Usuario:Lapera/prueba Criterio de demarcación

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Grabado Flammarion. L'Atmosphère. París, 1888.

El Critero de demarcación o problema de la demarcación se refiere, dentro de la Filosofía de la ciencia, a cómo definir los límites que configuran el concepto "ciencia". Las fronteras se suelen intentar establecer entre lo que es conocimiento científico y no científico, entre ciencia y pseudociencia, y entre ciencia y religión. Una forma de este problema, conocido como el problema generalizado de la demarcación abarca estos tres casos. El problema generalizado intenta encontrar criterios para poder decidir, entre dos teorías dadas, cuál de ellas es más científica.

Tras más de un siglo de diálogo entre filósofos de la ciencia y científicos en diversos campos, y a pesar de un amplio consenso acerca de las bases del método científico,[1]​ los límites que demarcan lo que es ciencia, y lo que no lo es, continúan siendo profundamente debatidos.[2]


Historia[editar]

Separación entre ciencia y religión[editar]

Galileo Galilei ante la Santa Inquisición. Pintura de Cristiano Banti del 1857.

El problema de la demarcación es una cuestión relativamente reciente. El problema puede rastrearse hasta el momento en que la ciencia y la religión alcanzaron gran independencia la una de la otra. En 1874, el historiador de la ciencia John William Draper publicó su Historia del conflicto entre Religión y Ciencia. En él retrata al completo la historia del desarrollo científico como una guerra contra la religión. Esta visión se fomentó por seguidores como Andrew Dickson White en su ensayo Una historia de las guerras entre la Ciencia con la Teología en la cristiandad (online).

Ciertos hechos legendarios en la Historia de la ciencia deben su popularidad a Draper y White. Entre los ejemplos se incluye la visión de que Copérnico se retractó a publicar su De revolutionibus orbium coelestium por miedo a la persecución por la Iglesia y la idea de que los cristianos del medievo creían en una Tierra plana.

En términos históricos, la relación entre Ciencia y Religión ha sido más complicada. Muchos científicos fueron, desde luego, muy religiosos, y la religión fue a menudo promotor y motivador de investigaciones científicas. Sin embargo hacia el final del siglo XIX, la ciencia y la religión comenzaron a ser vistas por el público como posiciones enfrentadas, un fenómeno gradual éste que alcanzó su cumbre en torno a los debates acerca de la evolución de Charles Darwin.

Ya antes de la publicación de Darwin de El origen de las especies hubo precursores y precondicionantes, pero fue a raíz de este trabajo que el debate se hizo popular gracias a su difusión en la prensa británica y se convirtió en el mascarón de proa de las tensiones entre ciencia y religión (una postura que en lo esencial permanece hasta nuestros días).

El trabajo de Draper y White debe ser visto como proviniente directamente de este clima social y su modelo de ciencia y religión como eternos opuestos, si bien no era históricamente exacto, se convirtió en una tribu social dominante. Los sociólogos de la ciencia han estudiado los intentos de erigir fuertes distinciones entre ciencia y no ciencia como una forma de trabajo periférico, enfatizando el alto riesgo que supone tal empresa para todos aquellos involucrados en tales actividades.

Kuhn y los cambios de paradigma[editar]

Esquema de las fases de la ciencia según Thomas Kuhn.

Thomas Kuhn, un historiador de la ciencia, que fue influyente en la Filosofía de la ciencia, y al que a menudo se encuentra conectado con lo que se ha dado en llamar pospositivismo o posempirismo. En su libro de 1962, La estructura de las revoluciones científicas, Kuhn dividía el proceso de hacer ciencia en dos empresas diferentes, a las que llamó ciencia normal y ciencia extraordinaria (a la que también en ocasiones llamaba ciencia revolucionaria). El proceso de la ciencia "normal" es el que la mayoría de los científicos siguen mientras trabajan con lo que él llama el paradigma aceptado en la actualidad por la comunidad científica, y que en este contexto de las ideas de Karl Popper sobre el falsacionismo, así como la idea de un Método científico, están vigentes hoy día.

Esta especie de trabajo es lo que Kuhn llama "resolución de problemas": trabajar dentro de los límites de la teoría actual y sus implicaciones con respecto a qué tipo de experimentos deberían o no ser fructíferos. Sin embargo, durante el proceso de realizar ciencia "normal", Kuhn argumenta que se generan anomalías, algunas de las cuales conducen a una extensión del "paradigma" dominante con la intención de explicarlas, y otras para las que no se puede encontrar una explicación satisfactoria con el modelo actual. Cuando se han acumulado suficientes anomalías así, y los científicos pertenecientes a cada campo las encuentran significativas (lo cual a menudo es un juicio muy subjetivo), comienza un "período de crisis", y Kuhn sostiene que algunos científicos comienzan a participar en una actividad de ciencia "extraordinaria". Durante esta fase, se reconoce al modelo antiguo como fundamentalmente defectuoso y no se le puede adaptar para más uso, de forma que ideas totalmente nuevas (o a menudo ideas viejas y abandonadas) son nuevamente consideradas, la mayoría de las cuales fallarán. Pero, durante esta etapa, se crea un nuevo "paradigma" y después de un tiempo prolongado de "cambio de paradigma", se acepta el nuevo paradigma como norma por la comunidad científica y se integra en el trabajo previo, y el viejo paradigma se relega a los libros de historia. El clásico ejemplo de esto es el cambio de la física de Maxwell/Newton a la Mecánica Cuántica/Einsteniana de la física de principios del Siglo XX.

