Bárbaro

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Cabeza de bárbaro. Museo de la Acrópolis de Atenas.

Bárbaro es un exónimo peyorativo que procede del griego (βάρβαρος)[1]​ y su traducción literal es "el que balbucea". Los antiguos griegos empleaban el término para referirse a personas extranjeras, que no hablaban el griego y latín y cuya lengua extranjera sonaba a sus oídos como un balbuceo incompresible u onomatopeya (bar-bar- similar a bla-bla-). En este sentido el término es similar al exónimo peyorativo popoluca (de pol-pol-) que los mexicas dieron a otros pueblos vecinos que consideraban inferiores. Existen escritos, como los de Isócrates, que demuestran una apertura de este pueblo para concebir a los bárbaros no como "extranjeros", sino como individuos que carecían de educación, independientemente de su lugar de nacimiento. Más adelante la etnología y antropología tradicionales, con una terminología ya desfasada y una eurocéntrica visión de las sociedades primitivas, denominó barbarie a un estadio de evolución cultural de las sociedades humanas, intermedio entre el de salvajismo y de civilización.

Mundo grecolatino

A pesar que durante mucho tiempo se consideraba como bárbara tan sólo la civilización de los otros y así -por contraposición- legitimar y ensalzar la civilización propia, pensadores críticos modernos como Walter Benjamin han destacado que toda civilización o cultura enraiza en algún tipo de barbarie propia y no ajena.[2]

Los romanos dieron nombre de bárbaros a los pueblos que invadieron el Imperio romano y, más en general, a todos los extranjeros de las comarcas fronterizas con el Imperio. En concreto los clasificaron en tres grupos:

"El bárbaro labra para nosotros; aquel que durante tanto tiempo nos ha arruinado con sus saqueos ahora se ocupa de enriquecernos(...).

Galos

Recreación de un galo. Museo de la civilización celta, Francia.

Los galos eran los pueblos que habitaron lo que hoy es Francia, Bélgica, el oeste de Suiza y las zonas de Holanda y Alemania al oeste del Rin, así como una franja aún poco determinada de este último país, a la orilla derecha del río. Los griegos los llamaron keltoi (celtas), mientras que los romanos les apodaron “galos”, y a su gran región, la Galia. Pero hoy día, los historiadores y arqueólogos han convenido que las Galias eran múltiples, es decir, que no todas las regiones se correspondían con un mismo grado de celtitud. Ya los mismos romanos habían notado esto, por lo que hacían una diferencia entre la Galia Cisalpina (de este lado de los Alpes) y la Transalpina (del otro lado de los Alpes). A su vez, la Transalpina era dividida en cuatro partes que, según la época de Roma, llamaron Galia Bélgica (de celtas menos ortodoxos), la Galia Comata o Melenuna (la netamente celta o tradicional), la Galia Aquitana (con celtas de características diversas o poco definidas) y la Galia Luguria o Celtoligur, la primera en ser anexada a Roma como la Provintia.

Las tribus galas se agrupaban en pueblos o civitas, que podían aglutinar de 200 mil a 600 mil personas. Su estilo de combate era a torso desnudo o completamente desnudos. Durante la conquista de Julio César a Galia Comata fueron conquistadas unas 800 ciudades, con un millón de galos muertos y otro millón de prisioneros.[4]

Los galos (o celtas) se extendieron por toda Europa desde siglos antes de la llegada de los romanos. Eran gentes en continua migración a quien los griegos llamaron keltoi, aunque se piensa que con este nombre no estaban señalando a un único pueblo, sino a unas gentes que se movían y se situaban en determinados territorios, identificándoles realmente con los hiperbóreos. Por eso los historiadores y geógrafos griegos, al observar las migraciones y escribir sobre los keltoi (galos) decían: “La Céltica está más allá de los Alpes”, “La Céltica está cerca de los Ligures, en Italia”, “La Céltica está en Asia Menor [Turquía]”, “La Céltica está más allá de las Columnas de Hércules”.

Estos celtas, asentados en el territorio que actualmente ocupa toda Francia, fueron llamados en la Antigüedad por los romanos galos, y el territorio, Galia Transalpina. Así mismo otros grupos de galos se habían asentado en el norte y centro de Italia, siendo denominados por los romanos galos de la Galia Cisalpina. Otros grupos celtas habían seguido su camino cruzando los Pirineos hasta Hispania, donde se mezclaron con los pueblos indígenas y cuya fusión dio lugar a lo que los historiadores llamaron celtíberos.

