Peronismo

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Juan Domingo Perón, fundador del movimiento peronista.
Eva Perón, fundadora y presidenta del Partido Peronista Femenino.

El peronismo o justicialismo es un movimiento político surgido en Argentina a mediados de la década de 1940 alrededor de la figura de Juan Domingo Perón y un considerable número de sindicatos. Desde su surgimiento ha tenido una importante influencia política en ese país. En su forma partidaria, se organizó primero como Partido Laborista, luego como Partido Peronista, renombrado posteriormente como Partido Justicialista. En 1949, dos años después de ser sancionada la ley de voto femenino, el peronismo se organizó también en el Partido Peronista Femenino, fundado por Eva Perón e integrado solo por mujeres, que fuera disuelto por la dictadura militar instalada en 1955. Tradicionalmente, su organización se ha realizado sobre la base de tres “ramas” (política, sindical y femenina), a las que a partir de los años 1970 se agregó la juventud.

La denominación alternativa de “justicialismo” proviene de la importancia concedida por este movimiento a la justicia social. La oposición al peronismo generó un movimiento inorgánico de gran influencia política, conocido como antiperonismo.[1]​ El movimiento peronista agrupa a una serie de corrientes diversas no del todo precisas ni constantes a lo largo de la historia, a veces enfrentadas, incluso electoralmente. Entre las corrientes principales peronistas pueden identificarse el «peronismo ortodoxo», el neoperonismo, el «peronismo revolucionario» o «la Tendencia», el «peronismo sindical», el «menemismo», el «kirchnerismo» y el peronismo disidente o Peronismo Federal.

Entre 1946 y 2015, el justicialismo ganó nueve elecciones presidenciales: 1946 (Perón), 1951 (Perón), las dos de 1973 (Cámpora y Perón), 1989 (Menem), 1995 (Menem), 2003 (Kirchner), 2007 (Fernández de Kirchner) y 2011 (Fernández de Kirchner), y perdió las elecciones de 1983, 1999 y 2015. Fue derrocado dos veces por golpes de estado militares —en 1955 y 1976— y declarado ilegal por la dictadura autodenominada Revolución Libertadora instalada en 1955, manteniéndose la prohibición hasta 1972 y para Perón hasta 1973.

Etimología

La palabra “justicialismo” proviene de una de las tres grandes banderas de esta ideología, la justicia social, y fue sugerida por primera vez por el Dr. Eduardo Raúl Stafforini, especialista en derecho laboral y funcionario de la Secretaría de Trabajo y Previsión cuando Perón se desempeñaba como secretario de Trabajo.[2]

Materiales historiográficos y discurso

Desde el surgimiento del peronismo entre 1943 y 1946, un sector de la población argentina simpatizaba con el mismo, en tanto entre las personas que no lo hacían, hubo un sector con un fuerte rechazo, definido de modo genérico como antiperonista.

En algunos casos esa polarización peronismo/antiperonismo también se observa en la historiografía del peronismo, según la simpatía o antipatía que tuviera cada historiador o participante de los hechos históricos, dando lugar a que en algunos casos, se tengan valoraciones y versiones diferentes de los hechos.[3][4]

Entre los historiadores que adoptan una línea de simpatía con el peronismo se encuentran José María Rosa, Arturo Jauretche, Felipe Pigna, Alberto Lettieri, Miguel Unamuno, Fermín Chávez, Araceli Bellota, Pacho O'Donnell, Hugo Chumbita, María Seoane, Jorge Abelardo Ramos, Norberto Galasso, Julio Godio -estos tres últimos desde una postura socialista- y Rodolfo Puiggrós, desde una postura comunista.

Entre los escritos históricos que adoptan una línea de oposición al peronismo,[3][5]​ se encuentran los realizados por Hugo Gambini (autodefinido como "gorila" y "antiperonista recargado"),[6]Félix Luna[7][8][9][10]Santiago Nudelman, Mariano Grondona, José Luis Romero y Luis Alberto Romero.

También debe incluirse entre los historiadores antiperonistas a Tulio Halperín Donghi, aunque en sus estudios buscó conscientemente evitar quedar atrapado en la polarización peronismo/antiperonismo.[11][12]

Entre los documentos históricos y el discurso antiperonista utilizados para analizar al peronismo se encuentra también el Libro negro de la segunda tiranía (1958), un informe oficial realizado por la dictadura militar que derrocó al gobierno peronista en 1955.[13][14][15]

Entre los historiadores extranjeros, menos comprometidos emocionalmente con las pasiones políticas argentinas, se encuentran el biógrafo estadounidense de Perón, Joseph Page y el investigador francés especializado en historia militar argentina, Alain Rouquié.

Historia del peronismo

Origen

Periódico del sindicato ferroviario apoyando a Perón. El coronel Perón estableció una alianza con un amplio grupo de sindicatos de diversas tendencias que se organizó como corriente laborista influyendo notablemente en el curso de la Revolución del 43.
Ángel Borlenghi (izq) y Juan Atilio Bramuglia (dcha), dos de los primeros dirigentes del peronismo, desde 1943. Ambos fueron destacados dirigentes sindicales socialistas en la década de 1930, de los empleados de comercio y los ferroviarios, respectivamente. Borlenghi fue Ministro del Interior de los dos primeros gobiernos peronistas y Bramuglia fue Ministro de Relaciones Exteriores del primer gobierno peronista, además de ser autor de la doctrina de la tercera posición.

El peronismo surge en el curso de la llamada Revolución del 43, un gobierno militar heterogéneo que había derrocado al último de los gobiernos fraudulentos del período conocido como la Década Infame, caracterizado como revolución o dictadura, según la postura política del observador. Entre los militares que actuaban en el seno del gobierno militar se encontraba el coronel Juan Domingo Perón, sin ocupar inicialmente ningún cargo de gobierno. Algunos meses después del golpe, un importante grupo de dirigentes sindicales socialistas y sindicalistas revolucionarios (entre los que se encontraban los socialistas Ángel Borlenghi y Juan Atilio Bramuglia, y el sindicalista revolucionario Luis Gay), estableció contacto con Perón y el coronel Mercante, que llevó a la formación de una alianza para incidir juntos en la política laboral del gobierno militar.[16]​ Los sindicalistas propusieron a Perón y Mercante crear una Secretaría de Trabajo, fortalecer la CGT y sancionar una serie de leyes laborales que aceptaran los reclamos históricos del movimiento obrero argentino. En esas reuniones previas, Perón intentó sintetizar el reclamo sindical definiéndolo como una política para dignificar el trabajo.[17]

Desde ese momento, el grupo de sindicalistas y militares dirigido por Perón, impulsó una estrategia de tomar a su cargo la política laboral del gobierno militar. En primer lugar Perón logró que se le asignara un cargo menor en el gobierno, como jefe del Departamento de Trabajo. Desde ese cargo y con el apoyo activo de una cantidad creciente de dirigentes sindicales, Perón inició una reforma profunda en materia de derechos laborales, convenios colectivos de trabajo y de previsión social, que lo llevó a fortalecerse políticamente en el seno del gobierno. Sucesivamente Perón logró elevar la jerarquía de su Departamento de Trabajo al rango de secretaría ministerial, acumulando luego los cargos de Ministro de Guerra y Vicepresidente.

Las reformas laborales, el aumento del poder de los sindicatos y la consolidación de Perón dentro del gobierno militar, generaron un fuerte movimiento de oposición a Perón en los sectores empresariales y otros grupos militares del gobierno, a los que poco a poco se sumaron todos los partidos políticos existentes en ese momento.[18]​ A comienzos de 1945 el conflicto entre ambos sectores se polarizó, de la mano de la participación protagónica del embajador de Estados Unidos, Spruille Braden, como opositor público y acérrimo de Perón y organizador de los grupos opositores.[19]​ Cuenta el historiador radical Félix Luna, que en ese contexto de alta conflictividad, apareció primero el término “antiperonismo”, que llevó a su vez a que los diferentes grupos ideológicos sindicales que apoyaban las medidas de Perón, decidieran comenzar a identificarse como “peronistas” y a movilizarse contra lo que denominaron “la reacción capitalista”.[20][21]​ De hecho, considera Luna, el peronismo aparece como un movimiento político-sindical diferenciado, el 12 de junio de 1945, en ocasión de un acto sindical para defender las conquistas laborales amenazadas.[22]

Para ese momento, la estructura económico-social del país había cambiado profundamente desde la gran depresión de 1929. La economía argentina, basada casi exclusivamente en la exportación de carnes y granos, entró en crisis. El país inició entonces una acelerada industrialización basada en la sustitución de importaciones de los productos manufacturados. Este proceso fue acompañado de un importante flujo migratorio interno desde las zonas rurales del interior hacia la periferia de las grandes ciudades (fundamentalmente Buenos Aires, Rosario y Córdoba). Este crecimiento vertiginoso de la clase obrera, ocupada por las nuevas industrias y con mayor presencia de mujeres, son las que constituirán la base del movimiento peronista.

El 17 de octubre de 1945

Histórica foto conocida como Las patas en la fuente, del 17 de octubre de 1945, fecha fundacional del peronismo.

El peronismo considera al día 17 de octubre de 1945, celebrado desde entonces como “Día de la Lealtad”, como el día fundacional del movimiento peronista. Nueve días antes, el 8 de octubre de 1945, hubo un enfrentamiento entre Perón y el jefe de la poderosa guarnición de Campo de Mayo, general Eduardo J. Ávalos. Una versión sostiene que Perón aceptó que una votación de oficiales de esa guarnición resolviera el diferendo y como la perdió debió renunciar a todos sus cargos en el gobierno.[cita requerida] Historiadores como Galasso y Potash dan otra versión, y sostienen que la renuncia de Perón fue una exigencia de los jefes militares de Campo de Mayo "como condición insolayable para mantenerse en orden y no avanzar hacia la Casa Rosada".[23]

Antes de dejar el gobierno, Perón obtuvo del presidente Edelmiro Farrel, la autorización para despedirse públicamente usando la red de radiodifusión. Lo que hizo entonces fue transmitir por radio el discurso que dio ante sus seguidores convocados de urgencia ante la Secretaría de Trabajo, instando a los trabajadores “a defender las conquistas sociales otorgadas”.

El sector de las fuerzas armadas que había dado el golpe, respondió exigiendo a Farrell que dispusiera el arresto de Perón, que se hizo efectivo primero en la isla Martín García y luego en el Hospital Militar.

El 17 de octubre, sin embargo, una gran manifestación de trabajadores impulsada por algunos dirigentes gremiales, se reunió en la Plaza de Mayo exigiendo la liberación de Perón. La situación dio un vuelco y Perón fue liberado esa misma noche, luego de lo cual habló desde uno de los balcones de la Casa Rosada a la multitud que se había congregado en la plaza. La composición social de los adherentes al peronismo, con claras evidencias de pertenecer a los sectores más desposeídos, generó una ola de reacciones fuertemente discriminatorias, en los sectores que se reconocían como antiperonistas. Desde entonces se generalizarían términos despectivos contra los peronistas, como “cabecitas negras”, “aluvión zoológico”, “grasas” y “descamisados”.