Si la aceptación o el descarte de las teorías científicas se basara únicamente en una simple falsación, de acuerdo con Kuhn, entonces ninguna teoría sobreviviría durante el tiempo suficiente como para ser fructífera, puesto que todas las teorías contienen anomalías.

El proceso mediante el que Kuhn decía que se acepta un nuevo paradigma por la mayoría de la comunidad científica indicaría una posible demarcación entre ciencia y pseudociencia mientras que rechazaba por simple el falsacionismo de Popper. En su lugar, Kuhn argumenta que un nuevo paradigma se acepta principalmente porque tiene una capacidad superior para resolver problemas que surgen durante el proceso de realizar ciencia "normal". Es decir, el valor de un paradigma científico es su poder de predicción y su capacidad para sugerir soluciones a nuevos problemas mientras continua satisfaciendo todos los problemas resueltos por el paradigma al que remplaza. La pseudociencia se puede definir como un fallo para aportar explicaciones mediante tal paradigma.

Thomas Kuhn en su libro de 1962 La estructura de las revoluciones científicas abordaba este problema en detalle. Algunos ejemplos de esta cuestión están presentes en la historia reciente de la Ciencia. Por ejemplo:

  • La teoría de la deriva continental propuesta por Alfred Wegener y apoyada por Alexander Du Toit y Arthur Holmes pero rechazada vehementemente por la mayoría de los geólogos hasta que 50 años después se presentaron evidencias irrefutables.
  • La teoría de la simbiogénesis propuesta por Lynn Margulis e inicialmente rechazada por biólogos pero ahora generalmente aceptada.
  • La teoría del equilibrio puntuado, propuesta por Stephen Jay Gould y Niles Eldredge, que da lugar aún a debate pero que va siendo incorporada al cuerpo de la teoría evolutiva.
  • La teoría de los priones — partículas proteicas con capacidad infectiva — propuesta por Stanley B. Prusiner para explicar las diversas encefalopatías espongiformes transmisibles del hombre — el kuru o la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob — o de otros animales, rechazada al principio por postular un mecanismo replicativo sin participación de ácidos nucleicos.
  • La teoría de que una bacteria, Helicobacter pylori, es el factor causal principal de la úlcera gástrica. Propuesta en 1982 por Barry Marshall y Robin Warren, se le objetó que ninguna bacteria podría prosperar en el ambiente extremadamente ácido del estómago. Marshall demostró, por medios heroicos, que se cumplían los postulados de Koch ingiriendo una dosis de cultivo bacteriano.

Por otra parte, los críticos de la idea de “revolución cognitiva” sostienen que no constituye una descripción adecuada de la historia de la psicología. No puede decirse que el conductismo haya sido refutado en el sentido de haber sido falsado según Popper, ni que haya entrado en un período de anomalías en el sentido de Kuhn, ni que se haya degenerado como programa de investigación en el sentido de Lakatos. El paso al cognitivismo no se debe a un fracaso de los conceptos conductistas en la explicación de los fenómenos, sino a un cambio en los intereses (económicos, financieros, políticos, etc.) de muchos investigadores, y se explica por cuestiones de modas[3][4][5][6][7]​ por cuestiones sociológicas más que por razones epistemológicas. Si el conductismo hubiera sido reemplazado por el cognitivismo, se debería hallar evidencia de que cada vez menos trabajos conductistas se publican y discuten, y no es esto lo que ha ocurrido.[8]

Críticas al problema de la demarcación[editar]

Feyerabend y el problema de la autonomía en la ciencia[editar]

El filósofo de la Ciencia Paul Feyerabend, autor del libro Contra el Método: esquema de una teoría anarquista del conocimiento[9]​ afirma que el método científico de la ciencia actual condiciona no sólo a las personas normales sino también a los científicos.

Argumenta que no se puede encontrar ningún método científico dentro de la historia de la práctica científica que no haya sido violado en algún momento del avance en el conocimiento científico.