Algunos autores explican la confusión que hubo entre el término latino gallus con el significado de galo y su homónimo gallus con el significado de gallo (ave de corral), en francés coq. Según explica el lingüista francés Paul Robert, hasta el año 1138 se utilizaba en Francia el término jal (derivado del latín gallus) para designar al gallo. A partir de entonces se empleó el nombre onomatopéyico coq. Pero en el Renacimiento se usó el juego de palabras de la homonimia y se tomó como emblema de Francia el gallo. Según M. Robert, a partir del siglo XV se empezó a usar en Francia la palabra gaulois como sinónimo de celta o galo.

Iberos

Recreación de guerrero ibero del siglo III a. C., con sus armas (falcata, escudo, peto de placa, linotórax). VII Jornada de puertas abiertas del recinto arqueológico de Kelin.

Los iberos o íberos fue como llamaron los antiguos escritores griegos a las gentes del levante y sur de la Península Ibérica para distinguirlos de los pueblos del interior, cuya cultura y costumbres eran diferentes. De estos pueblos escribieron Hecateo de Mileto, Heródoto, Estrabón o Rufo Festo Avieno, citándolos con estos nombres, al menos desde el siglo VI a. C.: elisices, sordones, ceretanos, airenosinos, andosinos, bergistanos, ausetanos, indigetes, castelani, lacetanos, layetanos, cossetanos, ilergetas, iacetanos, suessetanos, sedetanos, ilercavones, edetanos, contestanos, oretanos, bastetanos y turdetanos.

La mayor parte de los autores refieren que los iberos se llaman así justo por este río, pero no por aquel río que baña a los revoltosos vascones. Pues a toda la zona de este pueblo que se encuentra junto a tal río, en dirección occidente, se la denomina Iberia. Sin embargo el área oriental abarca a tartesios y cilbicenos.

Geográficamente, Estrabón y Apiano denominaron Iberia al territorio de la Península Ibérica.

Los ausetanos habitaron la Plana de Vic y sus alrededores con poblados fortificados localizados en lugares estratégicos. Tito Livio menciona el asedio de su capital, Ausa, por las tropas romanas de Cneo Cornelio Escipión y luego de un mes de sitio, la ciudad finalmente se rindió. En ese momento huye su caudillo Amusic y son obligados a pagar el tributo de 20 talentos.[5]

Los ceretanos habitaban la parte central catalana, actualmente las comarcas de Alt, Baix Penedès, Garraf, Camp de Tarragona y probablemente una parte de Anoia. Conformaban pequeños asentamientos, muy cerca unos de otros, en un territorio mayoritariamente costero. Los autores Plinio, Polibio y Tito Livio se refieren brevemente a este territorio. Aquí tuvieron lugar los primeros enfrentamientos entre los romanos y los cartagineses y es el escenario de la victoria de Cneo Cornelio Escipión Calvo sobre Hanón en el año 218 a. C.[6]

Los ilercavones controlaban el tramo final del río Ebro, aparentemente tendrían sus raíces en otro pueblo, los "ilaraugates" citados por el filósofo griego Hecateo de Mileto y que se dividieron en dos pueblos: los ilervavones, que eran de la costa, y los ilergetes. Su extensión fue desde la Sierra de Almenara hasta el collado de Balaguer, ya en tierras tarraconenses. Hacia poniente penetraba, Ebro arriba, hasta la confluencia del Segre-Cinca con el río Ebro. Tuvieron una de las culturas más dinámicas gracias a su posición cercana al río Ebro.[7]

Los ilergetes fueron uno de los pueblos más destacados, controlaban la actual comarca de Segrià, Noguera, Urgell, Garrigues y las tierras orientales de Aragón. Tenían tierras fértiles aptas para el cultivo, se sabe que acuñaron monedas con las leyendas Iltirtasalirban, Iltirtar o Iltirtaslirustin. Por Polibio y Tito Livio se sabe de su activa participación en las guerras romanas en Iberia, la Segunda Guerra Púnica que en su revuelta contra los romanos fue encabezada por los jefes Indibil y Mandoni.[8]