El resultado de la manifestación y la liberación de Perón, fue un acuerdo de los peronistas y los golpistas, por medio del cual Perón se comprometía a dejar el gobierno militar, pero a cambio el gobierno debía convocar a elecciones, lo que hizo de inmediato, para el 24 de febrero del año siguiente, apenas cuatro meses después.

Las elecciones de 1946

Luego del 17 de octubre y de cara a las elecciones a realizarse en cuatro meses, el peronismo no tenía ningún partido político que pudiera impulsar la candidatura presidencial de Perón, ya que todos los partidos políticos existentes en la Argentina en aquel momento había adoptado una posición antiperonista. Perón intentó hacer un acuerdo con algunos de los principales dirigentes de la Unión Cívica Radical, pero el intento no prosperó. Los partidos antiperonistas formaron una alianza electoral denominada Unión Democrática, que llevó como candidato a José P. Tamborini, de la Unión Cívica Radical.

En ese momento, varios sindicatos encabezados por Luis Gay, exsecretario general de la recientemente desaparecida Unión Sindical Argentina (USA), de tendencia sindicalista revolucionaria, fundó el Partido Laborista.[24]​ Gay resultó elegido presidente del partido, que a su vez presentó la candidatura presidencial de Perón, acompañado por un dirigente radical, Hortensio Quijano. Además del Partido Laborista, se crearon otros dos partidos políticos que apoyaron la candidatura de Perón: la Unión Cívica Radical Junta Renovadora (liderada por Quijano y Armando Antille), que buscó capitalizar el voto radical que apoyaba a Perón; y el Partido Independiente, presidido por el almirante Alberto Tessaire, que buscó agrupar a los conservadores que apoyaban a Perón. El coordinador de los tres partidos fue el abogado de la Unión Ferroviaria y futuro ministro de Relaciones Exteriores, Juan Atilio Bramuglia. De los tres partidos, el Partido Laborista aportaría el 85% de los votos que le darían el triunfo a Perón, ganando en todos los distritos electorales, menos uno.[25]

En general las fuerzas políticas y sociales de la época preveían una segura y amplia victoria de la Unión Democrática en las elecciones del 24 de febrero de 1946. Contra tales pronósticos, Perón obtuvo 1 527 231 electores (55 %) contra 1 207 155 electores que apoyaron a Tamborini (45 %), ganando además en todas las provincias menos Corrientes.[26]

El sector sindical organizado en el Partido Laborista obtuvo el 85 % de los votos. De lado antiperonista, la derrota fue particularmente decisiva para los partidos Socialista y Comunista, que no lograron ninguna representación en el Congreso Nacional. La seria derrota frente al voto popular del socialismo y del comunismo, fortalecería en adelante la consolidación del peronismo como un amplio movimiento popular de base obrera.

El primer peronismo (1946-1955)

Portada de la revista Mundo Peronista, editada entre 1951 y 1955

Suele referirse con la expresión "primer peronismo" al que se desarrolló entre 1946 y 1955, con las dos primeras presidencias de Perón.[27][28][29][30]​ En efecto, en ese período, la Argentina sería gobernada por el peronismo, con Perón como presidente de la Nación, luego de ganar las elecciones presidenciales de 1946 y 1951. Ese ciclo se cierra con el golpe de Estado de 1955, que derroca a Perón.

En esos dos períodos de gobierno (el segundo trunco), todos los historiadores coinciden en señalar el peronismo se caracterizó por la promoción de los derechos sociales y laborales, con un fuerte perfil sindical y favorable a la “clase trabajadora”.

Los historiadores peronistas destacan también la conquista de los derechos políticos de las mujeres, la sanción de una nueva Constitución que amplió los derechos de la ciudadanía y las funciones del Estado como regulador de la economía, la promoción de los derechos de la niñez, el impulso a la industrialización de país, la presencia del Estado en sectores estratégicos de la economía (ferrocarriles, siderurgia, energía, banca, comercio exterior, etc.), la gratuidad de la educación pública universitaria, la promoción del turismo social. En materia internacional destacan una postura no alineada con ninguno de los bandos enfrentados en la Guerra Fría que recibió el nombre de “tercera posición” y una política de alianzas latinoamericanas, en especial con Brasil y Chile (ABC).

Con respecto a los conflictos políticos de la época, la historiografía peronista pone el acento en el racismo y la extrema resistencia de los grupos dominantes (la "oligarquía") a las medidas de promoción social y de tipo nacionalista, así como la multiplicación de asesinatos y actos terroristas y golpistas realizados por la oposición, en especial el golpe de Estado del 28 de septiembre de 1951, el atentado terrorista en la Plaza de Mayo del 15 de abril de 1953, el Bombardeo de la Plaza de Mayo y el golpe de estado de 1955.

Los historiadores antiperonistas tienden a destacar hechos relacionados con falta de democracia, calificándolo en algunos casos como "dictadura". En ese sentido suelen sostener que durante el peronismo hubo mucha más persecución de opositores que en los otros gobiernos de la época, destacando casos de asesinatos políticos u opositores que fueron torturados, como el atentado sufrido por el sindicalista Cipriano Reyes, la detención del diputado radical Ricardo Balbín, el asesinato del médico comunista Juan Ingallinella en Rosario, o la tortura sufrida por el activista estudiantil Ernesto Mario Bravo en Buenos Aires.

Varios historiadores antiperonistas han sostenido que el peronismo es un movimiento "nazifascista" y señalan el ingreso clandestino a la Argentina de exjerarcas nazis y el enfrentamiento del peronismo con Estados Unidos durante este período. La historiografía antiperonista también suele poner el acento en la política económica del peronismo, en especial la alta inflación, las medidas sociales calificadas como "demagógicas", y el "intervencionismo" del Estado en la economía.

Primera presidencia de Perón

La primera presidencia de Perón se caracterizó por un gran avance en la redistribución de la riqueza a favor de los sectores más postergados,[31]​ la creación de un considerable Estado de Bienestar, el fortalecimiento del sindicalismo, una amplia política de ayuda social llevada adelante por Eva Perón a través de la Fundación Eva Perón, la sanción de la ley de reconocimiento de los derechos políticos de las mujeres (voto femenino), una política sistemática de promoción de la industrialización, la nacionalización de varios sectores de la economía, la gratuidad de la enseñanza pública universitaria,[32]​ y una política internacional equidistante en la Guerra Fría tanto de Estados Unidos como de la Unión Soviética conocida como "la tercera posición", y la sanción de una nueva constitución, conocida como "Constitución de 1949" o "Constitución Peronista", inspirada en los principios justicialistas.

Organizativamente, Perón dispuso la disolución de los tres partidos que sostuvieron su candidatura (Partido Laborista, Unión Cívica Radical Junta Renovadora y el Partido Independiente), para integrarlos en el Partido Peronista (llamado brevemente Partido Único de la Revolución), del que Perón fue el primer afiliado (29 de enero de 1947). Dicho partido contó con tres ramas: la rama sindical, la rama política y la rama femenina. Esta última se organizó autonomamente como Partido Peronista Femenino. Mucho más tarde, en los '70 se considerará a la Juventud Peronista como cuarta rama del Movimiento. La disolución de Partido Laborista trajo algunos enfrentamientos políticos, con sectores que se oponían a su disolución, como su presidente Luis Gay y Cipriano Reyes que sufriría un atentado y luego sería condenado por haber sido parte de un plan para asesinar a Eva Perón.

La segunda presidencia de Perón

Revista de la época donde se señala que "Proclamó el Gral. Perón los derechos de los trabajadores".

La segunda presidencia de Perón se caracterizó por un aumento de la violencia política y de las dificultades económicas, que hicieron retroceder la participación de los trabajadores en la riqueza total. Se registran importantes huelgas, en particular de bancarios y ferroviarios. En este período muere Eva Perón. La Iglesia Católica que había apoyado al peronismo hasta ese momento, adoptó una postura de fuerte enfrentamiento activo. En 1955 un movimiento opositor bombardea Plaza de Mayo asesinando a más de 300 personas e hiriendo a más de 800. Poco después un golpe de Estado derrocó al gobierno peronista.

Entre las medidas adoptadas se destacan la ley de divorcio, la orden de que las escuelas públicas fueran laicas y la ley de convenios colectivos. Ante las dificultades económicas, en 1955 Perón convocó a un Congreso de la Productividad y el Bienestar Social, con participación de los sindicatos y los empresarios.

El Estado de Bienestar peronista

El Estado de Bienestar construido durante los dos primeros gobiernos de Perón es la obra más valorada por los simpatizantes del peronismo.[33]​ Una de las observaciones críticas más habituales de los antiperonistas, es que las leyes laborales no fueron obra de Perón, sino de los socialistas.[34]​ La respuesta también habitual de los peronistas es que las leyes estaban, pero no se cumplían.[35]​ En gran medida ambas cosas son ciertas.[36]​ Si bien el peronismo sancionó importantes leyes para garantizar derechos laborales (Constitución de 1949, Peón rural, estatutos profesionales, jubilaciones), el aspecto central de su política laboral fue crear un Estado de Bienestar capaz de garantizar el cumplimiento de las leyes laborales y de seguridad social. Ese Estado de Bienestar se construyó sobre cuatro pilares principales:

  1. Creación en 1949 del Ministerio de Trabajo y Previsión Social, con una activa policía de trabajo con facultades en todo el país (hasta 1943 había sido un Departamento Nacional de escaso poder y escasa capacidad de acción fuera de la Ciudad de Buenos Aires; Perón lo jerarquizó a Secretaría ese año);
  2. Creación de la Fundación Eva Perón en 1948 que canalizó la ayuda social a los más necesitados, sobre todo niños, mujeres y ancianos;
  3. Creación de los tribunales laborales en 1944;
  4. Fortalecimiento de los sindicatos y las convenciones colectivas (Ley 14.250 de 1952).

Otras medidas sociales importantes tomadas por el primer peronismo fueron la creación en 1947 del Consejo Económico Social integrado por el gobierno, y las organizaciones sindicales y patronales; la creación por ley Nº 13.229 de la Universidad Obrera Nacional en 1948; la aprobación de Plan de Turismo Infantil de 1950; y la gratuidad de la enseñanza pública secundaria (10 de marzo de 1952) y universitaria (22 de noviembre de 1959).

