La hojarasca

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La Hojarasca Ver y modificar los datos en Wikidata
de Gabriel García Márquez Ver y modificar los datos en Wikidata
Género Novela Ver y modificar los datos en Wikidata
Ambientada en Macondo Ver y modificar los datos en Wikidata
Idioma Español Ver y modificar los datos en Wikidata
País Colombia Ver y modificar los datos en Wikidata
Fecha de publicación 1955 Ver y modificar los datos en Wikidata
Serie
La Hojarasca Ver y modificar los datos en Wikidata

La hojarasca es una novela corta escrita por Gabriel García Márquez, publicada en 1955. Es conocida por mostrar por primera vez Macondo, el pueblo ficticio hecho famoso en Cien años de soledad. La hojarasca es un terreno de pruebas para muchos de los temas y personajes más tarde inmortalizados en dicha obra.

Introducción al argumento[editar]

El padre, un hombre envejecido y medio cojo que posee el título de coronel en la aldea, siente la obligación de enterrar al fallecido doctor, a pesar del consenso que hay en Macondo de que debería pudrirse en la casa esquinera en la que él había vivido completamente aislado durante la última década. La hija, Isabel, es obligada a acompañar a su padre, sabiendo que ella y su hijo tendrán que hacer frente a la cólera de sus vecinos en Macondo. La narración del nieto, por otro lado, se enfoca en lo misterioso y lo maravilloso de la muerte.

Resumen del argumento[editar]

Al igual que muchas de sus historias, como El amor en los tiempos del cólera y Crónica de una muerte anunciada, Gabriel García Márquez introduce una escena dramática al inicio de su narración y entonces se mueve al pasado, contando hechos que van a guiar a la conclusión final. Con la narración se descubre que el eje central de la narración es un doctor que vino a Macondo. Su salvación es una carta de recomendación del Coronel Aureliano Buendía, un personaje hecho famoso en Cien años de soledad. Esta carta conduce al extraño a la familia que narra el drama que acontece.

El fallecido[editar]

Tras retirarse de la práctica de la medicina y vivir a expensas de la familia durante un tiempo extraordinariamente largo, el doctor se traslada a dos casas de distancia con Meme, la empleada indígena que vivía con la familia en ese momento. Mientras que su actitud aislada y su atención lujuriosa a las mujeres no lo hacen impopular entre los habitantes, el destierro final del doctor ocurrirá cuando cerca de una docena de hombres, heridos en una de las múltiples guerras civiles del país, son llevados a su presencia en busca de atención médica. El doctor, habiéndose retirado de la práctica de la medicina, se negó a salvarlos, como también se había negado a ayudar a Meme cuando estaba enferma, mientras ellos vivían con la familia. Por lo tanto, el doctor se ganó el odio de todo el pueblo y llegó a suicidarse. Cuando el coronel se entera del suceso, promete enterrarlo. No obstante, los habitantes del pueblo se niegan.

Rastros de realismo mágico[editar]

Además de los temas de ciclicidad e inversión que son las bases de la fluida narrativa de Cien años de soledad, La hojarasca muestra otras técnicas identificadas con el realismo mágico, como la manipulación del tiempo y el uso de múltiples perspectivas. También en la masacre bananera, perpetrada por las Fuerzas Armadas de Colombia bajo el mandato del presidente Miguel Abadía Méndez.

Análisis[editar]

Homosexualidad del niño[editar]

Académicos como el estadounidense Daniel Balderston han abordado la homosexualidad del personaje del niño en la novela.[1]​ De acuerdo al análisis del académico, La hojarasca sería una de las primeras obras de la literatura colombiana en incluir un personaje LGBT, teniendo como predecesores notorios solo a la poesía de Porfirio Barba Jacob y la novela Por los caminos de Sodoma (1932), de Bernardo Arias Trujillo.[2]

Tanto Balderston como otros autores han señalado de forma particular el final del capítulo cuatro para sustentar esta lectura, que Balderston describe como una «franca escena de deseo homoerótico» y donde el niño señala, al pensar en el cuerpo desnudo de su amigo Abraham:[1][3][4]

Quiero ir solo con Abraham, para verle el brillo del vientre cuando se zambulle y vuelve a surgir como un pez metálico. Toda la noche he deseado regresar con él, solo por la oscuridad del túnel verde, para rozarle el muslo cuando caminemos. Siempre que lo hago siento como si alguien me mordiera con unos mordiscos suaves, que me erizan la piel.

El académico Eliezer Márquez Ramos, por su lado, ha señalado el carácter de los juegos del niño con Abraham, que se realizan casi a escondidas y que inventan un lenguaje secreto para comunicarse entre ellos, como forma de expresar la necesidad de ocultar una sexualidad no tradicional en una sociedad conservadora. También comparó la forma del niño de describir a distintos personajes: mientras describe de forma seca e indiferente a personajes como su amiga Lucrecia, utiliza un lenguaje poético, cargado de erotismo, cuando se refiere a Abraham.[3]

Véase también[editar]

Referencias[editar]

  1. a b Balderston, 2008, p. 1064.
  2. Gil Gómez, Leonardo (2019). «Por los caminos de Sodoma de Bernardo Arias Trujillo, la homosexualidad inco(ó)moda». Perífrasis. Revista de Literatura, Teoría y Crítica 10 (19): 43-60. ISSN 2145-8987. doi:10.25025/perifrasis201910.19.03. Archivado desde el original el 10 de julio de 2013. Consultado el 10 de julio de 2023. 
  3. a b Márquez Ramos, Eliezer (2016). «Un gay encerrado en Macondo». [IN]Genios 2 (2). ISSN 2374-2747. Archivado desde el original el 13 de octubre de 2017. Consultado el 10 de julio de 2023. 
  4. Lúquez Fonseca, Jesús (16 de diciembre de 2012). «Diez omisiones narrativas en La hojarasca». Letralia. Archivado desde el original el 28 de noviembre de 2022. Consultado el 9 de julio de 2023. 

Bibiliografía[editar]