Los indigetes o indiketes habitaron el Empodà y la Selva según autores como Avieno, Ptolomeo Estrabón y Plinio el Viejo. La ciudad más importante era Indika y, ellos también acuñaron una moneda propia con la leyenda untikesken. En el año 195 a. C. el cónsul Catón el Viejo repimió con dureza a los pueblos íberos librando una gran batalla en tierras indigetes.[9]

Los lacetanos estaban en el centro de Cataluña, en la comarca de Bages extendiéndose por Anoia, Solsonès y Segarra.[10]

Los layetanos se establecieron en el macizo de Montnegre y el de Garraf, actuales Baix Llobregat, el Barcelonès, el Vallès Occidental, el Vallès Oriental y el Maresme. Los han mencionado Estrabón, Gayo Plinio y Claudio Ptolomeo. Tenían grandes asentamientos y muchos poblados fortificados, también tierras agrarias en las zonas bajas, los restos arqueológicos también indican que fueron una sociedad jerarquizada, aristocrática y guerrera.[11]

Iranios: sármatas y alanos

Los sármatas y los alanos son pueblos procedentes del Europa oriental que parecen pertenecer al grupo lingüístico iranio. En diversas ocasiones a partir del siglo III d. C. se enfrentaron militarmente a los romanos, llegando a la península hibérica en el siglo V d. C.

Germanos

"Guerreros germanos" por Philip Clüver, 1616.

Los germanos eran un grupo de pueblos indoeuropeos del norte de Europa, diferenciables del tronco eslavo más que por rasgos físicos por patrones culturales (la religión de los germanos era distinta a la de los eslavos, por poner un ejemplo). Practicaban la agricultura y la ganadería en los tiempos de paz y el saqueo en los de guerra. Varias de sus migraciones estuvieron influidas por escaseces asociadas a inclemencias climáticas como el frío, que los impulsaban a buscar temporalmente recursos faltantes en regiones más al sur. El enfriamiento de las temperaturas, especialmente a partir del siglo V d. C. en toda Eurasia, favoreció migraciones masivas tanto en Europa como en Asia central.

Según se recoge en los textos germanos primitivos y fuentes grecorromanas sobre los germanos, los hombres libres se dividían en nobles: eran los mejores guerreros y poseían grandes propiedades que las explotaban sus siervos, pudiendo dedicarse profesionalmente a la guerra, de entre ellos se elegía al jefe o caudillo; y los plebeyos: mayoritariamente artesanos y campesinos y combinaban su trabajo con la guerra, llegando algunos por esos méritos a ser nobles. Y finalmente los prisioneros de guerra, que eran sirvientes (de una forma más parecida al siervo feudal que al esclavo romano). Se desconoce si la servidumbre era o no hereditaria.

Las sociedades germánicas estaban organizadas de manera tribal y clánica, y su sistema de gobierno era el Consejo, conocido como el Thing, de los sacerdotes y los jefes militares, o el Allthing, reunión de todos los miembros del clan. El Allthing elegía a los jefes, que tomaban las decisiones en los Things menores.

Todos los delitos eran juzgados a instancias de parte, dado que sin denuncia no había delito. Carecían completamente de fuerzas policiales o militares estables, sus ejércitos solían ser mercenarios al servicio de un rey que prometía una parte del botín. Por ello, los juicios se hacían en tribunales adhoc, resultando generalmente en una compensación material (verghel) o en los casos más graves en exilio o ejecución. La noción de cárcel o trabajo forzado era absolutamente desconocida para los germanos.

Sus tradiciones religiosas y sus leyendas eran politeístas y basadas en la naturaleza (al igual que la mayoría de las creencias paganas), reconociendo diversas clases de seres sobrenaturales:

  • los Æsir, dioses generalmente guerreros entre los cuales destacaba Odín. (fonéticamente Wodan, Wotan, Woden, dependiendo del dialecto, el Odín del español viene de la variante gótica Oden), dios al que se representa tuerto, con un cuervo en cada hombro, una lanza y las runas entre las manos.
  • Thor, dios de la Fuerza y el Trueno, al que se representa con un martillo.
  • Tyr, dios de la guerra y la justicia.
  • Los Vanir, dioses de la agricultura, la fertilidad y todo aquello no relacionado con la guerra.
  • Las Nornas, diosas del conocimiento y el destino.
  • Los seres sobrenaturales menores, como podían ser los elfos, los gigantes, los enanos y todas las criaturas fantásticas de raíz germana que conocemos por la literatura.

