Respuesta sexual humana

De Wikipedia, la enciclopedia libre
(Redirigido desde «Meseta (sexo)»)

La respuesta sexual humana es el conjunto de cambios físicos y hormonales que experimentan los seres humanos ante el estímulo sexual.

Fue estudiada por los célebres William Masters, ginecólogo, y Virginia Johnson, sexóloga, que describieron cuatro fases, a las que nombraron: excitación, meseta, orgasmo y resolución.

Los diferentes tipos de ciclo de respuesta sexual según Masters y Johnson:[1]​ Los hombres (arriba) y las mujeres (abajo)

Fases[editar]

Fase de deseo sexual[editar]

La estimulación de los impulsos sexuales es diferente para cada sexo, aunque comparte el origen psíquico para activar la respuesta sexual: los pensamientos son inducidos por las percepciones sensoriales, durante esta fase, principalmente a través de la visión, que estimulan áreas del cerebro relacionadas con la fantasía e imaginación. A su vez existen conexiones con centros de control hormonal que secretan testosterona y hormona luteinizante, capaces de incrementar el deseo sexual.

Durante esta fase no se observan cambios orgánicos evidentes. Sin embargo, la fase de deseo o apetito sexual debe ocurrir para que un individuo se predisponga a la actividad sexual, en la mayoría de casos, no en todos.

Fase de excitación[editar]

La excitación es la segunda fase, y puede desencadenarse por una enorme variedad de estímulos: la visión de un cuerpo desnudo, una caricia, olores, la pronunciación o audición de ciertas palabras y un largo etcétera. Aún no hay evidencia sobre un estímulo capaz de excitar específicamente a hombres o mujeres, pero la idea convencional atribuye al varón el ámbito de lo visual y a la mujer un espectro sensorial más amplio (tacto, mirada, palabra, gestos), aunque faltan pruebas concluyentes que confirmen la creencia popular.

Durante la excitación, el pene se agranda, endurece y eleva, volviéndose erecto, mientras que la vagina se lubrica y dilata, al igual que la vulva.

Fase de meseta[editar]

En esta etapa la respiración está entrecortada, el pulso cardíaco aumenta y todos los efectos de la excitación se desarrollan. También aparece el rubor sexual (enrojecimiento notorio en el área del pecho y rostro). La tensión muscular aumenta. Al aproximarse el orgasmo (inmediatamente posterior a la fase de meseta) es habitual una sensación de apremio por descargar la tensión sexual acumulada.

Si la excitación desaparece durante la meseta o se interrumpe la llegada del orgasmo, pueden producirse sensaciones molestas. El hombre experimenta ligero dolor en los testículos y la mujer, congestión a nivel genital.

Hombres[editar]

La fase de excitación está caracterizada por la vasocongestión de los genitales.

Cuando la fase de excitación llega hasta su punto máximo, todos los cambios se mantienen en su nivel más alto durante un cierto tiempo llamado «meseta», proporcionando una agradable sensación de placer. El varón puede notar una especie de presión o calor en la zona de la pelvis, que está provocada por el estrechamiento de los vasos sanguíneos, especialmente en las vesículas seminales y la próstata. Durante este momento de aparente calma, la tensión muscular se incrementa, el ritmo cardíaco y la respiración se aceleran y aumenta la presión sanguínea.

La duración de esta fase es muy variable. Hay parejas que la prolongan voluntariamente por medio de juegos amorosos, para conseguir una mayor satisfacción.

Mujeres[editar]

Los cambios alcanzados en la fase anterior de excitación se mantienen e intensifican también en la mujer durante un cierto tiempo. Quizás la variación más significativa es que el clítoris se retrae de nuevo bajo la membrana que lo recubre (capuchón), haciéndose menos accesible. Poco a poco, los niveles de excitación se van incrementando para preparar la llegada del orgasmo. Los pechos aumentan de tamaño y la areola se dilata. La vagina sigue expandiéndose. Aumenta la congestión vascular en los labios menores. Los labios mayores se separan aún más. Algunas mujeres presentan manchas rojizas por algunas zonas del cuerpo. Este fenómeno es conocido como «rubor sexual» y no debe preocupar, pues obedece a un aumento de la circulación sanguínea bajo la piel.

Fase del orgasmo[editar]

El orgasmo surge tras las fases de excitación y meseta. Las pulsaciones cardíacas y la respiración llegan a su máxima frecuencia e intensidad. Se produce una gran tensión muscular y contracciones involuntarias del miembro viril, de los músculos vaginales y del esfínter anal. En el varón habitualmente se produce la eyaculación. Se produce dilatación pupilar fugaz. Además de la respuesta física, se produce una respuesta emocional muy variada y específica de cada individuo como manifestación de placer: suspiros, gritos, gruñidos, llanto o risa, aunque también puede haber orgasmo sin manifestaciones emocionales elocuentes. La mayoría de las mujeres, 70-80% en las estadísticas generales, necesita estimulación clitoriana directa (puede ser manual, oral u otra fricción concentrada contra la parte externa del clítoris) para alcanzar el orgasmo.[2][3][4][5]

Fase de resolución[editar]

Es el restablecimiento paulatino de la normalidad física y psíquica, tras haber alcanzado el orgasmo.

El varón experimenta un período refractario, durante el cual es incapaz de volver a excitarse, o de hacerlo con la misma intensidad. La mujer, en cambio, no tiene periodo refractario y es capaz de alcanzar orgasmos múltiples y frecuentes.

Véase también[editar]

Referencias[editar]

  1. W. H. Masters, V. E. Johnson: Human sexual response. Boston 1966.
  2. "The amount of time of sexual arousal needed to reach orgasm is variable – and usually much longer – in women than in men; thus, only 20–30% of women attain a coital climax. b. Many women (70–80%) require manual clitoral stimulation..." Joseph A. Flaherty, John Marcell Davis, Philip G. Janicak (1993, Digitized 29 October 2010). Psychiatry: Diagnosis & therapy. A Lange clinical manual. Appleton & Lange (Original from Northwestern University). pp. 544 pages. ISBN 9780838512678. Consultado el 5 de enero de 2012. 
  3. Mah, Kenneth; Binik, Yitzchak M (2001, available online on 17 July 2001). «The nature of human orgasm: a critical review of major trends». Clinical Psychology Review 21 (6): 823-856. PMID 11497209. doi:10.1016/S0272-7358(00)00069-6. «Women rated clitoral stimulation as at least somewhat more important than vaginal stimulation in achieving orgasm; only about 20% indicated that they did not require additional clitoral stimulation during intercourse.» 
  4. Elisabeth Anne Lloyd (2005). The Case of the Female Orgasm: Bias In the Science of Evolution. Harvard University Press. pp. 311 pages. ISBN 9780674017061. Consultado el 5 de enero de 2012. 
  5. Kammerer-Doak, Dorothy; Rogers, Rebecca G. (16 de mayo de 2008). «Female Sexual Function and Dysfunction». Obstetrics and Gynecology Clinics of North America 35 (2): 169-183. PMID 18486835. doi:10.1016/j.ogc.2008.03.006. «Most women report the inability to achieve orgasm with vaginal intercourse and require direct clitoral stimulation ... About 20% have coital climaxes...»