El resultado de la política social de Perón fue una importante redistribución de la riqueza a favor de los sectores trabajadores y más desposeídos, con una política para mejorar tanto el salario directo como del salario indirecto (educación y salud públicas, turismo social, etc.). Los economistas Pablo Gerchunoff y Lucas Lach resumieron del siguiente modo la evolución favorable del salario real durante el peronismo:

A pesar de las buenas relaciones entre el gobierno y los gremios durante el período anterior a Perón, los salarios reales apenas habían aumentado entre 1943 y 1945. A partir de ese año los salarios crecieron a una tasa récord, aumentando 62% entre el último de esos años y 1949... El incremento de los salarios reales llevó a una distribución del ingreso nacional más equitativa. Se ha calculado que el componente salarial del ingreso nacional superó, por primera vez en la historia, a la retribución obtenida en concepto de ganancias, intereses y renta de la tierra. En 1948, aquel ascendía a 53%, contra 47% de éste, lo que se comparaba favorablemente con la situación imperante sólo un lustro atrás, cuando los trabajadores percibían 44,4% y los empresarios, capitalistas y rentistas recibían 55,6%.[37]

La política económica peronista

La política económica del primer peronismo estuvo apoyada en cuatro grandes líneas:

  1. Ampliación del mercado interno, a través de la inclusión de sectores marginados y aumento de los ingresos y salarios de los sectores más postergados;
  2. Intervención y regulación de la economía por parte del Estado, incluyendo nacionalización de sectores estratégicos;
  3. Promoción de la industrialización y la producción nacional;
  4. Planeamiento económico.

1. Mercado interno. La ampliación del mercado interno se produjo principalmente a través de la política social y laboral.
2. Estado. En algunos casos el peronismo amplió las funciones de algunas reparticiones y empresas del Estado que ya existían, varias de ellas credas en la década anterior, como el Banco Central (que nacionalizó), el Banco Nación, la Junta Nacional de Carnes, la Junta Nacional de Granos y la empresa Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF). A ello se sumó la creación del IAPI al que se le atribuyó el monopolio del comercio exterior; de una empresa estatal siderúrgica (SOMISA) y la elaboración de un Plan Nacional Siderúrgico, dirigida por el general Manuel Savio; la nacionalización de los ferrocarriles y creación de la empresa Ferrocarriles Argentinos, la nacionalización del servicio telefónico y creación de la empresa ENTel, la creación de la empresa Agua y Energía Eléctrica; nacionalización del grupo naviero Dodero; creación de la empresa Aerolíneas Argentinas; creación de la empresa Gas del Estado.
3. Industrialización y producción nacional. El peronismo promovió la industrialización y la producción nacional, ampliando el mercado interno, créditos públicos, a través de las empresas estatales, o por medio de políticas tarifarias y de compras preferenciales del Estado, como el "compre nacional".
4. Planeamiento. El primer peronismo le dio una gran importancia al planeamiento macroeconómico, aprobando dos planes quinquenales, el primero para el período 1947-1952 y el segundo para el período 1953-1958.

La llegada del peronismo al poder se produce en plena posguerra mundial, lo cual significaba la debilidad económica de una Europa en ruinas, y el liderazgo creciente de Estados Unidos en el Hemisferio Occidental. En este escenario, Argentina se encontraba por primera vez en su historia en la posición de acreedor de los países centrales, gracias a las exportaciones de carnes y granos a las potencias beligerantes. El principal deudor era el Reino Unido que ante la emergencia declaró su iliquidez, bloqueando la libre disponibilidad de esos montos. El gobierno peronista optó por utilizar parcialmente esos créditos para adquirir empresas de servicios públicos de capital británico, como fue el reconocido caso de los ferrocarriles que emisarios ingleses venían intentando vender desde 1938. En septiembre del 46', el gobierno peronista impulsó el tratado Miranda-Eady, que creaba la "Sociedad Mixta en FF.CC.", donde, amén de otros privilegios concedidos al capital británico, se le reconocía una abultada inversión de $2.000 millones, se le garantizaba una ganancia mínima del 4% anual ($80 millones), y la exención ilimitada de aranceles de importación. (dicho tratado cayó ante la presión del secretario del tesoro de EE.UU., el cual obligaba al Reino Unido a cancelar sus deudas al contado).

La bonanza económica de la Argentina continuaba, impulsada por el creciente mercado que se había formado por la baja de las importaciones provenientes de los países en guerra. Esto permitió al gobierno aplicar una vasta política de bienestar que incluía la efectivización de nuevos derechos sociales, como períodos de vacaciones y descanso, planes de vivienda, inversiones en salud y educación, etcétera. Estas conquistas sociales fueron ampliamente capitalizadas por las figuras de Perón y su esposa, Eva Perón, que manejaba una fundación de asistencia social financiada principalmente con fondos estatales y algunos aportes empresarios. Las nacionalizaciones y estatizaciones de los servicios públicos, como los ferrocarriles británicos, fueron proclamados como conquistas de soberanía e independencia económica.

No obstante, el contexto mundial pronto dejó de ser favorable ya que los Estados Unidos mediante el Plan Marshall, comenzó a ubicar sus excedentes agrícolas en Europa limitando el acceso al mercado de los alimentos argentinos.

A partir de 1950, la situación económica comienza a empeorar y un nuevo ministro de Asuntos Económicos, Alfredo Gómez Morales, aplicó medidas de corte ortodoxo, como el ajuste del gasto público; Perón, que había declarado una vez que "se cortaría las manos" antes que endeudar a la Nación comprometiendo su independencia económica, contrajo finalmente un préstamo con el Banco de Exportaciones e Importaciones de Estados Unidos (Eximbank) y firmó contratos de explotación petrolífera con compañías extranjeras.

Eva Perón

Eva Perón

Eva Perón jugó un papel muy importante entre 1946 y 1952, fecha esta última en la que falleció. En el peronismo, Eva Perón tiene un lugar de máxima importancia simbólica, ya sea desde su propio origen como mujer trabajadora, migrante interna y humilde, ya sea desde el punto de vista de los derechos de la mujer y de su propia condición de mujer —en una época en la que no era frecuente que las mujeres actuaran en política y tenían prohibido ocupar cargos electivos— como desde su tarea de ayuda social a los humildes a través de la Fundación Eva Perón, o desde la relación estratégica que mantuvo con los sindicatos, que llegó a proponerla como candidata Vicepresidente de la Nación. Eva Perón mantuvo una fuerte confrontación con los sectores no peronistas a los que denominaba "los oligarcas". Al morir Eva Perón fue embalsamada y llevada a la Confederación General del Trabajo.

En la doctrina peronista resultan de gran importancia los discursos de Eva Perón, entre los que se destaca el conocido como Renunciamiento de Eva Perón, y los dos libros que escribió, La razón de mi vida (1951) y Mi mensaje (1952).

El antiperonismo ha tenido a Eva Perón como uno de sus blancos principales, principalmente a través de cuestionar su moralidad o su carácter enérgico, llamándola "puta", "prostituta", "esa mujer" o "la mujer del látigo". Al producirse el golpe de Estado que derrocó al gobierno peronista en 1955, el cadáver de Eva Perón fue secuestrado de la CGT por un comando militar clandestino y hecho desaparecer hasta 1973.

Situación política y económica

Durante la segunda Guerra Mundial, Argentina llenó sus arcas de dinero mediante la exportación de materias primas (cereales y carnes, principalmente) a los países beligerantes europeos (sobre todo a Gran Bretaña). Fue una época de gran prosperidad para el país. Sin embargo, dicha situación cambió, ya que Estados Unidos colocó sus excedentes agrícolas en Europa, lo cual generó que se limitaran las exportaciones de Argentina. Además, tras la segunda Guerra Mundial, en 1949, los mercados se retrajeron y esto trajo aparejado una gran reducción en las exportaciones argentinas (de productos primarios). Por otra parte, las reservas acumuladas se consumieron desmesuradamente, finalizando de este modo, con el período de gran prosperidad económica. La crisis tocaba la puerta del país.

Propaganda sobre el 2° Plan Quinquenal

No obstante a lo acontecido, el gobierno tenía la esperanza de que el desarrollo de la industria sacara al país de la situación en la cual se encontraba. Pero para ello, era necesario el uso de combustibles, acero, maquinarias y demás repuestos que el país, en ese momento, carecía. Por ende, tuvo que acudir a la cruel decisión de importarlos. Por este motivo, el desarrollo industrial no resultó fácil, y desencadenó las peores consecuencias: inflación y desocupación.

Para salir de la situación, en 1952, el gobierno decidió llevar a cabo un segundo plan Quinquenal, el cual tuvo vigencia entre 1953 y 1957. Este, planteaba básicamente como objetivo fundamental, asegurar el desarrollo de la economía social por medio de actividades que ayuden a gestar la independencia económica del país. Con este fin, el Estado se reservaba el manejo del comercio exterior, guiado por el propósito de defender la producción Nacional y obtener términos de intercambios justos y equitativos. Su empresa estaba también orientada a la consolidación y diversificación de los mercados de importación y exportación, en los cuales, obviamente, se veía involucrado el país.

Además se hicieron algunos ajustes, que consistieron en: restringir el consumo interno, por lo cual fueron eliminados subsidios a diversos bienes de uso popular; se estableció una veda parcial al consumo de carne; y se levantó el congelamiento de los alquileres. Por otra parte se proclamó “la vuelta al campo”, donde el Instituto Argentino de Promoción del Intercambio (IAPI) invirtió su mecanismo y emprendió la tarea de estimular a los productores rurales con precios retributivos.

Según Luis Alberto Romero, “Esta política [...] apuntaba a aumentar la disponibilidad de divisas para seguir impulsando el desarrollo del sector industrial.” Sin embargo, algunas ramas del ámbito industrial (metalúrgicas, petroquímicas, entre otras) continuaban estancadas. Debido a la maquinaria obsoleta, el deterioro de los servicios, donde se destacaban la escasa electricidad y los deficientes transportes, sobre todo ferroviarios, los cuales no fueron renovados por el Estado.

Para desarrollar el sector industrial y salir de la crisis (la cual había generado disconformidad en los sindicatos y en el Ejército) se limitó el crédito industrial y el uso de las divisas, y se dio prioridad a las empresas grandes, sobre todo, a las industrias de bienes de capital. Uno de estos casos, fue la reactivación de la empresa siderúrgica SOMISA. Otra medida consistió en el congelamiento por dos años de los contratos colectivos de trabajo. Otro ‘gesto’ importante del Estado fue que, en 1955, incentivó que empresarios y sindicalistas se juntaran para discutir sobre temas inherentes a las relaciones laborales. También, el gobierno, se enfocó en atraer capitales extranjeros. Un proyecto de gran importancia fue el petrolero. Argentina realizó un acuerdo con una filial de la Standard Oil de California, que consistía en la explotación de 40.000 (cuarenta mil) hectáreas en la provincia de Santa Cruz, pero no fue aprobado en el Congreso por oposición de diputados radicales y la renuencia de los propios legisladores peronistas.[38]

Todas estas medidas generaron la reducción de la inflación, y el re-equilibrio de la balanza de pagos. Pese a eso, no se obtuvieron cambios significativos en lo que respecta al agro y a la industria.