Su estructura familiar conocía una patria potestad bastante rígida, y podían practicarse indistintamente la poligamia y la monogamia, aunque la baja densidad de población hacía que se tendiera hacia esta última. Al final, eso dependía de los usos tribales.

Los pueblos germánicos pueden agruparse en dos bloques:

Los pueblos teutónicos hablaban lenguas germánicas occidentales en su mayoría, excepto los burgundios y vándalos que hablaban lenguas germánicas orientales al igual que los godos (visigodos y ostrogodos). Finalmente los pueblos germánicos de Escandinavia formarían un tercer grupo lingüístico, el grupo germánico sepntentrional, cuyas migraciones hacia el sur de Europa se producirían siglos después de la desaparición del imperio romano de Occidente. Al despoblarse los campos, también fueron asentados en ellos como colonos. Después viene el período de las invasiones, siendo de las más terribles la de suevos, vándalos y alanos (405), y la de los visigodos, que entraron en Italia acaudillados por Alárico (410)

A la península Ibérica sólo vinieron representantes de la raza germánica tanto gótica como teutónica o escita, es decir, los visigodos (2) y suevos (3) de la primera raza y de la segunda los alanos, vándalos y hérulos. En Aragón, la época de la invasión de los bárbaros se extiende desde el año 409 al 466, en que Eurico agregó a sus tropas los ostrogodos y tomó el título de Rey.

En el año 406 tuvo lugar la invasión de los bárbaros en el Imperio de Occidente. Durante tres años saquearon las Galias y en el año 409 invadieron Hispania (1).

Cimbrios, teutones y ambrones

Los primeros pueblos que procedentes del norte de Europa que supusieron una amenaza militar importante para los antiguos romanos fueron un conjunto de tres pueblos alidados: cimbrios, teutones y ambrones. Estos pueblos emprendieron una emigración a finales del siglo II a. C. desde su región de origen en Jutlandia hacia Galia e Hispania.

Los francos

La palabra franco (Frank o Francus) significa «libre» en el lenguaje franco, ya que los francos no estaban dominados por el Imperio romano ni por ningún otro pueblo.[12]​ Dado que la raíz frank no pertenece a la lengua germánica primitiva, se piensa también que podría derivar de frei-rancken (libere vacantes) que significa libres viajeros.[13]

Los francos fueron los únicos que crearon una obra durable entre todos los germanos, y los que adoptaron con mayor facilidad los beneficios que provenían de la civilización romana. Así se los describe:

Llevaban los cabellos, que eran de un rubio rojizo, abollonados y atados encima de la frente formando un a modo de penacho que caía hacia atrás cual cola de caballo. Llevaban la cara completamente rasurada a excepción del espeso bigote, cuyas largas guías les calan a cada lado de la boca. Llevaban una especie de ropón de lienzo ceñido al cuerpo con un ancho cinturón del que pendía la espada, y les cubría los brazos".
Agustín Thieri.[14]

Continua la descripción diciendo que como arma preferida utilizaban el hacha, sea de uno o dos cortes, con mango corto y hierro grueso y pesado, que arrojaban al inicio de las batallas y raramente erraban un blanco.[14]

Los visigodos

Migraciones del pueblo visigodo.

Los visigodos o "godos ilustres" (en alemán Westgoten o Wisigoten o Terwingen) ingresaron en el Imperio Romano tardío y eran la rama occidental de los pueblos godos. Estaban conformados por diversos pueblos hérulos, rugios, lemovios, esciros, helvecones, sidenios, turcilingos, gépidos, vándalos y otros.

Al caer el Imperio Romano de occidente, los visigodos se establecieron en Toulouse, al sur de Francia, con un reino que abarcaba también gran parte de Hispania. Su organización se sustentaba en el derecho germánico con la Asamblea de hombres libres como institución principal con una monarquía electiva. Su inestabilidad política se produjo luego de reiterados intentos de tener una monarquía absoluta y tras la invasión musulmana en el año 711 produjo el derrumbamiento del reino visigodo.[15]

Los anglos, jutos y sajones

Los anglos, jutos y sajones procedían de las costas del Mar del Norte que van desde el norte de Holanda hasta la actual Dinamarca. Entre los siglos V y VI invadieron la isla de Gran Bretaña e iniciaron la germanización del las islas británicas.

