Métrica

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Dentro de la poesía lírica, la métrica se ocupa de la formación rítmica de un poema. El estudio métrico comprende tres partes fundamentales: el verso, la estrofa y el poema.

El verso

En la métrica española, el verso está formado por un número fijo de sílabas y una determinada distribución de acentos, con rima optativa. En el caso de la métrica grecolatina, se constituía a partir de la repetición de determinadas secuencias de sílabas largas y breves (pies), y en el de la métrica germánica y escandinava por medio de la repetición de tres sonidos en tres palabras diferentes del poema (aliteración). En métrica hebraica, por el contrario, el verso se constituyó sobre el paralelismo semántico sinonímico o antitético, y así están escritos por ejemplo los versos del Salterio (los llamados Psalmos o Salmos del Antiguo Testamento), el Cantar entre cantares el Libro de Job y la mayor parte de los proféticos.

Licencias métricas

Existen determinadas convenciones para medir (escandir) el número de sílabas de un verso escrito en lengua española:

  • Si el verso acaba en palabra aguda, se le cuenta una sílaba más
  • Si termina por el contrario en palabra esdrújula, se le cuenta una menos.
  • Cuando se forma un diptongo o bien un hiato entre el final o comienzo de una palabra y el comienzo o final de otra, puede contarse una sola sílaba mediante la licencia poética conocida como sinalefa.
  • Las sinalefas más fáciles para el oído son obligatorias, las más duras (entre vocales tónicas o una vocal átona y una tónica) son optativas.
  • Si se rompe una sinalefa, se denomina a esa licencia poética dialefa.
  • Si, por el contrario, el hiato existe en el interior de una palabra y la conveniencia del poeta dicta que ha de reducirse a una sola sílaba para disminuir el número de sílabas del verso, se crea una sola sílaba transformando el hiato en un diptongo mediante la licencia poética denominada sinéresis, que rebaja el timbre de la más débil de las vocales del hiato para hacer posible el diptongo: “león > lion”, “héroe > herue”.
  • Por el contrario, si la conveniencia del poeta dicta que ha de aumentarse el número de sílabas de un verso, se puede romper un diptongo creando un hiato artificial y señalándolo con dos puntos encima de la vocal más débil, que ve elevado su timbre para posibilitar la creación del hiato y que por lo tanto se creen dos sílabas distintas en vez de una: “Rüina > Roína”. A esta licencia poética se le denomina diéresis.

Clases de versos

En la métrica española hay dos tipos de versos: los de arte menor y los de arte mayor.

El arte menor está formado por los versos que tienen hasta ocho sílabas; el arte mayor, por el contrario, está formado por los versos que tienen nueve o más sílabas. Independientemente de estas dos clasificaciones, está el llamado versículo, que es un verso irregular sin número fijo de sílabas y por lo general tan largo que desborda el arte mayor.

En el arte menor los versos de dos sílabas se denominan bisílabos; de tres, trisílabos; de cuatro, tetrasílabos; de cinco, pentasílabos; de seis, hexasílabos; de siete, heptasílabos; y de ocho, octosílabos. Los versos más usados del arte menor en castellano son, por este orden, el octosílabo (el verso más fácil y natural del castellano, ya que coincide con el grupo fónico menor del idioma, por lo cual ha sido usado durante toda la historia de la literatura en lengua castellana, en el Romancero, en nuestro teatro clásico y en gran número de estrofas), el heptasílabo, el hexasílabo y el pentasílabo.

En el arte mayor, los versos de nueve sílabas se denominan eneasílabos; los de diez, decasílabos; los de once, endecasílabos; los de doce, dodecasílabos; los de trece, tridecasílabos; los de catorce, alejandrinos o tetradecasílabos, etc... Por lo general los versos de más de once sílabas poseen una cesura interior constante o pausa fijada hacia su mitad, aunque puede haber de hecho hasta tres cesuras. Así, por ejemplo, en el dodecasílabo hay una cesura después de la sexta sílaba, y en el alejandrino después de la séptima sílaba. Las dos mitades del verso dividido por la cesura se denominan hemistiquios y se miden de igual forma que si fueran versos enteros, aplicándoseles la regla que dice que si acaban en aguda se cuenta una sílaba más y si acaban en esdrújula una menos:

Mes-ter trai-go fer-mo-so, (cesura) non es de ju-gla-rí-a (7+7=14 sílabas, alejandrino)

Algunos de estos versos deben poseer acentos fijos en determinadas sílabas para poder ser métricamente correctos. Es el caso del endecasílabo, que debe llevar acento fijo siempre en la sexta sílaba (endecasílabo propio) o bien en la cuarta y octava (endecasílabo sáfico).

