Rafael Alberti Merello (El Puerto de Santa María, 16 de diciembre de 1902-ibidem, 28 de octubre de 1999) fue un escritor español, especialmente reconocido como poeta, miembro de la generación del 27. Está considerado uno de los mayores literatos de la llamada Edad de Plata de la literatura española.[1]
Rafael Alberti nació el 16 de diciembre de 1902 en el municipio gaditano de El Puerto de Santa María, en el seno de una familia de origen italiano de acomodados bodegueros venidos a menos. Su padre, Vicente Alberti Sánchez-Bustamante, trabajaba como exportador de vinos de Osborne, una importante bodega de vinos del Puerto, y debido a sus viajes profesionales pasaba muy poco tiempo al lado de su familia.[2] Su madre, María Merello Gómez-Rull, era nieta del prominente bodeguero Nicolás Gómez González y Pérez, diputado y senador por Huelva, y sobrina del conde de Casa Rull.
Rafael Alberti en 1910.
Cursó la primera enseñanza con las Carmelitas y después ingresó en el colegio de jesuitas San Luis Gonzaga en El Puerto de Santa María. La disciplina del colegio chocaba con el carácter del joven, que empezó a obtener malos resultados académicos, siendo expulsado en 1916 por mala conducta.
En 1917 se trasladó a Madrid con su familia y amigos. Rafael decide seguir su vocación de pintor, demostrando gran capacidad estética para captar el vanguardismo de la época. Consigue exponer en el Salón de Otoño y en el Ateneo de Madrid.
En 1920 su padre falleció. Ante el cuerpo yacente de su progenitor, Rafael escribió sus primeros versos. Nace el Alberti poeta. Una afección pulmonar le obligó a desplazarse a la localidad segoviana de San Rafael, en la sierra de Guadarrama, y más tarde a la localidad cordobesa de Rute en la Subbética. En el retiro, comenzó a trabajar los versos que luego formarían Marinero en tierra.
También en este año comenzó una relación con la pintora Maruja Mallo, que duró hasta 1930. Esta relación puede verse en las obras que ambos produjeron durante estos años, aspecto que se plasmaría en algunas de las obras poéticas de Alberti, como A cal y canto, visualizando a la vez alguna de las series pictóricas que produjo la pintora en estos años, como Verbenas y estampas. Su relación terminó cuando Alberti conoció a María Teresa León y se casó con ella. Según añadiría Mallo en una entrevista con Paloma Ulacia: «Creo que para él era una solución porque yo era una cría, en cambio esa señora tenía dos hijos, una experiencia y le habrá solucionado muchas cosas». Su romance se mantuvo en silencio durante muchos años, ya que la propia María Teresa instó a Alberti a no mencionar nunca el nombre de la artista y este le hizo caso. Sin embargo, en 1985, con María Teresa ingresada por su enfermedad y Mallo viviendo en un geriátrico, Alberti rompe su silencio en un artículo de El País titulado De las hojas que faltan.[4]
En los años siguientes, Alberti sufrió una crisis existencial debida a su delicada salud, sus penurias económicas y la pérdida de la fe. La evolución de su conflicto interior se manifiesta en su poesía de estos años: en Sobre los ángeles toca un fondo de desolación que solo superará mediante el compromiso político. Durante la dictadura del general Primo de Rivera participó en revueltas estudiantiles, apoyando el advenimiento de la Segunda República española y se afilió al Partido Comunista de España (PCE). Para él, la poesía se convierte en un arma necesaria para sacudir conciencias, una forma de cambiar el mundo.[5]
En 1930 conoció a María Teresa León, con la que fundaría en 1933 la revista revolucionaria Octubre. Viajó a la Unión Soviética, donde asistió a un encuentro de escritores antifascistas. Ambos escritores fueron sorprendidos por las noticias de la Revolución de Asturias en 1934 en su viaje de regreso a España. Recalaron en París y allí el Comintern, a través de Palmiro Togliatti, los embarcó en una misión propagandística y de recaudación de fondos por Norteamérica, Centroamérica y el Caribe a favor de los presos de la revolución de 1934.[7]
Se ha dicho por el contrario, que[9] Alberti pidió el tratamiento humano del enemigo, incluso en medio de los fusilamientos y bombardeos franquistas.[10] Para evitar la destrucción del patrimonio español por los bombardeos de los sublevados, colaboró en la evacuación de los fondos del Museo del Prado, al tiempo que se reunió con algunos intelectuales extranjeros que apoyaban a la República y llamó a la resistencia del Madrid asediado recitando versos que se difundieron en los frentes de batalla, como el dedicado al 18 de julio.[11]
Regreso de Alberti a España en 1977 (foto de Iberia)
Tras la derrota republicana, Alberti y María Teresa León optaron por el exilio. Se trasladaron a París hasta que las autoridades francesas les retiraron el permiso de trabajo por ser considerados "comunistas peligrosos". En 1940 y ante la amenaza alemana, se embarcaron en Marsella a bordo del "Mendoza" rumbo a Buenos Aires, adonde llegaron el 2 de marzo de 1940. Vivieron en la capital de Argentina y en la estancia "El Totoral" de Córdoba. Allí nació su hija Aitana.[12][13] En Chile fueron acompañados por Pablo Neruda. Vivieron también en Uruguay, sobre todo en Punta del Este.