Situación y participación de la mujer

Eva Perón emitiendo su voto

El peronismo tomó medidas muy importantes para promover la igualdad de derechos entre la mujer y el hombre. En 1947 sancionó la ley de reconocimiento de los derechos políticos de la mujer (sufragio femenino), que estableció la sufragio universal en Argentina a partir de las elecciones de 1951. A partir de la sanción de reconocimiento de los derechos políticos de las mujeres, el peronismo organizó el Partido Peronista Femenino, que promovió una amplia participación de las mujeres en la política, como militantes y como dirigentes. La propia situación destacada de Eva Perón dentro del movimiento, fue un ejemplo de esa alta participación de las mujeres en el peronismo.

Como consecuencia de las elecciones de 1951, asumieron 23 diputadas nacionales, todas ellas por el Partido Peronista, ya que ninguna diputada fue electa por los partidos de oposición.[39]​ Esas 23 primeras diputadas fueron: Delia Parodi (elegida Vicepresidente primera de la Cámara de diputados en 1953), Judith Elida Acuña (Corrientes), Generosa D. Aguilar de Medina (Salta), Magdalena Álvarez (Buenos Aires), Celia Argumedo de Pedroza (Mendoza), Josefa Biondi (Santa Fe), Josefa D. Brigada de Gómez (Santa Fe), María Elena Casuccio (Buenos Aires), María C. Caviglia de Boeykens (Entre Ríos), Angélica Esperanza Dacunda (Corrientes), Juana Alicia Espejo de Ramos (Capital Federal), Francisca Ana Flores (Buenos Aires), Dora Matilde Gaeta de Iturbida (Capital Federal), Ana Carmen Macri (Capital Federal), Dominga Ortiz de Sosa Vivas (Santiago del Estero), Mafalda Piovano de Castro (Santiago del Estero), Zulema Noemí Pracánico (Buenos Aires), S. del Carmen Rodríguez de Copa (Salta), Celina E. Rodríguez (Buenos Aires), Carmen Salaber (Buenos Aires), María Urbelina Tejada (San Juan), Isabel A. Torterola de Roselli (Santa Fe), Otilia Villa Maciel de Como (Tucumán).[39]​ Varias de ellas fueron desplazadas por la fuerza de sus cargos democráticos por la dictadura autodenominada Revolución Libertadora en 1955.[39]

A ellas se sumaron tres delegadas al Congreso Nacional elegidas por los territorios nacionales Elena Aída Fernicola (Misiones), Esther Mercedes Fadul (Tierra del Fuego), Josefa Miguel de Tubio (La Pampa) y dos diputadas por nuevas provincias creadas, en elecciones parlamentarias complementrarias realizadas en 1952: Paulina Escardo de Colombo Berra (Chubut), Silvia Obdulia Alvaredo de Blanco (La Pampa).[39]

El peronismo también estableció a través de la Constitución de 1949 la igualdad jurídica de mujeres y hombres, aclarando que esa igualdad alcanzaba a "los cónyuges y la patria potestad" (artículo 37, II, 1). Adicionalmente, en 1950 se sanciona el delito de incumplimiento de los deberes de asistencia familiar (alimentos), para combatir la tendencia de los padres a desentenderse del cuidado económico de los hijos. Cuando la Constitución de 1949 fue dejada sin efecto por la dictadura militar autodenominada Revolución Libertadora, la mujer casada en Argentina volvió a tener un estatus inferior durante varias décadas más. Hasta 1968 se la consideraría legalmente como una incapaz relativa, similar a un menor de edad, y recién en 1985 se estableció su igualdad jurídica con el hombre frente a la patria potestad de sus hijos.

Peronismo y cristianismo

El peronismo atrajo el apoyo de diversos sectores —no siempre conciliables— del cristianismo católico ligados a la doctrina social de la Iglesia y su concepto central, la justicia social. La investigadora María Soledad Catoggio identifica cuatro grandes grupos cristianos que apoyaron al primer peronismo: a) el grupo nacionalista ligado al padre Leonardo Castellani; b) un significativo grupo de cuadros proveniente de Acción Católica y la Juventud Obrera Católica (JOC) y los sindicatos católicos, como Emilio Mignone; c) intelectuales católicos provenientes de los Cursos de Cultura Católica, relacionados con la revista Criterio —entre quienes se encontraba el convencional constituyente Pablo A. Ramella—, que se vinculan también a los sectores que adhirieron a las ideas de Jacques Maritain como Arturo Sampay; d) el grupo formado por el sacerdote Hernán Benítez, que trabajó en la Fundación Eva Perón y luego publicaría la revista Rebeldía, durante la resistencia peronista.[40]

Catoggio explica que:

Para diversos analistas la originalidad del peronismo fue la de fundar una concepción propia de lo religioso a partir del empoderamiento de los trabajadores, el culto cívico religioso a su mujer, Eva, y la construcción de un linaje donde se proponía a si mismo como continuador del "cristianismo primitivo" (Caimari, 1995; Cuchetti, 2005). Este linaje tuvo el doble efecto de generar una diferenciación dogmática con respecto a la autoridad eclesiástica y de mantener al mismo tiempo una interpelación identitaria con sectores del catolicismo identificados con ese modelo histórico—utópico. En tal sentido, la dislocación que produjo el encuentro —y el choque— con el peronismo erosionó la solidaridad corporativa de una institución que hasta entonces se había manejado con principios fuertemente verticales.[40]

La confrontación entre el peronismo y la Iglesia Católica de 1954 y 1955, produjo también un fuerte debate y toma de posiciones, tanto en el seno del peronismo como del catolicismo. Pero la estrecha relación entre el peronismo y el cristianismo continuaría luego del derrocamiento de Perón, y tomaría nuevas formas a partir del Concilio Vaticano II.[40]

Posturas diferentes sobre la violencia política

Sobre la violencia política en el primer peronismo existen dos grandes miradas historiográficas. Los opositores al peronismo han hecho hincapié en los actos de represión de funcionarios del Estado contra los opositores y han justificado o atenuado la responsabilidad por los actos de violencia o terrorismo realizados por los opositores contra los peronistas. Los peronistas, por el contrario, sostienen que los actos de represión contra opositores fueron mucho menores que los de los gobiernos anteriores y posteriores, y destacan la gran cantidad de asesinatos, actos terroristas y complots para producir golpes de Estado, cometidos por los opositores.

Entre los actos de represión cometidos por el Estado, los opositores al peronismo señalan en primer lugar el asesinato del médico comunista Juan Ingallinella, torturado y asesinado por la policía de la Provincia de Santa Fe.[41]​ También se señalan los casos de torturas sufridos por el estudiante comunista Ernesto Mario Bravo y un grupo de trabajadores telefónicos.[42]

Los opositores antiperonistas también cuestionan el episodio conocido como la "quema de iglesias del 16 de junio de 1955", sucedido inmediatamente después de finalizado el bombardeo de Plaza de Mayo y como respuesta a éste.

También se señalan los casos de desafuero y detención de los diputados radicales Ricardo Balbín, Ernesto Sanmartino y socialista Alfredo Palacios. Otros señalamientos están referidos a actos de discriminación política, en el ámbito educativo y en el empleo público.

En los actos de violencia cometidos por los opositores antiperonistas, los peronistas destacan sobre todo los golpes de Estado de 1951 y 1955, especialmente este último por haber derrocado el gobierno constitucional del Presidente Perón y haber instalado una dictadura autodenominada Revolución Libertadora, que reprimió severamente al peronismo, con fusilamientos, detenciones, cesantías, discriminación política y proscripciones electorales hasta 1973.

También señalan la gravedad del bombardeo de Plaza de Mayo, en el que fueron asesinadas 308 personas identificadas y un número indeterminado de personas que no pudieron ser identificadas estimado en 90. Entre las personas asesinadas hubo 42 mujeres, 18 menores de edad, 7 ancianos y 109 militantes sindicales; a los asesinatos se sumaron casi mil personas que sufrieron lesiones graves y gravísimas.[43]

Los peronistas también denuncian la constitución por parte de los opositores de "comandos civiles" armados, que produjeron gran cantidad de atentados terroristas, entre ellos el atentado terrorista del 15 de abril de 1953 en Plaza de Mayo, en el que fueron asesinadas 6 personas (una anciana y cinco hombres), y 90 quedaron heridos (entre ellos 19 mutilados de por vida).[44]

Otro ataque denunciado son los disparos realizados el 17 de octubre de 1945 desde el Crítica, asesinando al adolescente Darwin Passaponti y al joven Francisco Ramos e hiriendo a más de 50 personas.[45]

Los peronistas también destacan la violencia simbólica y racista llevada adelante por los opositores antiperonistas. Entre ellos destacan la calificación del peronismo como "aluvión zoológico" que el diputado Ernesto Sanmartino realizó públicamente en el Congreso Nacional. También cuestionan las reiterados insultos y faltas de respeto a Eva Perón, calificándola de "puta", "prostituta" y "mujer del látigo" o refiriéndose despectivamente a ella como "esa mujer", así como las pintadas callejeras con el lema "¡Viva el cáncer!", durante la convalecencia que la llevó a la muerte debido a esa enfermedad, en 1952. El peronismo cuestiona también los ataques racistas de los opositores, calificando despectivamente a los simpatizantes peronistas con términos como "cabecitas negras", "negros", "lúmpenes", "grasas" y "descamisados".

Derrocamiento de Perón: golpe de estado de 1955

Sucesivos enfrentamientos con la Iglesia y una gran polarización de la sociedad en pro o en contra del gobierno, enrarecen el clima político. Luego de una investigación basada en el testimonio de un oficial de policía, hermano de un marino, el Consejo Superior de las Fuerzas Armadas pidió el procesamiento del ministro del Interior Ángel Borlenghi acusado de haber propiciado la quema de una bandera el 9 de junio de 1955 para incriminar a manifestantes católicos, lo que le hizo renunciar y abandonar precipitadamente el país.

En verdad, la crisis económica había precipitado también la puja distributiva: el sector más rico y propietario, del campo o la industria, no estaba dispuesto a tolerar una distribución del ingreso semejante: el 50 por ciento del PBI pasaba a los trabajadores.[cita requerida]

El 7 de septiembre la CGT propuso al gobierno la formación de milicias populares y al día siguiente el ministro Lucero rechazó la oferta, pero la difusión del hecho aceleró los preparativos de los conspiradores.[46]

El 16 de septiembre estalló un levantamiento en Córdoba encabezado por el general Eduardo Lonardi y secundado por el general Pedro Eugenio Aramburu. La mayor parte de las tropas leales a Perón no quisieron luchar. La Marina, liderada por el almirante Isaac Rojas, encabezó el golpe contra Perón: sus naves bloquearon Buenos Aires y su estado mayor amenazó con volar los depósitos de combustible de La Plata y Dock Sud.