El endecasílabo propio puede tener también, y de hecho tiene, otros acentos opcionales que sirven para clasificarlo en diferentes tipos. Por ejemplo, el endecasílabo acentuado en primera y sexta sílaba se denomina enfático; el acentuado en segunda y sexta, heroico; y el acentuado en tercera y sexta, melódico. Cada cual posee una distinta expresividad, y gracias a estas variantes el endecasílabo es un instrumento lírico sumamente variado y rítmicamente flexible, por lo cual sustituyó como elemento preferido del arte mayor al dodecasílabo en el siglo XVI. También existen otras modalidades de endecasílabo, pero no se consideran correctas o solamente se emplean para efectos rítmicos especiales, como por ejemplo el endecasílabo de gaita gallega o dactílico, que lleva acento en cuarta, séptima y décima sílaba, y a veces, cuando no se considera en anacrusis, en la primera.

Endecasílabo propio: acentos en 6.ª y 10.ª
Endecasílabo propio enfático: acentos en 1.ª, 6.ª y 10.ª
Endecasílabo propio heroico: acentos en 2.ª, 6.ª y 10.ª
Endecasílabo propio melódico: acentos en 3.ª, 6.ª y 10.ª
Endecasílabo sáfico: acentos en 4.ª, 8.ª y 10.ª
Endecasílabo mixto: el que mezcla dos o más de los patrones acentuales anteriores.
Endecasílabo dactílico: acentos en 1.ª, 4.ª, 7.ª y 10.ª

Las estrofas

Se entiende por estrofa en métrica a un conjunto de versos con una distribución fija de rimas que se repite en un mismo poema con regularidad. A veces también constituye por sí mismo un pequeño poema. Casi siempre la estrofa encierra un pensamiento completo. Las estrofas de la métrica castellana comprenden entre dos y trece versos.

Estrofas de dos versos

Se denomina pareado a las estrofas de dos versos que riman, sin importar el número de sílabas; por lo general poseen rima consonante (aunque pudiera ser también asonante) y en las formas AA BB CC DD, etc. Pueden presentarse en combinaciones de versos de arte menor y arte mayor: aa, aA o Aa. Ejemplo:

Me ha salido un pareado a8
sin habérmelo pensado a8 (Popular)
De este mundo sacarás a8 (7+1)
lo que metas, nada más a8 (7+1) (Popular)
Yo he hecho lo que he podido a8
Fortuna, lo que ha querido a8 (Conde de Salinas, XVII)
Hipogrifo violento, a7
que corriste parejas con el viento A11 (Pedro Calderón de la Barca, XVII)

Estrofas de tres versos

El terceto está formado por tres versos generalmente endecasílabos (11 sílabas), con esquema de rima consonante en las formas ABA BCB CDC, etc. terminando en un serventesio a fin de que no queden versos sueltos (YZYZ). A esta forma, que es la más habitual, se la denomina tercetos encadenados y fue creada por el poeta florentino Dante Alighieri para su Divina comedia, y en Castilla empezó a cultivarse en la obra de Juan Boscán y Garcilaso de la Vega durante la primera mitad del siglo XVI, en el Renacimiento.


Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.
Ho hay extensión más grande que mi herida;
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida... (Miguel Hernández, siglo XX)


Sin embargo, existen otras formas, como AAX BBX CCX DDX, etc. o AXA BXB CXC DXD, etc. Regularmente los tercetos terminan en un serventesio, a fin de que no queden versos sueltos. Se llama tercetillo (o tercerilla) cuando es de arte menor (versos menores de 9 sílabas). Es interesante observar que en este esquema se presenta un encadenamiento de los versos (rima encadenada). Es decir, en cada estrofa el segundo verso queda libre, pero se encadena con el primer verso de la siguiente.

