Pléyades (mitología)

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Las Pléyades, por el pintor simbolista Elihu Vedder (1885).

En la mitología griega, las Pléyades (en griego Πλειας Pleias, ‘muchas’; Πλειάδες Pleiades, ‘hijas de Pléyone’; o Πελειαδες Peleiades, ‘palomas’) eran las siete hijas del titán Atlas y la ninfa marina Pléyone, nacidas en el monte Cilene.[1]​ Son hermanas de Hiante y las Híades y, en algunas versiones, también de Calipso y de las Hespérides. Los mitos sobre los catasterismos nos dicen que las Pléyades eran ninfas en el cortejo de Artemisa, compartían la afición por la caza de ésta, y como ella intentaban mantener su virginidad. No obstante, ya desde la poesía más antigua, se consideran a las Pléyades como las progenitoras de muchas estirpes de la mitología griega.

Etimología[editar]

Existe cierto debate sobre el origen del nombre «Pléyades». Entre las diversas posibilidades, tal vez derivaba del nombre de su madre, Pléyone, pero más habitualmente se ha puesto en relación con características del cúmulo de estrellas al que dan nombre. Higino apunta las posibilidades de que su origen esté en las palabras πλειας, ‘muchas’ o en πλησίον, ‘cerca’. Esta última estaría motivada porque las estrellas estaban muy próximas entre sí.[2]

También se ha sugerido la posibilidad de que provenga de πλεϊν, ‘navegar’, pues el orto helíaco del grupo de estrellas homónimo, que ocurría a mediados de mayo, era empleado como punto de referencia del inicio del periodo de navegación, y su ocaso helíaco, que ocurría a principios de noviembre, se correspondía con el final de la temporada considerada propicia para la navegación en la antigüedad.[3][4]

Por otra parte, ya desde la antigüedad se ha relacionado el nombre con el de Peléyades (πελειάδες, ‘palomas’). Así es como las llamaba Hesíodo en su obra perdida Astronomía. En la Odisea se mienta a unas palomas que llevan la ambrosía a Zeus; la poeta Mero de Bizancio, en el periodo helenístico, indica que Zeus mandó a esas palomas que fueran mensajeras del estío y del invierno. Esta función de indicar las fechas de los comienzos del verano y del invierno era cumplida también por el orto helíaco y el ocaso cósmico de la constelación de las Pléyades.[5][6][7][8]

Nombres y consortes[editar]

Las Pléyades debieron haber tenido considerables encantos, pues varios de los más importantes dioses olímpicos, incluyendo a Zeus, Poseidón y Ares, mantuvieron relaciones con ellas. Fruto de estas relaciones fueron:

Otros nombres

Tan sólo el escoliasta a Teócrito denomina a las Pléyades de manera diferente a la tradicional, a saber: Cócimo, Plaucia, Protis, Partemia, Maya, Estonicia y Lampato.[11]Higino, en su proemio de las Fábulas, nombra a seis: Maya, Calipso, Alcíone, Mérope, Electra, Celeno.[12]​ En una versión, que se ha conservado algo corrupta, se nos dicen que Plútide, hija de Atlas, fue la madre de Tántalo en su unión con Zeus. [13]

Catasterismo[editar]

Tras ser Atlas obligado a cargar sobre sus hombros con el mundo, Orión persiguió durante cinco años —o siete, según otra tradición— a las Pléyades,[9]​ y Zeus terminó por transformarlas primero en palomas y luego en estrellas.[14][15]​ Se dice que la constelación de Orión sigue persiguiéndolas por el cielo nocturno. Según otras versiones de la historia, las siete hermanas se suicidaron porque estaban tristísimas por la suerte que había corrido su padre, Atlas,[6]​ o bien por la pérdida de sus hermanas, las Híades,[9]​ o bien de su hermano Hiante.[16]​ Tras esto, Zeus las inmortalizaría subiéndolas al cielo. Algunos astrónomos les dieron el nombre de «Cola de toro» y también se las llamaba «Vergilias», porque aparecían después de primavera.[9]

En el cúmulo abierto de las Pléyades, solo seis de las estrellas brillan intensamente. La séptima, Merope, lo hace débilmente o es totalmente invisible, o lleva el cabello suelto como un cometa, porque está eternamente avergonzada de haber mantenido relaciones con un mortal, Sísifo.[9][17][18]​ Otra tradición dice que la estrella que no brilla es Electra, en señal de luto tras la caída y el saqueo de Troya, ya que sus reyes eran descendientes de su hijo Dárdano.[9][17]

Véase también[editar]

Referencias[editar]

  1. a b Biblioteca mitológica III,10,1.
  2. HIGINO: Fábulas 192.
  3. SANZ MORALES, Manuel: Mitógrafos griegos, pág. 57, nota complementaria. Ediciones AKAL. 2002. ISBN 9788446017387.
  4. HESÍODO: Trabajos y días 620:
    Y si el anhelo te lleva a navegar en mares tormentosos,
    cuando las Pléyades huyan del poderoso Orión
    y se hundan en las brumosas profundidades
    y todos los borrascosos vientos rujan,
    no sigas entonces con tu barco en el oscuro mar
    sino, como te pido, recuerda trabajar en tierra.
    Por otra parte, Hesíodo (Trabajos y días, 384) también aconsejaba iniciar la siega en el orto helíaco de las Pléyades y la labranza en el ocaso helíaco.
  5. ARATO: Fenómenos (Φαινόμενα) 265.
  6. a b ESQUILO: fragmento 312.
  7. HESÍODO: Astronomía, fragmento 1.
  8. PÒRTULAS, Jaume: De Oriente a Grecia: las siete Pléyades, en Minerva. Revista de Filología Clásica 9 (1995): 25-41.
  9. a b c d e f HIGINO: Astronomía poética II,21.
  10. Fábulas, 84.
  11. Escolio a Teócrito XIII 25
  12. Higino: proemio de las Fábulas
  13. Pseudo-Clemente: Reconocimientos X 21
  14. Escolio de Fenómenos 254.
  15. MERO DE BIZANCIO: fragmento 1.
  16. Fábulas, 192.
  17. a b OVIDIO: Fastos IV,165-178.
  18. ERATÓSTENES: Catasterismos XXIII.

Enlaces externos[editar]