísmo teórico”), fueron algunos sofistas griegos, siendo el primero Protágoras (quien fue exiliado de Atenas por ateo), también Diágoras de Melos y Crizias. Se puede hablar de “ateísmo práctico” en filósofos como Demócrito y conocidos materialistas como Epicuro y su seguidor romano Lucrecio, que aunque no negaban explícitamente la existencia de las divinidades, sostenían que no tendrían ninguna interacción con las actividades humanas.

Como sustantivo abstracto, existía también atheotēs (“ateísmo”). El escritor y político romano Cicerón transcribió azeós al latín atheus. En las discusiones entre cristianos y paganos (desde el siglo II de nuestra era), cada grupo atribuía el término azéoi a su enemigo.

Edad Media.[editar]

La Edad Media fue bastante negativa a las opiniones ateas, y la crítica a la religión dominante se castigaba duramente, muchas veces con la muerte. (Ver Santa Inquisición.) Por ello no se han documentado casos significativos de ateísmo en esa época.

En la Europa medieval e incluso hasta el siglo XVIII, el ateísmo fue considerado inmoral y generalmente criminal. Los ateos podían ser condenados a la hoguera especialmente en los países donde operaba la Inquisición católica.

Mientras que los protestantes y muchos otros sufrían discriminación y persecución por parte de la Iglesia Católica dominante, Juan Calvino (creador del calvinismo) estaba a favor de quemar a los ateos y herejes.

Del Renacimiento a la actualidad.[editar]

El materialismo y la resistencia a la iglesia fue la marca del humanismo renacentista (1400-1500). La visión atea reaparece recién en algunos filósofos renacentistas, como Pietro Pomponazzi.

En el idioma inglés, el término ateísmo (atheism) fue el resultado de la adopción del francés athéisme en 1587 aproximadamente), la cual a su vez proviene de athée. Luego de la palabra ateísmo se crearon las palabras deísta (1621, en inglés) y teísta (1662, en inglés).

El ateísmo tuvo una relevante difusión durante la era de la Ilustración (1688-1789), con el barón Paul d’Holbach y Julien Offray de La Mettrie.

También es importante la figura de Jean Meslier, sacerdote católico de la parroquia de Etrèpigny (cerca de Mézières, Ardenne, Francia). Después de haber trabajado durante unos 40 años con diligencia e insospechable apariencia de fe, al morir en 1729 dejó dos sorprendentes cartas y una gran obra de cerca de 3500 páginas impresas con argumentos contra la existencia de Dios.

Los desarrollos de la física y de la matemática condujeron también a abrir un debate acerca del determinismo (Laplace).

La situación empezó a liberalizarse recién en el 1700. Entre otros, Denis Diderot observó que el mundo se podía explicar sin ninguna hipótesis divina.

En el siglo XIX la popularidad del ateísmo aumentó muchísimo debido a la ausencia de pena de muerte por ateísmo y también a los descubrimientos científicos de la biología (especialmente de la teoría de la evolución de Charles Darwin), de la antropología y de la idea de la posibilidad de dominar la naturaleza, que derivó de la revolución industrial.

El ateísmo fue desarrollado por filósofos de la izquierda hegeliana como Ludwig Feuerbach y se volvió el aspecto básico del materialismo dialéctico de los filósofos alemanes Karl Marx y Friedrich Engels (quienes fundaron su opinión materialista en Demócrito y Epicuro), así como del positivismo de Auguste Comte y Félix Le Dantec.

Max Stirner (seudónimo de Johann Kaspar Schmidt, contemporáneo de Marx) publica en 1844 El único y su propiedad, obra que será idolatrada y odiada, en la cual con un ateísmo sin medias tintas critica a Feuerbach, Bauer y a los comunistas, hace tabla rasa de toda la filosofía precedente y de los fantasmas de la irracionalidad, propugnando un extremo individualismo y adoptando incluso el propio término egoísmo. Stirner fue a veces definido como profeta de los anarquistas, de los fascistas, de los libertarios. El mismo Friedrich Nietzsche estaba atraído a la obra de Stirner, tanto que temía ser acusado de plagio. También se recuerda el ateísmo de Arthur Schopenhauer (1788-1860), que algunos definen como “el ateísmo de la desesperación”.