La soleá son tres versos de arte menor (8 sílabas los más comunes pero los hay de 6 y de 7), con esquema de rima asonante en la forma axa. Ejemplo:

El ojo que ves no es
ojo porque tú lo veas,
es ojo porque te ve (Antonio Machado)

El haiku o haikai es una estrofa de tres versos de origen japonés cuya estructura es 5a,7-,5a. En español fue cultivada durante el Modernismo y en el siglo XX. Es la forma predilecta de la poesía zen y no utiliza metáforas. Su maestro en lengua japonesa es Matsuo Bashō.

En agua, lento,
hay un brillo de sol.
Se mece al viento.

Estrofas de cuatro versos

La cuarteta asonantada es un grupo de cuatro versos octosílabos (8 sílabas) en que riman los pares en asonante:

En los pinares del Júcar
vi bailar unas serranas
al son del agua en las piedras
y al son del viento en las ramas (Luis de Góngora)


Están clavadas dos cruces
en el monte del olvido
por dos amantes que han muerto
sin haberse comprendido (Popular)

La seguidilla es una estrofa de cuatro versos de tipo popular en los que los impares son de siete y los pares de cinco sílabas (-7,5a,-7,5a); riman los pares en asonante:

Aunque soy de La Mancha
no mancho a nadie;
mas de cuatro quisieran
tener mi sangre.

En el caso de la seguidilla gitana los versos primero, segundo y cuarto son hexasílabos, y el tercero, de once sílabas (a veces de diez). Los versos segundo y cuarto tienen rima asonante:

Pensamiento mío
¿adónde te vas?
No vayas a casa de quien tú solías
que no pues entrar. (Manuel Machado, siglo XX)

La redondilla es una estrofa de cuatro versos octosílabos que riman en consonante a8,b8,b8,a8:

Ven muerte tan escondida,
que no te sienta venir
porque el placer de morir
no me torne a dar la vida (Lope de Vega, sobre un poema del comendador Escrivá)

El cuarteto es una estrofa de cuatro versos que rima en consonante como la redondilla, pero con versos de once sílabas (endecasílabos), A11,B11,B11,A11:

Nadie rebaje a lágrima o reproche
esta declaración de la maestría
de Dios, que con magnífica ironía
me dio a la vez los libros y la noche (Jorge Luis Borges)

El serventesio es una estrofa de cuatro versos de aerte mayor (por lo general endecasílabos o alejandrinos) con rima alterna consonante:

El dueño fui de mi jardín de sueño,
lleno de rosas y de cisnes vagos;
el dueño de las tórtolas, el dueño
de góndolas y liras en los lagos. (Rubén Darío)

El tetrástrofo monorrimo o cuaderna vía es la estrofa de cuatro versos alejandrinos, es decir, de catorce sílabas divididos en dos hemistiquios de siete sílabas cada uno, en la que riman todos entre sí en consonante: A14A14A14A14. Es propia de la Edad Media y del Mester de clerecía en concreto.

Mester traigo fermoso non es de juglaría
mester es sin pecado, ca es de clerecía
fablar curso rimado por la cuaderna vía
a sílabas cunctadas, ca es gran maestría (Libro de Aleixandre)

La estrofa sáfica es un grupo de cuatro versos en que los tres primeros son endecasílabos sáficos (es decir, con acento de intensidad en la cuarta y octava sílabas) y el cuarto un pentasílabo adónico (esto es, con acento en primera y cuarta). No lleva rima:

¡Salve, oh alcázar de Edetania firme,
ejemplo al mundo de constancia ibera,
en tus rüinas grandïosa siempre,
noble Sagunto! (Alberto Lista, siglo XIX)

Estrofas de cinco versos

La quintilla es una estrofa de cinco versos de arte menor, por lo general octosílabos, con dos rimas entrecruzadas consonantes en las que no pueden rimar tres versos seguidos. En arte mayor se denomina quinteto.

