Sitio de Castelnuovo

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Sitio de Castelnuovo
Parte de Guerras habsburgo-otomanas

Vista de Castelnuovo en el siglo XVI. Grabado de un artista desconocido del siglo XVII.
Fecha Julio de 1539
Lugar Castelnuovo (Bandera de Montenegro Montenegro)
Coordenadas 42°27′10″N 18°31′52″E / 42.45277778, 18.53111111
Resultado Los otomanos reconquistaron Castelnuovo y aniquilaron a su guarnición a costa de fuertes bajas.
Beligerantes
Bandera otomana Imperio otomano Bandera de España España
Comandantes
Bandera otomana Jeireddín Barbarroja Bandera de España Francisco de Sarmiento  
Fuerzas en combate
Fuerzas otomanas
• 50.000 hombres
• 130 galeras
• 70 galeotas
Tercio viejo de Nápoles
•4.000-3.500 hombres
Bajas
24.000-37,500 muertos Todos muertos excepto 100 hombres hechos prisioneros

El asedio de Castelnuovo (actual Herceg Novi, Montenegro) de julio de 1539 por parte de Jeireddín Barbarroja culminó con la reconquista otomana de la plaza, tomada por el Tercio viejo de Nápoles el año anterior durante la campaña de la Santa Liga contra el Imperio otomano y abandonada después a su suerte por quienes debían socorrerla. Casi la totalidad de los defensores, que se negaron a rendirse a pesar de estar en franca minoría, perecieron en el asedio.

Contexto

Tras el fallido asedio turco de Viena en 1529 y la invasión de Austria por parte de los otomanos en 1532, los protestantes decidieron aparcar por un momento sus diferencias con Carlos I, Rey de las Españas y Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, y hacer la guerra contra el enemigo común en Centroeuropa, al que se consiguió expulsar hacia sus bases en Hungría.

La amenaza turca quedó así conjurada en tierra, pero en el Mediterráneo la gran flota turco-argelina de Jeireddín Barbarroja seguía representando un gran peligro para las naves y puertos cristianos. En 1535 la flota hispano-genovesa de Álvaro de Bazán y Andrea Doria consiguió reconquistar Túnez al propio Barbarroja, poniendo en entredicho el poder otomano. Tres años después el Emperador, la República de Venecia, el papa Pablo III y el archiduque Fernando de Austria formaron la Santa Liga con el fin de atacar a los otomanos en ese momento clave, destruir la flota turco-berberisca e incluso capturar Constantinopla. Andrea Doria fue nombrado responsable de la flota aliada y Ferrante Gonzaga, virrey de Sicilia, de las operaciones terrestres en los Balcanes. Sin embargo, los sueños de destruir a los otomanos comenzaron a alejarse muy pronto al reunirse sólo 130 naves (aproximadamente las mismas que los turcos tenían entonces en el Mediterráneo) y no las 200 acordadas. Paralelamente, se extendió la discordia entre los jefes de la Santa Liga; los italianos, que aportaban más naves (aunque muchos menos hombres) recelaban de los españoles que componían la mayor parte de la tropa y ocupaban los mandos superiores, Francia amenazaba de nuevo con reanudar la guerra con el Imperio y las propias Cortes de Castilla se negaron a apoyar una empresa que se veía lejana y poco lucrativa.

Grabado de Agostino Veneziano de Solimán el Magnífico
El Emperador Carlos V con el bastón, por Rubens. Copia de un retrato de Tiziano.

Estas discordias tuvieron tal efecto que cuando Barbarroja fue cercado en el Golfo de Arta por los cristianos, éste pudo escapar de una destrucción que parecía garantizada sin sufrir daño alguno, perdiéndose una oportunidad única. Aun así los tercios españoles, apoyados por refuerzos venecianos, decidieron pasar a la acción entablando batalla en tierra y capturaron con éxito la estratégica fortaleza de Castelnuovo, en la abrupta costa dálmata. Fernando de Austria incluso se permitió entonces negarse a seguir pagando tributo al sultán de Constantinopla, como se había visto obligado a hacer tras el asedio de Viena. No obstante, en lugar de contribuir a la unidad de la Liga, esta victoria no hizo sino despedazarla aún más.