El Ministro de Guerra, General Lucero, pidió parlamentar y leyó una carta en la que Perón solicitaba la negociación de un acuerdo. La carta no hablaba de renuncia, sí de renunciamiento, pero la Junta de Generales Superiores del Ejército decidió considerarla como una renuncia y negociar con los golpistas. Sobre la actitud de los gremios escribiría Perón años después: "también me desilusionaron los gremios. La huelga general estaba preparada y no salieron...Trataron de arreglarse con los que venían".[47]​ El 20 de septiembre Perón se refugió en la embajada del Paraguay y en la Cañonera que lo llevó a Asunción y a lo que sería el comienzo de su largo exilio de casi 17 años.[48]

El padre Carlos Mugica, quien por entonces era antiperonista y luego se haría peronista, convirtiéndose en uno de los máximos exponentes del movimiento de curas villeros antes de ser asesinado en 1974, ha dejado su propia memoria de la reacción de los diferentes sectores sociales en ese momento:

En el Barrio Norte se echaron a vuelo las campanas y yo participé del júbilo orgiástico de la oligarquía por la caída de Perón. Una noche, fui al conventillo como de costumbre. Tenía que atravesar un callejón medio a oscuras y de pronto, bajo la luz muy tenue de la única bombita, vi escrito, con tiza y en letras bien grandes: ‘Sin Perón, no hay Patria ni Dios. Abajo los cuervos’. La gente del conventillo me conocía bien, yo había intimado bastante con ella durante todo ese tiempo (después seguí yendo, casi todo el año 56). Sin embargo, para mí lo que vi escrito fue un golpe: esa noche fue el otro momento decisivo en mi vida. En la casa encontré a la gente aplastada, con una gran tristeza. Yo era un miembro de la Iglesia y ellos le atribuían a la Iglesia parte de la responsabilidad de la caída de Perón. Me sentí bastante incómodo, aunque no me dijeron nada. Cuando salí a la calle aspiré en el barrio la tristeza. La gente humilde estaba de duelo por la caída de Perón.

La resistencia peronista (1955-1973)

La Resistencia peronista es el nombre que recibe el período de la historia del peronismo y un movimiento de resistencia a los gobiernos argentinos instalados a partir de septiembre de 1955, fecha en la que fue derrocado el gobierno constitucional de Juan D. Perón, y hasta el 25 de mayo de 1973, fecha en la que asumió el gobierno constitucional de Héctor José Cámpora. Los gobiernos instalados durante ese período fueron resultado de golpes de estado o de elecciones en las que no se permitió participar libremente al peronismo.

Neoperonismo o peronismo sin Perón

El neoperonismo también llamado peronismo sin Perón fue una corriente política impulsada por algunos peronistas a partir de 1955. Su origen fue la creación del partido Unión Popular fundado por Juan Atilio Bramuglia, ex abogado sindical de la Unión Ferroviaria y Ministro de Relaciones Exteriores de Perón entre 1946-1949.

Otros dirigentes que adhirieron al neoperonismo fueron Augusto Vandor, Rodolfo Tecera del Franco, Atilio García Mellid, Raúl Matera, etc.

Un caso especial de neoperonismo fue el Movimiento Popular Neuquino fundado por Felipe Sapag, con cierto apoyo del propio Perón.[50]

Las presidencias Cámpora, Perón e Isabel (1973-1976)

El 11 de marzo de 1973, Argentina tuvo elecciones generales sin la proscripción del peronismo (aunque no del propio Perón) por primera vez en 21 años, con un abrumador triunfo del peronismo. Tras un breve gobierno de 19 días, el 13 de julio de ese año el presidente Héctor José Cámpora renunció para permitir nuevas elecciones sin la proscripción de ningún candidato. Perón regresa de su exilio y es recibido por más de dos millones de personas, el día 20 de junio de 1973 (mismo día en que se produce la "Masacre de Ezeiza"). Poco después triunfa por amplia mayoría en las elecciones del 23 de septiembre de 1973.

El período se caracteriza por un alta y creciente violencia política, con participación de diversos sectores internos del peronismo, enfrentados entre sí, sectores militares y parapoliciales (como la Triple A) y las organizaciones guerrilleras (Montoneros, ERP).

El 1 de julio de 1974 muere Perón y su esposa, María Estela Martínez de Perón, en su carácter de Vicepresidenta le sucedió, agravándose la situación política y la violencia. A comienzos de 1975 comienza a prepararse un nuevo golpe militar que derrocó al gobierno peronista el 24 de marzo de 1976.

El peronismo durante la dictadura militar (1976-1983)

Producido el golpe de estado, la dictadura procedió a desatar una política sistemática de terrorismo de estado contra los opositores, que causó decenas de miles de detenidos-desaparecidos, asesinatos, torturas y secuestros de niños. Los militantes y simpatizantes peronistas fueron uno de los principales blancos del terrorismo de estado, en tanto que muchos de los dirigentes fueron encarcelados y los sindicatos -mayoritariamente peronistas- intervenidos.

Durante la dictadura militar el peronismo resistió principalmente actuando desde organismos de derechos humanos o desde el sindicalismo, donde se destacó Saúl Ubaldini. A partir de 1979 se realizaron varias huelgas generales que desembocaron en una masiva manifestación contra la dictadura el 30 de marzo de 1982.

Recuperación de la democracia y elecciones de 1983

En las elecciones presidenciales de 1983, el peronismo concurrió sosteniendo la candidatura presidencial de Ítalo Luder, siendo derrotado por Raúl Alfonsín, candidato de la Unión Cívica Radical. La derrota impulsó una fuerte renovación interna dentro del peronismo, de la cual emergieron dos figuras principales, con diferentes enfoques: Antonio Cafiero, gobernador de la Provincia de Buenos Aires, con un enfoque "modernizador" del peronismo; y Carlos Menem, gobernador de la Provincia de La Rioja, con un enfoque federalista.

Durante el gobierno de Alfonsín, el peronismo mantuvo en su poder la mayoría de las provincias, lo que a su vez le dio mayoría en la Cámara de Senadores. Asimismo, Alfonsín planteó desde un inicio una fuerte confrontación con el movimiento sindical peronista (congelamiento de salarios con alta inflación, no derogación de la ley sindical de la dictadura y no llamado a convenciones colectivas), que encontró en el sindicalismo liderado por la CGT, una fuerte resistencia que se concretó en trece huelgas generales. Poco antes del final de su mandato, Alfonsín aceptó dialogar con el sindicalismo, elaborando una nueva ley sindical por consenso y llamando a negociaciones colectivas en 1989.

El menemismo (1989-1999)

En las elecciones de 1989, el Partido Justicialista gana llevando como candidato a Carlos Menem. El hecho coincide con la caída del Muro de Berlín y el triunfo de Estados Unidos en la Guerra Fría, que tendrá un fuerte impacto en la situación política interna de todos los países del mundo, sobre todo a partir de las pautas impuestas por el Consenso de Washington de 1989 y lo que ha dado en llamarse neoliberalismo.

Luego de un corto período en el que intentó impulsar una política económica en alianza con uno de los principales grupos económicos del país, el Grupo Bunge y Born, Menem inicia una política de implementación radical del Consenso de Washington, con privatizaciones masivas, desregulación de mercados y flexibilización laboral, derogación de convenios colectivos, junto con una severa política antiinflacionaria diseñada por su influyente Ministro de Economía, Domingo Cavallo, conocida como Convertibilidad.

Simultáneamente Menem estableció un trato preferencial con Estados Unidos, bajo el lema de "relaciones carnales", que llevó a la Argentina a participar en la Guerra del Golfo, siendo esta la primera vez que el país se inmiscuía en un conflicto bélico en más de 130 años. En ese contexto Argentina sufrió dos grandes atentados terroristas (la dinamitación de la embajada de Israel en 1992 y la dinamitación de la AMIA en 1994), que dejó el saldo de unos 100 muertos. También estalló un regimiento militar en Río Tercero, con más de una decena de muertos.

La política de Menem dividió al peronismo, apareciendo un considerable sector antimenemista, liderado por Chacho Álvarez y José Octavio Bordón, quienes se separaron del Partido Justicialista, fundando el primero el Frente Grande y el segundo el partido Pais. Ambos partidos, se aliaron en el FREPASO para enfrentar a Menem en 1995, saliendo segundos y desplazando al radicalismo a un tercer lugar.

El movimiento sindical peronista, también se dividió en varios sectores, según su postura frente a las políticas del gobierno de Menem. Dos de ellos, el MTA y la CTA, adoptaron una fuerte postura "antimenemista".

La evolución de la situación socio-laboral durante el gobierno de Menem fue contradictoria, porque por un lado la población tuvo un amplio acceso al crédito y un fuerte poder de compra internacional, y por el otro aumentó la desocupación, el trabajo informal, la marginalidad y la criminalidad, sobre todo a partir de su segundo mandato, en 1995. El malestar social llevó al surgimiento de un gran movimiento de protestas sociales con cortes de rutas y calles, que fueron conocidas como piqueteros.

En las elecciones presidenciales de 1999, el FREPASO conformó un frente electoral con la Unión Cívica Radical, denominado La Alianza, llevando como candidato presidencial al radical Fernando de la Rúa y para Vicepresidente a Chacho Álvarez, triunfando sobre el candidato del Partido Justicialista, Eduardo Duhalde.

El peronismo durante el gobierno de La Alianza

Durante el gobierno de La Alianza, el Partido Justicialista mantuvo en su poder la mayoría de las provincias y el voto mayoritario en el Senado.

El FREPASO por su parte, entró en conflicto con la UCR, lo que llevó a la renuncia del Vicepresidente Álvarez y el retiro del Frepaso del gobierno de La Alianza.

Uno de los hechos políticos más escandalosos del período, fue la sanción de una ley de flexibilización laboral en 2000, conocida como Ley Banelco, porque fue obtenida mediante sobornos pagados por el Poder Ejecutivo a varios senadores peronistas, a través de los servicios de inteligencia.

El gobierno de De la Rúa cayó a fines de 2001, en medio de la peor crisis económico-social de la historia argentina y masivas protestas populares, severamente reprimidas por el gobierno con casi 40 muertos.

El interinato de Duhalde

Luego de la renuncia de De la Rúa, fue designado presidente de la Nación el gobernador de la Provincia de San Luis, el peronista Adolfo Rodríguez Saa. En medio de una crisis económica, política y social incontrolable, duró solo unos pocos días, pero en ese tiempo tomó la decisión de declarar en default (moratoria) la deuda externa.

Pocos días después fue designado presidente de la Nación hasta terminar el mandato de De la Rúa, Eduardo Duhalde, gobernador peronista de la Provincia de Buenos Aires. Duhalde salió de la convertibilidad a través de lo que se llamó "la pesificación asimétrica". Debido a la crisis, su período de gobierno tuvo los peores índices sociales de la historia argentina. La salida de la convertibilidad, por otra parte hizo crecer geométricamente la deuda externa, con relación al producto interno. Para atenuar el impacto de la crisis social, Duhalde estableció el sistema de Planes de Jefas y Jefes de Hogar, creando más de dos millones de subsidios sociales para las personas más humildes. Anuló además la ley Banelco de flexibilización laboral.