Para Feyerabend, el conocimiento no es una serie de teorías consistentes que converjan hacia un punto de vista ideal, sino que es un océano permanentemente creciente de alternativas mutuamente incompatibles y quizás incluso inconmensurables, cada una un cuento de hadas, cada una un mito.[10]​ Para el filósofo, es necesario defender a la sociedad de los ataques de la ciencia como ideología.[11]

"Se ha podido comprobar que la ciencia no proporciona ninguna prueba sólida y que

tanto sus teorías como sus aserciones de tipo practico son hipótesis que a menudo no solo son parcialmente falsas, sino incluso totalmente erróneas, ya que hacen afirmaciones sobre cosas

que jamas han existido."

Feyerabend mantiene que la mayor parte de las investigaciones científicas nunca se han desarrollado siguiendo un método racional. Sostiene que el anarquismo debe reemplazar al racionalismo y que el progreso intelectual sólo puede alcanzarse enfatizando la creatividad y los deseos de los científicos más que el método.

En su libro Adiós a la Razón, Cap. 3-7,[13]Feyerabend advierte que tampoco se pueden despreciar como inútiles la astrología o la medicina alternativa, a los que atribuye un estatus científico.

Feyerabend niega el principio de refutación como vía para la formación de teorías por considerar que impide el desarrollo de la ciencia, puesto que no permite el desarrollo de hipótesis alternativas hasta que no se haya producido la refutación de la primera:

Descubrimos entonces, que no hay una sola regla, por plausible que sea, y por firmemente basada que esté en la epistemología, que no sea infringida en una ocasión u otra. El requisito de aceptar sólo aquellas teorías que son consistentes con los hechos disponibles y aceptados nos deja también sin ninguna teoría, pues no existe ni una sola teoría que no tenga una dificultad u otra. El método correcto no debe contener reglas que nos obliguen a elegir entre teorías sobre la base de la falsación. Por el contrario, las reglas de dicho método deben hacer posible elegir entre teorías que ya fueron contrastadas y resultaron falsadas.

Ha existido una tendencia post-Kuhn a atenuar la diferencia entre ciencia y no ciencia, ya que el trabajo de Kuhn llevó a cuestionar ampliamente el ideal popperiano de simplemente demarcación, y a enfatizar el carácter humano, la calidad de subjetividad de los cambios científicos. El radical según algunos, escéptico magistral según otros,[15]Paul Feyerabend y quien junto con Thomas Kuhn enunció la Tesis de la Inconmensurabilidad, llevó estos planteamientos a su límite, argumentando que la ciencia no ocupa un lugar especial en términos de su lógica o de su método, de forma que no se sostiene ningún intento de que los científicos se revistan de ninguna autoridad especial. Esto condujo a un acercamiento particularmente democrático o anarquista a la formación de conocimiento.

Tanto Lakatos como Feyerabend, sugieren que la ciencia no es una forma autónoma de razonamiento, sino que es inseparable del más amplio corpus del pensamiento humano y de la búsqueda del conocimiento. Siendo así, las preguntas acerca de Verdad y Falsedad, y el entendimiento correcto o incorrecto no son únicamente empíricas. Muchas preguntas significativas no se pueden concluir empíricamente por métodos científicos; no sólo en la práctica, sino por principio.

El falsacionismo de Popper como criterio de demarcación[editar]

Falsacionismo epistemológico[editar]

Karl Popper se dio cuenta de que los filósofos del Círculo de Viena habían mezclado dos problemas diferentes para los que habían resuelto dar una única solución: verificacionismo. En contraposición a este punto de vista, Popper remarcó que una teoría podría perfectamente tener significado sin ser científica, y que, como tal, un criterio de significación podría no necesariamente coincidir con un criterio de demarcación. Así pues, su propio falsacionismo no sólo es una alternativa al verificacionismo; es también un acuerdo acerca de la distinción conceptual que habían ignorado las teorías previas.

Popper vio la demarcación como un problema central en la filosofía de la ciencia. En lugar del verificacionismo, propuso el falsacionismo como una forma de determinar si una teoría es científica o no. Si una teoría es falsable, entonces es científica; si no es falsable, entonces no es ciencia. Algunos han llevado este principio hasta el extremo de dudar de la validez científica de muchas disciplinas (tales como la Macroevolución y la Cosmología Física. La falsabilidad fue uno de los criterios utilizados por el Juez William Overton para determinar que el creacionismo no era científico y que no debería enseñarse en los colegios de Arkansas.

La mayoría de los filósofos creen que la ciencia confía en el razonamiento inductivo, lo cual, según estos parece tan obvio que ni siquiera necesita argumentación. Sin embargo, esto fue negado taxativamente por Karl Popper. Popper argumentaba que los científicos tan sólo necesitaban utilizar inferencias deductivas.

Una teoría sobre la inducción es superflua. No tiene ninguna función en una lógica de la ciencia. Ni siquiera existe la necesidad de mencionar la inducción.

