Animita de cementerio
Animitas de Cementerio, son las animitas cuyo punto de veneración es la tumba y no precisamente el lugar donde fallecieron como es lo usual en todas las demás animitas, en Chile. Comúnmente se considera en la mitología popular de Sudamérica que alguien muerto en forma violenta necesita un templete para acoger su "alma" (ánima) en el lugar que la dejó (punto del accidente o muerte trágica), sin embargo se puede dar que una vez que sea enterrado sea su sepultura donde sus deudos comienzán a pedir favores y poner placas de agradecimentos. Un ejemplo de esto sería la animita de Émile Dubois, un criminal francés fusilado en Valparaíso.[1]
En el Cementerio General de Santiago de Chile existen varias animitas pero llama la atención la de José Manuel Balmaceda que si bien ni siquiera era católico y se suicidó al ser derrotado bélica y políticamente parece no importarle a los jóvenes estudiantes santiaguinos que le piden ayuda en los exámenes o con sus amores.
Otra animita famosa ahí mismo es "La novia" supuestamente un dama que murió en el altar en plena ceremonia y fue sepultada con su vestido, su tumba se caracteriza porque los estudiantes le dejan sus corbatas.
Según investigadores y estudiosos del tema, la animita es un hábito dentro de la idiosincrasia de los pueblos, desarrollada por la necesidad de venerar la muerte y eternizar la memoria del occiso.
A pesar de que la Iglesia Católica, y otras confesiones religiosas, rechazan el culto a las ánimas, estas se encuentran enraizadas en la religiosidad popular, producto de la unión del culto animístico de los pueblos originarios de Chile, con la fe traída por los conquistadores, por lo cual se puede observar al ánimitas como una muestra clara del sincretismo religioso latinoamericano.
Véase también
Otras animitas: