Dolor oncológico

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El dolor oncológico[1][2]​ puede surgir por la presión ejercida por un tumor, por infiltración de tejido, por tratamientos o procedimientos de diagnóstico, por cambios causados por desequilibrios hormonales o por la respuesta inmunológica. El dolor más crónico —de larga duración— es causado por la enfermedad y el más agudo —de corta duración— es causado por el tratamiento o por los procedimientos de diagnóstico. Sin embargo, la radioterapia y la quimioterapia pueden producir dolorosas condiciones que persisten aún después de finalizado el tratamiento.

La presencia del dolor depende mayoritariamente de la localización y etapa del cáncer.[3]​ En cualquier etapa, cerca de la mitad de los pacientes con tumores malignos experimentan dolor; dos tercios de esos pacientes, con cáncer avanzado, experimentan dolor en grados que afectan su sueño, su ánimo, su apetito, sus relaciones sociales y sus actividades diarias.[4][5]​ Con un correcto tratamiento, el dolor oncológico puede ser eliminado, o bien, controlado en el 80-90% de los casos. Mundialmente, alrededor del 80% de las personas con cáncer reciben poca o nula medicación contra el dolor.[6]

La Organización Mundial de la Salud —OMS— y otras organizaciones han publicado guías para el tratamiento del dolor oncológico.[7][8]​ Los profesionales de la salud tienen una obligación ética de asegurar que, en medida de los posible, los pacientes o guardianes de los pacientes estén bien informados acerca de los riesgos y beneficios relacionados con los tratamientos de dolor.

Dolor[editar]

La Real Academia Española —RAE— define al dolor como una sensación «molesta y aflictiva de una parte del cuerpo por causa interior o exterior».[9]​ Generalmente, de acuerdo a su duración o evolución, el dolor se clasifica en agudo —corta duración— o crónico —larga duración—.[10][11][12]​ El dolor crónico puede ser continuo con periodos de agudización o intermitente con periodos libres de dolor y episodios de dolor intercalados.[13][14]​ A pesar de que el dolor puede ser controlado por medio de distintos tratamientos, pueden existir periodos de agudización denominados «dolor irruptivo», que son tratados con opioides de acción rápida.[15]

La mayoría de los pacientes con dolor crónico experimentan dificultades en la memoria y la atención. Además de afectaciones en la habilidad verbal y la flexibilidad mental.[16]​ El dolor crónico tiene efectos negativos tales como la depresión y la ansiedad, además de causar estados emocionales de ira y miedo.[17][18]​ Asimismo, el dolor persistente reduce la calidad de vida, desmoraliza y debilita a los pacientes y aquellos a cargo de su cuidado[14]​ y se relaciona con un «deterioro económico, social y laboral».[19]

El factor psicológico influye en gran medida en el dolor; a pesar de estar altamente relacionados, la intensidad del dolor y la sensación de molestia —causada por el dolor— pueden ser distintos. Es posible alterar la percepción del dolor, la sensación de molestia, por medio de «manipulaciones» farmacológicas, hipnosis, el efecto placebo o la inducción de estados psicológicos de «expectativa o ansiedad».[20][21]​ Algunas veces, la sensación de dolor se localiza en un punto distinto de donde se encuentra la «estimulación dolorosa», es decir, dolor referido.[22]

El dolor en los pacientes con cáncer puede ser producido por lesiones tisulares, que activan receptores específicos de dolor denominados nociceptores —dolor nociceptivo— o por daño estructural o malfunción de las neuronas del sistema nervioso central o periféricodolor neuropático—.[12]​ El dolor neuropático está, en muchas ocasiones, acompañado de sensaciones como la parestesia, la hiperestesia, la alodinia, entre otras.[23]​ Se estima que entre el 40 y 80% de los pacientes oncológicos experimentan dolor neuropático.[24]​ En la búsqueda de objetivar el dolor, los profesionales de la salud emplean distintas escalas. No obstante, la más utilizada es la que pregunta al paciente el número que asignaría a su grado de dolor entre el 0 y el 10, dónde el 0 representa «ausencia de dolor» y el 10 «máximo dolor imaginable».[25]

Causas[editar]