En el siglo XX, el ateísmo se volvió la posición ideológica más común entre científicos, racionalistas y humanistas.

Después las opiniones ateas han tenido el apoyo en filósofos y científicos. Famosos ateos del siglo XX fueron el novelista Albert Camus, la filósofa y novelista Ayn Rand, el filósofo Jean-Paul Sartre y el matemático y filósofo Bertrand Russell.

El ateísmo del siglo XX introduce una novedad sustancial con respecto a los siglos anteriores, no se constituye solamente como principio intelectual o método filosófico, sino que pasa a tener extraordinario valor político y se introduce expresamente en las constituciones de los estados que asumen el comunismo, así como es parte ineludible en la doctrina de la transformación política y militar del mundo.

El ateismo en la actualidad.[editar]

Si los progresos científicos de los siglos XIX y XX indujeron a muchos pensadores a poner en duda la idea misma de Dios al no poder ser demostrada, los trabajos de Heisenberg y Gödel entre otros (que demostraron que la ciencia no podría jamás proporcionar una explicación total y definitiva del universo) no significaron un retroceso del ateismo.

Esto se debe a que estos trabajos no invalidaron los anteriores sino que se limitaron a acotar los límites últimos de la ciencia. Es decir, el hecho de que la ciencia no llegue nunca a dar una última respuesta (que bien podría ser la existencia de Dios o su inexistencia) no implica que los trabajos de Darwin (por ejemplo) fueran incorrectos, por lo que las cosmogonías clásicas no pueden volver a ocupar el lugar perdido.

Por otra parte, en los países occidentales existe una diferencia más o menos marcada entre religión y estado, de forma que la educación pública es, en general laica, lo cual ha significado un aumento de las posturas atea y agnóstica (Es curioso observar que el porcentaje de personas que, educadas en el ateismo, permanecen ateas es similar al de personas que, educadas en una determinada religión, permanecen fieles a dicha religión).

Además, el mayor conocimiento de otras culturas ha hecho que parte del espacio cedido por las religiones tradicionales haya sido ocupado por otras creencias no necesariamente teístas que, al no proclamar la existencia de un determinado dios, pueden ser consideradas una forma de ateismo.

Bases filosóficas del ateismo actual.[editar]

Hay que comenzar indicando que cuando hablamos del "ateísmo actual" nos estamos refiriendo a nuestro contexto socio-cultral, es decir, a la sociedad occidental de principios del siglo XXI.

Por otra parte, hay que indicar también que, si bien tienen un núcleo común, las bases del ateísmo débil y del fuerte difieren en que el primero espera una prueba de la inexistencia o existencia de Dios (negándose mientras tanto a sostener afirmación alguna acerca de su existencia o inexistencia), mientras que el segundo se basa en argumentos científicos y filosóficos para declarar que Dios no existe. Así, filósofos como Marx, Nietzsche o Sartre serían importantes para el ateísmo fuerte, pero no para el débil.

Aunque ha habido siempre pensadores ateos o agnósticos (ya se han mencionado Protágoras, Demócrito y Epicuro en el apartado de historia), el ateísmo actúal tiene un origen diferente, muy relacionado con el avance de descubrimientos científicos que restan credibilidad a las cosmogonías clásicas, evidenciando la incompatibilidad de las afirmaciones de éstas con los datos empíricos.

Si bien muchos de estos filósofos dejaron argumentos que fueron de inspiración a pensadores posteriores, las bases del ateísmo actual son más recientes, teniendo su origen en la ilustración. Durante esta época nace el convencimiento de que la razón, ayudada por la ciencia, podría explicar el orden del universo. Por otra parte, la fe en la razón daría pie a cuestionar ideas clásicas, que serían un nuevo objeto de análisis por parte de los pensadores de la época.

La ilustración.[editar]

Hume y Kant.

Para David Hume, y según sus propias palabras, "el principal y único argumento para probar la existencia divina radica en el orden de la naturaleza... Hay que reconocer que este argumento va de los efectos a las causas. Por el orden de la obra se infiere que ha debido de existir un proyecto y un plan en el agente. Si no se establece este punto, hay que reconocer que fallan las conclusiones y no vale pretender establecer las conclusiones con una mayor amplitud de lo que exigen los fenómenos de la naturaleza. Éstas son las concesiones y deseo hacer ver las consecuencias".