Quedar las arcas vacías,
donde se encerraba el oro
que dicen que recogías,
nos muestra que tu tesoro
en el cielo lo escondías (Miguel de Cervantes, A la muerte de Felipe II)
Desierto está el jardín... De su tardanza
no adivino el motivo... El tiempo avanza...
Duda tenaz, no turbes mi reposo.
Comienza a vacilar mi confianza...
El miedo me hace ser supersticioso.(Ricardo Gil)

La lira es una estrofa de cinco versos de siete y once sílabas rimados en consonante distribuidos así: a7,B11, a7, b7, B11. La introdujo a principios del siglo XVI Garcilaso de la Vega con una estrofa que le dio nombre:

Si de mi baja lira
tanto pudiese el son, que en un momento
aplacase la ira
del animoso viento
y la furia del mar y el movimiento... (Garcilaso de la Vega, siglo XVI)

La tanka es una estrofa de origen japonés que consta de cinco versos, pentasílabos y heptasílabos, agrupados sin rimma de la siguiente manera: 5-,7-,5-;7-,7-. Como puede verse, los primeros versos constituyen casi un haikú.

Alto en la cumbre
todo el jardín es luna,
luna de oro.
Más precioso es el roce
de tu boca en la sombra. (Jorge Luis Borges)

Estrofas de seis versos

La sextilla es la combinación de seis versos cortos, generalmente octosílabos, aconsonantados con rima alterna o con cualquier otra rima. Por lo general suelen ser una cuarteta y un pareado, una pareado y una redondilla etc...

Cantando me he de morir
cantando me han de enterrar,
y cantando he de llegar
al pie del eterno padre:
dende el vientre de mi madre
vine a este mundo a cantar. (José Hernández, Martín Fierro)

La copla de pie quebrado o sextilla manriqueña combina versos de ocho y cuatro sílabas (llamado quebrado, o partido, por tener la mitad que el más largo). Fue creada por Gómez Manrique y su sobrino Jorge la inmortalizó en sus famosas Coplas por la muerte de su padre. Se trata de seis versos divididos en dos grupos constituídos cada uno por dos octosílabos más un tetrasílabo, rimando 1.º con 4.º, 2.º con 5.º, 3.º con 6.º (a8,b8,c4;a8,b8,c4;)

Ved de cuán poco valor
son las cosas tras que andamos
y corremos
que en este mundo traidor
aun primero que muramos
las perdemos. (Jorge Manrique, siglo XV)

La sexta rima es un tipo de sexteto conocido también como sextina antigua y sextina real. Se trata de un grupo de endecasílabos que riman en consonante primero con tercero, segundo con cuarto y el quinto con el sexto:

A un ciego le decía un linajudo:
"Todos mis ascendientes héroes fueron."
Y respondiole el ciego: "No lo dudo;
yo sin vista nací: mis padres vieron."
No se envanezca de su ilustre raza
quien pudo ser melón y es calabaza. (Hartzenbusch, "El linajudo y el ciego")

Estrofas de ocho versos

La octavilla, estrofa de ocho versos cortos; la más común se compone de octasílabos, rimados de muy diversas maneras:

"Vos sos un gaucho matrero"
dijo uno, haciéndose el güeno.
"Vos mataste un moreno
y otro en una pulpería,
y aquí está la polecía
que viene a justar tus cuentas;
te va alzar por la cuarenta
si te resistís hoy día. (José Hernández, Martín Fierro)

La copla de arte mayor es una estrofa en rima consonante cultivada durante el siglo XV y primera mitad del XVI por poetas del Prerrenacimiento español de la escuela alegórico-dantesca como Francisco Imperial, Juan de Mena o don Íñigo López de Mendoza, marqués de Santillana. Su estructura es ABBAACCA y más raramente ABABBCCB en versos de doce sílabas o dodecasílabos divididos en dos hemistiquios de seis sílabas con cuatro acentos fuertes en total separados cada uno por dos sílabas tónicas:

Al muy prepotente don Juan el segundo
a aquel con quien Júpiter tovo tal celo
que tanta de parte le fizo del mundo
cuanta a sí mesmo se fizo del cielo;
al gran rey de España, al César novelo
al que con Fortuna es bien fortunado;
a aquel en quien caben virtud y reinado
a él la rodilla fincada por suelo. (Juan de Mena, Laberinto de Fortuna)

La octava real es una estrofa formada por endecasílabos de rima alterna consonante salvo los dos últimos, que riman entre sí formando un pareado (ABABABCC). Es estrofa usada fundamentalmente en poemas narrativos y de épica culta, aunque a principios del siglo XVI se usó en Castilla también con tema amoroso por influjo italiano de los llamados capitoli de amor:

No las damas, amor, no gentilezas
de caballeros canto enamorados,
ni las muestras, regalos y ternezas
de amorosos afectos y cuidados,
mas el valor, los gestos, las proezas
de aquellos españoles esforzados
que a la cerviz de Arauco no domada
pusieron duro yugo por la espada. (Alonso de Ercilla, La Araucana, XVI)

La octava italiana u octava aguda se compone de ocho versos de arte mayor, generalmente endeca­síla­bos, y con rima consonante, según el esquema ABBC'DEEC'; el cuarto y el octavo verso son agudos. A veces, la estrofa la componen heptasílabos en lugar de endecasílabos.

Tu aliento es el aliento de las flores;
tu voz es de los cisnes la armonía;
es tu mirada el esplendor del día,
y el color de la rosa es tu color.
Tú prestas nueva vida y esperanza
a un corazón para el amor ya muerto;
tú creces de mi vida en el desierto
como crece en un páramo la flor. (Gustavo Adolfo Bécquer)

Estrofas de nueve versos

La novena es un grupo de nueve versos de arte menor rimados en consonante. Es rara en la métrica española y en realidad está formada por dos semiestrofas menores asimétricas, como en el ejemplo que sigue, en que puede entenderse también como una redondilla y una quintilla unidas:

Que los reyes justicieros
y verdaderos y francos,
facen llanos los barrancos,
y los castillos roqueros;
que a la justicia con franqueza
y con verdad esmaltada,
nunca fue tal fortaleza,
tal constancia, tal firmeza,
que no fuese sojuzgada. (Gómez Manrique, Regimiento de príncipes)

Estrofas de diez versos

En métrica, la décima es la estrofa constituida por dos quintillas de versos octosílabos o de ocho sílabas unidas y por lo tanto posee diversas combinaciones de rimas, siempre consonantes. La espinela, con la que habitualmente se confunde, por el contrario, es un tipo especial de décima que toma su nombre del poeta, novelista y vihuelista Vicente Espinel, de fines del siglo XVI. La contribución de Espinel fue fijar la estructura de rimas de la décima en abbaaccddc. Durante los siglos XVII y XVIII se usó con frecuencia para el epigrama y la glosa de otros poemas; Félix Lope de Vega, en su Arte nuevo de hacer comedias (1609), escribió que "las décimas son buenas para quejas" en las obras teatrales, pero las empleó indistintamente para cualquier tema. Desde entonces no ha decaído su uso en la poesía española e hispanoamericana como forma tan cerrada como el soneto y apropiada para el poema redondo y el epigrama, y ha sido la estrofa predilecta de algunos poetas de la Generación del 27 como Jorge Guillén o Gerardo Diego.

Cuentan de un sabio que un día
tan pobre y mísero estaba
que sólo se sustentaba
de unas hierbas que cogía
"¿Habrá otro -entre sí decía-
más pobre y triste que yo?"
Y cuando el rostro volvió
halló la respuesta, viendo
que otro sabio iba cogiendo
las hierbas que él arrojó (Pedro Calderón de la Barca, siglo XVII)
Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Que es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño
y los sueños, sueños son. (Pedro Calderón de la Barca, siglo XVII)

El ovillejo es una estrofa que posee la estructura a8a3,b8,b3,c8c3,c8d8d8c8:

¿Quién mejorará mi suerte?
La muerte.
Y el bien de amor, ¿quién le alcanza?
Mudanza.
Y sus males, ¿quién los cura?
Locura.
De ese modo, no es cordura
querer curar la pasión
cuando los remedios son
muerte, mudanza y locura. (Miguel de Cervantes)

Los poemas

Los poemas se forman de dos maneras, bien uniendo estrofas semejantes o distintas (agrupaciones estróficas), bien uniendo versos del mismo tipo o diferentes en series métricas o tiradas aestróficas tan extensas que no pueden consdierarse estrofas. Las agrupaciones más importantes de estrofas son la seguidilla compuesta, el zéjel, la letrilla, la glosa, el soneto y sus distintos tipos, los tercetos encadenados, la sextina provenzal, el cosante o cosaute y la canción en estancias y la escala métrica. Series métricas son la silva, el romance y la silva arromanzada.