Presionado por la crisis política y social, Duhalde decidió anticipar la entrega del poder seis meses. Para las elecciones, Duhalde, como cabeza del Partido Justicialista, le ofreció la candidatura presidencial por el PJ, a dos de los gobernadores peronistas más poderosos, José Manuel de la Sota de Córdoba y Carlos Reutemann de Santa Fe. Pero ambos decidieron no aceptar la candidatura. Finalmente Duhalde le ofreció la candidatura al poco conocido gobernador peronista de una pequeña provincia patagónica: Néstor Kirchner.

El peronismo en las elecciones presidenciales de 2003 fue dividido en tres sectores. El menemismo, volvió a presentar la candidatura de Carlos Menem. El Partido Justicialista formó una alianza llamada Frente para la Victoria, que presentó la candidatura de Néstor Kirchner, acompañado por Daniel Scioli como vicepresidente. Finalmente el expresidente Adolfo Rodríguez Saa también presentó su candidatura. Menem ganó la primera vuelta con 24%, Kirchner fue segundo con 22% y Rodríguez Saa fue cuarto con 14%, superado por el radical disidente Ricardo López Murphy. En la segunda vuelta Menem no se presentó, ante la certeza que Kirchner ganaría por amplio margen.

El kirchnerismo (2003-2015)

Néstor Kirchner asumió la presidencia el 25 de mayo de 2003. La situación política, económica y social en ese momento era de extrema gravedad. Económicamente, Kirchner mantuvo al Ministro de Economía de Duhalde, Roberto Lavagna, que había mostrado una orientación no neoliberal, de contenido neodesarrollista. Aprovechando el aumento del precio internacional de los commoditties y sobre la base de un sistema de retenciones a las empresas exportadoras de granos e hidrocarburos, el gobierno logró poco a poco darle estabilidad a las cuentas públicas, obtener altos crecimientos del producto bruto interno y crear varios millones de puestos de trabajo.

Con respecto al serio problema de la deuda externa en default, Kirchner, en consonancia con Brasil, se desendeudó del Fondo Monetario Internacional para evitar los condicionamientos de ese organismo internacional muy vinculado a la crisis argentina, y luego lanzó un plan de reprogramación de la deuda externa, con fuertes quitas y esperas, que le dio una importante capacidad de acción al Estado y a la economía argentina.

Laboralmente, los logros económicos se combinaron con un fuerte incentivo a los convenios colectivos entre sindicatos y cámaras empresariales, como medio para impulsar un alza de salarios. Restableció el salario mínimo vital y móvil, fortaleció el Ministerio de Trabajo para combatir el trabajo informal y entregó documentos a más de un millón de inmigrantes que trabajaban sin posibilidad de hacer valer sus derechos (Plan Patria Grande).

Kirchner tuvo también una activa política de derechos humanos, impulsando el juzgamiento de los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura, que habían sido cerrados como consecuencia de las llamadas leyes de impunidad (Ley de Punto Final, Ley de Obediencia Debida) sancionadas por Alfonsín y los indultos militares dictados por Carlos Menem.

En materia internacional, abandonó la política de "relaciones carnales" con Estados Unidos, dando prioridad a las relaciones con Brasil y el Mercosur, Venezuela y Cuba, logrando en 2005 derrotar y dejar sin efecto el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), que Estados Unidos había impuesto diez años antes.

En las elecciones parlamentarias de 2005 Néstor Kirchner y la senadora Cristina Kirchner, decidieron romper políticamente con Duhalde, y enfrentarlo en la Provincia de Buenos Aires. Apareció así un sector de peronistas disidentes con la orientación del kirchnerismo. En 2007 el Frente para la Victoria decidió presentar la candidatura presidencial de Cristina Kirchner, que terminó ganando en primera vuelta con el 45% de los votos.

Cristina continuó en los sustancial la política llevada adelante por Néstor Kirchner, pero tomó varias medidas que implicaron reformas profundas. Las más importantes fueron la restatización de los fondos de pensión que habían sido privatizados por Menem, la ley de medios, la nacionalización de Aerolíneas Argentinas, la creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología, una fuerte política de cobertura de pensiones, la Asignación Universal por Hijo, la creación universidades en los municipios más postergados, la ley de matrimonio igualitario, entre otras medidas.

En materia internacional se destacó la creación de la Unasur y la CELAC y la participación argentina en el G20.

Durante el primer mandato de Cristina el kirchnerismo comenzó a enfrentar un fuerte movimiento opositor, autodefinido como "antiK". Entre los conflictos más duros que tuvo que enfrentar se encuentra un paro agropecuario patronal en 2008, que mantuvo las rutas del país bloqueadas durante más de 100 días, y un duro conflicto con el Grupo Clarín, principal grupo mediático del país.

El 27 de octubre de 2010 murió Néstor Kirchner, generando un gran movimiento de pesar popular, con amplia presencia juvenil. Al año siguiente, Cristina volvió a ganar las elecciones, con un porcentaje todavía mayor que en 2007, alcanzando el 54%, con una diferencia de casi 38 puntos con el segundo. En las elecciones también presentaron candidatos dos partidos peronistas disidentes: Rodríguez Saa (8%) y Duhalde (6%).

Durante el mandato iniciado en 2011, Cristina tomó otras medidas destacadas como la reestatización de la empresa petrolera YPF que había sido privatizada por Menem, la ley de identidad de género, un nuevo código civil y comercial (luego de más de 140 años), una cobertura social para jóvenes (Recrear).

Peronismo disidente

Luego de la Crisis de diciembre de 2001 y de la renuncia del presidente Fernando de la Rúa el peronismo se dividió en diversos sectores que comenzaron a agruparse en dos grandes grupos: el peronismo oficial y el peronismo disidente.[51]​ La composición de ambos grupos se ha ido modificando con el paso del tiempo.

El peronismo oficial agrupa a los sectores que se mantienen dentro del Partido Justicialista, en tanto que el peronismo disidente agrupa a las corrientes que, por discrepar con la conducción del Partido Justicialista, se organizaron por fuera del mismo.

En 2002/2003 el peronismo oficial se organizó a partir del liderazgo de Eduardo Duhalde (duhaldismo) y Néstor Kirchner (kirchnerismo). El peronismo disidente, por su parte, se expresó en dos grandes tendencias encabezadas respectivamente por Carlos Menem (menemismo) y los hermanos Adolfo y Alberto Rodríguez Saá (adolfismo).[52]​ Dentro del peronismo disidente también se ubicaron desde un primer momento otros dirigentes como Ramón Puerta y el dirigente sindical Luis Barrionuevo (ultramenemismo); éste último organizó en 2008 una central sindical independiente, la CGT Azul y Blanco, apoyada en su corriente. En 2003 también integraba el peronismo disidente dentro del menemismo, el empresario Francisco De Narváez, quien luego lideraría una importante corriente propia.

A partir de 2005, con la ruptura de la alianza entre las corrientes lideradas por Néstor Kirchner y Eduardo Duhalde, la corriente liderada por este último también se separó del peronismo oficial, para constituirse en uno de los principales sectores del peronismo disidente. En 2009, De Narváez forjó una alianza con el Partido Propuesta Republicana (macrismo) que, con el nombre de Unión-PRO, triunfó en las elecciones legislativas de medio término en la Ciudad Autónoma y la provincia de Buenos Aires, los dos principales distritos electorales del país.

Para el año 2009, el peronismo disidente se agrupaba en diversos sectores, entre los que puede mencionarse a los seguidores de Eduardo Duhalde, Francisco de Narváez, Carlos Menem, los hermanos Adolfo y Alberto Rodríguez Saá.

Ideología o doctrina

El peronismo es un movimiento político amplio, con gran variedad de tendencias, a veces enfrentadas, al igual que otras ideologías políticas internacionales, como el socialismo, el liberalismo, el comunismo, el anarquismo o la democracia cristiana, u otras ideologías políticas nacionales, como el radicalismo.

Desde su aparición en la escena política nacional, el peronismo fue definido por Perón como un "Movimiento Nacional", que englobaba un sector social denominado “clase trabajadora”. Este apelativo, que inicialmente fue un término utilizado para distinguir su concepción “nacional y popular” de los criterios marxistas “proletarios”, se convirtió en un breve lapso en una definición doctrinaria que afirmaba para el peronismo la oposición a la lucha de clases.

Hasta que proclamamos nuestra doctrina, frente a nosotros se levantaba triunfante el individualismo capitalista y el colectivismo comunista alargando la sombra de sus alas imperiales por todos los caminos de la humanidad (…) Así nació el Justicialismo bajo la suprema aspiración de un alto ideal. El Justicialismo creado por nosotros y para nuestros hijos, como una tercera posición ideológica tendiente a liberarnos del capitalismo sin caer en las garras opresoras del colectivismo.
Juan Domingo Perón ante la Asamblea Legislativa en 1952.[53]

En ese marco, el Movimiento Peronista comprendía (idealmente) a todos aquellos que podían coincidir con los conceptos de Justicia Social, Soberanía Política e Independencia Económica. Esta interpretación de Perón posibilitó el inesperado crecimiento de su estructura política y la llevó a niveles de representatividad popular que jamás se habían alcanzado en Hispanoamérica. Sin embargo, para mantener esa situación era necesario concentrar permanentemente la posibilidad de generar doctrina, ya que la masividad del movimiento exigía contentar y contener a sectores con intereses contradictorios.

La interpretación de la realidad no podía entonces quedar en manos de una estructura colegiada, que obligatoriamente hubiera generado conflictos y disidencias internas y externas reduciendo a mediano plazo el caudal de poder del Movimiento. Perón concentra sobre sí esa tarea con exclusividad, generando un Consejo Superior del cual era, en la práctica, el único integrante con voz y voto. Asimismo, si entre el Consejo Superior y las bases del Movimiento existieran intermediarios, la doctrina sería mediatizada por ellos y adecuada a sus intereses sectoriales, lo que terminaría encorsetando al propio Perón.

Se adopta entonces el modelo de comunicación directa entre el líder y las masas: un movimiento absolutamente horizontal, con un único emergente. Para confirmar este análisis, surge claramente el ejemplo de Evita, que en poco tiempo comienza a cumplir ese rol de intermediaria entre el conductor y el pueblo. El discurso y el accionar de Evita mediatizan la doctrina hasta tal punto que el movimiento se sectoriza rápidamente. Comienza a generarse la división de intereses que Perón procuraba evitar. La absoluta inclinación de Evita hacia “los grasitas”, “los descamisados”, genera resquemores, miedo e indignación entre los militares, la iglesia y la clase media, que inicialmente aceptaban a Perón, en tanto su proyecto fuera difusamente humanitario y “justicialista”.

La dicotomía peronista entre “movimiento” y “partido”

El movimiento, en tanto masivo, garantiza el poder. Pero ese poder se formaliza en el gobierno y, por consiguiente, en una estructura capaz de ganar elecciones. Esa estructura no puede ser un partido tradicional -en la medida que sus integrantes (generalmente de clase media) empezarían a definir políticas-, ni un partido revolucionario, porque obligaría a adoptar una ideología obrera (y el abandono de la "tercera posición"). Surge así la concepción peronista del partido como “herramienta electoral”. En la práctica, un engendro informe que no conduce a nadie, que no genera cuadros, que sólo existe para presentar una lista de candidatos, todos ellos integrantes del Movimiento, todos ellos leales a Perón. Se limita de esta forma la posibilidad de que el “partido” genere conflictos internos, o intente determinar la estrategia de poder. Hasta aquí, y tomando en cuenta los objetivos declarados de Perón, lo implementado es inobjetable desde el punto de vista de los intereses populares. Pero, si el movimiento (que garantiza el poder) está conducido sólo por un individuo, y el partido (que garantiza las elecciones) no conduce a nadie, es suficiente eliminar al individuo (o que este traicione al pueblo) para descabezar al movimiento y al partido. ¿Y por qué sobrevive el movimiento luego de la Revolución Libertadora? Pues simplemente porque para mantenerlo vivo Perón se vio obligado a aceptar esos “intermediarios” que antes rechazaba.

Se crea así un Comando Táctico, que conduce la política en el territorio, y que es encabezado por un “Delegado Personal” de Perón. (El primero de ellos fue John William Cooke, nombrado por Perón desde Caracas el 2 de noviembre de 1956). La mediatización de la doctrina es inevitable y el movimiento se sectoriza: Combativos, Dialoguistas, Participacionistas, todos “interpretan” a Perón. Si “la organización vence al tiempo”, esta modificación debiera haber cambiado sustancialmente la realidad horizontal del movimiento. Pero ocurre que todos los “intermediarios” carecen, desde el punto de vista del pueblo, de poder personal. Su poder es ejercido por “delegación”, y es otorgado o retirado de acuerdo al parecer exclusivo del “Comando Superior”. Y cuando existe un conato de oposición, se produce la intervención sumaria (Vandor-Isabel/1965).

Acto masivo por la asunción presidencial de Héctor Cámpora en 1973.

Es así que el Movimiento Peronista llega a 1973 sin estructura organizativa global. Existen, si, sectores internos que luchan por el poder delegado suponiendo que “su” interpretación de las intenciones del conductor es la correcta. Desde luego, esto no es posible. Perón no era “interpretable” y su muerte en 1974 deja al movimiento peronista sin estructuras, sin proyecto de poder y en manos de un partido político manejado por esos sectores de “clase media” cuyo único objetivo es mantener sus privilegios personales. El resultado es que el Movimiento se fractura en la práctica, convirtiéndose en un agrupamiento de sectores que, con diferentes concepciones estratégicas de país, comparten una identificación política táctica: el Partido Justicialista. Mantener viva esta identificación fue un objetivo central para el conjunto del justicialismo (no del peronismo), ya que al haberse perdido el objetivo común de poder del Movimiento Peronista, lo único que resta es el proyecto partidario de alcanzar y/o mantener el gobierno.

La clase media partidaria se lanza entonces a la lucha interna para reducir el poder de los “movimientistas” civilizando al partido, haciéndolo “aceptable” para el establishment. Con la derrota electoral de 1983 (Luder/Bittel son los candidatos justicialistas, contra la fórmula de la Unión Cívica Radical Alfonsín/Martínez, que gana), termina de quebrarse el movimiento. El partido, desde la “Renovación” (1985 - Carlos Menem, Antonio Cafiero, Carlos Grosso, entre otros, desplazan a la conducción partidaria ente la que se cuenta Herminio Iglesias), asume definitivamente el control político (y la ideología neo desarrollista liberal) y esta situación desemboca en 1989 con el triunfo de Carlos Menem como emergente de una situación interna en la que las declamaciones supuestamente justicialistas han reemplazado al peronismo revolucionario de los orígenes y de la Resistencia (1955-1972).

Debe reiterarse que los intentos del propio Perón por dar un marco ideológico a su movimiento fueron deliberadamente ambiguos, aunque siempre haciendo referencia a temas nacionalistas y de Justicia Social. Véanse al respecto las Veinte Verdades Peronistas propuestas por Perón el 17 de octubre de 1950 como el eje sobre el que debería centrarse la doctrina peronista.

Posicionamiento internacional

En el campo de las relaciones internacionales, Perón abogó siempre por esa tercera posición equidistante entre el comunismo soviético y el capitalismo estadounidense, lo que lo llevó a apoyar al Movimiento de Países No Alineados y buscar puntos de contacto con Nasser y Nehru. Lo que no impidió que ratificara el Acta de Chapultepec (1º de agosto de 1946), cediendo a las presiones norteamericanas, para despecho e ira de los sectores nacionalistas de su movimiento.

Hizo siempre profesión de fe hispanoamericanista («El año 2000 nos encontrará unidos o dominados»), de lo que es ejemplo su impulso al ABC, y cultivó buenas relaciones con todos los presidentes de la región:

Los gobiernos constitucionales de Carlos Ibáñez del Campo en Chile, Enrique Hertzog de Bolivia,[54]​ y los gobiernos dictatoriales de Alfredo Stroessner en Paraguay y Marcos Pérez Jiménez en Venezuela, quienes le darían asilo luego del golpe de estado de 1955, y Manuel A Odria en Perú y los también dictatoriales de Anastasio Somoza García de Nicaragua, Eurico Gaspar Dutra en Brasil, y, más adelante, con el de Augusto Pinochet de Chile. En 1954 devolvió al Paraguay los trofeos de guerra de la Guerra de la Triple Alianza: banderas, armas y otras reliquias.[54]

En 1947 en Guatemala, cuando el gobierno de Juan José Arévalo sancionó el Código del Trabajo, las compañías navieras norteamericanas comunicaron que dejarían de prestar servicios en los puertos del país. Esto equivalía prácticamente a un bloqueo, ya que el país no contaba con flota mercante propia. Entonces Arévalo acudió a Perón a través de una misión secreta. En el acto el líder justicialista ordenó al director de la Flota Mercante de Argentina que a partir de ese momento todos los barcos de bandera nacional hicieran escala en Guatemala. Al mismo tiempo, secretamente, los barcos mercantes argentinos llevaron a Guatemala armas para defender la revolución popular guatemalteca.[54]

Seis años después, en la Décima Conferencia Interamericana de 1954, en momentos en que los norteamericanos presionaban para aprobar un proyecto de declaración mediante el cual legitimar su intervención en Guatemala, los representantes argentinos adoptaron una actitud premeditadamente ambigua, junto con México se abstuvieron al votarse un voto de condena al régimen de Arbenz.[55]​ Ya en la Novena Conferencia Interamericana, de 1948, los representantes argentinos y guatemaltecos habían sostenido una posición conjunta, condenando el colonialismo estadounidense en Puerto Rico, y logrando aprobar la Resolución XXXIII, por la que se propiciaban "métodos pacíficos para abolición del coloniaje".[54]

Las Veinte Verdades Peronistas

Uno de los elementos que constituyen la doctrina peronista, son las Veinte Verdades Peronistas, equivalente a los principios del movimiento. Las mismas fueron dadas a conocer por Perón en ocasión del acto realizado el 17 de octubre de 1950, para celebrar el quinto aniversario del Día de la Lealtad. Perón las leyó desde el balcón.

Las Veinte Verdades Peronistas se hicieron muy populares y muchos de sus principios arraigaron en la cultura popular. La primera verdad se refiere a la democracia, a la que define como aquella donde "el gobierno hace lo que el pueblo quiere y defiende un solo interés: el del pueblo". Las verdades tercera y cuarta se refieren al trabajo, al que define como un derecho y un deber. La quinta verdad ("para un peronista no puede no haber nada mejor que otro peronista") fue reformada en 1974 para formularla como "para un argentino no puede haber nada mejor que otro argentino".[56]​ La octava verdad establece la prioridad de poner a la patria por encima del movimiento y recién después los individuos; se combina con la verdad nº 15 que manda equilibrar los derechos del individuo con los de la comunidad. La verdad nº 12, muy difundida, establece un valor igualitarista en el que "los únicos privilegiados son los niños". Las verdades nº 16 y nº 17 promueve la economía social (el capital al servicio del bienestar social) y la justicia social, respectivamente.

Las siguientes son las Veinte Verdades Peronistas según fueron leídas por Perón el 17 de octubre de 1950:

  1. La verdadera democracia es aquella donde el gobierno hace lo que el pueblo quiere y defiende un solo interés: el del pueblo.
  2. El Peronismo es esencialmente popular. Todo círculo político es antipopular, y por lo tanto, no es peronista.
  3. El peronista trabaja para el Movimiento. El que en su nombre sirve a un círculo, o a un caudillo, lo es sólo de nombre.
  4. No existe para el Peronismo más que una sola clase de hombres: los que trabajan.
  5. En la Nueva Argentina el trabajo es un derecho que crea la dignidad del hombre y es un deber, porque es justo que cada uno produzca por lo menos lo que consume.
  6. Para un Peronista de bien, no puede haber nada mejor que otro Peronista.
  7. Ningún Peronista debe sentirse más de lo que es, ni menos de lo que debe ser. Cuando un Peronista comienza a sentirse más de lo que es, empieza a convertirse en oligarca.
  8. En la acción política la escala de valores de todo peronista es la siguiente: primero la Patria, después el Movimiento, y luego los Hombres.
  9. La política no es para nosotros un fin, sino sólo el medio para el bien de la Patria, que es la felicidad de sus hijos y la grandeza nacional.
  10. Los dos brazos del Peronismo son la Justicia Social y la Ayuda Social. Con ellos damos al Pueblo un abrazo de justicia y de amor.
  11. El Peronismo anhela la unidad nacional y no la lucha. Desea héroes pero no mártires.
  12. En la Nueva Argentina los únicos privilegiados son los niños.
  13. Un gobierno sin doctrina es un cuerpo sin alma. Por eso el Peronismo tiene su propia doctrina política, económica y social: el Justicialismo.
  14. El Justicialismo es una nueva filosofía de vida simple, práctica, popular, profundamente cristiana y profundamente humanista.
  15. Como doctrina política, el Justicialismo realiza el equilibrio del derecho del individuo con el de la comunidad.
  16. Como doctrina económica, el Justicialismo realiza la economía social, poniendo el capital al servicio de la economía y ésta al servicio del bienestar social.
  17. Como doctrina social, el Justicialismo realiza la Justicia Social, que da a cada persona su derecho en función social.
  18. Queremos una Argentina socialmente justa, económicamente libre, y políticamente soberana.
  19. Constituimos un gobierno centralizado, un Estado organizado y un pueblo libre.
  20. En esta tierra lo mejor que tenemos es el Pueblo.

