Cognición social

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La cognición social es en la psicología —particularmente en psicología social— el área que estudia la manera en que la gente procesa la información social y, en particular, su codificación, almacenamiento y aplicación en situaciones sociales. El enfoque de la cognición social en el procesamiento de la información tiene muchas similitudes con su disciplina hermana, la psicología cognitiva. Por otra parte, la neurociencia cognitiva social investiga el origen biológico de la cognición social, es decir, de los procesos que suponen la interacción con miembros de la misma especie.[1][2]

Desarrollo histórico[editar]

La cognición social adquirió protagonismo tras el auge de la psicología cognitiva a finales de los años 60 y principios de los 70; actualmente es el modelo y enfoque dominante en la psicología social.[cita requerida] Esta disciplina se caracteriza por estudiar los procesos y estados mentales internos, como las creencias y deseos, en contraste con la psicología conductual, que los ha rechazado por ilusorios.[3]

Se ha establecido un paradigma paralelo para el estudio de la cognición motriz, que se ocupa de la comprensión de la representación de las acciones e intenciones, así como de los procesos asociados.[4]

Neurociencia cognitiva social[editar]

Un interés temprano en la relación entre la función cerebral y cognición social incluye el caso de Phineas Gage, cuyo comportamiento cambió después de un accidente que dañó sus lóbulos frontales. Se han realizado estudios neuropsicológicos más recientes que han demostrado que las lesiones cerebrales desbaratan los procesos cognitivos sociales. Por ejemplo, un daño en los lóbulos frontales puede afectar las reacciones emocionales a un estímulo social,[5][6][7]​ así como el rendimiento en tareas de razonamiento social[8]​ y en procesos de la teoría de la mente.[9][10]​ En cambio, daños en el giro fusiforme, ubicado en el lóbulo temporal, puede provocar inhabilidad para reconocer las caras.

Las personas con enfermedades mentales —como el trastorno antisocial de la personalidad, trastornos del desarrollo como el autismo, y trastornos genéticos como el síndrome de Williams, el síndrome X frágil o el síndrome de Turner[11]​ demuestran diferencias en el comportamiento social, en comparación con sus pares no afectados. Sin embargo, todavía es un debate abierto si la cognición social se basa en mecanismos neuronales específicos de dominio.[12]

Ahora hay un campo de investigación amplio que examina cómo determinadas condiciones pueden predisponer los procesos cognitivos en la interacción o, inversamente, cómo los prejuicios asociados a enfermedades mentales pueden provocar síntomas asociados con su condición.

También es cada vez más claro que algunos aspectos de los procesos psicológicos que promueven el comportamiento social, como el reconocimiento de caras, pueden ser innatos. Los estudios han demostrado que recién nacidos pueden reconocer y responder a caras selectivamente en menos de una hora.[¿cuál?]

Véase también[editar]

Referencias[editar]

  1. Cacioppo, J. T., Berntson, G. G., Sheridan, J. F. & McClintock, M. K. (2000). "Multilevel integrative analyses of human behavior: social neuroscience and the complementing nature of social and biological approaches." Psychological Bulletin, 126, 829-843.
  2. Cacioppo, J. T. (2002). «Social neuroscience: understanding the pieces fosters understanding the whole and vice versa.» American Psychologist, 57, 819-831.
  3. Fiske, ST; Taylor SE (1991). Social Cognition. McGraw-Hill, Inc. ISBN 0071009108. 
  4. Jackson, P. L. & Decety, J. (2004). «Motor cognition: A new paradigm to investigate social interactions.» Current Opinion in Neurobiology, 14, 1-5.
  5. Harmon-Jones, E.; P. Winkielman (2007). Social Neuroscience: Integrating Biological and Psychological Explanations of Social Behavior. Guilford Press. ISBN 978-1-59385-404-1.
  6. Damasio, A. R. (1994). Descarte's Error: Emotion, reason and the human brain. Nueva York: Picador. ISBN 0333656563. 
  7. Hornak, J.; Rolls, E. T.; Wade, D. (1996). «Face and voice expression identification in patients with emotional and behavioral changes following ventral frontal lobe damage.». Neuropsychologia 34: 247-61. doi:10.1016/0028-3932(95)00106-9. 
  8. Cosmides, L.; Toobey, J. (2000). «The cognitive neuroscience of social reasoning». En Gazzaniga, M. S. (ed.), ed. The New Cognitive Neurosciences. pp. 1259-70. 
  9. Stone, V. E.; Baron-Cohen, S. y Knight, R. T. (1998). «Frontal lobe contributions to theory of mind». Journal of Cognitive Neuroscience 10: 640-656. doi:10.1162/089892998562942. 
  10. Brunet, E., Sarfati, Y., Hardy-Bayle, M. C. & Decety, J. (2000). «A PET investigation of attribution of intentions to others with a non-verbal task.» NeuroImage, 11, 157-166.
  11. Mazzocco, M. M. M.; et al. (1998). «Social Functioning Among Girls with Fragile X or Turner Syndrome and Their Sisters». Journal of Autism and Developmental Disorders 28 (6): 509-517. doi:10.1023/A:1026000111467. 
  12. Stone, V. E. & Gerrans, P. (2006). «What's domain-specific about theory of mind.» Social Neuroscience, 1 (3-4), 309-319.