Siguió negando la validez de la inducción en Conjeturas y refutaciones:

Por mi parte, considero que las diversas dificultades de la lógica inductiva son insuperables. Y me temo que lo mismo ocurre con la doctrina, tan corriente hoy, de que las inferencias inductivas, aun no siendo «estrictamente válidas», pueden alcanzar cierto grado de «seguridad» o de «probabilidad». Esta doctrina sostiene que las inferencias inductivas son «inferencias probables». Con recurrir a la probabilidad ni siquiera se rozan las dificultades mencionadas: pues si ha de asignarse cierto grado de probabilidad a los enunciados que se basan en inferencias inductivas, tal proceder tendrá que justificarse invocando un nuevo principio de inducción, modificado convenientemente; el cual habrá de justificarse a su vez, etc. Aún más: no se gana nada si el mismo principio de inducción no se toma como «verdadero», sino como meramente «probable»
Karl Popper, 1963.[17]


El argumento de Popper era el siguiente: aunque no es posible probar que una teoría científica sea cierta partiendo de un grupo limitado de datos, es posible probar que una teoría es falsa. Supóngase que un científico se encuentra considerando si todas las piezas de metal conducen la electricidad. Incluso si la pieza de metal que examina conduce la electricidad, eso no demuestra que la teoría sea cierta. Sin embargo, si encuentra una sola pieza de metal que no conduzca la electricidad, eso prueba que la teoría es falsa. O, en palabras de Stephen Hawking en su libro Historia del tiempo:

Cualquier teoría física es siempre provisional, en el sentido que es sólo una hipótesis; nunca puede ser probada. No importa cuántas veces los resultados de los experimentos concuerden con alguna teoría, nunca se puede estar seguro de que la próxima vez el resultado no la contradirá. Por otro lado, se puede refutar una teoría con encontrar sólo una observación que esté en desacuerdo con las predicciones de la misma.
Stephen Hawkin, 1988.[18]

Sin embargo en la práctica, los científicos no suelen estár interesados en demostrar que ciertas teorías sean falsas. Cuando un científico recaba datos experimentales, su objetivo podría ser demostrar que una teoría en particular —la de un rival, quizás— es falsa. Sin embargo suele ser más probable que esté tratando de convencer a la comunidad científica de que su teoría es correcta. Y, para hacerlo, debe recurrir al razonamiento inductivo. [19]

Los problemas del falsacionismo de Popper[editar]

La falsabilidad es una propiedad de los enunciados y de las teorías, y, en sí misma, es neutral. Como criterio de demarcación, busca tomar esta propiedad y tomarla como base para afirmar la superioridad de teorías falsables sobre las no falsables, como parte de la ciencia, estableciendo así una posición política que podría ser llamada falsacionismo. Así pues, lo que el criterio popperiano permite ser llamado científico está abierto a interpretación. Sin embargo se alega que una interpretación estricta concedería muy poco, puesto que no existen teorías científicas que se encuentren completamente libres de anomalías. Del mismo modo, si sólo consideramos la falsabilidad de una teoría y no la voluntad de un individuo o de un grupo para obtener o aceptar instancias falsables, entonces permitiríamos casi cualquier teoría.

Según la tesis de Quine-Duhem, llamada holismo confirmacional u holismo epistemológico, no es posible probar que un enunciado ha sido falsado. Las observaciones dependen de la teoría, las evidencias por sí solas son insuficientes para determinar qué teoría es correcta. Así, los científicos deben consensuar qué teorías aceptar y cuáles rechazar, pero sin ningún fundamento lógico, puesto que para ello la lógica no sirve.[20][21][22][23][24]​]] En cualquier caso, es muy útil conocer si un enunciado de una teoría es falsable, aunque sólo sea por el hecho de que nos proporciona un conocimiento acerca de las formas con las que alguien podría evaluar una teoría. Sin embargo, la tesis de Quine-Duhem,[25][26][27][28][29]​ también llamada holismo confirmacional u holismo epistemológico, argumenta que no es posible probar que un enunciado ha sido falsado.

Hay dos aspectos del holismo confirmacional. El primero es que las observaciones dependen de la teoría. Antes de aceptar las observaciones del telescopio se debe mirar la óptica del telescopio, el modo en que está montado, con el fin de asegurar que el telescopio está apuntando en la dirección correcta y que la luz viaja a través del espacio en línea recta (que a veces no es tal, como Einstein demostró). El segundo es que la evidencia por sí sola es insuficiente para determinar qué teoría es correcta. Cada una de las alternativas mencionadas podría haber sido correcta, pero sólo una de ellas fue finalmente aceptada.

Que las teorías sólo puedan ser probadas por su relación con otras teorías implica que siempre se puede declarar que los resultados de las pruebas que parecen refutar una teoría científica no la refutan en absoluto. En lugar de eso, se puede sostener que esos resultados chocan con las predicciones porque alguna otra teoría es falsa o desconocida. Quizá el equipo de pruebas esté desalineado o quizá haya materia oscura en el universo que sea la causante de los extraños movimientos de algunas galaxias.