La seguidilla compuesta es una estrofa que combina heptasílabos y pentasílabos agrupados en una seguidilla y un haikú con rima asonante, según el esquema 7-; 5a; 7-;5a. 5b; 7-;5b. Es una estrofa propia de la lírica popular tradicional:

Azules son tus ojos,
marrón tu pelo,
cobriza, tu piel, tiene
brillos de fuego.
Dame tu abrazo
de frutos de dulzura
en tu regazo (Anónimo)

El zéjel es una estrofa que se agrupa en series formando una canción zejelesca. Cada zéjel está formado por un pareado de arte menor, que es el estribillo o bordón, y por un grupo de cuatro versos de los cuales los tres primeros riman entre sí en consonante y se denominan mudanza; el último verso es el verso de vuelta y rima en consonante con el estribillo, sirviendo así de aviso o anuncio su rima de que ha de volverse a recitar el estribillo para encabezar el próximo zéjel de la serie:

Dicen que me case yo;
no quiero marido, no. (Estribillo)
Más quiero vivir segura
n´esta sierra a mi soltura,
que no estar en ventura (Primera mudanza)
si casaré bien o no. (Verso de vuelta)
Dicen que me case yo;
no quiero marido, no. (Estribillo) Gil Vicente, siglo XVI.

El cosante o cosaute es un poema compuesto por pareados fluctuantes (o sea, de indeterminado número de sílabas). Los pareados se relacionan entre ellos por medio de elementos paralelísticos; tras cada pareado sigue un estribillo muy breve, generalmente un solo verso. En el primer pareado, se plantea el tema del poema, y cada nuevo pareado repite parte del tema del anterior y añade algo nuevo en forma de leixa-pren. Proviene de la lírica galaico-portuguesa. Es probable que el cosante derivara del canto y que de ahí adquiriera independencia; el solista seguramente cantaba los pareados y el coro, o público, le respondía con el estribillo.

A aquel árbol que vuelve la foja
algo se le antoja.
Aquel árbol de bel mirar
face de maña flores quiere dar.
Algo se le antoja.
Aquel árbol de bel veyer
face de maña quiere florecer.
Algo se le antoja.
Face de maña flores quiere dar,
ya se demuestra, salidlas mirar.
Algo se le antoja.
Face de maña quiere florecer,
ya se demuestra, salidlas a ver.
Algo se le antoja.
Ya se demuestra, salidlas mirar,
vengan las damas la fruta cortar.
Algo se le antoja.
Ya se demuestra, salidlas a ver,
vengan las damas la fruta coger.
Algo se le antoja. (Diego Hurtado de Mendoza)

El romance es una serie métrica compuesta por una serie indefinida de versos octosílabos con rima asonante en los versos pares que se originó de la descomposición de los cantares de gesta en el siglo XIV, aunque algunos de ellos empezaron a imitarse y componerse a propósito entre el siglo XV y la actualidad constituyento el llamado Romancero nuevo. Suele usarse para relaciones o narraciones, o con contenido narrativo-lírico. Si el romance es de origen culto suele poderse dividir con facilidad en grupos de cuatro versos como subestrofas; si es de origen tradicional, no.

Que por mayo era, por mayo,
cuando hace la calor,
cuando los trigos encañan
y están los campos en flor,
cuando canta la calandria
y responde el ruiseñor,
cuando los enamorados
van a servir al amor;
sino yo, triste, cuitado,
que vivo en esta prisión;
que ni sé cuándo es de día
ni cuándo las noches son,
sino por una avecilla
que me cantaba el albor.
Matómela un ballestero;
dele Dios mal galardón.