Los venecianos reclamaron de inmediato la cesión de la fortaleza, situada entre sus enclaves de Ragusa y Cattaro e imprescindible para garantizar su dominio sobre el Adriático, pero por razones que aún no se explican los historiadores, Carlos I se negó a ceder la posición. A resultas de ello los venecianos rompieron su alianza con éste, precipitando la disolución de la liga y retirando sus naves, a las que siguieron las del Papa. Castelnuovo quedó entonces defendida por apenas 3.000[1]​ hombres del Tercio de Nápoles bajo el mando de Francisco de Sarmiento y con la única ayuda de las 49 naves de Doria para abastecerla y defenderla de las 200 que podían reunir los musulmanes. Esta brutal diferencia, unida a las nuevas presiones francesas, llevaron a Doria a no arriesgarse y a retirar todos sus barcos de la zona. Los defensores quedaron entonces aislados de forma completa, ante la pasividad de los venecianos y sus propios superiores en Italia.

El asedio

Representación de Jeireddín Barbarroja, siglo XVI.

En julio de 1539 Barbarroja dispuso los preparativos para asediar la fortaleza tanto en tierra como en el mar. La flota turco-berberisca que bloqueó el acceso desde el mar estaba al mando del propio Barbarroja y se componía de 130 galeras y 70 galeotas auxiliares tripuladas por 20.000 marinos veteranos. Mientras tanto, un ejército de 30.000 hombres dirigidos por el Ulema de Bosnia se desplegó en tierra. A pesar de su gran superioridad, y de que los defensores no disponían de alimentos frescos, los primeros asaltos fueron un fracaso para los musulmanes. Los turcos decidieron entonces ofrecer una rendición honrosa a los sitiados, pero Sarmiento se negó a aceptarla y les contestó que «viniesen cuando quisiesen».

Barbarroja decidió entonces recurrir a la artillería, que había ordenado desplegar en lugares estratégicos durante las negociaciones. Durante varios días los gigantescos cañones turcos bombardearon la plaza, como años atrás lo habían hecho con las mucho más resistentes murallas de Constantinopla o Viena, pero ni siquiera cuando las estructuras defensivas se desmoronaron y los defensores quedaron reducidos a sólo 600 hombres se rindieron. Al contrario, cuando los turcos asaltaron las ruinas los supervivientes se batieron espada en mano con ellos y les obligaron de nuevo a retirarse, cayendo un gran número de hombres en ambos bandos. Sarmiento y todos sus capitanes perecieron en los últimos combates, tras lo cual los 200 españoles, en su mayoría heridos, que aún quedaban en pie se rindieron. Algunos fueron ejecutados allí mismo, poco después de la batalla, y el resto fueron enviados como esclavos a Constantinopla.

Consecuencias

La valentía demostrada por el tercio de Sarmiento causó amplia admiración en toda Europa y fue protagonista de canciones y poemas en su época, aunque con el paso de los años fuese cayendo en el olvido. Por su parte, la destrucción de Castelnuovo y en general la fallida operación de la Santa Alianza de 1538 contribuyó a reforzar el poder naval otomano en un momento en el que se le podía haber puesto freno para siempre. En los años siguientes los turcos cosecharon amplias victorias como las de Argel (1541), Trípoli (1551), Bugía (1555), Chipre (1570) y La Goleta (1573), e incluso se aliaron con los franceses para atacar Niza en 1543. Los austriacos fueron obligados a pagar tributo de nuevo, y las naves turcas fueron una amenaza constante para los navíos españoles en el Mediterráneo hasta la batalla de Lepanto de 1571.

Nota

  1. Existe cierta discrepancia en torno al número de tropas que se encontraban en Castelnuovo en julio de 1539. Las cifras varían desde los 2.500 soldados defendidos por Francisco de Laiglesia a los 4.000 ó 4.500 que cita Manuel Fernández Álvarez. Modesto Lafuente, Fernando Martínez Laínez y José María Sánchez de Toca y Catalá coinciden en la cifra de 3.000 hombres.

Bibliografía

  • MARTÍNEZ LAÍNEZ, Fernando y SÁNCHEZ DE TOCA CATALÁ, José María, Tercios de España: la infantería legendaria, Edaf, Madrid, 2006, ISBN 978-84-414-1847-9.
  • CAÑETE, Hugo A. Los Tercios en el Mediterráneo. Los Sitios de Castelnuovo y Malta, Ediciones Platea 2015. ISBN 9788494288463

Enlaces externos