Es decir, que podemos aceptar que existe un ente que ha creado el universo de una forma tal que existe un determinado orden en la naturaleza, pero no podemos deducir nada más acerca de ese ente, como su inteligencia o existencia en él de preceptos morales.

Es más, según Hume, "el sujeto [dios] está fuera del alcance de la existencia humana". No podemos tener experiencia de Dios, y los fenómenos físicos son los mismos sea cual sea la explicación adoptada, por lo que la explicación teísta no es más que una de las posibles teorías. Es más, se trataría de una teoría inútil, en el sentido de que no podríamos obtener de ella más conocimiento que el que ya tenemos.

Para Hume la religión nace del temor a los desastres y de la esperanza a obtener ventajas de un ente invisible que nos proteja ante ellos, y los posteriores intentos de racionalizar la fe no resistirían un análisis crítico.

Kant (cuyo pensiamento estaría seriamente influenciado por Hume) trata de analizar los límites de la razón en sus dos principales obras: Crítica de la razón pura y Crítica de la razón práctica.

En la primera afirma que la existencia no es un atributo del objeto sino, a lo sumo, un enunciado lógico. Por otra parte, el conocimiento se da cuando aplican las categorías a priori a las impresiones sensibles.

Es decir, que no podemos conocer la existencia de un objeto a priori, sino que necesitamos hacerlo bien directamente mediante una percepción sensible directa del objeto o de forma relativa a otras existencias ya dadas, dentro del ámbito de la experiencia sensible.

Ahora bien, Dios no entra dentro de lo que podamos sentir de forma directa ni de aquello que podamos enlazar con algo que pueda ser percibido. Es decir, que como Dios no es un objeto experimentable, el entendimiento de Dios no puede conocer su existencia. Por ello, no es posible a la razón conocer la existencia de Dios.

Hay que hacer notar que, pese a lo anterior, Kant sí creía que la existencia de Dios podía ser demostrada, si no por medio del conocimiento sí por medio de la necesidad de una moral absoluta.

Siglo XIX.[editar]

Durante el siglo XIX tienen lugar una gran cantidad de descubrimientos científicos que hacen tambalearse la imagen del mundo que proporciona la religión cristiana.

Uno de los más importantes descubrimientos fue la teoría de la evolución de Darwin. Según ésta el ser humano dejaba de ser la criatura que daba sentido a toda la creación para pasar a ser un animal más carente de una "chispa de divinidad" y, como tal, un objeto susceptible de análisis científico. Darwin no elaboró un pensamiento filosófico acerca del ateísmo, pero alejando al hombre de la mano de Dios dio pie a muchos otros pensadores que sí lo eran.

Feuerbach y Freud.

Para estos dos autores la pregunta no sería ¿cómo ha creado Dios al hombre? sino ¿cómo ha creado el hombre a Dios? Para ellos Dios sería la representación ideal de imágenes o conceptos meramente humanos. Feuerbach haría un enfoque antropológico de esta idealización, meintras que Freud lo haría desde un punto de vista psicológico.

Feuerbach postula que la idea de Dios es una forma de hombre ideal necesario en el desarrollo de la conciencia humana. Según este autor la religión natural nace de deificar los objetos naturales, como árboles, el agua, el cielo... Las religiones monoteístas deificarían la esencia del hombre, mientras que las politeístas deificarían sus diferencias.

Sin embargo, para Feuerbach la deificación de la esencia humana sería una forma de alienación. Según él mismo diría, "la religión es una separación que realiza el hombre de sí mismo al contraponer a Dios como un ser opuesto a él. Dios no es lo que es el hombre, y el hombre no es lo que es Dios; Dios es el Ser infinito, mientras el hombre es el ser finito; Dios es perfecto, el hombre, imperfecto; Dios es eterno, el hombre, temporal; Dios es todopoderoso, el hombre carece de todo poder; Dios es santo, el hombre es pecador; Dios y el hombre son dos polos opuestos: Dios es absolutamente positivo, es la esencia de todas las cosas, mientras que el hombre es el polo negativo, la esencia de la nada".

Según Freud Dios sería también la deificación de una figura humana. No la deificación de un hombre ideal, sino la del padre. Según él, "el Dios personal no es más que el padre transfigurado". Dios sería una representación del padre que, desde el más allá, velaría por sus hijos y los protegería.