El llamado romance heroico rima como el romance, solamente los versos pares y en asonante, pero está compuesto por versos endecasílabos. Lo creó Sor Juana Inés de la Cruz y se utilizó ampliamente en el siglo XVIII y XIX:

Entran de dos en dos en la estacada,
con lento paso y grave compostura,
sobre negros caballos, ocho pajes,
negras la veste, la gualdrapa y plumas;
después cuatro escuderos enlutados,
y cuatro ancianos caballeros, cuyas
armas empavonadas y rodelas
con negras manchas que el blasón ocultan,
y cuyas picas que por tierra arrastan,
sin pendoncillo la acerada punta,
que son, van tristemente publicando,
de la casa de Lara y de su alcurnia. (Ángel Saavedra, Duque de Rivas, s. XIX)

La escala métrica es una estrofa creada por el poeta romántico Víctor Hugo y poco usada en general. Se trata de una serie de versos en la que el primero empieza por ser de una o dos sílabas, y cada verso siguiente suma una al anterior hasta llegar al dodecasílabo, y después va disminuyendo una por una hasta regresar al verso de una o dos sílabas.

La sextina provenzal es una compleja combinación de treinta y nueve endecasílabos estructurados en seis estrofas de seis versos cada una y una contera final de tres versos. No tiene rima, sino una serie de seis palabras finales que se van repitiendo en distinto verso, pero siempre al final de cada uno, en cada estrofa, de forma que las seis palabras finales de los seis versos de las seis estrofas sean las mismas, sólo que en diferente disposición. La estructura de la disposición de las palabras finales de los versos es la siguiente:

1ª Estrofa: A-B-C-D-E-F (Que corresponden a las palabras finales)
2ª Estrofa F-A-E-B-D-C
3ª Estrofa C-F-D-A-B-E
4ª Estrofa E-C-B-F-A-D
5ª Estrofa D-E-A-C-F-B
6ª Estrofa B-D-F-E-C-A

En el remate o contera de tres versos se incluyen dos de estas palabras finales en cada uno de los tres versos, una al principio y otra al final, con una estructura que suele ser:

1 verso: A-B
2 verso: D-E
3 verso: C-F

La disposición de las últimas palabras de cada verso sigue la norma de que la última palabra del último verso de una estrofa sea la ultima palabra del primer verso de la siguiente, la última palabra de segundo verso sea la ultima del primer verso de la anterior estrofa y la última del tercer verso sea la última del penúltimo verso de la estrofa precedente.

¿Y qué decir de nuestra madre España,
este país de todos los demonios
en donde el mal gobierno, la pobreza
no son, sin más, pobreza y mal gobierno
sino un estado místico del hombre,
la absolución final de nuestra historia?
De todas las historias de la Historia
sin duda la más triste es la de España,
porque termina mal. Como si el hombre,
harto ya de luchar con sus demonios,
decidiese encargarles el gobierno
y la administración de su pobreza.
Nuestra famosa inmemorial pobreza,
cuyo origen se pierde en las historias
que dicen que no es culpa del gobierno
sino terrible maldición de España,
triste precio pagado a los demonios
con hambre y con trabajo de sus hombres.
A menudo he pensado en esos hombres,
a menudo he pensado en la pobreza
de este país de todos los demonios.
Y a menudo he pensado en otra historia
distinta y menos simple, en otra España
en donde sí que importa un mal gobierno.
Quiero creer que nuestro mal gobierno
es un vulgar negocio de los hombres
y no una metafísica, que España
debe y puede salir de la pobreza,
que es tiempo aún para cambiar su historia
antes que se la lleven los demonios.
Porque quiero creer que no hay demonios.
Son hombres los que pagan al gobierno,
los empresarios de la falsa historia,
son hombres quienes han vendido al hombre,
los que le han convertido a la pobreza
y secuestrado la salud de España.
Pido que España expulse a esos demonios.
Que la pobreza suba hasta el gobierno.
Que sea el hombre el dueño de su historia. (Jaime Gil de Biedma, siglo XX)

La canción en estancias o canción es de origen italiano. Se divulgó a partir del primer Renacimiento y consta de una serie de estrofas semejantes que combinan versos de siete y once sílabas con la misma disposición métrica, llamadas estancias (del italiano stanze). La composición se remata con un corto envío o vuelta de cuatro versos. Cada estancia consta de dos partes engarzadas por un 'verso de enlace' que sirve para unir la primera parte o fronte (con dos pies, abC abC) y la segunda parte, llamada sírima o 'coda' (dee DfF). El escritor manchego Garcilaso de la Vega introdujo esta estrofa en la literatura española, y desde entonces no ha dejado de usarse, sobre todo por los poetas influidos por la corriente literaria del llamado Petrarquismo:

Divina Elisa, pues agora el cielo
con inmortales pies pisas y mides,
y su mudanza ves, estando queda,
¿por qué de mí te olvidas y no pides
que se apresure el tiempo en que este velo
rompa del cuerpo, y verme libre pueda,
y en la tercera rueda,
contigo mano a mano,
busquemos otro llano,
busquemos otros montes y otros ríos,
otros valles floridos y sombríos,
donde descanse y siempre pueda verte
ante los ojos míos,
sin miedo y sobresalto de perderte? (Garcilaso de la Vega)

La silva es de origen italiano y consiste en una extensión indeterminada de versos de siete y once sílabas combinados y rimados libremente en consonante y en la que pueden dejarse algunos versos sueltos sin rima. Constituye por estas particularidades una forma muy libre, de tendencia antiestrófica y próxima por tanto al versolibrismo. Fue introducida en la lírica española en 1613 por Luis de Góngora en sus Soledades:

Era del año la estación florida
en que el mentido robador de Europa
media luna las armas de su frente,
y el Sol todo los rayos de su pelo—,
luciente honor del cielo,
en campos de zafiro pace estrellas,
cuando el que ministrar podía la copa
a Júpiter mejor que el garzón de Ida,
náufrago y desdeñado, sobre ausente—,
lagrimosas de amor dulces querellas
da al mar; que condolido,
fue a las ondas, fue al viento
el mísero gemido,
segundo de Arïón dulce instrumento. (Luis de Góngora, Soledad primera)

El soneto clásico es una agrupación de endecasílabos que riman en consonante y distribuidos en dos cuartetos y de dos tercetos, hasta un total de catorce versos. Las rimas de los tercetos son libres, si bien en el soneto clásico se utilizan sobre todo dos distribuciones: CDE, CDE o bien CDC DCD. La combinación más usada del soneto es: ABBA ABBA CDC DCD. A veces, casi siempre cuando se trata de un tema burlesco, puede agregársele al final un pequeño pie en endecasílabos y heptasílabos llamado estrambote.

El soneto sufrió un notable desarrollo desde que lo introdujera en la lírica castellana el siglo XV don Íñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana, y en el XVI, con éxito ya definitivo, Juan Boscán y Garcilaso de la Vega. A veces, en vez de cuartetos, utiliza serventesios, como hizo Francesco Petrarca en algunos de los sonetos de su Cancionero.

En Inglaterra William Shakespeare introdujo una nueva modalidad de soneto consistente en tres cuartetos y un pareado final, modalidad que en castellano ha utilizado frecuentemente el poeta argentino Jorge Luis Borges. Es el llamado soneto shakespiriano.

Merced a la revolución métrica del Modernismo acaudillado por Rubén Darío, el soneto flexibilizó su forma y se escribió en versos alejandrinos o en una mezcla de versos de once, nueve, doce, siete y catorce sílabas. Asimismo, los cuartetos pudieron cambiar de rima o ser serventesios. A este tipo de sonetos se los conoce como sonetos modernistas. Véanse además en esta wikipedia stras modalidades del soneto, cuales son el soneto con estrambote, el soneto dialogado, el soneto doble o doblado, el soneto en alejandrinos, el soneto inglés y el soneto polimétrico.

Un soneto me manda hacer Violante
y en mi vida me he visto en tal aprieto;
catorce versos dicen que es soneto:
burla burlando, van los tres delante.
Yo pensé que no hallara consonante
y estoy a la mitad de otro cuarteto,
mas si me veo en el primer terceto,
no hay cosa en los cuartetos que me espante.
Por el primer terceto voy entrando,
y aun parece que con pie derecho,
pues fin con este verso le voy dando.
Ya estoy en el segundo, y aun sospecho
que estoy los trece versos acabando:
contad si son catorce, y está hecho. (Lope de Vega, siglo XVII)

El poema en verso blanco o suelto consiste por lo general en una serie de endecasílabos rítmicamente correctos, pero sin rima alguna. Fue usado ya por Garcilaso de la Vega en su Epístola a Boscán y enseguida se generalizó su uso como una forma adecuada para las traducciones.

Bibliografía

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Véase también

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