En 1963, se trasladó a vivir a Roma, donde residió hasta su vuelta a España en 1977, allí escribió su obra Roma, peligro para caminantes, publicada en 1968 y Canciones del alto valle del Aniene (1972).[14]
Alberti regresó a España en 1977, después de la muerte de Franco y la instauración de la democracia. Ese año fue elegido diputado al Congreso en las listas del PCE, pero no tardó en renunciar al escaño para continuar en Roma su trabajo como poeta y pintor.[15]
A partir de entonces asistió a recitales, conferencias y homenajes multitudinarios. No consiguió sillón en la Academia, pero obtuvo el mayor reconocimiento literario, el premio Cervantes, que se le adjudicó en 1983. Antes había sido distinguido con galardones internacionales como el Premio Lenin de la Paz (1965) y el Premio Roma de Literatura (1991), además del Premio Nacional de Teatro (1980). Renunció a ser candidato al Premio Príncipe de Asturias debido a sus fuertes convicciones republicanas. En 1990 se casó con María Asunción Mateo.[16] Publicó sus memorias bajo el título de La arboleda perdida.[17]
El 28 de octubre de 1999 murió en su casa de El Puerto de Santa María, su ciudad natal. Fue incinerado y sus cenizas fueron esparcidas en el mismo mar de su infancia, aquel que cantó en su obra Marinero en tierra.
El primer ciclo de su poesía está constituido por Marinero en tierra y los dos libros siguientes. En Marinero en tierra expresa su nostalgia por no poder disfrutar del mar de su tierra natal ni de la compañía de su padre. En La amante (1926) refleja sus impresiones por distintos puntos de Castilla (Santo Domingo de Silos, Aranda de Duero, la Ribera del Duero, Burgos...) donde viajó con su hermano, representante de vinos y sus derivados. A esta obra le siguió El alba del alhelí (1927). El poeta se sitúa en la tradición de los Cancioneros, pero desde la posición de un poeta de vanguardia.
En un segundo momento, una nueva tradición sucederá a la cancioneril: la de Góngora. El resultado es Cal y canto (1929, pero escrito entre 1926 y 1927). El gongorismo está en la profunda transfiguración estilística a que se someten los temas. En este libro aparecen unos tonos sombríos que anticipan a Sobre los ángeles (1929, pero escrito entre 1927 y 1928).
Sobre los ángeles —que abre la tercera etapa; esto es, la surrealista— nace como consecuencia de una grave crisis personal y en el marco de la crisis estética general común entonces, a todo el arte de Occidente. El clasicismo anterior salta deshecho y, aunque todavía el poeta recurra a formas métricas tradicionales, el versolibrismo irrumpe triunfante. Las características de este poemario serían la densidad de las imágenes, la violencia del verso y la creación de un mundo onírico e infernal.
Es el libro mayor del poeta, que prolongará sus tonos apocalípticos en Sermones y moradas, escrito entre 1929 y 1930, para cerrar el ciclo surreal con el humor de Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos (1929), en donde se recogieron poemas dedicados a los grandes cómicos del cine mudo.
Monumento a Rafael Alberti en la plaza del Polvorista, en El Puerto de Santa María.