El dolor oncológico depende del tipo de cáncer, su etapa y el umbral de dolor del paciente.[26]​ Además, raramente es diagnosticado y tratado como un dolor «puramente» neuropático o nociceptivo y se ve alterado por factores como el tiempo, el tratamiento o el avance —o retroceso— de la enfermedad.[27]​ Entre el 20 y el 50% de los pacientes diagnosticados sufren dolor oncológico; en estados avanzados de la enfermedad, se estima que el 75% de los pacientes sufren dolor. De acuerdo a Twycross y Bennett (2008), de un total de 2000 pacientes con cáncer avanzado y dolor, el 85% de éste es «directamente atribuible al cáncer mismo», 17% al tratamiento, 9% relacionado al cáncer y 9% a un «trastorno concurrente».[28]​ Así, se identifican tres causas comunes de dolor en pacientes con cáncer: la enfermedad misma, los métodos de tratamiento y la presencia de comorbilidad.[29]

Infección[editar]

Tanto el cáncer como el tratamiento contra la enfermedad conllevan un deterioro en la capacidad inmunológica de los pacientes. Por ello, es común que los enfermos de cáncer puedan desarrollar infecciones.[30]​ En algunos casos, estas infecciones son causa de dolor. Un estudio encontró que, de 300 casos, en el 4% de ellos la causa de dolor fue infección. En otro reporte, se describió el caso de siete pacientes, quienes a lo largo de siete sufrieron agudización del dolor. Tratamientos con antibióticos lograron aliviar el dolor al cabo de tres días.[31]

Véase también[editar]

Referencias[editar]