Bárbaros de otras regiones

Norte de África

Los pueblos del norte de África también fueron llamados bárbaros; de hecho la palabra bereber es una palabra árabe que procede del griego bárbaros 'bárbaro' y fue usada por los árabes para referirse a los pueblos de lengua bereber que habitaban las tierras desde el oeste de Egipto hasta Marruecos.

América

Fuera de Europa otros pueblos usaron la misma metáfora de 'el que balbucea' a pueblos que hablaban lenguas diferentes de la suya y que consideraban culturalmente inferiores, así los aztecas llamaron popolucas (< pol-pol-) a varios pueblos diferentes y sin relación entre sí que no hablaban náhuatl y los aztecas consideraban inferiores o enemigos.

En Mesoamérica, la civilización azteca usaba la palabra chichimeca para denominar a un grupo de tribus de cazadores nómadas que vivían en las afueras del imperio de la Triple Alianza, en el norte de lo que es ahora México. Estos nómadas eran vistos como gente primitiva por los aztecas. Uno de los significados que se le atribuyen a la palabra "Chichimeca" es "gente perro".

Los incas de América del Sur usaban el término "puruma auca" para toda la gente que no vivía bajo las leyes de su imperio (ver Promaucaes).

Imperio chino

Las fuentes chinas antiguas también están plagadas de ejemplos de sinocentrismo en que se contrapone el imperio chino como una región civilizada y privilegiada frente a la cultura de pueblos nómadas y seminómadas que habitaban regiones adyacentes, frecuentemente tratados despactivamente en las fuentes chinas. Entre los pueblos no chinos a los que se enfrentó el imperio chino los primeros que se citan son los quanrong, y posteriormente los xiongnu que eran pueblos posiblemente mongólicos o túrquicos. Posteriormente las fuentes hablan de los xianbei que con mayor seguridad pueden identificarse con pueblos mongólicos.

Véase también

Referencias

  1. Wikiccionario: "Barbarismo"
  2. G. Mayos "Conocimiento y cultura, ¿Agentes de barbarie?" en CIDOB, 2012 pp. 137-152.
  3. A. S. González, A. P. Jáuregui e I. M. Rodríguez (1998). Historia 1. Buenos Aires: Santillana. ISBN 950-46-0086-7. 
  4. Los galos, guerreros indomables en Historia, National Geographic. Número 53, página 52. Consultado el 15 de agosto de 2012.
  5. Los ausetanos en Ruta de los Iberos, Museo de Arqueología de Cataluña. Consultado el 15 de agosto de 2012.
  6. Los cesetanos en Ruta de los Iberos, Museo de Arqueología de Cataluña. Consultado el 15 de agosto de 2012.
  7. Los ilercavones en Ruta de los Iberos, Museo de Arqueología de Cataluña. Consultado el 15 de agosto de 2012.
  8. Los ilergetes en Ruta de los Iberos, Museo de Arqueología de Cataluña. Consultado el 15 de agosto de 2012.
  9. Los indiketes en Ruta de los Iberos, Museo de Arqueología de Cataluña. Consultado el 15 de agosto de 2012.
  10. Los lacetanos en Ruta de los Iberos, Museo de Arqueología de Cataluña. Consultado el 15 de agosto de 2012.
  11. Los layetanos en Ruta de los Iberos, Museo de Arqueología de Cataluña. Consultado el 15 de agosto de 2012.
  12. Michel Rouche, Clovis, Ediciones Fayard, 1996, p. 75.
  13. Cellarius, Notitias orbis antiqui, Leipzig, 2 volúmenes, 1701, in Schwarz, Remarques sur l'ancienne géographie de Cellarius (Comentarios sobre la antigua geografía de Cellarius).
  14. a b Los Francos en Historia de la Edad Media. Consultado el 15 de agosto de 2012.
  15. La monarquía visigoda en Historia del Siglo XX. Consultado el 15 de agosto de 2012.

Bibliografía

Enlaces externos