La identificación de conducta privada y pública, que puede ser considerada un rasgo definidor del surrealismo, se traduce en Alberti en una toma de posición ideológica cercana al comunismo, que lo conduce al ámbito de la poesía política, cuya primera manifestación es la elegía cívica Con los zapatos puestos tengo que morir (1930). Con el establecimiento de la Segunda República española (1931), Alberti se inclina hacia las posiciones del marxismo.
Los poemas de estos años serán recogidos en Consignas (1933), Un fantasma recorre Europa (1933), 13 bandas y 48 estrellas (1936), Nuestra diaria palabra (1936) y De un momento a otro (1937), en un conjunto que el autor llamaría El poeta en la calle (1938). Hay que añadir la elegía Verte y no verte (1935), dedicada a Ignacio Sánchez Mejías. El ciclo es desigual, pero hay logros notables.
En el exilio, comenzó el último ciclo de Alberti. De la poesía no política se destaca Entre el clavel y la espada (1941); A la pintura (1948), retablo sobre los temas y figuras del arte pictórico; Retornos de lo vivo lejano (1952) y Oda marítima seguida de Baladas y canciones del Paraná (1953), vertebrados por el tema de la nostalgia, en los que el verso culto alterna con el neopopular, y con momentos de alta calidad, que reaparecen en Abierto a todas horas (1964) y en el primer libro «europeo», Roma, peligro para caminantes (1968). La última producción albertiana es muy copiosa, sin que falte el poeta erótico, como en Canciones para Altair (1988).
Tras el fallecimiento del poeta se creó la Fundación Rafael Alberti para difundir su obra. No obstante, actualmente se encuentra en proceso de liquidación.[18]
Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos, publicado por primera vez en distintos números de La Gaceta Literaria, 1929.
Consignas, M., octubre de 1933.
Un fantasma recorre Europa, M., La tentativa poética, 1933.
Versos de agitación, México, Edit. Defensa Roja, 1935.
Verte y no verte. A Ignacio Sánchez Mejías, México, N. Lira, 1935.
13 bandas y 48 estrellas. Poemas del mar Caribe, M., Manuel Altolaguirre, 1936.
Nuestra diaria palabra, M., Héroe, 1936.
De un momento a otro (Poesía e historia), M., Europa-América, 1937.
El burro explosivo, M., Edic. 5.º Regimiento, 1938.
Entre el clavel y la espada (1939-1940), Buenos Aires, Losada, 1941. Dibujos de Rafael Alberti.
Pleamar (1942-1944), Buenos Aires, Losada, 1944.
A la pintura. Poema del color y la línea (1945-1948), Buenos Aires, Losada, 1948. 2.ª edic. aumentada, Buenos Aires, Losada, 1953. 3.ª edic. aumentada, M., Aguilar, 1968 (Prólogo de Vicente Aleixandre).
Coplas de Juan Panadero. (Libro I), Montevideo, Pueblos Unidos, 1949 (2.ª edición ampliada). Dibujos de Toño Salazar.
Buenos Aires en tinta china, Buenos Aires, Losada, 1952. Dibujos de Attilio Rossi.
Retornos de lo vivo lejano, Buenos Aires, 1952.
Ora marítima seguido de Baladas y canciones del Paraná, Buenos Aires, Losada, 1953.
Balada y canciones del Paraná, Buenos Aires, Losada, 1954.
Sonríe China, Buenos Aires, Jacobo Muchnik, 1958 (en colaboración con María Teresa León).
Poemas escénicos, Buenos Aires, Losada, 1962 (2.ª edic. ampliada y bilingüe español/italiano).
Abierto a todas horas, M., Afrodisio Aguado, 1964.
Poesía (1924-1930), M., Ediciones del Árbol( Cruz y Raya), 1934.
Poesías (1924-1937), M., Signo, 1938.
Poesías (1924-1938), Buenos Aires, Losada, 1940.
Poesía (1924-1944), Buenos Aires, Losada, 1946.
El poeta en la calle (1931-1965), París, Librairie du Globe, 1966 (Recopilación de toda la poesía social de Alberti). Publicado por primera vez en Poesía (1924-1937) y editada en España por Aguilar en 1978.
En 2002, coincidiendo con el centenario de Alberti, Seix Barral se abocó a la tarea de publicar una edición de la obra completa del autor en ocho volúmenes.[27] Hasta el momento se han publicado seis:[28]