  1. «El dolor en el paciente oncológico». Sociedad Española de Oncología Médica. Consultado el 4 de enero de 2015. 
  2. Plancarte Sánchez, Ricardo; Guajardo Rosas, Jorge; Guillen Nuñez, Rocío (2006). «Manejo integral del dolor» (pdf). Cancerología (Instituto Nacional de Cancerología): 273-281. Archivado desde el original el 24 de septiembre de 2015. Consultado el 4 de enero de 2015. 
  3. Hanna y Zylicz, 2013, pp. 17.
  4. Sheinfeld Gorin, Sherri; Krebs, Paul; Badr, Hoda et al. (2012). «Meta-Analysis of Psychosocial Interventions to Reduce Pain in Patients With Cancer» (descarga). Journal of Clinical Oncology (en inglés) (Sociedad Americana de Oncología Clínica) 30 (5). PMID 22253460. doi:10.1200/JCO.2011.37.0437. Consultado el 4 de enero de 2015. 
  5. Pimenta, Cibele Andrucioli de Mattos; Teixeira, Manoel Jacobsen; Correa, Cláudio Fernandes (1995). «The epidemiology of cancer-related pain». Sao Paulo Medical Journal (en inglés) (Associação Paulista de Medicina) 113 (2): 52-53. ISSN 1516-3180. doi:10.1590/S1516-31801995000700030. Consultado el 4 de enero de 2015. 
  6. Hanna y Zylicz, 2013, pp. 1.
  7. Guías de la Organización Mundial de la Salud:
  8. Otras guías clínicas:
  9. Real Academia Española. «dolor». Diccionario de la lengua española (23.ª edición). 
  10. Morales Alpízar, Catalina; Salas Herrera, Isaías (2004). «Manejo farmacológico del dolor en el paciente oncológico». Acta Médica Costarricense (Colegio de Médicos y Cirujanos de Costa Rica) 46 (3). ISSN 0001-6012. 
  11. Puebla Díaz, F. (2005). «Tipos de dolor y escala terapéutica de la O.M.S. Dolor iatrogénico». Oncología (Barcelona) 28 (3): 33-37. ISSN 0378-4835. doi:10.4321/S0378-48352005000300006. 
  12. a b «Directrices de la OMS sobre el tratamiento farmacológico del dolor persistente en niños con enfermedades médicas» (pdf). Ginebra: Organización Mundial de la Salud. 2012. 
  13. López Timoneda, Francisco (1996). «Definición y clasificación del dolor» (pdf). Clínicas Urológicas de la Complutense (Madrid: Universidad Complutense de Madrid) (4): 49-55. 
  14. a b Induru, Raghava R.; Lagman, Ruth L. (2011). «Managing cancer pain: Frequently asked questions». Cleveland Clinic Journal of Medicine (en inglés) 78 (7): 449-464. PMID 21724928. doi:10.3949/ccjm.78a.10054. 
  15. Cánovas Martínez, L.; Rodríguez Rodríguez, A.B.; Castro Bande, M.; Pérez Arviza, L.; López Soto, C.; Román Nuñez, R. (2012). «Tratamiento del dolor irruptivo». Revista de la Sociedad Española del Dolor (Sociedad Española del Dolor) 19 (6): 318-324. ISSN 1134-8046. 
  16. Kreitler, Shulamith; Niv, David (2007). «Cognitive Impairment in Chronic Pain» (pdf). Pain Clinical Updates (en inglés) (International Association for the Study of Pain) XV (4). Archivado desde el original el 6 de enero de 2015. Consultado el 5 de enero de 2015. 
  17. Bruehl, Stephen; Burns, John W.; Chung, Ok Y.; Chont, Melissa (2009). «Pain-Related Effects of Trait Anger Expression: Neural Substrates and the Role of Endogenous Opioid Mechanisms» (descarga). Neuroscience & Biobehavioral Reviews (en inglés) 33 (3): 475-491. PMID 19146872. doi:10.1016/j.neubiorev.2008.12.003. 
  18. Ojeda, B.; Salazar, A.; Dueñas, M.; Failde, I. (2011). «El deterioro cognitivo: un factor a tener en cuenta en la evaluación e intervención de pacientes con dolor crónico». Revista de la Sociedad Española del Dolor (Sociedad Española del Dolor) 18 (5): 291-296. ISSN 1134-8046. 
  19. Ruvalcaba Palacios, Gerardo; Domínguez Trejo, Benjamín (2009). «La terapia psicológica del dolor crónico» (pdf). Psicología y Salud (Universidad Veracruzana) 19 (2): 247-252. Archivado desde el original el 6 de enero de 2015. Consultado el 5 de enero de 2015. 
  20. Ernst et al., 2007, pp. 52.
  21. Perlman, David M.; Salomons, Tim V.; Davidson, Richard J.; Lutz, Antoine (2010). «Differential effects on pain intensity and unpleasantness of two meditation practices» (pdf). Emotion (en inglés) 10 (1): 65-71. PMID 20141303. doi:10.1037/a0018440. 
  22. Van Griensven, 2005, pp. 70.
  23. Busquets Julià, Carmen; Faulí Prats, Adela (2012). «Novedades en el tratamiento del dolor neuropático» (pdf). Seminarios de la Fundación Española de Reumatología 13 (3): 103-109. doi:10.1016/j.semreu.2012.04.002. Archivado desde el original el 6 de enero de 2015. Consultado el 6 de enero de 2015. 
  24. Kurita, Geana Paula; Ulrich, Angelika; Jensen, Troels Staehelin; Werner, Mads Utke; Per, Sjøgren (2012). «How is neuropathic cancer pain assessed in randomised controlled trials?» (pdf). Pain (en inglés) (Asociación Internacional para el Estudio del Dolor) 153 (1): 13-17. PMID 21903329. doi:10.1016/j.pain.2011.08.013. Archivado desde el original el 6 de enero de 2015. Consultado el 6 de enero de 2015. 
  25. Rubio, Elena (2011). «¿Es posible medir la intensidad del dolor? Cómo evaluar el sufrimiento del paciente». Mètode (Universidad de Valencia) (71): 68-75. Archivado desde el original el 3 de enero de 2015. Consultado el 6 de enero de 2015. 
  26. «¿Qué causa el dolor en las personas con cáncer?». American Cancer Society. Consultado el 6 de enero de 2015. 
  27. Urch y Suzuki, 2008, pp. 3.
  28. Twycross y Bennett, 2008, pp. 27.
  29. Armida Parala-Metz y Mellar Davis (septiembre de 2013). «Cancer Pain». Center for Continuing Education (en inglés). Cleveland Clinic. Consultado el 6 de enero de 2015. 
  30. «Infection». American Society of Clinical Oncology (en inglés). Consultado el 6 de enero de 2015. 
  31. Twycross y Bennett, 2008, pp. 36.

Bibliografía[editar]

Enlaces externos[editar]