La constitución justicialista de 1949

Una importante fuente de la doctrina justicialista es la Constitución de 1949, una reforma constitucional inserta en la corriente del constitucionalismo social conocida también como la constitución justicialista,[57]​ que incluyó en la Constitución argentina muchos de los principios del peronismo.

Los principales contenidos doctrinarios incluidos en la Constitución son los siguientes:

  • El objetivo de "constituir una Nación socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana" (Prólogo).
  • Derechos del trabajador, de la familia, de la ancianidad, de la educación y cultura (art. 37)
  • La función social de la propiedad, el capital y la actividad económica (arts. 38/40)

El principal doctrinario de la constitución justicialista fue el jurista Arturo Sampay, que entre los libros que escribió se destaca Constitución y pueblo (1974), donde analiza su concepción del Derecho constitucional basada en la idea de bien común.[58]

Ideólogos del peronismo

Perón

Los discursos, actos y obra de gobierno de Perón constituyen una fuente de primera importancia para la doctrina peronista. Entre los historiadores y los peronistas es usual distinguir al "primer Perón", correspondiente al "primer peronismo" y el "último Perón", correspondiente al que volvió a la Argentina del exilio en 1973. Puede distinguirse también otro ciclo ideológico en Perón, correspondiente al exilio entre 1955 y 1972, durante el cual fue ilegalizado y proscripto políticamente.

Eva Perón

Eva Perón tiene una importancia en la doctrina peronista similar a la de Perón. Algunas corrientes del peronismo dan más importancia al pensamiento de Eva Perón que al de Juan D. Perón, al que critican algunas posturas y acciones, sobre todo sus relaciones con el grupo parapolicial Triple A. Son importantes sus discursos, su obra y los dos libros que escribió, La razón de mi vida (1951) y Mi mensaje (1952).

Otros ideólogos del peronismo

Otros ideólogos del peronismo tienen mayor o menor influencia, según sean las distintas corrientes. Entre los que poseen mayor consenso se encuentran Arturo Jauretche y Raúl Scalabrini Ortiz.

Son también ideólogos importantes del peronismo los presidentes peronistas, aunque con importantes discrepancias según la corriente peronista de que se trate: Héctor J. Cámpora, Carlos Menem, Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner. La expresidenta María Estela Martínez de Perón no cuenta con seguidores en el peronismo.

Otros referentes ideológicos de importancia por su influencia dentro del peronismo, ya sea por sus ideas o por su obra, son Miguel Miranda (economista), John William Cooke, Ramón Carrillo, Andrés Framini, Raimundo Ongaro, Juan José Hernández Arregui, el sacerdote Carlos Mujica, Rodolfo Walsh, Arturo Sampay, Rodolfo Puiggrós, Saúl Ubaldini, Fermín Chavez, Julio Godio, Norberto Galasso, Jorge Abelardo Ramos, Antonio Cafiero, Julio Bárbaro, Horacio Verbitsky, Salvador Treber, Jorge Castro, Juan Tedesco, Aldo Ferrer, Adriana Puiggrós, Pino Solanas, Leonardo Favio, Miguel Bonasso y Eduardo Anguita.

El peronismo en la cultura popular

El peronismo, como movimiento político y social, tuvo y sigue teniendo un fuerte correlato cultural, ya sea por los movimientos culturales relacionados (como el "boom del folklore" por ejemplo), o ya sea por la obra de los artistas e intelectuales peronistas en los distintos campos de la cultura.

Música

Antonio Tormo, lanzó en 1950 la canción El rancho 'e la Cambicha, que vendió 5 millones de unidades, cifra nunca superada. Allí se inicia el «boom del folklore» en Argentina. Tormo resultaría censurado por peronista a partir de 1955.

En la música, el surgimiento del peronismo se corresponde con el auge de lo que en Argentina se llama "música folklórica" o simplemente "folklore". El primer peronismo (1945-1955) coincide con el auge de la música folklórica, que expresaba a los sectores populares del "interior" de la Argentina, aludidos despectivamente por las clases medias y altas, como "cabecitas negras". Hasta ese momento, la música popular dominante era el tango, género musical surgido en Buenos Aires a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, relacionado con el proceso de inmigración. En 1950 el folklore supera en ventas de discos por primera vez al tango, con la canción "El rancho 'e la Cambicha", cantada por Antonio Tormo, conocido como El Cantor de los Cabecitas Negras. Este éxito discográfico dio inicio al período conocido en la historia de la música argentina como el "Boom del folklore", que hizo desde entonces al género folklórico como uno de los principales de la música popular argentina.

Otro músico peronista de gran impacto en la renovación de la música folklórica en la década de 1960 fue el Chango Farias Gómez, líder de agrupaciones musicales como los Huanca Hua y el Grupo Vocal Argentino. También se destacaron folkloristas como Peteco Carabajal y Pedro Pablo García Caffi (líder del Cuarteto Zupay), Marián Farías Gómez, Teresa Parodi.

En el tango también hubo importantes músicos y letristas peronistas, que influyeron decisivamente en el género. Entre ellos se destacan Enrique Santos Discépolo, Aníbal Troilo, Nelly Omar, Hugo del Carril, José Luis Castiñeira de Dios, entre otros.

En el rock nacional se han identificado públicamente como peronistas músicos como Litto Nebbia y Emilio del Guercio, Ricardo Iorio.

En otros géneros musicales se destacan artistas como Nacha Guevara, Ignacio Copani, Marilina Ross, Leonardo Favio, la Mona Jimenez, Horacio Fontova.

Cine

Durante los dos primeros mandatos presidenciales de Perón, el cine argentino tuvo un importante desarrollo y difusión a nivel hispanoamericano, generando obras como Las aguas bajan turbias de Hugo del Carril, Pino Solanas (La Hora de los hornos, Tangos, El exilio de Gardel), Leonardo Favio (Perón, sinfonía de un sentimiento).

Teatro y actuación

Entre los actores y actrices se cuentan Juan Carlos Gené, Carlos Carella, Florencia Peña, Sergio Renán, Federico Luppi, Haydee Padilla, Victor Laplace, Alejandro Dolina, Diego Capusotto.

Literatura

Leopoldo Marechal, Rodolfo Walsh, Juan Gelman, Francisco "Paco" Urondo.

Pintura

Ricardo Carpani, Daniel Santoro.

Deportes

José María El Mono Gatica, Mary Terán de Weiss, Claudio Morresi, Alejandro Sabella, Marcela "la Tigresa" Acuña, Norma Baylon, Enriqueta Duarte, Miguel Domingo Ballícora, Eduardo Guerrero, Osvaldo Roberto Suárez.

Ciencias sociales

Ernesto Laclau, Chantal Mouffe, Rodolfo Puiggrós, Juan José Hernández Arregui, Raúl Scalabrini Ortiz, Arturo Jauretche, John William Cooke);

Juristas, médicos y profesionales (Arturo Sampay, Ramón Carrillo)

Símbolos y fechas

Afiche conmemorativo del segundo aniversario del Día de la Lealtad, conmemorado por primera vez en 1947 (Museo del Bicentenario)

Los principales símbolos del peronismo son la "Marcha peronista", "Evita Capitana" (o "Marcha de las muchachas peronistas"), el gesto de los dedos en ve y el escudo peronista. Los colores del peronismo son el celeste y blanco que simboliza a la Argentina. En los actos peronistas se canta ritualmente también el Himno nacional argentino.

Las principales fechas o sucesos de celebración o recordación del peronismo son:

En el peronismo son importantes también la conmemoración de dos fechas que exceden al movimiento: el 24 de marzo, en que se recuerda a los desaparecidos de la última dictadura militar iniciada ese día en 1976 y se condena el terrorismo de Estado y el 10 de diciembre en el que se festeja la recuperación de la democracia ese día de 1983. También son fecha de celebración en el peronismo, tres fechas patrias: el 25 de mayo (día del primer gobierno patrio), el 9 de julio (independencia nacional) y el 20 de noviembre (Batalla de la Vuelta de Obligado de 1845 contra Inglaterra y Francia).

Referencias

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  7. «Félix Luna y la defensa del mito». Diario La Nación. 18 de abril de 2009. «[Perón]... Era un hombre que trataba de ser seductor, que ponía diferen­tes discos según el interlocutor que tenía. A mí no me sedujo ni me convenció. Me pareció que se manejaba con lugares comunes. Perón era un señor con una ideo­logía muy elemental.» 
  8. Wainfeld, Mario (18 de octubre de 2013). «Del primer día peronista a hoy». Página/12. Consultado el 5 de enero de 2016. 
  9. Wainfeld, Mario (18 de octubre de 2013). «Del primer día peronista a hoy». Página/12. Consultado el 5 de enero de 2016. 
  10. Félix Luna fue militante opositor al peronismo. Sin embargo simpatizó con el gobierno de Kirchner, aunque sin considerarlo peronista. Laborda, Fernando (2 de octubre de 2004). «Félix Luna: 'No niego que me gusta el gobierno de Kirchner"». La Nación. Consultado el 5 de enero de 2016. «- En estos días se han cumplido 50 años de uno de sus primeros libros, "Yrigoyen", publicado en 1954. Usted ha reconocido que más que un libro de historia fue una obra de militancia política, ya que quería demostrar en aquellos tiempos de Perón que un líder popular, para hacer una transformación, no necesitaba sofocar las libertades públicas ni reprimir a los opositores (...) -A principios de año, usted pronunció una frase que me llamó la atención. Dijo que el gobierno de Kirchner "por suerte, tiene poco de peronista". ¿Cómo lo define, entonces? -Me refería, más que nada, al folklore chabacano, compadrito y provocativo del peronismo, que es lo que más molesta. No puedo definir al gobierno de Kirchner, porque no niego que me gusta. Pero muchas veces me sorprende y me confunde. No entiendo, por momentos, hacia dónde va ni el porqué de sus enfrentamientos. Parecería que le falta temperancia. De todas maneras, creo que Kirchner es un hombre que defiende o intenta defender el interés nacional. Es probable que a veces no lo haga del todo bien o que se maneje con una visión muy lugareña, pero tiene verdadera vocación por hacerlo, y eso no es poco importante.» 
  11. «Halperín Donghi aborda el pasado de la Argentina desde sus vivencias». La Capital. 21 de septiembre de 2008. Consultado el 29 de enero de 2015. «Criticado y respetado desde distintas corrientes historiográficas, Halperín Donghi, quien deja claro su profundo antiperonismo, se encuentra ubicado entre los más renombrados historiadores contemporáneos de Argentina y el mundo.» 
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Véase también

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