Pero esta figura, según Freud, sería perjudicial para el hombre. Teniendo una figura ideal de padre que vela por él, el hombre no maduraría, seguiría de alguna forma en un estado infantil y le impediría aceptar la realidad de forma responsable.

Marx.

Marx encaja la religión dentro de su análisis de las estructuras sociales. Se apoya en las tesis de Feuerbach y da un paso más: para él no basta con explicar que la religión es una forma de alienación del hombre, sino que busca la forma de luchar contra esta alienación y liberar al hombre de su yugo.

Según él la religión se habría convertido en parte de la superestructura. No sería sólo una herramienta para la opresión de unos hombres sobre otros, sino también una forma de consuelo o de esperanza de las clases oprimidas.

Así, "La religión es el suspiro de la criatura oprimida." "La crítica del cielo se transforma así en crítica de la tierra; la crítica de la religión en crítica del derecho; la crítica de la teología en crítica de la política." "La crítica de la religión concluye con la doctrina de que el hombre es el ser supremo para el hombre, esto es, con el imperativo categórico de derrumbar todas las situaciones en que el hombre es un ser humillado, esclavizado, desamparado, abyecto...".

Nietzsche.

Buena parte del pensamiento de Nietzsche estaría marcado por el odio a la religión cristiana. Según él, los valores tradicionales representados por el cristianismo someten a las personas más débiles a una "moralidad esclava", que no provocan en ellos más que un estado de resignación y conformismo hacia todo lo que sucede a su alrededor. Para él, esos valores tienen que desaparecer para que aparezcan otros nuevos que representen su prototipo de hombre ideal, al que él mismo llamó superhombre. Combate la moral impuesta por la religiones e impulsa una moral que surja desde lo más profundo de las personas.

Ese superhombre es seguro, independiente e individualista, y no se deja llevar por la multitud; al contrario de las personas débiles, que sólo se dejan llevar por las tradiciones y las reglas establecidas. "El superhombre es el sentido de la Tierra. Que vuestra voluntad diga: que el superhombre sea el sentido de la Tierra".

Siglo XX.[editar]

Durante el siglo XX, especialmente tras la segunda guerra mundial, han ocurrido grandes cambios en la sociedad que, obviamente, han influído también en la idea de Dios. A lo largo del siglo XX el ateísmo ha sido una corriente habitual entre científicos, filósofos y humanistas, muchos de los cuales han dejado su impronta particular. Tampoco hay que desdeñar la importancia de la estrellas pop que, a menudo, se han transformado en gurús de movimientos culturales que han supuesto un alejamiento de las religiones tradicionales (por ejemplo, los Beatles y la cultura hippy en los años '60). Todo ello ha dado lugar a muchas formas de ateísmo o, mejor dicho, a muchos matices dentro del ateísmo. — El comentario anterior sin firmar es obra de Dash9Z (disc.contribsbloq). 06:01 15 mar 2024 (UTC)[responder]

Estadísticas.[editar]

En 1914, James H. Leuba publicó que el 58% de 1.000 científicos estadounidenses expresaron "escepticismo o duda en la existencia de Dios". El estudio se repitió en 1996, y produjo un porcentaje similar de 61 %. En cambio entre los científicos de la Academia Nacional de Ciencias de EE. UU. ese número es de 93 % (según la revista Nature, n.º 386, pág. 435-436).

Según el Britannica Book of Year, en 1994 en el mundo había 1.154 millones de ateos y agnósticos. La World Christian Encyclopedia anunció que en el año 2000 había 262 millones de ateos y 1.071 millones de agnósticos.

Según la obra de J. Baubérot (dir.), Religion et laïcité dans l'Europe ("religión y lacismo en Europa") un cuarto de la población europea sería "no religiosa". El 5% de los europeos serían ateos convencidos.

Una encuesta (publicada en diciembre de 2004) en 21 países sobre un universo de 21.000 personas ofrece que un 25 % de los europeos del oeste se dicen ateos contra un 12 % en los países de Europa central y oriental. Otras encuestas arrojan el resultado de que el 49% de que son ateos los checos y el 41% de los habitantes de Países Bajos.

Véase también[editar]

Enlaces externos[editar]