El hecho de que no sea posible determinar qué teoría es refutada por datos inesperados significa que los científicos deben consensuar qué teorías aceptar y cuáles rechazar. La lógica por sí sola no sirve de guía en estas decisiones.

El problema de la inducción[editar]

Sobre la inducción el filósofo escocés David Hume dio una respuesta simple y radical a esta pregunta: argumentó que el uso de la inducción no puede ser justificado de ninguna forma racional. Hume admitía utilizar la inducción en el día a día, sin embargo, insistía en que tan sólo se debía a una tozuda y brutal cabezonería animal.[30]​ Si alguien nos desafiara a aportar una buena razón lógica para utilizar la inducción, no podemos darle una respuesta satisfactoria, argumentaba. Este es el denominado Problema de la inducción.

Problema de la inducción: ¿Cómo se puede asegurar que todos los cisnes son blancos, por más cisnes blancos que puedan verse? ¿O cómo justificar e incluso hasta inferir de ello que no sólo son blancos, sino que tienen que ser blancos según las leyes naturales? Hasta el siglo XVII, momento en el que se descubrió el primer cisne negro en Australia, se creía que todos los cisnes son blancos. Para Hume, no existe ningún fundamento lógico que justifique el Principio de inducción, al que considera una creencia, un acto no racional de Fe ciega. Hasta el momento, ningún filósofo ha argumentando concluyentemente en contra, y se considera que la ciencia descansa sobre una asunción no probada.[31]

El primer filósofo que hizo que se planteó esta cuestión con valor científico fue Aristóteles.

El problema se plantea desde el concepto griego de ciencia como conocimiento necesario, objetivo y universal, para su inclusión en la ciencia.

Dado que el conocimiento que procede de la experiencia es subjetivo, particular, condicionado, basado en la observación de los casos concretos, ¿cómo se puede obtener a partir de él un conocimiento universal (que abarque todos los casos), objetivo (para todos los hombres al menos) y necesario (que no dependa de las circunstancias) sino que dependa de una ley?

La complejidad para determinar con precisión qué se considera ciencia y qué no han llevado a algunos filósofos a cuestionar la validez del criterio de demarcación. Según el filósofo inglés Sir Isaiah Berlin, las fórmulas de los modelos matemáticos son "construcciones artificiales, creaciones de la imaginación sin una necesaria relación con el mundo exterior."Berlin, Isaiah (15). Henry Hardy, ed. Three Critics of the Enlightenment: Vico, Hamann, Herder. p. 123. 0691057273.  Según Isaiah Berlin, estos modelos siempre "dejan fuera la parte más rica e importante de la experiencia humana: la vida diaria, la historia, las leyes humanas y las instituciones, las diferentes formas de expresarse del Ser Humano."Berlin, Isaiah (15). Henry Hardy, ed. Three Critics of the Enlightenment: Vico, Hamann, Herder. p. 110. 0691057273. 

Los argumentos filosóficos para criticar a la Ciencia, habitualmente son argumentos en contra de la función del reduccionismo. Por ejemplo, en el campo de la Psicología, "tanto los reduccionistas como los antireduccionistas aceptan que... las explicaciones sobre asuntos no moleculares no se pueden mejorar, corregir o basar en explicaciones moleculares."[32]​. Es más, "el antireduccionismo epistemológico sostiene que, dada la naturaleza finita de nuestra capacidad mental, no seríamos capaces de aprehender la explicación última de muchos fenómenos complejos, incluso aunque conociésemos las leyes que gobernaran hasta el último de los componentes."[33]

Muchos académicos se encuentran "divididos en cuanto a si el reduccionismo debería de ser una estrategia central para comprender el mundo o no."[34]

Sin embargo, muchos están de acuerdo en que "existen, sin embargo, razones por las que queremos que la Ciencia descubra propiedades y explicaciones además de las reductivistas."[34]​ Tales asuntos surgen "de una preocupación antireduccionista de que no existe una concepción absoluta de la realidad, es decir, una caracterización de la realidad tal y como... la Ciencia dice proporcionar."[35]​ Este argumento es cercano al argumento kantiano de que, en último término, la Realidad es incognoscible y que todos los modelos no son más que aproximaciones imperfectas a ella.

Los criterios para que un sistema de premisas, métodos y teorías se puedan calificar como ciencia hoy en día varían en sus detalles de aplicación a aplicación y varían significativamente entre las Ciencias Naturales, Ciencias Sociales y las Ciencias formales. Los criterios incluyen típicamente

(1) la formulación de hipótesis que cumplan el criterio lógico de contingencia, derogación o el falsacionismo y los criterios íntimamente relacionados de practicidad y empirismo,
(2) unos fundamentos basados en evidencias empíricas
(3) el uso del método científico. Los procedimientos de la ciencia habitualmente incluyen un número de directrices heurísticas, tales como principios de economía conceptual o parsimonia bajo la firma de la Navaja de Occam. Un sistema conceptual que fracase en reunir un número significativo de estos criterios es probable que sea considerado como no científico.

La siguiente es una lista de características adicionales que son altamente deseables en una teoría científica.

  • Consistente. No genera contradicciones lógicas obvias y cumple el Formalismo científico, siendo consistente con las observaciones.
  • Parsimoniosa. Económica en el número de presuposiciones y de entidades hipotéticas.
  • Pertinente. Describe y explica fenómenos observados.
  • Falsable y testeable. Ver Falsacionismo y Probacionismo.
  • Reproducible. Hace predicciones que pueden ser comprobadas por cualquier observador, con intentos que se pueden extender indefinidamente en el futuro.
  • Corregible y dinámica. Sujeta a modificación a medida que se realizan nuevas observaciones.
  • Integradora, robusta, y corregible. Considera las teorías previas como aproximaciones y permite que futuras teorías la integren. ("Robusta", aquí, se refiere a la estabilidad en sentido estadístico, es decir, no muy sensible a ocasionales puntos de datos lejanos.) Ver Principio de correspondencia.
  • Provisional o tentativa. No asevera la absoluta ceteza de la teoría.

Ejemplos de teorías no falsables según Popper[editar]

Para Popper, tanto el psicoanálisis como la teoría de la historia de Karl Marx no eran científicas. Karl Marx argumentaba que las sociedades industrializadas darían lugar al socialismo, y en último término, al comunismo. Pero cuando esto no ocurría, en lugar de admitir que la teoría de Marx era incorrecta, los marxistas se inventarían una explanación ad hoc para demostrar que lo sucedido era consistente con la teoría. Por ejemplo, podrían argumentar que el inevitable progreso del comunismo se había visto temporalmente ralentizado por las mejoras del estado de bienestar, lo cual ablandecía al proletariado y debilitaba su entusiasmo revolucionario. Así, la teoría se podría compatibilizar con cualquier sucesión de acontecimientos, igualmente que ocurría con el psicoanálisis, motivo por el cual, no las consideraba científicas.[36]

Así pues, en realidad, y según, entre otros filósofos de la ciencia, Thomas Kuhn, la falsación ocurriría cuando la comunidad científica se pone de acuerdo, consensúa en que ha sido falsado, es decir, correspondería a una moda[37][38][39][40][41]​ más o menos pasajera, modas éstas estudiadas por la Sociología de la ciencia. El filósofo francés Gaston Bachelard consideraba que la ciencia progresaba a través de la superación de obstáculos epistemológicos. Según Bachelard, la epistemología no es una filosofía general cuyo objetivo sea justificar el racionamiento científico, sino que produce historias de la ciencia. En este sentido, se conoce "en contra de conocimiento anterior, destruyendo conocimientos mal adquiridos o superando aquello que, en el espíritu mismo, obstaculiza la espiritualización."[42]

Cada superación de algún obstáculo epistemológico conlleva necesariamente otro obstáculo más complejo, contrariamente a lo supuesto por Popper, quien posteriormente abandonó el simple falsacionismo como una lógica de la ciencia, puesto que se dio cuenta de que cualquier teoría lo suficientemente rica puede eludir ser falsada recurriendo a hábiles movimientos de prestidigitación lógica,[43]​ y finalmente admitió que las continuas modificaciones ad hoc de una teoría le permitirían evitar ser falsada.[44]

Falsacionismo y Teoría de cuerdas[editar]

La Teoría de cuerdas o la Teoría M podrían no ser falsables, según algunos críticos.[45][46][47][48]​¿Habría que revisar el concepto de qué se considera científico o habría que desechar el falsacionismo propuesto por Popper como requisito para que una teoría pueda ser considerada científica?

Curiosamente aunque la Teoría de cuerdas pudiera llegar a convertirse en una de las teorías físicas más predictivas, capaz de explicar algunas de las propiedades más fundamentales desde la naturaleza en términos geométricos, paradójicamente, después de casi 40 años de desarrollo matemático de la teoría, todavía no existe ni un sólo resultado experimental predecido por la teoría de cuerdas que haya sido publicado en ningúna publicación científica de revisión por pares,[49][50][51]​tal y como requiere el falsacionismo de Popper para que una teoría pueda ser considerada como científica.

Lo que es más, tal y como se entiende en la actualidad, tiene un número gigantesco de posibles soluciones.[52]​ Habría más de un 1 seguido de 500 ceros de posibles teorías de cuerdas, de las cuales tan sólo una de ellas sería válida.[53]

Así pues, muchos científicos han declarado su preocupación de que la Teoría de cuerdas no sea falsable y que carezca de poder predictivo, y como tal, y siguiendo las tesis de Popper, la Teoría de cuerdas sería equivalente a una seudociencia.[54][55][56][57][58][51]

Sin embargo, sus defensores han argumentado que conceptos subjetivos como la armonía, elegancia y generalidad de la teoría son en sí mismas tan impresionantes como para hacer que merezca la pena trabajar en dicho campo y esperar lo que haga falta hasta que aparezcan resultados contrastables con experimentos.

El filósofo de la ciencia Mario Bunge ha manifestado recientemente:

  • La consistencia, la sofisticación y la belleza nunca son suficientes en la investigación científica.
  • La Teoría de cuerdas es sospechosa (de pseudociencia). Parece científica porque aborda un problema abierto que es a la vez importante y difícil, el de construir una teoría cuántica de la gravitación. Pero la teoría postula que el espacio físico tiene seis o siete dimensiones, en lugar de tres, simplemente para asegurarse consistencia matemática. Puesto que estas dimensiones extra son inobservables, y puesto que la teoría se ha resistido a la confirmación experimental durante más de tres décadas, parece ciencia ficción, o al menos, ciencia fallida.
  • La física de partículas está inflada con sofisticadas teorías matemáticas que postulan la existencia de entidades extrañas que no interactúan de forma apreciable, o para nada en absoluto, con la materia ordinaria, y como consecuencia, quedan a salvo al ser indetectables. Puesto que estas teorías se encuentran en discrepancia con el conjunto de la Física, y violan el requerimiento de falsacionismo, pueden calificarse de pseudocientíficas, incluso aunque lleven pululando un cuarto de siglo y se sigan publicando en las revistas científicas más prestigiosas.
Mario Bunge, 2006.[59]

Según recientes declaraciones de la Física y Profesora de la Universidad de Harvard, Lene Hau:

Incluso si no existen modelos que le hagan la competencia, eso no significa que la Teoría de Cuerdas sea correcta. Lo que es preocupante es tener a tanta gente trabajando en ella, pero no parece ser falsable. Hasta que existan consecuencias falsables, en cierta manera, son matemáticas.
Lene Hau, 2007.[60]

La crítica principal a la Teoría de cuerdas es que sea, fundamentalmente, imposible de falsar, debido a su naturaleza intrínseca: tiene la suficiente flexibilidad matemática como para que sus parámetros se puedan moldear para encajar con cualquier tipo de realidad observada.[61][62]


Para ilustrar la confusa situación que domina este campo de investigación, baste citar el reciente escándalo Bogdanov, dos hermanos que consiguieron publicar en prestigiosas revistas científicas teorías absurdas y carentes de sentido. El físico alemán Max Niedermaier concluyó que se trataba de pseudociencia, escrita con una densa jerga técnica, para evitar el sistema de revisión por pares de la física teórica. Según el físico-matemático John Baez, su trabajo "es una mezcolanza de frases aparentemente plausibles que contienen las palabras técnicas correctas en el orden aproximadamente correcto. Pero no hay lógica ni cohesión en lo que escriben." Según el físico Peter Woit en la prestigiosa revista Nature: "El trabajo de los Bogdanoff resulta significativamente más incoherente que cualquier otra cosa publicada. Pero el creciente bajo nivel de coherencia en todo el campo les permitió pensar que habían hecho algo sensato y publicarlo."[63]

Falsacionismo y Psicoanálisis[editar]


Uno de los ejemplos favoritos de Popper de seudociencia era la Teoría del Psicoanálisis.[64]​ Según Popper, la teoría de Freud se podía reconciliar con cualquier tipo de evidencias empíricas. Cualquiera que fuera el comportamiento del paciente, los freudianos podrían encontrar una explicación de acuerdo con los términos de su teoría y nunca admitirían que era incorrecta.[65]​ Para ello, Popper ponía el siguiente ejemplo: imagínese a un hombre que empuja a un niño a un río, con la intención de asesinarle y a otro que sacrifica su vida por salvar al niño de morir ahogado. Los freudianos pueden explicar el comportamiento de ambos hombres con igual facilidad: el primero era un reprimido y el segundo había alcanzado la sublimación. Popper argumentaba que mediante el uso de conceptos como la represión, la sublimación y los deseos inconscientes, la teoría de Freud se podría hacer compatible con cualquier dato clínico; por lo tanto, no era falsable.[66]

Su estatus científico es muy cuestionado. Algunas de las críticas son las siguientes:

  • Hans Eysenck recopiló y criticó todos los estudios existentes sobre la efectividad del psicoanálisis. Resultado: El tratamiento psicoanalítico no supone ninguna mejora sobre la tasa de remisión espontánea (sin tratamiento) de las neurosis (véase su libro Decadencia y caída del imperio freudiano[67]​).
  • El epistemólogo Mario Bunge sostiene que el psicoanálisis es una forma de seudociencia que mantiene hipótesis irrefutables, vale decir, que son inmunes a los ejemplos desfavorables. El grave problema del psicoanálisis, sostiene Bunge, es que se trata de una disciplina aislada del resto del conocimiento (no interactúa con disciplinas obviamente pertinentes, tales como la psicología experimental y la Neurociencia cognitiva). Más aún, el psicoanálisis no es congruente con las ideas desarrolladas por estas disciplinas. Según Bunge, la biopsicología (término con el que engloba las disciplinas científicas mencionadas) no ha hallado nada que pueda apoyar al psicoanálisis, sino que más bien ha provisto información que lo contradice.
  • Las ideas psicoanalíticas son muy discutidas y tienen una aceptación muy escasa en el mundo anglosajón, considerándoselas como seudociencia, aunque tuvieron durante el siglo XX una importante influencia en el cine y la literatura.
  • Es criticado por sus construcciones metapsicoanaliticas: el Complejo de Edipo, el complejo de castración, el deseo fálico de las mujeres, el instinto de muerte, etc de no poseer ninguna base empírica o científica.
  • Adolf Grünbaum considera que la teoría sí puede ser falsada y, de hecho, resulta ser falsa.
  • B.F.Skinner criticó a los psicoanalistas y psicólogos cognitivos de especular con procesos internos cuando no disponen de los medios de observación apropiados.


Emergentismo, Holismo y Reduccionismo[editar]

La dificultad para establecer un criterio preciso que permita distinguir con certeza se pone de manifiesto al contemplar los conceptos de Emergentismo, Holismo y Reduccionismo.

Emergentismo[editar]

El concepto de emergencia puede implicar aspectos tan variados como la naturaleza cuántica de los procesos físicos, la capacidad de generar modelos simulados por ordenador, la relación entre la perspectiva fenomenológica (subjetiva) y fenoménica (objetiva) de la Realidad o propiedades Matemáticas como el caos. Además, el concepto se aplica a ámbitos del conocimiento tan diferentes como la Psicología o la Termodinámica. La diversidad de teorías de la emergencia y sus aplicaciones es, por tanto, enorme y difícil de sintetizar. Podemos, sin embargo, profundizar en el concepto de emergencia resaltando ciertas características comunes a las diversas posturas emergentistas y distinguiendo diversos tipos de emergencia.

Holismo[editar]

El Holismo (del griego holos que significa todo, entero, total) es la idea de que todas las propiedades de un sistema (biológico, químico, social, económico, mental, lingüístico, etc) no pueden ser determinadas o explicadas como la suma de sus componentes. El sistema completo se comporta de un modo distinto que la suma de sus partes.

Se puede definir como un tratamiento de un tema que implica a todos sus componentes, con sus relaciones obvias e invisibles. Normalmente se usa como una tercera vía o nueva solución a un problema. El holismo enfatiza la importancia del Todo, que es más grande que la suma de las partes y da importancia a la interdependencia de estas.

Reduccionismo[editar]

Un ejemplo de reduccionismo cuya versión mecanicista defiende que la organización biológica es esencialmente de carácter mecánico y cualitativamente simular a los autómatas y mecanismos construidos por el ser humano.

El Reduccionismo es el método por el que se expresa una idea o ideología y consiste en asumir que el mundo que nos rodea puede ser comprendido en términos de las propiedades de sus partes constituyentes. En la misma naturaleza del reduccionismo está implícito el procedimiento que le es propio para resolver problemas científicos:

  1. Simplificar el problema descomponiéndolo en partes más simples mediante la eliminación de lo accesorio.
  2. Resolver y entender cada uno de estos problemas más simples.
  3. Componer las soluciones de estos problemas simples.
  4. Entender el todo, es decir, el problema original.

Positivismo Lógico[editar]

Esta nueva concepción de la ciencia como algo que no solamente es independiente de la religión, sino que en realidad se opone a ella, provocó la pregunta de qué es lo que separa a las dos. Entre los primeros en desarrollar una respuesta se encontraban los miembros del Círculo de Viena. Su postura filosófica, conocida como Positivismo lógico, sostenía una teoría de significado que mantuviera que sólo los enunciados acerca de observaciones empíricas eran significativos, afirmando efectivamente que los enunciados que no se derivan de esta manera (incluyendo enunciados religiosos y metafísicos) carecen por naturaleza de significado (véase Verificacionismo).

El positivismo y el empirismo lógico o neoempirismo no precisaban distinción alguna, pues disponían de criterios objetivos con los que poder responder: los principios de verificación y de confirmación respectivamente. Sin embargo, tan pronto como se identifica el conocimiento con el conocimiento probado o confirmado, en cierto grado surge el escollo de tener que justificar el inductivismo como doctrina legitimadora de las inferencias. De este escollo se ven libres las concepciones instrumentalistas, que basan la aceptabilidad en criterios utilitaristas.

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Véase también[editar]

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